Hace cuatro semanas semanas mi esposo me compró una camioneta nueva, bastante bonita y grande para mí, todo muy feliz y muy emocionada por mi regalo, sin embargo, salió con defectos de fábrica y tuve que enviarla al mecánico, el mecánico le hablo a mi esposo y me comentó que mi camioneta ya estaba lista para recogerla, pero mi esposo me llamó y me dijo que el pasaba después, que no le daba confianza que fuera yo sola al taller con gente que no conocía y que no sabía las mañas, yo acepté que el pasara, pero la emoción de usar mi camioneta me ganó más y como mi esposo pasaría por ella hasta el otro día, decidí ir por ella yo misma ese día, yo trabajo en una zona residencial donde no entran los microbuses, por lo que al salir de trabajar debo caminar algunas cuadras hasta llegar a la parada del microbús en una avenida principal. Después de dos semanas de caminar por el mismo rumbo decidí romper la rutina y tomar otras calles, donde hay algunas casas separadas por terrenos baldíos con plantas y asi, una tienda en la esquina y más adelante está el taller mecánico donde estaba mi camioneta.
Cuando llegué al taller vi a un hombre de tez blanca y fornido de unos 45 años, que vestía pantalón de mezclilla, una playera negra y tenis. Estaba recargado en la barda a la entrada del taller fumándose un cigarro y con una lata de cerveza en la mano. Cuando llegué a la entrada del taller yo vestía una blusa blanca, con un escote amplio que permitía ver entre mis senos un poco y parte de mi abdomen, unos shorts cafés medio ajustados que me levantaban tanto el culo y eran como tipo vinipiel, que me apretaba la vagina dejando un huequito en la entrepierna y que se metía un poco entre mis nalgas de lo ajustado, llevaba unos tacones blancos altos de correas y de ropa interior una tanguita de hilo con encaje blanco y el bra en conjunto con mi tanguita.
Básicamente iba como en la foto de abajo.
Le dije buenas tardes al señor cuando de pronto escuché que dijo en voz medio alto.
—¡Ay zorrita! Qué que culo tan rico tienes. —Me dijo el mecánico, con un tono muy morboso.
Me sentí ofendida y puse gesto de desagrado así que lo ví medio feo, pero a los cuantos segundos comencé a sentirme cachonda y me reí por dentro. Pues yo estaba en mis días fértiles y tenía tiempo sin coger.
Después de ese comentario con las hormonas muy agitadas, tenía mi vagina muy lubricada y un deseo irrefrenable de tener sexo, ese comentario me había puesto cachonda, yo intentaba contener mi calentura y no caer en la tentación, algo bueno es que siempre que me baño por las mañanas me hago lavados anales por si se presenta la ocasión y ese día iba a suceder posiblemente, al igual que siempre estoy depilada de mi vagina, en primera porque a mí esposo le gusta así y en segunda por si se me atraviesa una verga que me quiera preñar.
Después de mirarlo feo pero con mi vagina escurriendo le comenté sobre mi camioneta, a lo que el respondió, disculpe por el comentario, adelante, pase a checar su vehículo, abrió el cofre y me comentó la falla, yo estaba un poco empinada sobre mi camioneta y mientras yo veía me dijo, permítame, voy por la pieza que le cambié, yo seguía asomada en el cofre un poco empinada, enseñándo mis piernas y mis nalgas con mi ajustado short, cuando volví a escuchar que el mecánico en voz baja dijo.
—¡Ay chiquita que bonitas piernas tienes que ganas de tocártelas! —Me puse tan nerviosa que preferí seguir viendo mi camioneta sin voltear.
—¡Ay zorrita que culo tan rico tienes! —Me dijo al ver mi culo levantadito y ajustado.
Cuando escuché eso ultimo me sonrojé mucho y con el abdomen estremecido volteé toda nerviosa.
