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Reto a mi mujer y deja que otro le rompa el culo frente a mi

¡Hola! Muchas gracias por sus comentarios, favoritos y puntos en mi primer relato. Escribo para no olvidar nada de lo bien que me la pasé y qué gusto que a ustedes también les guste.
Hoy les contaré de la segunda vez Mayra se dejó coger por otro. En esta ocasión ni siquiera fue planeado, lo cual dio mucho más morbo. En esta ocasión las cosas se fueron dando poco a poco y viví la primera experiencia 100% como quería.



Les cuento desde el principio...


Después de que terminó nuestra primera experiencia en un trío que terminó siendo mi bienvenida al mundo cuckold (puedes leerlo aquí), las cosas en casa con Mayra estaban raras.



Habíamos dejado de coger. Nos sentíamos extraños. Hablábamos pero no mucho. Ambos salíamos a trabajar y en la noche se notaba la incomodidad de los dos de no saber cómo actuar ante lo que habíamos vivido.


Mientras estuvimos en el trance de locura, todo estuvo rico y muy bien, pero cuando salimos de ese trance, empezaron a haber ciertos arrepentimientos por parte de ambos. Todo lo que se había vivido, dicho, etc, era algo para lo que mentalmente no estábamos preparados ni ella ni yo. Solo nos dejamos llevar y eso nos llevó a estar un rato en este sentimiento de vergüenza e incomodidad con el otro.


Pasaron alrededor de dos semanas así. Yo escuchaba que ella se masturbaba en el baño y no decía nada y yo sé que ella también escuchaba que yo me masturbaba y, siendo muy honesto, veía los videos de lo que recién había pasado y terminaba aún mas rico. El poder ver esos videos, hasta la fecha, me excita demasiado.


Las cosas en casa comenzaban a estar ya bastante extrañas hasta que un día llegó Mayra a contarme que un conocido de su ciudad (Mayra y yo vivíamos en diferente ciudades cuando nos conocimos, luego nos casamos y ella se mudó a mi ciudad) le había dicho que estaba en nuestra ciudad y que quería que saliéramos juntos. A él le encantaba la naturaleza, así que nos invitó a subir un cerro muy cercano a donde vivíamos. La idea era simple: íbamos a subir el cerro, al no ser tan grande, podíamos subir durante media tarde e ir bajando durante el atardecer para poder regresar el mismo día a casa porque al día siguiente teníamos que trabajar.


Mayra y yo nos emocionamos, para ser honestos, veíamos esto como la oportunidad de salir de este momento incómodo en el que nos encontrábamos. Estar en la naturaleza nos ayudaría muchísimo a los dos y ella poder ver otra vez a alguien de su ciudad natal al que lleva varios años sin ir, también le ayudaría mucho, así que aceptamos.


Era un Domingo y acordamos que pasaríamos por él a la terminal de autobuses para ir directo al cerro. En Mayra y en mí se sentían las cosas mejores. La incomodidad ya no estaba tan latente y otra vez estábamos volviendo a ser nosotros mismos, así que íbamos felices a recoger a Mario por sacarnos de esa rutina tan terrible que estábamos teniendo.


Cuando llegamos a la central, Mayra se bajó del carro y yo me quedé en él porque no había lugar para estacionarse. Ambos íbamos con ropa deportiva, debo reconocer que se le veía delicioso el culo a Mayra. Enorme como siempre pero bien acomodado. No es de esos culos que son grasa. No. Son unas nalgas hermosas, acomodadas. Una delicia de culo, vaya.


A los pocos minutos regresaron los dos.


Mario es un tipo semi-alto 1.75cm, aproximadamente, muy, muy flaco y demasiado enjundioso. Parece que siempre está extasiado. Eso fue algo raro. Nos saludamos con un apretón de manos cuando ya ambos se habían subido y listo, pusimos el GPS para llegar al cerro al que iríamos.


En el camino todo fue conversación casual entre Mario y Mayra. Iban hablando sobre anécdotas de su pasado, se preguntaban qué habían hecho en sus vidas pues tenían muchos años que no se veían, etc.


