Quizás la mejor parte de haberme independizado, no sea algo que muchos piensan. Es verdad, puedo llegar a la hora que quiero y no tengo que darle explicaciones a nadie cuando tenga que salir. Puedo dejar algunas cosas sin ordenar, porque al final a la única persona que le interesa que esté limpio o que eso puede esperar, es a mí. Puedo comprar la comida qué guste y comer a la hora que quiera, puedo incluso hacer demasiadas cosas que puede importunar a muchas personas, pero al estar en soledad, todo es mejor porque no hay a quien incordiar.
Sin embargo, lo que le gana a todo eso, y quizás que esté conectado a otro par de cosas, es que cuando llego a casa, ya sea después de un largo día de trabajo o una salida a cualquier lugar, es que puedo desvestirme y ponerme cómoda de la forma que a mí me encanta hacerlo, en fin, qué puedo ser ella... esa putita qué tanto amo ser.
Y me gusta que las cosas sean así. Tiene un no sé qué que hace me excita a sobremanera. Quizás es porque la idea de ser descubierta, aunque esté en mi propia casa, hace que el hacerlo sea más intenso o tal vez es porque, quizás, quiero ser descubierta y así saber lo que pasa. Como esa vez en el auto, lástima que no volví a saber de él.
Aun así, mis vecinos no saben que hago estas cosas, para ellos solo soy el joven reservado que vive por la zona y que no se mete con nadie. Pero, a puertas cerradas, vaya que quiero meterme con un par. Como el marido de la vecina. Un tipo alto, apuesto, atlético, con un cabello corto y perfilado y una sonrisa tan encantadora que hace que se me acelere el corazón cuando lo veo. Y sus labios, ¡Ay, Dios mío! Esos labios... muchas veces me he preguntado, y me he imaginado, cómo se sentiría que esos labios se comieran a los míos, o lo que es mejor, me chupara el culo con ellos y con su lengüita.
Y, como dije, no soy chismosa ni nada de eso, pero muchas veces he escuchado cuando discute con su esposa y el cómo le reclama que ella muchas veces no le da nada. Vecina, aunque no sepa quien soy, préstemelo a mí que yo se lo voy a satisfacer de maneras que ni usted se imagina. Y vaya que quiero que me clave con su verga, la cual alcancé a ver una vez de casualidad. Salió al patio desnudo y vi tremendo pedazo de carne qué pensé que si me agarraba, por lo menos dos días no caminaría bien. ¡Cielos! Estoy tan excitada de solo pensarlo. Pero no me culpo, es solo que ellos están de infarto, él y el chico de la tienda de la esquina.
Un joven apuesto, quizás uno o dos años mayor que yo. Fornido, de buen porte, amable y sensual, porque tiene lo suyo, y quizás sea porque tiene que hacer mucha fuerza durante el día o a lo mejor se ejercita, pero es que está como quiere...
Un héroe griego esculpido por los dioses, es un tremendo papacito que me sorprende que nadie se lo esté comiendo. Aunque si quiere, yo me apunto para hacerlo. Solo me imagino lambiendo y besando esos abdominales y su pecho, y luego bajar por su cintura hasta su pene...
Dejaría que me hiciera su perra cuantas veces quisiera. Y más de una vez le he dedicado mis pajas. Es que me prende de solo verlo, como esa vez que tuvo que quitarse la camisa para hacer algo y pude ver también como se le remarcaba el bulto en el pantalón... ¡Rayos! Me puso tan caliente que si no le dije nada, fue por control, porque la pena solo para robar, aunque a él me lo robo y lo mantengo solo para que me de el mejor sexo del mundo. Y quizás esté más cerca de conseguirlo, he visto de reojo como me mira el culo cuando llego a comprar, y es normal, porque es raro ver a otro chico con rasgos delicados y un culo como el mío. Bendito gimnasio.
Pero en fin, solo estoy divagando, solo son un poco de los pensamientos de una putita, cosas que me calientan y hacen que me quiera masturbar, quizás lo haga en este momento, porque tengo mis juguetes, aunque no hay nada como una pija real, una pija gruesa, venosa, sabrosa y lechoza. ¡Cálmate! Aunque, si estoy sola, ¿Por qué no dejame llevar? De todas formas, nadie sabe de estas cosas, solo ustedes y yo, y quizás alguno que otro con el que tuve que coincidir, pero eso eso es otra historia.
