Luego de los episodios tan excitantes con mi novio Hernán, con Mario y el Médico de mi abuela, mi vida cambio radicalmente. Me sentía mas libre, más sexy y más mirada. Por eso me empecé a vestir de forma más provocativa: me ponía vestidos y minifaldas cortas, pantalones más ajustados para lucir lo más posible mi cola, incitando deseos en los hombres, y por qué no de las mujeres también. Quería llamar la atención, pero me cuidaba de ponerme bombacha tipo cola-less (tangas), ya que mi novio sólo me las permitía usar cuando salía con él; para evitar problemas lo complacía.
Como les dije me vestía de forma sexy y elegante, ya que en realidad quería obtener la atención de Mario, que me había cortado el rostro (ver relato anterior). Por eso empecé a ponerme minifaldas (generalmente no usaba polleras) para que también pudiera ver mis muslos. Por supuesto, dio resultado: su mirada ya no sólo se centraba en mis nalgas, sino también en todo mi cuerpo haciéndome sentir por momentos como si estuviera totalmente desnuda. Recuerdo que una vez me desabroché los dos botones superiores de mi blusa para que viera la curvatura de mis senos. Cuando mi jefe Carlos me envió a la oficina de Mario para entregarle algunos expedientes, me incliné sobre el escritorio para facilitarle la visión de mis senos, pero el seguía poniendo distancia. Intentaba sacar fuerzas de donde no tenía para no mirarme, para no hablarme, por que creía que lo nuestro no podía ser.
A todo esto, con mi novio Hernán nos habíamos arreglado de nuevo, y para celebrar el inicio de la nueva relación, me invitó a cenar a su departamento, para después ir a una fiesta con sus amigos. Por eso me vestí de forma muy sexy, pero fina, ya que lo quería sorprender. Me puse un pantalón de vestir bien, color lila, bien ajustado al cuerpo, de tela muy finita. Por supuesto lo combine con una bombacha normal, ya que si fuese una tanga se me marcaría todo y no quería eso. Arriba me puse un top del mismo color haciendo juego, sin corpiño, bien ceñido a mis pechos, y como siempre unos tacos altos.
Al llegar a su departamento me recibió con unas flores hermosas y me dijo que estaba hermosa. Yo, por supuesto, estaba feliz y me di cuenta que Hernán era mi verdadero amor. Fue una cena muy romántica, cenamos a la luz de las velas, acompañados de un buen vino. Nunca antes había tenido una cena de este tipo, ya que él es muy poco romántico.
Para completar esta magnífica velada, me dio un regalo dentro de una envoltura hermosa. Al abrirlo, me llevé una sorpresa: era un juego de lencería súper sexy, corpiño y bombacha tipo tanga color celeste de encaje. Al principio no me gustó (soy odiosa por naturaleza, así es mi carácter) pero luego le agradecí a Hernán con un beso apasionado. Él me pidió encarecidamente que me la pruebe y así hice; me lo probé, me quedaba perfecto. Salí de su habitación, desfilé un poco frente a él y noté que comenzó a excitarse.
Me pidió que me lo dejara puesto para salir esa noche. Por supuesto no acepté, ya que se me iba a marcar todo con ese pantalón. Se lo expliqué y él me dijo que le dé el gusto de probármelo con el pantalón celeste. Me convenció, me vestí de nuevo, me saqué el corpiño (con el top me iba a quedar mal), y al verme en el espejo comprobé que la bombacha se marcaba al finalizar mi cola, pero no era tan escandaloso como me suponía. Debo confesar que me quedaba muy sexy.
Al verme mi novio se quedó helado, me pidió que girara, me dijo que estaba infernal. Le di las gracias y me fui a descambiar. Me dijo que no, que vaya al pub así. Me negué rotundamente, pero él me rogó tanto, me suplicó de rodillas, y yo finamente accedí.Al final llegamos a la fiesta, era en un Pub en el centro de la ciudad de Rosario. Allí nos encontramos con los amigos de Hernán y sus respectivas novias, a excepción de Juan José y su novia (Cecilia) que todavía no habían llegado. Empezamos a tomar cerveza y a charlar. La estábamos pasando muy bien, cuando de pronto empezaron a poner temas nacionales de la década de los 80 y salimos a bailar todos. Notaba cómo todas las personas del pub me estaban mirando de manera llamativa, y ahí me di cuenta que por el juego de las luces se me transparentaba aun más la bombacha por debajo de mi pantalón. Inmediatamente me puse medio cachonda, y empecé a mover más mis caderas para que todos me vieran. Mi novio se dio cuenta, especialmente cuando sus amigos miraban directamente mi culito. Hernán empezó a bailar detrás de mí, se fue acercando hasta pegar su pene a mi cola, y me dijo:
Ay Vale, ¡¡cómo me calentás!!, me encanta que te vistas sexy para mi, me volvés loco, quiero hacerte el amor en mi departamento, más tarde cuando nos vayamos...
