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Me cogió mi ex novio estando casada - Lola Milf

Hola, lo siento si no tengomucho estilo pero es mi primer relato y todo fue por insistencia de una amiga.
Tengo 44 años recién cumplidos, y estoy casada desde hace quinceaños. En general, mi matrimonio ha sido bueno aunque he salido a cumplir misfantasias, me doy cuenta que no se puede coincidir en todo.
Entre el trabajo de mi esposo y mis ocupaciones diarios se fuetornando mas gris cada día. En el aspecto sexual la rutina nos comió y se fueperdiendo la emoción.
Confieso que desde siempre fui, digamos, "muy calentona";pero hoy me doy cuenta que me falta mucho por aprender.
Hay temporadas en que mi esposo debe salir mucho de viaje por sutrabajo y se ausenta a veces por dos o tres días. Yo me doy las aburridas de mivida aunque nunca faltan cosas por hacer.
Hace no mucho, mientras hacia compras coincidí con un ex novio.Fue el tipo más importante en mi vida después de mi esposo y el sexo con él nofue algo espectacular; bastante monótono, diría yo.
En fin, nos encontramos, nos saludamos y tomamos un café juntos;se llama Sebastián.
Me enteré que ya estaba casado, así que comentamos poco sobrenuestros matrimonios y más bien recordamos viejos tiempos y amigos en común.
Ahora me queda claro que a un exnovio jamás le deja de resultarexcitante una exnovia; Sebastián empezó a decirme lo linda que me veía, locuidada que parecía desde que no nos veíamos y, bueno, con la confianza de unarelación de varios años, yo lo dejé seguir en ese tono.
Las cosas subieron de temperatura hasta que me recordó que loque más le gustaba de mi eran mis tetas y mi culo. Ya si le había dejado deciresas cosas, era normal que él siguiera por la misma línea.
Me preguntaba que si casada había adquirido más experiencia y ami me sorprendió que fuera tan desinhibido porque no era ésa su cualidad cuandofuimos novios.
Pasaron un par de horas, se hizo tarde y quedamos de comerjuntos al día siguiente, aprovechando que mi marido estaba de viaje.
Regresé a casa con un nudo en el estómago por los nervios y porlo mucho que noté que Sebastián había cambiado. Al día siguiente no pude evitarlucir un escote bastante pronunciado y una falda súper delgada que se meajustaba mucho por lo mismo.
Acudí a la cita y me esperaba ya él en la mesa del restaurante.Al llegar, antes de saludarme siquiera, me dijo que me veía"muuuuuuy" bien y que sería difícil conversar con semejantedistracción. Yo lo dejé seguir con eso y me senté.
La conversación fue muy random, pero cada que podía me decía quelo distraía mucho con el escote, que le daba hambre y cosas así.
En tono de broma me hablaba de la envidia que le daba mi esposoy se reprochaba el tiempo que había "perdido" invitándome al cine o acenar cuando éramos novios.
Obvio yo le decía que tuvo oportunidad y que ahora no sequejara…cosas así, aunque ese tipo de comentarios me puso un poco caliente.
Me pidió que lo acompañara a comprar algunas cosas que la habíaencargado su esposa y acepté. Salimos y al subirme a su camioneta Duster, alabrirme la puerta y ayudarme a subir, sin más cosa me dijo "Guau, norecordaba qué buen culo tenes".
En su vida jamás me había hablado así, jamás había usado esaspalabras, siempre me trató con mucho respeto, hasta cuando compartimos la cama.
No se qué sentí, pero cuando escuché eso me recorrió unhormigueo por toda la espalda y la verdad es que me súper prendió. Casiinstintivamente levanté más mi culo y le dije "Qué mala memoriatienes".
Fuimos en su camioneta entre comentario y comentario sobre micuerpo. Le dije que hacia ejercicio y le presumía que ya no tenía nada depanza.
Todavía prendida por sus comentarios, tomé su mano mientras élmanejaba y la puse sobre mi estómago para demostrarle los resultados de misrutinas diarias. Él se dejó pero no le bastó con sentir mi estómago, sino quemovió su mano como queriendo tocar todo lo que podía.
