Primeros pasos hacia mis cuernos 14
Se había vestido con una ropa interior negra de las que él le había traído, con unas medias caladas hasta medio muslo negras, zapatos también negros y un vestido negro haciendo juego, en el taxi los dos íbamos en silencio, cuando nos anunciamos nos hicieron pasar, nos preguntaron si queríamos tomar algo y nos llevaron después al último piso, donde había una sola oficina, aislada del resto que era la de él. Nos hizo pasar,
-Que gusto verlos… que bueno que pudieran venir… -dijo como si el no tuviera nada que ver en que pudiéramos estar ahí, Ceci miraba asombrada la oficina, lo espaciosa que era, había cuadros que supuse costosísimos en sus paredes, nos preguntó si queríamos tomar algo y sirvió unos tragos que había mandado preparar. El habló
-Hay una norma en esta oficina, las chicas cuando entran no pueden seguir con el vestido puesto… -dijo sonriendo.
Ella también sonriendo se sacó el vestido, realmente era impresionante verla, le pidió que se acercara, de frente a él que estaba en su sillón, le desabrochó el corpiño y empezó a chuparle los pechos como un desesperado,
-Mucho tiempo sin verte…
Ella tiro la cabeza hacia atrás ya estaba gimiendo y lo beso mordiéndole la boca. Llevó su mano hacia su bulto mientras él le apretaba bien fuerte uno de sus cachetes, le descargó un sonoro cachetazo, casi violento. Se desabrocho el pantalón y se lo sacó, ella se arrodilló a sus pies y bajando su bóxer empezó a chuparlo, enseguida él suspiro y se quejó, los dos se quejaban y suspiraban, cada vez su relación me parecía más intensa, le tomaba suavemente el pelo, los dos encantados. La veía desde atrás, arrodillada en el suelo, su tanga metiéndose entre los cachetes de su culazo, le tiró un poco más fuerte del pelo, pero cualquier cosa que hiciera sólo la hacía gemir más fuerte aún. Estuvo un montón chupándosela, supuse que él había quedado muy cerca de llegar, por los sonidos que profería. Se puso de pie para sacarse el bóxer, ella volvió a chuparlo sensualmente y mirándolo a los ojos con cara de puta, eso me parecía, seguro no iba a aguantar mucho más. Le manoseaba duro las tetas, ella también gemía cada vez más fuerte y se calentaba chupándolo, ella se puso de pie y se giro dándole un primer plano de su culazo, le bajó la tanga lentamente, ella solo le daba la espalda esperando lo que él hiciera, la tanga había quedado entre sus tobillos, la fue acomodando haciéndola bajar sobre su miembro, otra quejido profundo de los dos al penetrarla, ella se movía sensualmente sobre él, se agarraba del escritorio, la pajeaba suavemente y le sobaba las tetas, los dos estaban muy cerca de llegar, al mismo tiempo los quejidos de los dos se hicieron más profundos, había sido bastante corto el tiempo, los dos estaban recalientes y no duraron nada. Ella se quedó clavada sobre él, que la movía de a ratos, los dos habían acabado pero seguía todavía dentro de ella, se levantó después de un rato gimiendo
