Todos los años mi familia se va dos semanas de vacaciones de verano. Mi familia está formada por mi madre, mi padre, mi hermana y yo. Siempre me han hecho mucha ilusión estas vacaciones, y este año no iba a ser diferente, o eso creía. Pero resultó ser muy diferente.
- Nos vamos a la costa sur de España. - me dijo mi padre.
Claro que sí, ¡es hora de ver chicas españolas!
Me llamo Mark, tengo 24 años, estoy soltero y sigo viviendo en casa. Pensaba que era el típico joven degenerado, pero no me importaba. La única relación seria que tuve duró un año y medio, y ocurrió cuando tenía 20 años. Siempre me han gustado las morenas, así que España me resultaba muy excitante.
El día había llegado, y tenía todas mis cosas empaquetadas y listas. Era temprano por la mañana y volví a repasar mi lista de comprobación. Mi familia siempre había sido muy organizada, así que he heredado ese miedo a olvidarme de algo. Mientras repasaba la lista, oí a mi hermana desde el pasillo, practicando algunas frases básicas en español. - ¡Eh, puta! - grité en español desde mi habitación, mientras ella pasaba.
- ¿Qué cojones? - dijo al entrar en mi habitación.
- ¡Oh, así que tú también has practicado palabrotas!
- No... sólo sé lo que significa, gilipollas. - dijo riendo, mientras se daba la vuelta y salía de la habitación.
Típica charla entre hermanos, sacándose de quicio mutuamente con bromas inofensivas.
Mi hermana Sophie tiene 18 años, es delgada y bajita, supongo que mide alrededor de 1,55 metros, 20 centímetros menos que yo. Es pelirroja, con el pelo hasta los hombros. Pecho de copa B, cosa que supe hace poco cuando mi curiosidad encontró su sujetador en la lavadora. Y un culo pequeño, pero bien curvado visto de perfil. Siempre me han gustado los culos, aunque los prefiero más grandes que los de mi hermana.
Subimos al avión y surcamos los cielos rumbo a España. Aterrizamos 3 horas después, a las 3 de la tarde.
“Joder, qué calor” pensé. Al salir del aeropuerto, mis ojos vieron por primera vez a una chica española.
- Sí que hace calor. - dije en voz baja.
Un taxi nos recogió y nos llevó al complejo donde nos alojaríamos los 14 días siguientes. El complejo tenía unas pequeñas cabañas de dos camas (individuales y para parejas), mis padres habían reservado dos.
- Aquí tienes la llave de tu cabaña y la de Sophie, es una habitación individual pero las camas están separadas. Papá y yo estamos aquí al lado, por si empezáis a pelearos. Quedamos dentro de una hora y vamos a ver la playa, ¿vale? - dijo mi madre.
Cogí la llave y vi a mi hermana un poco enfadada. A menudo habíamos vivido bajo el mismo techo cuando estábamos de vacaciones, pero nunca en la misma habitación. No desde que tenía doce años, por lo menos, desde entonces había pedido su propia habitación.
Abrí la puerta y entré con mi equipaje. Era pequeño, pero tenía un aspecto increíble por dentro. En la sala de estar cabrían unas 5 personas, también había un cuarto de baño y un dormitorio. No había cocina, pero sí una pequeña nevera y un fregadero.
- ¡MAAARK! - gritó mi hermana desde el dormitorio.
Entré y no vi dos camas individuales, sino una cama de matrimonio grande, tamaño Queen o quizá King.
- ¿Pero qué coño...? Mamá dijo que habría dos camas. - dijo mi hermana.
- ¿Qué quieres decir? Es jodidamente enorme. Básicamente son tres camas.
Recibí una mirada molesta de mi hermana como única respuesta. Empezó a amontonar todas las almohadas en medio de la cama, creando una pared entre los dos lados. - Como quieras. - dije riendo.
Cogí una toalla y un bañador y volvía a sentarme en el salón. Tenía un gran ventanal con vistas al océano. Apenas podía ver la playa, que estaba cerca, pero ligeramente tapada por los otros edificios. Bueno, si hubiera podido ver la playa, probablemente me sentaría aquí a espiar a las chicas, joder, necesito echar un polvo.
Una hora más tarde, caminamos juntos hasta la playa. Era bastante amplia, con un montón de gente. Tomando el sol, jugando a la pelota o incluso bailando en el chiringuito. Mi madre y mi hermana volvieron con 4 helados, que disfrutamos juntos. Por fin podíamos relajarnos del agotador viaje. Nos sentamos en la playa durante unas horas antes de cenar en un restaurante cercano. El sol estaba a punto de ponerse cuando nos despedimos de nuestros padres y entramos en nuestra cabaña.
Mi hermana dejó la toalla y el bote de crema solar en la mesa del salón y se metió en la ducha. Nunca enseñaba mucho su cuerpo, ya que había ido a la playa en pantalón corto y camiseta grande. Joder, qué locura, pero yo sabía lo rápido que se quemaba al sol y que no quería parecer una langosta cocida.
Me fui a nuestro dormitorio, afortunadamente bien climatizado, y me senté en mi lado de la cama a ver un poco la tele antes de dormir un poco. Fue entonces cuando mi hermana corrió rápidamente hacia su equipaje con una toalla cubriéndola, rebuscó entre su ropa antes de volver al baño. Diez minutos después regresó con su camiseta grande con la que dormía.
- ¿Qué? —preguntó, ya que se dio cuenta de que la miraba.
- Nada, sólo me preguntaba cuándo te vas a deshacer de esa camiseta vieja. - le contesté.
- Vete a la mierda. - dijo con una sonrisa y se acercó a las almohadas para darme un puñetazo en el hombro. - Sabes lo mucho que me gusta.
- Por supuesto, Soph. Buenas noches, no ronques ni hagas mucho ruido con el móvil. - le dije.
- Sí, bueno, ¡ambos sabemos que eres el que más fuerte ronca!
- Entonces será mejor que te duermas antes que yo. - le dije mientras me daba la vuelta mirando hacia el otro lado.
- Vete a la mierda. - respondió con una risita, y no mucho después los dos estábamos dormidos.
Me despertó el sonido de la ducha al correr, Sophie ya se había despertado. Me levanté, corrí las cortinas a un lado y vi que el sol acababa de salir por encima de los tejados de las otras cabañas. Me senté en el lado de la cama de Sophie para ver el sol, porque su lado estaba junto a la ventana. Al cabo de unos minutos oí su voz detrás de mí.
- ¿Qué haces en mi lado?
- Este es mi lado ahora. - respondí riendo.
- No, ése es mi lado, imbécil. - dijo mientras se acercaba a mí. Aunque al ver la vista del amanecer se sentó a mi lado. - Oh... supongo que podríamos compartir la vista, es realmente preciosa. ¡Pero este lado sigue siendo mío por la noche! - añadió.
- Ya veremos. - dije burlonamente, y la vi sacarme la lengua.
