Me cogo a mi madre una semana completa (fotos) real

Continuando con la segunda parte de como cogi con mi madre. Finalmente vino el gran día, mi padre fue llamado a otra ciudad para un trabajo de una semana.

Lo que estaba esperando, una semana completa solo para nosotros. No quiero alargar el relato de como la convencí, para volver a tener sexo con mi madre, solo diré que el primer día hablamos del tema, y se puso un poco mal, yo le dije que si no quieres no pasa nada, la abrace y la empecé a tranquilizar ya que se puso un poco mal , a los diez minutos de eso ella se calmo y me dijo que si quería estar conmigo pero le asusta el que dirán y yo le prometí que jamás nadie lo sabría, desde ahí empezó todo.

Al dia siguiente ella, tocó a la puerta, de mi habitación, me quede pasmado, venia con una lancería roja, prácticamente desnuda.




tuve una ereccion al instante, fui hacia ella, la abracé y recosté a la pared llenándola de besos. había venido dispuesta a entregárseme. Ella con la voz recortada me decía que lo que le estábamos a punto de hacer no debía saberlo nadie, lo decía sin ningún convencimiento porque por el modo entrecortado que lo decía la denunciaban que lo que quería era que la llevara a la cama y la hiciera gozar como nunca lo había hecho mi padre. La llevé a la cama y me quité toda la ropa, Ella me vio y cerró los ojos.



Me acosté al lado y le dije que algunas cosas que le haría no se la habían hecho antes, pero bajo ninguna circunstancia le haría daño, solo que la haría gozar del verdadero sexo que ella estaba necesitando. Comencé a besarle y chuparle nuevamente las tetas, bajé una mano por su vientre hasta que llegué a su monte tupido de pelos, metí la mano en ese bosquecito y comencé a pasarle la mano suavemente Bajé la cabeza y comencé besándole los muslos, le abrí bien las piernas y metí la boca en su coño. Con mi lengua recorrí todo el entorno peludo y luego me metí completamente en la boca su clítoris...



Mi Madre rotaba su cintura contra mi lengua y gimiendo casi que hasta las lágrimas me pedía que no parara, que le hiciera lo que quisiera. Ya estaba entregada por completo, lo que aproveché para iniciar el proceso para llegar a desflorarle el culo. Le llevé las piernas a la altura del pecho y sus caderas se elevaron un poco, bajé la cabeza y le separé las nalgas hasta que apareció el ojete deseado. Le pasé la punta de la lengua y ella se frunció, levanté la cabeza y le dije que estuviera tranquila. Volví nuevamente a su vagina y le metí la lengua lo más adentro que pude. Ella se revolcaba y movía las caderas al mismo ritmo que yo la llenaba de lengüetazos tanto en la vagina como en el ano. Estaba en un estado total de entrega y tomándome por la cabeza, me miró fuera de sí y me suplicó; ¡ ya quiero que me penetres! Sonreí un poco por su ingenua manera de pedírmelo.
Me arrodillé con la verga bien parada y me preparé para hacer mío lo que siempre anhelé. Con mi lamida a su coño este había quedado con el camino despejado, así que después de pasarle la punta varias veces, empujé y se la metí un poco.



Comencé a metérsela y sacársela y en cada metida entraba un poco más mientras ella se mordía el labio inferior en clara muestra de que le estaba entrando con alguna dificultad. Ella tenía sus muslos pegados a mi cuerpo y me dejaba poco espacio de maniobra, por lo que me separé un poco, le tomé las piernas a nivel de las rodillas y le abrí completamente el compas para que mi verga le entrara con menos dificultad. Empujé poco a poco hasta que le entró toda.
Comencé a metérsela hasta el fondo, sacarla un poco y luego con furia arremeterla. Ella comenzó a gemir y moverse cuando sentía que le entraba, afianzó los talones al colchón y levantando las caderas empujaba para que le entrara toda. Atrajo mi cuerpo, me abrazó y sin ningún freno, ya mi verga entraba y salía con facilidad. Fueron pocos instantes de esa locura porque no aguanté y exploté dentro de ella con gemidos de ambas partes. Le seguí dando hasta que quedé flácido. Me acosté a un lado a descansar mientras ella corría al baño para asearse. Volvió, y me dijo que mejor lo dejáramos por el día de hoy, pues mi padre llamaría y quería estar tranquila para responderle cualquier pregunta, nos despedimos con un beso y se fue.



