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De como el semen sube la autoestima (final) Relato gay

La primera parte del relato la pueden leer en:
http://www.poringa.net/posts/relatos/5415185/De-como-el-semen-sube-la-autoestima-relato-gay.html


 La aplicación rectal de abundantes dosis de semen masculino refuerza personalidades bajoneadas. 


Aquí podrán leer la conclusión de la historia, que comprueba la frase anterior


2  El diferente
Matías iba al mismo gimnasio de Martín, pero francamente mucho efecto no le hacía, flacucho, pálido, espalda algo encorvada, cero músculo, nalguitas chiquitas y blandas, patitas de tero. Iba solamente porque el padre, un macho de buen cuerpo y carácter fuerte, le rompía las pelotas, pero en realidad lo único que le gustaba del gimnasio era mirar a los pibes e imaginar cómo la tendrían, entonces transpiraba 5 minutos en cualquier máquina y después se quedaba sentado mirando lo más disimuladamente posible. A las duchas nunca entraba, su pijita de menos de 10 cm lo llenaba de vergüenza, y ni soñar que se desnudara delante de esos machos que debían tener ahí más del doble de lo que él tenía. Dentro de la cabeza le rebotaba la frase de su padre "cómo puede ser que un hijo mío tenga ese manicito de mierda?, ¿serás puto vos?".  Tal vez lo era, en realidad no lo sabía, nunca lo había intentado, ni con pibas ni con pibes, pero mirar esos shorts que por delante abultaban lo llenaban de sensaciones raras, esas mismas sensaciones que algunas noches lo hacían despertar violentamente y que le dejaban una gruesa mancha húmeda en el bóxer que luego no sabía cómo disimular.  Matías y Martín se hicieron amigos, tal vez por eso que siempre tuvo Martín de proteger cachorros abandonados, por esa especial habilidad que tenía para confortar a los solitarios, a los que no se integraban al grupo, a los destinatarios de bulling, y Matías caía en todas esas categorías. Nada sexual, Martín, a pesar de su debut gay y su padre que ya más que liberado era libertino, no sentía la menor atracción por los hombres, y Matías en realidad ni sabía qué era y aunque disimuladamente mirara bultos, ni se le cruzaba por su cabeza que podía ser gay, más bien se imaginaba un asexuado, muy poco viril para macho, demasiado feo para puto, incompleto para mina. Su cuerpo esmirriado y su mini pija lo definían claramente, era un "medio polvo". Más de una vez se había bancado el apodo hiriente de sus compañeros de la secu, que le decían "yogurt: a vos te hicieron para no tirar la leche"
Matías, más por imposición de su padre que por gusto propio, estaba en primer año de Ciencias Económicas, después de haber cruzado a los tumbos la secundaria en ese colegio bacán al que lo habían mandado, lleno de pendejos ganadores y sonrientes, y la verdad, no cazaba una. Martín lo sabía, y más por tratar que su viejo se alejara un poco de tanto puto que por ayudar a Matías se le ocurrió que Lucas le podría dar una mano los fines de semana. Así ese sábado a eso de las 4 de la tarde, aparecieron M y M en casa de Lucas, que los recibió con un abrazo y el mate preparado.
-Estás solo pa?-, le murmuró Martín a su padre.
-Tranquilo, lo fleté antes del mediodía y guardé las cochinadas-, le susurró el padre a Martín, - Hoy, con tu amigo me comporto como todo un caballero, no te hagas problemas-, Martín sonrió aliviado. Matías no sabía, en realidad casi nadie sabía que Lucas era un cazador de pendejos veinteañeros, de "twinks", de "efebos" como les decía él, y que había desvirgado unos cuantos "curiosos", unos cuantos "indecisos" y unos cuantos "heteros" que ni soñaban que 20 cm de verga en el culo los podían llevar al paraíso, a un paraíso del cual ya no se volvía nunca.