Yo iba bastante aburrido, la ventaja es que no tenía que manejar más allá de 50 minutos o una hora, así que todo bien. Podía aguantar.


Cuando llegamos al cerro, eran aproximadamente las 2:30 pm. Subir eran como 45 minutos y bajar eran como 1:10 hrs, según lo que nos dijeron, así que íbamos relativamente bien de tiempo así que todavía nos dispusimos a comer. Yo ya me sentía algo desesperado, sentía que se estaba haciendo tarde y que la idea principal, que era subir el cerro, ya no íbamos a poder hacerlo porque se haría tarde.


Pues dicho y hecho. Entre la comida y más conversación, nos dieron casi las 4 pm. Ya no tendríamos tiempo de subir y bajar el cerro con luz y no llevábamos lámparas, así que iba a ser imposible subir. Entonces Mario comenzó a hablar:


- Chicos, la verdad es que ya se nos hizo tarde. Si subimos el cerro ahora, llegaremos a tiempo para ver un atardecer espectacular, pero prácticamente bajaremos a obscuras, ¿qué quieren hacer?


- Tú cómo ves, amor -me preguntó Mayra- ¿deberíamos subir?


- Yo creo que ya es tarde. Creo que deberíamos regresar a la ciudad antes de que se haga mas tarde. No conozco muy bien la carretera y puede ser peligroso.


- ¡Vamos, Jorge! No te conozco, pero hagamos esta locura. Es una tontería, pero hey, podría ser divertido, ¿cuánto tiempo tienen sin hacer una locura así? ¡Vayamos!


- Sí, amor. Ándale, vayamos. Además, Mario ya ha subido muchos otros cerros antes y éste también varias veces. Así que él sabe el camino y, cualquier cosa, él puede ayudarnos si nos cansamos o nos atoramos para subir.


- No lo sé. Suena a una buena idea, pero si me da miedo que le pase algo a Mayra, Mario. Yo nunca he hecho esto, así que sería tú responsabilidad el cuidar a Mayra mientras yo intento no morir.


Nos reímos los tres y acordamos que subiríamos. Yo no sabía lo que se iba a venir. Una parte de mí ya lo pensaba: ¿Un desconocido para mí, mi mujer que tenía tres semanas había entregado hasta el culo y yo, un cornudo que ya estaba pensando que podría pasar algo entre Mayra y Mario? Algo podía salir muy bien o muy mal. Mi corazón latía demasiado fuerte, estaba emocionado y la aventura de hacer algo nuevo también me motivaba bastante, así que ya estando todos de acuerdo, procedimos a subir el cerro...


El cerro no tenía un camino muy bien marcado, así que Mario fue el encargado de guiarnos y de ayudar a Mayra, yo iba siguiéndolos y los iba escuchando hablar de mas anécdotas de cuando vivían en la otra ciudad. Ocasionalmente nos topábamos con gente bajando del cerro que nos decían que mejor ya no subiéramos porque era peligroso, pero no nos importaba mucho, así que seguíamos caminando. En algún momento Mario nos dijo:


- Chicos, ya me cansé de estas personas que sólo nos quieren detener y la verdad es que ya hasta me están bajando la moral, ¿les parece si tomamos este atajo? El camino tiene algunos lugares en los que tenemos que brincar piedras y así, pero será más rápido y no nos toparemos con personas que solo estén jodiendo.


- Pues va, Mario. Mientras no nos pierdas, no pasa nada jaja, ¿tú qué opinas, amor?


- Sí, amor. Me agrada. Además ya me estaba cansando -dijo Mayra-.


- Va. Pues caminamos como otros cinco minutos y ahí agarramos el atajo para darle velocidad a esto.


Y sí, efectivamente, caminamos como cinco minutos más y llegamos al atajo. El camino se dividía y ya estaba la tarde bastante avanzada, así que seguimos caminando hasta que llegamos a la primera piedra que teníamos que brincar.


- Súbete tu primero, Jorge, para que ayudes a Mayra a subir. Yo me quedo aquí abajo porque estoy demasiado flaco.