-No puedo creer tanto placer… -dijo ella empezando a acariciarse y mostrar como caía de su coñito restos de la corrida de él. Tenía un baño junto a su oficina, los dos se arreglaron, nos invitó a seguirla en su casa, ni bien llegamos fuimos directo al cuarto, el completamente desnudo enseguida, ella sólo con las medias y los zapatos, se besaron un poco y enseguida la acostó en la cama. Entre las piernas de ella le dio una profunda chupada, le hizo levantar las piernas juntas y ahora la chupaba por los dos lados. Se acomodó de costado, ella seguía con las piernas en alto y la penetró, los gemidos de ella eran incomparables con nada que hubiera pasado antes, pasó su pierna de arriba por encima de ella mientras le manoseaba las tetas a placer. La fue moviendo de frente, de costado, con las piernas recogidas, estirada, todo el tiempo era un concierto de gemidos, yo no sabía si estaba llegando todo el tiempo, pero parecía. Después de un largo rato, quisieron ir al sillón, les encantaba que ella lo montara, los dos estaban en éxtasis, los sonidos eran impresionante, mi corazón latía con fuerza, si me hubiera muerto ahí mismo nadie se hubiera dado cuenta. Realmente me superaba ampliamente la situación, se compenetraban tan bien, chupándose, besándose, ella clavándose bien duro sobre él, era un concierto de gemidos y quejidos, era otra vez lo mismo de la última vez y a la vez era diferente, ellos estaban diferentes, sentía mi cabeza a punto de explotar, la forma en que ella quebraba la cintura clavándose contra él, en un momento temí volverme loco, realmente, otra vez ella empezó a acelerar sus movimientos, los quejidos de los dos aumentaban de intensidad y otra vez fue lo mismo, la estaba llenando de nuevo, estuvieron un largo rato, hasta desarmar del todo su postura, ella se apoyó con los tacones en el piso, sus rodillas flexionadas, su espalda apoyada sobre el sillón, jugaba con su almejita mientras ya empezaban a salir los fluidos de la corrida de él, el volvió del baño, se estuvieron besando y acariciando, aunque el día siguiente era sábado, preferimos irnos, o yo lo preferí y Ceci no tuvo problema en irse conmigo lo que me significó un leve alivio.
En casa ella quiso que le hiciera el amor, los restos de las corridas de él todavía dentro de ella, estábamos en silencio, como si tuviéramos miedo de hablar,
-Se va de viaje pronto… -le dije- lo vas a extrañar…
No contestó solo gemía mientras la cogía.
-Te coge rico… te enamoraste de él… no?
Solo gemidos sin palabras, pero creo que los dos sabíamos que algo le pasaba con él, algo muy fuerte, pero creo que ella también sabía, como lo sabía Joao, que su relación no iba a funcionar. Ninguno de los dos estaba dispuesto a renunciar a algo de sus mundos, él amaba la adrenalina de sus negocios, viajes, su poder, ella amaba ser la profesora, la que enseña a los demás como se hacen las cosas, los dos tenían egos muy fuertes, y ninguno de los dos estaba dispuesto a renunciar.
Se había vestido con una ropa interior negra de las que él le había traído, con unas medias caladas hasta medio muslo negras, zapatos también negros y un vestido negro haciendo juego, en el taxi los dos íbamos en silencio, cuando nos anunciamos nos hicieron pasar, nos preguntaron si queríamos tomar algo y nos llevaron después al último piso, donde había una sola oficina, aislada del resto que era la de él. Nos hizo pasar,
-Que gusto verlos… que bueno que pudieran venir… -dijo como si el no tuviera nada que ver en que pudiéramos estar ahí, Ceci miraba asombrada la oficina, lo espaciosa que era, había cuadros que supuse costosísimos en sus paredes, nos preguntó si queríamos tomar algo y sirvió unos tragos que había mandado preparar. El habló
-Hay una norma en esta oficina, las chicas cuando entran no pueden seguir con el vestido puesto… -dijo sonriendo.
