La mañana del cuarto día fue realmente complicada. Los gritos de los coordinadores nos despertaron bruscamente. Nos despertamos con unos lindos besos con Pau, por lo que arranqué el día completamente al palo. Luego de despedirla le pegué una mirada a la habitación y me encontré con un escenario aterrador: era un quilombo de botellas, tucas y hasta forros usados, por lo que tuvimos que ponernos a ordenar un poco. Para peor, sentía un dolor de cabeza inhumano, a duras penas podía mantenerme parado.
Los sorprendí contando toda la situación de Mateo y el botellazo, pues no se habían enterado, y atribuían mi ausencia nocturna a una escapada con Pau.
Al bajar al hall la situación fue aún peor, estuve todo el día de acá para allá con coordinadores y gerentes del hotel y la empresa, producto de los incidentes de la noche anterior. Me perdí la excursión de ese día, a conocer una montaña (igual no me interesaba puesto que ya conocía Bariloche por haber viajado con mi familia), y tuve que pasar todo el día firmando cosas y hablando por teléfono con mi familia y con autoridades de la empresa. Evidentemente querían lavarse de manos de todo y hacerlo pasar como una simple pelea, lavandose de manos completamente con una situación que ya había sido advertida por mi y otros compañeros previamente y que habían menospreciado. En este punto tuve que discutir mucho, pues querían que Mateo siguiera en el viaje, ya que se había mostrado muy arrepentido. Por suerte Mariela estaba ahí y argumentando que su presencia resultaba un peligro para mí y para Julieta pudo interceder para que lo manden de vuelta a La Plata.
Cuando me encontré solo con ella, todavía faltaban cerca de dos horas para que el resto de los chicos lleguen, por lo que con una mirada cómplice Mariela me invitó a su habitación "para cuidarme por el golpe", lo cual acepté encantado. Al llegar a su habitación, comenzamos a besarnos apasionadamente y desvertirnos. Rápidamente ella bajo para chuparmela, pero al instante de bajarme el boxer y dejar salir mi miembro, la puerta sonó: un gerente del hotel requería su presencia para arreglar la salida de Mateo. Este día no podía empeorar más.
- Quedate acá y en 5 minutos salís, así no sospecha nadie, me dieron una llave extra, llévatela-. Me ordenó Mariela mientras se vestía rápidamente.
Completamente caliente y frustrado, decidí ir a la pileta para relajarme un rato. Antes de hacerlo, decidí subir una historia en cuero a mejores amigos frente al espejo, luciendo una malla nueva que compré antes del viaje. En ella solamente escribí: "abandonado en Bariloche". Cuando me encontraba en camino a la pileta, me llegó una respuesta a esa historia de Emilia, la chica que conocí el primer día y que nos besamos en la parada técnica del viaje de la ida: "estás al pedo? Tengo tarde libre vamos a fumar ese al lago", seguido de una foto de ella haciendo piquito con la boca. Le respondí con una foto poniendo que me había salvado la tarde y arreglamos para vernos frente al lago.
Rápidamente volví a mi habitación, me calcé la riño con todos los artilugios marihuanos y salí al encuentro de la inesperada compañía que me esperaba.
El encuentro fue muy ameno, nos contamos algunas anécdotas del viaje, fumamos y nos cagamos de risa un buen rato, pero no pasó nada hasta el final, cuando a modo de despedida nos dimos un beso bastante apasionado, logrando que me vuelva a calentar sin poder satisfacerme.
De vuelta en el hotel, decidí ir a arreglar las cosas con Julieta, mi mente no paraba de pensar ni un segundo y ya estaba siendo enfermizo.
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- Quién es?-. Escuché su voz al otro lado de la puerta.
- Soy yo Juli, tenemos que hablar.
La puerta se abrió y la imagen de dentro de la habitación me dejó sin palabras: Juli estaba con la toalla atada sobre sus prominentes y todavía con algunas gotas producto de su evidentemente reciente baño.
Ella se abalanzó sobre mis hombros y me abrazó muy fuerte.
- Perdon perdón, posta perdón por todo...-. Me decía mientras la voz se le quebraba.