Tomaron un par de mates, Martín se fue y Matías y Lucas quedaron solos, se sentaron en la amplia mesa del comedor, lado a lado y Mati sacó su carpeta de matemáticas, su gran dolor de cabeza. El chico sentía miedo, Lucas con su voz tan varonil y fuerte, con su cuerpo perfecto como el de su padre, lo intimidaba, pero había otra cosa, el roce de los hombros de Lucas con los suyos, su rostro tan cerca del suyo, sus manos casi tocándose, lo ponían nervioso y curiosamente, extrañamente, la sensación de nerviosismo le llegaba a su esfínter, ¿adónde?, ¿por qué? Trató de concentrarse, pero a su inhabilidad matemática se sumaba ese nerviosismo raro que nunca había sentido, por lo que no pegaba una, y fallaba en los más simples conceptos. Lucas, con paciencia, explicaba una y otra vez, Matías entendía, pero a la primera pregunta se quedaba mudo, agachaba los ojos y luego de un rato respondía, medio susurraba, cualquier barbaridad. Lucas advirtió el nerviosismo del nene y apoyó su mano sobre la de Matías y se la apretó suavemente, sin intención, tan acostumbrado a los juegos sexuales con sus "efebos" ni se dio cuenta de lo sexual de ese gesto. Matías comenzó a temblar como una hoja, y si antes miraba la mesa, ahora sus ojos se clavaban en su propio ombligo.
-Ehhh, tranquilo Mati, que en esto no te jugás la vida!, te falta práctica pero ya te va a salir, si vos podés, boludo!-
El recuerdo de los gritos del padre inundaron su cabeza (ni pija ni cerebro tenés, a quién saliste vos? La gran puta!, en lugar de culiarme a tu vieja, esa noche me tendría que haber hecho una paja!).
-No, soy un inútil, no tengo cabeza para esto, para qué insistir?- Lucas, conmovido, se llenó de ternura, le levantó la cabeza, y paternalmente se la sostuvo con las dos manos en las mejillas, lo miró con afecto. De nuevo, ninguna intención sexual.
-Mati, todas las personas somos iguales, vos tenés las mismas neuronas que yo, que Martín, si yo puedo, vos también-
Mil cosas pasaban por la cabeza de Mati, su viejo, el viejo de Martín tan diferente, la denigración, el apoyo, no podía hablar, pero algo dentro suyo habló por él, separó los labios, no dijo palabra, pero para Lucas fue un discurso, fue un "besame" claro y simple. Lucas no podía, le había prometido a su hijo que se iba a comportar, sus manos abandonaron la carita temblorosa y trató de esconderse detrás de sus explicaciones reiteradas. Pero ya no podía, algo flotaba en el aire.
-Mejor lo dejamos acá, seguimos mañana. A las 10 te queda bien?
Lo vio alejarse, vio su culito chiquito, su espalda puro hueso, su pelo descuidado, su cuello largo, su cabeza gacha, sintió pena por el pibe, pero curiosamente sintió que sus genitales se excitaban. ¿Por?, el pibe no era lindo, si ese pibe se dedicaba a puto seguro moría virgen, ¿porqué su energía viril se estaba despertando? Esa noche se había comido a un twink de nalgas grandes, duras y perfectas, de boca sensual, digno modelo para una estatua de Miguel Ángel, ¿por qué ese Matías flaquichento y descolorido lo excitaba?
Matías no quería llegar a la casa. Ahí lo esperaba él, y su madre. Su madre?, nunca le había dado mucha bola. Desde su cuarto, en sus varias noches de insomnio, escuchaba los gemidos, los gritos, las palabras guarras de los dos, en la cama, su padre y su madre se destrozaban. A veces en el desayuno su madre se ponía un almohadón sobre la silla.-¿Todo bien?-, le preguntaba él. -mmm, perfecto! -, le respondía ella con una sonrisa cómplice. Fuera de la cama, casi no se daban bola, el padre a su empresa, la madre al club. ¿Hermanos?, no tenía. Matías pensaba que con lo inútil que les había salido el primer hijo no habían querido tener más. Caminó hasta la plaza, se sentó en un banco del medio y con las manos entre las piernas y la cabeza gacha, se quedó pensando.
El domingo para Lucas empezó como siempre cuando amanecía solo: desayuno, ducha, paja. Si dormía con un pibe, el polvo matinal era el despertador obligado de sus efebos. Si no dormía con un chico, necesitaba descargarse. La paja fue doble, no quería que su calentura le jugara una mala pasada con el pibe.