Ella también sonriendo se sacó el vestido, realmente era impresionante verla, le pidió que se acercara, de frente a él que estaba en su sillón, le desabrochó el corpiño y empezó a chuparle los pechos como un desesperado,
-Mucho tiempo sin verte…
Ella tiro la cabeza hacia atrás ya estaba gimiendo y lo beso mordiéndole la boca. Llevó su mano hacia su bulto mientras él le apretaba bien fuerte uno de sus cachetes, le descargó un sonoro cachetazo, casi violento. Se desabrocho el pantalón y se lo sacó, ella se arrodilló a sus pies y bajando su bóxer empezó a chuparlo, enseguida él suspiro y se quejó, los dos se quejaban y suspiraban, cada vez su relación me parecía más intensa, le tomaba suavemente el pelo, los dos encantados. La veía desde atrás, arrodillada en el suelo, su tanga metiéndose entre los cachetes de su culazo, le tiró un poco más fuerte del pelo, pero cualquier cosa que hiciera sólo la hacía gemir más fuerte aún. Estuvo un montón chupándosela, supuse que él había quedado muy cerca de llegar, por los sonidos que profería. Se puso de pie para sacarse el bóxer, ella volvió a chuparlo sensualmente y mirándolo a los ojos con cara de puta, eso me parecía, seguro no iba a aguantar mucho más. Le manoseaba duro las tetas, ella también gemía cada vez más fuerte y se calentaba chupándolo, ella se puso de pie y se giro dándole un primer plano de su culazo, le bajó la tanga lentamente, ella solo le daba la espalda esperando lo que él hiciera, la tanga había quedado entre sus tobillos, la fue acomodando haciéndola bajar sobre su miembro, otra quejido profundo de los dos al penetrarla, ella se movía sensualmente sobre él, se agarraba del escritorio, la pajeaba suavemente y le sobaba las tetas, los dos estaban muy cerca de llegar, al mismo tiempo los quejidos de los dos se hicieron más profundos, había sido bastante corto el tiempo, los dos estaban recalientes y no duraron nada. Ella se quedó clavada sobre él, que la movía de a ratos, los dos habían acabado pero seguía todavía dentro de ella, se levantó después de un rato gimiendo
-No puedo creer tanto placer… -dijo ella empezando a acariciarse y mostrar como caía de su coñito restos de la corrida de él. Tenía un baño junto a su oficina, los dos se arreglaron, nos invitó a seguirla en su casa, ni bien llegamos fuimos directo al cuarto, el completamente desnudo enseguida, ella sólo con las medias y los zapatos, se besaron un poco y enseguida la acostó en la cama. Entre las piernas de ella le dio una profunda chupada, le hizo levantar las piernas juntas y ahora la chupaba por los dos lados. Se acomodó de costado, ella seguía con las piernas en alto y la penetró, los gemidos de ella eran incomparables con nada que hubiera pasado antes, pasó su pierna de arriba por encima de ella mientras le manoseaba las tetas a placer. La fue moviendo de frente, de costado, con las piernas recogidas, estirada, todo el tiempo era un concierto de gemidos, yo no sabía si estaba llegando todo el tiempo, pero parecía. Después de un largo rato, quisieron ir al sillón, les encantaba que ella lo montara, los dos estaban en éxtasis, los sonidos eran impresionante, mi corazón latía con fuerza, si me hubiera muerto ahí mismo nadie se hubiera dado cuenta. Realmente me superaba ampliamente la situación, se compenetraban tan bien, chupándose, besándose, ella clavándose bien duro sobre él, era un concierto de gemidos y quejidos, era otra vez lo mismo de la última vez y a la vez era diferente, ellos estaban diferentes, sentía mi cabeza a punto de explotar, la forma en que ella quebraba la cintura clavándose contra él, en un momento temí volverme loco, realmente, otra vez ella empezó a acelerar sus movimientos, los quejidos de los dos aumentaban de intensidad y otra vez fue lo mismo, la estaba llenando de nuevo, estuvieron un largo rato, hasta desarmar del todo su postura, ella se apoyó con los tacones en el piso, sus rodillas flexionadas, su espalda apoyada sobre el sillón, jugaba con su almejita mientras ya empezaban a salir los fluidos de la corrida de él, el volvió del baño, se estuvieron besando y acariciando, aunque el día siguiente era sábado, preferimos irnos, o yo lo preferí y Ceci no tuvo problema en irse conmigo lo que me significó un leve alivio.
En casa ella quiso que le hiciera el amor, los restos de las corridas de él todavía dentro de ella, estábamos en silencio, como si tuviéramos miedo de hablar,
-Se va de viaje pronto… -le dije- lo vas a extrañar…
No contestó solo gemía mientras la cogía.
-Te coge rico… te enamoraste de él… no?
Solo gemidos sin palabras, pero creo que los dos sabíamos que algo le pasaba con él, algo muy fuerte, pero creo que ella también sabía, como lo sabía Joao, que su relación no iba a funcionar. Ninguno de los dos estaba dispuesto a renunciar a algo de sus mundos, él amaba la adrenalina de sus negocios, viajes, su poder, ella amaba ser la profesora, la que enseña a los demás como se hacen las cosas, los dos tenían egos muy fuertes, y ninguno de los dos estaba dispuesto a renunciar.
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