Eso fue lo que me dijo Mario. Agarré y me subí, agarré de las manos a Mayra y cuando la estábamos subiendo, vi que Mario se le quedó viendo a las nalgas de Mayra. Traía una tanga azul que se le veía riquísima y se le notó un poco al momento de subir, así que Mario no pudo evitar notarlo.


Yo me distraje en ese momento y casi se cae Mayra, afortunadamente Mario estuvo pendiente y la sostuvo de las nalgas para evitar la caída. Todos notamos lo que estaba pasando, pero disimulamos porque había sido un accidente, así que la terminamos de subir.


Una vez arriba, Mario comenzó:


- Órale, eh. Con todo respeto, pero qué duras tienes las nalgas, Mayra. Perdona, Jorge, pero vaya nalgas que tiene.


Yo me quedé con cara de estúpido y volteé a ver a Mayra que estaba con una risa nerviosa.


Se notó enseguida que las cosas se pusieron tensas, incómodas, raras y que ni Mayra ni yo sabíamos qué decir.


- ¡Ay! No se hagan tontos, como si hubiese dicho algo que ustedes mismos no supieran, ¿o no, Jorge? -dijo Mario mientras me daba un golpecito en el brazo- Hay cosas que no se pueden negar y que Mayra tiene las nalgas duras, es una realidad.


Lo dijo con una naturalidad que seguía pareciéndonos extraño pero aminoró muchísimo el primer golpe de incomodidad, así que Mayra siguió.


- Pues sí -dijo Mayra con la risa nerviosa, todavía- mi trabajo me ha costado, puro gym y caminar un chingo, ¿verdad, amor?


Yo solo volteé a ver a Mayra todavía confundido e incrédulo. Algo me gustaba y no me gustaba, pero aún así no quise quedar como el tipo que iba a arruinar la salida, así que también me intenté relajar y sólo respondí que sí que caminaba mucho y el ejercicio, aunque hacía poco habíamos entrado, ya estaba haciendo efecto.


Ahí Mario, ya con más libertad, comenzó a hacer comentarios cada vez más subidos de tono pero sin quitar del renglón el hecho de que estábamos hablando de algo súper natural y que solo era parte de la conversación para hacer mas amena la subida y que yo también participara en la conversación porque, hasta ese momento, sólo Mayra y él eran los que hablaban.


No le vi ningún problema, así que comenzamos a platicar de Mayra y yo mientras Mario nos hacía preguntas como qué nos gustaba más en el sexo, qué locuras queremos hacer, etc. La clase de preguntas que son morbosas, pero normales, hasta cierto punto y entonces nos hizo "la pregunta":


- Oigan, ¿y ustedes cuántas veces cogen a la semana? Al chile, con esas nalgas debes cogértela diario, ¿verdad? -dijo mientras me veía-.


- La verdad es que siendo sincero, nunca hemos sido de coger mucho. Al principio sí, pero después las cosas se fueron normalizando y, por ejemplo, ahorita llevamos casi tres semanas sin coger.


Me quise sincerar para poder sacar la frustración que traía encima por ese tema. Que aunque ya era menos, no dejaba de ser un elefante en la habitación para Mayra y para mí. Ahí Mario volvió a hacer uso de su naturalidad para tomarlo como broma y seguir hablando.


- ¡No, bro! No digas eso, ¿cómo vas a dormir con ese culo y no te lo vas a comer? jajaja. Con todo respeto, Mayra, eh, pero es la verdad. Aunque, ya sé, no me digas, ahí también la mujer tiene mucho que ver, Jorge, eh. Mayra -dijo mientras volteaba a verla, no uses siempre tus calzones esos de abuelita jaja. Esos son mata pasiones. Deja de usarlos.


- ¡Yo no uso esos calzones! Esas no son las cosas con las que me visto


- ¿Ah, no?, ¿entonces qué es lo que usas?, ¿shorts? Es exactamente lo mismo jaja.


- Tú, amor. Tú dile que uso para que Mario se de cuenta qué tan mata-pasiones soy.