—¿Es enserio? Hace rato también escuché que me dijo cosas al pasar. —El hombre se quedó callado, pensó que estaba reclamándole.
—No se preocupe ¡Está bien! Lo tomaré como un cumplido, pero por qué mejor no me invita algo de tomar en su taller. —Le dije sonriendo y coqueteándole con mi cabello.
—Ah, pues con mucho gusto mi reina. Si gustas pasar a la salita —Me contestó mientras miraba mis pezones duros casi saliéndose de mi brasier—. Tú dime ¿Qué te gustaría tomar preciosa?
Yo estaba decidida de coger con él, cuando me pongo cachonda, soy muy puta y directa para que me metan la verga
—Qué le parece un six y nos lo tomamos entre los dos. —Le sugerí con mi voz cachonda.
—Ah, como que si se antoja verdad.
—Sí, se me antoja mucho, es que me siento muy caliente, bueno más bien muy acalorada ¡Jajaja! —Me le insinué descaradamente, yo ya estaba muy cachonda, sabia a lo que iba.
—Sí, verdad. Con este clima se siente mucho calor, yo ando igual preciosa. Déjame voy rápido a la tienda.
Mientras el fue a la tienda yo me fuí a la sala de espera, donde había pósters de mujeres desnudas, en ropa interior y cosas de mecánicos y me causo más morbo que yo iba a estar también desnuda en unos instantes, me senté en los sillones mugrosos, llenos de grasa y otras cosas asquerosas que desconozco, mientras lo esperaba.
Mientras el fue a la tienda, que por cierto no tardó mucho, más o menos tardó unos 5 minutos en regresar, en ese tiempo estuve contemplando el taller. La fachada del taller era muy sucia y con grafitis, no la habían pintado en muchos años, tenía un portón oxidado muy grande, había dos vehículos dentro que el mecánico estaba reparando, el suelo era de tierra, tenía una tina donde había un poco de gasolina y una brocha, tal parecía que estaba lavando piezas de los coches. También vi algunas cubetas de grasa, botes de aceite para coche, cuatro llantas grandes como de camioneta amontonadas en una esquina y una mesa de fierro como de herrería en el centro del taller donde tenía unas piezas de vehículos y herramientas. Había un baño sucio al fondo, que les puedo decir soy una mujer muy observadora…
El mecánico trajo las cervezas, destapó una para cada quien.
—A ver hermosa aquí tienes tu cerveza. —Me la entregó en la mano de forma caballerosa.
—¡Que lindo gracias! —Le di un par de tragos a la cerveza, me urgía alcoholizarme, para desinhibirme.
A mí la cerveza se me sube muy rápido, nos sentamos juntos en el sillón, casi casi pegados uno al otro.
—Me llamo Natalia, pero me puedes decir Nat ¿Nos podemos tutear verdad? Digo, para sentirnos más en confianza.
—Sí, tu háblame con toda confianza. Tienes un nombre muy bonito, yo me llamo Carlos.
—Ay que bien, yo tuve un novio que se llamaba así.
—Lástima que no fui yo. —Me dijo muy sugerente.
Platicamos algunos minutos sobre sus trabajos en el taller y mi rutina de trabajo en la oficina que era la razón por la que yo necesitaba mi camioneta. Después le di un trago más a mi cerveza hasta terminármela le pedí que por favor me diera otra, él se volteó para agarrar la cerveza y destapármela, en lo que el hacia eso, yo bajé los tirantes de mi blusa para descubrirme un poco más y quedara a la vista mi brasier.
El mecánico al voltear y entregarme la cerveza, pudo ver mis senos con los pezones casi saliéndose del brasier, yo estaba que se me contraía el abdomen de los nervios y mi vagina comenzó a lubricar más, esta vez sentí que mojé mis shorts de tanto jugo que salía. Yo quería seguir calentando a ese señor.
—¿Eres casado?
—Sí, ya tengo muchos años de casado y tengo tres hijos ya grandes ¿Y tú eres casada?
