Me llegó un mensaje...
¡Era de Ana! “Te espero en la estación de servicio de la ruta”, pude leer en el cuerpo del mensaje. Fue en ese momento cuando tome real dimensión a hacia donde me dirigía. Ese encuentro que tantas veces había recreado en fantasías estaba a solo 20 minutos de concretarse. Mi corazón acelero sus latidos, como palpitando que algo deseado se acercaba.
Al subir a mi auto y prácticamente extraños en la localidad, nos seguimos cuidando. Fue un tímido beso de bienvenida, el sabor a menta de su boca rápidamente me transportó a ese primer beso clandestino, pero nuestro. Que se hizo esperar y le puso pasión a nuestros labios sellando el deseo interminable de encontrarnos, un cuarto de hora basto para que nos sintamos libres y adolescentes a la vez. Pero un segundo de adultez nos trajo a nuestra realidad, ambos debemos volver y dejar nuestro mundo secreto hasta la próxima vez que el destino nos pudiera volver a juntar.
Quiso el destino que estuviese en camino a ese encuentro que nos merecíamos y habíamos acordado. Nos encontrábamos en la puerta del hotel, sin saber que hacer, tímidamente nos dirigimos a esa puerta levantada, la única que estaba abierta, como esperándonos y mostrándonos el camino a cumplir nuestras fantasías.
Después de ese desconcierto de unos minutos, solo cruzar la mirada fue suficiente para que nos fundiéramos en un fuerte abrazo que nos deseábamos y nos dábamos a la distancia por la pantalla del móvil.
Debimos avisarles a nuestros corazones que debían serenarse, era su momento y nadie los corría, disfrutamos de la fusión de nuestras bocas por algunos minutos sin dejar de recorrer los cuerpos con nuestras manos. Cada centímetro lo disfrutamos como lo habíamos imaginado. No nos pudimos contener más y nos fuimos desvistiendo uno al otro, prenda a prenda hasta quedar en ropa interior.
Fue en ese momento cuando Ana tomo el control, me empujo y caí sobre mi espalda, saco de su riñonera ese sobre que tenía preparado desde hace mucho tiempo para un momento especial, este era ese momento especial!, retiro mi bóxer (en ese momento me pregunte si lo que iba a encontrar seria de su agrado? seré capaz de satisfacerla? me pregunte nuevamente) abrió el sobre y me dio de probar, coloco gel sabor chocolate sobre mi pene, tomo mi mano para que le sostuviera su cabello y suavemente comenzó a lamer, mi piel se erizo y mi corazón se aceleró.
Esa imagen que rondo muchas veces en mi cabeza se estaba haciendo realidad, mientras más avanzaba más me deleitaba, sentía un placer como hacía mucho no lo sentía. Su corazón acelerado y latiendo muy fuerte era señal para susurrar al oído “tranquila criatura, todo está muy bien”. Sus labios fueron mágicos me inundaron de placer, mi respiración por momentos aceleraba y por momentos se contenía, quería acabar dentro de su boca y complacer su pedido, pero no pude, más bien, no quería dejar de disfrutar tan lindo momento que venía deseando desde hace muchos años. Fue la mejor hasta hoy y vendrán mejores no lo dudo, buscará superarse aprendiendo cosas nuevas.
Llego mi turno de retirar su sostén liberando sus pechos para que quedaran frente a mi, “son chiquitos” -se justificó ella- “son perfectos” exclame yo. Me pidió que mordiera sus pezones erectos, firmes y tentándome a ir por ellos. Lo hice tímidamente con miedo, no quería lastimarla. Me pedía mayor intensidad en mis mordidas, notando que su piel se erizaba aún más y aumentaban sus quejidos de gozo, mordía su labio inferior como señal de disfrute. No pude evitar retirar su les rápidamente y no entrando en detalles como se lo había descripto en mensajes hot, estaba muy excitado y acelerado. No perdí detalle al contemplar como sus labios vaginales iban quedando al descubierto, no pude evitar suspirar y agradecer estar viviendo ese momento.
