🔥 Una historia incestuosa que espero disfruten mucho 🔥
...
La lámpara de la mesita de noche no era muy potente, pero pude ver que mamá estaba sonrojada de un rosa intenso. Luego guardó silencio durante un largo rato:
"Lo siento, Michael. No tenÃa idea de que volverÃas. Yo... habÃa leÃdo algo en mi libro y yo... Bueno, me hizo sentir un poco, ya sabes, cálido."
"La cosa es, mamá, que no me lo podÃa quitar de la cabeza. Pensé en ti todo el tiempo. Pensé en ti como una persona sexual como mujer en lugar de solo en mi madre. Nunca habÃa hecho eso antes" agregué. "Sé que estuvo mal" continué, "pero con el vino y el dÃa libre y todo eso no pude evitarlo. ParecÃas tan deseable."
Mamá me dio una media sonrisa y me relajé un poco. No iba a haber una disputa catastrófica ni una ruptura familiar. Esa no era la manera de ser de mi madre, pero aún asà fue bueno que lo confirmaran.
"No sé si sentirme halagada, horrorizada o ambas cosas", hizo una pausa, ordenando sus pensamientos. "Quiero decir que la literatura está plagada de hombres jóvenes con una fijación materna, asà que no es que la idea sea nueva para mÃ. Pero cuando se manifiesta en tu propio hijo, es un gran shock." Hizo una nueva pausa y yo esperé, conteniendo la respiración, incapaz de adivinar qué dirÃa a continuación.
"Además, supongo que habrÃa esperado que un complejo de Edipo hubiera asomado su fea cabeza cuando yo era un poco más joven, ¡no cuando tengo casi sesenta años!"
"Nunca te habÃa visto masturbándote antes", dije, cambiando un poco mi postura.
"Supongo", respondió ella. "Y obviamente no se lo dirás a nadie más, ¿verdad?"
"¡Por supuesto que no!"
Mamá suspiró. "Y obviamente nunca podrá haber nada de esa naturaleza entre nosotros. Lo entiendes, ¿verdad, Michael?"
"SÃ", suspiré y ella se inclinó y me besó en la mejilla y tuve que contener el impulso de girar la cabeza y besar sus labios nuevamente. Esta pequeña discusión me habÃa llevado a nuevas alturas, habÃamos sacado el tabú del incesto casi a la luz del dÃa, y ciertamente dentro del ámbito de una discusión futura. Mi polla estaba tremendamente dura debajo del edredón.
"Buenas noches, Michael."
"Buenas noches, mamá."
El desayuno de ese domingo no fue tan incómodo como temÃa. Mamá hizo un esfuerzo por hacerme sentir cómoda y ninguno de los dos habló de la noche anterior. El plan iba más o menos según lo previsto. Faltaban quince dÃas para el siguiente paso.
En realidad, ese paso tuvo lugar el fin de semana en que fue el cumpleaños de mi madre. Le dije que dejara el domingo libre y ella se emocionó con la anticipación. Yo también estaba emocionado, por razones diferentes y más oscuras.
El buen tiempo continuó cuando enero se convirtió en febrero, asà que ese domingo por la mañana llevé a mi madre a las colinas nuevamente y caminamos por una ruta diferente, pero con una parada en el mismo pub para almorzar. Mamá llevaba pantalones cortos esta vez y pude admirar subrepticiamente sus piernas; No eran los más delgados que habÃa visto en mi vida, pero estaban bien formados, musculosos y bronceados de color miel.
Llegamos a casa alrededor de las tres y mamá abrió los pocos regalos que habÃa recibido; Le habÃa comprado un enorme ramo de flores y una cafetera de última generación. Luego le dije que habÃa una mesa en un restaurante de la ciudad reservada para las nueve y media y que después verÃamos un espectáculo en el Teatro Royal.
Mamá estaba incandescente de emoción; nunca salÃa a comer y rara vez iba al teatro. Cuando le dije que era Guys 'n' Dolls ella chilló de placer y me abrazó fuerte, apretando sus senos contra mi pecho; Guys 'n' Dolls es su favorito de todos los tiempos. Desapareció escaleras arriba y oà el sonido de una bañera corriendo.
El restaurante costó una fortuna pero estaba bien. Buena comida, buen servicio y buen ambiente. Y mi madre también tenÃa buen aspecto. Llevaba un vestido de cóctel negro ceñido con un solo hilo de perlas.
"Creo que soy un poco grande para este vestido", me habÃa confiado mientras esperábamos el taxi.
"TonterÃas, resalta tu figura" le dije, y era cierto. Su cintura se habÃa engrosado un poco con los años, pero todavÃa tenÃa forma de curvas y sus senos llenos y caderas anchas eran el epÃtome de una mujer madura, aunque me abstuve de mencionar eso.
"Gracias", respondió ella, dándome una sonrisa ligeramente burlona.
Ella también se habÃa lavado el pelo y brillaba a la luz sutil de la vela que habÃa sobre la mesa entre nosotros. Se aplicó el maquillaje con cuidado y habÃa hecho un esfuerzo adicional y usó polvos faciales, sombra de ojos, rÃmel y un lápiz labial carmesà oscuro que hacÃa que sus labios parecieran aún más carnosos y jugosos. También me di cuenta de que llevaba medias negras y zapatos de salón, asà que, en general, me sentà un poco abrumado por la apariencia de mi madre. ¡No esperaba que se viera tan bien!
Y ella estaba en un raro humor; charlando tranquilamente con los camareros, haciendo chistes, mirándome por encima del borde de su vaso mientras bebÃa su Chianti. Me pregunté qué estaba pensando. También, noté con cierta sorpresa, se habÃa pintado las uñas con un barniz transparente, algo que no recuerdo que haya hecho antes. ¿Estaba ella haciendo todo esto por mÃ? ¿Me estaba diciendo a su manera sutil que tal vez las cosas podrÃan progresar entre nosotros? Lo dudaba mucho pero era una fantasÃa agradable y disfrutaba comiendo, hablando y mirándola al otro lado de la mesa.
