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El nivel extra (IX y final, 2 de 2)




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En esos breves momentos donde encontraba paz entre la tormenta junto con mi esposa, le trataba de explicar los cuestionamientos morales que tenía en esos momentos:

-         Imagina, ruiseñor, que no me hubieses conocido cuando yo era un pendejo. Que toda la parte de nuestro romance no pasó y que te hubieses acostado conmigo, tal cual como soy ahora. ¿Crees que habría estado bien?

A lo que, en cada oportunidad, recibí la misma respuesta de sus preciosos labios…

+  ¡Ay, mi amor!

Y reiniciábamos la vorágine de besos, caricias, pellizcos, mordiscos, chupones, junto con sus respectivas cabalgatas, que nos dejaban despiertos hasta el clarear de la mañana…

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o  ¡Ahhh!... ¡ES TAN GRANDE! ...-empezó a gemir Brenda, sin medir la voz.

El nivel extra (IX y final, 2 de 2)

Tuve que besarla, para que se mantuviera callada.

-         ¡Brenda, tu madre puede escucharnos!

No podía negarlo. A pesar de que ella ya no era virgen, aun seguía extremadamente apretada y no puedo asegurar si era porque Matt la tiene más delgada que yo o por el estado de su excitación, pero me costaba el avance.

Sin embargo, también me daba cuenta de que las frecuencias de mis embestidas eran distintas a como cuando Marisol y yo empezamos a tener relaciones. Es decir, que ahora con Marisol, dado que hemos hecho el amor por años y años, debo embestirla con mayor fuerza para hacerla sentir bien.

Pero a Brenda, en cambio, ese ritmo le obligaba a acabar más y más, dado que yo le iba estirando con cada nueva embestida, por lo que mi lengua se revolvía como loca dentro de su boca y mis manos no tenían suficiente para explorar su cuerpo seductor: su coqueto trasero, sus soberbios pechos…

No obstante, lo más curioso fue que me empezó a calentar más y más la idea que estaba tomando la virginidad absoluta de Brenda…

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En estricto rigor, le expliqué una tarde a mi ruiseñor que “mi virginidad” había sido arrebatada por su madre.

Siempre riéndose ante mi boba reflexión, en vista que ya llevábamos mucho tiempo teniendo relaciones y esa parte de nuestras vidas ya había pasado, le expliqué a mi esposa que había sido su madre la primera mujer con la que tuve sexo sin preservativo, porque fue algo del momento.

Y al igual que estaba pasando en esos momentos, mi suegra no pudo aguantarse las ganas de tener un “pendejo sexualmente activo” que quería que le apagara su calentura… cuantas veces me fuera posible.

Rubia Tetona

Ese pensamiento en particular nos llevó a sesiones amatorias bastante intensas con mi esposa.

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Nos seguimos besando con locura. Su boca rebelde aun quería proclamar el gozo que le estaba trayendo, la cual mi lengua se encargaba de subyugar y disuadir, mientras que mis manos no tenían suficiente de manosear aquellos pechos. Sentía que Brenda acababa una y otra vez, con sus ojos entrecerrándose agradecida con cada embestida, y su trasero, perfecto, redondo, terso, era demasiado grande para ser afirmado con mis 2 manos.

Mi orgasmo lo sintió masivo, intenso, en lo más profundo de su cuerpo. Su cuerpo se relajó por completo al sentirme cómo la iba llenando...

o  Eso… estuvo… increíble. –respondió resoplando suspiros, con sus ojitos brillando en satisfacción.

Pero lo que nunca consideré fue que a Brenda le faltase experiencia. En efecto, eran alrededor de las 3 de la mañana y había sido un día largo para ambos, pero por primera vez en mi vida, mi pareja se empezaba a quedar dormida.

Al principio, creí que era la modorra propia del orgasmo: de disfrutar el calor de tu pareja y la satisfacción de sentirse bien cogida. Pero cuando el cierre de sus ojos se hacía más largo y este era acompañado por sendos bostezos, supe que Brenda estaba empezando a dormirse.