Volví a besarle la boca con frenesí y comencé a bajar por su abdomen, recorrí su ombligo casi sin detenerme, quería llegar hasta donde había imaginado más de una vez cuando me autosatisfacía. Lamí sus labios con intensidad, mi excitación no permitió que me contenga y me saco del eje, no super bajar la intensidad de mi boca en sus labios para que pudiera gozar de la misma manera que lo había hecho yo, disfrute de la humedad de su vagina y de sus jugos que sabían tan rico, nos besamos una y otra vez mientras alternamos entre posiciones, experimentamos un 69, primera vez para ella, en ese momento pude ver su ano a merced de mí. Mientras nos hacíamos sexo oral comencé a jugar con me dedo dilatándolo, rápidamente se adaptó dejando introducir dos falanges.
Hicimos todo lo que se nos ocurría en el momento, nos sentíamos libres, nos entendíamos y nos disfrutábamos sin tabúes. Ella me sentó al borde de la cama y coloco una almohada en el piso. Su riñonera nuevamente interactuó entre nosotros, de allí apareció el tarrito de vaselina en pasta que me había mostrado por foto, pidió permiso para avanzar y con el dedo de su mano no hábil envaselinado comenzó a buscar mi pirineo el punto G, aunque sentí algo de vergüenza disfrute que se atreviera a explorarme y dejarse llevar (lamentablemente no llego al objetivo pero seguiré en la próxima aseguro con una sonrisa cómplice), al mismo se esmeró en que yo acabara entre lamidas y efusivas caricias en mi pene con su mano izquierda.
Yo disfrutaba del momento y de la imagen que me devolvía el espejo a su espalda y de sus nalgas, su piel erizada suave al tacto y de un olorcito sutil. No puedo dejar de recrearla en mi cabeza. Llego el momento, logré terminar y no pude evitar engrudarla. Disfrutamos de la cochinada. Mi respiración a mil, mis gemidos de placer como nunca, a mi oído exclamo “tenes mucho caudal, me gusto tu pene, tiene un tamaño normal”.
Nos mimamos y acariciamos un rato hasta que pude reponerme, aún no había concluido mi parte, debía llevarla a donde me propuse, quería que llegase a acabar. En un momento más se repuso mi amigo, y después de volver a lamer su vulva quise penetrarla, busqué y me senté al borde de la cama para colocarme el profiláctico me sorprendió y me tomo por la espalda para ayudarme, me derritió su iniciativa. Volví a lamer sus labios vaginales, ella se cómodo al costado de la cama y me preparé para introducir mi miembro desde atrás en su vagina, hermosa la imagen desde su cabellera pasando por su espalda hasta llegar al encuentro cola con mi pelvis.
Comencé a mover mis caderas haciendo que mi miembro entrase y saliese de su vulva, podía ver como sus labios se amoldaban a mi pene, modere mis movimientos acelere mi intensidad y baje el ritmo cuantas veces me lo marcaba mi instinto. Mi propósito era que ella disfrutase del momento y llegase al clímax. Llego una y otra vez, sus gritos fueron la señal. No puede evitar volver a penetrarla nuevamente, pero esta vez de frente mirando sus ojos, con sus piernas enroscando mi cuerpo, llego nuevamente al clímax se veía exhausta pero feliz su rostro emanaba paz, satisfacción. Fue en ese momento cuando me dije que el primer encuentro había derribado su mito, fuimos los dos uno solo disfrutándonos, amándonos, fusionando nuestros cuerpos como lo habíamos imaginado.
Encaramos para repetir todo en el jacuzzi, pero un llamado telefónico nos volvió al mundo real, Ana ofreció ducharme y no pude entregarme a su pedido mientras secaba mi cuerpo ella volteo hacia su teléfono, que nos recordaba que el capítulo llegaba a su fin, la abrace por la espalda con intensidad, arqueo su espalda y se apoyó al borde del lavabo y meneo su cadera frenéticamente en mi pelvis comenzando a calentar la escena, nuevamente el teléfono nos interrumpió poniendo punto final. Desde allí el destino comenzara a prepararnos para encontrarnos nuevamente.
Esa mujer que me había confesado que tenía serias dudas de poder servir como mujer, había superado ampliamente mis expectativas y había despertado ese sentir que creía desaparecido. En mi mundo, cada imagen del encuentro avivaba el deseo de repetir semejante momento.