De pronto el me dijo "yo también hice ejercicio y no es pornada pero quedé bien"; "¿en serio?", le preguntaba yo, ydiciendo "sí mira" tomó mi mano y la puso justo en su pijapresionándome para que no retirara mi mano de ahí.
Entendí en lo que me había metido y me seguía admirando tantoatrevimiento que no conocí en él antes.
Ya sin hacerme del rogar, dejé mi mano y sentí su pija hasta queno fue necesario que él me detuviera. Avanzamos unos minutos mientras yoacariciaba su pija y de repente, saliendo del silencio, Sebastián sólo dijo:"se nota que ya te gusta más la verga".
Insisto, él jamás me había hablado así, jamás había usado esaspalabras. Lejos de cohibirme, su comentario me erizó la piel y me hizo tomaraquella "verga" con más fuerza; sólo logré decir "no sé, peroésta me encanta".
Sin decir nada, él quitó mi mano y aún conduciendo bajó el cierrede su pantalón y la dejó al aire.
Simplemente me quedé helada, no la recordaba pero me parecióriquísima; aún sin salir de la sorpresa, sentí la mano de Sebastián detrás demi cabeza, empujándola hacia su pija mientras decía "no te quedes con lasganas, cómetela". Sin pensarlo la metí toda en mi boca, ya estaba durísimapero yo quería petear.
Mientras yo estaba tan entretenida él no paraba de decirme queme había vuelto toda una putita y sus comentarios hacía que me encendiera, quejugara con mi lengua en su pija, que lo succionara y tratara de comerla más.
De pronto sentí que nos deteníamos, pero no dejé de petear, élsimplemente estiró su brazo y comenzó a tocarme el orto diciendo "déjamever cómo se te ha puesto el culo de puta". Yo levante el orto y lo dejéhacer.
Estiró mi falda y comenzó a pasar sus dedos sobre la línea de mitanga que, por cierto, era súper pequeña.
Cuando pasaba sus dedos sobre mi vagina y mi rosquete yo sentíachoques eléctricos y más cuando recordaba que estábamos en su camioneta,estacionados quién sabe en dónde. Yo presionaba mi orto hacia atras comoqueriendo insertarme sus dedos y él se dio cuenta de eso y me decía: "¿quéquieres putita? ¿quieres que te los llene?"
Yo le decía que sí con la cabeza y mirándolo a los ojos sinsacar su pija de mi boca. Estaba ya perdida y demasiado excitada para negarlo,pero el me decía "anda pedimelo, ¿qué es lo que quieres putita?"
Entendí que esa era la reacción que él esperaba y me atreví aresponder "que me cojas con tus dedos".
Esperaba que con mi respuesta lo hiciera así que volví atenderlo con la boca; siempre me gustó petear y alguna vez un novio me dijo queera bastante buena haciéndolo.
Pero no, no lo hizo, sino que sólo estiró de lado mi tanga ypuso su mano en mi orto mientras arrancaba de nuevo.
"Sigue chupando, de haber sabido que te gustaba así tehubiera hecho putita desde antes", me dijo al arrancar.
Yo dejé un poco su pija para decirle que llevaba mi ventanaabajo y que cualquiera podía vernos aunque no sabía bien en dónde estábamos yél sólo me respondió "¿te importa más que te vean el culo o que yo te sigacogiendo por la boca?"
Era como estar con un completo extraño; Sebastián siempre mehabía gustado, pero jamás había sido el sexo un tema a destacar con él. Cuandoestábamos juntos, muchas ocasiones era yo quien tomaba más la iniciativa yjamás me lo hubiera podido imaginar tan desinhibido, tan vulgarmente caliente.
Eso, combinado con la monotonía sexual que ya vivo en mimatrimonio me transformaron desde ese día y me sentí tan caliente de ser laputa de Sebastián que no pude ponerle freno ni detenerme yo.
Llegamos hasta la estación de Palermo; sorprendida por lo muchoque había aguantado él sin terminar a pesar de que creo haber hecho un muy buentrabajo con la boca y las manos, él me hizo a un lado y me preguntó "¿cuántohace que no te dan una buena cogida?", yo no supe qué responder y él medijo "¡no me digas que el pendejo de tu marido no te llena los hoyos deverga!"; no contesté y me dijo que iríamos al bar primero a tomar algo.