Llevaba un vestido blanco de encaje que yo no había visto nunca. Era muy bonito, pensé, mientras me lo imaginaba en una española bronceada. Qué rico.
Hoy decidimos dar un paseo por la gran ciudad cercana. Pasaríamos la mayor parte del tiempo caminando arriba y abajo por las calles de la zona centro. Lleno de gente, artistas callejeros, cafés, tiendas y, por supuesto, un montón de chicas. Me equipé con unas gafas de sol para que no me pillaran mirando demasiado.
Pasaron las horas y mi madre y mi hermana ya llevaban un montón de bolsas. Papá y yo sólo llevábamos una cada uno. Algo de ropa que mi madre había insistido en que compráramos.
- ¿Mamá tiene espacio en su equipaje para tantas cosas? - le pregunté a mi padre.
- No si sigue con esta tendencia. - respondió riendo.
Cada vez que nos íbamos de vacaciones, mi madre y Sophie siempre hacían muy poca maleta de casa para poder llenar el equipaje de tanta mierda. A menudo acababan teniendo que comprar una maleta nueva y pagar de más en el aeropuerto para llevarla a casa.
- Mujeres... - dijo mi padre.
- Salud. - dije yo, mientras cada uno daba un sorbo a la cerveza en lata que llevábamos.
Estábamos buscando un restaurante para cenar, cuando oí a mi madre.
- ¡Sophie, has vuelto a quemarte!
El vestido de Sophie tenía una abertura, así que toda la parte superior de su espalda mostraba la piel. Y parecía obvio que se había olvidado de ponerse protector solar en ese lugar.
- Típico, ¿puedes ayudarme? - le dijo Sophie a mamá, mientras sacaba un botecito de crema solar del bolso. - Ay, joder, ya me duele un poco - dijo, mientras mamá le aplicaba crema solar en la espalda.
No serían unas vacaciones familiares como Dios manda sin que Sophie se quemara. Comimos en un restaurante y volvimos andando al complejo, ya que se estaba haciendo tarde.
- Ponte after sun o loción en la espalda, ¿vale? Buenas noches a los dos. - dijo mi madre.
- Buenas noches. - dijimos Sophie y yo antes de entrar.
Me senté en la cama, a mi lado de la pared de almohadas, y me puse a ver la tele. Sophie entró en el dormitorio con una botella de after sun.
- Nunca tienes suerte, ¿verdad? - le pregunté.
- Cállate y ayúdame con esto. - respondió y me tiró la botella.
Apartó las almohadas y algunas cayeron al suelo. Se tumbó boca abajo en la cama y me pidió que le aplicara la crema solar en la espalda. Me senté a su lado, me eché un poco de crema en las manos y empecé a masajearle la espalda. Al principio, me di cuenta de que a Sophie le dolía un poco, pero al cabo de un rato pareció calmarle la quemadura.
- ¿Me has puesto en todos lados? - me preguntó.
- En la mayor parte, pero el vestido me estorba. - le contesté.
- Pues desata el vestido, gilipollas. - dijo levantando el brazo y señalando los dos cordones que le ataban el vestido por la espalda.
Me sequé la mano en una toalla que ella había traído y desaté los cordones dejando al descubierto la parte baja de su espalda. Dejé de apartar el vestido al llegar a la parte superior de sus nalgas. Vi cómo su vestido combinaba con las bragas blancas de encaje que llevaba. Rápidamente me apliqué más loción solar en la mano y empecé a aplicarla en la mancha roja que no había podido alcanzar antes. Mientras tanto, mis ojos se fijaron en la parte superior de sus nalgas. Vi dónde empezaban sus nalgas y cómo sobresalían de su espalda plana. La parte superior de su raja del culo también se mostraba justo por encima de sus bragas. Joder, me di cuenta de cómo había empezado a masajearle la parte baja de la espalda, donde ni siquiera estaba quemada por el sol.
- Ya está. - dije, sintiendo cómo mi ritmo cardíaco había aumentado un poco.
- Gracias, ha estado muy bien. - dijo mientras cogía su camisa de dormir y entraba en el baño.
Mis ojos la siguieron, ya que la parte superior de su trasero aún estaba expuesta. Mierda, había algo en ella. Siempre había preferido los culos más grandes, pero la imagen del pequeño trasero de mi hermana no se me iba de la cabeza. Nos dimos las buenas noches y los dos nos fuimos a dormir sin la pared de almohadas entre nosotros esta vez.
El día siguiente lo pasamos visitando museos y otras atracciones turísticas. El día transcurrió con normalidad, aunque cierta imagen seguía apareciendo en mi cabeza.
- Buenas noches, mañana iremos al norte a ver Valencia. - dijo mi padre, antes de que él y mamá entraran en su cabaña.
Sophie y yo volvimos a nuestra cabaña. Yo me senté en la cama a ver la tele y ella se metió en la ducha. Sophie volvió al dormitorio con una toalla alrededor y el frasco de crema solar. Volvió a tumbarse boca abajo junto a mí en medio de la cama.
- ¿Puedes volver a ponerme crema solar en la espalda, por favor?
Asentí con la cabeza y cogí el frasco. Ella apartó la toalla, dejando al descubierto su espalda. Esta vez no me encontré con lo mismo que ayer. Llevaba unos pantalones cortos holgados. Tal vez era lo mejor, no debería estar mirando el culo de mi hermana. Su pecho estaba enterrado en la cama, así que era mejor que tampoco fuera visible. Le apliqué loción solar en la espalda, también donde no estaba quemada.
- ¿Todavía te duele? - le pregunté.
- No... es que se siente muy bien. - me contestó.
Continué durante unos 20 minutos, antes de que ella se levantara envolviéndose en la toalla. Me dio las gracias y volvió a entrar en el baño. Momentos después volvió con su camisa de dormir. Yo estaba tumbado boca arriba, con la cabeza levantada por la almohada mientras veía la tele. Sophie se metió en la cama, pero se puso a mi lado y me abrazó rápidamente.
- Gracias de nuevo, mañana te toca a ti, ¿vale?
- Trato hecho. - respondí sonriéndole.
Sophie se echó hacia atrás y volvió a abrazarme, pero esta vez no se separó de mí. Mi manta no cubría la parte superior de mi pecho donde ella apoyaba la cabeza, se sentía un poco incómodo, pero nos habíamos abrazado como lo hacíamos antiguamente. Vimos la tele un rato, antes de que la imagen de su culo volviera a pasar por mi mente. Intenté apartarla, pero ella se acercó un poco más. Ahora noté cómo su pecho se apretaba contra mi costado. No era mucho, pero sentí el suave bulto.
"Joder", pensé mientras empezaba a excitarme, pero por suerte vi que mi semirreacción no se veía a través de la manta. Qué coño me pasaba, es mi hermana. Cerré los ojos y traté de ignorarlo lo mejor que pude, pensando en los aburridos museos que visitamos hoy. Sí, eso servirá, viejos y aburridos museos.