-No quería meterte en este quilombo, me obsesioné en mi relación con él y no me di cuenta que en el medio estabas vos-. Continuó, sin dejarme emitir palabra ni soltandome de su abrazo, que a esta altura, considerando la calentura que cargaba desde la mañana ya estaba generando cosas peligrosas, por lo que lentamente la separé y la miré a la cara.
- Ya está, no te preocupes por mí. Este tiempo solamente podía pensar en como estás vos. El otro día cuando lo ví agarrarte la muñeca quería reventarlo-. Dije recordando la situación del pasillo.. -Vos como estas?.
-Aliviada y culpable. Me porté muy mal con vos como si no fueras nada y siempre fuiste muy importante y estuviste conmigo en mis peores momentos-.
- Ya está, no importa. Lo importante ahora es que te hayas dado cuenta que él no es una buena persona para vos.
- Si tenés razón, gracias por entender y por estar siempre. Igual allá lo voy a tener que seguir viendo en el colegio al pelotudo-. Dijo mientras se daba vuelta y comenzaba a peinarse frente a un espejo, dándome la espalda.
- No le des bola a eso, ahora toca disfrutar lo que queda de viaje no?-. Intenté cambiar de tema.
- Si mal, estuve 4 días llorando por un pelotudo-.
Continuamos hablando de otras boludeces, como si nunca hubiera pasado entre nosotros, los dos sentados en la cama, hasta que me pidió que la acompañe al baño para terminar de acomodarse y peinarse.
A esta altura, ya habia pasado mucho tiempo cerca de ella con tan solo una pequeña toalla tapando su voluptuoso cuerpo y la calentura acumulada sobre mi me estaba pasando factura. Para peor, me pidió que le ayude a pasarle una crema sobre su espalda, para lo que desató la toalla desde atrás, quedándose frente al espejo con la toalla solo tapando sus tetas y dejando su increíble culo a la vista, con solo una pequeña tanga bien metida entre sus nalgas, y a pocos centímetros de mi hinchsdo bulto.
La miré por el espejo y observé su cara de falsa inocencia que ya conocía: estaba jugando conmigo y sabía lo que estaba generando en mí, por lo que yo también decidí jugar un poco. Comencé a pasarle crema por sus hombros lentamente, bajando las manos por delante casi hasta el inicio de sus tetas y volviendo a su espalda. Luego comencé a bajar las manos hacia su espalda media y luego hasta su espalda media. Cuando tocaba con un dedo su tanga, volvía a subir. Todo esto muy lentamente y mirándola a los ojos por el espejo. Mientras tanto ella arqueaba la espalda, tirando el culo para atrás, clavándose mi bulto justo entre sus nalgas.
- Yo también te extrañé-. Le susurré al oído, en respuesta a lo que me había dicho en el micro hace ya 4 días. Acto seguido, comencé a besar su cuello lentamente, de una forma que yo sé que le encantaba, dejando un rastro de saliva en él.
Automáticamente ella soltó un pequeño gemido soltó la toalla que le tapaba sus tetas, dándome una increíble imagen y dándole también camino libre a mis manos, las cuales se ubicaron rápidamente en esos dos grandes melones. Con una mano lentamente comencé a bajar por su suave piel, hasta meter mi mano dentro de su ya empapada tanga.
En el momento en que empecé a masturbarla, se abrió la puerta de la habitación, por lo que, sin dejarla a ella reaccionar, cerré la puerta del baño rápidamente y aumenté el ritmo, mientras que tapaba su boca para silenciar los gemidos.
-Juuuu, llegamos. Todo bien-. Se escuchó al otro lado.
- MmmSiii chicas, ya salgooooo-. Respondió ella, intentando reprimir sus gemidos.
Sin darle respiro, seguí masturbandola, callando sus gemidos con mi mano, deleitandome viendo su cara y su cuerpo caliente por el espejo.
Cuando me di cuenta que ya no daba más me acerqué a su oído y le susurré: -Acabame putita-. Y casi como si hubiera dicho las palabras mágicas, comenzó a retorcerse sin parar y a morderme la mano que le tapaba su boca, mientras me dejaba todos los dedos llenos de flujo. Luego de dejarla recuperarse un momento, le di un beso en la boca y me fuí del baño, sin darle tiempo a reaccionar. Me quedé con las ganas de coger pero ya no había tiempo y sabía que esto iba a hacerla buscarme a la noche para que le dé pija.