¡Era de Ana! “Te espero en la estación de servicio de la ruta”, pude leer en el cuerpo del mensaje. Fue en ese momento cuando tome real dimensión a hacia donde me dirigía. Ese encuentro que tantas veces había recreado en fantasías estaba a solo 20 minutos de concretarse. Mi corazón acelero sus latidos, como palpitando que algo deseado se acercaba.
Al subir a mi auto y prácticamente extraños en la localidad, nos seguimos cuidando. Fue un tímido beso de bienvenida, el sabor a menta de su boca rápidamente me transportó a ese primer beso clandestino, pero nuestro. Que se hizo esperar y le puso pasión a nuestros labios sellando el deseo interminable de encontrarnos, un cuarto de hora basto para que nos sintamos libres y adolescentes a la vez. Pero un segundo de adultez nos trajo a nuestra realidad, ambos debemos volver y dejar nuestro mundo secreto hasta la próxima vez que el destino nos pudiera volver a juntar.
Quiso el destino que estuviese en camino a ese encuentro que nos merecíamos y habíamos acordado. Nos encontrábamos en la puerta del hotel, sin saber que hacer, tímidamente nos dirigimos a esa puerta levantada, la única que estaba abierta, como esperándonos y mostrándonos el camino a cumplir nuestras fantasías.
Después de ese desconcierto de unos minutos, solo cruzar la mirada fue suficiente para que nos fundiéramos en un fuerte abrazo que nos deseábamos y nos dábamos a la distancia por la pantalla del móvil.
Debimos avisarles a nuestros corazones que debían serenarse, era su momento y nadie los corría, disfrutamos de la fusión de nuestras bocas por algunos minutos sin dejar de recorrer los cuerpos con nuestras manos. Cada centímetro lo disfrutamos como lo habíamos imaginado. No nos pudimos contener más y nos fuimos desvistiendo uno al otro, prenda a prenda hasta quedar en ropa interior.
Fue en ese momento cuando Ana tomo el control, me empujo y caí sobre mi espalda, saco de su riñonera ese sobre que tenía preparado desde hace mucho tiempo para un momento especial, este era ese momento especial!, retiro mi bóxer (en ese momento me pregunte si lo que iba a encontrar seria de su agrado? seré capaz de satisfacerla? me pregunte nuevamente) abrió el sobre y me dio de probar, coloco gel sabor chocolate sobre mi pene, tomo mi mano para que le sostuviera su cabello y suavemente comenzó a lamer, mi piel se erizo y mi corazón se aceleró.
Esa imagen que rondo muchas veces en mi cabeza se estaba haciendo realidad, mientras más avanzaba más me deleitaba, sentía un placer como hacía mucho no lo sentía. Su corazón acelerado y latiendo muy fuerte era señal para susurrar al oído “tranquila criatura, todo está muy bien”. Sus labios fueron mágicos me inundaron de placer, mi respiración por momentos aceleraba y por momentos se contenía, quería acabar dentro de su boca y complacer su pedido, pero no pude, más bien, no quería dejar de disfrutar tan lindo momento que venía deseando desde hace muchos años. Fue la mejor hasta hoy y vendrán mejores no lo dudo, buscará superarse aprendiendo cosas nuevas.
Llego mi turno de retirar su sostén liberando sus pechos para que quedaran frente a mi, “son chiquitos” -se justificó ella- “son perfectos” exclame yo. Me pidió que mordiera sus pezones erectos, firmes y tentándome a ir por ellos. Lo hice tímidamente con miedo, no quería lastimarla. Me pedía mayor intensidad en mis mordidas, notando que su piel se erizaba aún más y aumentaban sus quejidos de gozo, mordía su labio inferior como señal de disfrute. No pude evitar retirar su les rápidamente y no entrando en detalles como se lo había descripto en mensajes hot, estaba muy excitado y acelerado. No perdí detalle al contemplar como sus labios vaginales iban quedando al descubierto, no pude evitar suspirar y agradecer estar viviendo ese momento.
