Buenas!!
Comienza un nuevo año y con ello, aparecen actualizaciones de las diferentes historias. Como muchos saben, diciembre fue un mes bastante movido y con muchas historias publicadas.
En esta oportunidad, vuelvo a traer el primer capítulo de una historia que cambió los relatos para adultos para siempre.
Todo inició como publicaciones esporádicas de capítulos cortos en el sitio y, hoy en día, hay más de 10 sagas diferentes, publicadas y registradas por mi autoría.
Para todos aquellos que aún no han leído esta historia, aquí dejo el capítulo completo y reeditado del relato que lo cambió todo.
Como todo autor, requiero de mucho esfuerzo, tiempo y dedicación para crear cada historia, por eso es muy importante que me sigan en las redes como HIPHOP911OK o HIPHOP911.WEBNODE.PAGE, donde salen constantes actualizaciones sobre las obras.
Sin más que decir, un agradecimiento a ustedes, que vienen siguiendo mi contenido desde hace más de 6 años.
Saludos y buen comienzo de año.
Mi prima, Mara. Capítulo 1
ISBN 978-987-88-0210-7
Mara
Todo comenzó una tarde de verano. O por lo menos, en ese momento, se produjo el
cambio.
Siempre fuimos unidos con Mara, mi prima, desde niños. Había momentos en los que nos
juntábamos más, otros menos. Siempre hubo confianza y muchas veces fuimos
confidentes. Pero esa vez, ocurrió algo distinto. Ni bueno ni malo, distinto.
Antes que nada, les aclaro que a pesar de ser mi prima, es decir, hija biológica de mi tía, no
lo es así respecto de mi tío con quien contrajo matrimonio en segundas nupcias y que es
hermano de mi madre. Por ello, más allá de unos cuantos años de historia, no compartimos
nada de otro tipo.
Siempre fue "confianzuda" conmigo. No zarpada, pero si se manejaba con mucha
confianza, debido al respeto mutuo que nos teníamos.
Muchas veces la había visto en malla, o ropa interior, sobre todo en la pileta o en la playa.
Jodíamos. Ella me decía “¿estoy bien?” o “¿cómo me queda esto, aquello?“
Se cansó de tocarme el culo en reiteradas oportunidades, y yo alguna que otra vez también
(SIC).
No tenía problema, si yo estaba en su casa, de salir de la ducha solo con toalla y pasearse
por ahí si yo estaba presente. Pero, tengo que aclarar, que esas actitudes para nada
llevaban una intención ulterior. Simplemente era así. No tenía problema. Nos criamos
prácticamente juntos.
Ella es hermosa. Bastante alta, aproximadamente de 1,68 mts. y tiene un rostro blanco, con
claras pecas y unos ojos verdes de ensueño. Su cabello es largo hasta la cintura. Un
castaño que brilla con solo observarlo.
Pero eso no termina ahí. Desde chica que tiene unos pechos voluptuosos que vuelven loco
a cualquiera que los mire y, lo mismo, pasa con la cola.
Simplemente es perfecta, al igual que su delantera.
A sus 25 años, se mantiene igual que a sus 18, aunque supongo que algo más destapada y,
en poco tiempo, se recibirá de contadora.
Yo, en cambio, me considero alguien normal, con mucho carisma eso sí (SIC). Flaco normal
y con porte. Un 1,80 mts. Estudio Derecho.
Como les digo, nunca había pasado nada tan extraño. Eran situaciones propias de la
confianza que había entre nosotros. Nada más. Pero se daban algunas "cachondeadas",
que yo disfrutaba, y mucho.
Recuerdo una vez, en que ella se iba a ver con alguien y quería que su corpiño le resaltara
bien las gomas para impresionarlo y me pidió ayuda para cambiarse. Yo estaba allí en esa
oportunidad.
Más allá de que no pensaba nada pervertido con ella, me gustaba esa confianza que tenía
conmigo y, en esa ocasión, al ayudarla, entré con ella al baño. Estaba vestida con un jean
ajustado que le marcaba toda la cola y en corpiño. Yo veía por el espejo como se le inflaban
los pechos al ajustarlo desde atrás. Era negro y pequeño y apenas le alcanzaba a cubrir los
pezones.
Cómo el corpiño hacía presión contra sus tetas era impresionante. Yo sentía un calorcito
que me recorría. Y a escasos centímetros tenía su enorme cola casi rozándome el pantalón.
Era divertido hacerlo, y me ponía a pensar qué dirían mis amigos, que todos le tenían
ganas, se morirían por verla en una situación así.
Yo después les contaba, y a ellos se les volaba la cabeza. Me decían que era un
afortunado, que contara más y qué sé yo.