Mayra, cuando era mas joven, siempre usaba ropa interior de señora. Absolutamente nada Sexy, por lo mismo, cuando le tocaban ese tema, ella se enojaba. Hasta la fecha no sé por qué, pero eso le molestaba mucho, así que aproveché para seguir la broma sin saber hasta dónde llegaríamos por esa decisión.


- Yo te digo, Mario. Sí. Puros calzones de abuelita usa Mayra -dije riéndome- imagínate como me siento cuando la veo en esos calzones gigantes jaja.


- ¿No te digo, Mayra? Ya tienes que dejar de usarlos. Esos no ayudan a que Jorge se emocione jajaja, ¿de qué sirve tan bonito culo si no lo sabes mostrar?


- Ya te dije que yo no uso ese tipo de ropa. Dejen de molestar. Y tú, Jorge, ya sabes que eso no me gusta. Cálmate.


- ¿No? Pues no te enojes, Mayra jaja. A ver, si es cierto, enséñanos qué traes puesto, ¿a ver?


La verdad, veía a Mayra tan enojada en ese punto que opté por seguir el juego porque estaba seguro que no iba a hacer nada, así que continue:


- Dale, amor. Enséñale a Mario tus calzones de abuelita jajaja.


- Jorge, deja de joder porque te vas a arrepentir. Ya cálmate.


Mario y yo seguimos en nuestras bromas de que usaba calzones de abuelita hasta que Mayra se desesperó de nuestros juegos.


- ¿Ah, sí? Calzones de abuelita. Miren, pendejos.


Mayra se acercó a una piedra y se comenzó a bajar los pants hasta la parte de abajo de las nalgas. Poco a poco nos dejó ver ese tanga que traía, era una tanga azul, chiquita, que se perdía entre sus nalgas y al mismo tiempo podíamos ver los dos esas nalgas riquísimas que tiene Mayra. Se le veía un culo tan rico. Yo estaba excitado, emocionado, nervioso. Mi corazón comenzó a latir aún más fuerte y en eso escuchamos a Mayra decir:


- A ver, Mario, ¿cómo te pone la verga esto? -dijo Mayra mientras me miraba a mí con cara retadora-.


Mario y yo nos quedamos shockeados. Mario viéndole el culo a Mayra y yo, aparte de también verle el culo, estaba sin palabras. No creía que Mayra se iba a atrever a hacer esto. Y aparte no solo lo hizo rápido y listo, sino que estaba enseñándonos el culo y estaba esperando para ver qué decíamos. Ya habían pasado unos 25 o 30 segundos y Mayra seguía enseñándonos y moviendo ese culo delicioso que tiene.


Mario se comenzó a sobar la verga por encima del short que traía y le comenzó a decir a Mayra:


- Órale, Mayrita. Qué buen culo tienes. Y qué tanga tan bonita. Se te pierde en esas nalgotas. Y perdóname, Jorge, pero es que la verdad si tiene buen culo tu mujer. Si no anduvieras aquí ya le habría quitado todo jaja.


- ¿Qué me quieres hacer? -Dijo Mayra con esa misma mirada retadora-.


- Nombre, pues me encantaría quitarte ese tanga con la boca jaja pero Jorge ni loco me dejaría.


- Olvida a Jorge. Mira, te dejo quitarme la tanga con la boca pero si después me dejas sacarte la leche.


Esto no es broma, ni es para que este relato sea más caliente o algo así. Literalmente eso pasó. Eso dijo. Estaba enojada conmigo y quería darme un escarmiento pero sabía que siempre había querido que me humillaran, así que estaba cumpliendo todo lo que siempre había querido.


Mario estaba en shock. Quería cogerse a mi mujer, pero no sabía qué iba a decir yo. No sabía cómo actuar, entonces Mayra:


- ¿Qué?, ¿no te puse la verga dura?, ¿no me la quieres meter?, ¿no se te antoja éste culo? -dijo Mayra mientras meneaba su culo-.


Mario volteó a verme y me dijo -¿No tienes problema?-. Yo sólo señalé con la cabeza que no. Y le hice un gesto de "adelante".


