Conquistando a la luchona
Corria el año 2010 y yo estaba con apenas 18 años recién cumplidos. Viniendo de una clase media acomodada, retrograda y defensora de la dictadura yo había salido básicamente el opuesto.
Nunca fui materialista ni ambicioso ni nada de eso. Quería salir y divertirme pero básicamente quería lo opuesto a lo que mi aburrida y retrograda familia proponía. Fue así que mediante internet facebook, fotolog y algunas otras redes que ya mucho no recuerdo me empezó a llamar mucho pero mucho la atención el mundo de las luchonas (llamadas villeras o negras en ese momento por la clase alta). Viendo ese mundo a través de internet me enamoro por completo. Tenía que entrar ahí de alguna manera. Vivirlo con mis propios ojos. Sería así de cierto que andaban siempre recontra entangadas. Con esas calsas ajustadas que usaban mucho más escote y que eran tremendas garchadoras. Había decidido averiguarlo.
Por su puesto que hoy es mucho más fácil conquistar una luchona con redes sociales pero en ese entonces eran muy cerradas y diría un mundo casi impenetrable para el de afuera. De modo que lo máximo que había logrado era unas pares de charlas, claramente fingiendo ser más villero más rocho armando un facebook trucho y todo eso pero no había pasado de ahí. Por cierto cada charla me había volado la cabeza y calentado a niveles extremos. Abiertamente me hablaban de garches que habían tenido de como cojian embarazadas de como chupaban la pija de los lugares donde habían garchado como atrás de un árbol o el baño de un boliche de una bailanta. No pude arreglar una salida pero al menos saque dos conclusiones. Una ese mundo estaba ideal para mí que me encanta lo de garchar dónde sea como sea y que no importe nada y por otro lado me habían pasado el dato de algunos boliches para ir.
Ya entonces el segundo paso fue convencer a un amigo, básicamente mi único amigo en ese colegio cheto al que íbamos, de ir a bailar a un baile de la matanza. Finalmente fuimos un viernes por la noche. Nos dimos ánimo mutuamente pensando en las perras turras que íbamos a encontrar y nos animamos a ir. Nos vestimos no tan chetos pero a varias cuadras se notaba que no habíamos en la puta vida pisado una calle de de tierra. Llegamos al boliche y estacionamos el 147 en esa cuadra pero más adelante. Básicamente por si teníamos que huir rápido. Así de cagados estábamos. Ya al ver las turras en la fila empezamos a comprobar que todo lo que habíamos visto en internet era poco comparado a la realidad. Había turras por doquier. Vestiditos ajustados bien cortos digamos al raz de la cola. Entangadisimas que se podía ver cómo se marcaba el hilo de la tanga. El triángulo de la tanga. Otras con jeans ajustados y profundos escotes. Había para entretenerse. Solo de estar en la fila ya teníamos la pija parada.
Ya dentro de la bailanta empezamos quedándonos tranqui en un costado, todavía con cierto temor. Pero las turras por todos lados nos estaban haciendo poner en llamas. No parabamos de ver otros espectáculares por todos lados. Nada que ver a los boliches chetos que íbamos por nuestro barrio. Acá las minas eran todas sarpaditas todas bien putonas. Se notaba se respiraba. De modo que nos soltamos y salimos a la caza. Pegamos onda con un grupito de tres pibas y básicamente les comimos la boca a dos a cambio de comprarles tragos. Primer chape buen chape con una turra. Me acuerdo clarito de apretarle bien el orto mientras le comía la boca. Y apoyarle la verga bien parada en su entrepierna. Pero rápidamente nos dejaron de dar bola. Dato de color los tragos valían un 30% de lo que pagabamos en nuestra zona.
Nos quedamos re calientes mal los dos. Esos chapes esas apretadas de orto nos habían dejado hiper calientes pija dura y salimos a buscar más turras. Pero no conseguíamos nada. En un momento ya cerca de las cinco de la mañana el clima en la bailanta se empezó a poner más turbio más picante. Asique decidimos irnos y volver otra noche. Esa noche ya había Sido victoriosa para nosotros. Pero justo ahí cuando estábamos llendonos yo caminaba adelante me topo con la fila para ir al baño de mujeres. Y con solo cruzar mirada con una turra fue suficiente para empezar a comermela. Así de simple. Así de fácil. Una pendejita recontra en pedo mal. Casi no hablaba de lo en pedo que estaba pero me comía la boca como toda una putona. No solo le metia mano apretandole el orto tampoco dijo nada cuando le empeze a meter la mano por debajo del vestido apretandole el cachete del culo y jugando con su tanga diminuta. Si bien cada tanto la pendeja de rescataba y me sacaba un poco la mano del orto de ella la verdad es que estaba en su mundo y yo prendido fuego mal. Nos quedamos chapando hasta que entró al baño fácil como veinte minutos. Apenas alcanzó a decirme que de llamaba Jesica y que era de virrey del pino.