- Uhm... ¿hermano? - dijo Sophie.
Abrí los ojos. Ella se había movido, ahora apoyada en su brazo, mientras me lanzaba una mirada incómoda. Vi que había hecho una tienda de campaña en la manta. Joder, pensé que mi erección estaba disminuyendo.
- Mierda, lo siento, eh, no es nada. - tartamudeé, moviéndome para ocultar la erección.
Mi hermana se tumbó de espaldas a mí y no sobre mí esta vez, no dijo nada. Seguimos viendo la televisión, mientras yo intentaba controlar los rápidos latidos de mi corazón y mi erección. Me había calmado de nuevo, y me sentí muy incómodo durante los siguientes 30 minutos, mientras seguíamos viendo la tele.
- ¿Estás bien ahora? - preguntó Sophie.
- Sí, por supuesto, no ha sido nada. - respondí.
Se quedó en silencio unos segundos antes de volver a colocarse sobre mí. Volvió a ponerse de lado, medio tumbada sobre mí. Su pecho volvió a presionarme. “Maldita sea... ¿Por qué lo ha vuelto a hacer? Debería pedirle que se moviera", pensé, pero no se lo pedí. Aunque me resultaba tan extraño, una parte de mí seguía disfrutando del cuerpo de mi hermana apretado contra el mío. Otra parte también había vuelto a mostrar interés. Esta vez tenía los ojos abiertos, casi fijos en la manta que había sobre mi entrepierna. La bola que había creado con la manta y movido antes por encima de mi erección, se había aplanado ligeramente. Lo suficiente como para que mi creciente erección volviera a empujar lentamente contra la manta.
- Mark... ¿es por mí? - preguntó mi hermana.
- Qué, no, no lo sé, muévete hacia tu lado. - respondí.
- Dime. - pidió ella, sentándose y me dirigió una mirada severa.
- Es que... no. Es que... - hice una pausa. Sophie seguía mirándome esperando una respuesta. -Es sólo que puedo sentir tu teta apretada contra mí. - dije finalmente.
- Oh... - se apresuró a decir, permaneciendo en silencio unos segundos. - ¿Te molesta?
- No. Bueno, sí. Quiero decir, eres mi hermana.
- Tú eres el que tiene una erección, tío. - dijo, y noté cómo sus mejillas empezaban a sonrojarse un poco.
- Bueno no es que pueda controlarlo, cuando disfruto... - dije, deteniéndome, obviamente estaba avergonzado, no sabía que hacer o decir.
Ella me miró durante unos segundos antes de volver a tumbarse sobre mí.
- Sophie...
- ¿Qué? Yo también lo disfruto.
- Uhhh ¿qué? - le pregunté.
- Sí, bueno, quiero decir... - dijo e hizo una pausa por un segundo. - No sé, me hace sentir bien conmigo misma.
- ¿Cómo es eso?
- Ya sabes, que puedo hacer que alguien se sienta así. - respondió.
Respiré hondo mientras mis pensamientos se agolpaban en mi mente.
- Bueno, por supuesto que puedes, ¿no lo comprobaste con Tom? - le pregunté. Tom era un novio que tuvo hace 2 años.
- No, y nunca pasó nada, era un soso y aburrido, y no me hacía sentir bien... - dijo haciendo otra pausa de unos segundos. - Pero esto sí. - dijo con voz más grave.
Nos quedamos un rato en silencio.
- No sé. ¿Estás segura de esto, hermanita? - le pregunté. Sophie movió la cabeza y me miró, asintiendo con la cabeza.
- Realmente no me siento segura con mi cuerpo, soy pequeña, sin tetas ni culo. - dijo, volviendo a apoyar la cabeza en mi pecho.
- No es verdad.
La oí suspirar y me entraron ganas de ponerme en plan hermano mayor para animarla. Pero lo único que se me ocurrió no fue muy fraternal.
- Sabes... - dije e hice una pausa. - Ayer, cuando te puse crema solar.
- ¿Sí? - preguntó, volviendo a mirarme.
- Bueno, cuando te desaté el vestido, vi la parte superior de tu trasero. Y... Me pareció que tenías un culo muy bonito. - le contesté.
Sophie me miró extrañada.
- No podía dejar de mirar... - continué, sintiéndome incómodo al contárselo a mi hermana. Me sonrió y volvió a sonrojarse.
Volvió a apoyar la cabeza en mi pecho y me di cuenta de que sonreía de oreja a oreja. Subió la mano a mi pecho y empezó a moverla suavemente. Sus dedos jugaban con el vello de mi pecho. Mi mano llegó hasta su espalda y la acariciaba suavemente de arriba abajo. Una parte de mí realmente quería que mi mano se moviera hacia abajo sobre su trasero, pero contuve el impulso.
- Sigues disfrutando. - dijo Sophie con una risita.
- ¿Hmm?
- Sigues empalmado. - respondió.
Había olvidado mi erección, pero ella tenía razón. La tienda de campaña de la manta seguía asomando, de hecho, estaba lo más erecta que podía.
- Oh, lo siento.
- No lo sientas, no eres el único.
- ¿Con una erección? - pregunté riendo.
- No tonto. Soltó una risita y paró unos segundos. - Ya sabes... Yo también estoy un poco excitada. - dijo en voz baja.
- Cállate. - le dije, sin saber qué responderle.
Sophie se levantó apoyándose en su brazo, mirándome de nuevo, aunque con una expresión muy seria en su rostro. Bajé la mirada hacia mis piernas, mientras sentía cómo ella empezaba a mover las suyas por debajo de mi manta. Movió su pierna sobre la mía, de manera que su entrepierna quedó presionada contra mi muslo. Al instante noté la humedad y el calor de ella. Estaba sorprendido y no podía creerlo. La entrepierna caliente de mi hermana presionada contra mi pierna, ¿qué coño?
Volví a mirar a Sophie con cara de perplejidad, cuando noté cómo su camiseta colgaba baja, dejando al descubierto el pequeño escote de mi hermana. Volví a mirarla a los ojos y me dedicó una tímida sonrisa, sabía dónde estaba mirando. Me di cuenta de que se estaba poniendo nerviosa, su respiración era más intensa. Me armé de valor y tiré de ella hacia mí, su respiración era aún más intensa porque ambos sabíamos lo que estaba a punto de ocurrir. Me incorporé y acerqué mis labios a los suyos, antes de romper el silencio con un beso. Nos quedamos sentados un momento, respirando profundamente mientras la tensión sexual recorría nuestros cuerpos. Nuestros labios se volvieron a encontrar, y un pequeño beso se convirtió en más. La intensidad aumentó mientras nos besábamos abrazados. Continuamos así durante unos minutos, con la mano de Sofía aún en mi pecho. Pero no por mucho tiempo, durante nuestros besos ella bajaba lentamente su mano. Sus besos se detuvieron, mientras se concentraba en su mano nerviosa. Me miró a los ojos, mientras su mano recorría mi vientre.
