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Cuernos enormes en año nuevo (Parte 2 - Con correcciones)

Como son unos calentones, y se quedaron todos alzados, va la segunda parte por acá pajeritos nuestros.

Lo vuelvo a publicar, porque me ganó la calentura y lo había subido sin corregir. Ahora sí, va full.



Al rato los chicos salieron del mar, y se ubicaron junto a sus cosas, retomando la charla y las risas. Eran claramente tres chicos que habían ido al balneario en busca de fiesta.
Pasaron menos de cinco minutos desde que ellos había salido del mar cuando Pauli decidió que quería tomar sol boca abajo, sacó el pareo, lo tiró frente a mí, y se acostó boca abajo a tomar sol, ¡Pero con el culo apuntando al grupo de chicos! Seguramente, además de estársela cogiendo con la mente, seguro los 3 estaban pudiendo ver algo de su concha, porque seguro que esa bikini no alcanzaba a taparla toda en esa posición. A mí ya me salía espuma por la boca, y un mono con platillos golpeaba en mi cabeza.

¿Qué le estaba pasando a mi novia?



Como yo había quedado de espaldas a los pibes, me costaba mucho darme cuenta si estarían alborotados con el espectáculo que Pauli se había dignado a darles. Los imaginaba en un estado de alteración tremendo, haciéndose señas, codeándose, mordiéndose los labios y sin perderse un instante de mirar el papo de mi novia, que estaba tan expuesto frente a sus ojos. Ella, tranqui, estaba tirada boca abajo, sin emitir sonido ni realizar ningún movimiento. Cada tanto levantaba la cabeza para charlar alguna trivialidad conmigo, sin dejar de brindar el show que hacía las mieles de sus, ya nuevos, fanáticos vecinos de playa. Por momentos me parecía que la trola de mi novia abría un poquito las piernas para que estos pendejos pudieran ver un poquito más. Yo sentía esos celos extasiantes que sentimos los cornudos, una mezcla de odio por las mi novia les da a otros, y una profunda admiración por las cosas que genera en los tipos.
Cuando la temperatura en la playa se tornó insalubre decidimos que era tiempo de emprender la retirada. Pauli se levantó del escenario que había montado. "Vamos un toque al agua, que estoy muerta de calor", me dijo. Un sentimiento que yo compartía, externa e internamente. Nos metimos al mar, nos zambullimos un par de veces para aliviar el sofocón. "Los volviste loco a los pibes de al lado, mi amor", le dije. "Jajajaja. ¿De qué hablás?", me respondió haciéndose la boluda. "Daaaale, no me digas que no te diste cuenta de que estabas culo para arriba, con todo el papo apuntando a los pendejos alzados estos. Los debés haber dejado prendidos fuego", le dije explicándome. "Y bueno mi amor, la que puede, puede.", me dijo con una sonrisa exultante, y un tono de soberbia rematador. "¡Ah, entonces le hiciste a propósito! ¡Qué zorra!", le dije a las con esa mezcla de indignación y admiración. "Ponele", me contestó seca, como si se hubiese ofendido un poco. "Me parece que estás medio desacostumbrado de algunas cosas vos. Voy a tener que mostrarte cuál es tu lugar", me dijo en tono amenazante, pero sin esconder la sonrisa. Ambos sabíamos muy bien que yo jamás abandonaría mi lugar de cornudo, su cornudito sumiso, no importa qué. 
Salimos del mar y Pauli seguro sentía las miradas de los tres pendejos por sobre todo el cuerpo. Se la veía agrandada, como sobrando la situación, sin darle demasiada pelota, haciéndose la linda. Yo estaba atento a todo lo que pasaba, y veía como los pendejos ponían y sacaban su mirada en mi novia, de la misma forma que seguramente se imaginaban poniendo y sacando sus vergas de sus orificios. No llegué a notar si alguno tendría la pija parada con mi novia, aunque me hubiese encantado ver que estuviese sucediendo.
Juntamos nuestras cosas y nos fuimos de la playa, dejando a los fanáticos de mi novia haciendo el duelo por ese culo y esas tetas, mínimamente cubiertos por la osada bikini que se había clavado esa mañana, que los abandonaban. Nos fuimos a darnos una ducha a la casa, y preparar todo para almorzar, pues la mañana había sido larga y había hambre en el equipo.
Almorzamos rápidamente, pues estábamos con ese tremendo bajón en las vísceras. Posteriormente, nos dormimos una siesta necesaria, considerando que las celebraciones de año nuevo esa noche nos iban a llevar por diferentes lugares, en un camino que no iba a ser corto. Nuestra idea era cenar algo rico los dos juntos, tomar algunas cositas ricas, y luego de puestos, ver qué surgía. El balneario en el que estábamos tenía algunas propuestas de bares y boliches que, si bien eran pocas, eran más que suficientes para las exiguas demandas que podíamos tener. Con salir a dar una vuelta, bailar un poco y volver cachondos a casa a cogernos como conejos estábamos prontos.
