Había descubierto que esa noche en el bar con mis compañeros de trabajo había resultado más beneficioso para ellos que para mí, mi esposa había recibido mensajes desde mi celular, para obtener fotos de ella. Sin embargo, no fui yo quien las había solicitado.
Había encontrado algunas fotos enviadas por mi esposa a nuestra conversación personal. Sin embargo, no había sido yo quien las había recibido.
Las había encontrado en una carpeta de archivos thumbnails. Imágenes de baja calidad pero que mostraron lo sexy que era mi esposa si ella se lo proponía.
Me perturbaba que mis compañeros tuvieran fotos de mi linda esposa. Ella por su parte continuó creída que había sido yo quien las tenía.
Al volver al trabajo me tope con la incómoda mirada de todos mis compañeros, ellos sabían lo que habían hecho y sin embargo se limitaron a disfrutar de aquello y de hablar a mis espaldas.
El miércoles de esa semana recibí la visita de Mónica, me encontraba revisando las mermas con Antonio y Juanito.
Cuando note que ellos dejaron de prestarme atención y miraban a mi espalda.
Unas manos cubrieron mis ojos y un dulce y agradable perfume invadió el lugar donde estábamos.
Sentí sus pechos en mi espalda.
—¿Mónica?
—¿Si?
Sonreí aún con sus manos en mis ojos, poco a poco los quito para ver los ojos de mis compañeros sobre ella.
—Hola, no sabía que vendrías hoy —dije
—Si ni yo pero mi jefe quería hablar con tu jefe
Caminamos a mi oficina y pude notar como todos miraban la forma que marcaba la falda alrededor del cuerpo de Mónica. No podía explicar todo lo que estoy me generaba una parte de mi le incomodaba y la otra hacía endurecer mi entrepierna. La despedí aunque no como hubiese querido las cámaras y los protocolos de ética dentro de la empresa no permitían ser tan efusivos.
No pude evitar mirar sus piernas envueltas en aquellas medias y su corta falda intentando mantener su trasero al marcharse de la oficina. Sabía que no era el único que disfrutaba de estás visitas de mi esposa y no entendía cómo esto podía incomodarme y gustarme de cierto modo.
Comencé a disfrutar sus visitas por qué al finalizar el día cuando Mónica y yo llegábamos a casa las sesiones de sexo se habían vuelto un poco más motivadas desde que ella lucía más sexy y hermosa con su nuevo uniforme…y con las visitas de ella en la planta.
—Estoy en tu trabajo ¿Dónde estás?
Recibí su mensaje un jueves a las 4 pm mientras estaba en mi oficina con mi auxiliar revisando documentos.
—En mi oficina ¿Y tú? —Respondí
—Sigo ocupada ¿nos vamos juntos?
—Si, pero saldré a las 6 ¿Me quieres esperar?
-Si te espero, te escribo luego estoy con tu jefe, bye
Intenté no pensar en mucho y en nada, honestamente la semana, fuera de las visitas de Mónica, había sido extremadamente agobiante en el trabajo, ese día no estaba dispuesto a dejarme llevar por las nuevas sensaciones que estaba experimentando y que no lograba entender.
Mi auxiliar me entregó el reporte y me dirigí con Juanito el de las bitácoras para confirmar la entrada y salidas de mercancía.
—¿Viste esas piernotas?
—Uff si, no quiero sonar malvado pero como agradezco que se haya resbalado.
—Lo malo es que no pudimos ayudarla, ganones los que estaban allí y pudieron levantarla se me hace que le metieron mano.
No veía a nadie en la oficina pero la voz venía detrás de unas cajas apiladas.
Me acerqué haciendo ruido para anunciar mi proximidad. Me preguntaba qué estaba sucediendo pero ellos solo se despidieron y se alejaron a sus lugares de trabajo, Juanito me ignoró un poco, se notaba molesto por mi interrupción.
Me di cuenta que el tiempo se me iba y cuánto menos lo espere pasaban de las 6 de la tarde. Mi asistente Javier terminó y se marchó de la oficina.
Estaba apunto de irme cuando mi jefe llegó a mi oficina.
—Oye creo que hay problemas con una mercancía que sale a primera hora mañana, unos certificados no coinciden. Necesito que los revises y lo soluciones. Estaré en la oficina cuando termines, pasas a verme será una tarde larga.
Diablos, no lo podía creer, no tenía salida.
Me apure a marcarle a Mónica y avisarle de la situación
—Mónica tengo un problema, no puedo irme porque me acaban de asignar una tarea.
—¿En serio? ¡No puede ser!
—Lo siento amor no sé cómo solucionarlo.
Mónica no sabía manejar estándar y era muy noche para que se fuera sola solo quedaba esperar. Esperar a que yo terminará y pudiéramos marcharnos.
