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El nivel extra (IX y final, 1 de 2)




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(Nota de Marco: deseándoles un feliz año nuevo, les entrego esta última parte de esta historia, la cual se ha alargado, porque por varios meses, Marisol y yo recreamos los detalles de esa noche, por lo que me vi forzado a cortarlo en 2 partes. Les pido disculpas si esto les causa molestias.)

De todas las posibles reacciones que pasaron en esos momentos por mi cabeza, ocurrió la que, para mí, era la más improbable de todas.

Luego de sobresaltarse levemente, Brenda me miró a los ojos, agarró mi pene con su pequeña y refrescante mano y sin decir palabra o asco alguno, empezó a darme una mamada.

Así empezó la experiencia que por varios meses traería extremadamente prendida a mi esposa…

El nivel extra (IX y final, 1 de 2)

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+   Es que tú todavía no me crees cuando te digo que eres sexy, ¿Cierto? – preguntó Marisol una noche, luego de darme una impactante mamada recreando aquella noche.

Era noche. Estábamos en pleno invierno y aunque recién nos acostumbrábamos a la nueva casa, ella todavía la sentía más helada. Por lo mismo, se cubrió la cabeza con la sabana, como si imitara a la “virgen María”.

Yo no sabía qué responder, puesto que, en todo este tiempo, desde el momento que conocí y me hice amigo de Marisol, apenas he notado si he cambiado algo.

+ ¡Mira! Yo sé que, para ti, ser sexy significa tener buen físico y verse súper apuesto…- hizo una pausa, con una sonrisa juguetona, mientras me estudiaba. – Y sí… si es por el físico y ser apuesto, igual pasas.

Mi esposa agarró parte de las frazadas (Destapándome los pies en el proceso…) y se ubicó a la altura de mis ojos.

+ Pero tú eres sexy “de otra manera”. – prosiguió mirándome más seria. – Yo sé que te lo digo siempre, mi amor, pero son tus ojos. La forma en que me miras.

Cada vez, le entendía menos… dado que insisto: mis ojos, a diferencia de los de mi esposa que parecen preciosas esmeraldas, son negros y completamente normales, haciendo que ella se riera de mi confusión.

+ Mira, hasta nuestras hijas se dan cuenta que tú no nos miras como otros hombres. – se sinceró mi mejor amiga. – O sea, nosotras sabemos que cuando nos hablas y nos miras, nos estás diciendo la verdad… (Marisol volvió a sonreír, notando que no le iba entendiendo) … mi vida, yo sé que eres súper serio, y cuando hablas y por como eres, sabemos que eres un chico recto… (ella lanzó un pequeño suspiro enamoradizo) … pero las cosas que tú haces… y como siempre piensas en todo, todo, nos haces sentir súper seguras.

Y fue en esos momentos que percibí parte de su joven sabiduría…

+ Mi amor, yo pienso que tú eres como los chicos que soñamos cuando niñas…(volvió a sonreír) … alto, apuesto, que te puede defender… pero también, ahora, te has puesto como el “príncipe azul” después del “vivieron felices para siempre”… (su mirada era luminosa, juguetona, combinando espiritualidad e inocencia) … en los cuentos, no te dicen que el príncipe ayudó a cenicienta a lavar la ropa… o comprarte un auto, porque cenicienta lo necesita. Tú, mi amor, en cambio lo hiciste sin que yo te lo pidiera o necesitara… y que seas así de previsor y serio, te hace archi-ultra-mega-súper sexy.”

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-         Brenda… ¿Qué estás haciendo? –  pregunté, sintiendo cómo mi alma abandonaba el cuerpo…

Ella no lo hacía mal, aunque se notaba su falta de experiencia.Podías darte cuenta de que no había mamado una de tu tamaño, puesto que su coqueta boca mordisqueaba de vez en cuando. Sin embargo, lo que hacía destacar su técnica era el rotar de su lengua sobre la cabeza de mi glande, que parecía degustar tu propio sabor, mientras que sus labios se sellaban, succionándome de una forma increíble.

o  Disculpe… pero yo no soy el que está desnudo en el baño, con su pene punteando mi mejilla. – Respondió ella con un poco de descaro, para volver a continuar.

(Excuse me... but I'm not the one standing naked in the bathroom, with his penis poking my cheek.)

Cada chupón, me metía más profundo en su boca…

-         Brenda… necesito orinar…- le avisé, a punto de volverme loco por no hacerla experimentar la “lluvia dorada”de forma involuntaria.

Sus cristalinos ojos se dilataron e ipso facto, ella se sacó mi falo de la boca; giró para descargar el inodoro, mostrándome sus virginales calzoncitos blancos y los tesoros que en ellos se ocultaban y pasó por mi lado, tocando la punta de mi glande con su antebrazo.

El problema era que, en esos momentos, la sesión amatoria que tuve con su madre, junto con la breve mamada que me acababa de dar, me tenía con el pene horrorosamente excitado, al punto que no podía doblarlo y que sabía de antemano que salpicaría a todas partes apenas empezara a orinar.

Por ese motivo, le pedí a Brenda que saliera del baño y luego de unos 4 minutos, donde limpié lo mejor que pude con el papel higiénico, salí a hablar con ella.

-         ¿Qué haces aquí? Pensé que estarías con Matt. – grité en susurros.

o  ¿Qué hace usted…? –  medio preguntó, para quedarse embobada mirando mi pene a medio hinchar.

vecina

Le obligué que fuéramos a su habitación, en vista que su madre podría escucharnos.

-         Estoy saliendo con tu madre, desde que empezó la pandemia.

o  ¿CON MAMÁ? – preguntó, involuntariamente levantando la voz.