Supongo que a ella también le gustaría. Se sonreía, toda colorada, como diciendo “¿te
gusta no, guacho?” Pero no decía nada con palabras. Sólo se sonrojaba un poco.
En otra oportunidad, también se suscitó una secuencia muy cachonda. Ella salía por la
noche y por la "urgencia" de la situación, me pidió si podía darle mi opinión sobre una
prenda para ponerse.
-¿Qué tanga me pongo? ¿Ésta o ésta? ¡Rápido primo que estoy apuradisima!
Yo me sorprendí, pero le dije que no tenía problema en hacerlo. Entonces, ella me mostró
dos tangas. Una roja y una negra.
Pero no eran solo dos tangas. Eran prácticamente hilos dentales...
Recuerdo que en ese momento me subió como un calor sofocante por todo el cuerpo, no
tanto quizá porque sea mi prima, sino por la situación. ¡Todos los que morirían por estar en
mi lugar! Ese morbo me volvía loco, pero jamás iba a cruzar la raya. Creo…
Ella estaba vestida sólo con un remerón largo, que terminaba unos centímetros más abajo
de la cola. Se le marcaban terriblemente los pezones por debajo de la remera. Sí, era una
imagen terrible. Pero con mi sentido del humor, sólo atiné a decirle que la negra me gustaba
más, pero que para una opinión mejor fundada, debía vérselas puestas. Y me reí.
Yo lo decía para mandarme la parte, para joderla. Aunque me gustaban esas situaciones,
no esperaba una respuesta positiva.
Ella me miró, miró a un costado y me dijo:
-Uh, a ver... No, pero estoy jugadisima con el tiempo, me tengo que ir rajando, John,
elegime una.
Más sorprendido estaba yo, lo decía en chiste. Si contaba con tiempo suficiente ¿Lo iba a
hacer? ¿Adelante mío?
Mi miembro comenzó a ponerse duro de a poco.
Yo le sonreí, como siempre, como si no hubiera pasado nada y le dije “la negra, Mara”. Y
todo terminó allí. Luego,, me fui a seguir con lo mío, aunque algo excitado, debo
reconocerlo.
De suceder, hubiera sido algo inédito hasta el momento.
Esa noche cuando estaba acostado, me imaginaba si hubiera pasado. Verle la cola entera,
apenas tapada por las tiras de la diminuta tanga negra.
Un sueño…
Eran una locura esas situaciones. Yo después me iba y tenía mi vida. Salía también...
Pero insisto, a mí me gustaba mucho ese "jueguito", pero nunca pensé en otra cosa. Mi
prima estaba terrible, pero no iba a pasar nada, jamás.
El pensar en lo prohibido me volvía loco y más aún, porque no cualquiera accedía a esos
"momentos".
Ella es macanuda, pero súper reservada con las demás personas, es decir que no le cabía
una, si alguien la molestaba o le tiraba los perros o si se la querían levantar.
Pero por sobre todas las cosas, la confianza que tenía en mí, la sentí siempre como un
privilegio…
Al otro día me envió un mensaje diciéndome que mis tíos se iban unos días afuera, y que si
quería podía hacerle compañía durante ese lapso, ya que la casa era muy grande y no le
gustaba mucho quedarse completamente sola tanto tiempo. Yo, como estaba más al pedo
que bocina de avión, le dije que sí. Además me gustaba compartir tiempo con ella, era muy
copado, la pasábamos muy bien. No era sólo de pajero.
Algo que ayudaba a que esas cosas benditas ocurrieran, era que Mara era hija única y sus
padres, de buen pasar económico, vivían saliendo y viajando, por lo que pocas veces
estaban presentes en la casa.
Ese día llegué, ella me saluda con un tierno beso en el cachete como siempre y me dice:
-¡Tomá una copia de las llaves!
-¿Para?
-Para que entres y salgas cuando quieras. Es tu casa jeje
-Ah, dale, joya…- Le contesté, alegre. Me pareció muy buena onda ese gesto.
-Me voy a pegar un baño y te muestro algo que me quiero comprar.- Expuso y se fue para el
baño.
Yo pensaba "ojalá sea un babydoll" jeje. Era terrible mi cerebro.
Tardó un rato y salió. Tenía el largo pelo, mojado. De shorcito de jean y musculosa rosa.
Debajo, un corpiño negro que no se veía mucho. La zanja que se le hacía entre las tetas era
preciosa. Daban ganas de zambullirse ahí.
-Ahí te muestro lo que me quiero comprar…
-¡Dale!.- Le dije. Y mi mente empezó a trabajar.
Se fue a la habitación y volvió con el celular en la mano, buscando algo en él. Se sentó al
lado mío en el sillón. Sus enormes gomas me tocaban el brazo. Era hermoso cómo se iban
hacia adelante.
-Mirá, ¿qué te parece?