Entramos a un bar de la zona. Ni tiempo me dio cuando me tiró dela cintura y me llevó por un pasillo; al caminar él me iba más que tocando el ortosin imitarle que pasaran a nuestro lado dos tipos que no pudieron evitarmirarme por detrás por la manera en que Sebastián me iba tocando.
Ya en tono más calmado me preguntaba que si mi esposo no mecogía bien, me decía que se había dado cuenta de la mojada que me di cuando meestuvo tocando en la camioneta. Le tuve que decir que el sexo no era lo mejorde mi matrimonio y me respondió que estaba hecha toda una putita, que jamás mehabía visto tan caliente y que se imaginó que llevaba una vida sexual plena porla manera en que reaccioné.
Cuando le dije que no, él me dijo que entonces mi calentura erapor que me había puesto a mamar y por la dedeada que me dio… no tuve más quedecirle que sí.
Nos sentamos y me pidió un tequila; siempre supo que el tequilame hacía efecto muy rápido. Ya no guardó distancia, sentados me metía la manopor detrás de la falda tratando de meter sus dedos por donde podía mientrasexploraba mi boca con su lengua, por que aquello estaba muy lejos de ser losbesos que nos dábamos de novios.
Me preguntaba "¿estás caliente?" y no era necesarioque yo respondiera; sólo levantaba un poco mi orto para que pudiera interpretarmi respuesta.
"Yo también estoy caliente" –me decía- "tócame laverga". Pensé que estábamos en el bar, a la vista de todos aunque no habíatanta gente, pero la palabra "verga" de sus labios y lo excitante delmomento no me permitió negarme… comencé a sobársela.
Su mano libre se apoderó de mi escote y poco a poco fue recorriendomi sostén hasta rozar mi pezón con sus dedos.
Sus dedos tratando de entrar por detrás de mi, otros dedosrozándome el pezón y su lengua entrando en toda mi boca fue rematado cuando medijo al oído "qué ricas tetas tenes"; yo sólo logré decir "paravos".
Sacó la mano de mi falda y llamó al mesero, de inmediato le dijeque se me veía todo refiriéndome a mis tetas; él respondió "tú vas aseguir en lo que estás, como buena puta", al mismo tiempo que regresaba sumano a mi orto y casi insertaba un dedo en mi ano.
Casi tuve un orgasmo en ese momento.
Me vi casada, en el bar con mi ex novio, con un dedo casi metidoen el orto, con mi mano queriéndole arrancar el pija y con su mano puesta en miseno que no me di cuenta cuando el mesero llegó.
Sebastián presionó mi mano con sus piernas, mientras se dirigíaal mesero ¡sin dejar de hacer lo que hacía!
Fue obvia la cara del mesero; sus ojos casi se le desbordan alver mi goma descubierta y el dedo de Sebastián frotándolo; yo ya estaba en otromundo y ni siquiera pensé.
Sebastián ordenó y le pidió al mesero que se diera prisa…"no queremos que se nos haga tarde y regrese a casa el esposo de laseñora". Me sentí como una puta, sin más Sebastián ya me había puesto enese papel. No conocía al mesero pera éste ya sabía que era casada y que el tipocon el que estaba, el que le estaba mostrando mi pezón no era mi esposo.
Supongo que Sebastián vio mi cara porque con toda calma me dijoque me tranquilizara, que después de todo el mesero ya sabía que me iba a cogery que imaginara lo caliente que se habría puesto el mesero conmigo… "miraa este tipo, ni te conoce y seguro se le paró la verga viéndote, mientras elpendejo de tu marido te tiene y no te la mete como te gusta", me dijo.
Y era verdad.
A un completo desconocido se le habían ido los ojos de deseo converme un pecho. Me sentí capaz de atraer a cualquier hombre y mi única reacciónfue apretar más la "verga" de Sebastián.
Se dio cuenta de que me había prendido y me dijo que cuando elmesero regresara le facilitara un poco la vista; me lo decía mientras no sacabala mano de atrás de mi falda y ya la punta de su dedo comenzaba a hacer cedermi ano, aprovechando que yo estaba escurriendo de la calentura que llevabaencima.