La tarde de ese sábado fue muy tranquila, reduciendo el gasto de energía al límite, para estar a full en la noche. Nos dedicamos a dar una vuelta en el auto, tomar algunos mates en la costa tranquilos, y volver a casa a aprontar la noche. Para aquellos que se están preguntando qué tan en bolas andaba Pauli esa tarde, tengo que desilusionarles y decirles que estaba bastante abrigada, con un buzo de algodón, porque a la tarde en la costa se pone muy ventoso y no da para andar mostrando mucha piel. Por suerte ya para la noche la temperatura se normaliza bastante, y la historia es otra.
Había muy buen ánimo, las vibras estaban por el cielo. Entonces pues, nos dispusimos distendidamente a despedir el año como se merecía, y recibir el que entraba mejor aún. Pauli se había puesto una camisa/vestido blanca con un cinto veraniego, sin nada más que la ropa interior abajo, de color rosa como la tradición lo índica, y unas sandalias cómodas para la ceremonia en casa. Estaba hecha una bomba, como siempre, pero muy elegante, diría yo. Aunque la camisa esa suelta, tipo vestido, te dejaba todo el tiempo la sensación de que podrías verle la concha en algún momento. Y ni que hablar de que, por la facilidad que implicaba, invitaba a querer cogérsela con el vestidito puesto. A mí, como me tocaba hacer el asado, no me quedó otra que quedarme vestido así nomás, en cueros, por el calor y el humo. Más tarde, cuando saliéramos por ahí me tocaría emprolijar el look.
Prendí un fueguito en el parrillero de la casa, mientras Pauli armaba la picada. Preparamos unos fernet para tomar, y pusimos una musiquita chill para bailar mientras se hacía el asado.
De repente Pauli, que estaba con el celular en la hamaca paraguaya me dice: "¿Así que hoy decís que los dejé locos a los pendejos en la playa?", se ve que le había quedado resonando esa cuestión. "¡Pah! Yo no los pude ver mucho porque estaba de espaldas a ellos también amor, pero me imagino que deben haber quedado como locos con ese pan dulce", le dije acercándome. "¿Decís que se les habrán parados las pijitas mirándome tomar sol?", me dijo agarrándome la cara y encajándome un beso. "Ojalá que sí, eh.", me tiró entre el primer beso y el segundo. Nos chuponeamos rico un ratito, la notaba caliente. Y yo, bueno, yo vivo caliente. La pija se me paró y me entusiasmé con una garchada express, Mi mano fue directo a agarrarle la cola, pero Pauli me frenó. "Se te va a quemar el asado, mi amor", me dijo frenándome, y cagándose de la risa de mí,
Me puse a atender el asado, mientras ella siguió con su celular en la hamaca. "Eran estos, ¿no?", me preguntó mostrándome algo en el celular. Era una foto de los pendejos de la playa, pero más abrigados, sacada probablemente en la tarde de ese día. Pauli había buscado fotos que se habían subido a Instragram con la ubicación del balneario en donde estábamos, y se había encontrado casualmente, o no tanto, con la foto de su fanáticos.
Nos reímos un poco de algunos detalles de la foto, luego yo volví a lo mío, y ella se quedó con el celular continuando en las redes. El flaco que alto del grupo, el que me había llamado la atención, era el típico flaco concheto que la re vivía. Tenía un lomo bárbaro, seguramente metía gimnasio seguido, pero no de forma enfermante. A Pauli le gustan marcados, pero no todo trabados, corte fisicoculturistas. Tengan en cuenta ese dato los pretendientes, ja.
Después de que el asado estuvo pronto, comimos, ya casi eran las doce de la noche, y había que ir a celebrar la recepción del nuevo año. En la mayoría de los balnearios de esas zonas la costumbre es que la gente se acerque a la costa, y brinde en conjunto por la llegada del nuevo año. A la vez, quien quiere puede detonar fuegos artificiales, sin riesgo de provocar un incendio. Así pues agarramos un champagne que habíamos reservado para esa ocasión, y junto a muchas otras personas, de las cuales la mayoría eran de origen norteño, brindamos a lo grande. Había música por doquier, familias, y muchos grupos de gente joven, y no tan joven como nosotros pasándola de perlangas, decididos a festejar.