De momento, iré a satisfacerme un rato, aunque ojalá viera una pija rica en este momento, pero bien, supongo que eso es mucho pedir...
Sin embargo, lo que le gana a todo eso, y quizás que esté conectado a otro par de cosas, es que cuando llego a casa, ya sea después de un largo día de trabajo o una salida a cualquier lugar, es que puedo desvestirme y ponerme cómoda de la forma que a mí me encanta hacerlo, en fin, qué puedo ser ella... esa putita qué tanto amo ser.
Y me gusta que las cosas sean así. Tiene un no sé qué que hace me excita a sobremanera. Quizás es porque la idea de ser descubierta, aunque esté en mi propia casa, hace que el hacerlo sea más intenso o tal vez es porque, quizás, quiero ser descubierta y así saber lo que pasa. Como esa vez en el auto, lástima que no volví a saber de él.
Aun así, mis vecinos no saben que hago estas cosas, para ellos solo soy el joven reservado que vive por la zona y que no se mete con nadie. Pero, a puertas cerradas, vaya que quiero meterme con un par. Como el marido de la vecina. Un tipo alto, apuesto, atlético, con un cabello corto y perfilado y una sonrisa tan encantadora que hace que se me acelere el corazón cuando lo veo. Y sus labios, ¡Ay, Dios mío! Esos labios... muchas veces me he preguntado, y me he imaginado, cómo se sentiría que esos labios se comieran a los míos, o lo que es mejor, me chupara el culo con ellos y con su lengüita.
Y, como dije, no soy chismosa ni nada de eso, pero muchas veces he escuchado cuando discute con su esposa y el cómo le reclama que ella muchas veces no le da nada. Vecina, aunque no sepa quien soy, préstemelo a mí que yo se lo voy a satisfacer de maneras que ni usted se imagina. Y vaya que quiero que me clave con su verga, la cual alcancé a ver una vez de casualidad. Salió al patio desnudo y vi tremendo pedazo de carne qué pensé que si me agarraba, por lo menos dos días no caminaría bien. ¡Cielos! Estoy tan excitada de solo pensarlo. Pero no me culpo, es solo que ellos están de infarto, él y el chico de la tienda de la esquina.
Un joven apuesto, quizás uno o dos años mayor que yo. Fornido, de buen porte, amable y sensual, porque tiene lo suyo, y quizás sea porque tiene que hacer mucha fuerza durante el día o a lo mejor se ejercita, pero es que está como quiere...
Un héroe griego esculpido por los dioses, es un tremendo papacito que me sorprende que nadie se lo esté comiendo. Aunque si quiere, yo me apunto para hacerlo. Solo me imagino lambiendo y besando esos abdominales y su pecho, y luego bajar por su cintura hasta su pene...
Dejaría que me hiciera su perra cuantas veces quisiera. Y más de una vez le he dedicado mis pajas. Es que me prende de solo verlo, como esa vez que tuvo que quitarse la camisa para hacer algo y pude ver también como se le remarcaba el bulto en el pantalón... ¡Rayos! Me puso tan caliente que si no le dije nada, fue por control, porque la pena solo para robar, aunque a él me lo robo y lo mantengo solo para que me de el mejor sexo del mundo. Y quizás esté más cerca de conseguirlo, he visto de reojo como me mira el culo cuando llego a comprar, y es normal, porque es raro ver a otro chico con rasgos delicados y un culo como el mío. Bendito gimnasio.
Pero en fin, solo estoy divagando, solo son un poco de los pensamientos de una putita, cosas que me calientan y hacen que me quiera masturbar, quizás lo haga en este momento, porque tengo mis juguetes, aunque no hay nada como una pija real, una pija gruesa, venosa, sabrosa y lechoza. ¡Cálmate! Aunque, si estoy sola, ¿Por qué no dejame llevar? De todas formas, nadie sabe de estas cosas, solo ustedes y yo, y quizás alguno que otro con el que tuve que coincidir, pero eso eso es otra historia.
De momento, iré a satisfacerme un rato, aunque ojalá viera una pija rica en este momento, pero bien, supongo que eso es mucho pedir...
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