-A ver…
No era lo que yo pensaba. Volví a la tierra de un hondazo. Era una cámara de fotos,
bastante buena.
-¡Ah, terrible cámara!
-Sí, un poco cara, pero sí, muy buena, sabes que amo sacar fotos…
Y empieza a mostrarme las imágenes, con especificaciones. Todo normal.
Hasta que en un momento terminaron y ella corrió una última imagen y pasó algo divino.
Al deslizar con el dedo en la galería, había una foto de ella. En ropa interior, tomada frente
al espejo. Estaba de espalda y sacando cola. Con los labios haciendo trompita. Nunca en la
vida voy a olvidar ese momento. La cola estaba exuberante. Bien grande.
El corpiño era negro y también la tanga. Pero lo más lindo de todo, era que era el mismo
hilo dental que días atrás le dije que se pusiera. Las tiras se le metían dentro de los
cachetes. Apenas se veían. Era tremendo.
De sólo pensar que era la que yo le dije que se ponga y que luego ella se haya sacado la
foto… Me calenté al toque…
Fue solo un segundo, ya que al darse cuenta la cambió rápido y me dijo:
-¡Uy, Perdón!.- Y se puso colorada. Roja.
-Jaja ¡todo bien!.- Le respondí como pude. Esa foto era descomunal.
-¡Qué vergüenza, Dios!
-¿Por qué? No pasa nada…
-¿Me viste mucho? ¡No me mientas, eh!
-Te ví, pero no me diste mucho tiempo... La sacaste al toque jaja.
Era mentira, en ese poco espacio de tiempo memoricé cada curva de su cuerpo.
-¿Posta?
-¡Sí, prima!. Sólo me pareció notar algo...
-¿Qué?.- Preguntó hecha un tomate
-¿Esa que tenés…?
-¿Qué tengo qué, primo?
-No, nada, una boludes jeje no te preocupes.
-No ahora me decís. No seas malo.
-Bueno. Esa bombacha que tenes en la foto ¿es la que…?
En ese momento noté lo nerviosa que se puso. Violeta estaba, y rápido me dice:
-Sí, primo. Es la que me puse el otro día cuando me dijiste. Me muero de la vergüenza.-
Toda vergonzosa hablaba. Simplemente, hermoso.
-Quedate tranquila… Además, como si nunca te hubiera visto en malla…
-Pero no es una malla. Estoy re contra entangada, nene.
Ahí se me paró a mil. No podía creer lo que decía. Solo atiné a decirle que casi no vi la foto,
que no había problema. Ella sonrió como diciendo "¡mentiroso, dale!".
-Además, que tendría de malo...- Repliqué.
-Qué sé yo, no sé. ¡Nunca me viste tan pelada de ropa!.- Expresó algo ruborizada
-Sí, puede ser, pero fue un microsegundo.- Me hacía el boludo
-Encima, estaba así nomás. ¡Desastre!
-¿Desastre por qué?
-Y así. Re de mañana. Ni arreglada…
Me encantaba sentir esa sensación cachonda. Me elevaba al cielo.
-Y mucho no vi, pero sos hermosa, Mara, ¿Qué te haces problema?
-Porque ni peinada estaba, a cara lavada. Horror.
-No me gustan las que se maquillan todo el tiempo. Además no te hace falta.
-¿Vos decís?
-Sí, olvidate. Sos un bombón…- Y me puso unos ojitos preciosos. Uff…
-Me da mucha vergüenza, pero gracias por lo que decís, sos re tierno.- Y me dio un beso en
el cachete.
Luego continuamos hablando normalmente de la cámara que se quería comprar y cómo a
ella le gustaba sacar las fotos. Yo, a la vez, seguía pensando en esa imagen. Esa cola
enorme entangada, prácticamente descubierta.
Era sólo una foto. Pero estaba como diciendo "ésta es mi cola y me encanta cómo se ve".
Yo me quedé con la verga dura por mucho rato ese día. No sé si ella se habría dado cuenta.
Pero todo seguía normal. Hablábamos uno al lado del otro y en muchas ocasiones le tocaba
los pechos con el codo o el brazo.
En una sola oportunidad, me miró justo cuando le contemplaba descaradamente las gomas
y se sonrió, no sé si porque se dio cuenta que la observaba o porque rápidamente cambié la
dirección de la vista. Pero era imposible no mirarla. Ella lo sabía muy bien, y creo que le
gustaba también que la miren.
-Uy, me olvidé.- Me dice en un momento.
-¿Qué pasó?
-En un rato vienen las chicas. Pero si querés, quedate.
-Na, re desubicado acá yo. Me voy y después vuelvo si querés. No hay drama…
-¿Seguro? Siento que te estoy echando jaja
-No si vuelvo después. Además tengo llave jaja
-Sí, es verdad, ¡y también me tenés que ayudar a decidir qué cámara compro!
