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Compendio III
La última sesión del curso de verano fue este sábado. Lamentablemente, aunque quería llevar a mis hijas, tenía una invitación para la última reunión de apoderados en la escuela de Bastián a las11:30, para empezar con las actividades de despedida a mediodía y solamente se permitían alumnos de la escuela.
Sin embargo, las niñas fueron mucho más tolerantes, sabiendo que se trataba de “prestarme un ratito como papá” a Bastián y Marisol, siempre empática, les propuso a las pequeñas una “salida de chicas”, donde irían al cine, comerían bocadillos, comprarían ropa y otros artículos.
Y llegando a la escuela, fue cuando empezó todo…
Cheryl me dio instrucciones de cómo llegar a la sala donde harían la reunión, pero si pudiese clasificar la experiencia en general, diría que fue “diferente”, porque actué en varios niveles, así que vamos por partes…
Había alrededor de unas 20 mujeres, todas menores de 35 años y de diversos estilos y etnias. Todas ellas guardaron silencio al verme entrar, haciéndome sentir como si fuese el “stripper” en medio de una despedida de solteras o un trozo de filete en la jaula de los leones.
Cuál habrá sido mi tensión en esos momentos, que cuando reconocí a Emma, mi primera reacción, nuevamente, enfrente de todas esas mujeres desconocidas, fue besar su mejilla…
- ¡Lo siento! ¡Olvidé que esto no es de tu cultura! – exclamé avergonzado, al reconocer el choque de sorpresa en las otras.
Emma, en cambio, se mantuvo tan casual como siempre.
· ¡Está bien! ¡Puedes besarme cuando quieras…! – respondió muy sonriente, mientras limpiaba su mejilla y después, rectificó sus palabras. - …de preferencia, en las mejillas.
Pero era ya un hecho que entre ella y yo había química.
Vestía en esos momentos, un vestido largo de una sola pieza que, en realidad, no llamaba tanto la atención… y que, en esos momentos, ni siquiera daba ideas de lo que llevaba debajo…
Por mi parte, yo traía una mochila con mi toalla y vestía un traje de baño y una polera.
A los 10 minutos, apareció Cheryl, vistiendo unos bermudas cortos y una camiseta escotada que dejaba ver sus pletóricos pechos…
o ¡Disculpen la tardanza! – se excusó a sí misma Cheryl. – Estaba asegurándome que nuestros angelitos estuvieran dibujando, antes de venir para acá. Agradezco mucho su participación en estos eventos. Aunque terminamos este año académico, su apoyo incondicional es muy apreciado por sus hijos y espero que el próximo año… ¡Y sin presionarles!… se siga replicando el próximo año. Como nota especial, me gustaría presentar al señor Marco, quien es el padre de Bastián, que asumirá el rol que cumplía la señorita Sonia, como fue la petición hecha por su hijo. Estoy segura de que… él es tan… complaciente, valiente, encantador, activo y vigoroso que… eh… que estoy segura de que su presencia, galantería y habilidades contribuirán significativamente en el siguiente año con nosotras…eh… pero volvamos a centrarnos en la parte de la bienvenida, ¿Les parece? Quiero decir… si él está dispuesto a compartir algunas palabras, yo estaría tota… ejem… estaríamos totalmente bien. Pero si no lo está… pues no hay presión ni nada… así que, por favor, démosle una cálida bienvenida.”
Generalmente, no soy bueno destacándome frente a grupos, pero en esos momentos en particular, me sentía más cohibido, dado que eran solamente mujeres.
- Bien…mi nombre es Marco… soy el padre de Bastián… y… no sé qué más podría decirles…-les confesé sinceramente, ganándome algunas risas. – Si tienen preguntas, las puedo responder.
Y como si hubiese vuelto al colegio o entrado a un panal de abejas, empezó un cuchicheo desenfrenado, en donde algunas manos empezaron a levantarse y voces trataban de hablar… hasta que una voz se impuso por encima de las otras.
§ ¿En dónde trabajas? – preguntó la voz antagonizante, desde el fondo de la sala. – Porque todos nuestros esposos trabajan… y tú, con “tanto tiempo libre para ayudarnos”… ¿Cómo sabemos que no eres un vago?
Aunque no podía distinguir a Isabella dentro de la multitud, su voz destilaba una confianza provocativa, en donde sus insinuaciones prevalecían por encima del aire enrarecido.
- Trabajo para una empresa minera. – respondí. – Estuve trabajando en la administración, pero no me gustó y gracias a la pandemia, aquí estoy. No tengo un horario fijo y trabajo a base de proyectos, pero mientras cumpla con mis plazos y supervise a mis equipos, todo está bien.
Mi respuesta, por alguna razón, desencadenó un murmullo de curiosidad y escepticismo.
+ ¿Y eres casado? – preguntó otra apoderada.
- Sí.
+ ¿Y tienes más hijos?
- 3 niñas, aparte de Bastián.
§ ¿Y cuántos años tienes? – preguntó Isabella, finalmente revelándose entre la multitud.
Pero a pesar de los abucheos y murmullos de rechazo, tuvimos un momento intimo silencioso en la vorágine de nuestro entorno, donde nuestras miradas compartían una complicidad indecible para el resto de las personas.
Como siempre, la elegancia y sensualidad la hacían destacar por encima de las demás: sus largos cabellos oscuros la hacían ver exquisita, el rojo intenso de sus labios la mostraban como una amante ardiente y tempestiva. Por otra parte, su figura tan cautivadora y altiva invitaba a probar su versatilidad sobre la cama. Pero era en el fuego en sus ojos donde se reflejaba la conversación pendiente del otro día, en donde finalmente, me reconocía a mí como su objetivo final en su juego de seducción, esperando mi última respuesta como su última y única confirmación…
- Tengo 41 años.