Matías tenía miedo, no entendía su reacción al afecto de Lucas, no quería que le pasara de nuevo. Pero se había comprometido a ir, tenía que ir. Llegó una hora tarde, el tiempo que le llevó juntar coraje e imaginar qué debía hacer si de nuevo le comenzaban a cosquillear los labios y a cabecear su pijín. Lucas lo recibió con una sonrisa y un beso en la mejilla y lo llevó al comedor. Abrió la carpeta y comenzó el suplicio, si nunca había sido rápido para las matemáticas, con la pierna de Lucas pegada a la suya, era un energúmeno total. Cada nuevo intento de Lucas por explicarle algo lo sumía más en la conciencia de su inutilidad.
Matías no pudo evitar las lágrimas. Lucas no pudo evitar conmoverse y no pudo evitar su deseo de protegerlo. Ninguno de los dos pudo evitar el beso, que surgió profundo, sentido, con la lengua de Mati quieta, dejando hacer y la de Lucas explorando cada rincón de su boca. Parados, el abrazo era fuerte, las manos de Lucas en la espalda del chico lo hacían sentir tan bien! En el medio ya las vergas cabeceaban. Lucas pensó en Martín ("perdoname hijo, no voy a cumplir la promesa"), tomó de la mano a Lucas y lo llevó al dormitorio.
Lucas vio la cama y comenzó a temblar.
-No Lucas, disculpe, yo no.., yo no soy...- El beso de Lucas silenció sus palabras, las manos de Lucas dejaron su pecho descubierto, por debajo del cinturón agarraron las dos nalguitas diminutas.
-No Lucas, por favor, no, yo no soy, yo no sirvo ni para .....-, el pantalón y el fláccido slip fueron al piso por impulso de las manos de Lucas. Matías instantáneamente llevó sus dos manos a su pija para que Lucas no la viera. El macho alfa se alejó un metro para verlo, sonrió, le zampó otro beso y se acuclilló frente a él, mirándolo a los ojos, con delicadeza fue apartando las manos que cubrían el pijín, que a pesar de todos los "no" estaba parado y rezumando preseminal. Lucas lamió primero el preseminal y luego suavemente comenzó a chupar el glande del caramelito.
-No Sr., por favor no haga eso, no, no, ahhhh!- La descarga de semen en la boca de Lucas fue increíblemente abundante. Se incorporó, tomó la cara de Lucas entre sus manos y comenzó a besarlo y a compartir la leche con el pibe. Matías trataba de apartarlo con sus brazos, intentaba cerrar su boca, pero su fuerza de alfeñique no podía con el vigor de Lucas. Al fin se entregó, abrió su boca, comenzó a mover su lengua y abrazó con todas su fuerzas a Lucas.
Lo llevó a la cama, lo alzó en brazos, lo sentó contra el respaldo y se sentó a su lado.
-Llevó la mano del nene a su palo semierecto. -Chupala Mati-
Matías estaba aterrado, sus ojos miraban la pija de Lucas, su deseo lo impulsaba a probar el sabor de esa pija, pero, ¿y si no lo hacía bien?, ¿y si a Lucas no le gustaba? Seguro que ni para puto servía. Al fin se animó, abrió su boca y rodeó con sus labios el glande de Lucas. El miedo no lo dejaba sentir, pero a medida que fue bajando por el tronco, que su boca se fue llenando del sabor de una pija caliente, a medida que se permitió sentir la mano de Lucas acariciando su cabeza, a medida que la tibieza de esa carne de macho fue revelándose entre huracanes de miedos y represiones, se permitió cerrar los ojos y comenzar a deleitarse con el placer de mamar una gruesa pija de macho. Su palito se volvió a erguir en todos sus 10 cm y sólo con las caricias de Lucas en sus nalgas y las sensaciones de la mamada, un nuevo chorro de leche salió de esa manguerita que por lo visto venía de un tanque recargado. Dejó de mamar de inmediato.
-Ay perdone señor, le enchastré las sábanas, ahora las limpio- Lucas sonrió -No importa nene, seguímela chupando que me encanta-
-En serio señor? Lucas no respondió, apoyó su mano en la nuca de Matías y llevó su cabeza a la pija
Matu volvió a engullir esa carne caliente, de a poco se fue yendo de la realidad, en el mundo sólo existían él, y esa pija maravillosa que lo llenaba de sensaciones, comenzó a mamar desesperado, besó, lamió, fue probando meterla más adentro, arcadas, placer irrefrenable, pudo al fin sentir el pubis de Lucas sobre sus labios, allí se quedó sintiendo, apretando con sus labios, lamiendo, notando cómo la pija se engrosaba. Lucas comenzó a gemir, Matías lo miró a los ojos, él, el pendejo inútil, estaba haciendo gozar a ese macho!! Un grito largo y el sabor de la primera leche en su boca, mucha fue a dar directo a la garganta, pero hubo bastante también para su lengua, mmmm que rica que la sentía, la tragó despacito, saboreándola.