Salí del baño, saludé a su grupo de amigas con un gesto desde la puerta y me fuí, antes de que nadie me pregunte nada
Los sorprendí contando toda la situación de Mateo y el botellazo, pues no se habían enterado, y atribuían mi ausencia nocturna a una escapada con Pau.
Al bajar al hall la situación fue aún peor, estuve todo el día de acá para allá con coordinadores y gerentes del hotel y la empresa, producto de los incidentes de la noche anterior. Me perdí la excursión de ese día, a conocer una montaña (igual no me interesaba puesto que ya conocía Bariloche por haber viajado con mi familia), y tuve que pasar todo el día firmando cosas y hablando por teléfono con mi familia y con autoridades de la empresa. Evidentemente querían lavarse de manos de todo y hacerlo pasar como una simple pelea, lavandose de manos completamente con una situación que ya había sido advertida por mi y otros compañeros previamente y que habían menospreciado. En este punto tuve que discutir mucho, pues querían que Mateo siguiera en el viaje, ya que se había mostrado muy arrepentido. Por suerte Mariela estaba ahí y argumentando que su presencia resultaba un peligro para mí y para Julieta pudo interceder para que lo manden de vuelta a La Plata.
Cuando me encontré solo con ella, todavía faltaban cerca de dos horas para que el resto de los chicos lleguen, por lo que con una mirada cómplice Mariela me invitó a su habitación "para cuidarme por el golpe", lo cual acepté encantado. Al llegar a su habitación, comenzamos a besarnos apasionadamente y desvertirnos. Rápidamente ella bajo para chuparmela, pero al instante de bajarme el boxer y dejar salir mi miembro, la puerta sonó: un gerente del hotel requería su presencia para arreglar la salida de Mateo. Este día no podía empeorar más.
- Quedate acá y en 5 minutos salís, así no sospecha nadie, me dieron una llave extra, llévatela-. Me ordenó Mariela mientras se vestía rápidamente.
Completamente caliente y frustrado, decidí ir a la pileta para relajarme un rato. Antes de hacerlo, decidí subir una historia en cuero a mejores amigos frente al espejo, luciendo una malla nueva que compré antes del viaje. En ella solamente escribí: "abandonado en Bariloche". Cuando me encontraba en camino a la pileta, me llegó una respuesta a esa historia de Emilia, la chica que conocí el primer día y que nos besamos en la parada técnica del viaje de la ida: "estás al pedo? Tengo tarde libre vamos a fumar ese al lago", seguido de una foto de ella haciendo piquito con la boca. Le respondí con una foto poniendo que me había salvado la tarde y arreglamos para vernos frente al lago.
Rápidamente volví a mi habitación, me calcé la riño con todos los artilugios marihuanos y salí al encuentro de la inesperada compañía que me esperaba.
El encuentro fue muy ameno, nos contamos algunas anécdotas del viaje, fumamos y nos cagamos de risa un buen rato, pero no pasó nada hasta el final, cuando a modo de despedida nos dimos un beso bastante apasionado, logrando que me vuelva a calentar sin poder satisfacerme.
De vuelta en el hotel, decidí ir a arreglar las cosas con Julieta, mi mente no paraba de pensar ni un segundo y ya estaba siendo enfermizo.
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- Quién es?-. Escuché su voz al otro lado de la puerta.
- Soy yo Juli, tenemos que hablar.
La puerta se abrió y la imagen de dentro de la habitación me dejó sin palabras: Juli estaba con la toalla atada sobre sus prominentes y todavía con algunas gotas producto de su evidentemente reciente baño.
Ella se abalanzó sobre mis hombros y me abrazó muy fuerte.
- Perdon perdón, posta perdón por todo...-. Me decía mientras la voz se le quebraba.
-No quería meterte en este quilombo, me obsesioné en mi relación con él y no me di cuenta que en el medio estabas vos-. Continuó, sin dejarme emitir palabra ni soltandome de su abrazo, que a esta altura, considerando la calentura que cargaba desde la mañana ya estaba generando cosas peligrosas, por lo que lentamente la separé y la miré a la cara.