- ¿Estás segura de esto Sophie?
Ella estaba tan nerviosa, pero yo también. Estaba besando a mi hermana, y su mano ahora estaba alcanzando algo que la mano de una hermana no debería.
Me hizo un gesto con la cabeza y metió la mano por encima de los calzoncillos, bajo la manta, hasta llegar a mi polla dura. Al principio se limitó a poner la mano sobre ella, pero luego la rodeó con los dedos por fuera de los calzoncillos. Se sentó un rato, masajeando lentamente mi polla, parecía no estar segura de qué hacer a continuación. La ayudé, moviendo mis manos hacia abajo agarrando mis bóxeres y deslizándolos fuera. Su mano tanteando ahora nerviosamente encontró su camino de regreso a mi polla ahora expuesta que ella agarró de nuevo. Esta vez su mano se movía lentamente arriba y abajo de mi eje. Mi mano que descansaba en sus costados, ahora se movía por debajo de su camisa, y comenzó a deslizarse hacia arriba. Miré a mi hermana a los ojos, antes de llegar a sus pechos. Inhaló bruscamente cuando mi mano tocó su pecho. Se sentía increíble en mi mano, pequeño pero suave y tierno. Sophie me soltó la polla y se agarró la camisa, levantándosela por encima de la cabeza. Vi unos pechos perfectos, turgentes y deseosos de ser tocados. Mis dos manos siguieron masajeándolos mientras acercaba mis labios a sus pezones. Eran puntiagudos y me suplicaban. Moví la lengua, acariciando sus pezones, lo que hizo que Sophie gimiera en silencio.
- Oh, joder... - susurró.
Su mano volvió a mi polla, ahora moviéndose cautelosamente más rápido arriba y abajo de mi eje. Dejé que mi otra mano se moviera hacia abajo y encontró su camino a sus bragas. Moví la mano entre las bragas de encaje y su suave piel, deslizándola hasta el calor radiante mientras mis dedos encontraban su coño. Joder, estaba tan mojada, nunca había experimentado tanta humedad. Mi dedo la penetró sin esfuerzo, y Sophie casi saltó con un gemido agudo cuando mi dedo entró en ella. No estaba seguro de hasta dónde quería llegar mi hermana mientras estábamos sentados así un rato. No estaba seguro hasta que ella se incorporó en la cama, sus manos deslizaron sus bragas por sus piernas. Entonces se tumbó boca arriba, con las piernas ligeramente separadas dándome una maravillosa vista de su coño.
- ¿Vamos a hacerlo? - me preguntó.
Ahora sabía hasta dónde quería llegar, hasta el final. Me quité la manta de las piernas y cogí rápidamente la cartera de la mesilla. Tanteé un poco con el preservativo, mientras mis pensamientos se agolpaban en mi cabeza. Estaba a punto de acostarme con mi hermana pequeña. ¿Me molestaba? No, ya no, yo también lo deseaba. Deslicé el condón sobre mi polla y me acerqué a Sophie.
- ¿Estás segura de esto, hermanita?
- Eso no es algo que normalmente le preguntarías a tu hermana. - soltó una risita, y yo me reí con ella. Tenía razón, pero a ninguno de los dos nos importaba. - Sí hermano, quiero que seas mi primero.
Esto me sorprendió un poco, había pensado que ella y Tom, su exnovio, ya lo habían hecho. Supongo que no, pero la verdad es que me alegré de ser su primero.
Me moví sobre ella y la besé de nuevo. Podía sentir su nerviosismo, cuando rompí el beso y empecé a guiar mi polla hacia la entrada de su coño. Lentamente me introduje dentro de mi hermana. Primero la punta, mientras los labios de su coño se abrían paso. Poco a poco me fui introduciendo más dentro de ella. La oí exhalar bruscamente cuando la penetré casi hasta el fondo. Podía estar muy mojada, pero era bastante estrecha.
Lentamente salí casi hasta el final, antes de volver a entrar, aumentando ligeramente el ritmo con cada empujón. Sophie empezó a gemir con los gemiditos más bonitos que jamás había oído. Joder, era tan raro ver a mi hermana desnuda debajo de mí, pero me excitaba tanto. Seguí aumentando el ritmo lentamente y me la follé durante unos minutos.
Sophie se incorporó y me empujó hacia un lado. Cuando mi polla se deslizó fuera de ella, hizo un pequeño "plop" que nos hizo reír a los dos. Seguíamos siendo dos hermanos tontos, pero en un acto muy serio. Yo estaba tumbado boca arriba y Sophie se sentó a horcajadas sobre mí. Me dedicó una sonrisa tan bonita, mientras me agarraba la polla y la dirigía hacia su coño, mientras se sentaba sobre mí. Mientras me montaba, puse mis manos en sus nalgas. Debo admitir que Sophie había hecho que me gustaran también los culos pequeños. No eran tan suaves, pero la firmeza era increíble.
Sophie soltó una risita, viendo cómo me divertía. Levanté la vista hacia ella viendo cómo sus pechos rebotaban al ritmo de su cabalgada sobre mí. Mis manos pasaron de acariciar sus pechos a su trasero. Estaba en el cielo y empezaba a estar cerca de correrme.
Mi respiración se hizo más intensa y Sophie se tumbó sobre mí. Sentía su cálido aliento en mi cuello y sus pechos apretados contra mi pecho. Sus gemidos se hicieron más fuertes y aceleró el ritmo.
- Me corro, Soph. - le susurré.
Se incorporó un poco y me miró profundamente a los ojos. Su respiración se hizo más rápida y con cada exhalación, cada gemido, más aire escapaba de sus labios soplando directo a mi cara. Ella estaba trabajando duro para mí, y no podía contenerlo más.
Mis brazos rodearon su espalda, mientras ella continuaba, hasta que no pude más. Todo mi cuerpo se flexionaba mientras me corría. Sophie siguió, aunque no tan rápido, pero joder, fue el mejor orgasmo que he tenido nunca. Bajó el ritmo hasta detenerse por completo, riéndose mientras me miraba en éxtasis.
Siguió sentada sobre mí, con mi polla aún dentro de ella que empezaba a retraerse lentamente.
- ¿Lo he hecho bien? - me preguntó.
- Tienes un talento natural. - respondí tratando de controlar mi respiración.
- ¡Sí! - se limitó a decir, mientras se inclinaba dándome un beso antes de entrar en el baño.
Volvió unos minutos después, todavía desnuda antes de meterse debajo de su propia manta sonriendo ampliamente. Me fui al baño para asearme un poco. Mi cabeza estaba hecha un lío, con tantos pensamientos, pero dominada por el placer que acababa de experimentar.
Volví al dormitorio y Sophie ya estaba tumbada con los ojos cerrados. Mañana debo devolverle el favor, pensé mientras me metía bajo mi propia manta.