El espectáculo también estuvo bueno. No soy muy aficionado a los musicales, pero el elenco lo interpretó muy profesionalmente y mamá quedó cautivada, que era el objetivo del ejercicio. En el intervalo, la conduje suavemente a través de la multitud hasta la barra con una mano en la parte baja de su espalda y bebimos cócteles y ella charló animadamente sobre el espectáculo y fue todo lo que pude lograr para no atraerla hacia mà y besarla. ¡Mi madre era preciosa!
Regresamos a casa a las dos y media de la mañana y le sugerà una copa para dormir, a lo que mamá accedió de buena gana, asà que le servà un Remy Martin fuerte, su licor favorito; Tomé un whisky.
Nos sentamos y tomamos sorbos de nuestras bebidas en lados opuestos de la sala de estar. Mamá en el sofá, como siempre, y yo en el sillón. Hablamos de la comida y del espectáculo y el reloj dio la vuelta a las tres y finalmente dejé mi vaso vacÃo y me levanté.
"Estoy a punto de irme a la cama", anuncié.
"Yo también", sonrió mamá, levantándose. Ella se paró frente a mÃ. "Gracias por brindarme un dÃa tan especial, Michael. Ha sido... espléndido" finalizó. "Has hecho muy feliz a una anciana". Dio un paso hacia mà y me besó en la mejilla y sentà que mi deseo alcanzaba un nivel de grito y puse mis manos en sus caderas y la acerqué un poco más.
Ella me dio esa sonrisa burlona otra vez. "No vas a estropearlo ahora, ¿verdad?"
"Está bien", dije, y me alegré de haber tomado el whisky porque me sentÃa un poco entumecido y podÃa continuar con mi discurso. "Durante las últimas dos semanas he reprimido mis sentimientos hacia ti y ha sido muy difÃcil". Hice una pausa y mamá me miró con la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado, en una pose inquisitiva. "Entonces esta noche pensé que te veÃas tan absolutamente deslumbrante que casi me dejó sin aliento". Estaba siendo bastante descarado ahora, pero era algo que me salió del corazón.
"Entiendo completamente todas las cosas que me dijiste en mi habitación, pero pensé que tal vez esta noche podrÃa robarte un beso, sólo para evitar que me volviera totalmente loco. ¿Seguramente un beso no puede hacer ningún daño, verdad?"
"Lo que me preocupa es a qué podrÃa conducirme", dijo mi madre. Ella me miró atentamente, considerándolo. "¿Sólo un beso?"
"Sólo un beso", prometÃ.
Y asÃ, increÃblemente, nos besamos.
Mi madre puso sus manos sobre mis hombros y la acerqué suavemente hacia mà con mis manos todavÃa en su cintura e incliné mi cabeza y ella inclinó la suya hacia el otro lado y nuestras cabezas se juntaron lentamente y fui consciente de su cabello enmarcando su rostro. y su aroma y luego, tentativamente, nuestros labios se encontraron y se rozaron y poco a poco aumenté la presión y mamá no se apartó, pero tampoco respondió. La besé con más firmeza y abrà la boca. Éste fue el punto de quiebre; ¿Un beso significaba un beso francés, con la intimidad de las bocas y lenguas abiertas?
Con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho y mi cabeza dando vueltas, sentà su boca abrirse ligeramente contra la mÃa y toqué sus labios con mi lengua y ella permaneció pasivamente contra mÃ, asà que presioné más fuerte con mis labios, abrà más mi boca y deslicé mi lengua dentro. La boca de mi madre y ella lo aceptó y nos besamos durante largos segundos, yo trabajando mi boca contra la de ella, ella dando respuestas débiles pero discernibles con sus labios.
Fui yo quien rompió ese primer beso; No querÃa que fuera mamá. TenÃa los ojos cerrados, mostrando párpados sombreados de azul, pero los abrió y me miró.
"¿Es eso lo que querÃas?" preguntó ella con calma.
"SÃ", susurré. Luego me incliné hacia adelante, la besé en los labios y le dije buenas noches.
Desnudo en mi cama, me masturbé violentamente, luego una segunda vez más tranquilamente, recordando el tacto de los labios de mi madre, su sabor y olor, la sensación de mi lengua en su boca, tocando su lengua en un momento. No sé cuántas veces me vine esa noche; Seguà despertándome, masturbándome, durmiendo y despertándome de nuevo hasta que salió el sol y llegó el momento de levantarme e ir a trabajar.
No vi a mi madre durante el desayuno, pero ella estaba en casa cuando regresé del trabajo y entré a la cocina donde ella estaba preparando verduras para la cena.
"¿Cómo estuvo tu dÃa?" Yo pregunté.
"Está bien", respondió ella, neutralmente. "¿Como estuvo el tuyo?"
HabÃa una incomodidad entre nosotros que era completamente nueva. Una barrera que hay que derribar.
"Bien", dije. "¿Pasa algo? ¿Necesitamos hablar?"
"Bueno, ¿qué piensas, Michael? Anoche nos besamos, como hacen los amantes. Asà que sÃ, creo que necesitamos hablar". Estaba frente a mà al otro lado de la mesada de la cocina, con las manos sobre la superficie de madera y las palmas hacia abajo.
"Fue sólo un beso", comencé.
"¿Qué es lo siguiente? ¿Quieres apretar mis pechos? ¿Acariciar mi trasero? ¿Y después de eso?" La voz de mamá se habÃa elevado. Ella nunca gritó pero esto fue fuerte para ella. Intenté no parecer sorprendida de que ella hubiera delineado con bastante precisión los siguientes dos pasos de mi plan maestro.
