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Vientos de cambios - parte IV - El amor

Primero, todas las entregas de los mejores post


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Como siempre, podes escribirnos a dulces.placeres@live.com, te leemos

Gracias por los puntos y comentarios


VIENTOS DE CAMBIOS

(PARTE IV)

EL AMOR





Los días pasaban, Zacarías comenzaba a ser un problema en mi vida, porque yo pensaba cada vez más en ella pero no podía encontrar el momento y el tiempo para hacerlo, teníamos que ser discretas, para el ahora éramos solo buenas amigas y estaba ajeno a todo.

Ella seguía viniendo a casa, siempre con su look formal, por temas laborales y nuestras miradas cómplices eran por demás de pecaminosas, era divertido toquetearnos rápidamente, o robarnos un beso cuando Zacarías se descuidaba por unos instantes, solo teníamos un poco de intimidad en nuestras acostumbradas corridas, pero era poco y nada…

Así fue que ella nuevamente envió a mi pareja fuera de la ciudad, hecho que ya empezaba a ser un tanto sospechoso, Zacarías se mostraba molesto con tantos viajes repentinos y Débora me comentaba que no sabía cómo justificar el tema en la empresa.



Pero bueno, estábamos apostando todo a una nueva relación, y esa noche me sacaría las dudas que me quedaban y elegiría mi camino.

Dado que él no estaba, ese viernes me invitó a bailar, me dijo que me pusiera linda para ella, iríamos a ‘Trouble’, un lugar que no sabía que existía, ella me aclaró que era un antro para algunas minorías, reservado solo para chicas con chicas y chicos con chicos, y me advirtió que vería cosas que jamás había visto…

Recuerdo que fue un tanto cómico, porque puse ropa en el bolso y salí de mi casa hacia la de ella, vestida como en el día a día, aún era una mujer casada, estaba sola y debía guardar ciertas apariencias en el barrio, ya que las noticias de este calibre vuelan como reguero de pólvora.



Ella me recibió tan dulce como siempre, tan amable y sensual, me permitió que yo me cambiara primero, había llevado una falda corta de cuero, medias de nylon, zapatos tacos altos y una remera entallada al cuerpo, me pareció verme sensual, luego pasó ella mientras yo me pintaba los ojos y acomodaba el peinado.

De repente ella aparece y pregunta



Qué tal me veo?


Sentí una sana envidia, hiciera lo que hiciera jamás podría lucir como ella, era perfecta, con un top tan apretado que los pechos parecían saltarse por el medio, sus pezones afilados parecían atravesarlo, un pollera de licra tan pequeña que le era casi imposible evitar que se le subiera mostrando la línea donde terminan los glúteos y empiezan sus espectaculares piernas, un ancho cinturón que parecía ahorcar su diminuta cintura y unas botas de tacos tan altas que se me hacía inalcanzable, el completo blanco de sus prendas contrastaba contra el bronceado de su piel, solo pude decir


Vientos de cambios - parte IV - El amor


Guau! me dan ganas de violarte…
Esa es la idea! ja! ja!


Solo me quedé observando su figura de mujer fatal mientras acomodaba sus cabellos y delineaba sus ojos, era demasiado bonita para ser real...



Ya en el lugar lo primero que llamaría mi atención es que era habitué de ese antro, varios la conocían y la llamaban por su nombre, incluso algunos les preguntaron quien era ‘su nueva compañera’, además, ya tenía entradas que le habían obsequiado en otras oportunidades…

Empezamos a bailar al compás de la música, el lugar era psicodélico, oscuro y tenebroso, las luces de los laser entrecortaban las siluetas, el ambiente era caluroso, húmedo y denso, el volumen estaba tan alto que apenas podíamos hablar, me llamó la atención ver tantas mujeres besando en la boca a tantas mujeres, y tantos hombres besando en la boca a tantos hombres, lo bueno es que cada cual hacía la suya y no se fijaba en el de al lado…