Yo también bebe, pero lamentablemente hoy no puedo…
Me quedé con la palabra en la boca, ya que justo nos saludaron Juan José y Cecilia. Cuando Hernán vio la forma en que estaba vestida la puta de Cecilia, se quedó mudo. Ella es bastante petisa, pero tiene unas tetas y un culo enorme; esa noche hacía gala de su cuerpo, ya que traía un pantalón capri elastizado color rojo que le marcaba el triangulito de su tanga por atrás, y una remera escotada también roja. Para completar, unos tacones muy altos con tiritas rojas. A pesar que no es linda de cara, estaba sin ninguna duda fatal.
Inmediatamente ellos se pusieron a bailar con el grupo y lógicamente todas la miradas pasaron a ella; hasta a mi novio se le iban los ojos mirándole el culo a Cecilia. Eso me puso muy celosa, me embronqué y me fui al baño. Unos minutos después entró Cecilia al tocador: me halagó mi forma de vestir, me miró la cola fijamente y me dijo:
Vale, qué lindo pantalón. Te queda muy fino y esa bombacha es ideal para esa clase de tela fina, no se puede usar tangas muy pequeñas…
No, se transparentan mucho -contesté.
A Juan José le gustan las tangas…
¿Como la que tenés puesta? -repliqué.
¡¡Siiii!! ¿se me marca mucho?, me preguntó y se dio vuelta, poniéndome la cola frente a mis ojos.
Le contesté que sí. Allí terminó la conversación.
Al terminar la fiesta nos dirigimos al departamento de mi abuela. Hernán me pidió que fuera a dormir a su casa, pero yo le dije que no me parecía correcto (mi abuela es muy conservadora en esas cosas). Él comprendió la situación y dijo de subir a tomar un café. Entramos y fuimos a la cocina a prepararlo, pero Hernán me agarró fuerte de atrás y me apoyó el pene en mi cola. Le dije que se alejara, él me dio media vuelta y empezó a besarme bruscamente; su lengua se metía en mi garganta. Me aparté y le dije que no, que estaba mi abuela en su dormitorio durmiendo, pero poco le importó. Siguió hasta dejar al aire mis senos, bajando mi top de un solo tirón. Sus pulgares jugaron con mis pezones, su mano izquierda bajó acariciando mis muslos por encima del pantalón, me manoseó la concha y el culo. Agarró mi bombacha y la tiró para arriba. Su boca se separó de la mía, sacó su lengua y me lamió el cuello; cuando llegó a mis tetas abrió la boca y lamió juguetonamente mi pezón derecho. Comenzó a succionármelo, provocándome infinito placer, mientras seguía jugando con mi otro pezón. Su mano izquierda acarició mis nalgas y concha, mientras una de mis manos la llevó hacia su pantalón, acariciándole el bulto. Su pene estaba erecto, durísimo. Él mismo se desprendió el pantalón y sacó la pija, que tomé y acaricié despacio. La sentía rugosa y firme, palpé ansiosa cada parte de ella hasta llegar a sus testículos. Los acaricié y estrujé un poco; esto pareció excitarlo más, porque chupó mis pezones con más fuerza, acaricié el glande y comencé a pajearlo con fuerza. Hernán seguía metiéndome mano por todas partes mientras me decía:
¡¡Qué buena estás Vale!!
Yo estaba recaliente, pero le contesté débilmente:
¡¡Basta, por favor!! no quiero seguir…
Mientras, aumentaba la velocidad con que lo masturbaba. Mi mano pajeaba su pija cada vez más rápido y pude sentir como se estiró al máximo; pensé que explotaría. Los dos jadeábamos, su mano derecha recorrió mis tetas y con la otra seguía manoseando mi concha, cada vez con más fuerza. Su boca mamaba ahora mis dos tetas, succionado un pezón primero y luego el otro, que estaban totalmente erectos. La piel de mis tetas estaba roja y cubierta de saliva de Hernán. Comencé a gemir de excitación.
¡¡Así Hernán, así!! Hhmmm, por favor qué bien lo haces…
Tomó mis hombros y empujó hacia abajo. Sin resistir, me arrodillé como él quería, mi mano seguía subiendo y bajando por su pene. La situación era muy morbosa y bastante obscena. Abrí mi boca y empecé a chupársela fuertemente; pasaba mi lengua una y otra vez por la cabeza de su verga. Mi novio tenía un rostro que reflejaba lo que estaba disfrutando, y le dije:
¿Te gusta que tu novia se ponga estos pantalones y tanguitas? ¿te gusta Hernán? decime ¿te gusta que le vean el culo y la tanga a tu novia?...
Siiiiii, seguí así mamita, ahhh haaaaagg, más rápido putita,
¿A quien llamas puta?
A vossssssssss trolita, si te gusta mostrar la tanga…
Mientras dirigía mis movimientos, él gemía y yo chupaba con más vehemencia, succionando su verga y pensando "qué diría mi abuela o mi mamá si me hubiese visto ahí arrodillada con ese pantalón que trasparentaba mi bombacha, mamándole la verga a Hernán, dándole placer con mi boca, con mis labios, con mi lengua". Hmmmm.
En ese instante le conté que la puta de la novia de Juan José me pidió prestado este mismo pantalón:
Imagínatela con la tanguita que tenía puesta hoy…
Al escuchar eso me pidió que lo pajeara más fuerte. Cerró los ojos. Mi mano puñeteaba su pene a la mayor velocidad en que podía hacerlo, yo gemía aun mirando su cara de excitación. Estaba a punto de acabar; al percibir eso, paré de pajearlo, y le dije:
¿Te gusta mi culo amor? ¿te gustaría si me hubiera puesto este pantalón con la tanga de la puta de Cecilia?