Estaba tan concentrado en encontrar una chica guapa aquí en España, que no me di cuenta de que tenía una delante de mis narices. Besé a mi hermana en la frente, antes de cerrar los ojos, feliz y satisfecho.
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- Nos vamos a la costa sur de España. - me dijo mi padre.
Claro que sí, ¡es hora de ver chicas españolas!
Me llamo Mark, tengo 24 años, estoy soltero y sigo viviendo en casa. Pensaba que era el típico joven degenerado, pero no me importaba. La única relación seria que tuve duró un año y medio, y ocurrió cuando tenía 20 años. Siempre me han gustado las morenas, así que España me resultaba muy excitante.
El día había llegado, y tenía todas mis cosas empaquetadas y listas. Era temprano por la mañana y volví a repasar mi lista de comprobación. Mi familia siempre había sido muy organizada, así que he heredado ese miedo a olvidarme de algo. Mientras repasaba la lista, oí a mi hermana desde el pasillo, practicando algunas frases básicas en español. - ¡Eh, puta! - grité en español desde mi habitación, mientras ella pasaba.
- ¿Qué cojones? - dijo al entrar en mi habitación.
- ¡Oh, así que tú también has practicado palabrotas!
- No... sólo sé lo que significa, gilipollas. - dijo riendo, mientras se daba la vuelta y salía de la habitación.
Típica charla entre hermanos, sacándose de quicio mutuamente con bromas inofensivas.
Mi hermana Sophie tiene 18 años, es delgada y bajita, supongo que mide alrededor de 1,55 metros, 20 centímetros menos que yo. Es pelirroja, con el pelo hasta los hombros. Pecho de copa B, cosa que supe hace poco cuando mi curiosidad encontró su sujetador en la lavadora. Y un culo pequeño, pero bien curvado visto de perfil. Siempre me han gustado los culos, aunque los prefiero más grandes que los de mi hermana.
Subimos al avión y surcamos los cielos rumbo a España. Aterrizamos 3 horas después, a las 3 de la tarde.
“Joder, qué calor” pensé. Al salir del aeropuerto, mis ojos vieron por primera vez a una chica española.
- Sí que hace calor. - dije en voz baja.
Un taxi nos recogió y nos llevó al complejo donde nos alojaríamos los 14 días siguientes. El complejo tenía unas pequeñas cabañas de dos camas (individuales y para parejas), mis padres habían reservado dos.
- Aquí tienes la llave de tu cabaña y la de Sophie, es una habitación individual pero las camas están separadas. Papá y yo estamos aquí al lado, por si empezáis a pelearos. Quedamos dentro de una hora y vamos a ver la playa, ¿vale? - dijo mi madre.
Cogí la llave y vi a mi hermana un poco enfadada. A menudo habíamos vivido bajo el mismo techo cuando estábamos de vacaciones, pero nunca en la misma habitación. No desde que tenía doce años, por lo menos, desde entonces había pedido su propia habitación.
Abrí la puerta y entré con mi equipaje. Era pequeño, pero tenía un aspecto increíble por dentro. En la sala de estar cabrían unas 5 personas, también había un cuarto de baño y un dormitorio. No había cocina, pero sí una pequeña nevera y un fregadero.
- ¡MAAARK! - gritó mi hermana desde el dormitorio.
Entré y no vi dos camas individuales, sino una cama de matrimonio grande, tamaño Queen o quizá King.
- ¿Pero qué coño...? Mamá dijo que habría dos camas. - dijo mi hermana.
- ¿Qué quieres decir? Es jodidamente enorme. Básicamente son tres camas.
Recibí una mirada molesta de mi hermana como única respuesta. Empezó a amontonar todas las almohadas en medio de la cama, creando una pared entre los dos lados. - Como quieras. - dije riendo.
Cogí una toalla y un bañador y volvía a sentarme en el salón. Tenía un gran ventanal con vistas al océano. Apenas podía ver la playa, que estaba cerca, pero ligeramente tapada por los otros edificios. Bueno, si hubiera podido ver la playa, probablemente me sentaría aquí a espiar a las chicas, joder, necesito echar un polvo.
Una hora más tarde, caminamos juntos hasta la playa. Era bastante amplia, con un montón de gente. Tomando el sol, jugando a la pelota o incluso bailando en el chiringuito. Mi madre y mi hermana volvieron con 4 helados, que disfrutamos juntos. Por fin podíamos relajarnos del agotador viaje. Nos sentamos en la playa durante unas horas antes de cenar en un restaurante cercano. El sol estaba a punto de ponerse cuando nos despedimos de nuestros padres y entramos en nuestra cabaña.
Mi hermana dejó la toalla y el bote de crema solar en la mesa del salón y se metió en la ducha. Nunca enseñaba mucho su cuerpo, ya que había ido a la playa en pantalón corto y camiseta grande. Joder, qué locura, pero yo sabía lo rápido que se quemaba al sol y que no quería parecer una langosta cocida.
Me fui a nuestro dormitorio, afortunadamente bien climatizado, y me senté en mi lado de la cama a ver un poco la tele antes de dormir un poco. Fue entonces cuando mi hermana corrió rápidamente hacia su equipaje con una toalla cubriéndola, rebuscó entre su ropa antes de volver al baño. Diez minutos después regresó con su camiseta grande con la que dormía.
- ¿Qué? —preguntó, ya que se dio cuenta de que la miraba.
- Nada, sólo me preguntaba cuándo te vas a deshacer de esa camiseta vieja. - le contesté.
- Vete a la mierda. - dijo con una sonrisa y se acercó a las almohadas para darme un puñetazo en el hombro. - Sabes lo mucho que me gusta.
- Por supuesto, Soph. Buenas noches, no ronques ni hagas mucho ruido con el móvil. - le dije.
- Sí, bueno, ¡ambos sabemos que eres el que más fuerte ronca!
- Entonces será mejor que te duermas antes que yo. - le dije mientras me daba la vuelta mirando hacia el otro lado.
- Vete a la mierda. - respondió con una risita, y no mucho después los dos estábamos dormidos.
Me despertó el sonido de la ducha al correr, Sophie ya se había despertado. Me levanté, corrí las cortinas a un lado y vi que el sol acababa de salir por encima de los tejados de las otras cabañas. Me senté en el lado de la cama de Sophie para ver el sol, porque su lado estaba junto a la ventana. Al cabo de unos minutos oí su voz detrás de mí.
- ¿Qué haces en mi lado?
- Este es mi lado ahora. - respondí riendo.
- No, ése es mi lado, imbécil. - dijo mientras se acercaba a mí. Aunque al ver la vista del amanecer se sentó a mi lado. - Oh... supongo que podríamos compartir la vista, es realmente preciosa. ¡Pero este lado sigue siendo mío por la noche! - añadió.
- Ya veremos. - dije burlonamente, y la vi sacarme la lengua.
Llevaba un vestido blanco de encaje que yo no había visto nunca. Era muy bonito, pensé, mientras me lo imaginaba en una española bronceada. Qué rico.