Esperamos con mi amigo s que saliera ella y la amiga del baño. Tardaron pero finalmente salieron. La pendeja me miró y vino hacia donde nosotros estábamos. Mientras yo me seguía comiendo a Jesica y metiéndole mano ya sin que me importe nada, mi amigo intentaba con la amiga pero no había caso. La pendeja me bailaba moviéndome todo el orto y yo le apoyaba el bulto durísimo parado mal, ella estaba desatada y se notaba que quería un garche cuánto antes. Salimos del baile porque para nuestra suerte las pibas también habían notado que el clima estaba denso adentro. Nos preguntaron si estábamos con auto, les dijimos que si y nos pidieron que las alcancemos.
Caminamos hasta el 147 los cuatro. Jesica totalmente en pedo hacia malabares con esos tacos y se le subía el vestidito dejando parte de su orto divino al aire. Yo estaba desatado y básicamente íbamos comiéndonos a besos tocandonos apoyándonos literal eramos un volcán a punto de estallar. A punto ya de subir al auto Jesica le hizo como un gesto a su amiga turra, como que nos dejara solos. La amiga puso cara de no estar muy de acuerdo pero acepto. De modo que en un segundo la amiga y mi amigo se fueron caminando sentido opuesto al boliche como para dar la vuelta en la esquina. Jesica y yo subimos al 147 y nos desatamos mal. Empezamos con unos besos sarpados en fuego. Pura calentura. Chape con lengua. Yo le apretaba sus pequeñas tetas típicas de turra tetas chiquitas buen orto. Se las apretaba por dentro del vestido. Le acariciaba el pezón y hasta le saque una teta del escote para chupársela. La turra saco mi verga del jean y empezó a pajearme con la mano. Me la había puesto durísima mal. Cabezona. Explotada. La turra de inclino y comenzó a chuparme la pija en el auto. Sinceramente el mejor Pete que me habían echo hasta ese entonces. Cómo se la metía hasta el fondo de la boca. Cómo se atragantaba con la verga. No le importaba absolutamente nada. Podía sentir el fuego en su putez, en su turrez. No había punto de comparación con el Pete de las chetas que me había comido. Por empezar lo hacía más violento casi como usando la pija para su placer y no al revés. Segundo alternaba la chupada con pasadas de lengua por la cabeza de la pija lo que nunca me habían echo y me estaba volando mal la cabeza. La situación la calle la salida de la bailanta todo era un espectáculo para mí.
Yo mataba por qué me cojiera por cojerla pero cuando intenté que se suba medio en pedo la turra me dijo "para no soy tan fácil we Pete si la conchita la tené q gana".
Digamos que esa fue la frase pero con mucho de alcohol en sangre y re de la cabeza. Para mí igual era negocio redondo. De modo que me recosté un poquito en la butaca del 147 (lo que alguna vez tuvieron saben que no ceden un carajo) y la turra sigio chupandomela a más no poder. Me chupaba la verga mientras por la vereda pasaban pibes y pibas que salían de la bailanta. Me chupaba la verga con toda esa turrez a cuestas mientras yo le había levantado todo el vestido y jugaba con su tanga. En un momento no di más y acabe un buen chorro de leche adentro de la boca de Jésica. La turra trago la leche y explico toda su sabiduría "ah re cargado wacho". A mí me habían quedado las piernas temblando literal. Me limpie la verga como pude y fuimos a buscar a la amiga turra de ella y mi amigo.
Camino a dónde teníamos que llevarlas Jesica musicalizaba el auto mientras la amiga indicaba las calles. La mierda que era lejos. De la ruta pasamos a una callesita asfaltada, que rápidamente se hizo de tierra y termino de barro. Campo zanja abierta a los costados y la imagen más impactante en mis cortos años de vida un caballo comiendo pasto de la vereda de pasto. Las turritas se bajaron del auto se despidieron de nosotros y entraron a una casilla. Cruzaron la zanja por una madera que estaba puesta sobre ella. Antes de que nos maten comenzamos el regreso a casa. Por su puesto Jesica me había pasado su facebook porque no tenía celular ella. Empezamos el largo regreso felices.