¡¡¡Si bebeeee!!!
No soy tan puta como ella, pero igual tus amigos me miraban todo el tiempo la bombachita…
Siiiiiiiiiii bebe, me gusta que te miren, me calienta…
En ese instante me subí a una silla, me puse en 4 patas y le mostré mi culo, con ese pantalón que transparentaba toda mi bombacha. Al ver semejante espectáculo se empezó a masturbar fuertemente, mientras yo me acariciaba la concha por encima del pantalón. En un momento, le pedí que me la chupara, me bajó el pantalón, corrió mi tanga y me empezó chupar brutalmente desesperado. Me metía un dedo, dos, tres, mientras me decía que me quería coger. Le dije que no podíamos (recién hacía un mes había empezado a tomar pastillas anticonceptivas, y mi ginecóloga me aconsejó no tener relaciones en ese mes). Él entendió rápidamente, pero me pidió el culo; me negué rotundamente, a pesar que estaba recaliente, mientras mi novio seguía chupado mi concha con mucho esmero.
De pronto sentí algo grueso y duro que entra en mi vagina; me di cuenta que no era su pene, ya que era mucho mas grande. Al darme vuelta me sorprendí: era una banana grande y larga. Le dije que me la saque, porque me hacía mal, pero lejos de hacerme caso siguió metiendo más y más. Me dijo que disfrute y así lo hice (vaya si lo hice): empecé a gemir, el dolor y el morbo eran muchísimo mayores que lo que dictaba mi moral.
¿Te gusta putita? ¿querés que te meta toda la banana por el orto? ¿te gustaría que tenga una pija de este tamaño?
Si bebe, me gustaría, métemela toda, hasta el fondo, ahhh
Empezó a entrar sin dificultades. Me la sacaba y ponía sin mayor problema, ya que mis jugos vaginales eran verdaderos chorros.
Mirá si tu mamá viera esto, ¡¡no podría creer que su hija fuese tan puta!!…
Si bebe, soy reputa, sigue por favor que voy a llegar… Aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh
Mientras, Hernán se seguía masturbando. Yo subida a una silla, en 4 patas y una banana perdida por la concha, mirándolo con lujuria.
Siiiiiiiiiiiiiiiii bebe, tirame todo la leche en el culo
No aguantó más. Sacó la banana de mi concha y descargó todo su semen en mi trasero. Luego, el muy sucio peló la banana, la embadurnó con los restos de semen de mi cola y la llevó a mi boca. Entregada al camino de la perdición, la empecé a chupar desenfrenadamente y luego le di un mordisco.
Ahí termino ese acto sexual tan depravado; mi novio y yo no dábamos crédito a lo que habíamos hecho. Nos abrazamos y nos empezamos a besar apasionadamente.
El lunes siguiente me levanté temprano y me fui a trabajar. Todavía recordando el episodio del sábado con mi novio, lo busqué a Mario para charlar, pero me esquivó diciéndome que estaba ocupado. Me fui a mi departamento a almorzar y más tarde al gimnasio. Al llegar me encontré con mi amiga Silvia, una chica muy liberal, que vive en pareja hace 4 años y tiene varios amantes. Allí le comenté lo que había pasado el sábado con mi novio y le confesé mi atracción física y emocional con Mario. También le conté que no me daba bola. Ella escuchó pacientemente, con mucha atención, sobre todo los detalles de las escenas de sexo con Hernán. Me dijo que deberíamos establecer una estrategia para conquistar a Mario, la mejor forma era vestirse muy provocativamente, para que él me vea con otros ojos y no como la novia de Hernán.
Así lo hice: al cabo de un mes de la charla con Silvia, finalmente me decidí: me vestí como una secretaria bien puta, me puse el juego de lencería crema de encaje, con medias en red color negro, luego me coloqué una minifalda roja y negra muy corta, y arriba una camisa blanca, que se me notaba a la perfección el corpiño de encaje, muy apretado. Me maquillé y perfumé mucho. Al mirarme al espejo me dije a mí misma: "Siempre he querido ser la puta que se coge a su jefe", mientras miraba mi trasero. Salí rumbo al trabajo; el portero del edificio me miró lascivamente, y en el trayecto todos los hombres, jóvenes y no tan jóvenes, me miraban y mi decían piropos demasiado zafados. Mi jefe Carlos, al verme vestida así, se quedó muy sorprendido.
Aproximadamente a las 14:30, llamé a Mario diciéndole que necesita hablar con él. Me dijo que pasara por la oficina, que estaba solo porque todos se habían ido almorzar. Al verme se quedo perplejo por mi vestimenta, pero me saludo como si nada; pero en ese momento me sonó el celular, era mi novio que me estaba llamando para saber donde andaba. Mientras le decía que estaba trabajando y muy ocupada -por supuesto mintiéndole- sentí que Mario me agarró de la cintura y me empezó a besar el cuello. Le dije a Hernán que lo llamaba más tarde y le corté. Apagué el celular, mientras Mario seguía besando mi cuello:
Por favor Mario, no hagas eso…
Poco lo importaron mis dichos, descaradamente me apoyó de atrás, notando su bulto en mi falda, y me dijo:
No te imaginás cómo me calentás cuando te vestís así. El fin de semana me cogí a mi esposa pensando en esa tanga que se te marca toda...