—si también, pero la verdad ya no estoy muy conforme con mi esposo, nuestra vida sexual se ha terminado porque mi esposo es alcohólico y casi no está en casa. Y tengo 2 hijos pequeños .
—Que pendejo es. Como no puede aprovechar para cogerte si estás bien hermosa. Otros quisiéramos una oportunidad y él desaprovechándote.
—¡Ay que lindo! ¡Gracias!
En ese momento yo ya estaba sintiendo el efecto del alcohol y me sentía muy excitada y desinhibida.
—Sí, de hecho, hace ya casi unos meses que no tengo sexo con ningún hombre. —Le dije cachondamente, mientras acomodaba mi cabello de manera coqueta hacia atrás y levantando mis senos como montañas a su vista.
El mecánico se puso nervioso y tragó saliva, ya se moría de ganas por cogerme.
—¿De que edad me veo?
—Como de unos 18. —Me dijo vacilándome para no desacertar.
—No, ya enserio.
—Como de unos 26 —Yo me reí muy coqueta.
—Tengo 30 —Le dije sonriendo.
—Pues estás muy joven y hermosa. —Me halagó mirándome muy lujuriosamente.
—¡Ay! ¡Muchas gracias! —Le contesté sonrojada.
Como estoy en forma, con mi cuerpo atlético y mi carita es afilada aparento menos edad de la que realmente tengo, eso me hizo sentir halagada. Me terminé rápido la cerveza pues quería que se me subiera el alcohol, yo sé que la cerveza me pone cachonda, y le pedí que me destapara la tercera, me la dio amablemente y le di un buen trago.
Me sentí alcoholizada y desinhibida, la cara se me puso roja y adormecida por la cerveza.
—Quiero mostrarte algo, pero necesito que cierres el portón del taller. —Aunque me excitaba la idea de que alguien me viera, no quería correr el riesgo de que nos viera alguien de mi trabajo ya que está cerca.
Cerró el portón y regreso junto a mí.
—A ver hermosa y que es eso que me quieres mostrar. —El me miró con mucha lujuria pues sabía que yo estaba tramando algo con él a solas.
Entonces nuevamente le di un trago a la cerveza y me quité la blusa muy lentamente sintiéndome muy excitada y nerviosa, me temblaba el cuerpo. El hombre puso una cara de lujuria, como una bestia viendo mis tetas, solo en brasier con los pezones de fuera.
—¿Te gusta lo que ves? —Yo sentía mis pezones muy excitados y una tremenda lujuria de estar exhibiéndome ante un desconocido.
—Sí mamacita, estás bien hermosa, que ganas de comerte las tetas.
Le di otro trago a mi bebida hasta terminármela, sentí como me estaba mareando por tomar tan rápido, me sentía caliente de la cara por el alcohol y muy excitada.
—¿Te gusta como huele mi perfume? Ven acércate más para que lo puedas oler mejor. —Le dije señalándole mi cuello con mi dedo índice.
—Hueles muy bien, me dan ganas de cogerte. —Me dijo acercándose a mi oído. Pude sentir su respiración en mi cuello.
Cuando me dijo eso sentí que mi vagina quería que ese hombre me penetrara, pero quise ir más despacio.
—¿Te gustaría ver más? —Yo sentía mariposas en el estómago, estaba muy nerviosa y los pezones se me endurecían más, un escalofrió recorría mi cuerpo.
—Sí mamacita déjame verte bien las tetas.