En ese momento Mario se encaminó hacia Mayra. Mayra seguía moviendo el culo y puso su mirada al frente en cuanto vio que Mario ya había caído ante sus encantos. Llegó directamente a ella y le repegó su verga, todavía dentro del short pero súper notoria, en todo el culo. Sólo vi como Mayra hizo su cabeza hacia atrás y sólo pude imaginar el gemido qué pegó. Yo estaba muy lejos como para saber qué pasaba exactamente.


Yo solo estaba viendo a un tipo que había conocido hace unas horas repegandose contra Mayra y Mayra parecía disfrutarlo mucho. No me quise perder de más, así que me acerqué a donde estaba la acción lo mas rápido que pude.


Habían pasado como dos minutos donde Mario y Mayra se estaban besándose mientras el le arrimaba la verga en el culo, e tocaba las tetas y ella se recargaba de la piedra para mantener el equilibrio.


Cuando llegué a donde ellos estaba y Mayra pudo verme, me dijo:


- Sé que hemos estado raros, pero, ¿te gusta lo que ves?


- Sí -dije sólo moviendo la cabeza-.


- Entonces aceptemos esto. Ambos lo pasamos bien, amor, ¿te parece?


- Sí -dije, nuevamente-. No podía decir mucho en ese momento.


- Bien, y tú -dijo mientras miraba a la cara a Mario y se empujaba hacia atrás para sentir mas su verga- soy una putita, me gusta que me cojan como eso: una puta. Trátame como tal.




Mario solo puso una cara de confusión y luego la cambió por una cara de morbo increíble. Le pegó una nalgada súper fuerte con la cual Mayra solo dio un gemido aún más fuerte y le bajó la tanga. De una, rápido, buscando lo que él quería.


Se agachó y no buscó nada más, le abrió las nalgas y comenzó a chuparle el culo. A Mayra le encanta que le chupen el culo, eso la excita mucho más que cualquier otra cosa. Le encanta qué le laman, chupen, escupan en el culo y justo eso hacía Mario.


Le daba lengüetazos, succionaba, escupía y la misma saliva la chupaba para meterle la lengua en el culo hasta que Mayra, con las piernas temblando, dijo que quería que él fuera mas adentro. Se recargó de la pared con el pecho, sacó aún más el culo y ella solita se abrió las nalgas para Mario.


- Dale, dale, chúpame el culo que me encanta. Así, así, dame lengüetazos y mete la lengua dentro de mi culo, chúpamelo rico, wey.


Sólo eso decía Mayra mientras gemía y Mario con más ganas le chupaba el culo a Mayra, hasta que se cansó de estar hincado y le dijo.


- Sale, wey. Te toca. Déjame esta verga lista para tu culo.


Mayra se hincó en dos segundos y comenzó a sacarle la verga a Mario del pantalón pero con desesperación. Con hambre. Como lo que es: una puta.


Aún tenía el pants abajo de las nalgas. Yo quedé atrás de Mayra viéndoselas y Mario quedó frente a mí, así que me paré para poder ver desde un lado todo lo que estaba pasando.


La verga de Mario era de tamaño normal. No tan grande, no tan chica, no tan gruesa, no tan delgada. Normal. Y Mayra ya se había comido una verga de mas de 20 cm, así que esta no era un problema para ella.



Primer comenzó con sus huevos. Le agarró la verga, la hizo hacia arriba y comenzó a chuparle los huevos. Primero pasó la lengua por los dos, varias veces y luego se metió cada uno en la boca. Luego otra vez pasó su lengua por los dos huevos de Mario y en la última, subió con su lengua desde los huevos hasta la punta de la verga.


A Mario se le alcanzaba a ver el liquido pre-seminal y Mayra se lo comió a punta de lengüetazos. Con su lengua le hacía círculos a la punta de la verga de Mario y luego cubría solo la punta de la verga con su boca. Estaba calentando motores para que se la cogieran bien rico después. Ya sabía que su culo la iba a pasar muy bien hoy.


