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Accidente con mi hermana - Capítulo 1

- Date prisa, Claudia. - grité exasperado escaleras arriba.
- Ya voy, ya voy. - fue la única respuesta que obtuve.

La semana anterior habíamos quedado primeros en todas las pruebas del equipo de natación. Como parte de la celebración, nuestra entrenadora había organizado una reunión no oficial en el parque acuático. Digo no oficial porque la universidad no iba a pagarla. En lugar de eso, nuestra entrenadora la organizó por nosotros. Ahora sé que puede parecer extraño ganar en natación y luego ir a celebrarlo a una piscina, pero éramos jóvenes y nos encantaba nadar. Además, esto era para divertirnos, no para hacer largos, criticar la forma ni nada por el estilo. El plan era reunirse en la universidad e ir en solo dos coches. Al menos ese era el plan si mi hermana Claudia se daba prisa.

Claudia era mi hermana pequeña y la más joven de su clase, pero no dejes que su edad te engañe, era muy inteligente y una excelente nadadora. Ella era parte de la razón por la que nos había ido tan bien después de todo. Si no fuera mi hermana, la habría calificado de adorable y no era el único que pensaba así. Aunque nunca había tenido una cita, muchos la habían invitado a salir. Incluido mi mejor amigo, Juan. Ella había declinado todas estas invitaciones educadamente como era posible. Juan también me hizo saber después de haber sido rechazado que ella había dejado claro que quería tener una cita, pero simplemente no estaba lista para ello.

- Por fin. - dije mientras Claudia bajaba las escaleras.
- Oh, te preocupas demasiado. Seguramente seremos los primeros en llegar. - dijo mientras salíamos hacia el coche.

Mamá nos llevó a la escuela y, tal como había dicho Claudia, fuimos las primeras en llegar. Bueno, a parte de la señora y el señor López, nuestra entrenadora y su marido. En unos treinta minutos el resto del equipo había aparecido y estábamos en camino. Éramos diez en el equipo, sumando a la entrenadora y a su marido hacían doce, que era justo lo suficiente para caber en la furgoneta de siete asientos y el coche de cinco.

Una vez en la carretera Juan empezó a enseñarme su nueva baraja Pokémon. De alguna manera creo que incluso estaba tratando de impresionar a mi hermana. No estoy seguro de que se diera cuenta de que no era algo que la hubiera impresionado nunca. Yo había jugado a las cartas Pokémon, pero no como Juan. Mientras me explicaba una nueva carta especial, de la que sólo recordaba que era amarilla, hice lo que pude por seguirle la corriente. En ese momento llegamos a la parte favorita de todos. Habían varias pequeñas colinas espaciadas lo suficiente como para que, si ibas lo bastante rápido, fuera como una montaña rusa. Subías una y bajabas la otra y te entraban mariposas en el estómago. A todos nos gustaba esto cuando éramos niños y nos sigue gustando ahora. Era uno de esos sitios donde a los policías les gustaba pasar el rato y pillar a los adolescentes por exceso de velocidad.

La única otra cosa digna de mención a lo largo del viaje fue el estado de la carretera. Había una señal naranja que decía "Bache" y no bromeaban. Juan, que seguía hablando de sus cartas Pokémon, estaba a punto de guardarlas cuando nos topamos con el bache, se le escapó el mazo de las manos y salieron disparadas por todas partes. Debo admitir que me pareció divertidísimo ver cómo volaban las cartas. Nadie se rio más que Jessica que, a pesar de su risa, fue amable y ayudó a recogerlas. Era propensa a reírse, siempre lo había sido. Una de las cosas más lindas de ella era su risa que me gustaba mucho, y su amabilidad, y su bonita cara, y bueno, yo estaba enamorado de ella.

Por fin llegamos y nos registramos. A todos nos dieron una taquilla para guardar nuestras cosas como de costumbre y nos pusimos nuestros trajes de baño. Hoy sería un poco diferente para nosotros. Como no estábamos entrenando o en un evento, no teníamos que llevar nuestros trajes de baño uniformes. Por eso hoy llevaba un bañador rojo. Me quedaba diferente a mi bañador normal, pero tenía un bonito cuerpo de nadador que no me importaba mostrar. Como era de esperar, nadie más llevaba su bañador habitual. El resto de los chicos llevaban jammers o bañadores normales, pero todas las chicas llevaban bañadores de dos piezas, incluida mi hermana. Nada demasiado revelador, pero estaban guapas.