Estás loco, soltame por favor, no me hagas esto, déjame.
Me subió la falda lentamente, yo trataba de salirme.
Noooo, noooo, por favor, déjame
Se arrodilló detrás de mí y me dijo:
Uuuuuuuuu ¡que hermosa bombachita!…
Luego me bajo las medias entera que lleva puesto y me corrió la tanga e introdujo un dedo en mi concha, la cual para ese momento estaba más que húmeda, empapada. Me hizo levantar un poco y me bajó la tanga. Me giró, quedando de frente a él, que seguía arrodillado y empezó con su lengua a lamer y chupar mi clítoris. Eso me excitó demasiado y procedí a quitarme la camisa, el brasier, y me empecé a pellizcar lo pezones. Él siguió chupándome y metió su lengua húmeda en mi concha. Le pedí que no parara, estaba muy excitada. Mientras me chupaba mi concha, me oprimía los senos desnudos. Se levantó y me pidió que se la chupe. Le bajé la bragueta y empecé a acariciarle la dura verga, que mostraba gotitas de humedad en la punta. Empecé a mamársela poco a poco. Nunca pensé que me iba atrever a chupar otra verga que no fuese la de mi novio, pero al sentir la verga de Mario entre mis manos me excité tanto que la empecé a chupar poco a poco, desde las bolas hasta su tronco y seguí hasta su cabezota. No podía creer lo que estaba pasando en su oficina, pero me estaba encantando. Lo introduje nuevamente en mi boca, dándole lengüetazos duros, rápidos y fuertes que hicieron estremecer a Mario, mientras me decía:
Chúpala, putita... ponela en tu boca como haces con tu novio.
Siiii -le conteste- tenés razón, soy una putita y me gusta tener siempre una pija en mi boca…
Ya que estaba en el juego, debía jugar fuerte. Me ordenó que me siente sobre sus piernas, totalmente desnudo y con su verga bien parada. Levantando mi falda me senté en su verga, sin metérmela y empecé a mover mi trasero. Así unos segundos hasta que la introduje en mi vagina. Mis tetas colgaban frente a su cara; Mario empezó a mamarlas, mientras sentía cómo su verga y mi vagina se iban acomodando; poco a poco empecé a sentirla perforándome. Podía sentir bien su cabezota hinchada, y también podía distinguir las diferencias entre la verga de Mario y la de mi novio: sentía perfectamente algo más gordo (y sobre todo más largo) que penetraba mi vagina. Poco a poco empezamos a acelerar el ritmo; Mario mamaba más fuerte mis tetas y sentía como se zambullía más rápido su verga en mi concha empapada y abierta. Empecé a montarlo como una perra caliente, tenía una calentura insoportable, y me la estaba sacando con Mario, que me decía:
Parece que no te han cogido en mucho tiempo ¿verdad?
Sí Mario, mi novio me abandona mucho, creo que no le gusto.
Pues sí que es pelotudo tu novio, mira que dejar esta hembra sin su verga. ¡Yo te cogeré cada vez que ese pendejo no lo haga! ¡Serás mi puta personal desde ahora!
Siiiiiii, lo que vos digas -dije siguiéndole el juego.
Sin que me lo pidiera le volví a mamar su verga. Él se estremecía, le estaba dando mis mejores mamadas y un rato después me le monte empalándome su pieza en mi papo y moviendo mi cadera, me lo seguía cogiendo muy sabroso, moviendo mi pelvis y sintiendo su verga en mis entrañas. Suave, rico, mientras me estrujaba las nalgas y me chupaba las tetas, al tiempo uno de sus dedos invadió mi apretado ano haciéndome gemir:
Te gustaría por el culito ¿verdad puta?
Nooooo bebe, eso no -le contesté.
Entonces me hizo que me siente en su verga mirándole de frente. Le agarré la verga y la direccioné a mi concha. La metí toda, mientras yo misma me agarraba las tetas con las dos manos. Subía y bajaba:
Auuuuu, ayyyyy, ayyyyyy, ayyyyyy, ayyyyyyy, seguí, seguí por favor…
Estaba disfrutando de lo lindo. Luego me levantó, me apoyó sobre el escritorio, me abrió las nalgas y me metió su verga, mientras me apretaba las tetas.
Culeame mi amor, lléname la concha de tu leche…
Claro que lo hizo, me agarró por las nalgas y así de perrito, me la metió y me bombeo como antes, pero esta vez más bruscamente hasta que tuve un hermoso orgasmo. Al sentir mis gritos, empezó a decir:
Toma puta... puta... puta... puta... eres una puta... toma... toma toda mi verga... toma... puta... puta... ¡¡¡putaaaaaaaa...!!!
Fueron sus últimas palabras antes de inundar mi concha con su semen. Acompañé su orgasmo con un ´´Siiii... tu leche caliente... dentro de mí... siiii... mmmm... qué rica tu leche... mmmm´´
Y caí rendida a un costado. Aún jadeante, no podía dejar de sorprenderme por lo que había hecho: le había sido infiel a mi novio por primera vez, pero no la ultima.