-Sí, dale. Después me seguís mostrando fotos y vemos
-Ok, pero esta vez, las separo de carpeta así no me ves en pelotas.
¿Para qué decía eso? La erección que se me estaba yendo volvió a aparecer. Qué placer
me daba que me hablara de esa forma.
-Por mí no hay problema jaja.- Le dije jodiéndola
-Sí, sí, seguro que no tenés problema...- Y me miró con un gesto cómplice, aunque
sonrojada.
-¿Qué me miras así?.- Me atreví a decirle.
-No, nada, pervertido. Me queres ver en bolas...- La cabeza de la verga ya me dolía de
cómo se apretaba contra el pantalón.
-Jaja estás loca vos.- Contesté haciéndome el boludo.
-Como si fuera la muerte, verme ¿no?
-Para nada, cualquiera se moriría por estar en mi lugar en ese momento jaja
-¿Sí?.- Exclamó con una miradita pícara. Volé.
-Olvidate, si estás terrible. Es la verdad…
-Jaja gracias primo, me pones toda roja así…
-Bueno, sólo te digo. Y no soy ningún pervertido, eh
-Chiste, chiste. ¡Me voy a cambiar!.-
-Dale, yo me voy un rato.- Y me levanté del sillón donde estábamos sentados.
En ese momento ocurrió algo inesperado. Por un segundo me olvidé de la excitación que
tenía y el terrible bulto que se me notaba en el pantalón.
Ella miró directo ahí. No podía no mirar. Era alevoso. Llamaba mucho la atención. Yo no
sabía qué hacer.
Lo hizo por dos segundos fijamente y se levantó para irse. Sin decir nada. Yo, haciéndome
terriblemente el logi, la saludé con un beso y le dije que después volvía.
-¡Dale, John, a la noche nos vemos!.- Manifestó como si nada hubiera pasado.
-Dale.- Y me acompañó hasta la puerta.
Le notaba algo raro en la cara. Parecía como tentada.-
-¡Nos vemos, Mar!.- Expresé, saliendo.
-Nos vemos... ¡¡Pervertido!!.- Exclamó mirándome. Y puso una sonrisa ratonera, como
diciendo “me di cuenta, eh”. Y rápidamente se metió adentro.
Me quedé helado. Qué lindo lo que estaba viviendo. Qué afortunado. Me recorrieron por el
cuerpo mil sensaciones. No podía entender que me haya seguido el juego que yo amaba
hacer.
De más está decir que me fui a casa con la verga tan dura que sentía que estaba a punto
de explotar.
Pensaba si ella luego de entrar, se quedaría pensando en lo que había dicho. ¡Qué locura!
Y ahora, iba a permanecer excitado por el resto del día...
En mi casa, esperaba a la noche y a lo que pudiera llegar a pasar. Tenía unas ganas de
pajearme increíbles. Pero se que luego me sentiría mal. Se trataba de Mara… No lo hice.
Esa noche llego a lo de mi prima, previo aviso por whatsapp que iba. Ninguno de los dos
tocó el tema. Comimos pizza y estaba a punto de llegar el helado. Todo transcurría normal.
Ella me había estado diciendo que un fin de semana había sacado unas fotos a unos
paisajes y que necesitaba opiniones. Por supuesto me ofrecí a ayudarla. Me encantaba.
Fuimos a su pieza y nos sentamos en la compu. Se sentía muy bien estar cerca de Mara.
Además, tenía una clase de atracción natural que te arrastraba hacia ella. No sé si era su
cuerpo divino o el perfume de su largo cabello lacio. Pero estar a su lado era, simplemente,
mágico.
Mientras yo la miraba, embobado, sonó el timbre.
-¡Uy, el helado! ¡Ya vengo!.- Exclamó y fue hacia la puerta para recibirlo.
-¡Dale!.- Le contesté. Al levantarse rápidamente de la silla, su pelo se meció sobre mí y
como una ráfaga, me cubrió con su olorcito rico.
Dios… ¡Qué rico se sintió eso! Creo que ya comenzaba a ponerme colorado...
Tenía la habitación bastante ordenada, excepto su pc. Millones de carpetas abiertas,
archivos sueltos, ventanas de navegador, programas. No se entendía nada.
Esperando que ella vuelva, me puse a cerrar las cosas. Sólo de ansioso.
“Click, click” cerraba las carpetas y programas que estaban abiertos al pedo. Hasta que
pasó algo impensado. Sentí que se me erizó la piel.
Mi ritmo cardíaco aumentó considerablemente. No podía creer lo que mis ojos estaban
viendo. Era una foto de Mara....