Volví a besarle la boca con frenesí y comencé a bajar por su abdomen, recorrí su ombligo casi sin detenerme, quería llegar hasta donde había imaginado más de una vez cuando me autosatisfacía. Lamí sus labios con intensidad, mi excitación no permitió que me contenga y me saco del eje, no super bajar la intensidad de mi boca en sus labios para que pudiera gozar de la misma manera que lo había hecho yo, disfrute de la humedad de su vagina y de sus jugos que sabían tan rico, nos besamos una y otra vez mientras alternamos entre posiciones, experimentamos un 69, primera vez para ella, en ese momento pude ver su ano a merced de mí. Mientras nos hacíamos sexo oral comencé a jugar con me dedo dilatándolo, rápidamente se adaptó dejando introducir dos falanges.
Hicimos todo lo que se nos ocurría en el momento, nos sentíamos libres, nos entendíamos y nos disfrutábamos sin tabúes. Ella me sentó al borde de la cama y coloco una almohada en el piso. Su riñonera nuevamente interactuó entre nosotros, de allí apareció el tarrito de vaselina en pasta que me había mostrado por foto, pidió permiso para avanzar y con el dedo de su mano no hábil envaselinado comenzó a buscar mi pirineo el punto G, aunque sentí algo de vergüenza disfrute que se atreviera a explorarme y dejarse llevar (lamentablemente no llego al objetivo pero seguiré en la próxima aseguro con una sonrisa cómplice), al mismo se esmeró en que yo acabara entre lamidas y efusivas caricias en mi pene con su mano izquierda.
Yo disfrutaba del momento y de la imagen que me devolvía el espejo a su espalda y de sus nalgas, su piel erizada suave al tacto y de un olorcito sutil. No puedo dejar de recrearla en mi cabeza. Llego el momento, logré terminar y no pude evitar engrudarla. Disfrutamos de la cochinada. Mi respiración a mil, mis gemidos de placer como nunca, a mi oído exclamo “tenes mucho caudal, me gusto tu pene, tiene un tamaño normal”.
Nos mimamos y acariciamos un rato hasta que pude reponerme, aún no había concluido mi parte, debía llevarla a donde me propuse, quería que llegase a acabar. En un momento más se repuso mi amigo, y después de volver a lamer su vulva quise penetrarla, busqué y me senté al borde de la cama para colocarme el profiláctico me sorprendió y me tomo por la espalda para ayudarme, me derritió su iniciativa. Volví a lamer sus labios vaginales, ella se cómodo al costado de la cama y me preparé para introducir mi miembro desde atrás en su vagina, hermosa la imagen desde su cabellera pasando por su espalda hasta llegar al encuentro cola con mi pelvis.
Comencé a mover mis caderas haciendo que mi miembro entrase y saliese de su vulva, podía ver como sus labios se amoldaban a mi pene, modere mis movimientos acelere mi intensidad y baje el ritmo cuantas veces me lo marcaba mi instinto. Mi propósito era que ella disfrutase del momento y llegase al clímax. Llego una y otra vez, sus gritos fueron la señal. No puede evitar volver a penetrarla nuevamente, pero esta vez de frente mirando sus ojos, con sus piernas enroscando mi cuerpo, llego nuevamente al clímax se veía exhausta pero feliz su rostro emanaba paz, satisfacción. Fue en ese momento cuando me dije que el primer encuentro había derribado su mito, fuimos los dos uno solo disfrutándonos, amándonos, fusionando nuestros cuerpos como lo habíamos imaginado.
Encaramos para repetir todo en el jacuzzi, pero un llamado telefónico nos volvió al mundo real, Ana ofreció ducharme y no pude entregarme a su pedido mientras secaba mi cuerpo ella volteo hacia su teléfono, que nos recordaba que el capítulo llegaba a su fin, la abrace por la espalda con intensidad, arqueo su espalda y se apoyó al borde del lavabo y meneo su cadera frenéticamente en mi pelvis comenzando a calentar la escena, nuevamente el teléfono nos interrumpió poniendo punto final. Desde allí el destino comenzara a prepararnos para encontrarnos nuevamente.
Esa mujer que me había confesado que tenía serias dudas de poder servir como mujer, había superado ampliamente mis expectativas y había despertado ese sentir que creía desaparecido. En mi mundo, cada imagen del encuentro avivaba el deseo de repetir semejante momento.
2 comentarios - Por fin nos animamos
van 10