Nos chuponeamos fervientemente cuando dieron las doce, y el 2022 se convirtió en el 2023. Nos dijimos con ternura cuánto nos amábamos, y las cosas que esperábamos vivir juntos ese año, deseando que todo fuera felicidad, porque lo merecíamos.
Conforme fueron pasando los minutos del 2023 las familias empezaron a retirarse de la zona del jolgorio, quedando una masa de jóvenes que estaba con alta fiesta. Habían diferentes parlantes con mucha música, los brasileños descorchaban y tiraban al aire un champagne tras otro, y el ambiente se empezaba a picar lindo.
Algunos metros a espaldas de Pauli, detrás de un grupo grande de brasileños, divisé al grupo de fanáticos matinales de mi novia. Estaban charlando con otro grupo de pendejas, que estaban todas fuertes también, ¿Por qué negarlo?
"Mirá quiénes están allá amor, tus fans", le dije señalándole disimuladamente. Ella miró también con disimulo y largó una risita endiablada. "Mirálos a los chicos, ya están ocupados. ¡No pierden el tiempo!", dijo haciendo referencia a las chicas que estában con ellos. Nos quedamos un ratito más en la playa, y después le planteé a Pauli que tenía ganas de darme una ducha, ponerme un poco prolijo para encarar lo que quedaba de la noche. Y que ya que estábamos me re pintaba aditivarnos y quedar del culo, para pasar la noche hiper bomba entre nosotros.
Una vez en la casa, me metí en la ducha y Pauli se quedó en la habitación, probablemente evaluando un cambio de look para la noche. Es muy de hacer eso, le gusta verse distinta todo el tiempo.
Cuando salí del baño, me encontré con mi novia tirada en la cama, con el celular en una mano, las piernas abiertas, la tanguita rosa corrida a un costado, y su otra mano acariciándose la concha. "¡Opa mi amor!", dije sorprendido. "¿En qué andás vos?", pregunté.
"¡Caliente con esto!", me dijo, al tiempo que me mostraba en el celular que había abierto el perfil del chico con pinta de surfer, del grupo de pendejos. Se llamaba Felipe, y la muy trola se estaba re pajeando mirando sus fotos. "¡Me encanta, mi amor!" le dije todo alterado yo. "Bueno, chupame la conchita mientras miro fotos de Feli", me obligó. Me tiré de cabeza entre sus piernas, y no demoré un segundo en chuponearle toda la concha, ya mojada por las fotos de Felipe. Se la devoraba con pasión, mientras ella me agarraba suave del pelo y presionaba mi cabeza contra su pelvis. "¡Ay, me lo quiero coger, mi amor!", me dijo haciendo que yo me copara más todavía con la chupada de concha. "Me lo quiero coger todo", me retrucó. "¡Cogeteló, mi amor!", le dije yo con la dificultad obvia que proponía tener su concha enterrada en mi boca. La cosa se fue calentando cada vez más, hasta que ella explotó todo en mi cara, acabándose muy rico.
La noche era muy joven aún, y nos decidimos a irnos a la zona de los bolichitos que quedan cerca de la costa, para continuar, y ver si se podía lograr la hazaña. Pauli, obviamente, cambió de look, y se puso un shortcito blanco, cortito, bien calado en la cola y un top atado con brillos arriba que no disimulaba nada las enormes tetas que tiene mi novia, incluso hasta por momentos daba miedo de que no pudiesen siquiera taparlas del todo, y que encontraran su camino afuera, a los ojos de todos. En los pies mantuvo las sandalias. Cabe declarar que los dos íbamos con toda la fiesta encima ya.
El boliche al que elegimos entrar era uno de música electrónica. Supongo que nuestro estado nos fue llevando hacia ahí de forma casi inconsciente. Cada tanto parábamos a chuponear y refregarnos, pues andábamos re calientes y no podíamos disimularlo.
En un momento me dieron ganas de mear, y me fui al baño, dejando a Pauli bailando sola en la pista, casi en modo trance. Cuando volví, estaba con una sonrisa de oreja a oreja. "Está Feli", me dijo como si fuese una niña de 5 años, y se tratase de Papá Noel. Me contó que había pasado hace un ratito con sus amigos y le dijo "Te cambiaste el look, morocha. Lástima que está con tu novio.", me dijo. "No tiene idea de la que le espera", remató.
Yo podía ver las lenguas de fuego de la hoguera en la que se estaba transformando mi novia. Había peligro de incendio esa noche.
"Quiero que me cojas, cornudito. Vamos a la playa", me dijo y me extendió la mano para llevarme al infierno con ella.



Cuernos enormes en año nuevo (Parte 2 - Con correcciones)


puta

tetas



Si se quedan muy ansiosos por saber lo que le espera a la Feli en la parte 3, ya saben dónde va a estar publicado. Y si no saben, ya saben, me escriben por MD.

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