Corria el año 2010 y yo estaba con apenas 18 años recién cumplidos. Viniendo de una clase media acomodada, retrograda y defensora de la dictadura yo había salido básicamente el opuesto.
Nunca fui materialista ni ambicioso ni nada de eso. Quería salir y divertirme pero básicamente quería lo opuesto a lo que mi aburrida y retrograda familia proponía. Fue así que mediante internet facebook, fotolog y algunas otras redes que ya mucho no recuerdo me empezó a llamar mucho pero mucho la atención el mundo de las luchonas (llamadas villeras o negras en ese momento por la clase alta). Viendo ese mundo a través de internet me enamoro por completo. Tenía que entrar ahí de alguna manera. Vivirlo con mis propios ojos. Sería así de cierto que andaban siempre recontra entangadas. Con esas calsas ajustadas que usaban mucho más escote y que eran tremendas garchadoras. Había decidido averiguarlo.
Por su puesto que hoy es mucho más fácil conquistar una luchona con redes sociales pero en ese entonces eran muy cerradas y diría un mundo casi impenetrable para el de afuera. De modo que lo máximo que había logrado era unas pares de charlas, claramente fingiendo ser más villero más rocho armando un facebook trucho y todo eso pero no había pasado de ahí. Por cierto cada charla me había volado la cabeza y calentado a niveles extremos. Abiertamente me hablaban de garches que habían tenido de como cojian embarazadas de como chupaban la pija de los lugares donde habían garchado como atrás de un árbol o el baño de un boliche de una bailanta. No pude arreglar una salida pero al menos saque dos conclusiones. Una ese mundo estaba ideal para mí que me encanta lo de garchar dónde sea como sea y que no importe nada y por otro lado me habían pasado el dato de algunos boliches para ir.
Ya entonces el segundo paso fue convencer a un amigo, básicamente mi único amigo en ese colegio cheto al que íbamos, de ir a bailar a un baile de la matanza. Finalmente fuimos un viernes por la noche. Nos dimos ánimo mutuamente pensando en las perras turras que íbamos a encontrar y nos animamos a ir. Nos vestimos no tan chetos pero a varias cuadras se notaba que no habíamos en la puta vida pisado una calle de de tierra. Llegamos al boliche y estacionamos el 147 en esa cuadra pero más adelante. Básicamente por si teníamos que huir rápido. Así de cagados estábamos. Ya al ver las turras en la fila empezamos a comprobar que todo lo que habíamos visto en internet era poco comparado a la realidad. Había turras por doquier. Vestiditos ajustados bien cortos digamos al raz de la cola. Entangadisimas que se podía ver cómo se marcaba el hilo de la tanga. El triángulo de la tanga. Otras con jeans ajustados y profundos escotes. Había para entretenerse. Solo de estar en la fila ya teníamos la pija parada.
Ya dentro de la bailanta empezamos quedándonos tranqui en un costado, todavía con cierto temor. Pero las turras por todos lados nos estaban haciendo poner en llamas. No parabamos de ver otros espectáculares por todos lados. Nada que ver a los boliches chetos que íbamos por nuestro barrio. Acá las minas eran todas sarpaditas todas bien putonas. Se notaba se respiraba. De modo que nos soltamos y salimos a la caza. Pegamos onda con un grupito de tres pibas y básicamente les comimos la boca a dos a cambio de comprarles tragos. Primer chape buen chape con una turra. Me acuerdo clarito de apretarle bien el orto mientras le comía la boca. Y apoyarle la verga bien parada en su entrepierna. Pero rápidamente nos dejaron de dar bola. Dato de color los tragos valían un 30% de lo que pagabamos en nuestra zona.
Nos quedamos re calientes mal los dos. Esos chapes esas apretadas de orto nos habían dejado hiper calientes pija dura y salimos a buscar más turras. Pero no conseguíamos nada. En un momento ya cerca de las cinco de la mañana el clima en la bailanta se empezó a poner más turbio más picante. Asique decidimos irnos y volver otra noche. Esa noche ya había Sido victoriosa para nosotros. Pero justo ahí cuando estábamos llendonos yo caminaba adelante me topo con la fila para ir al baño de mujeres. Y con solo cruzar mirada con una turra fue suficiente para empezar a comermela. Así de simple. Así de fácil. Una pendejita recontra en pedo mal. Casi no hablaba de lo en pedo que estaba pero me comía la boca como toda una putona. No solo le metia mano apretandole el orto tampoco dijo nada cuando le empeze a meter la mano por debajo del vestido apretandole el cachete del culo y jugando con su tanga diminuta. Si bien cada tanto la pendeja de rescataba y me sacaba un poco la mano del orto de ella la verdad es que estaba en su mundo y yo prendido fuego mal. Nos quedamos chapando hasta que entró al baño fácil como veinte minutos. Apenas alcanzó a decirme que de llamaba Jesica y que era de virrey del pino.