Espero que le haya gustado este relato, nos vemos en el tercero.
Valeria
Fuente:Todorelatos.
Como les dije me vestía de forma sexy y elegante, ya que en realidad quería obtener la atención de Mario, que me había cortado el rostro (ver relato anterior). Por eso empecé a ponerme minifaldas (generalmente no usaba polleras) para que también pudiera ver mis muslos. Por supuesto, dio resultado: su mirada ya no sólo se centraba en mis nalgas, sino también en todo mi cuerpo haciéndome sentir por momentos como si estuviera totalmente desnuda. Recuerdo que una vez me desabroché los dos botones superiores de mi blusa para que viera la curvatura de mis senos. Cuando mi jefe Carlos me envió a la oficina de Mario para entregarle algunos expedientes, me incliné sobre el escritorio para facilitarle la visión de mis senos, pero el seguía poniendo distancia. Intentaba sacar fuerzas de donde no tenía para no mirarme, para no hablarme, por que creía que lo nuestro no podía ser.
A todo esto, con mi novio Hernán nos habíamos arreglado de nuevo, y para celebrar el inicio de la nueva relación, me invitó a cenar a su departamento, para después ir a una fiesta con sus amigos. Por eso me vestí de forma muy sexy, pero fina, ya que lo quería sorprender. Me puse un pantalón de vestir bien, color lila, bien ajustado al cuerpo, de tela muy finita. Por supuesto lo combine con una bombacha normal, ya que si fuese una tanga se me marcaría todo y no quería eso. Arriba me puse un top del mismo color haciendo juego, sin corpiño, bien ceñido a mis pechos, y como siempre unos tacos altos.
Al llegar a su departamento me recibió con unas flores hermosas y me dijo que estaba hermosa. Yo, por supuesto, estaba feliz y me di cuenta que Hernán era mi verdadero amor. Fue una cena muy romántica, cenamos a la luz de las velas, acompañados de un buen vino. Nunca antes había tenido una cena de este tipo, ya que él es muy poco romántico.
Para completar esta magnífica velada, me dio un regalo dentro de una envoltura hermosa. Al abrirlo, me llevé una sorpresa: era un juego de lencería súper sexy, corpiño y bombacha tipo tanga color celeste de encaje. Al principio no me gustó (soy odiosa por naturaleza, así es mi carácter) pero luego le agradecí a Hernán con un beso apasionado. Él me pidió encarecidamente que me la pruebe y así hice; me lo probé, me quedaba perfecto. Salí de su habitación, desfilé un poco frente a él y noté que comenzó a excitarse.
Me pidió que me lo dejara puesto para salir esa noche. Por supuesto no acepté, ya que se me iba a marcar todo con ese pantalón. Se lo expliqué y él me dijo que le dé el gusto de probármelo con el pantalón celeste. Me convenció, me vestí de nuevo, me saqué el corpiño (con el top me iba a quedar mal), y al verme en el espejo comprobé que la bombacha se marcaba al finalizar mi cola, pero no era tan escandaloso como me suponía. Debo confesar que me quedaba muy sexy.
Al verme mi novio se quedó helado, me pidió que girara, me dijo que estaba infernal. Le di las gracias y me fui a descambiar. Me dijo que no, que vaya al pub así. Me negué rotundamente, pero él me rogó tanto, me suplicó de rodillas, y yo finamente accedí.Al final llegamos a la fiesta, era en un Pub en el centro de la ciudad de Rosario. Allí nos encontramos con los amigos de Hernán y sus respectivas novias, a excepción de Juan José y su novia (Cecilia) que todavía no habían llegado. Empezamos a tomar cerveza y a charlar. La estábamos pasando muy bien, cuando de pronto empezaron a poner temas nacionales de la década de los 80 y salimos a bailar todos. Notaba cómo todas las personas del pub me estaban mirando de manera llamativa, y ahí me di cuenta que por el juego de las luces se me transparentaba aun más la bombacha por debajo de mi pantalón. Inmediatamente me puse medio cachonda, y empecé a mover más mis caderas para que todos me vieran. Mi novio se dio cuenta, especialmente cuando sus amigos miraban directamente mi culito. Hernán empezó a bailar detrás de mí, se fue acercando hasta pegar su pene a mi cola, y me dijo:
Ay Vale, ¡¡cómo me calentás!!, me encanta que te vistas sexy para mi, me volvés loco, quiero hacerte el amor en mi departamento, más tarde cuando nos vayamos...
Yo también bebe, pero lamentablemente hoy no puedo…
Me quedé con la palabra en la boca, ya que justo nos saludaron Juan José y Cecilia. Cuando Hernán vio la forma en que estaba vestida la puta de Cecilia, se quedó mudo. Ella es bastante petisa, pero tiene unas tetas y un culo enorme; esa noche hacía gala de su cuerpo, ya que traía un pantalón capri elastizado color rojo que le marcaba el triangulito de su tanga por atrás, y una remera escotada también roja. Para completar, unos tacones muy altos con tiritas rojas. A pesar que no es linda de cara, estaba sin ninguna duda fatal.