Imprimí los certificados que me había enviado mi jefe por email y me apure a la computadora a revisar el resto.
Transcurrieron unos minutos, esperaba que Mónica me dijera algo en el chat que seguía abierto en mi pantalla.
Clic aquí, clic allá. Corrí a la oficina de entregas, revise documentos, habían pasado más de 20 minutos cuando escuché mi celular recibir una notificación
—Cariño te veo en casa, me darán un aventón.
Estaba por responder cuando mi jefe apareció.
—Ven corre, tenemos una reunión Zoom con el proveedor de mañana.
Guarde mi celular y nos dirigimos a la oficina de mi jefe.
Entramos a la oficina, lo primero que atrajo mi atención fueron unas zapatillas que estaban en una esquina del lugar. Me parecían familiares.
La llamada transcurrió y pasó cerca de una hora antes de que pudiéramos concluir.
Salí al estacionamiento y saqué mi celular. Le marque a Mónica pero no respondió.
Leí su último mensaje pero era el mismo del aventón.
Aquel viejo que le había ofrecido café hace unas semanas a Mónica mientras me esperaba, estaba sacando unos botes de basura.
Me dirigí a la casa y entre al llegar encontré a Mónica en el sofá, se había quedado dormida viendo TV su uniforme aún en ella marcaba su curvilínea figura.
Me senté a un costado y quite un mechón de su cabello. Le di un beso en la frente y ella despertó.
—Llegaste… ¿Cómo te fue? —preguntó ella.
—No, pero… espera ¿Y a ti?
—Bien, bueno… tampoco como esperaba.
—¿Por qué?
—No… no nada no te preocupes
Mónica intentó ignorar mi pregunta, ambos lucíamos cansados y el tema quedó allí esa noche.
Al siguiente día había llegado un poco más temprano de lo normal al trabajo y escuché a Antonio y Julio hablando sobre el aventón que le habían dado a mi esposa y de cómo se le subía la falda en sus hermosas piernas. Así que eso era lo que había sucedido la noche anterior.
Estaba molesto escuchando detrás de unos contenedores y nuevamente algo sucedió, mi entrepierna nuevamente estaba encendida, no entendía como o por que me había estado sucediendo las últimas semanas.
Esa misma tarde había pasado algo similar a las últimas semanas, el trabajo me sobrepasaba y debía quedarme después de la hora del cierre.
Mónica me confirmó que estaba ya en casa, al parecer había salido un poco antes y se fue directo del trabajo a la casa.
Mientras mandaba unos correos que parecían interminables pensé en una tontería. Abrí el navegador en google.com y comencé a escribir tontamente “por que me excito cuando alguien ve a mi esposa”.
Las miles de páginas que abrieron inmediatamente me saturaron de información con un impacto tan grande que solo habría sido superado si el mismo monitor me hubiera impactado en la cara.
Los minutos se volvieron casi dos horas, mi celular vibró Mónica me escribió, eran casi las 9 pm como es que esto había pasado. Tomé mi abrigo y corrí a la salida, inconsciente de que en ese lugar no estaba solo. Tiempo después descubriría que Julio el operador seguía cerca de allí y encontró mi computadora con todo el historial que había navegado esa noche.
Los siguientes días fueron extraños, las visitas ocasionales de mi esposa se habían convertido en comentarios imprudentes de Julio, Juanito o Antonio.
Desde cosas como “Que hermosa es tu esposa” o “Que suerte tienes de tener una mujer así” a comentarios como “Esa falda es muy ajustada se le ve muy bien a tu mujer” incluso Julio expresó sin temor “Mónica es mucha mujer para ti” .
De vez en cuando encontraba sitios web abiertos en las computadoras que ocupaba del departamento en páginas referentes a Swinger y a un término llamado Cuckold. A veces las ignoraba, otras veces anotaba los enlaces y los abría en mi PC personal una vez que todos se habían ido.
Me perdí varios días de esa forma, honestamente incluso deje de prestarle atención a mi esposa en casa, enfocado solo en mi mundo de fantasías intentado comprender cómo era posible que algo como eso me gustará, hice amigos en algunos foros, algunos comentarios, y cuando me sentí listo comente en uno de los grupos que había encontrado en uno de los ordenadores, explicando lo que me había sucedido en el trabajo y lo que me pasaba cuando mi esposa me visitaba.
Recibí algunos comentarios que me decían que era algo normal, otros de apoyo y otros de burla.
No tardó mucho cuando empecé a recibir comentarios pidiéndome fotos de mi esposa, cosa que la verdad no hice, pensé que ese punto era algo a lo que aún no aspiraba, disfrutar la vista de otros sobre mi esposa era diferente a compartir una foto de ella en un grupo donde no conocía a nadie.