Comienza un nuevo año y con ello, aparecen actualizaciones de las diferentes historias. Como muchos saben, diciembre fue un mes bastante movido y con muchas historias publicadas.
En esta oportunidad, vuelvo a traer el primer capítulo de una historia que cambió los relatos para adultos para siempre.
Todo inició como publicaciones esporádicas de capítulos cortos en el sitio y, hoy en día, hay más de 10 sagas diferentes, publicadas y registradas por mi autoría.
Para todos aquellos que aún no han leído esta historia, aquí dejo el capítulo completo y reeditado del relato que lo cambió todo.
Como todo autor, requiero de mucho esfuerzo, tiempo y dedicación para crear cada historia, por eso es muy importante que me sigan en las redes como HIPHOP911OK o HIPHOP911.WEBNODE.PAGE, donde salen constantes actualizaciones sobre las obras.
Sin más que decir, un agradecimiento a ustedes, que vienen siguiendo mi contenido desde hace más de 6 años.
Saludos y buen comienzo de año.
Mi prima, Mara. Capítulo 1
ISBN 978-987-88-0210-7
Mara
Todo comenzó una tarde de verano. O por lo menos, en ese momento, se produjo el
cambio.
Siempre fuimos unidos con Mara, mi prima, desde niños. Había momentos en los que nos
juntábamos más, otros menos. Siempre hubo confianza y muchas veces fuimos
confidentes. Pero esa vez, ocurrió algo distinto. Ni bueno ni malo, distinto.
Antes que nada, les aclaro que a pesar de ser mi prima, es decir, hija biológica de mi tía, no
lo es así respecto de mi tío con quien contrajo matrimonio en segundas nupcias y que es
hermano de mi madre. Por ello, más allá de unos cuantos años de historia, no compartimos
nada de otro tipo.
Siempre fue "confianzuda" conmigo. No zarpada, pero si se manejaba con mucha
confianza, debido al respeto mutuo que nos teníamos.
Muchas veces la había visto en malla, o ropa interior, sobre todo en la pileta o en la playa.
Jodíamos. Ella me decía “¿estoy bien?” o “¿cómo me queda esto, aquello?“
Se cansó de tocarme el culo en reiteradas oportunidades, y yo alguna que otra vez también
(SIC).
No tenía problema, si yo estaba en su casa, de salir de la ducha solo con toalla y pasearse
por ahí si yo estaba presente. Pero, tengo que aclarar, que esas actitudes para nada
llevaban una intención ulterior. Simplemente era así. No tenía problema. Nos criamos
prácticamente juntos.
Ella es hermosa. Bastante alta, aproximadamente de 1,68 mts. y tiene un rostro blanco, con
claras pecas y unos ojos verdes de ensueño. Su cabello es largo hasta la cintura. Un
castaño que brilla con solo observarlo.
Pero eso no termina ahí. Desde chica que tiene unos pechos voluptuosos que vuelven loco
a cualquiera que los mire y, lo mismo, pasa con la cola.
Simplemente es perfecta, al igual que su delantera.
A sus 25 años, se mantiene igual que a sus 18, aunque supongo que algo más destapada y,
en poco tiempo, se recibirá de contadora.
Yo, en cambio, me considero alguien normal, con mucho carisma eso sí (SIC). Flaco normal
y con porte. Un 1,80 mts. Estudio Derecho.
Como les digo, nunca había pasado nada tan extraño. Eran situaciones propias de la
confianza que había entre nosotros. Nada más. Pero se daban algunas "cachondeadas",
que yo disfrutaba, y mucho.
Recuerdo una vez, en que ella se iba a ver con alguien y quería que su corpiño le resaltara
bien las gomas para impresionarlo y me pidió ayuda para cambiarse. Yo estaba allí en esa
oportunidad.
Más allá de que no pensaba nada pervertido con ella, me gustaba esa confianza que tenía
conmigo y, en esa ocasión, al ayudarla, entré con ella al baño. Estaba vestida con un jean
ajustado que le marcaba toda la cola y en corpiño. Yo veía por el espejo como se le inflaban
los pechos al ajustarlo desde atrás. Era negro y pequeño y apenas le alcanzaba a cubrir los
pezones.
Cómo el corpiño hacía presión contra sus tetas era impresionante. Yo sentía un calorcito
que me recorría. Y a escasos centímetros tenía su enorme cola casi rozándome el pantalón.
Era divertido hacerlo, y me ponía a pensar qué dirían mis amigos, que todos le tenían
ganas, se morirían por verla en una situación así.
Yo después les contaba, y a ellos se les volaba la cabeza. Me decían que era un
afortunado, que contara más y qué sé yo.
Supongo que a ella también le gustaría. Se sonreía, toda colorada, como diciendo “¿te
gusta no, guacho?” Pero no decía nada con palabras. Sólo se sonrojaba un poco.
