Y así me veía yo, obsesionado. No podía dejar de pensar en Sofía, “la sobrinita” que acababa de ver disfrazada de colegiala coqueta.
No es que fuera colegiala, de hecho a sus dieciocho años ya debería de ir a una universidad, pero la cabrona era todo un desmadre; no le interesaba estudiar. Sofía sólo se había disfrazado de una colegial para darle la satisfacción a su novio.
El verla así, y meneándose de esa manera tan sexosa, me la había dejado pero si bien tiesa. La había visto cuando acudí a casa de mi primo Paco, justamente para celebrar el cumpleaños número dieciocho de Sofía. El caso era que al día siguiente de su festejo, Paco, como regalo por su mayoría de edad recién cumplida, la había dejado disfrazarse así e incluso él mismo la había grabado con su celular para que estas imágenes le fueran enviadas a su novio con fin de invitarlo a chingársela en ese atuendo. ¡Paco le había dado permiso de chingarse a su novio vestida así, y en su propia casa!
Estaba sin poder creerme aquello. Yo no lo haría, déjenme decirles. Qué es eso de darle permiso para que se la cojan en plena casa, nada más porque ya es mayor de edad.
Aunque, la verdad, verla disfrazada de esa manera me había excitado demasiado. Y es que si de por sí la sobrinita está muy deseable...
...jijo, vestida así... ¡caray!, esos uniformes parecen estar diseñados para provocar. Supongo que por eso suelen ser de los atuendos más usados por las sexyservidoras en su oficio (entre otros como los de enfermeras o azafatas).
Ese día me dieron ganas de quedarme pa’ ver qué chingados pasaba. Supongo que le hubiese hecho compañía al primo tomando unas chelitas mientras que en el cuarto de la Sofi su novio se la parchaba, o ya de plano Paco me hubiese hecho salir junto con él para darles privacidad a los chamacos, quién sabe. Pero como ya tenía compromisos pu’s tuve que irme antes de que aquel afortunado cabrón llegara. ¡Carajo!, parecería que el regalo por la mayoría de edad sería más bien para el novio de la sobrina en vez de para ella. Caray, las familias actuales son muy permisivas. Me hubiese gustado estar ahí para echar oreja a ver si alcanzaba a escuchar los gemidos de la sobrinita a través de la puerta de su cuarto, mientras veía la cara del primo, a ver qué gestos hacía. Jaja, ya me imagino. ¡¿Pero cómo chingaos se le ocurrió a Paco permitir algo así?!
Me hice del video tiempo después. Con la coqueta de mi sobrina no fue tan difícil que me lo compartiera, y lo admito, con tantas chaquetas me sentí identificado con ese episodio de aquel melodramón de “Lo que callamos las mujeres”.
Claro que ahí el personaje se obsesionaba con una chica de Onlyfans (bueno, ya saben, le daban otro nombre a la página pero obvio se referían a ese sitio) que siempre aparecía disfrazada de colegiala, pero aquél ocultaba tal obsesión de su familia.
El drama era que la esposa se sentía afectada por el alejamiento de su marido, quien ya no le hacía el amor como antes y prefería estar solo, lo que la hacía sospechar de una posible infidelidad. Más cuando notaba que, cada que ella se le acercaba, éste guardaba su dispositivo (una tablet que él llevaba a todos lados) haciéndose evidente que algo ocultaba a la vista de su esposa.
Mientras que él, por su parte, se la pasaba escondiéndose para chaquetearse a espaldas de su mujer, motivado por los videos de la chica del sitio antes mencionado.
La chica en cuestión aparecía ante cámara disfrazada de colegiala, haciendo un show muy sexoso.
Por supuesto, aquél se masturbaba inspirándose en aquella chica quien no mostraba su rostro, ya que ella había prometido que sólo lo revelaría cuando se alcanzara cierta cifra económica que había fijado. Y una vez conseguida esa cantidad ella mostró la cara.
El hombre no lo podía creer, se había dado cuenta de que se trataba de su hijastra. La protagonista de esos videos que tanto gusto le habían dado era la hija de su mujer. Por supuesto, hija de un matrimonio anterior.
El hombre se debatía entre confesarle a su esposa lo que había descubierto, o callarse para no revelar su propio “pecado”. Puesto que claro, su adicción a consumir ese tipo de contenido quedaría al descubierto, sin hablar del hecho pecaminoso de que se había hecho “la sin respeto” en honor de la hija de la esposa.
Al fin la mujer, siguiendo los consejos de una amiga, descubría los videos en la tablet de su marido; incluyendo el que revelaba a su hija como la protagonista de ellos, y el dramón explotaba.
Caray, aquel capítulo se debió llamar “Lo que callamos los varones”, pues era él quien, sabiendo lo que hacía su hijastra, se debatía en hablar o callar. Al final (clásico), ellas eran las que quedaban como víctimas mientras que aquél era visto como el “villano de la historia”, que se tenía que marchar de la casa por lo que había hecho, mientras que la hija era perdonada por su “desliz” y la madre la abrazaba llorando.
Yo, no queriendo llegar a un “dramón” de tan mal gusto, decidí cortar por lo sano. Es cierto que a cada rato veía el video de mi sobrinita con mucho morbo. Me fascinaba verla asumir esas poses sexuales y tentar con el movimiento de sus exiguas pero ricas nalgas (bien sabía lo que poseía). No dejaba de hacerme chaquetas en su honor.
«Pinche sobrinita, si así como lo menea lo bate», me decía para mis adentros mientras me la manueleaba viendo su video.
Pero sabiendo que tal obsesión bien podría llevarme a un serio conflicto familiar, o peor, puesto que mis instintos me llevarían a chingármela (digo, está deliciosa, pero es de la familia, nomás aquella abriera la boca y le contara a alguien me iba ir peor que a aquel wey de la telenovela), decidí desahogarme por otro medio.
Fui a un putero donde, luego de escoger a una chica petite de mi agrado, negocié con ella para que se pusiera cierto uniforme que yo llevé conmigo, con calcetas y todo. Luego le pedí que se acomodara hincada en la silla que estaba en el cuarto, y ya sin calzones para que no estorbaran...
...me la ensarté.
La bombeé bien rico. Está demás decir que la deslechada que me eché fue bien rica y se la dediqué a mi sobrina. No seré el primero ni el último que se desleche pensando en ella, ¿o cómo ven?, ¿no se ve bien puta? ¿Ustedes qué opinan?
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