De repente supe lo que tenÃa que hacer. Caminé alrededor de la unidad de la mesada, la tomé en mis brazos y la besé fuerte y apasionadamente. Durante unos diez gloriosos segundos ella respondió como una amante, abriendo la boca, deslizando su lengua sobre mis labios, agarrando mis hombros con sus manos, clavando sus uñas en mi espalda. Luego se detuvo y me interrumpió. Su cabello estaba un poco revuelto y le habÃa corrido el lápiz labial. Ella trató de alejarme pero la abracé con fuerza.
"Sólo un beso" dije, "Eso es todo. No hay nada malo en que nos besemos."
Ella se relajó y me miró cansada. —"No creo que lo entiendas, Michael. No eres el único que tiene sentimientos." La solté y ella cogió el pelador de patatas y seleccionó una zanahoria del mostrador. Me quedé sin palabras, asà que caminé, como en trance, hacia la sala de estar e intenté leer el periódico de ese dÃa, pero fue inútil, asà que lo tiré al suelo y me senté a mirar por las ventanas francesas, tratando de procesar lo que mi habÃa dicho mi madre.
¿Quiso decir que besar era peligroso porque la excitaba tanto a ella como a m� Regresé a la cocina.
"Lo siento", dije. "Creo que he sido bastante egoÃsta".
Mamá dejó la zanahoria y se acercó para pararse frente a mÃ.
"Oh, Michael", suspiró. "¿Que está sucediendo aqu�"
"Es mi culpa", le dije. "Me he obsesionado contigo. Como imagen de la perfección sexual madura más que como madre. Me encantarÃa besarte" -añadÃ. "No intentarÃa llevar las cosas más lejos. Si no quisieras" —añadÃ, tentando mi suerte otra vez.
—"Pero está mal, cariño. Nunca deberÃamos habernos besado asÃ. Soy tu madre."
"Es sólo un beso mamá. Nadie salio lastimado. Nadie más tiene por qué saberlo."
Mi madre se quedó allÃ, en la cocina, pensando en lo que habÃa dicho, con el rostro ilegible. TenÃa el estómago hecho un nudo; ParecÃamos estar llegando a un punto de inflexión. Por fin se sentó en uno de los taburetes de la cocina y me miró.
"Me viste masturbándome hace unas semanas". Fue divertido escucharla usar la palabra. Y supongo que eso fue lo que empezó todo esto. No fue una pregunta. "Puede que te sorprenda saber que me masturbo bastante. No en el jardÃn, sino en la cama. De hecho, la mayorÃa de las noches." Mi estómago dio un doble vuelco y me quedé boquiabierto.
"Oh, vamos, no puedes sorprenderte tanto", dijo. "Estoy seguro de que tú haces lo mismo". Ella juntó las manos sobre la mesa. "La cosa es que está muy bien decir 'es sólo un beso', pero yo también tengo sentimientos. Cuando me besaste hace un momento y yo te devolvà el beso, ¡ese fue un terreno peligroso!
"Pero si nos excitamos un poco con los besos entonces ambos tenemos la opcion segura de la masturbación", argumenté, consciente de que era un punto bastante fatuo.
"¡Oh, entonces está bien!" Eso me tranquilizó. No puedo creer que estemos teniendo esta conversación.
—"¿Prométeme que lo pensarás?" Yo rogué.
"Ciertamente lo estaré pensando", respondió ella, y esa fue la última vez que se mencionó el beso esa noche, aunque, para ser justos, no se mencionó mucho más.
Esa noche me quedé despierto de nuevo, lleno de dudas. Tratar de seducir a mi madre me habÃa parecido una idea descabellada y excitante, pero ahora, con el plan desarrollándose en direcciones que no habÃa previsto, estaba preocupado. Me preocupaba alejarme de mi madre, uno de los pocos parientes que tenÃa y alguien a quien amaba mucho. ¿Valió la pena todo esto? Seguramente podrÃa salir y encontrarme con una mujer de sesenta años si eso fuera lo que quisiera.
Pero ella no serÃa mi madre, y era con mi madre, Liliana, con quien estaba inextricablemente obsesionado. Me dije a mà mismo que nunca iba a acostarme con ella pero una vocecita interior me dijo: "Nunca se sabe".
Aun asÃ, la noche siguiente me sorprendió la propuesta de mamá.
HabÃamos comido más temprano de lo habitual y estábamos viendo una pelÃcula aburrida en la televisión cuando de repente mamá tomó el control remoto y apagó el aparato. "Ya basta de tanta basura", dijo. "Y además, tengo algo que decirte."
De repente me quedé sin aliento y mi estómago pareció saltar a mi garganta.
“Hoy he estado pensando mucho en nosotros. Sobre este asunto de los besos. Sobre lo que dijiste sobre una opcion de seguridad. Esperé, tenso. "Si dijera que podrÃamos tener un beso ocasional, un beso adecuado, quiero decir, ¿prometerÃas no intentar llevarlo más lejos?"
Tragué saliva involuntariamente.
"Por supuesto", dije, sentándome. "Absolutamente."
"Está bien", dijo mi madre, lentamente, "veamos cómo funciona".
Me senté en el sofá junto a ella en un instante.
"Dije ocasionalmente", sonrió, pero no se resistió cuando le pasé el brazo por los hombros y la atraà hacia mÃ. Y ese fue realmente el primer beso adecuado entre nosotros.
Trabajamos nuestros labios juntos como amantes experimentados, cada uno de nosotros ansioso y dispuesto. Mi madre sabÃa deliciosa, su saliva en mi lengua mientras exploraba sus dientes y encÃas. Ella aplastó su boca contra la mÃa, chupando mi labio inferior y mordisqueándolo suavemente. ¡Estaba en el cielo! ¡Nunca habÃa imaginado que mi madre podrÃa besar asÃ! Me recordó a Valerie en su momento más lascivo y tuve un recuerdo repentino de mamá chupándose los jugos de los dedos y me puse muy caliente y muy excitado.