En otra oportunidad, también se suscitó una secuencia muy cachonda. Ella salía por la
noche y por la "urgencia" de la situación, me pidió si podía darle mi opinión sobre una
prenda para ponerse.
-¿Qué tanga me pongo? ¿Ésta o ésta? ¡Rápido primo que estoy apuradisima!
Yo me sorprendí, pero le dije que no tenía problema en hacerlo. Entonces, ella me mostró
dos tangas. Una roja y una negra.
Pero no eran solo dos tangas. Eran prácticamente hilos dentales...
Recuerdo que en ese momento me subió como un calor sofocante por todo el cuerpo, no
tanto quizá porque sea mi prima, sino por la situación. ¡Todos los que morirían por estar en
mi lugar! Ese morbo me volvía loco, pero jamás iba a cruzar la raya. Creo…
Ella estaba vestida sólo con un remerón largo, que terminaba unos centímetros más abajo
de la cola. Se le marcaban terriblemente los pezones por debajo de la remera. Sí, era una
imagen terrible. Pero con mi sentido del humor, sólo atiné a decirle que la negra me gustaba
más, pero que para una opinión mejor fundada, debía vérselas puestas. Y me reí.
Yo lo decía para mandarme la parte, para joderla. Aunque me gustaban esas situaciones,
no esperaba una respuesta positiva.
Ella me miró, miró a un costado y me dijo:
-Uh, a ver... No, pero estoy jugadisima con el tiempo, me tengo que ir rajando, John,
elegime una.
Más sorprendido estaba yo, lo decía en chiste. Si contaba con tiempo suficiente ¿Lo iba a
hacer? ¿Adelante mío?
Mi miembro comenzó a ponerse duro de a poco.
Yo le sonreí, como siempre, como si no hubiera pasado nada y le dije “la negra, Mara”. Y
todo terminó allí. Luego,, me fui a seguir con lo mío, aunque algo excitado, debo
reconocerlo.
De suceder, hubiera sido algo inédito hasta el momento.
Esa noche cuando estaba acostado, me imaginaba si hubiera pasado. Verle la cola entera,
apenas tapada por las tiras de la diminuta tanga negra.
Un sueño…
Eran una locura esas situaciones. Yo después me iba y tenía mi vida. Salía también...
Pero insisto, a mí me gustaba mucho ese "jueguito", pero nunca pensé en otra cosa. Mi
prima estaba terrible, pero no iba a pasar nada, jamás.
El pensar en lo prohibido me volvía loco y más aún, porque no cualquiera accedía a esos
"momentos".
Ella es macanuda, pero súper reservada con las demás personas, es decir que no le cabía
una, si alguien la molestaba o le tiraba los perros o si se la querían levantar.
Pero por sobre todas las cosas, la confianza que tenía en mí, la sentí siempre como un
privilegio…
Al otro día me envió un mensaje diciéndome que mis tíos se iban unos días afuera, y que si
quería podía hacerle compañía durante ese lapso, ya que la casa era muy grande y no le
gustaba mucho quedarse completamente sola tanto tiempo. Yo, como estaba más al pedo
que bocina de avión, le dije que sí. Además me gustaba compartir tiempo con ella, era muy
copado, la pasábamos muy bien. No era sólo de pajero.
Algo que ayudaba a que esas cosas benditas ocurrieran, era que Mara era hija única y sus
padres, de buen pasar económico, vivían saliendo y viajando, por lo que pocas veces
estaban presentes en la casa.
Ese día llegué, ella me saluda con un tierno beso en el cachete como siempre y me dice:
-¡Tomá una copia de las llaves!
-¿Para?
-Para que entres y salgas cuando quieras. Es tu casa jeje
-Ah, dale, joya…- Le contesté, alegre. Me pareció muy buena onda ese gesto.
-Me voy a pegar un baño y te muestro algo que me quiero comprar.- Expuso y se fue para el
baño.
Yo pensaba "ojalá sea un babydoll" jeje. Era terrible mi cerebro.
Tardó un rato y salió. Tenía el largo pelo, mojado. De shorcito de jean y musculosa rosa.
Debajo, un corpiño negro que no se veía mucho. La zanja que se le hacía entre las tetas era
preciosa. Daban ganas de zambullirse ahí.
-Ahí te muestro lo que me quiero comprar…
-¡Dale!.- Le dije. Y mi mente empezó a trabajar.
Se fue a la habitación y volvió con el celular en la mano, buscando algo en él. Se sentó al
lado mío en el sillón. Sus enormes gomas me tocaban el brazo. Era hermoso cómo se iban
hacia adelante.
-Mirá, ¿qué te parece?