Y si bien, había disfrutado de estar con su madre hasta el cansancio, y que yo mismo reconocía que ya no me quedaban muchas fuerzas, también admitía que la oportunidad de estar con Brenda sería única en la vida, motivo por el que debía aprovecharla como fuese y razón principal por la que me metí entre las sábanas y empecé a lamer su empapada entrepierna.

o  Espere… augh… ¿Qué hace?... –preguntó, sintiendo cómo mi boca y lengua succionaban sobre su vagina y su clítoris intempestivamente para sacarle la modorra.

Confieso que sentir el sabor de mi propio semen fue desagradable al principio. Pero luego de beberlo todo y de empezar a meter mi lengua en su cálido interior, ya me preocupaba de degustar más y más de sus manjares femeninos.

o  Augh… AUgh… AUGH…

La voz de Brenda comenzaba a alzarse sin que se diese cuenta una vez más.

-         Brenda, cállate y no gimas…-tuve que gritarle en voz baja, molesto por tener que interrumpir mi labor.

Sus ojos lagrimeaban levemente, pero sus puños se agolpeaban sellando los labios.

Cuando estaba a punto de caramelo, le pedí que se acostara sobre su estómago. Su trasero, dolorosamente tentativo, sería imposible de probar en una sola noche, sin mencionar que quería dejarle al menos “algo virgen” a Matt para que estrenase.

Pero eso no impedía que pudiese tomar a Brenda por detrás. Su vagina seguía goteando exquisita y a pesar de todo, seguía muy apretada.

o  Augh… Auff… AhhAA…- Nuevamente, Brenda no se daba cuenta que alzaba la voz de una manera tan excitante.

-         Brenda… por favor… guarda silencio… tu madre nos va a escuchar…- le dije, enterrando mi pene su estrecho y húmedo canal. – Muerde esto, si quieres.

Le pasé mi mano izquierda, la que no estaba manchada con sus jugos. Pero para mi sorpresa, más que morderla, empezó a chupar mis dedos de forma sensual.

Al principio, era el índice y el del corazón. Luego, siguió el anular, succionando con mayor ahínco. Y para colmo, cuando le siguió el meñique, yo estaba tremendamente caliente.

Era un pensamiento casi instintivo, que me daba a entender que mi niñera era una mamadora innata…

Sus nalgas redondas y ardientes se prensaban bajo mi cintura, haciéndome cuestionar más y más si realmente quería dejarle algo virgen para su novio…

Y su pecho, sudoroso, suavecito y esponjoso, parecía a punto de derramarse entre mis dedos.

“¡Cielos santo!” pensé los segundos previos a mi orgasmo, al sentirla intensidad de sus chupones en mis dedos. “¡Mi niñera es una putita!”

Me vine dentro de ella con todo lo que me quedaba. Nos quedamos agotados, pegados, sin una pizca de aire…

Cuando pude despegarme, me di cuenta de que, en ningún momento, le terminé sacar el vestido, por lo que pendía de su cintura casi como una capa de superhéroe.

Ni siquiera dijo nada cuando me puse de pie. Probablemente, aparte de estar extremadamente cansada, sentía mi semen escurrir de su dilatada vagina.

Aun así, dejar esa vista fue todo un desafío: Si bien, mi mente razonaba que le duplicaba en edad, mis instintos decían que esa mujer ya estaba lista para la guerra, con un trasero tan blanco y grueso, para darle hasta que las velas no ardan…

Agotado y sediento, fui a la cocina a tomar un poco de agua. Sintiéndome tremendamente cansado y satisfecho, volví al dormitorio de Sarah, que aún seguía durmiendo y solo se despertó al sentirme volver a la cama.

-  ¿Te desperté? Lo siento. Fui a buscar un poco de agua.

Se restregó los ojos y se volteó a verme, bostezando y estirándose para recibirme de vuelta en su tibia cama.

·        Está bien. Es mi primera vez durmiendo con un hombre…- respondió, dándome un suave beso.

Pero creo que no se dio cuenta del paso de las horas, puesto que su mano se terminó posando en mi pegajoso falo…

·        Pues alguien despertó con ánimos…- Señaló juguetona, al empezar a apretarlo.

(Well, someone woke up in the mood…)

Y sin darme tiempo para cuestionamientos, se metió mi falo en sus labios, confundiendo probablemente los jugos vaginales de su propia hija con los suyos.