Esa noche nos besamos durante mucho tiempo y cuando finalmente le dije buenas noches a mi madre y subà las escaleras, tenÃa la boca tierna y podÃa saborear a mamá en mi lengua. Durante la hora que nos besamos, tuve una erección incómoda y dura como el vidrio y fue un alivio desnudarme y liberarla. El glande estaba morado, hinchado y cubierto de lÃquido seminal pegajoso. Apenas tuve que acariciarme antes de eyacular en el pequeño lavabo del baño de mi habitación.
Una vez más, mi segunda paja fue más lenta y estuvo acompañada de imágenes de fantasÃa de mi madre, mayoritariamente desnuda, pero también vestida con lencerÃa sexy. La imaginé a horcajadas sobre mÃ, montando mi pene; arrodillada ante mÃ, chupándome y, lo más erótico de todo, atada a la cama mientras me la follaba. Mis pensamientos también estaban entrelazados con la realidad; HabÃa besado correctamente a mi madre de cincuenta y tantos años. La besarÃa de nuevo, tan a menudo como pudiera. Pensé en la promesa que habÃa hecho de no intentar llevar las cosas más lejos. Bueno, me dije, si nunca fuera más allá de los besos, todavÃa morirÃa siendo un hombre feliz.
Mi plan maestro habÃa asumido que los besos se normalizarÃan por costumbre y luego, tentativamente, seguirÃa por caminos más prohibidos; acariciando sus pechos, como ella habÃa mencionado, por ejemplo. Pero habÃa prometido no hacer eso y si rompÃa esa promesa, ¿Era posible que me retiraran los privilegios de besarla?
Lo que hizo la vida más difÃcil, porque después de esa primera noche, nos besábamos casi todas las noches y, a menudo, por la mañana antes de irnos a trabajar. Como consecuencia de esto, pasé una parte considerable del dÃa (y de la noche) en un estado de intensa excitación sexual. Por eso era completamente natural que quisiera ir más lejos con mi madre. De hecho, hasta donde era posible llegar.
Pero durante más de cuatro semanas cumplà mi promesa, hasta bien entrado marzo, cuando el clima cambió y la lluvia de finales del verano azotó las ventanas de la casa y el fútbol se suspendió, asà que todo lo que tenÃa que hacer los fines de semana era besar a mi madre y masturbarme sin cesar. Supuse que mi madre estaba haciendo lo mismo. Finalmente, un sábado por la tarde, le pregunté.
Por la mañana habÃamos hecho las tareas del hogar y afuera todavÃa hacÃa mal olor. Después de un almuerzo de ensalada y embutidos nos sentamos a ver una vieja pelÃcula de David Niven en blanco y negro: Una cuestión de vida o muerte, una de las favoritas de mamá. Vimos acurrucados en el sofá, con mi brazo alrededor de mi madre y su cabeza sobre mi pecho. A medida que avanzaban los créditos finales, ella volvió su rostro hacia el mÃo y nos besamos lenta y suavemente, y mientras nos besábamos, le acaricié el cabello, la espalda y el brazo y, una vez, le rocé el pecho con la mano.
"¿Qué harás cuando terminemos de besarnos?" Bromeé con ella, "¿subir y masturbarte?"
"Ese no es el tipo de pregunta que se le debe hacer a una dama."
"¿TodavÃa te masturbas mucho?", presioné.
"SÃ", respondió ella en voz baja. "Mucho."
Sus palabras hicieron que mi estómago se revolviera de deseo y posibilidad.
"PodrÃa hacerlo por ti algún dÃa", le susurré al oÃdo.
"Hiciste una promesa", me recordó. "Sólo besos."
"Te quiero, ¿sabes?", le dije, sintiendo que todas las barreras a la franqueza habÃan caÃdo.
"Lo sé", respondió ella en voz baja y un poco triste.
Después de la primera semana de marzo, una cresta de alta presión se movió sobre el Atlántico y ahuyentó la lluvia. Los dÃas volvÃan a tener el cielo despejado y eran calurosos y las noches cálidas y bochornosas. Dormir era difÃcil, incluso sin cubrir la cama. Las ventanas estaban abiertas de par en par, pero ninguna brisa perturbaba el aire espeso.
Una noche, creo recordar que era viernes, me quedé tumbado bañado en sudor durante un par de horas antes de levantarme, ponerme una bata ligera y bajar las escaleras, donde hacÃa unos grados más fresco. Eran poco más de las 3 de la madrugada, asà que me sorprendió ver que habÃa una luz encendida en la sala de estar. Mi madre, vestida con una bata larga de una tela plateada, estaba sentada en el sofá leyendo una novela policÃaca. Fuera de la universidad, los gustos literarios de mi madre eran decididamente más básicos. Ella levantó la vista cuando entré por la puerta.
"¿Tampoco pudiste dormir?" preguntó, sonriéndome.
"No hay ninguna posibilidad con este calor." Me senté a su lado y la atraje hacia mà para darle un beso.
"No paras nunca", dijo, aunque se dejó besar e incluso dejó su libro en el sofá para abrazarme y devolverme el beso. Su boca tenÃa un sabor un poco rancio, pero imagino que la mÃa también.
Pero esta vez hubo algo diferente. Algo muy, muy emocionante. Mi madre, de cincuenta y siete años, estaba desnuda debajo de su bata. PodÃa sentir la suavidad de sus pechos contra mi pecho a través del material. Y, lo más erótico de todo, podÃa oler un olor a humedad en ella, un olor que estaba acostumbrado a oler en el coño de una mujer. El aroma de sus jugos. Imaginé una visión repentina de mamá retorciéndose empapada de sudor en la cama del dormitorio a oscuras, con dos dedos profundamente dentro de ella.
🔥 Continuará.... 🔥
...
