Son pocas las ocasiones en que por azar, la fortuna golpea a nuestra puerta, ocasión que no hay que desaprovechar en absoluto.
Cierta vez, una colega me comenta que una dirigente social amiga suya, necesitaba una persona que le ingresara en computadora unas “cuantas” planillas de quienes asistían a su centro social para poder ordenarlas. Le expliqué que no disponía de demasiado tiempo libre pero ella, en un tono cómplice, me dijo “Debieras agarrar este trabajito..." (guiño-guiño) yo, curioso por naturaleza, accedí y así conocí en persona a “La Jefa” como la llamaban.
De cabello largo y rubio, piel blanca y lozana, ojos verdes, alta, grandota, pechos enormes y redondos, naturales, nada de implantes, cola voluminosa pero redonda, piernas largas y torneadas, un espectáculo de mujer, que muy a pesar de encontrarse por entrar en su quinta década (etapa en la que ocurrieron los eventos a relatar) y con un vientre un poco abultado, aún conservaba casi intactos los atributos que generaron incontables y anónimos derramamientos seminales a su nombre.
Verla me hizo recordar cuando en mi adolescencia la veía desplazar su descomunal figura con sus largas piernas del brazo de su pareja, contoneando sus caderas a un ritmo sensual, siempre impecablemente maquillada y peinada, vistiendo sus ajustados vestidos que realzaban sus curvas, su porte era impactante, quien no había fantaseado con esa bella mujer, todo aquel que la vio alguna vez y supo de su existencia, la convirtió en su objeto de deseo, en su sueño máximo.
Desde su temprana adolescencia desarrolló un cuerpo que atraía todas las miradas, haciéndola una persona muy conocida, deseada y hasta envidiada, por eso es que sabía de quien se trataba pero no la conocía en persona, hasta ese momento.
Una vez comenzado con el trabajo, descubro que no era poca la información que había que ingresar y todo era muy lento por motivos que no vienen al caso. Podría haberlo hecho de una manera que me ahorrara tiempo? Seguro que si pero había un tema, era impresionante la cantidad de culos entangados y encalzados deambulando por todos lados, luchonas por entero meneando el orto y marcando el papo, era imposible no dedicarles una buena mirada al menos, lo que se convertía en una distracción constante, pero la reina del lugar era ella, La Jefa, siempre vestida con calzas que le quedaban un infarto.
Todo comenzó cuando en una ocasión iría a una reunión con los parientes de su ya fallecida pareja y salió vestida con una blusa roja tan escotada que sus grandes pechos parecían querer escaparse por él, con botas negras de cuero de caña alta y un pantalón blanco tan ajustado que se notaban claramente los labios de su vulva. Ese día, a mi lado ayudándome se encontraba una chica trans a la que llamaremos Jhoanna, y al verla así vestida, la verga se me puso como garrote e instintivamente hice un movimiento para acomodarla para que no se note pero Jhoanna se dio cuenta y me dijo “mmm papi, parece que a tu amiguito le gusta La Jefa... jijiji” yo no dije nada pero ya se había dado cuenta.
La Jefa decía las cosas como se le venían a la cabeza, era directa, sin vueltas, llegando incluso a ser grosera al hablar a veces.
Un día me llama para pedirme que fuera a su casa porque tenía que hablar conmigo. Fui, me hizo pasar, estaba vestida con una de sus acostumbradas calzas ajustadas marcando su vulva y una remerita muy ajustada con un corpiño armado que hacía que sus tremendas tetas parecieran aun más grandes y estiraban la tela hasta casi al punto del desgarro, me mostró a sus mascotas, dos perras molestas y bochincheras, preparó el mate, hablábamos de cosas sin importancia hasta que de pronto me la mandó sin anestesia “así que a vos se te para la pija cuando me mirás la concha?” yo quedé congelado sin saber que responder, entonces también dije lo primero que se me vino a la cabeza “y bueno que querés que haga, sos terrible mujer y mirá como andas vestida” como tratando de salvar la situación y sin saber cual sería su respuesta.
Ella se levantó, rodeó la mesa hasta donde me encontraba sentado, me tomó de la mano y me condujo hasta su habitación, todo en un completo silencio, sacó a las perras, cerró la puerta, regresó hasta donde me encontraba parándose frente a mí, nos miramos a los ojos unos cuantos segundos y comenzamos a besarnos.
