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Compendio III
Friday, MEL 5:34 PM | GMT: 7:34AM
Cheryl (C): Hola Marco.
Marco (M): Hola, Cheryl. ¿Cómo estás? ¿Ha pasado algo? ¿Mañana no nos vamos a juntar?
C: ¡No! ¡No! Al contrario, te escribía para saber si mañana nos íbamos a juntar o no.
M: ¡Te pido disculpas! Particularmente, no uso muchas redes sociales y no acostumbro a mandar mensajes.
C: ¡No, está bien! Solo creí que te habías olvidado de mí, por lo que pasó la última vez.
M: ¡Para nada! Créeme que hasta a mi esposa le molesta que no me contacte con mis familiares en nuestro país. Pero lo pasé bastante bien contigo el sábado pasado.
C: ¿De verdad?
M: Sí. Incluso mis hijas me pidieron que volviera a verte. Dicen que a tus rollos California les falta mejorar el sabor.
C: Oh, ya veo. Discúlpame con ellas. Fue mi primera vez haciendo algo así.
M: Aunque creo que mis hijas se equivocan. Al parecer, se les olvidó que yo también pasé bastante tiempo practicando ese tipo de sushi. Pero quiero enseñarte mañana mi versión particular de “tempura falsa”.
C: ¿” Tempura falsa”? ¿Por qué? ¿Qué la hace falsa?
M: Sí. O al menos, así la bauticé, porque se prepara frito y parecido a la tempura, aunque incluye champiñones y pollo. De casualidad, no eres vegana, ¿Cierto?
C: No, pero no deberías molestarte en gastar tanto por mí.
M: Al contrario. Te dije que mis hijas están probando tu sushi y conociéndolas, ya deben querer que te enseñe a hacerlo también.
C: No sé. Te dije que mi fuerte no es la cocina.
M: Sí, pero en esta oportunidad, podrás preparar tú el arroz para el sushi. No llevaré mi olla y estaré detrás de ti, asegurándome que lo hagas bien.
C: Eso me gustaría. Creo que puedo encargarme del arroz, pero ten el extintor a mano, por favor.
M: ¿Por qué? Creo que lo harás bien. Además, no es mi casa jaja. Lo otro que me preocupa es que necesites más ollas. Tienes más ollas, ¿Cierto? Porque necesitaremos otra olla para freír.
C: Jaja. Sí, tengo más ollas. Esperaré ansiosa a que vengas a enseñarme.
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En casa, de la misma manera que Bastián estaba pendiente de la cebolla frita días atrás, Verito y Pamelita no me perdían el ojo mientras preparaba las tiras de pollo. Mi ruiseñor, silenciosa, se reía orgullosa de nuestras niñas.
- ¿Estás bien con esto? –pregunté a mi esposa y mejor amiga, sabiendo que, en ocasiones como estas, a veces la ponían celosa.
Marisol solo sonrió…
+ ¡Sí, mi amor, todo está bien! –me respondió, besándome suavemente. – Me da gusto ver que otras mujeres pueden ver las cosas lindas que encuentro en ti.
Por la tarde, Cheryl me esperaba vestida con una blusa fluida de cuello alto y pantalón ancho, que, si bien le quedaba ajustado dado su físico, le hacía ver elegante e inocente. La tomé por sorpresa cuando la besé brevemente en los labios.
- ¡Hola! ¿Te molesta que te salude de esa manera?
Cheryl dio un suspiro, relamiéndose brevemente los labios.
· No… pero preferiría que mis vecinos no me vieran.
Fui siguiéndola a su departamento, viendo su enorme y curvilíneo trasero mientras subía las escaleras, sintiendo cómo mis manos sudaban frio por volver a manosearlo.
· Antes de empezar a cocinar…¿Podrías acompañarme al living, por favor? – preguntó ella, luego que dejé la mercadería en el mueble de cocina.
- ¡Por supuesto!
Se sentó en el sofá, mientras yo me senté en su cama. Se le notaba nerviosa, por la manera que entrelazaba sus manos.
· Quería pedirte disculpas por lo que pasó la semana pasada. – empezó ella, con dificultad. – Creo que mi comportamiento no fue el más apropiado con el apoderado de uno de mis alumnos.