Me quité el brasier muy lentamente, dejando mis senos expuestos completamente ante ese hombre rudo y sucio de grasa, me sentí muy excitada, mis manos me temblaban de los nervios y mi respiración se agitaba. En ese momento él se lanzó como una bestia sobre mis senos y comenzó a lamerlos, me succionaba los pezones y me daba mordidas que me dolían un poco, se estaba comiendo mis pezones duros y sensibles, se colocó detrás de mí y agarro mis senos con sus manos sucias, manchándolos de grasa y aceite, me pellizcó los pezones muy duro hasta que solté un quejido, me sentí tremendamente excitada, en ese taller que olía a grasa, aceite, gasolina y neumáticos. Estaba sola entregándole mi cuerpo a ese desconocido, mientras yo pensaba que me estaba vengando de mi esposo por no darme pene en mucho tiempo, eso me puso muy húmeda, más estando en días fértiles.
Parte dos en el otro relato...
Cuando llegué al taller vi a un hombre de tez blanca y fornido de unos 45 años, que vestía pantalón de mezclilla, una playera negra y tenis. Estaba recargado en la barda a la entrada del taller fumándose un cigarro y con una lata de cerveza en la mano. Cuando llegué a la entrada del taller yo vestía una blusa blanca, con un escote amplio que permitía ver entre mis senos un poco y parte de mi abdomen, unos shorts cafés medio ajustados que me levantaban tanto el culo y eran como tipo vinipiel, que me apretaba la vagina dejando un huequito en la entrepierna y que se metía un poco entre mis nalgas de lo ajustado, llevaba unos tacones blancos altos de correas y de ropa interior una tanguita de hilo con encaje blanco y el bra en conjunto con mi tanguita.
Básicamente iba como en la foto de abajo.
Le dije buenas tardes al señor cuando de pronto escuché que dijo en voz medio alto.
—¡Ay zorrita! Qué que culo tan rico tienes. —Me dijo el mecánico, con un tono muy morboso.
Me sentí ofendida y puse gesto de desagrado así que lo ví medio feo, pero a los cuantos segundos comencé a sentirme cachonda y me reí por dentro. Pues yo estaba en mis días fértiles y tenía tiempo sin coger.
Después de ese comentario con las hormonas muy agitadas, tenía mi vagina muy lubricada y un deseo irrefrenable de tener sexo, ese comentario me había puesto cachonda, yo intentaba contener mi calentura y no caer en la tentación, algo bueno es que siempre que me baño por las mañanas me hago lavados anales por si se presenta la ocasión y ese día iba a suceder posiblemente, al igual que siempre estoy depilada de mi vagina, en primera porque a mí esposo le gusta así y en segunda por si se me atraviesa una verga que me quiera preñar.
Después de mirarlo feo pero con mi vagina escurriendo le comenté sobre mi camioneta, a lo que el respondió, disculpe por el comentario, adelante, pase a checar su vehículo, abrió el cofre y me comentó la falla, yo estaba un poco empinada sobre mi camioneta y mientras yo veía me dijo, permítame, voy por la pieza que le cambié, yo seguía asomada en el cofre un poco empinada, enseñándo mis piernas y mis nalgas con mi ajustado short, cuando volví a escuchar que el mecánico en voz baja dijo.
—¡Ay chiquita que bonitas piernas tienes que ganas de tocártelas! —Me puse tan nerviosa que preferí seguir viendo mi camioneta sin voltear.
—¡Ay zorrita que culo tan rico tienes! —Me dijo al ver mi culo levantadito y ajustado.
Cuando escuché eso ultimo me sonrojé mucho y con el abdomen estremecido volteé toda nerviosa.
—¿Es enserio? Hace rato también escuché que me dijo cosas al pasar. —El hombre se quedó callado, pensó que estaba reclamándole.
—No se preocupe ¡Está bien! Lo tomaré como un cumplido, pero por qué mejor no me invita algo de tomar en su taller. —Le dije sonriendo y coqueteándole con mi cabello.
—Ah, pues con mucho gusto mi reina. Si gustas pasar a la salita —Me contestó mientras miraba mis pezones duros casi saliéndose de mi brasier—. Tú dime ¿Qué te gustaría tomar preciosa?