La mayoría de las veces podía controlar a mi hombrecito debido al traje ajustado que normalmente llevaba y a la vestimenta más modesta de las chicas. Me imaginé que sería más o menos lo mismo aquí y en su mayor parte lo fue. A pesar de los trajes sexys de las chicas conseguí contenerme con bastante facilidad. Hasta que apareció la señora López. Cuando salió creo que todos los chicos fuimos tomados por sorpresa. No era ningún secreto que tenía un cuerpazo y todos la habíamos visto en bañador durante los entrenamientos, pero hoy no eran entrenamientos. Hoy llevaba uno de los bikinis rojos más pequeños que jamás había visto. Tuve que apartar la mirada y respirar hondo o todos sabrían lo que estaba pensando. Una vez que recuperé el control, volví a mirarla y estaba buenísima.

Habría seguido mirando, pero no quería arriesgarme a montar una tienda de campaña delante de todo el mundo. Para distraerme fui directamente al tobogán acuático. No era el único que se dirigía hacia allí, Jessica también iba. Como dije, estaba enamorado de ella, pero nunca la había invitado a salir. Tal vez solo estaba excitado pero mi confianza estaba por las nubes y en ese momento cuando la vi decidí que la invitaría a salir. Bueno, no todavía, pero espero que al final del día. Llevaba un modesto traje verde de dos piezas con adornos plateados que resaltaban sus largas y suaves piernas y sus pechos turgentes.

- Te queda muy bien. - le dije. Admito que no soy el mejor haciendo cumplidos, pero he descubierto que no es necesario hacer grandes cumplidos para iniciar una conversación.
- Gracias. ¿Qué llevas puesto? - dijo soltando una risita.
- Oh, ¿esta cosa vieja? Es sólo para ocasiones especiales y sólo la gente especial puede verlo. - respondí.
- Es bastante especial, sí. - dijo riéndose.

A partir de ahí congeniamos bastante bien y acabamos pasando la mayor parte del día juntos. Cerca del final acabamos en un juego tonto. Básicamente era una pelea de agua donde todo valía. Acabé rozando una de las tetas de Jessica mientras intentaba mojarla. Por supuesto, la primera vez fue un accidente. No estoy tan seguro de la segunda y el resto sé que no lo fueron. La cosa es que a ella no pareció importarle. De hecho, tuve la sensación de que lo estaba disfrutando cuando empezó a exponerse e incluso empezó a agarrarme. No estoy seguro de dónde habría acabado si hubiéramos sido los únicos allí. Desgraciadamente, terminó cuando salió a la superficie después de sumergirse para esquivarme y empezó a nadar riéndose.

- ¿Qué tiene tanta gracia? - pregunté.
- Creo que me voy a salir antes de que yo también tenga un problema con el bañador. - dijo guiñándome un ojo.

Miré hacia abajo y vi mi erección asomando por un lado de mis calzoncillos. Me mortifiqué e intenté volver a meterla, pero no cabía dentro. Pasé los siguientes minutos intentando taparla mientras mi segunda cabeza se calmaba lo suficiente como para guardarla en el bañador. Tampoco fue algo rápido. En retrospectiva, fue culpa mía. Mi recomendación para cualquiera que vaya con un bañador ajustado es que se dé una paja antes. Hace que sea mucho más fácil de controlar. En el instante en que la tenía guardada, la Sra. López apareció en bikini, casi haciéndola saltar de nuevo, y dio por terminado el día.

Como el viaje no era muy largo, después de una breve ducha para enjuagarnos nos reunimos en los coches, la mayoría de nosotros, incluido yo, todavía con los trajes de baño puestos. Yo me había puesto la camiseta y con unas toallas en el asiento ya estábamos listos para salir, entonces fue cuando ocurrió el desastre. La furgoneta de la señora López no arrancaba.