Sus besos eran muy a su estilo, recios, casi torpes, yo trataba de ponerle delicadeza al acto, quería disfrutarla pero ella tomó mi camisa y me la desprendió bruscamente, llegando incluso a hacer volar un par de botones, luego ella se quitó la remerita y el corpiño casi juntos quedando al descubierto sus divinas tetas, grandes, redondas, sin estar caídas, con aureolas medio pequeñas, con unos pezones pronunciados, gordos y redondos, los cuales no tardé en disfrutarlos con mi boca. Me desprendió el pantalón, lo bajó, sacó mi erecto miembro del boxer, se agachó y comenzó a chuparlo como una experta, se lo tragaba completo, lo sacaba, lo escupía, me pajeaba un poco con su mano para después volver a comérselo entero.
Me costó que me soltara la pija, yo quería saborear el elixir que ya a esa altura manaba sin cesar de su vagina, pero nada me preparó para lo que encontraría cuando le saqué la calza y su tanga hilito blanca, su... CONCHA!!! difícil describirla, no sé si era grande, extensa, larga o qué pero era como un solo canal, desde su pubis dando la vuelta hasta su espalda baja, culo y concha eran una sola raja, un solo tajo, de labios finos, clítoris diminuto y perdido entre los labios mayores, depilada a la perfección, lo que hizo que chupársela fuera una de las conchas más suaves y hermosas que tuve el placer de chupar.
“Me la seguís chupando así y me vas a hacer acabar”, me dijo.
“Es lo que quiero”, contesté.
“No, yo quiero acabar con tu pija adentro de mi concha”, retrucó.
Y así pasó, se acostó boca arriba, levantó sus piernotas colocándolas sobre mis hombros, al penetrarla encontré una vagina que apretaba bastante pero entró sin ningún problema por lo mojada que estaba. Comencé a bombearla lento para luego aumentar el ritmo paulatinamente, mientras con una de mis manos estimulaba su clítoris sin piedad. Al cabo de un tiempo, tomó sus tetazas estrujando con rudeza sus pezones, cerró fuerte sus ojos y tuvo un gran orgasmo entre gemidos, pequeños espasmos y un par de lágrimas que escurrían por las comisuras externas de sus ojos.
Al quitar mi miembro de su interior, las ultimas contracciones de su vagina, hicieron que un hilo de "su" leche chorreara con dirección a su ano (digo que era suya porque yo no había eyaculado) entonces, fiel a mi costumbre, me zambullí entre sus piernotas para tomármela toda mientras continuaba chupando suavemente sus labios, su clítoris y bajando con mi lengua hasta llegar a su ano, el cual palpitaba con cada lengüetazo que le daba.
No hicieron falta palabras para saber lo que tenía que hacer, colocó de nuevo sus piernotas en mis hombros, levantó la cadera, puse una almohada debajo de ella y fue apenas apoyar la cabeza de la pija en la entrada de su ano para que esta entrara completa sin ningún problema. Misma modalidad, bombeo de lento a rápido y estimulando su clítoris, al rato nuevamente estrujó sus tetas y pezones, culminando en otro orgasmo fenomenal.
“Ahora es tu turno”, me dijo.
Me hizo sentar al borde la cama pisando el suelo, ella se arrodilló montándome de frente e introdujo mi pene en su estrecha vagina, se agarró fuerte de mi cuello y comenzó a mover su cadera de adelante hacia atrás a un ritmo que ya no pude aguantar mucho tiempo y terminé llenando su interior con una cantidad descomunal de leche.
Un par de minutos con caricias y besos más apasionados que los anteriores, fueron el final perfecto para una fantasía de adolescente hecha realidad, luego sin dejar de estar sentado me hizo correr hacia afuera de la cama para que mi semen no cayera sobre el edredón, se salió, se acuchilló y comenzó a chupar el semen que embebía mi pene para dejarlo completamente limpio mientras a borbotones caía al piso todo lo que botaba su vagina dejando un pequeño charco.
Como siempre me pasa, tuvo que haber un momento bizarro, yo continuaba sentado al borde de la cama, inmóvil, cuando ella abrió la muerta para ir al baño entraron las perras, la más grande, olfateó la mancha de semen que había en el piso, le dio unas lamidas, vino directamente a mi pija, le dio un par de lengüetazos a la cabeza y justo entró ella, que al verla a la perra hacer esto, pensé que se enojaría pero se rió y solo dijo “ellas también quieren leche de macho, nunca cogieron, son medio tortillas porque se lamen la concha entre ellas... jajaja”
Nuestros encuentros duraron lo que duró el tiempo en hacer lo de las planillas para luego, de a poco y disimuladamente, distanciarme porque se volvió bastante toxica, le tenía celos mortales a Jhoanna porque cuando le contó lo de nuestro encuentro, esta le dijo que le gustaría probar mi pija y tomarse la leche porque seguramente sería riquísima.
El relato es medio extenso pero quería que fuera lo más fiel posible ya que es real.
Espero sus comentarios y puntos.