Yo estaba decidida de coger con él, cuando me pongo cachonda, soy muy puta y directa para que me metan la verga
—Qué le parece un six y nos lo tomamos entre los dos. —Le sugerí con mi voz cachonda.
—Ah, como que si se antoja verdad.
—Sí, se me antoja mucho, es que me siento muy caliente, bueno más bien muy acalorada ¡Jajaja! —Me le insinué descaradamente, yo ya estaba muy cachonda, sabia a lo que iba.
—Sí, verdad. Con este clima se siente mucho calor, yo ando igual preciosa. Déjame voy rápido a la tienda.
Mientras el fue a la tienda yo me fuí a la sala de espera, donde había pósters de mujeres desnudas, en ropa interior y cosas de mecánicos y me causo más morbo que yo iba a estar también desnuda en unos instantes, me senté en los sillones mugrosos, llenos de grasa y otras cosas asquerosas que desconozco, mientras lo esperaba.
Mientras el fue a la tienda, que por cierto no tardó mucho, más o menos tardó unos 5 minutos en regresar, en ese tiempo estuve contemplando el taller. La fachada del taller era muy sucia y con grafitis, no la habían pintado en muchos años, tenía un portón oxidado muy grande, había dos vehículos dentro que el mecánico estaba reparando, el suelo era de tierra, tenía una tina donde había un poco de gasolina y una brocha, tal parecía que estaba lavando piezas de los coches. También vi algunas cubetas de grasa, botes de aceite para coche, cuatro llantas grandes como de camioneta amontonadas en una esquina y una mesa de fierro como de herrería en el centro del taller donde tenía unas piezas de vehículos y herramientas. Había un baño sucio al fondo, que les puedo decir soy una mujer muy observadora…
El mecánico trajo las cervezas, destapó una para cada quien.
—A ver hermosa aquí tienes tu cerveza. —Me la entregó en la mano de forma caballerosa.
—¡Que lindo gracias! —Le di un par de tragos a la cerveza, me urgía alcoholizarme, para desinhibirme.
A mí la cerveza se me sube muy rápido, nos sentamos juntos en el sillón, casi casi pegados uno al otro.
—Me llamo Natalia, pero me puedes decir Nat ¿Nos podemos tutear verdad? Digo, para sentirnos más en confianza.
—Sí, tu háblame con toda confianza. Tienes un nombre muy bonito, yo me llamo Carlos.
—Ay que bien, yo tuve un novio que se llamaba así.
—Lástima que no fui yo. —Me dijo muy sugerente.
Platicamos algunos minutos sobre sus trabajos en el taller y mi rutina de trabajo en la oficina que era la razón por la que yo necesitaba mi camioneta. Después le di un trago más a mi cerveza hasta terminármela le pedí que por favor me diera otra, él se volteó para agarrar la cerveza y destapármela, en lo que el hacia eso, yo bajé los tirantes de mi blusa para descubrirme un poco más y quedara a la vista mi brasier.
El mecánico al voltear y entregarme la cerveza, pudo ver mis senos con los pezones casi saliéndose del brasier, yo estaba que se me contraía el abdomen de los nervios y mi vagina comenzó a lubricar más, esta vez sentí que mojé mis shorts de tanto jugo que salía. Yo quería seguir calentando a ese señor.
—¿Eres casado?
—Sí, ya tengo muchos años de casado y tengo tres hijos ya grandes ¿Y tú eres casada?
—si también, pero la verdad ya no estoy muy conforme con mi esposo, nuestra vida sexual se ha terminado porque mi esposo es alcohólico y casi no está en casa. Y tengo 2 hijos pequeños .
—Que pendejo es. Como no puede aprovechar para cogerte si estás bien hermosa. Otros quisiéramos una oportunidad y él desaprovechándote.
—¡Ay que lindo! ¡Gracias!
En ese momento yo ya estaba sintiendo el efecto del alcohol y me sentía muy excitada y desinhibida.