Ahora sólo teníamos un coche y doce personas para volver a casa. Como parecía que la furgoneta iba a tener que ser remolcada, la única manera de volver a casa era conseguir transporte, lo que llevaría al menos 30 minutos si es que había alguno disponible, o amontonarnos en el coche. Decidimos que sería más sencillo amontonarnos, pues el viaje sería lo suficientemente corto. El señor López fue el único que se quedó, ya que tendría que esperar a la grúa, lo que significaba que éramos once en un coche para cinco.

Apiñarse en ese coche sería un truco del que cualquier payaso de circo estaría orgulloso. La señora López iba delante junto con otras dos personas en el asiento del copiloto. Esto significaba que había ocho personas en el asiento trasero. Tres en cada extremo y dos en el centro para dejar espacio al cambio de marchas. Yo estaba en la parte inferior de los tres detrás del conductor con mi hermana encima de mí y Jessica encima de ella. Como la Sra. López necesitaba espacio para conducir, no podía adelantar mucho su asiento, por lo que mi sitio era fácilmente la parte más apretada del coche. Probablemente deberíamos haber pensado mejor la disposición de los asientos. Estoy seguro de que, si lo hubiéramos hecho, lo que pasó en el viaje de vuelta a casa nunca habría sucedido.

Cuando nos pusimos en marcha, cada uno se colocó en la posición más cómoda posible dadas las circunstancias. No habían pasado ni treinta segundos desde que empezamos a movernos, incluso antes de salir del aparcamiento, cuando sentí que el apretado culito de mi hermana empezaba a rozarme la entrepierna. No se podía evitar, por supuesto, pero allí estaba yo, intentando que no se me empalmara como antes. Respiré hondo y pensé que no duraría mucho la situación, al fin y al cabo, estábamos ya de regreso a casa. Poco a poco se me iba poniendo más dura y ni siquiera podía acomodarme como dije, el coche estaba lleno de gente, ni siquiera podía mover los brazos y ellos no estaban en condiciones de ayudar.

Mierda, pensé. Si me excitaba más aquí, mi pene iba a volver a salirse de mi bañador. Con un poco de pánico empujé con mis pies y mis caderas lo mejor que pude para sacar mis caderas de debajo de mi hermana tanto como fuera posible. Esto me dio sólo alrededor de dos dedos más de espacio que en realidad resultó ser peor. Esto dio a mi polla más espacio para salir y lo hizo. Estaba completamente fuera de mis calzoncillos de baño, aunque no totalmente erecta todavía. Mientras tanto todos los demás notaron el espacio extra que había creado y no tuvieron ningún problema en tomarlo para sí mismos. Mi hermana fue empujada hacia atrás contra mi polla. Estoy bastante seguro de que en ese momento se dio cuenta de que algo estaba mal porque dejó escapar un tímido: "¿eh?” En este punto, la situación simplemente era incómoda y podríamos haber aguantado así desde aquí hasta el final del viaje. Mi polla estaba casi completamente erecta, pero estaba metida entre mi pierna izquierda y el culo izquierdo de mi hermana, y apuesto a que se habría quedado allí, pero aquí tanto mi hermana como yo cometimos un error.

- Hermana. - le susurré al oído. - ¿Puedes darme más espacio? Tengo un pequeño problema.
- Me he dado cuenta. - dijo completamente disgustada.

No podía culparla por estar disgustada, pero cedió como pudo. Se movió lo suficiente para que mi polla saliera de donde estaba aprisionada y acabara entre sus piernas.

- Joder. - dije mucho más alto de lo que pretendía.
- ¿Qué pasa? - preguntó la señora López.
- Oh, nada, es sólo que me ha dado un pequeño tirón y me vendría bien un poco más de espacio. - mentí rápidamente.
- Lo siento. Denle un poco más de espacio si pueden, por favor. - pidió al grupo.

Inmediatamente conseguimos el poco espacio que tanto mi hermana como yo necesitábamos desesperadamente, pero ya era demasiado tarde y no sirvió de nada. Ahora que estaba completamente erecto, mi polla se había enganchado en la tela del bañador de mi hermana y la cabeza empezó a rozar ligeramente el lateral de su coño. Increíblemente aquí estaba yo en el asiento trasero de un coche lleno de gente con mi propia polla frotándose contra el coño de mi hermana pequeña con mi equipo de natación justo a mi lado.