Hasta la próxima.
Cierta vez, una colega me comenta que una dirigente social amiga suya, necesitaba una persona que le ingresara en computadora unas “cuantas” planillas de quienes asistían a su centro social para poder ordenarlas. Le expliqué que no disponía de demasiado tiempo libre pero ella, en un tono cómplice, me dijo “Debieras agarrar este trabajito..." (guiño-guiño) yo, curioso por naturaleza, accedí y así conocí en persona a “La Jefa” como la llamaban.
De cabello largo y rubio, piel blanca y lozana, ojos verdes, alta, grandota, pechos enormes y redondos, naturales, nada de implantes, cola voluminosa pero redonda, piernas largas y torneadas, un espectáculo de mujer, que muy a pesar de encontrarse por entrar en su quinta década (etapa en la que ocurrieron los eventos a relatar) y con un vientre un poco abultado, aún conservaba casi intactos los atributos que generaron incontables y anónimos derramamientos seminales a su nombre.
Verla me hizo recordar cuando en mi adolescencia la veía desplazar su descomunal figura con sus largas piernas del brazo de su pareja, contoneando sus caderas a un ritmo sensual, siempre impecablemente maquillada y peinada, vistiendo sus ajustados vestidos que realzaban sus curvas, su porte era impactante, quien no había fantaseado con esa bella mujer, todo aquel que la vio alguna vez y supo de su existencia, la convirtió en su objeto de deseo, en su sueño máximo.
Desde su temprana adolescencia desarrolló un cuerpo que atraía todas las miradas, haciéndola una persona muy conocida, deseada y hasta envidiada, por eso es que sabía de quien se trataba pero no la conocía en persona, hasta ese momento.
Una vez comenzado con el trabajo, descubro que no era poca la información que había que ingresar y todo era muy lento por motivos que no vienen al caso. Podría haberlo hecho de una manera que me ahorrara tiempo? Seguro que si pero había un tema, era impresionante la cantidad de culos entangados y encalzados deambulando por todos lados, luchonas por entero meneando el orto y marcando el papo, era imposible no dedicarles una buena mirada al menos, lo que se convertía en una distracción constante, pero la reina del lugar era ella, La Jefa, siempre vestida con calzas que le quedaban un infarto.
Todo comenzó cuando en una ocasión iría a una reunión con los parientes de su ya fallecida pareja y salió vestida con una blusa roja tan escotada que sus grandes pechos parecían querer escaparse por él, con botas negras de cuero de caña alta y un pantalón blanco tan ajustado que se notaban claramente los labios de su vulva. Ese día, a mi lado ayudándome se encontraba una chica trans a la que llamaremos Jhoanna, y al verla así vestida, la verga se me puso como garrote e instintivamente hice un movimiento para acomodarla para que no se note pero Jhoanna se dio cuenta y me dijo “mmm papi, parece que a tu amiguito le gusta La Jefa... jijiji” yo no dije nada pero ya se había dado cuenta.
La Jefa decía las cosas como se le venían a la cabeza, era directa, sin vueltas, llegando incluso a ser grosera al hablar a veces.
Un día me llama para pedirme que fuera a su casa porque tenía que hablar conmigo. Fui, me hizo pasar, estaba vestida con una de sus acostumbradas calzas ajustadas marcando su vulva y una remerita muy ajustada con un corpiño armado que hacía que sus tremendas tetas parecieran aun más grandes y estiraban la tela hasta casi al punto del desgarro, me mostró a sus mascotas, dos perras molestas y bochincheras, preparó el mate, hablábamos de cosas sin importancia hasta que de pronto me la mandó sin anestesia “así que a vos se te para la pija cuando me mirás la concha?” yo quedé congelado sin saber que responder, entonces también dije lo primero que se me vino a la cabeza “y bueno que querés que haga, sos terrible mujer y mirá como andas vestida” como tratando de salvar la situación y sin saber cual sería su respuesta.
Ella se levantó, rodeó la mesa hasta donde me encontraba sentado, me tomó de la mano y me condujo hasta su habitación, todo en un completo silencio, sacó a las perras, cerró la puerta, regresó hasta donde me encontraba parándose frente a mí, nos miramos a los ojos unos cuantos segundos y comenzamos a besarnos.
Sus besos eran muy a su estilo, recios, casi torpes, yo trataba de ponerle delicadeza al acto, quería disfrutarla pero ella tomó mi camisa y me la desprendió bruscamente, llegando incluso a hacer volar un par de botones, luego ella se quitó la remerita y el corpiño casi juntos quedando al descubierto sus divinas tetas, grandes, redondas, sin estar caídas, con aureolas medio pequeñas, con unos pezones pronunciados, gordos y redondos, los cuales no tardé en disfrutarlos con mi boca. Me desprendió el pantalón, lo bajó, sacó mi erecto miembro del boxer, se agachó y comenzó a chuparlo como una experta, se lo tragaba completo, lo sacaba, lo escupía, me pajeaba un poco con su mano para después volver a comérselo entero.