Los dos siguientes días yo salía a trabajar y al volver, mi Madre subía a mi habitación y nos entregábamos a coger como locos. Ya ella no se mostraba nada nerviosa, por el contrario ya usaba palabras fuertes, me chupaba la verga, me dejaba que le acariciara el culo, que la colocara en posturas y solo me pedía que le diera verga lo que más pudiera, porque tenía que aprovechar la ausencia de mi padre.

Al tercer día llegó a mi habitación muy agitada y tan pronto me vio se abalanzó y me pidió que la llevara inmediatamente a la cama, y que le hiciera lo que yo quisiera. La llevé a la habitacion, le dije que se desnudara y sentara en el borde, me quité toda la ropa, le presenté mi verga a su boca y le pedí que me la chupara.



Abrió la boca y se la metió hasta la mitad, comenzó a chupármela de una manera desesperada y tuve que contenerla y decirle que se calmara, que lo hiciera suave. Después de una buena mamada se la sacó de la boca y me dijo que estaba muy caliente y necesitaba con urgencia que se la metiera. Le dije que esta vez la que iba a llevar la iniciativa era ella. Me acosté boca arriba en el centro de la cama y le dije que se sentara en mi verga. Se colocó en cuclillas, agarró mi verga y la dejó en su vagina.
Fue bajando lentamente dando largos suspiros hasta que quedó completamente incrustada, luego comenzó a subir y bajar desordenadamente y fuera de sí.


Se dejó caer sobre mi pecho


¡No te corras rápido, quiero sentirla dentro mucho tiempo, estoy muy caliente y quiero tu verga! La apreté por las caderas y le respondí que si seguía con esos ímpetus no iba a aguantar mucho tiempo, que se calmara, que se la metiera hasta el fondo, que se la restregara únicamente con movimientos de cadera en vez de sacársela y metérsela. La agarré por las nalgas y comencé a enseñarla a girar solamente las caderas. Al ver que había tomado el ritmo le solté las nalgas y quedó sola haciendo el trabajo. Al rato me incorporé y quedamos sentados, ella se arqueó hacia atrás, me incliné y comencé a chuparle las tetas al mismo tiempo que la agarraba firmemente por las nalgas para sacársela un poco y metérsela con un poco de dureza.



Se la saqué y me pare en el borde de la cama con la verga bien parada y le dije que se pusiera de espaldas, separara las piernas, reposara el cuerpo sobre la cama, retrocediera y se la metiera. Me obedeció, se inclinó y poco a poco se fue enterrando ella sola toda mi verga. La agarré por las nalgas y comencé a cogérmela, el espectáculo no pudo ser mejor para mi vista: con sus nalgonas bien abiertas y ver mi verga perdiéndose entre esa vagina apretadita.



Ella gemía y se movía entrando y saliendo, yo con mi dedo del medio lo pasé suavemente por su orificio anal. Se frunció un poco pero se fue relajando y dedicarse más en entretenerse con sacarse y meterse mi verga. Le metí el dedo y no protestó, lo saqué y metí varias veces y ella se revolcaba y gemía diciéndome que no parara, que lo que le estaba haciendo la estaba haciendo ver estrellas. A medida que avanzaba su ano se dilataba y agrandaba.
Ella, pronto se quedó quieta en clara señal de que había tenido un orgasmo. Volteo a mirarme y por encima del hombro me dijo: ¡Nunca había sentido tanto placer, eso que metiste en mi culito acabó calentarme mas!
Le dije que yo no había acabado, con sus nalgonas bien abiertas y mi verga entrando y saliendo, después de varias arremetidas me vacié totalmente dentro, no fui muy brusco ni muy suave, solamente deje que mi verga explotara de placer.
Después nos tumbamos en la cama, totalmente exhaustos, hasta quedarnos dormidos.


Los tres siguientes días me pidió y le di verga por todos los lados, fueron seis días de locura y sexo, que fueron únicamente interrumpidas en una oportunidad en que me la estaba chupando y nos interrumpió una llamada de mi padre por el celular.