Hoy decidimos dar un paseo por la gran ciudad cercana. Pasaríamos la mayor parte del tiempo caminando arriba y abajo por las calles de la zona centro. Lleno de gente, artistas callejeros, cafés, tiendas y, por supuesto, un montón de chicas. Me equipé con unas gafas de sol para que no me pillaran mirando demasiado.
Pasaron las horas y mi madre y mi hermana ya llevaban un montón de bolsas. Papá y yo sólo llevábamos una cada uno. Algo de ropa que mi madre había insistido en que compráramos.
- ¿Mamá tiene espacio en su equipaje para tantas cosas? - le pregunté a mi padre.
- No si sigue con esta tendencia. - respondió riendo.
Cada vez que nos íbamos de vacaciones, mi madre y Sophie siempre hacían muy poca maleta de casa para poder llenar el equipaje de tanta mierda. A menudo acababan teniendo que comprar una maleta nueva y pagar de más en el aeropuerto para llevarla a casa.
- Mujeres... - dijo mi padre.
- Salud. - dije yo, mientras cada uno daba un sorbo a la cerveza en lata que llevábamos.
Estábamos buscando un restaurante para cenar, cuando oí a mi madre.
- ¡Sophie, has vuelto a quemarte!
El vestido de Sophie tenía una abertura, así que toda la parte superior de su espalda mostraba la piel. Y parecía obvio que se había olvidado de ponerse protector solar en ese lugar.
- Típico, ¿puedes ayudarme? - le dijo Sophie a mamá, mientras sacaba un botecito de crema solar del bolso. - Ay, joder, ya me duele un poco - dijo, mientras mamá le aplicaba crema solar en la espalda.
No serían unas vacaciones familiares como Dios manda sin que Sophie se quemara. Comimos en un restaurante y volvimos andando al complejo, ya que se estaba haciendo tarde.
- Ponte after sun o loción en la espalda, ¿vale? Buenas noches a los dos. - dijo mi madre.
- Buenas noches. - dijimos Sophie y yo antes de entrar.
Me senté en la cama, a mi lado de la pared de almohadas, y me puse a ver la tele. Sophie entró en el dormitorio con una botella de after sun.
- Nunca tienes suerte, ¿verdad? - le pregunté.
- Cállate y ayúdame con esto. - respondió y me tiró la botella.
Apartó las almohadas y algunas cayeron al suelo. Se tumbó boca abajo en la cama y me pidió que le aplicara la crema solar en la espalda. Me senté a su lado, me eché un poco de crema en las manos y empecé a masajearle la espalda. Al principio, me di cuenta de que a Sophie le dolía un poco, pero al cabo de un rato pareció calmarle la quemadura.
- ¿Me has puesto en todos lados? - me preguntó.
- En la mayor parte, pero el vestido me estorba. - le contesté.
- Pues desata el vestido, gilipollas. - dijo levantando el brazo y señalando los dos cordones que le ataban el vestido por la espalda.
Me sequé la mano en una toalla que ella había traído y desaté los cordones dejando al descubierto la parte baja de su espalda. Dejé de apartar el vestido al llegar a la parte superior de sus nalgas. Vi cómo su vestido combinaba con las bragas blancas de encaje que llevaba. Rápidamente me apliqué más loción solar en la mano y empecé a aplicarla en la mancha roja que no había podido alcanzar antes. Mientras tanto, mis ojos se fijaron en la parte superior de sus nalgas. Vi dónde empezaban sus nalgas y cómo sobresalían de su espalda plana. La parte superior de su raja del culo también se mostraba justo por encima de sus bragas. Joder, me di cuenta de cómo había empezado a masajearle la parte baja de la espalda, donde ni siquiera estaba quemada por el sol.
- Ya está. - dije, sintiendo cómo mi ritmo cardíaco había aumentado un poco.
- Gracias, ha estado muy bien. - dijo mientras cogía su camisa de dormir y entraba en el baño.
Mis ojos la siguieron, ya que la parte superior de su trasero aún estaba expuesta. Mierda, había algo en ella. Siempre había preferido los culos más grandes, pero la imagen del pequeño trasero de mi hermana no se me iba de la cabeza. Nos dimos las buenas noches y los dos nos fuimos a dormir sin la pared de almohadas entre nosotros esta vez.
El día siguiente lo pasamos visitando museos y otras atracciones turísticas. El día transcurrió con normalidad, aunque cierta imagen seguía apareciendo en mi cabeza.
- Buenas noches, mañana iremos al norte a ver Valencia. - dijo mi padre, antes de que él y mamá entraran en su cabaña.
Sophie y yo volvimos a nuestra cabaña. Yo me senté en la cama a ver la tele y ella se metió en la ducha. Sophie volvió al dormitorio con una toalla alrededor y el frasco de crema solar. Volvió a tumbarse boca abajo junto a mí en medio de la cama.
- ¿Puedes volver a ponerme crema solar en la espalda, por favor?
Asentí con la cabeza y cogí el frasco. Ella apartó la toalla, dejando al descubierto su espalda. Esta vez no me encontré con lo mismo que ayer. Llevaba unos pantalones cortos holgados. Tal vez era lo mejor, no debería estar mirando el culo de mi hermana. Su pecho estaba enterrado en la cama, así que era mejor que tampoco fuera visible. Le apliqué loción solar en la espalda, también donde no estaba quemada.
- ¿Todavía te duele? - le pregunté.
- No... es que se siente muy bien. - me contestó.
Continué durante unos 20 minutos, antes de que ella se levantara envolviéndose en la toalla. Me dio las gracias y volvió a entrar en el baño. Momentos después volvió con su camisa de dormir. Yo estaba tumbado boca arriba, con la cabeza levantada por la almohada mientras veía la tele. Sophie se metió en la cama, pero se puso a mi lado y me abrazó rápidamente.
- Gracias de nuevo, mañana te toca a ti, ¿vale?
- Trato hecho. - respondí sonriéndole.
Sophie se echó hacia atrás y volvió a abrazarme, pero esta vez no se separó de mí. Mi manta no cubría la parte superior de mi pecho donde ella apoyaba la cabeza, se sentía un poco incómodo, pero nos habíamos abrazado como lo hacíamos antiguamente. Vimos la tele un rato, antes de que la imagen de su culo volviera a pasar por mi mente. Intenté apartarla, pero ella se acercó un poco más. Ahora noté cómo su pecho se apretaba contra mi costado. No era mucho, pero sentí el suave bulto.
"Joder", pensé mientras empezaba a excitarme, pero por suerte vi que mi semirreacción no se veía a través de la manta. Qué coño me pasaba, es mi hermana. Cerré los ojos y traté de ignorarlo lo mejor que pude, pensando en los aburridos museos que visitamos hoy. Sí, eso servirá, viejos y aburridos museos.
- Uhm... ¿hermano? - dijo Sophie.