Apenas pude contener mi sonrisa al notar su sutil decepción. Ella había tomado mis palabras de forma literal, olvidando que lo importante era la cantidad de hijos y no precisamente la edad. Aun así, no tuve mucho tiempo, porque las preguntas se reiniciaron al instante…
+ ¡Te ves tan joven!
- Gracias. En particular, no me gusta beber ni fumar.
+ ¿Qué pasatiempos tienes?
- Cocinar, leer libros, jugar videojuegos y ver videos por internet.
+ ¿Y qué sabes hacer?
- Bueno, sé trabajar con electricidad y también un poco de plomería. Pero gracias a la compañía minera, sé también de primeros auxilios.
Un suspiro generalizado cortó la habitación entera…
· ¿Quieres decir que nos puedes enseñar CPR? - preguntó una voz bastante parecida a la de Emma…
Incluso Cheryl, a mi lado, se notaba ansiosa por mi respuesta…
- No. –mentí, escapando apenas de las fauces de las leonas. – pero sí se usar un desfibrilador y sí sé qué hacer en una situación de emergencia.
Aun así, les agradó mi respuesta y me sentí bastante a gusto en la sala.
o Por favor, démosle un…
- Espere un poco, Miss Cheryl. ¿Me permite hacerle solo una pregunta a la sala?
La sensual pelirroja sonrió maravillada y con gran cordialidad, respondió:
o Adelante.
En esos momentos, me sentía bastante bien. Ya no me incomodaba ser el único hombre, porque podía sentir que me habían aceptado. Cuando caminaba hacia ellas, extrañamente, me reforzaba el sentimiento que sus miradas me siguieran en mis pasos.
- ¿Está aquí la madre de una niña llamada Sophie?
Y sorpresivamente, una hermosa mujer de color levantó la mano…
Para darles un contexto, la población de ascendencia africana es menor al 10% en el territorio australiano.
Por lo que esta maravillosa joya de mujer destacaba de una manera completamente distinta a las que había conocido hasta esos momentos.
Para empezar, su corte de pelo era bastante llamativo, en el sentido que le hacía destacar más allá de la ama de casa habitual y le brindaba un aire moderno, más ejecutivo, que contrastaba bastante con su pasiva personalidad. Por otro lado, su cabellera rubia y sus profundos ojos verdes, complementado con sus gruesos labios marrones le daban un aire sutilmente erótico, pero aun manteniendo la decencia que su aura proyectaba.
En cambio, su figura física compuesta de una cintura de reloj de arena exaltaba sus generosas curvas, de una manera que, aunque irradiaba una confianza natural y reafirmaba su personalidad, ocultaba sutilmente un erotismo innato. Aunque su vestido y falda corta no exponían su cuerpo de manera extremadamente reveladora, la delgadez de su tela veraniega daba a entender la opulencia sucinta debajo de ella.
En pocas palabras, era potencialmente una“milf”…
v Mi hija se llama Sophie. Mi nombre es Aisha. – respondió la mujer, claramente incómoda tanto por mi mirada, como por ser el foco del resto, en una voz suave, pero elegante.
- Mucho gusto. Mi nombre es Marco. – le dije, ofreciéndole mi mano afectivamente, impresionado por su belleza. – Le pido mis disculpas por incomodarla… pero mi hijo me ha hablado tres de sus amigas: Karen, Lilly y Sophie… y si bien, no me ha presentado a su hija aun, quería conocer antes a su madre.
v ¡No debería haberse tomado la molestia!... mi hija es una niña más.
- ¡Al contrario! – exclamé, buscando en el verde de sus ojos. – Mi hijo dice que a su hija le encanta leer, y eso me parece admirable.
Esas palabras liberaron el tesoro que escondían sus preciosos ojos: una cálida chispa, de amabilidad, humildad y agradecimiento empezó a fluir hacia mi mirada, magnificando su amplia, humilde y preciosa sonrisa…
v ¡Señor, usted se equivoca! – trataba de decir ella, pero su sonrisa se notaba “demasiado agradecida”. - aquí hay muchas madres que hacen grandes cosas… y Miss Cheryl también hace una gran labor… yo simplemente soy una mujer.
Pero ante tanta magnificencia y humildad, encontré un solo camino a seguir…
- Señora Aisha, que usted haya criado una niña que disfrute la lectura no es tarea fácil. – le dije, poniéndome de rodillas…
v ¡Señor, por favor! ¡Esto no es necesario! – replicó ella, con el chillido excitado de la audiencia de fondo. - ¡Solo hago lo que cualquier madre puede hacer!
- Y, aun así, hay madres que no lo hacen…- sentencié, antes de estamparle un beso en la mano.
Se escucharon gritos de regocijo, risas nerviosas y varios murmullos…
Y aunque sabía que había una arrogante apoderada que se estaba cayendo de su“especial pedestal”, entre Aisha y yo, el flujo que manaba de sus preciosos ojos no terminó. Si bien, estaba ruborizada y un poco desconcertada por la acción de un completo desconocido, no se notaba precisamente molesta. Pero su preciosa y sutil sonrisa me mostraba lo intrigada que estaba por mí, y ese leve resplandor en los ojos auguraba su disposición para averiguarlo.
Y eso que aún no me encontraba con Bastián…
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1 comentarios - PDB 07 La presentación ante el curso (I)
Espero 2da parte