Me costó que me soltara la pija, yo quería saborear el elixir que ya a esa altura manaba sin cesar de su vagina, pero nada me preparó para lo que encontraría cuando le saqué la calza y su tanga hilito blanca, su... CONCHA!!! difícil describirla, no sé si era grande, extensa, larga o qué pero era como un solo canal, desde su pubis dando la vuelta hasta su espalda baja, culo y concha eran una sola raja, un solo tajo, de labios finos, clítoris diminuto y perdido entre los labios mayores, depilada a la perfección, lo que hizo que chupársela fuera una de las conchas más suaves y hermosas que tuve el placer de chupar.
“Me la seguís chupando así y me vas a hacer acabar”, me dijo.
“Es lo que quiero”, contesté.
“No, yo quiero acabar con tu pija adentro de mi concha”, retrucó.
Y así pasó, se acostó boca arriba, levantó sus piernotas colocándolas sobre mis hombros, al penetrarla encontré una vagina que apretaba bastante pero entró sin ningún problema por lo mojada que estaba. Comencé a bombearla lento para luego aumentar el ritmo paulatinamente, mientras con una de mis manos estimulaba su clítoris sin piedad. Al cabo de un tiempo, tomó sus tetazas estrujando con rudeza sus pezones, cerró fuerte sus ojos y tuvo un gran orgasmo entre gemidos, pequeños espasmos y un par de lágrimas que escurrían por las comisuras externas de sus ojos.
Al quitar mi miembro de su interior, las ultimas contracciones de su vagina, hicieron que un hilo de "su" leche chorreara con dirección a su ano (digo que era suya porque yo no había eyaculado) entonces, fiel a mi costumbre, me zambullí entre sus piernotas para tomármela toda mientras continuaba chupando suavemente sus labios, su clítoris y bajando con mi lengua hasta llegar a su ano, el cual palpitaba con cada lengüetazo que le daba.
No hicieron falta palabras para saber lo que tenía que hacer, colocó de nuevo sus piernotas en mis hombros, levantó la cadera, puse una almohada debajo de ella y fue apenas apoyar la cabeza de la pija en la entrada de su ano para que esta entrara completa sin ningún problema. Misma modalidad, bombeo de lento a rápido y estimulando su clítoris, al rato nuevamente estrujó sus tetas y pezones, culminando en otro orgasmo fenomenal.
“Ahora es tu turno”, me dijo.
Me hizo sentar al borde la cama pisando el suelo, ella se arrodilló montándome de frente e introdujo mi pene en su estrecha vagina, se agarró fuerte de mi cuello y comenzó a mover su cadera de adelante hacia atrás a un ritmo que ya no pude aguantar mucho tiempo y terminé llenando su interior con una cantidad descomunal de leche.
Un par de minutos con caricias y besos más apasionados que los anteriores, fueron el final perfecto para una fantasía de adolescente hecha realidad, luego sin dejar de estar sentado me hizo correr hacia afuera de la cama para que mi semen no cayera sobre el edredón, se salió, se acuchilló y comenzó a chupar el semen que embebía mi pene para dejarlo completamente limpio mientras a borbotones caía al piso todo lo que botaba su vagina dejando un pequeño charco.
Como siempre me pasa, tuvo que haber un momento bizarro, yo continuaba sentado al borde de la cama, inmóvil, cuando ella abrió la muerta para ir al baño entraron las perras, la más grande, olfateó la mancha de semen que había en el piso, le dio unas lamidas, vino directamente a mi pija, le dio un par de lengüetazos a la cabeza y justo entró ella, que al verla a la perra hacer esto, pensé que se enojaría pero se rió y solo dijo “ellas también quieren leche de macho, nunca cogieron, son medio tortillas porque se lamen la concha entre ellas... jajaja”
Nuestros encuentros duraron lo que duró el tiempo en hacer lo de las planillas para luego, de a poco y disimuladamente, distanciarme porque se volvió bastante toxica, le tenía celos mortales a Jhoanna porque cuando le contó lo de nuestro encuentro, esta le dijo que le gustaría probar mi pija y tomarse la leche porque seguramente sería riquísima.
El relato es medio extenso pero quería que fuera lo más fiel posible ya que es real.
Espero sus comentarios y puntos.
Hasta la próxima.
YAPA:
Sus Tetas...
...y su Concha, REALES!!!
4 comentarios - La Jefa