-Gracias Señor-, Lucas no le contestó, sólo tomó su carita entre sus manos y besó suave esos labios con sabor a pija, a su pija.
-A chupar la pija aprendiste rápido, viste?- Me la chupaste muy rico.
-Gracias señor, usted es un buen profe-
-Ahora este profe te va a enseñar algo más, vos sólo dejate llevar-
-Lo que usted diga señor-
Lucas llevó a Matu al borde de la cama, boca abajo, con los pies en el piso, le puso una almohada debajo de la panza
Matías temblaba. Su viejo tenía razón, él era puto, o al menos petero. Pero con ese culito chiquito, blando y medio peludo, ¿quién se lo iba a querer coger?¿Lucas se lo cogería?¿y sinó para qué lo había puesto así? Mejor no pensar, sólo se quedó en silencio, colita en borde de la cama, mejilla sobre la sábana. Sintió sus nalguitas abrirse, cerró lo ojos para soportar el dolor, pero no hubo, sólo unos toquecitos de algo tibio y húmedo en su esfínter, luego sintió el lamido de abajo hasta arriba, luego sintió la tibieza abriendo apenas su esfínter, ¡qué rica sensación!, le nacía en el culo, le subía por las bolas, le inundaba el pubis!
-Ay señor, qué rico!-
La lengua subió y bajó, rodeó con toquecitos el esfínter, se metió más y más en su canalito virgen. 
-Abrite bien las nalgas-
-¿Qué me va a hacer señor?-
Lucas se inclinó y le susurró en la oreja: -shhh, no le cuentes a nadie, te voy a coger-
-No señor, por favor, yo no soy...-
-¿No sos?¿Y a quien hice gemir con mi lengua? Dale, abrite bien-
-Está bien Señor-
Matu separó sus nalgas cuanto pudo. Sintió al fin el glande de Lucas en su entrada. No quería pero no pudo evitarlo, gritó de dolor, se lo merecía
Dos pujadas, nada más, fueron suficientes para que los 20 cm de Lucas entraran hasta las bolas en ese culito chiquito y peludo. Lucas se apoyó sobre la espalda del pibe y de nuevo le susurró en la oreja
-¿Te duele putito?-
-Sí señor, pero ya menos, si quiere métala más-
-Ya la tenés toda adentro, tu culito dilata mejor que una concha-
-¿En serio señor?-
-Si nene, ese culito nació para ser cogido, putito-
-¿En serio Señor?, sirvo para algo?
Lucas le dio una sonora palmada en la nalga
-Ay, Señor, si me la merezco-
-Dejá de pensar que sos un inútil, no sé de donde lo sacaste-
Matu se quedó en silencio. Lucas también
La enorme pija fue saliendo del culincito de Matu y entrando nuevamente, ambos en silencio, el ritual del desvirgue se estaba consumando. De a poco Matu se animó, primero un "mmm", luego un "ahhhh", luego un gemido tras otro, su colita, todo él, estaban descubriendo el inmenso placer de ser poseído por un hombre, tal vez para Matu, el primer placer que sentía en su vida, real, tanto así que nunca con sus 19 años se había siquiera masturbado, con ese pijín de mierda, para qué?, ¿pensando en quién? Y ahora un hombre hermoso y fuerte se lo estaba cogiendo y le estaba enseñando los ocultos placeres de la homosexualidad. Saltaron las lágrimas.
-¿Te duele?-
-No señor-
¿Te la saco?-
-Nooo, por favor no haga eso, cójame señor todo lo que quiera-
Lucas aceleró el ritmo, evitó decir la guarradas que solía decirle a sus putitos, porque seguro Matu se las tomaría literalmente. Era increíble que semejante misil se clavara en un culito tan chiquito, pero se perdía entera, el chaf chaf de nalgas contra pubis llenaba la habitación. De pronto Matías sintió un vacío frío y triste en su culito, casi se pone a llorar de tristeza, pero un instante después Lucas lo daba vuelta, le subía las patitas y se la clavaba de un golpe. Ahhh, el placer en su orto era impresionante, su pija no aguantó, un largo y grueso chorro de leche fue a dar al pecho de Lucas.