Leí un comentario donde me opinaban que era mejor dejar seguir el curso de las cosas y permitir que otro u otros disfrutaran de una mujer como la que yo escribía. Que incluso si yo quisiera evitarlo, en algún punto la vida nos pondría en una encrucijada donde pasara algo más allá de lo vivido ahora y que si no estaba listo aún así podía suceder.
Me retiré nuevamente tarde cuando vi que en la oficina de mi jefe había luz.
—Si esas zapatillas son de la mamacita esposa del perdedor ese.
—Esta muy buena jefe se ve que es una zorrita, aquí todos la miran y ella pareciera que le gusta que la observen.
—Las mujeres como ella son así, y que bueno que lo sean porque créeme que esas nalgotas son algo que quiero tener en mi cara jajajaja
No podía creer todo lo que escuchaba desde la oficina de mi jefe, una enorme erección en mi ingle me estaba matando de nuevo. Me refugié en el baño y comencé a masturbarme como loco.
Termine como si hubiera tenido una sesión de sexo con mi esposa, creo que pensándolo bien todo este último mes, me había masturbado dos o 3 veces al día hasta quedar agotado.
Regrese a casa con todo el cansancio acumulado de las horas extras, del estrés y claro de las pajas que había estado metiéndome. Buscaba mi cama con urgencia.
Bajé del coche y vi las luces de la casa apagadas, solo nuestra habitación se veía iluminada, imagine que Mónica estaba viendo alguna serie. Pero cuando apagué el vehículo y descendí, las luces de nuestro cuarto se apagaron. Me resultó extraño, quizás una coincidencia.
Camine hasta la casa y entre, todo estaba en silencio.
—¿Mónica? —pregunte sin respuesta.
Escuché pasos en el cuarto y subí.
—¿Mónica? — repetí.
Cuando entre esa mujer con la que había compartido años de matrimonio, se había convertido en la mujer más deseable de todo el mundo, lencería sensual caía sobre su cuerpo. Un ajustado conjunto de encaje negro cubría sus atributos más sensuales, sus piernas cubiertas de medias negras se curvaban en sus pantorrillas y sus muslos.
—Te he estado esperando… me has dejado mucho tiempo solita…
Dijo Mónica con voz de niña regañada mordiéndose el labio.
Se acercó como una leona acechando a su presa. Besándome ansiosa y con desesperación tocando mi pecho, quito mi saco, y empezó a quitar mi cinturón, intentando liberar mi miembro cubierto de ropa.
El pantalón cayó, me miró a los ojos y comenzó a descender besándome por el torso desnudo, rostro se colocó justo a la altura y sus manos empezaron a bajar mi bóxer.
Nada se comparaba a las expresiones que ella tuvo en su rostro al momento de deshacerse de mi bóxer y estar frente a frente ante aquel impresionante cuerpo venudo… dormido y pequeño… escondido agotado por las arduas masturbaciones diarias de los días transcurridos.
—¿Qué pasa? —preguntó Mónica
Mientras jugaba con él, e incluso lamía intentando que este cuerpo recobrara la vida. Nos besamos, intentamos de todo por unos minutos hasta que su rostro, se convirtió en decepción.
No lo dijo, pero sabía que Mónica no estaba satisfecha, aún cuando sus palabras fueron de ánimo y de comprensión hacia lo duro del trabajo esa semana, y al estrés.
Intentamos toda la semana sin embargo nada funcionó, al parecer mi amigo funcionaba durante las visitas de Mónica en mi trabajo, bajo la mirada de otros hombres sobre ella, pero no en nuestra alcoba.
El fin de semana me desperté miré mi reloj marcaba las 2:30 a.m. a mi lado no estaba Mónica, supuse que había ido al baño, cerré los ojos y espere, incomodo al no verla regresar a cama, salí a buscarla, baje a la cocina pero la luz estaba apagada, escuche un pequeño ruido viniendo del baño del cuarto de huéspedes.
Allí dentro de él la luz salía por la estrecha apertura de la puerta y un sonido vibrante salía de él. Era Mónica sentada en la taza de baño con su cuerpo recargado hacia atrás con una mano sosteniéndose del lavabo y la otra en su entrepierna mientras un orgasmo se aproximaba, su rostro estaba rojo, su respiración entrecortada, y su hermosas piernas abiertas mostrando sus cálidos labios que apretaban con fuerza un aparato rosa que salía, entraba y se retorcía con fuerza.
Era el primer indicio de que su cuerpo de exquisita mujer pedía satisfacer sus necesidades… necesidades que yo no estaba cubriendo.
Fin del Capítulo II
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1 comentarios - Capítulo II: Mi esposa Mónica: El juego sucio de mis amigos