Inmediatamente ellos se pusieron a bailar con el grupo y lógicamente todas la miradas pasaron a ella; hasta a mi novio se le iban los ojos mirándole el culo a Cecilia. Eso me puso muy celosa, me embronqué y me fui al baño. Unos minutos después entró Cecilia al tocador: me halagó mi forma de vestir, me miró la cola fijamente y me dijo:
Vale, qué lindo pantalón. Te queda muy fino y esa bombacha es ideal para esa clase de tela fina, no se puede usar tangas muy pequeñas…
No, se transparentan mucho -contesté.
A Juan José le gustan las tangas…
¿Como la que tenés puesta? -repliqué.
¡¡Siiii!! ¿se me marca mucho?, me preguntó y se dio vuelta, poniéndome la cola frente a mis ojos.
Le contesté que sí. Allí terminó la conversación.
Al terminar la fiesta nos dirigimos al departamento de mi abuela. Hernán me pidió que fuera a dormir a su casa, pero yo le dije que no me parecía correcto (mi abuela es muy conservadora en esas cosas). Él comprendió la situación y dijo de subir a tomar un café. Entramos y fuimos a la cocina a prepararlo, pero Hernán me agarró fuerte de atrás y me apoyó el pene en mi cola. Le dije que se alejara, él me dio media vuelta y empezó a besarme bruscamente; su lengua se metía en mi garganta. Me aparté y le dije que no, que estaba mi abuela en su dormitorio durmiendo, pero poco le importó. Siguió hasta dejar al aire mis senos, bajando mi top de un solo tirón. Sus pulgares jugaron con mis pezones, su mano izquierda bajó acariciando mis muslos por encima del pantalón, me manoseó la concha y el culo. Agarró mi bombacha y la tiró para arriba. Su boca se separó de la mía, sacó su lengua y me lamió el cuello; cuando llegó a mis tetas abrió la boca y lamió juguetonamente mi pezón derecho. Comenzó a succionármelo, provocándome infinito placer, mientras seguía jugando con mi otro pezón. Su mano izquierda acarició mis nalgas y concha, mientras una de mis manos la llevó hacia su pantalón, acariciándole el bulto. Su pene estaba erecto, durísimo. Él mismo se desprendió el pantalón y sacó la pija, que tomé y acaricié despacio. La sentía rugosa y firme, palpé ansiosa cada parte de ella hasta llegar a sus testículos. Los acaricié y estrujé un poco; esto pareció excitarlo más, porque chupó mis pezones con más fuerza, acaricié el glande y comencé a pajearlo con fuerza. Hernán seguía metiéndome mano por todas partes mientras me decía:
¡¡Qué buena estás Vale!!
Yo estaba recaliente, pero le contesté débilmente:
¡¡Basta, por favor!! no quiero seguir…
Mientras, aumentaba la velocidad con que lo masturbaba. Mi mano pajeaba su pija cada vez más rápido y pude sentir como se estiró al máximo; pensé que explotaría. Los dos jadeábamos, su mano derecha recorrió mis tetas y con la otra seguía manoseando mi concha, cada vez con más fuerza. Su boca mamaba ahora mis dos tetas, succionado un pezón primero y luego el otro, que estaban totalmente erectos. La piel de mis tetas estaba roja y cubierta de saliva de Hernán. Comencé a gemir de excitación.
¡¡Así Hernán, así!! Hhmmm, por favor qué bien lo haces…
Tomó mis hombros y empujó hacia abajo. Sin resistir, me arrodillé como él quería, mi mano seguía subiendo y bajando por su pene. La situación era muy morbosa y bastante obscena. Abrí mi boca y empecé a chupársela fuertemente; pasaba mi lengua una y otra vez por la cabeza de su verga. Mi novio tenía un rostro que reflejaba lo que estaba disfrutando, y le dije:
¿Te gusta que tu novia se ponga estos pantalones y tanguitas? ¿te gusta Hernán? decime ¿te gusta que le vean el culo y la tanga a tu novia?...
Siiiiii, seguí así mamita, ahhh haaaaagg, más rápido putita,
¿A quien llamas puta?
A vossssssssss trolita, si te gusta mostrar la tanga…
Mientras dirigía mis movimientos, él gemía y yo chupaba con más vehemencia, succionando su verga y pensando "qué diría mi abuela o mi mamá si me hubiese visto ahí arrodillada con ese pantalón que trasparentaba mi bombacha, mamándole la verga a Hernán, dándole placer con mi boca, con mis labios, con mi lengua". Hmmmm.
En ese instante le conté que la puta de la novia de Juan José me pidió prestado este mismo pantalón:
Imagínatela con la tanguita que tenía puesta hoy…
Al escuchar eso me pidió que lo pajeara más fuerte. Cerró los ojos. Mi mano puñeteaba su pene a la mayor velocidad en que podía hacerlo, yo gemía aun mirando su cara de excitación. Estaba a punto de acabar; al percibir eso, paré de pajearlo, y le dije:
¿Te gusta mi culo amor? ¿te gustaría si me hubiera puesto este pantalón con la tanga de la puta de Cecilia?
¡¡¡Si bebeeee!!!