Abrí los ojos. Ella se había movido, ahora apoyada en su brazo, mientras me lanzaba una mirada incómoda. Vi que había hecho una tienda de campaña en la manta. Joder, pensé que mi erección estaba disminuyendo.
- Mierda, lo siento, eh, no es nada. - tartamudeé, moviéndome para ocultar la erección.
Mi hermana se tumbó de espaldas a mí y no sobre mí esta vez, no dijo nada. Seguimos viendo la televisión, mientras yo intentaba controlar los rápidos latidos de mi corazón y mi erección. Me había calmado de nuevo, y me sentí muy incómodo durante los siguientes 30 minutos, mientras seguíamos viendo la tele.
- ¿Estás bien ahora? - preguntó Sophie.
- Sí, por supuesto, no ha sido nada. - respondí.
Se quedó en silencio unos segundos antes de volver a colocarse sobre mí. Volvió a ponerse de lado, medio tumbada sobre mí. Su pecho volvió a presionarme. “Maldita sea... ¿Por qué lo ha vuelto a hacer? Debería pedirle que se moviera", pensé, pero no se lo pedí. Aunque me resultaba tan extraño, una parte de mí seguía disfrutando del cuerpo de mi hermana apretado contra el mío. Otra parte también había vuelto a mostrar interés. Esta vez tenía los ojos abiertos, casi fijos en la manta que había sobre mi entrepierna. La bola que había creado con la manta y movido antes por encima de mi erección, se había aplanado ligeramente. Lo suficiente como para que mi creciente erección volviera a empujar lentamente contra la manta.
- Mark... ¿es por mí? - preguntó mi hermana.
- Qué, no, no lo sé, muévete hacia tu lado. - respondí.
- Dime. - pidió ella, sentándose y me dirigió una mirada severa.
- Es que... no. Es que... - hice una pausa. Sophie seguía mirándome esperando una respuesta. -Es sólo que puedo sentir tu teta apretada contra mí. - dije finalmente.
- Oh... - se apresuró a decir, permaneciendo en silencio unos segundos. - ¿Te molesta?
- No. Bueno, sí. Quiero decir, eres mi hermana.
- Tú eres el que tiene una erección, tío. - dijo, y noté cómo sus mejillas empezaban a sonrojarse un poco.
- Bueno no es que pueda controlarlo, cuando disfruto... - dije, deteniéndome, obviamente estaba avergonzado, no sabía que hacer o decir.
Ella me miró durante unos segundos antes de volver a tumbarse sobre mí.
- Sophie...
- ¿Qué? Yo también lo disfruto.
- Uhhh ¿qué? - le pregunté.
- Sí, bueno, quiero decir... - dijo e hizo una pausa por un segundo. - No sé, me hace sentir bien conmigo misma.
- ¿Cómo es eso?
- Ya sabes, que puedo hacer que alguien se sienta así. - respondió.
Respiré hondo mientras mis pensamientos se agolpaban en mi mente.
- Bueno, por supuesto que puedes, ¿no lo comprobaste con Tom? - le pregunté. Tom era un novio que tuvo hace 2 años.
- No, y nunca pasó nada, era un soso y aburrido, y no me hacía sentir bien... - dijo haciendo otra pausa de unos segundos. - Pero esto sí. - dijo con voz más grave.
Nos quedamos un rato en silencio.
- No sé. ¿Estás segura de esto, hermanita? - le pregunté. Sophie movió la cabeza y me miró, asintiendo con la cabeza.
- Realmente no me siento segura con mi cuerpo, soy pequeña, sin tetas ni culo. - dijo, volviendo a apoyar la cabeza en mi pecho.
- No es verdad.
La oí suspirar y me entraron ganas de ponerme en plan hermano mayor para animarla. Pero lo único que se me ocurrió no fue muy fraternal.
- Sabes... - dije e hice una pausa. - Ayer, cuando te puse crema solar.
- ¿Sí? - preguntó, volviendo a mirarme.
- Bueno, cuando te desaté el vestido, vi la parte superior de tu trasero. Y... Me pareció que tenías un culo muy bonito. - le contesté.
Sophie me miró extrañada.
- No podía dejar de mirar... - continué, sintiéndome incómodo al contárselo a mi hermana. Me sonrió y volvió a sonrojarse.
Volvió a apoyar la cabeza en mi pecho y me di cuenta de que sonreía de oreja a oreja. Subió la mano a mi pecho y empezó a moverla suavemente. Sus dedos jugaban con el vello de mi pecho. Mi mano llegó hasta su espalda y la acariciaba suavemente de arriba abajo. Una parte de mí realmente quería que mi mano se moviera hacia abajo sobre su trasero, pero contuve el impulso.
- Sigues disfrutando. - dijo Sophie con una risita.
- ¿Hmm?
- Sigues empalmado. - respondió.
Había olvidado mi erección, pero ella tenía razón. La tienda de campaña de la manta seguía asomando, de hecho, estaba lo más erecta que podía.
- Oh, lo siento.
- No lo sientas, no eres el único.
- ¿Con una erección? - pregunté riendo.
- No tonto. Soltó una risita y paró unos segundos. - Ya sabes... Yo también estoy un poco excitada. - dijo en voz baja.
- Cállate. - le dije, sin saber qué responderle.
Sophie se levantó apoyándose en su brazo, mirándome de nuevo, aunque con una expresión muy seria en su rostro. Bajé la mirada hacia mis piernas, mientras sentía cómo ella empezaba a mover las suyas por debajo de mi manta. Movió su pierna sobre la mía, de manera que su entrepierna quedó presionada contra mi muslo. Al instante noté la humedad y el calor de ella. Estaba sorprendido y no podía creerlo. La entrepierna caliente de mi hermana presionada contra mi pierna, ¿qué coño?
Volví a mirar a Sophie con cara de perplejidad, cuando noté cómo su camiseta colgaba baja, dejando al descubierto el pequeño escote de mi hermana. Volví a mirarla a los ojos y me dedicó una tímida sonrisa, sabía dónde estaba mirando. Me di cuenta de que se estaba poniendo nerviosa, su respiración era más intensa. Me armé de valor y tiré de ella hacia mí, su respiración era aún más intensa porque ambos sabíamos lo que estaba a punto de ocurrir. Me incorporé y acerqué mis labios a los suyos, antes de romper el silencio con un beso. Nos quedamos sentados un momento, respirando profundamente mientras la tensión sexual recorría nuestros cuerpos. Nuestros labios se volvieron a encontrar, y un pequeño beso se convirtió en más. La intensidad aumentó mientras nos besábamos abrazados. Continuamos así durante unos minutos, con la mano de Sofía aún en mi pecho. Pero no por mucho tiempo, durante nuestros besos ella bajaba lentamente su mano. Sus besos se detuvieron, mientras se concentraba en su mano nerviosa. Me miró a los ojos, mientras su mano recorría mi vientre.
- ¿Estás segura de esto Sophie?
Ella estaba tan nerviosa, pero yo también. Estaba besando a mi hermana, y su mano ahora estaba alcanzando algo que la mano de una hermana no debería.