La lámpara de la mesita de noche no era muy potente, pero pude ver que mamá estaba sonrojada de un rosa intenso. Luego guardó silencio durante un largo rato:
"Lo siento, Michael. No tenÃa idea de que volverÃas. Yo... habÃa leÃdo algo en mi libro y yo... Bueno, me hizo sentir un poco, ya sabes, cálido."
"La cosa es, mamá, que no me lo podÃa quitar de la cabeza. Pensé en ti todo el tiempo. Pensé en ti como una persona sexual como mujer en lugar de solo en mi madre. Nunca habÃa hecho eso antes" agregué. "Sé que estuvo mal" continué, "pero con el vino y el dÃa libre y todo eso no pude evitarlo. ParecÃas tan deseable."
Mamá me dio una media sonrisa y me relajé un poco. No iba a haber una disputa catastrófica ni una ruptura familiar. Esa no era la manera de ser de mi madre, pero aún asà fue bueno que lo confirmaran.
"No sé si sentirme halagada, horrorizada o ambas cosas", hizo una pausa, ordenando sus pensamientos. "Quiero decir que la literatura está plagada de hombres jóvenes con una fijación materna, asà que no es que la idea sea nueva para mÃ. Pero cuando se manifiesta en tu propio hijo, es un gran shock." Hizo una nueva pausa y yo esperé, conteniendo la respiración, incapaz de adivinar qué dirÃa a continuación.
"Además, supongo que habrÃa esperado que un complejo de Edipo hubiera asomado su fea cabeza cuando yo era un poco más joven, ¡no cuando tengo casi sesenta años!"
"Nunca te habÃa visto masturbándote antes", dije, cambiando un poco mi postura.
"Supongo", respondió ella. "Y obviamente no se lo dirás a nadie más, ¿verdad?"
"¡Por supuesto que no!"
Mamá suspiró. "Y obviamente nunca podrá haber nada de esa naturaleza entre nosotros. Lo entiendes, ¿verdad, Michael?"
"SÃ", suspiré y ella se inclinó y me besó en la mejilla y tuve que contener el impulso de girar la cabeza y besar sus labios nuevamente. Esta pequeña discusión me habÃa llevado a nuevas alturas, habÃamos sacado el tabú del incesto casi a la luz del dÃa, y ciertamente dentro del ámbito de una discusión futura. Mi polla estaba tremendamente dura debajo del edredón.
"Buenas noches, Michael."
"Buenas noches, mamá."
El desayuno de ese domingo no fue tan incómodo como temÃa. Mamá hizo un esfuerzo por hacerme sentir cómoda y ninguno de los dos habló de la noche anterior. El plan iba más o menos según lo previsto. Faltaban quince dÃas para el siguiente paso.
En realidad, ese paso tuvo lugar el fin de semana en que fue el cumpleaños de mi madre. Le dije que dejara el domingo libre y ella se emocionó con la anticipación. Yo también estaba emocionado, por razones diferentes y más oscuras.
El buen tiempo continuó cuando enero se convirtió en febrero, asà que ese domingo por la mañana llevé a mi madre a las colinas nuevamente y caminamos por una ruta diferente, pero con una parada en el mismo pub para almorzar. Mamá llevaba pantalones cortos esta vez y pude admirar subrepticiamente sus piernas; No eran los más delgados que habÃa visto en mi vida, pero estaban bien formados, musculosos y bronceados de color miel.
Llegamos a casa alrededor de las tres y mamá abrió los pocos regalos que habÃa recibido; Le habÃa comprado un enorme ramo de flores y una cafetera de última generación. Luego le dije que habÃa una mesa en un restaurante de la ciudad reservada para las nueve y media y que después verÃamos un espectáculo en el Teatro Royal.
Mamá estaba incandescente de emoción; nunca salÃa a comer y rara vez iba al teatro. Cuando le dije que era Guys 'n' Dolls ella chilló de placer y me abrazó fuerte, apretando sus senos contra mi pecho; Guys 'n' Dolls es su favorito de todos los tiempos. Desapareció escaleras arriba y oà el sonido de una bañera corriendo.
El restaurante costó una fortuna pero estaba bien. Buena comida, buen servicio y buen ambiente. Y mi madre también tenÃa buen aspecto. Llevaba un vestido de cóctel negro ceñido con un solo hilo de perlas.
"Creo que soy un poco grande para este vestido", me habÃa confiado mientras esperábamos el taxi.
"TonterÃas, resalta tu figura" le dije, y era cierto. Su cintura se habÃa engrosado un poco con los años, pero todavÃa tenÃa forma de curvas y sus senos llenos y caderas anchas eran el epÃtome de una mujer madura, aunque me abstuve de mencionar eso.
"Gracias", respondió ella, dándome una sonrisa ligeramente burlona.
Ella también se habÃa lavado el pelo y brillaba a la luz sutil de la vela que habÃa sobre la mesa entre nosotros. Se aplicó el maquillaje con cuidado y habÃa hecho un esfuerzo adicional y usó polvos faciales, sombra de ojos, rÃmel y un lápiz labial carmesà oscuro que hacÃa que sus labios parecieran aún más carnosos y jugosos. También me di cuenta de que llevaba medias negras y zapatos de salón, asà que, en general, me sentà un poco abrumado por la apariencia de mi madre. ¡No esperaba que se viera tan bien!
Y ella estaba en un raro humor; charlando tranquilamente con los camareros, haciendo chistes, mirándome por encima del borde de su vaso mientras bebÃa su Chianti. Me pregunté qué estaba pensando. También, noté con cierta sorpresa, se habÃa pintado las uñas con un barniz transparente, algo que no recuerdo que haya hecho antes. ¿Estaba ella haciendo todo esto por mÃ? ¿Me estaba diciendo a su manera sutil que tal vez las cosas podrÃan progresar entre nosotros? Lo dudaba mucho pero era una fantasÃa agradable y disfrutaba comiendo, hablando y mirándola al otro lado de la mesa.