-A ver…
No era lo que yo pensaba. Volví a la tierra de un hondazo. Era una cámara de fotos,
bastante buena.
-¡Ah, terrible cámara!
-Sí, un poco cara, pero sí, muy buena, sabes que amo sacar fotos…
Y empieza a mostrarme las imágenes, con especificaciones. Todo normal.
Hasta que en un momento terminaron y ella corrió una última imagen y pasó algo divino.
Al deslizar con el dedo en la galería, había una foto de ella. En ropa interior, tomada frente
al espejo. Estaba de espalda y sacando cola. Con los labios haciendo trompita. Nunca en la
vida voy a olvidar ese momento. La cola estaba exuberante. Bien grande.
El corpiño era negro y también la tanga. Pero lo más lindo de todo, era que era el mismo
hilo dental que días atrás le dije que se pusiera. Las tiras se le metían dentro de los
cachetes. Apenas se veían. Era tremendo.
De sólo pensar que era la que yo le dije que se ponga y que luego ella se haya sacado la
foto… Me calenté al toque…
Fue solo un segundo, ya que al darse cuenta la cambió rápido y me dijo:
-¡Uy, Perdón!.- Y se puso colorada. Roja.
-Jaja ¡todo bien!.- Le respondí como pude. Esa foto era descomunal.
-¡Qué vergüenza, Dios!
-¿Por qué? No pasa nada…
-¿Me viste mucho? ¡No me mientas, eh!
-Te ví, pero no me diste mucho tiempo... La sacaste al toque jaja.
Era mentira, en ese poco espacio de tiempo memoricé cada curva de su cuerpo.
-¿Posta?
-¡Sí, prima!. Sólo me pareció notar algo...
-¿Qué?.- Preguntó hecha un tomate
-¿Esa que tenés…?
-¿Qué tengo qué, primo?
-No, nada, una boludes jeje no te preocupes.
-No ahora me decís. No seas malo.
-Bueno. Esa bombacha que tenes en la foto ¿es la que…?
En ese momento noté lo nerviosa que se puso. Violeta estaba, y rápido me dice:
-Sí, primo. Es la que me puse el otro día cuando me dijiste. Me muero de la vergüenza.-
Toda vergonzosa hablaba. Simplemente, hermoso.
-Quedate tranquila… Además, como si nunca te hubiera visto en malla…
-Pero no es una malla. Estoy re contra entangada, nene.
Ahí se me paró a mil. No podía creer lo que decía. Solo atiné a decirle que casi no vi la foto,
que no había problema. Ella sonrió como diciendo "¡mentiroso, dale!".
-Además, que tendría de malo...- Repliqué.
-Qué sé yo, no sé. ¡Nunca me viste tan pelada de ropa!.- Expresó algo ruborizada
-Sí, puede ser, pero fue un microsegundo.- Me hacía el boludo
-Encima, estaba así nomás. ¡Desastre!
-¿Desastre por qué?
-Y así. Re de mañana. Ni arreglada…
Me encantaba sentir esa sensación cachonda. Me elevaba al cielo.
-Y mucho no vi, pero sos hermosa, Mara, ¿Qué te haces problema?
-Porque ni peinada estaba, a cara lavada. Horror.
-No me gustan las que se maquillan todo el tiempo. Además no te hace falta.
-¿Vos decís?
-Sí, olvidate. Sos un bombón…- Y me puso unos ojitos preciosos. Uff…
-Me da mucha vergüenza, pero gracias por lo que decís, sos re tierno.- Y me dio un beso en
el cachete.
Luego continuamos hablando normalmente de la cámara que se quería comprar y cómo a
ella le gustaba sacar las fotos. Yo, a la vez, seguía pensando en esa imagen. Esa cola
enorme entangada, prácticamente descubierta.
Era sólo una foto. Pero estaba como diciendo "ésta es mi cola y me encanta cómo se ve".
Yo me quedé con la verga dura por mucho rato ese día. No sé si ella se habría dado cuenta.
Pero todo seguía normal. Hablábamos uno al lado del otro y en muchas ocasiones le tocaba
los pechos con el codo o el brazo.
En una sola oportunidad, me miró justo cuando le contemplaba descaradamente las gomas
y se sonrió, no sé si porque se dio cuenta que la observaba o porque rápidamente cambié la
dirección de la vista. Pero era imposible no mirarla. Ella lo sabía muy bien, y creo que le
gustaba también que la miren.
-Uy, me olvidé.- Me dice en un momento.
-¿Qué pasó?
-En un rato vienen las chicas. Pero si querés, quedate.
-Na, re desubicado acá yo. Me voy y después vuelvo si querés. No hay drama…
-¿Seguro? Siento que te estoy echando jaja
-No si vuelvo después. Además tengo llave jaja
-Sí, es verdad, ¡y también me tenés que ayudar a decidir qué cámara compro!