Matías se asustó. - Perdón señor-, Lucas sonrió, llevó las manos de Matu a sus hombros, lo tomó de las caderas y lo alzó en el aire sin sacarle la pija del culo. Lo cogió contra la pared, lo cogió caminando por el cuarto, ensartado lo llevó al comedor y lo acostó sobre la mesa, entre los cuadernos y apuntes que habían estado usando, lo comenzó a coger ferozmente, las lapiceras al piso, los cuadernos se arrugaban y Matías gritaba y Lucas gritaba, los jugos rectales eran tan abundantes que estaban formando un charquito en el piso, el momento llegó, el dragón de fuego escupió su lava candente dentro del culito chiquito de Matías, la pija de Matías escupió de nuevo abundante semen que manchó apuntes y libros, ¿a quién le importaba?
Matías reía, lloraba, nunca en su vida había sido tan feliz, Lucas lo miraba sonriendo también.
-Vení putito vamos a la cama- Lucas volvió a abrazar a Matu, y sin sacarla la pija del culo lo llevó al dormitorio y lo depositó suavemente en la cama
Se la sacó despacito, nada de sangre, pero el ojetito de Matu ahora era un boquete enrojecido del cual salía un suave cascada de semen.
Se acostaron, se abrazaron, no hablaron, la cara de Matu decía todo, el chiquito asustado se había ido, sus ojos tristes ahora lo miraban con dulzura.
Los despertó el hambre. Pero antes de levantarse, Matu tuvo que cabalgar por primera vez una pija y recibir en su culito una segunda dosis de semen, y por supuesto, un nuevo charco de leche en el pecho de Lucas. Una ducha para sacarse el semen pegoteado, la mano de Lucas jabonado su culito, el mundo estaba cambiando para Matu, ya no era un calvario negro, ese calvario que más de una vez lo había hecho pensar en irse de una vez y para siempre. Ahora su mundo estaba lleno de luz.
Picaron unos sándwiches y se volvieron a acostar. A las 9 de la noche, ya a Lucas le dolía la pija y a Matu las piernas se le doblaban. Media docena de polvos anidaban ya en su pancita. 
-Mañana llego del trabajo a las 7, ¿venís y seguimos estudiando?-
-Si profe, las lecciones de hoy me cambiaron la vida-
Se despidieron con un beso suave en los labios
Apenas se cerró la puerta, Lucas pensó "esto Martín no me lo perdona, jeje. ¿cómo se lo cuento?"
No hizo falta contárselo, al otro día en el gym, vio a Matu tan diferente, que se arrimó y le preguntó ¿che Matu, qué te pasa? Matías lo abrazó y se apretó fuerte contra su pecho. 
-¿Tu viejo no te contó nada?-


Lucas debió inventar docenas de excusas para cancelar a los putitos que se iba a coger esa semana pero cada día, de lunes a viernes, Matu vino a "estudiar matemática" y cada día se llevó a la casa al menos 3 dosis de semen de Lucas y eyaculó al menos 6 veces sobre el pecho o la cara de Lucas. 
Algo estudiaban también y, locamente, de a poco, Matu se fue soltando y lo que antes le resultaba incomprensible, comenzó a resultarle claro.
Planearon pasar el finde juntos en un lugar lindo
-Pa este finde me voy a una quinta con un amigo-
-¿Quien es?-
-¿A vos que te importa?-
-No te pongas así conmigo, ojo, respetame!-
Matías ni le respondió.
En la quinta Lucas se lo cogió al borde de la pileta, contra los árboles, en la cocina. Esa primera noche durmiendo juntos fue algo tan intenso que si faltaba algo para darles vuelta la cabeza, a los dos, sucedió.
-Pa, ma, me voy a vivir con mi pareja-
-¿Vos en pareja? ¿Con quien?-
-Con Lucas, el padre de un amigo-
-Ahhh, viste que al final yo tenía razón, sos un puto marica de mierda, eso fuiste siempre​-
-Si, soy puto, soy trolo, soy gay, llamame como quieras, pero soy YOOOOOOOOOOOOOOOOOO-
En 5 años Matu se recibió de contador y con Lucas tienen un estudio. Martín sonriendo lo llama "mamy"



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