El espectáculo también estuvo bueno. No soy muy aficionado a los musicales, pero el elenco lo interpretó muy profesionalmente y mamá quedó cautivada, que era el objetivo del ejercicio. En el intervalo, la conduje suavemente a través de la multitud hasta la barra con una mano en la parte baja de su espalda y bebimos cócteles y ella charló animadamente sobre el espectáculo y fue todo lo que pude lograr para no atraerla hacia mà y besarla. ¡Mi madre era preciosa!
Regresamos a casa a las dos y media de la mañana y le sugerà una copa para dormir, a lo que mamá accedió de buena gana, asà que le servà un Remy Martin fuerte, su licor favorito; Tomé un whisky.
Nos sentamos y tomamos sorbos de nuestras bebidas en lados opuestos de la sala de estar. Mamá en el sofá, como siempre, y yo en el sillón. Hablamos de la comida y del espectáculo y el reloj dio la vuelta a las tres y finalmente dejé mi vaso vacÃo y me levanté.
"Estoy a punto de irme a la cama", anuncié.
"Yo también", sonrió mamá, levantándose. Ella se paró frente a mÃ. "Gracias por brindarme un dÃa tan especial, Michael. Ha sido... espléndido" finalizó. "Has hecho muy feliz a una anciana". Dio un paso hacia mà y me besó en la mejilla y sentà que mi deseo alcanzaba un nivel de grito y puse mis manos en sus caderas y la acerqué un poco más.
Ella me dio esa sonrisa burlona otra vez. "No vas a estropearlo ahora, ¿verdad?"
"Está bien", dije, y me alegré de haber tomado el whisky porque me sentÃa un poco entumecido y podÃa continuar con mi discurso. "Durante las últimas dos semanas he reprimido mis sentimientos hacia ti y ha sido muy difÃcil". Hice una pausa y mamá me miró con la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado, en una pose inquisitiva. "Entonces esta noche pensé que te veÃas tan absolutamente deslumbrante que casi me dejó sin aliento". Estaba siendo bastante descarado ahora, pero era algo que me salió del corazón.
"Entiendo completamente todas las cosas que me dijiste en mi habitación, pero pensé que tal vez esta noche podrÃa robarte un beso, sólo para evitar que me volviera totalmente loco. ¿Seguramente un beso no puede hacer ningún daño, verdad?"
"Lo que me preocupa es a qué podrÃa conducirme", dijo mi madre. Ella me miró atentamente, considerándolo. "¿Sólo un beso?"
"Sólo un beso", prometÃ.
Y asÃ, increÃblemente, nos besamos.
Mi madre puso sus manos sobre mis hombros y la acerqué suavemente hacia mà con mis manos todavÃa en su cintura e incliné mi cabeza y ella inclinó la suya hacia el otro lado y nuestras cabezas se juntaron lentamente y fui consciente de su cabello enmarcando su rostro. y su aroma y luego, tentativamente, nuestros labios se encontraron y se rozaron y poco a poco aumenté la presión y mamá no se apartó, pero tampoco respondió. La besé con más firmeza y abrà la boca. Éste fue el punto de quiebre; ¿Un beso significaba un beso francés, con la intimidad de las bocas y lenguas abiertas?
Con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho y mi cabeza dando vueltas, sentà su boca abrirse ligeramente contra la mÃa y toqué sus labios con mi lengua y ella permaneció pasivamente contra mÃ, asà que presioné más fuerte con mis labios, abrà más mi boca y deslicé mi lengua dentro. La boca de mi madre y ella lo aceptó y nos besamos durante largos segundos, yo trabajando mi boca contra la de ella, ella dando respuestas débiles pero discernibles con sus labios.
Fui yo quien rompió ese primer beso; No querÃa que fuera mamá. TenÃa los ojos cerrados, mostrando párpados sombreados de azul, pero los abrió y me miró.
"¿Es eso lo que querÃas?" preguntó ella con calma.
"SÃ", susurré. Luego me incliné hacia adelante, la besé en los labios y le dije buenas noches.
Desnudo en mi cama, me masturbé violentamente, luego una segunda vez más tranquilamente, recordando el tacto de los labios de mi madre, su sabor y olor, la sensación de mi lengua en su boca, tocando su lengua en un momento. No sé cuántas veces me vine esa noche; Seguà despertándome, masturbándome, durmiendo y despertándome de nuevo hasta que salió el sol y llegó el momento de levantarme e ir a trabajar.
No vi a mi madre durante el desayuno, pero ella estaba en casa cuando regresé del trabajo y entré a la cocina donde ella estaba preparando verduras para la cena.
"¿Cómo estuvo tu dÃa?" Yo pregunté.
"Está bien", respondió ella, neutralmente. "¿Como estuvo el tuyo?"
HabÃa una incomodidad entre nosotros que era completamente nueva. Una barrera que hay que derribar.
"Bien", dije. "¿Pasa algo? ¿Necesitamos hablar?"
"Bueno, ¿qué piensas, Michael? Anoche nos besamos, como hacen los amantes. Asà que sÃ, creo que necesitamos hablar". Estaba frente a mà al otro lado de la mesada de la cocina, con las manos sobre la superficie de madera y las palmas hacia abajo.
"Fue sólo un beso", comencé.
"¿Qué es lo siguiente? ¿Quieres apretar mis pechos? ¿Acariciar mi trasero? ¿Y después de eso?" La voz de mamá se habÃa elevado. Ella nunca gritó pero esto fue fuerte para ella. Intenté no parecer sorprendida de que ella hubiera delineado con bastante precisión los siguientes dos pasos de mi plan maestro.