No soy tan puta como ella, pero igual tus amigos me miraban todo el tiempo la bombachita…
Siiiiiiiiiii bebe, me gusta que te miren, me calienta…
En ese instante me subí a una silla, me puse en 4 patas y le mostré mi culo, con ese pantalón que transparentaba toda mi bombacha. Al ver semejante espectáculo se empezó a masturbar fuertemente, mientras yo me acariciaba la concha por encima del pantalón. En un momento, le pedí que me la chupara, me bajó el pantalón, corrió mi tanga y me empezó chupar brutalmente desesperado. Me metía un dedo, dos, tres, mientras me decía que me quería coger. Le dije que no podíamos (recién hacía un mes había empezado a tomar pastillas anticonceptivas, y mi ginecóloga me aconsejó no tener relaciones en ese mes). Él entendió rápidamente, pero me pidió el culo; me negué rotundamente, a pesar que estaba recaliente, mientras mi novio seguía chupado mi concha con mucho esmero.
De pronto sentí algo grueso y duro que entra en mi vagina; me di cuenta que no era su pene, ya que era mucho mas grande. Al darme vuelta me sorprendí: era una banana grande y larga. Le dije que me la saque, porque me hacía mal, pero lejos de hacerme caso siguió metiendo más y más. Me dijo que disfrute y así lo hice (vaya si lo hice): empecé a gemir, el dolor y el morbo eran muchísimo mayores que lo que dictaba mi moral.
¿Te gusta putita? ¿querés que te meta toda la banana por el orto? ¿te gustaría que tenga una pija de este tamaño?
Si bebe, me gustaría, métemela toda, hasta el fondo, ahhh
Empezó a entrar sin dificultades. Me la sacaba y ponía sin mayor problema, ya que mis jugos vaginales eran verdaderos chorros.
Mirá si tu mamá viera esto, ¡¡no podría creer que su hija fuese tan puta!!…
Si bebe, soy reputa, sigue por favor que voy a llegar… Aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh
Mientras, Hernán se seguía masturbando. Yo subida a una silla, en 4 patas y una banana perdida por la concha, mirándolo con lujuria.
Siiiiiiiiiiiiiiiii bebe, tirame todo la leche en el culo
No aguantó más. Sacó la banana de mi concha y descargó todo su semen en mi trasero. Luego, el muy sucio peló la banana, la embadurnó con los restos de semen de mi cola y la llevó a mi boca. Entregada al camino de la perdición, la empecé a chupar desenfrenadamente y luego le di un mordisco.
Ahí termino ese acto sexual tan depravado; mi novio y yo no dábamos crédito a lo que habíamos hecho. Nos abrazamos y nos empezamos a besar apasionadamente.
El lunes siguiente me levanté temprano y me fui a trabajar. Todavía recordando el episodio del sábado con mi novio, lo busqué a Mario para charlar, pero me esquivó diciéndome que estaba ocupado. Me fui a mi departamento a almorzar y más tarde al gimnasio. Al llegar me encontré con mi amiga Silvia, una chica muy liberal, que vive en pareja hace 4 años y tiene varios amantes. Allí le comenté lo que había pasado el sábado con mi novio y le confesé mi atracción física y emocional con Mario. También le conté que no me daba bola. Ella escuchó pacientemente, con mucha atención, sobre todo los detalles de las escenas de sexo con Hernán. Me dijo que deberíamos establecer una estrategia para conquistar a Mario, la mejor forma era vestirse muy provocativamente, para que él me vea con otros ojos y no como la novia de Hernán.
Así lo hice: al cabo de un mes de la charla con Silvia, finalmente me decidí: me vestí como una secretaria bien puta, me puse el juego de lencería crema de encaje, con medias en red color negro, luego me coloqué una minifalda roja y negra muy corta, y arriba una camisa blanca, que se me notaba a la perfección el corpiño de encaje, muy apretado. Me maquillé y perfumé mucho. Al mirarme al espejo me dije a mí misma: "Siempre he querido ser la puta que se coge a su jefe", mientras miraba mi trasero. Salí rumbo al trabajo; el portero del edificio me miró lascivamente, y en el trayecto todos los hombres, jóvenes y no tan jóvenes, me miraban y mi decían piropos demasiado zafados. Mi jefe Carlos, al verme vestida así, se quedó muy sorprendido.
Aproximadamente a las 14:30, llamé a Mario diciéndole que necesita hablar con él. Me dijo que pasara por la oficina, que estaba solo porque todos se habían ido almorzar. Al verme se quedo perplejo por mi vestimenta, pero me saludo como si nada; pero en ese momento me sonó el celular, era mi novio que me estaba llamando para saber donde andaba. Mientras le decía que estaba trabajando y muy ocupada -por supuesto mintiéndole- sentí que Mario me agarró de la cintura y me empezó a besar el cuello. Le dije a Hernán que lo llamaba más tarde y le corté. Apagué el celular, mientras Mario seguía besando mi cuello:
Por favor Mario, no hagas eso…
Poco lo importaron mis dichos, descaradamente me apoyó de atrás, notando su bulto en mi falda, y me dijo:
No te imaginás cómo me calentás cuando te vestís así. El fin de semana me cogí a mi esposa pensando en esa tanga que se te marca toda...