—Sí, de hecho, hace ya casi unos meses que no tengo sexo con ningún hombre. —Le dije cachondamente, mientras acomodaba mi cabello de manera coqueta hacia atrás y levantando mis senos como montañas a su vista.
El mecánico se puso nervioso y tragó saliva, ya se moría de ganas por cogerme.
—¿De que edad me veo?
—Como de unos 18. —Me dijo vacilándome para no desacertar.
—No, ya enserio.
—Como de unos 26 —Yo me reí muy coqueta.
—Tengo 30 —Le dije sonriendo.
—Pues estás muy joven y hermosa. —Me halagó mirándome muy lujuriosamente.
—¡Ay! ¡Muchas gracias! —Le contesté sonrojada.
Como estoy en forma, con mi cuerpo atlético y mi carita es afilada aparento menos edad de la que realmente tengo, eso me hizo sentir halagada. Me terminé rápido la cerveza pues quería que se me subiera el alcohol, yo sé que la cerveza me pone cachonda, y le pedí que me destapara la tercera, me la dio amablemente y le di un buen trago.
Me sentí alcoholizada y desinhibida, la cara se me puso roja y adormecida por la cerveza.
—Quiero mostrarte algo, pero necesito que cierres el portón del taller. —Aunque me excitaba la idea de que alguien me viera, no quería correr el riesgo de que nos viera alguien de mi trabajo ya que está cerca.
Cerró el portón y regreso junto a mí.
—A ver hermosa y que es eso que me quieres mostrar. —El me miró con mucha lujuria pues sabía que yo estaba tramando algo con él a solas.
Entonces nuevamente le di un trago a la cerveza y me quité la blusa muy lentamente sintiéndome muy excitada y nerviosa, me temblaba el cuerpo. El hombre puso una cara de lujuria, como una bestia viendo mis tetas, solo en brasier con los pezones de fuera.
—¿Te gusta lo que ves? —Yo sentía mis pezones muy excitados y una tremenda lujuria de estar exhibiéndome ante un desconocido.
—Sí mamacita, estás bien hermosa, que ganas de comerte las tetas.
Le di otro trago a mi bebida hasta terminármela, sentí como me estaba mareando por tomar tan rápido, me sentía caliente de la cara por el alcohol y muy excitada.
—¿Te gusta como huele mi perfume? Ven acércate más para que lo puedas oler mejor. —Le dije señalándole mi cuello con mi dedo índice.
—Hueles muy bien, me dan ganas de cogerte. —Me dijo acercándose a mi oído. Pude sentir su respiración en mi cuello.
Cuando me dijo eso sentí que mi vagina quería que ese hombre me penetrara, pero quise ir más despacio.
—¿Te gustaría ver más? —Yo sentía mariposas en el estómago, estaba muy nerviosa y los pezones se me endurecían más, un escalofrió recorría mi cuerpo.
—Sí mamacita déjame verte bien las tetas.
Me quité el brasier muy lentamente, dejando mis senos expuestos completamente ante ese hombre rudo y sucio de grasa, me sentí muy excitada, mis manos me temblaban de los nervios y mi respiración se agitaba. En ese momento él se lanzó como una bestia sobre mis senos y comenzó a lamerlos, me succionaba los pezones y me daba mordidas que me dolían un poco, se estaba comiendo mis pezones duros y sensibles, se colocó detrás de mí y agarro mis senos con sus manos sucias, manchándolos de grasa y aceite, me pellizcó los pezones muy duro hasta que solté un quejido, me sentí tremendamente excitada, en ese taller que olía a grasa, aceite, gasolina y neumáticos. Estaba sola entregándole mi cuerpo a ese desconocido, mientras yo pensaba que me estaba vengando de mi esposo por no darme pene en mucho tiempo, eso me puso muy húmeda, más estando en días fértiles.
Parte dos en el otro relato...
3 comentarios - Estrenando mi camioneta nueva