A diferencia de Brenda, Sarah no lo hacía nada mal, dado que ya sabía cómo manejar su boca. A estas alturas, se la metía entera en la boca y la succionaba con tal ansiedad, que estaba a punto de aprender a hacerme gargantas profundas por su propia cuenta.

Sin embargo, yo ya estaba tan “descargado” (Los 3 días de abstinencia los había compensado con creces…), que, aunque mi erección permanecía a nivel medio, era solamente estético…

Y que la cogida que nos habíamos dado por la tarde ni siquiera se comparaba con aquella, dado que independiente si Sarah iba arriba o abajo, yo bombeaba, aparte de disfrutar el cuerpo de la lasciva y ardiente madre de Brenda, con la intención de correrme una vez más.

madre e hija

De más está decir que ese “agotador polvo” tardó hasta cerca de las 7 de la mañana, y cuando ya empezaba a clarear, por fin le pude soltar unas cuantas gotas y que, para compensar la calentura causada por mis experiencias con mi esposa, Sarah gimió hasta el orgasmo, al igual que lo hace mi esposa, gemidos que claramente podía distinguir su hija, al estar en su habitación y de este lado de la muralla.

Por ese motivo, no hubo fuerza en la tierra que me sacara antes de las 11 y media de la cama…

Con Sarah, nos besábamos como si fuéramos enamorados y aunque estaba vestida con su bata, nos era tan normal agarrarnos sin recato alguno, en vista que yo no tenía pijama.

·        ¡¡Brenda!! ¿Qué haces aquí? -exclamó al ver a su hija sentada en la mesa, atrapada en el acto.

Su hija solo sonrió al vernos. Aun vestía el vestido del día anterior, aunque claramente arrugado por haber dormido en él.

o  Hola, Ma. Solo estoy desayunando…

infidelidad consentida

Sarah me miraba, miraba a su hija y de nuevo a mí, sin saber qué decir…

·        Brenda… yo…

Su hija solo sonrió.

o  ¡Tranquila, ma! ¡Te entiendo! -Y mirándome directamente a los ojos, sonrió agregando. - ¡Yo también los escucho por las noches!

Sarah cayó abatida sobre la silla. Por una parte, aliviada porque su hija finalmente supiera la verdad. Pero por la otra, avergonzada de perder autoridad.

·        ¿A qué hora llegaste?

o  Por la mañana. Alrededor de las 7.- mintió la hija, con una insospechada facilidad.

·        ¿Volviste sola? – preguntó Sarah, alzando levemente su autoritaria voz…

Sin embargo, Brenda estaba a años luz de la niña que el día anterior se dejaba intimidar por su madre…

o  No, ma. Mattie me vino a dejar antes de irse al entrenamiento. – Mintió de nuevo, sin siquiera inmutarse. -¿Por qué preguntas, madre? ¿Hay algo que querías decirme?

El cambio de roles era perfecto: la mirada decidida de Brenda intimidaba a su madre, la cual trataba de escapar de su escrutinio para no delatar su desenfreno sexual de la noche anterior.

·        No… solo no me gusta que vuelvas sola por la mañana. – logró esgrimir con debilidad. - ¿Cómo te fue?

Y en jugueteo maravilloso, en donde aprovechó a chequearme desnudo de arriba abajo, sonrió y le respondió:

o  ¡Fantástica!... la mejor noche de mi vida.

Cuando Sarah se dio cuenta que yo estaba a su lado, señaló:

·        Brenda… él y yo…

o  ¡Tranquila, ma! ¡Lo sé todo! -le dijo, tomándole de la mano para calmarla. -… quiero decir, ya lo sospechaba. Cada vez que salían juntos, te ponías más contenta y te vestías distinta… y ahora que puedo verlo (soltó un suspiro al empinarse levemente para ver la punta de mi rabo) … y lo escucho, sé por qué te gusta tanto.

-    Bien. – dije finalmente, sintiéndome completamente expuesto ante ellas. – Debo ducharme. Marisol y las niñas vuelven por la tarde.

Aproveché de bañarme en el baño de visitas, para revisar que el grifo no goteaba. Pero al salir de la ducha, no encontré una toalla. Revisé los cajones y solo encontré maquillaje de mujer y cremas, por lo que tuve que salir del baño.

-       Disculpen, ¿Tienen una toalla para secarme?

·        ¡YO TE LA PASO!

o   ¡YO TE LA PASO!