Poquito a poquito se fue comiendo toda la verga de Mario, pero lo hacía lento, no se apresuraba. Iba poquito a poquito comiéndosela toda. Se la chupó por varios minutos de manera lenta y luego comenzó un poquito más rápido. Se la metía toda a la boca y luego la sacaba toda y repetía. Esa verga para la garganta de Mayra ya no significaba nada, prácticamente, así que lo estaba disfrutando mucho, bueno los tres estábamos disfrutando mucho.


Y así siguió Mayra. Chupándole la verga a Mario, bajaba a sus huevos, luego se comía otra vez la verga completa, pero Mario estaba muy normalito. Nunca quiso tratar como puta a Mayra y eso fue una pequeña decepción, la verdad.


Una vez que Mayra se cansó de estar hincada, se paró y ella solita se acomodó en la piedra con la posición en la que estaba al principio. Parando el culo para que se lo rompieran.


Mario se acercó y mejor se quitó el short para que no estorbara. Solo se dejó los boxers que traía. Mayra seguía con el pants y la tanga abajo de las nalgas, solamente. Ahí comenzó una imagen que odio no tener grabada en foto o video.


Mario no le abrió las nalgas, no había necesidad. Tenía la verga súper lubricada con la saliva de Mayra, así que su verga su fue abriendo paso entre las nalgas de Mayra que estaba paradita y aguantando como esa verga iba entrando a su culo.


Mayra no me prestaba atención a mí. Estaba recargada en la piedra mientras Mario se la iba metiendo poquito a poquito en el culo. Supongo que el culo de Mayra aún no se cerraba desde la última vez, porque la verga entró relativamente fácil. Y cuando ya tuvo toda la verga adentro, Mario se comenzó a mover.


Primero lento, para que el culo de Mayra aceptara bien la verga de Mario, Mayra solo estaba gimiendo. Ya la conozco, le dolía, pero le gustaba.


Mario siguió moviéndose lento, entraba y salía cada vez más fácil, hasta que ya entró y salió sin complicaciones y entonces sí, Mario comenzó a darle con todo por el culo.


Yo los veía. Ahí parados, Mayra vestida, solo con el pants y la tanga un poco abajo, el espacio suficiente para que Mario le estuviese metiendo toda la verga. Entraba y salía tan fácil, que en algún momento Mario empezó a sacar toda su verga del culo de Mayra y la volvía a meter. Hizo eso como 5 veces. Sacaba toda la verga del culo y luego llegaba lo más profundo que las enormes nalgas de Mayra se lo permitían.


Mario se siguió enculando a Mayra, hasta que ambos hablaron entre jadeos y dijeron lo que me hizo venirme a chorros:


- Ya me voy a venir, Mayra.


- Está bien, wey. Échamelos adentro. Lléname el culo de leche. Déjame sentir toda tu leche en mi culo, por favor.


Mario comenzó a meterla más velocidad hasta que se quedó estático con la verga hasta el fondo del culo de Mayra. La estaba llenando y Mayra, con lo que yo creo era cada venida de Mario, Mayra solo se arqueaba.


Mario se salió del culo de Mayra. Mayra estaba temblando y vi como le escurrió el semen de Mario entre las nalgas. Le cayó entre la tanga y el pants, pero ya no importaba, ya casi era de noche y nadie iba a notarlo.


Después de eso Mayra volteó a verme y me aventó un beso mientras me guiñaba el ojo.


Ambos sabíamos que esto era algo que iba a seguir sucediendo en nuestras vidas. Sabíamos que esto no iba a detenerse y a los dos nos encantaba.


Ya con mas confianza bajamos el cerro con Mario, le pedimos que no dijera nada para que pudiera tener oportunidad de repetir y nos fuimos a la ciudad. Hasta la fecha no hemos vuelto a saber nada de Mario y tampoco queremos, la verdad, es muy blando para la puta que hoy en día es mi mujer.


La foto del relato son las nalgas de mi mujer. Disfrútenla. Es la única que tendrán, yo creo.

1 comentarios - Reto a mi mujer y deja que otro le rompa el culo frente a mi

1_56
Excelente relato me puso muy cachondo