El mesero regresó y Sebastián quitó su mano de mi pecho dejandobuena parte de éste y mi pezón de fuera, yo me acomodé un poco y le di almesero una vista muy buena. No pude dejar de notar el enorme bulto del mesero yeso me prendió más, sobre todo porque no dejaba yo de sobar el pija de Sebastiánque se sentía más duro que nunca.
El mesero se fue y Sebastián me dijo "¿viste las ganas quetenía el mesero de cogerte?, yo le respondí "como las ganas que tengo deque me cojas tú". Su dedo estaba ya dentro de mi hoyo y yo sin darmecuenta había empezado a moverme. Sebastián me decía "¿qué quieres Lola? Decimelo que quieres", mientras su dedo hacía círculos dentro de mi… "queme metas tu verga por el culo", fue lo único que pude decir, en pleno bar.
Algunas veces mi esposo tocaba mi orto, cuando yo colocaba ahísus dedos, pero nunca se había dado que tuviéramos sexo anal aunque a mi medaba mucho morbo hacerlo.
El nuevo Sebastián que reencontré por casualidad, en sólo horasme había hecho sentir la puta más caliente del mundo, me había hechos hacercosas que sólo había imaginado y me había hecho cosas que jamás creí quealguien me hiciera y menos él.
Terminé el tequila y me dijo "vamos a que te reviente elculo".
El trato, el lenguaje y las cosas que hacíamos eran totalmentedesconocidas para mí, pero como pasaban los minutos iba descubriendo que midesenfreno por el sexo dependía mucho de la compañía, y era obvio que Sebastiánresultaba una compañía mucho más caliente que mi esposo.
Nos dirigimos a Juncal y Godoy Cruz y entramos a un telobastante discreto; entramos, Sebastián pagó una suite y subimos al ascensor. Apenascerró la puerta Sebastián me giró, me puso de cara a la pared del elevador,metió su mano bajo mi falda e hizo lo que quiso con mi vagina que estaba yaescurriendo.
El viaje fue corto, pero yo ya no resistía más.
Salimos del ascensor y caminamos por el pasillo buscando elcuarto 208, ya en ese instante no me sorprendió que Sebastián levantara mifalda y fuera tocándome el orto por debajo de la tanga, completamentedescubierto y listo para que cualquiera que fuera pasando me viera. Laexcitación ya no me dejaba pensar.
Encontramos la habitación y antes de entrar se paró sin más y medijo "yo sé que ya no aguantas"… me tomó del cabello, se sacó laverga y empujándome hacia él me puso a chuparsela en pleno pasillo.
Ahí estaba yo, con el orto descubierto, mostrando una tanga quepor su tamaño casi ni se veía, empinada, succionando y lengüeteando la verga deSebastián como una loca, sin importarme lo fácil que era que alguien saliera deun cuarto o llegara al pasillo y me encontrara peteando la verga de Sebastián .
Sentía sus venas, la cabeza de su verga súper caliente en miboca. Sebastián tiene una verga de regular a grande, puedo tomarla con mis dosmanos y es un tanto gruesa. Era increíble que me la comiera toda y rozara sustestículos con la punta de mi lengua.
Me sujeto de la cabeza con las dos manos y literalmente comenzóa cogerme por la boca, no era yo quien se la mamaba, sino él quien me la metíay sacaba.
Hubiera jurado que estaba a punto de acabar, pero de pronto mela sacó, abrió la puerta y entramos.
Por supuesto no termina ahí la historia de mi infidelidad. Ésefue el inicio, el momento en que Sebastián hizo de mi una puta, su puta.
Entramos al cuarto y me cogió… literalmente me cogió. Dentro delcuarto la experiencia fue aún más excitante.
Aún lo veo y cada ocasión me coge de manera diferente, hacemoscosas distintas y me hace sentir toda una puta.
Como dije, es la primera vez que escribo y no sé si a loslectores si quiera les interese mi historia.
Hoy el sexo y la infidelidad se han vuelto parte de mi vida; Sebastiánsólo fue el detonador.
Ojalá pueda recibir comentarios y saber si desean que continúenarrando mis experiencias.
Un beso.
Lola

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