(I’LL HAND IT OVER!)

Respondieron a coro y aunque riéndose, se miraron no la una a la otra como madre e hija, sino como mujeres, que les gusta el mismo tipo.

Obviamente, fue Sarah la que me trajo la toalla y, aun así, aprovechó de recorrerme con la mirada de arriba abajo cuando me la entregó.

Salí envuelto con ella por la cintura y las 2 sonrieron al ver mi torso húmedo.

·        Bien, es mi turno…- exclamó Sarah, pasando por mi lado.

Pero la tomé de la cintura, besándola de manera apasionada y aprovechar de levantarle la bata, para agarrarla de sus tiernas y cautivantes nalgas.

Una vez que la dejé ir y le arrebaté un suspiro más, ella comentó…

·        Yo tengo que… yo necesito que…yo debo tomar una ducha…

(I have to… I need to… I must take a shower…)

Y aprovechando que su madre se duchaba, le mostré a Brenda mi pene, el cual no dudó un segundo en volver a mamar.

Y una vez que Sarah salió de la ducha y Brenda tomaba su lugar, convencí a la madre para que lo hiciéramos una vez más, aprovechando que ya su hija sabía de nuestro affaire y en vista que no podríamos tener relaciones hasta la siguiente semana…

Y así vivimos por un tiempo. Al menos, una o 2 veces a la semana, Sarah me pedía a Marisol para que le ayudara a arreglar la lavadora, instalar enchufes, revisar la cocina e incluso, cambiar azulejos, que, en esa oportunidad, me tuvo 5 días entrando y saliendo de su casa.

Pero, además, también nos encontrábamos cada 2 sábados, para ir al hotel con la excusa de comprar provisiones para los vecinos de la tercera edad, hasta que eventualmente, prefirieron hacerlo por delivery o por encargárselo a un familiar.

Y con Brenda, la relación con Matt mejoró mucho, dado que ella ya sabía qué tanto un hombre puede entregar… por lo que imagino que debió estar muy parecido a mí durante los primeros meses de pololeo junto con la mujer que hoy es mi esposa. Aun así, incluso las veces que atendía a su madre hasta el cansancio, Brenda me secuestraba y me daba celestiales y viciosas mamadas, mientras que ella se masturbaba sin cesar, aunque nunca más nos volvimos a acostar.

vecinas putas

Y al año siguiente, supimos que Matt y Brenda quedaron en la universidad y que, de alguna manera, hicieron cornudo al inútil del hermano de Matt, quien se terminó enterando de la infidelidad. El asunto fue que Matt decidió dejar su casa y en vista que el departamento de Sarah cuenta con muchas habitaciones, Brenda decidió hospedar a su novio junto con ellas, por lo que imagino que el afortunado de Matt debe estar viviendo algo parecido a lo que viví yo con mi suegra y mi cuñada en el norte, cuando me tocó entrar a trabajar en mi primera faena minera…

El nivel extra (IX y final, 2 de 2)


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Sin embargo, yo no entendía por qué el lease de mi departamento había terminado. Había cumplido con todos los compromisos del contrato y mi desempeño seguía siendo el mejor, por lo que empecé a hacer pesquisas.

Lamentablemente, Sonia no podía hacer nada al respecto, dado que era otro departamento el que se encargaba de nuestro hospedaje y una a una, mis consultas me llevaban a una sola persona: Maddie, en Recursos Humanos…

Su rostro de satisfacción, al saber que estuve preguntando en cada uno de los departamentos era malicioso. Y haciendo desplante de su exuberante físico y mostrándome descaradamente sus torneadas piernas bajo esa corta minifalda, respondió vengativa.

·        Tú mismo dijiste que querías trabajar desde tu hogar. Ese apartamento lo arrendamos porque queda cerca de las oficinas… pero si tú no vienes a trabajar acá, ¿Qué sentido tiene que vivas ahí? – sentenció, en una postura similar a archi-villana de películas.

Pero tuve que “cederle esa misera victoria”. Después de todo, era mi culpa que ahora su pareja vive en Brisbane, Queensland, después de esa desgraciada fiesta de Halloween del 2019…

Pero la golpiza que se llevó y su destierro fueron lo mínimo que se merecía, por osar correrle mano a Marisol.

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