Estás loco, soltame por favor, no me hagas esto, déjame.
Me subió la falda lentamente, yo trataba de salirme.
Noooo, noooo, por favor, déjame
Se arrodilló detrás de mí y me dijo:
Uuuuuuuuu ¡que hermosa bombachita!…
Luego me bajo las medias entera que lleva puesto y me corrió la tanga e introdujo un dedo en mi concha, la cual para ese momento estaba más que húmeda, empapada. Me hizo levantar un poco y me bajó la tanga. Me giró, quedando de frente a él, que seguía arrodillado y empezó con su lengua a lamer y chupar mi clítoris. Eso me excitó demasiado y procedí a quitarme la camisa, el brasier, y me empecé a pellizcar lo pezones. Él siguió chupándome y metió su lengua húmeda en mi concha. Le pedí que no parara, estaba muy excitada. Mientras me chupaba mi concha, me oprimía los senos desnudos. Se levantó y me pidió que se la chupe. Le bajé la bragueta y empecé a acariciarle la dura verga, que mostraba gotitas de humedad en la punta. Empecé a mamársela poco a poco. Nunca pensé que me iba atrever a chupar otra verga que no fuese la de mi novio, pero al sentir la verga de Mario entre mis manos me excité tanto que la empecé a chupar poco a poco, desde las bolas hasta su tronco y seguí hasta su cabezota. No podía creer lo que estaba pasando en su oficina, pero me estaba encantando. Lo introduje nuevamente en mi boca, dándole lengüetazos duros, rápidos y fuertes que hicieron estremecer a Mario, mientras me decía:
Chúpala, putita... ponela en tu boca como haces con tu novio.
Siiii -le conteste- tenés razón, soy una putita y me gusta tener siempre una pija en mi boca…
Ya que estaba en el juego, debía jugar fuerte. Me ordenó que me siente sobre sus piernas, totalmente desnudo y con su verga bien parada. Levantando mi falda me senté en su verga, sin metérmela y empecé a mover mi trasero. Así unos segundos hasta que la introduje en mi vagina. Mis tetas colgaban frente a su cara; Mario empezó a mamarlas, mientras sentía cómo su verga y mi vagina se iban acomodando; poco a poco empecé a sentirla perforándome. Podía sentir bien su cabezota hinchada, y también podía distinguir las diferencias entre la verga de Mario y la de mi novio: sentía perfectamente algo más gordo (y sobre todo más largo) que penetraba mi vagina. Poco a poco empezamos a acelerar el ritmo; Mario mamaba más fuerte mis tetas y sentía como se zambullía más rápido su verga en mi concha empapada y abierta. Empecé a montarlo como una perra caliente, tenía una calentura insoportable, y me la estaba sacando con Mario, que me decía:
Parece que no te han cogido en mucho tiempo ¿verdad?
Sí Mario, mi novio me abandona mucho, creo que no le gusto.
Pues sí que es pelotudo tu novio, mira que dejar esta hembra sin su verga. ¡Yo te cogeré cada vez que ese pendejo no lo haga! ¡Serás mi puta personal desde ahora!
Siiiiiii, lo que vos digas -dije siguiéndole el juego.
Sin que me lo pidiera le volví a mamar su verga. Él se estremecía, le estaba dando mis mejores mamadas y un rato después me le monte empalándome su pieza en mi papo y moviendo mi cadera, me lo seguía cogiendo muy sabroso, moviendo mi pelvis y sintiendo su verga en mis entrañas. Suave, rico, mientras me estrujaba las nalgas y me chupaba las tetas, al tiempo uno de sus dedos invadió mi apretado ano haciéndome gemir:
Te gustaría por el culito ¿verdad puta?
Nooooo bebe, eso no -le contesté.
Entonces me hizo que me siente en su verga mirándole de frente. Le agarré la verga y la direccioné a mi concha. La metí toda, mientras yo misma me agarraba las tetas con las dos manos. Subía y bajaba:
Auuuuu, ayyyyy, ayyyyyy, ayyyyyy, ayyyyyyy, seguí, seguí por favor…
Estaba disfrutando de lo lindo. Luego me levantó, me apoyó sobre el escritorio, me abrió las nalgas y me metió su verga, mientras me apretaba las tetas.
Culeame mi amor, lléname la concha de tu leche…
Claro que lo hizo, me agarró por las nalgas y así de perrito, me la metió y me bombeo como antes, pero esta vez más bruscamente hasta que tuve un hermoso orgasmo. Al sentir mis gritos, empezó a decir:
Toma puta... puta... puta... puta... eres una puta... toma... toma toda mi verga... toma... puta... puta... ¡¡¡putaaaaaaaa...!!!
Fueron sus últimas palabras antes de inundar mi concha con su semen. Acompañé su orgasmo con un ´´Siiii... tu leche caliente... dentro de mí... siiii... mmmm... qué rica tu leche... mmmm´´
Y caí rendida a un costado. Aún jadeante, no podía dejar de sorprenderme por lo que había hecho: le había sido infiel a mi novio por primera vez, pero no la ultima.
Espero que le haya gustado este relato, nos vemos en el tercero.
Valeria
Fuente:Todorelatos.
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