Esperamos con mi amigo s que saliera ella y la amiga del baño. Tardaron pero finalmente salieron. La pendeja me miró y vino hacia donde nosotros estábamos. Mientras yo me seguía comiendo a Jesica y metiéndole mano ya sin que me importe nada, mi amigo intentaba con la amiga pero no había caso. La pendeja me bailaba moviéndome todo el orto y yo le apoyaba el bulto durísimo parado mal, ella estaba desatada y se notaba que quería un garche cuánto antes. Salimos del baile porque para nuestra suerte las pibas también habían notado que el clima estaba denso adentro. Nos preguntaron si estábamos con auto, les dijimos que si y nos pidieron que las alcancemos.
Caminamos hasta el 147 los cuatro. Jesica totalmente en pedo hacia malabares con esos tacos y se le subía el vestidito dejando parte de su orto divino al aire. Yo estaba desatado y básicamente íbamos comiéndonos a besos tocandonos apoyándonos literal eramos un volcán a punto de estallar. A punto ya de subir al auto Jesica le hizo como un gesto a su amiga turra, como que nos dejara solos. La amiga puso cara de no estar muy de acuerdo pero acepto. De modo que en un segundo la amiga y mi amigo se fueron caminando sentido opuesto al boliche como para dar la vuelta en la esquina. Jesica y yo subimos al 147 y nos desatamos mal. Empezamos con unos besos sarpados en fuego. Pura calentura. Chape con lengua. Yo le apretaba sus pequeñas tetas típicas de turra tetas chiquitas buen orto. Se las apretaba por dentro del vestido. Le acariciaba el pezón y hasta le saque una teta del escote para chupársela. La turra saco mi verga del jean y empezó a pajearme con la mano. Me la había puesto durísima mal. Cabezona. Explotada. La turra de inclino y comenzó a chuparme la pija en el auto. Sinceramente el mejor Pete que me habían echo hasta ese entonces. Cómo se la metía hasta el fondo de la boca. Cómo se atragantaba con la verga. No le importaba absolutamente nada. Podía sentir el fuego en su putez, en su turrez. No había punto de comparación con el Pete de las chetas que me había comido. Por empezar lo hacía más violento casi como usando la pija para su placer y no al revés. Segundo alternaba la chupada con pasadas de lengua por la cabeza de la pija lo que nunca me habían echo y me estaba volando mal la cabeza. La situación la calle la salida de la bailanta todo era un espectáculo para mí.
Yo mataba por qué me cojiera por cojerla pero cuando intenté que se suba medio en pedo la turra me dijo "para no soy tan fácil we Pete si la conchita la tené q gana".
Digamos que esa fue la frase pero con mucho de alcohol en sangre y re de la cabeza. Para mí igual era negocio redondo. De modo que me recosté un poquito en la butaca del 147 (lo que alguna vez tuvieron saben que no ceden un carajo) y la turra sigio chupandomela a más no poder. Me chupaba la verga mientras por la vereda pasaban pibes y pibas que salían de la bailanta. Me chupaba la verga con toda esa turrez a cuestas mientras yo le había levantado todo el vestido y jugaba con su tanga. En un momento no di más y acabe un buen chorro de leche adentro de la boca de Jésica. La turra trago la leche y explico toda su sabiduría "ah re cargado wacho". A mí me habían quedado las piernas temblando literal. Me limpie la verga como pude y fuimos a buscar a la amiga turra de ella y mi amigo.
Camino a dónde teníamos que llevarlas Jesica musicalizaba el auto mientras la amiga indicaba las calles. La mierda que era lejos. De la ruta pasamos a una callesita asfaltada, que rápidamente se hizo de tierra y termino de barro. Campo zanja abierta a los costados y la imagen más impactante en mis cortos años de vida un caballo comiendo pasto de la vereda de pasto. Las turritas se bajaron del auto se despidieron de nosotros y entraron a una casilla. Cruzaron la zanja por una madera que estaba puesta sobre ella. Antes de que nos maten comenzamos el regreso a casa. Por su puesto Jesica me había pasado su facebook porque no tenía celular ella. Empezamos el largo regreso felices.
7 comentarios - Conquistando a la luchona (cap 1)