(WITH MOM?)

Le pedí que bajara la voz.

-         ¡Traté de decirte muchas veces, pero no me escuchaste! – la recriminé.

o  Pero… uhm…

Y fue en cierta forma graciosa verla cómo iba asimilando la situación. Sus celestes ojos estaban enormes y sus pupilas se movían de lado a lado, como si razonara de golpe todos esos “sutiles cambios” en la vestimenta de su madre cobraran más sentido al comprender que estábamos cogiendo. Pero noté que sus hombros y sus brazos, que en un principio estaban tensos, poco a poco se empezaron a calmar.

-         Digamos que tu madre estaba caliente… que quería tener un affaire conmigo. – le dije, tomándola de sus hombros, cuando noté que ya asumía la realidad, obligando que me viera a los ojos.

Claro está que, al hacerlo, su mirada bordeaba entre el pánico y la vergüenza, junto con el intenso rubor de sus mejillas, confirmándome lo que Marisol me dijo y que tantas veces me rehusé a escuchar: Que Sarah no era la única…

-         ¿Qué pasó hoy? – le obligué a hablar.

Olvidé mencionar que Matt y su hermano llevaban viviendo solos alrededor de un mes. Según me había contado Marisol, sus padres habían salido de viaje a Europa al poco tiempo de comenzar la pandemia, para visitar unos parientes. Era la típica “visita corta”, como la que habíamos hecho mi ruiseñor y yo un par de años atrás… pero que, con el cierre de fronteras, se extendió por 4-5 meses.

(Corrección. Como la visita corta que Marisol y las niñas hicieron el año pasado, cuando la compañía me obligó a quedarme acá y convertirme en un“viudo de verano” por todo un mes, episodio que también debería narrar más adelante…)

Matt no fue, dado que empezaba su último año escolar y obviamente, estaba enamorado, mientras que su hermano empezaba el semestre “x” de su carrera universitaria.

(A la fecha, no sabemos qué estudiaba ni qué año estaba cursando…)

Pero volviendo a esa tarde, Matt y Brenda astutamente habían juntado dinero para comprar una entrada de un recital de heavy metal que al hermano de Matt le encantaba, por lo que además de quedar como “el mejor de los hermanos”, le daba cancha ancha a la joven pareja para acostarse.

o  Acababa de llegar al departamento de Matt. Nos empezamos a besar… me estaba desnudando, porque me sentía terriblemente caliente… (hizo una pausa y nuestros ojos se encontraron cuando ella volvió al presente. Sus rosadas y blanquecinas mejillas me dieron a entender que yo fui la causa) … cuando sentimos la puerta del apartamento abrirse. Era Paul, que volvía porque habían cancelado el concierto.

Fue entonces que Brenda comenzó a fijarse más y más en mi desnudez…

o  Estaba caliente y sola… los chicos pasaron toda la tarde, jugando con sus consolas… Matt venía a veces, a revisar cómo estaba… pero cada vez que venía y me besaba… me ponía más y más caliente…

Su tono suplicante y el hecho que no despegaba la vista de mi nuevamente hinchado pene empezó a calentarme a mí.

-         ¿Y no te masturbaste? –pregunté, imaginando la situación…

o  ¿Qué? – preguntó ella, volviendo de golpe a mirarme a los ojos.

-         Si no te masturbaste en la habitación de Matt. – le consulté con la sensación de piquetes sobre mi dilatado glande. – Quiero decir, ¿Si Marisol se hubiese quedado a solas, caliente en mi habitación…?

o  No, yo…

Y el beso que siguió fue completamente natural e involuntario. Si bien, había algo de erotismo y evidentemente, yo estaba desnudo, resultó en algo mutuo.

La calidez e inexperiencia de que aquellos tiernos, carnosos labios, me recordaban los de mi inocente Amelia, la tímida y reservada hermana de Marisol.

Era algo que los dos intuíamos que necesitábamos con urgencia y su lengua todavía no sabía bien qué hacer o cómo reaccionar con la mía.

-         Lo siento. No debí besarte…- me disculpé, resistiendo con mis últimos vestigios de sanidad.

Pero aparte de no soltarme de su abrazo por encima de mis hombros, la mirada de Brenda se veía mucho más viva… adulta… como si estuviera sedienta por más…

o  ¡No!... ¡Está bien! ...-Replicó ella, con sus ojos como si desearan que no le quitara ojos de encima.– Yo amo a Matt…

Y como si eso justificara todo, seguimos besándonos, con mis manos explorando su indómito cuerpo, a medida que nos acercábamos a la cama.

-         Yo podría ser tu padre…- le dije, al soltar los tirantes de su vestido, exponiendo de a poco sus gloriosas y virginales mamas.


Rubia Tetona

 
o  Marisol es mi amiga…- respondió ella, acostada en la cama, levantándose la falda, invitándome a yacer junto a ella.

infidelidad consentida


Cada excusa, nos prendía un poco más. Ya la tenía desnuda de los pechos. Maravillosos. Portentosos. Como 2 enormes pasteles con una cereza en la punta…

Jadeó suavemente cuando finalmente los pude degustar. Eran perfectos. Riquísimos. Incluso mejor que los imaginaba.

Mientras tanto, su dueña se estremecía al sentir mis dedos hurgar en lo más profundo de su vagina, haciendo el quite a sus pantaletas infantiles con la misma maestría que mi esposa tanto me alaba.

-         No tengo preservativos…- dije,en mi última línea de defensa, cuando sentía mi falo extremadamente hinchado.

Luego de ese fatigoso beso, envuelta de completa satisfacción, suspiró y miró lo que se venía…

o  Nunca lo he hecho así…


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