- Lo siento mucho, lo siento mucho, lo siento mucho... - repetía susurrando a mi hermana.
- Estás muerto. - fue su respuesta. Podía oír la rabia en su voz, pero también el miedo y el pánico.

Esto duró quizás otro minuto, mientras el movimiento de la carretera me movía arriba y abajo por la raja del coño de mi hermana y poco a poco movía la tela de su bañador hacia un lado, dando más acceso del que un hermano debería tener nunca al clítoris de su hermana pequeña.

Entonces llegamos a un semáforo. La brusca frenada que hizo la señora López fue suficiente para que la tela de su bañador se apartara por completo. Mi polla patinó entre los labios de su coño y la mitad de la cabeza entró en él. Sí, estaba completamente alineado con su apretado coñito y no había nada que pudiéramos hacer para detener lo que cada uno sabía que iba a suceder tarde o temprano. En ese momento estaba luchando desesperadamente para no meterme dentro de ella y empezar a follármela. Después de todo, todavía era muy consciente de lo tabú que sería para mí tener relaciones sexuales con mi hermana. Estaría mal, sería en público, sería sin consentimiento, sería ahora mismo.

Bache.

El mismo golpe que había tirado al suelo las cartas Pokémon de Juan al ir al parque de la piscina, ahora había hecho que mi polla se introdujera por completo en el coño suave como la seda de mi hermana. ¿Qué pasó entonces? Me corrí, por supuesto. Llevaba todo el día excitadísimo y hacía más de una semana que no me corría. Recuerda mi consejo sobre pajearse antes de ponerse trajes de baño ajustados. Estoy seguro de que me habría ayudado. Solté la mayor cantidad de semen que recuerdo en el tierno vientre de mi querida hermanita. Chorro tras chorro, hasta las pelotas, todo entró y siguió y siguió. Me quedé sin palabras y estoy seguro de que la expresión de mi cara no tendría precio: los ojos muy abiertos entre el horror y el placer. Sin embargo, vi la de mi hermana, que me acompaña hasta el día de hoy. Tenía los ojos muy cerrados y la cara contraída por el dolor, no físico, sino emocional. Vi las lágrimas que intentaba contener y su expresión de derrota y consternación.

- ¿Qué has hecho? - se le quebró la voz en un susurro.

Nadie lo oyó, nadie lo supo. Todos estaban ocupados hablando y no se habían dado cuenta de nada. Seguían con lo del chichón, alguien gritaba que se había golpeado la cabeza contra el techo, no me importaba quién. En mi cabeza solo intentaba buscar una respuesta para Claudia.

- Dios mío, Claudia. No era mi intención. - balbuceé.

Pero aún no había terminado todo. Sólo habían pasado diez minutos de nuestro viaje de treinta. Yo seguía empalmado, incluso después de haberle echado a mi hermana la mayor corrida de mi vida. Claudia, todavía conteniendo las lágrimas se sentó en mi polla por un momento antes de tratar de levantarse de mi barra de acero. Empujó todo lo que pudo y yo incluso intenté ayudarla apretándome contra el respaldo del asiento todo lo que pude. Estuvimos muy cerca, si sólo hubiéramos conseguido un centímetro más. La cabeza de mi polla estaba fuera en su mayor parte, simplemente estaba separando los labios de su dulce coño en este punto, pero no lo suficiente como para desviarla del objetivo.

En ese momento, la empujaron. Después de todo, cuando hay demasiada gente, la gente no se deja empujar. Ellos tienden a empujar de vuelta y de nuevo mi polla acabó en lo más profundo de ella. Sé que estaba frustrada, pero eso no iba a detenerla. Lo intentó de nuevo y ni siquiera llegó a la cabeza de mi polla la segunda vez antes de ser empujada de nuevo hacia abajo. Lo intentó una tercera vez y a la cuarta estaba claro que estaba perdiendo terreno. Cada vez que lo intentaba avanzaba menos que la vez anterior. En su quinto intento debió darse cuenta de lo que estaba haciendo y de lo que estaba pasando. Ahora me estaba follando sin querer mientras intentaba liberarse. Una vez que se dio cuenta se paralizó y tensó todos los músculos de su cuerpo en un intento de detener cualquier movimiento. Oh, estaba enfadada, tendría que aguantar con mi polla empalándola hasta que me quedara flácido o acabaría follándome en un vano esfuerzo por liberarse. Claudia había decidido aguantar.