- ¿Te refieres a los besos y al manoseo?
Tímidamente, Cheryl asintió…
- Yo no le veo el problema.
· ¡Es que no importan mis deseos!– replicó ella, muy avergonzada. – Es malo que me comporte así con un hombre casado.
- Cheryl, ¿Tú sabes que también me gustas, cierto? – ella alzó la mirada en sorpresa. – Quiero decir, ya me lo has dicho unas 2 o 3 veces, pero tampoco soy tan tonto para venir acá solamente a cocinar.
· Pero… ¿Cómo puedo gustarte? –preguntó, empezando a ponerse colorada. – Las madres de Karen y Lilly son tan hermosas… y yo estoy tan gorda.
Me reí levemente…
- ¿Es eso lo que te preocupa? Mira, no voy a negar que tienes unos kilos extra, pero creo que están en los lugares apropiados. Y no es nada que un poco de ejercicio o unas cuantas sesiones de buen sexo puedan arreglar…- solté con sutileza.
Ella me miró asombrada.
- Porque no eres virgen, ¿Cierto? Te noto nerviosa y tensa, pero creo que es por falta de experiencia, ¿Verdad?
Esa fue una pregunta complicada para ella…
· ¡No, no soy virgen!... es decir… he estado con 4 o 5 hombres… pero nunca nada serio… ¡Perdón!
- No tienes de qué avergonzarte.– le respondí, sentándome a su lado y tocando su pierna. – Para una mujer tan atractiva como tú, me sorprende que no tengas a nadie que se acueste contigo desde la noche del viernes hasta la mañana del domingo. Por eso te dije que me sorprendía que comieras sushi los sábados por la noche. Pero si gustas, te puedo ofrecer eso: te enseño a cocinar y después, tonteamos un poco.
Ella empezó a jugar con los rizos cobrizos de sus cabellos…
· No sé si aceptar…
- Porque si quieres, puedo volver a enseñarte de la forma normal… claro, tendrás que disculparme, porque no resistiré manosear tu trasero… pero prometo comportarme.
Cheryl se rió…
- Pero la otra opción es que vuelvas a los sábados normales, donde estás sola y no tienes nada más que hacer. También sé que es malo que yo te lo proponga, pero imagino que prefieres hacerlo con alguien que se preocupará que lo disfrutes también y sea constante y comprensivo contigo. Es lo único que te puedo ofrecer.
· ¿Y qué hay de tu esposa? –preguntó ella, mucho más convencida.
- ¡Créeme que ella te estará muy agradecida! – respondí en un tono bromista. – Soy demasiado libidinoso y nunca la dejo en paz. Pero contigo, seré lento. Iremos haciendo cosas de poco a poco, hasta que encuentres a alguien más o te sientas más cómoda.
· ¡Gracias! – respondió ella, dándome un beso.
Pero fue acomodándose sobre mí. Abrió sus piernas en torno a mi pelvis y claramente, se empezó a restregar sobre mí, por lo que tuve que frenarla.
- ¡Cheryl! ¡Cheryl! También quiero divertirme contigo. Pero mis hijas realmente se van a enojar si no les preparamos sushi.
Se rió y nos arreglamos.
Ya en la cocina, se puso a preparar el arroz del sushi. Mi nivel de confianza era tal, que mi mano se perdía en el surco de sus nalgas. Ella también cooperaba, restregándose levemente cuando la punteaba, lo cual me tenía tremendamente duro.
Luego de repasar de nuevo cómo preparar el nori, aproveché de colocarme a sus espaldas y finalmente, manosear sus enormes pechos por encima de la ropa, mientras le besaba el cuello. Ella se dejaba hacer, amasando el rollo con bastante calma.
Luego de envolver los rollos en panko, los metimos a la olla para freír y mientras esperábamos los 3 minutos para que se frieran, nos manoseábamos mutuamente los genitales mientras nos besábamos como locos.
- Deberías haber usado falda…- le dije, al lograr escabullir mis dedos a la entrada de su vagina.
· Augh… quería detenerte. –respondió, manoseando con mayor torpeza mi erección.
Cuando la preparación empezó a chisporrotear, tuve que dejarla. Lamí mis dedos empapados por su miel, mientras que ella me abrazaba por la espalda, enterrándome sus tremendas ubres y buscando desesperada mi erección para volver a sobarla.