De repente supe lo que tenÃa que hacer. Caminé alrededor de la unidad de la mesada, la tomé en mis brazos y la besé fuerte y apasionadamente. Durante unos diez gloriosos segundos ella respondió como una amante, abriendo la boca, deslizando su lengua sobre mis labios, agarrando mis hombros con sus manos, clavando sus uñas en mi espalda. Luego se detuvo y me interrumpió. Su cabello estaba un poco revuelto y le habÃa corrido el lápiz labial. Ella trató de alejarme pero la abracé con fuerza.
"Sólo un beso" dije, "Eso es todo. No hay nada malo en que nos besemos."
Ella se relajó y me miró cansada. —"No creo que lo entiendas, Michael. No eres el único que tiene sentimientos." La solté y ella cogió el pelador de patatas y seleccionó una zanahoria del mostrador. Me quedé sin palabras, asà que caminé, como en trance, hacia la sala de estar e intenté leer el periódico de ese dÃa, pero fue inútil, asà que lo tiré al suelo y me senté a mirar por las ventanas francesas, tratando de procesar lo que mi habÃa dicho mi madre.
¿Quiso decir que besar era peligroso porque la excitaba tanto a ella como a m� Regresé a la cocina.
"Lo siento", dije. "Creo que he sido bastante egoÃsta".
Mamá dejó la zanahoria y se acercó para pararse frente a mÃ.
"Oh, Michael", suspiró. "¿Que está sucediendo aqu�"
"Es mi culpa", le dije. "Me he obsesionado contigo. Como imagen de la perfección sexual madura más que como madre. Me encantarÃa besarte" -añadÃ. "No intentarÃa llevar las cosas más lejos. Si no quisieras" —añadÃ, tentando mi suerte otra vez.
—"Pero está mal, cariño. Nunca deberÃamos habernos besado asÃ. Soy tu madre."
"Es sólo un beso mamá. Nadie salio lastimado. Nadie más tiene por qué saberlo."
Mi madre se quedó allÃ, en la cocina, pensando en lo que habÃa dicho, con el rostro ilegible. TenÃa el estómago hecho un nudo; ParecÃamos estar llegando a un punto de inflexión. Por fin se sentó en uno de los taburetes de la cocina y me miró.
"Me viste masturbándome hace unas semanas". Fue divertido escucharla usar la palabra. Y supongo que eso fue lo que empezó todo esto. No fue una pregunta. "Puede que te sorprenda saber que me masturbo bastante. No en el jardÃn, sino en la cama. De hecho, la mayorÃa de las noches." Mi estómago dio un doble vuelco y me quedé boquiabierto.
"Oh, vamos, no puedes sorprenderte tanto", dijo. "Estoy seguro de que tú haces lo mismo". Ella juntó las manos sobre la mesa. "La cosa es que está muy bien decir 'es sólo un beso', pero yo también tengo sentimientos. Cuando me besaste hace un momento y yo te devolvà el beso, ¡ese fue un terreno peligroso!
"Pero si nos excitamos un poco con los besos entonces ambos tenemos la opcion segura de la masturbación", argumenté, consciente de que era un punto bastante fatuo.
"¡Oh, entonces está bien!" Eso me tranquilizó. No puedo creer que estemos teniendo esta conversación.
—"¿Prométeme que lo pensarás?" Yo rogué.
"Ciertamente lo estaré pensando", respondió ella, y esa fue la última vez que se mencionó el beso esa noche, aunque, para ser justos, no se mencionó mucho más.
Esa noche me quedé despierto de nuevo, lleno de dudas. Tratar de seducir a mi madre me habÃa parecido una idea descabellada y excitante, pero ahora, con el plan desarrollándose en direcciones que no habÃa previsto, estaba preocupado. Me preocupaba alejarme de mi madre, uno de los pocos parientes que tenÃa y alguien a quien amaba mucho. ¿Valió la pena todo esto? Seguramente podrÃa salir y encontrarme con una mujer de sesenta años si eso fuera lo que quisiera.
Pero ella no serÃa mi madre, y era con mi madre, Liliana, con quien estaba inextricablemente obsesionado. Me dije a mà mismo que nunca iba a acostarme con ella pero una vocecita interior me dijo: "Nunca se sabe".
Aun asÃ, la noche siguiente me sorprendió la propuesta de mamá.
HabÃamos comido más temprano de lo habitual y estábamos viendo una pelÃcula aburrida en la televisión cuando de repente mamá tomó el control remoto y apagó el aparato. "Ya basta de tanta basura", dijo. "Y además, tengo algo que decirte."
De repente me quedé sin aliento y mi estómago pareció saltar a mi garganta.
“Hoy he estado pensando mucho en nosotros. Sobre este asunto de los besos. Sobre lo que dijiste sobre una opcion de seguridad. Esperé, tenso. "Si dijera que podrÃamos tener un beso ocasional, un beso adecuado, quiero decir, ¿prometerÃas no intentar llevarlo más lejos?"
Tragué saliva involuntariamente.
"Por supuesto", dije, sentándome. "Absolutamente."
"Está bien", dijo mi madre, lentamente, "veamos cómo funciona".
Me senté en el sofá junto a ella en un instante.
"Dije ocasionalmente", sonrió, pero no se resistió cuando le pasé el brazo por los hombros y la atraà hacia mÃ. Y ese fue realmente el primer beso adecuado entre nosotros.
Trabajamos nuestros labios juntos como amantes experimentados, cada uno de nosotros ansioso y dispuesto. Mi madre sabÃa deliciosa, su saliva en mi lengua mientras exploraba sus dientes y encÃas. Ella aplastó su boca contra la mÃa, chupando mi labio inferior y mordisqueándolo suavemente. ¡Estaba en el cielo! ¡Nunca habÃa imaginado que mi madre podrÃa besar asÃ! Me recordó a Valerie en su momento más lascivo y tuve un recuerdo repentino de mamá chupándose los jugos de los dedos y me puse muy caliente y muy excitado.