- Maldito cabrón. - susurró Claudia con veneno en la voz. -Estás muerto.
- No es culpa mía. - le supliqué. - No he podido evitarlo.
- Ni siquiera intentaste evitarlo ni sacarla.
- Sí, lo intenté.

Esto era cierto que había tratado de salir de ella, aunque admito que había dejado de tratar de ayudar por completo por el tercer intento ya que estaba claro de que no iba a funcionar. Ella había sido la que había seguido intentándolo y ahora estaba sentada sobre mi polla apretándola tan fuerte como podía con su coño para evitar que se moviera. Yo seguía en plena erección, pero la follada involuntaria y los apretones de su coño no contribuían a calmarme. De hecho, empecé a sentir cómo me excitaba de nuevo a medida que continuaba la follada. A pesar de sus esfuerzos, el coche abarrotado y la carretera seguían moviéndonos arriba y abajo. Después de varios minutos Claudia se estaba cansando y su agarre empezó a ceder por momentos y entonces teníamos todo tipo de movimientos. Aunque pequeños, estoy seguro de que cuando intentas no moverte, incluso los movimientos más pequeños parecen enormes. En estos lapsos momentáneos de agarre, yo tenía picos de placer y pánico. Iba a correrme dentro de ella otra vez. La segunda vez sería peor porque esta vez sería completamente impulsado por follarme a mi hermana y no por un accidente.

Debió ser durante uno de estos lapsus en el agarre de mi hermana cuando ella también empezó a sentir placer. Aunque tampoco fue intencionado por su parte. Luchó consigo misma para no correrse también. Intentó sujetarnos lo mejor que pudo, pero no pudo mantener la presión el tiempo suficiente para evitar lo inevitable. Entonces llegamos a las colinas.

No las vimos venir y, sinceramente, los dos nos habíamos olvidado de ellas con la mente puesta en intentar no corrernos el uno contra el otro y todo eso. La primera cuesta nos sorprendió a todos, excepto a los de delante, que la vieron venir. Para Claudia y para mí fue una experiencia totalmente diferente. ¿Alguna vez has tenido mariposas en el estómago al tener relaciones sexuales? Probablemente no, pero te diré que es increíble y aterrador. Esa primera colina hizo que mi polla saliera y entrara dos veces, algo que no podríamos haber parado. Lo sé porque lo intentamos parar. Mi hermana volvió a ponerse tensa y yo intenté apretarme contra el asiento. No sirvió de nada. Era puro placer para los dos, aunque ninguno de las dos lo deseaba.

La segunda subida no fue una sorpresa, pero fue aún mejor que la primera. Ahora estábamos follando a tope gracias a estas cuestas de gozo. No había forma de parar, arriba y abajo. Me estaba acercando peligrosamente a correrme y no habría ninguna posibilidad de detenerlo. Claudia resultó estar en la misma situación. Ella había estado luchando contra su orgasmo durante unos minutos y estas colinas eran demasiado. Estaba a punto de correrme por segunda vez en el tierno vientre de mi hermana y no sabía si debía advertirle o no. ¿Habría alguna diferencia si ella supiera que me iba a correr o no? Después de todo, de cualquier manera, no iba a ser capaz de pararlo. Decidí no hacerlo, pensando que se enfadaría demasiado si se lo decía. Era mejor aguantar. En nuestra última colina no pude contenerme más y exploté en el coño de Claudia por segunda vez. No estoy seguro de si mi segunda erupción dentro de mi hermana fue lo que la puso al borde del orgasmo o si ella tampoco pudo contenerse más, pero se corrió justo después de mí. Sé que tuvo un orgasmo, y uno muy fuerte, por cómo se sacudía. Mientras bombeaba oleada tras oleada de semen en su jugoso vientre, sentí que sus paredes vaginales se cerraban y empezaban a temblar, mientras todo su cuerpo se estremecía. No fui el único que se dio cuenta de su reacción.