- Ya está, no te preocupes por mí. Este tiempo solamente podía pensar en como estás vos. El otro día cuando lo ví agarrarte la muñeca quería reventarlo-. Dije recordando la situación del pasillo.. -Vos como estas?.
-Aliviada y culpable. Me porté muy mal con vos como si no fueras nada y siempre fuiste muy importante y estuviste conmigo en mis peores momentos-.
- Ya está, no importa. Lo importante ahora es que te hayas dado cuenta que él no es una buena persona para vos.
- Si tenés razón, gracias por entender y por estar siempre. Igual allá lo voy a tener que seguir viendo en el colegio al pelotudo-. Dijo mientras se daba vuelta y comenzaba a peinarse frente a un espejo, dándome la espalda.
- No le des bola a eso, ahora toca disfrutar lo que queda de viaje no?-. Intenté cambiar de tema.
- Si mal, estuve 4 días llorando por un pelotudo-.
Continuamos hablando de otras boludeces, como si nunca hubiera pasado entre nosotros, los dos sentados en la cama, hasta que me pidió que la acompañe al baño para terminar de acomodarse y peinarse.
A esta altura, ya habia pasado mucho tiempo cerca de ella con tan solo una pequeña toalla tapando su voluptuoso cuerpo y la calentura acumulada sobre mi me estaba pasando factura. Para peor, me pidió que le ayude a pasarle una crema sobre su espalda, para lo que desató la toalla desde atrás, quedándose frente al espejo con la toalla solo tapando sus tetas y dejando su increíble culo a la vista, con solo una pequeña tanga bien metida entre sus nalgas, y a pocos centímetros de mi hinchsdo bulto.
La miré por el espejo y observé su cara de falsa inocencia que ya conocía: estaba jugando conmigo y sabía lo que estaba generando en mí, por lo que yo también decidí jugar un poco. Comencé a pasarle crema por sus hombros lentamente, bajando las manos por delante casi hasta el inicio de sus tetas y volviendo a su espalda. Luego comencé a bajar las manos hacia su espalda media y luego hasta su espalda media. Cuando tocaba con un dedo su tanga, volvía a subir. Todo esto muy lentamente y mirándola a los ojos por el espejo. Mientras tanto ella arqueaba la espalda, tirando el culo para atrás, clavándose mi bulto justo entre sus nalgas.
- Yo también te extrañé-. Le susurré al oído, en respuesta a lo que me había dicho en el micro hace ya 4 días. Acto seguido, comencé a besar su cuello lentamente, de una forma que yo sé que le encantaba, dejando un rastro de saliva en él.
Automáticamente ella soltó un pequeño gemido soltó la toalla que le tapaba sus tetas, dándome una increíble imagen y dándole también camino libre a mis manos, las cuales se ubicaron rápidamente en esos dos grandes melones. Con una mano lentamente comencé a bajar por su suave piel, hasta meter mi mano dentro de su ya empapada tanga.
En el momento en que empecé a masturbarla, se abrió la puerta de la habitación, por lo que, sin dejarla a ella reaccionar, cerré la puerta del baño rápidamente y aumenté el ritmo, mientras que tapaba su boca para silenciar los gemidos.
-Juuuu, llegamos. Todo bien-. Se escuchó al otro lado.
- MmmSiii chicas, ya salgooooo-. Respondió ella, intentando reprimir sus gemidos.
Sin darle respiro, seguí masturbandola, callando sus gemidos con mi mano, deleitandome viendo su cara y su cuerpo caliente por el espejo.
Cuando me di cuenta que ya no daba más me acerqué a su oído y le susurré: -Acabame putita-. Y casi como si hubiera dicho las palabras mágicas, comenzó a retorcerse sin parar y a morderme la mano que le tapaba su boca, mientras me dejaba todos los dedos llenos de flujo. Luego de dejarla recuperarse un momento, le di un beso en la boca y me fuí del baño, sin darle tiempo a reaccionar. Me quedé con las ganas de coger pero ya no había tiempo y sabía que esto iba a hacerla buscarme a la noche para que le dé pija.
Salí del baño, saludé a su grupo de amigas con un gesto desde la puerta y me fuí, antes de que nadie me pregunte nada
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