Luego de una “breve sesión de besos”, donde los 2 terminamos un poco más desabrochados de prendas de vestir, me dispuse a trozar los rollos. Afortunadamente, por el color y por el relleno, habían quedado bien.
Nos costó sentarnos a la mesa. Me perdía en el nacimiento de ese masivo y blanquecino escote que ella llevaba…
· ¡Hoy me gustaría probar tu sushi!– comentó ella con una mirada lujuriosa, devorando con avidez los trozos de su plato.
De los 12 rollos que preparamos, nos comimos solamente uno, el cual prácticamente lo tragamos.
En el sofá, nos volvimos a besar. Cheryl estaba entusiasmada manoseándome. Me desabrochó la hebilla del cinturón, el pantalón y finalmente,empezó a jugar con mis boxers...
· ¿Qué tenemos aquí? Parece un enorme rollo…
Y cuando lo descubrió, los ojos de Cheryl se iluminaron:
· ¡Es enorme!
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(Nota de Marco: Nuevamente, sin ánimos de alardear. Solamente 19.2cm, con unos 7 u 8 cm de diámetro. Ni siquiera comparable con la bestia que tiene Kevin, mi antiguo vecino de Adelaide, que como mínimo mide unos 23 cm y que, mi estimado lector, a menos que se sienta bi-curioso o sea usted una mujer, si un amigo tiene una crisis de inseguridad, derívelo al urólogo más cercano. Hay imágenes perturbadoras que, por más que pasen los años, no podemos borrarlas de la memoria…
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- ¿Has hecho esto antes? – le pregunté, sintiendo cómo ella instintivamente me empezaba a masturbar.
· Solo 2 veces. Pero nunca con una tan grande.
En efecto, se la metió dentro de su cálida y seductora boca, la cual no pasaba más allá de su paladar. Aunque era torpe e inexperta, se notaba que estaba fascinada con la cabeza, la cual chupeteaba como novillo recién nacido y famélico.
· ¡Deberías haberme servido esto primero! ¡Tiene mucho mejor sabor! - comentó sonriente, para luego volver a la carga.
No sé cómo lo hizo, pero logró meter la punta de su lengua en mi tracto urinario, lo cual fue una sensación sobrenatural. Aunque Marisol es una mamadora experta y lo intentó un par de ocasiones, no pudo dar con el estilo de Cheryl.
Y es que si bien, cuando te la chupan extremadamente bien, te sientes como una pajilla de jugo, esto era más literal, porque realmente podía sentir mi semen cebándose a través del tracto.
Incluso, no pude seguir controlándome más y le acabé a Cheryl en la cara.
· ¡Es delicioso! ¡Qué olor tan intenso! ¡Ninguno de los otros botó tanto!
Y resumió lamiendo entretenida, limpiando cada trazo de semen. Pero de la misma manera que me pasó con mi ruiseñor cuando empezamos a salir, ya no se trataba de lamerme para dejarme limpio, sino porque le gustaba el sabor…
Y eso me hizo ver uno de los más maravillosos portentos: Se sacó la blusa y sus preciosos, blanquecinos, enormes, blandos y carnosos senos quedaron expuestos.
· ¡Disculpa! ¡Esto lo vi en una porno! – dijo ella, antes de envolver mi pene en sus senos.
Su paizuri, cubana, o rusa, según quiera llamarla era increíble: estrujaba sus senos de una manera rítmica, que era simplemente celestial. Sin mencionar que su boca ansiosa se desbocaba de cuando en cuando para volver a tragar.
No tardé mucho para que ella me hiciera acabar una vez más.
· ¡Tu semen tiene un sabor amargo, parecido al queso! – comentó Cheryl, mientras limpiaba de manera prolija con su boca. - ¡Tienes muy buen sabor!
Nos besamos una vez más…
- La próxima semana, vendré más temprano. – le dije, acariciando sus portentosas ubres. – Quiero combinar tu sushi con el mío.
Cheryl, más contenta, solo sonrió.
· ¡Eso me gustaría mucho!
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2 comentarios - PDB 13 Quiero probar tu sushi… (II)
Nombre please 🤤 me encantó