- ¿Estás bien, Claudia? - preguntó Jessica.
- Oh, estoy bien. - dijo Claudia - Sólo un resfriado repentino, estaré bien.
- Oh, de acuerdo, ya casi estamos en tu casa. Vosotros dos vais a ser las primeros en salir. - respondió Jessica.

Me había olvidado de eso. Seríamos los primeros en salir. Esta ruta pasaba justo por nuestra casa y simplemente nos dejarían allí. No sé si Claudia estaba preocupada o no. Ella no parecía preocuparse por nada en ese momento y todavía estaba aguantando su orgasmo. Al menos en este punto había buenas noticias. Mi polla finalmente había comenzado a calmarse lentamente cada vez más flácida. Aunque mi polla nunca salió del coño de Claudia hasta que llegamos a casa, estaba completamente flácida una vez que lo hicimos. No estoy seguro de por qué, pero después de su orgasmo y una vez que yo había perdido la erección, Claudia estaba demasiado cansada, se sentía demasiado derrotada, o ya no le veía el sentido, pero, ella no trató de sacar mi polla de dentro de ella.

En cuanto llegamos, Jessica abrió la puerta y salió de un salto con muchas ganas de estirarse. Claudia mantuvo las piernas juntas tanto como le fue posible y se cubrió la entrepierna tan discretamente como pudo sin llamar la atención mientras pivotaba sobre mi polla flácida que seguía alojada en su coño. Ella se levantó despacio y ahora que tenía las manos libres yo estaba listo y pude meterme la polla en el bañador sin que nadie me viera. Probablemente fue mejor que no nos hubiéramos separado, ya que así se mantenía la mayor parte de los fluidos dentro. Cuando Claudia se levantó pude ver brevemente su coño y vi que goteaba. Sin embargo, Claudia fue rápida y se cubrió el pudor con la mano y volvió a colocar la tela en su sitio mientras recogía el semen que goteaba. Lo habíamos conseguido. Conseguimos salir del coche sin dejar rastro y sin que nadie viera nada. Sacamos nuestras cosas mientras el resto se reacomodaba con los lugares recién desocupados. Pronto volvieron a estar apiñados y nos despedimos con la mano.

Cuando el coche se perdió de vista, Claudia se volvió loca. Lanzó un terrible grito lleno de dolor, rabia y pena. Se arrodilló y empezó a sollozar incontrolablemente. No podría haberme sentido más culpable en toda mi vida y dudo que vuelva a hacerlo. Prácticamente había violado a mi hermana pequeña y le había hecho más daño del que podía imaginar, y las pruebas eran claramente visibles. Mi semen goteaba visiblemente de su bañador y estaba a punto de caer al suelo. Me quedé allí confundido mientras mi hermana lloraba mirando con terrible fascinación como mi propio semen goteaba del coño ya no virgen de mi hermana. En ese momento pensé que debía hacer algo.

- Claudia, yo... - no llegué a terminar la frase.
- ¡No me hables! Déjame en paz.

Y lo hice. Durante una semana entera no hablamos. A menos que fuera necesario, ni siquiera ocupábamos la misma habitación. Si alguno de los dos entraba en una habitación en la que estaba el otro se daba la vuelta y se iba o el otro desalojaba la habitación. Durante esa semana hablé con Jessica unas cuantas veces. Su coqueteo indicaba claramente que esperaba que la invitara a salir. Créeme que quería hacerlo y lo habría hecho, pero no me parecía bien empezar a salir con alguien justo después de lo que había pasado entre Claudia y yo. Tenía que asegurarme de resolver el problema con mi hermana. No estoy seguro de que pudiéramos, pero al menos lo suficiente como para dejarlo atrás.




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6 comentarios - Accidente con mi hermana - Capítulo 1

FranMew
Que lujo clavarla media hora de seguido fiuuu
Pevwusndke
Sale la proxima parte? Estuvo muy bueno