Esa noche nos besamos durante mucho tiempo y cuando finalmente le dije buenas noches a mi madre y subà las escaleras, tenÃa la boca tierna y podÃa saborear a mamá en mi lengua. Durante la hora que nos besamos, tuve una erección incómoda y dura como el vidrio y fue un alivio desnudarme y liberarla. El glande estaba morado, hinchado y cubierto de lÃquido seminal pegajoso. Apenas tuve que acariciarme antes de eyacular en el pequeño lavabo del baño de mi habitación.
Una vez más, mi segunda paja fue más lenta y estuvo acompañada de imágenes de fantasÃa de mi madre, mayoritariamente desnuda, pero también vestida con lencerÃa sexy. La imaginé a horcajadas sobre mÃ, montando mi pene; arrodillada ante mÃ, chupándome y, lo más erótico de todo, atada a la cama mientras me la follaba. Mis pensamientos también estaban entrelazados con la realidad; HabÃa besado correctamente a mi madre de cincuenta y tantos años. La besarÃa de nuevo, tan a menudo como pudiera. Pensé en la promesa que habÃa hecho de no intentar llevar las cosas más lejos. Bueno, me dije, si nunca fuera más allá de los besos, todavÃa morirÃa siendo un hombre feliz.
Mi plan maestro habÃa asumido que los besos se normalizarÃan por costumbre y luego, tentativamente, seguirÃa por caminos más prohibidos; acariciando sus pechos, como ella habÃa mencionado, por ejemplo. Pero habÃa prometido no hacer eso y si rompÃa esa promesa, ¿Era posible que me retiraran los privilegios de besarla?
Lo que hizo la vida más difÃcil, porque después de esa primera noche, nos besábamos casi todas las noches y, a menudo, por la mañana antes de irnos a trabajar. Como consecuencia de esto, pasé una parte considerable del dÃa (y de la noche) en un estado de intensa excitación sexual. Por eso era completamente natural que quisiera ir más lejos con mi madre. De hecho, hasta donde era posible llegar.
Pero durante más de cuatro semanas cumplà mi promesa, hasta bien entrado marzo, cuando el clima cambió y la lluvia de finales del verano azotó las ventanas de la casa y el fútbol se suspendió, asà que todo lo que tenÃa que hacer los fines de semana era besar a mi madre y masturbarme sin cesar. Supuse que mi madre estaba haciendo lo mismo. Finalmente, un sábado por la tarde, le pregunté.
Por la mañana habÃamos hecho las tareas del hogar y afuera todavÃa hacÃa mal olor. Después de un almuerzo de ensalada y embutidos nos sentamos a ver una vieja pelÃcula de David Niven en blanco y negro: Una cuestión de vida o muerte, una de las favoritas de mamá. Vimos acurrucados en el sofá, con mi brazo alrededor de mi madre y su cabeza sobre mi pecho. A medida que avanzaban los créditos finales, ella volvió su rostro hacia el mÃo y nos besamos lenta y suavemente, y mientras nos besábamos, le acaricié el cabello, la espalda y el brazo y, una vez, le rocé el pecho con la mano.
"¿Qué harás cuando terminemos de besarnos?" Bromeé con ella, "¿subir y masturbarte?"
"Ese no es el tipo de pregunta que se le debe hacer a una dama."
"¿TodavÃa te masturbas mucho?", presioné.
"SÃ", respondió ella en voz baja. "Mucho."
Sus palabras hicieron que mi estómago se revolviera de deseo y posibilidad.
"PodrÃa hacerlo por ti algún dÃa", le susurré al oÃdo.
"Hiciste una promesa", me recordó. "Sólo besos."
"Te quiero, ¿sabes?", le dije, sintiendo que todas las barreras a la franqueza habÃan caÃdo.
"Lo sé", respondió ella en voz baja y un poco triste.
Después de la primera semana de marzo, una cresta de alta presión se movió sobre el Atlántico y ahuyentó la lluvia. Los dÃas volvÃan a tener el cielo despejado y eran calurosos y las noches cálidas y bochornosas. Dormir era difÃcil, incluso sin cubrir la cama. Las ventanas estaban abiertas de par en par, pero ninguna brisa perturbaba el aire espeso.
Una noche, creo recordar que era viernes, me quedé tumbado bañado en sudor durante un par de horas antes de levantarme, ponerme una bata ligera y bajar las escaleras, donde hacÃa unos grados más fresco. Eran poco más de las 3 de la madrugada, asà que me sorprendió ver que habÃa una luz encendida en la sala de estar. Mi madre, vestida con una bata larga de una tela plateada, estaba sentada en el sofá leyendo una novela policÃaca. Fuera de la universidad, los gustos literarios de mi madre eran decididamente más básicos. Ella levantó la vista cuando entré por la puerta.
"¿Tampoco pudiste dormir?" preguntó, sonriéndome.
"No hay ninguna posibilidad con este calor." Me senté a su lado y la atraje hacia mà para darle un beso.
"No paras nunca", dijo, aunque se dejó besar e incluso dejó su libro en el sofá para abrazarme y devolverme el beso. Su boca tenÃa un sabor un poco rancio, pero imagino que la mÃa también.
Pero esta vez hubo algo diferente. Algo muy, muy emocionante. Mi madre, de cincuenta y siete años, estaba desnuda debajo de su bata. PodÃa sentir la suavidad de sus pechos contra mi pecho a través del material. Y, lo más erótico de todo, podÃa oler un olor a humedad en ella, un olor que estaba acostumbrado a oler en el coño de una mujer. El aroma de sus jugos. Imaginé una visión repentina de mamá retorciéndose empapada de sudor en la cama del dormitorio a oscuras, con dos dedos profundamente dentro de ella.
🔥 Continuará.... 🔥
2 comentarios - Madre Renuente #2