-Sí, dale. Después me seguís mostrando fotos y vemos
-Ok, pero esta vez, las separo de carpeta así no me ves en pelotas.
¿Para qué decía eso? La erección que se me estaba yendo volvió a aparecer. Qué placer
me daba que me hablara de esa forma.
-Por mí no hay problema jaja.- Le dije jodiéndola
-Sí, sí, seguro que no tenés problema...- Y me miró con un gesto cómplice, aunque
sonrojada.
-¿Qué me miras así?.- Me atreví a decirle.
-No, nada, pervertido. Me queres ver en bolas...- La cabeza de la verga ya me dolía de
cómo se apretaba contra el pantalón.
-Jaja estás loca vos.- Contesté haciéndome el boludo.
-Como si fuera la muerte, verme ¿no?
-Para nada, cualquiera se moriría por estar en mi lugar en ese momento jaja
-¿Sí?.- Exclamó con una miradita pícara. Volé.
-Olvidate, si estás terrible. Es la verdad…
-Jaja gracias primo, me pones toda roja así…
-Bueno, sólo te digo. Y no soy ningún pervertido, eh
-Chiste, chiste. ¡Me voy a cambiar!.-
-Dale, yo me voy un rato.- Y me levanté del sillón donde estábamos sentados.
En ese momento ocurrió algo inesperado. Por un segundo me olvidé de la excitación que
tenía y el terrible bulto que se me notaba en el pantalón.
Ella miró directo ahí. No podía no mirar. Era alevoso. Llamaba mucho la atención. Yo no
sabía qué hacer.
Lo hizo por dos segundos fijamente y se levantó para irse. Sin decir nada. Yo, haciéndome
terriblemente el logi, la saludé con un beso y le dije que después volvía.
-¡Dale, John, a la noche nos vemos!.- Manifestó como si nada hubiera pasado.
-Dale.- Y me acompañó hasta la puerta.
Le notaba algo raro en la cara. Parecía como tentada.-
-¡Nos vemos, Mar!.- Expresé, saliendo.
-Nos vemos... ¡¡Pervertido!!.- Exclamó mirándome. Y puso una sonrisa ratonera, como
diciendo “me di cuenta, eh”. Y rápidamente se metió adentro.
Me quedé helado. Qué lindo lo que estaba viviendo. Qué afortunado. Me recorrieron por el
cuerpo mil sensaciones. No podía entender que me haya seguido el juego que yo amaba
hacer.
De más está decir que me fui a casa con la verga tan dura que sentía que estaba a punto
de explotar.
Pensaba si ella luego de entrar, se quedaría pensando en lo que había dicho. ¡Qué locura!
Y ahora, iba a permanecer excitado por el resto del día...
En mi casa, esperaba a la noche y a lo que pudiera llegar a pasar. Tenía unas ganas de
pajearme increíbles. Pero se que luego me sentiría mal. Se trataba de Mara… No lo hice.
Esa noche llego a lo de mi prima, previo aviso por whatsapp que iba. Ninguno de los dos
tocó el tema. Comimos pizza y estaba a punto de llegar el helado. Todo transcurría normal.
Ella me había estado diciendo que un fin de semana había sacado unas fotos a unos
paisajes y que necesitaba opiniones. Por supuesto me ofrecí a ayudarla. Me encantaba.
Fuimos a su pieza y nos sentamos en la compu. Se sentía muy bien estar cerca de Mara.
Además, tenía una clase de atracción natural que te arrastraba hacia ella. No sé si era su
cuerpo divino o el perfume de su largo cabello lacio. Pero estar a su lado era, simplemente,
mágico.
Mientras yo la miraba, embobado, sonó el timbre.
-¡Uy, el helado! ¡Ya vengo!.- Exclamó y fue hacia la puerta para recibirlo.
-¡Dale!.- Le contesté. Al levantarse rápidamente de la silla, su pelo se meció sobre mí y
como una ráfaga, me cubrió con su olorcito rico.
Dios… ¡Qué rico se sintió eso! Creo que ya comenzaba a ponerme colorado...
Tenía la habitación bastante ordenada, excepto su pc. Millones de carpetas abiertas,
archivos sueltos, ventanas de navegador, programas. No se entendía nada.
Esperando que ella vuelva, me puse a cerrar las cosas. Sólo de ansioso.
“Click, click” cerraba las carpetas y programas que estaban abiertos al pedo. Hasta que
pasó algo impensado. Sentí que se me erizó la piel.
Mi ritmo cardíaco aumentó considerablemente. No podía creer lo que mis ojos estaban
viendo. Era una foto de Mara....
1 comentarios - Mi prima, Mara. Capítulo 1 (reedición 2023)