Me hizo un gesto con la cabeza y metió la mano por encima de los calzoncillos, bajo la manta, hasta llegar a mi polla dura. Al principio se limitó a poner la mano sobre ella, pero luego la rodeó con los dedos por fuera de los calzoncillos. Se sentó un rato, masajeando lentamente mi polla, parecía no estar segura de qué hacer a continuación. La ayudé, moviendo mis manos hacia abajo agarrando mis bóxeres y deslizándolos fuera. Su mano tanteando ahora nerviosamente encontró su camino de regreso a mi polla ahora expuesta que ella agarró de nuevo. Esta vez su mano se movía lentamente arriba y abajo de mi eje. Mi mano que descansaba en sus costados, ahora se movía por debajo de su camisa, y comenzó a deslizarse hacia arriba. Miré a mi hermana a los ojos, antes de llegar a sus pechos. Inhaló bruscamente cuando mi mano tocó su pecho. Se sentía increíble en mi mano, pequeño pero suave y tierno. Sophie me soltó la polla y se agarró la camisa, levantándosela por encima de la cabeza. Vi unos pechos perfectos, turgentes y deseosos de ser tocados. Mis dos manos siguieron masajeándolos mientras acercaba mis labios a sus pezones. Eran puntiagudos y me suplicaban. Moví la lengua, acariciando sus pezones, lo que hizo que Sophie gimiera en silencio.
- Oh, joder... - susurró.
Su mano volvió a mi polla, ahora moviéndose cautelosamente más rápido arriba y abajo de mi eje. Dejé que mi otra mano se moviera hacia abajo y encontró su camino a sus bragas. Moví la mano entre las bragas de encaje y su suave piel, deslizándola hasta el calor radiante mientras mis dedos encontraban su coño. Joder, estaba tan mojada, nunca había experimentado tanta humedad. Mi dedo la penetró sin esfuerzo, y Sophie casi saltó con un gemido agudo cuando mi dedo entró en ella. No estaba seguro de hasta dónde quería llegar mi hermana mientras estábamos sentados así un rato. No estaba seguro hasta que ella se incorporó en la cama, sus manos deslizaron sus bragas por sus piernas. Entonces se tumbó boca arriba, con las piernas ligeramente separadas dándome una maravillosa vista de su coño.
- ¿Vamos a hacerlo? - me preguntó.
Ahora sabía hasta dónde quería llegar, hasta el final. Me quité la manta de las piernas y cogí rápidamente la cartera de la mesilla. Tanteé un poco con el preservativo, mientras mis pensamientos se agolpaban en mi cabeza. Estaba a punto de acostarme con mi hermana pequeña. ¿Me molestaba? No, ya no, yo también lo deseaba. Deslicé el condón sobre mi polla y me acerqué a Sophie.
- ¿Estás segura de esto, hermanita?
- Eso no es algo que normalmente le preguntarías a tu hermana. - soltó una risita, y yo me reí con ella. Tenía razón, pero a ninguno de los dos nos importaba. - Sí hermano, quiero que seas mi primero.
Esto me sorprendió un poco, había pensado que ella y Tom, su exnovio, ya lo habían hecho. Supongo que no, pero la verdad es que me alegré de ser su primero.
Me moví sobre ella y la besé de nuevo. Podía sentir su nerviosismo, cuando rompí el beso y empecé a guiar mi polla hacia la entrada de su coño. Lentamente me introduje dentro de mi hermana. Primero la punta, mientras los labios de su coño se abrían paso. Poco a poco me fui introduciendo más dentro de ella. La oí exhalar bruscamente cuando la penetré casi hasta el fondo. Podía estar muy mojada, pero era bastante estrecha.
Lentamente salí casi hasta el final, antes de volver a entrar, aumentando ligeramente el ritmo con cada empujón. Sophie empezó a gemir con los gemiditos más bonitos que jamás había oído. Joder, era tan raro ver a mi hermana desnuda debajo de mí, pero me excitaba tanto. Seguí aumentando el ritmo lentamente y me la follé durante unos minutos.
Sophie se incorporó y me empujó hacia un lado. Cuando mi polla se deslizó fuera de ella, hizo un pequeño "plop" que nos hizo reír a los dos. Seguíamos siendo dos hermanos tontos, pero en un acto muy serio. Yo estaba tumbado boca arriba y Sophie se sentó a horcajadas sobre mí. Me dedicó una sonrisa tan bonita, mientras me agarraba la polla y la dirigía hacia su coño, mientras se sentaba sobre mí. Mientras me montaba, puse mis manos en sus nalgas. Debo admitir que Sophie había hecho que me gustaran también los culos pequeños. No eran tan suaves, pero la firmeza era increíble.
Sophie soltó una risita, viendo cómo me divertía. Levanté la vista hacia ella viendo cómo sus pechos rebotaban al ritmo de su cabalgada sobre mí. Mis manos pasaron de acariciar sus pechos a su trasero. Estaba en el cielo y empezaba a estar cerca de correrme.
Mi respiración se hizo más intensa y Sophie se tumbó sobre mí. Sentía su cálido aliento en mi cuello y sus pechos apretados contra mi pecho. Sus gemidos se hicieron más fuertes y aceleró el ritmo.
- Me corro, Soph. - le susurré.
Se incorporó un poco y me miró profundamente a los ojos. Su respiración se hizo más rápida y con cada exhalación, cada gemido, más aire escapaba de sus labios soplando directo a mi cara. Ella estaba trabajando duro para mí, y no podía contenerlo más.
Mis brazos rodearon su espalda, mientras ella continuaba, hasta que no pude más. Todo mi cuerpo se flexionaba mientras me corría. Sophie siguió, aunque no tan rápido, pero joder, fue el mejor orgasmo que he tenido nunca. Bajó el ritmo hasta detenerse por completo, riéndose mientras me miraba en éxtasis.
Siguió sentada sobre mí, con mi polla aún dentro de ella que empezaba a retraerse lentamente.
- ¿Lo he hecho bien? - me preguntó.
- Tienes un talento natural. - respondí tratando de controlar mi respiración.
- ¡Sí! - se limitó a decir, mientras se inclinaba dándome un beso antes de entrar en el baño.
Volvió unos minutos después, todavía desnuda antes de meterse debajo de su propia manta sonriendo ampliamente. Me fui al baño para asearme un poco. Mi cabeza estaba hecha un lío, con tantos pensamientos, pero dominada por el placer que acababa de experimentar.
Volví al dormitorio y Sophie ya estaba tumbada con los ojos cerrados. Mañana debo devolverle el favor, pensé mientras me metía bajo mi propia manta.
Estaba tan concentrado en encontrar una chica guapa aquí en España, que no me di cuenta de que tenía una delante de mis narices. Besé a mi hermana en la frente, antes de cerrar los ojos, feliz y satisfecho.
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4 comentarios - Compartiendo cama con mi hermana