A lo largo de las horas que estuvimos dentro, comprobaría cosas que nunca hubiera imaginado, en los lugares apartados podían verse a mujeres revolcándose como gatas, incluso a hombres chupándole la verga a otro hombres, un circo romano…



También tendría el primer enfado con mi nueva pareja, el calor era insoportable por lo que fuimos en busca de un trago, ella prefirió alcohol y yo un refresco, y al tiempo una segunda vuelta, y una tercera…

Débora se embriagó y lentamente fue perdiendo el control, saben cómo son estas cosas, empezó a hacer estupideces, a saltar, a gritar, a bailar como poseída, yo trataba de frenarla pero se me hacía imposible, siempre con un vaso en la mano, y si llamaba la atención cuerda imagínenla ebria, la pollera se le subía desnudando la mitad de su enorme culo y ella como si nada, todo llegó al límite cuando se le acercaron un par de mujeres y empezaron a seducirla, yo trataba infructuosamente de espantarlas, pero no tenía éxito, bailaban demasiado pegadas y todo hizo eclosión en mi cuando una le apretó una teta y le pasó la lengua por la mejilla, a lo que Débora respondió comiéndole la boca…



Esto me enfureció, ella era mía y solo mía! sentí celos, comprendí que me había enamorado, ese había sido el punto de inflexión…

La tomé con furia del brazo y la arranqué de ese lugar, hacia un oscuro rincón, casi tirándola contra una columna, apretando con fuerza sus brazos le dije en tono amenazante:



Escuchame bien! no quiero saber nada con estos jueguitos! entendés? vos sos mía y solo mía! de nadie más!!!


Débora reía por el efecto del alcohol pero entendía bien lo que le decía, luego fui sobre ella estirándome para alcanzar sus labios y besarla con pasión mientras ahora yo apretaba sus enormes pechos, ella me abrazó casi con desesperación y arrinconada contra la columna la consumí a fuego lento, me olvidé del entorno, de la gente, solo estaba ella para mí en ese momento, mi mano derecha por instinto buscó bajo la pollera, acaricié su tanga diminuta, me excitaba y me mojaba con toda la situación, con avidez la corrí hacia un lado, para acariciarla, noté que estaba depilada por completo y concluí que a pesar de las cosas vividas jamás había visto su concha desnuda, Débora abría las piernas facilitando mi acceso, preguntándome:



Me amas? Me amas?


Eran fuertes sus palabras, pero dije lo que quería escuchar



Si! te amo! te amo Débora, te amo como nunca pensé que podría amar a alguien, y menos una mujer…


Y mientras decía esto la llevaba otra vez casi a la rastra, como si fuera un monigote que se mecía a mi voluntad para casi tirarla sobre un gran sillón apenas iluminado, estaba tan borracha que sus piernas se abrieron incontroladas mostrándome en primer plano su vulva enorme y regordeta que se ocultaba bajo su tanga de tul, decidida me arrodille a sus pies para demostrarle quien era, perdida entre la multitud, como detalle solo recuerdo que a mi lado estaban dos jóvenes y uno le chupaba la pija al otro, que locura…

Fue entonces que lo hice por primera vez, no sabía si me iba a gustar, no sabía con que me iba a encontrar, no sabía que tan buena sería, solo sabía que quería hacerlo y que pondría mi corazón en ello. Me acomodé bien, y tomando sus torneados muslos entre mis manos se los llevé bien arriba, como Zacarías acostumbraba a hacerme, teniendo acceso directo a su intimidad.

Lucía perfumadamente femenina, con aroma a mujer, pasé mi nariz suficientemente cerca, una y otra vez solo para que mi olfato se saciara con su néctar, besé suavemente la tela de la tanga, colé mi lengua bajo ella para llegar a su pubis, donde deberían estar naturalmente sus bellos, pero la perfecta depilación me recordó a la piel de un bebé, pasé la lengua entonces por la tela, siempre sin tocar su intimidad, pero tan cerca que podíamos sentirnos, sus labios eran enormes y su botón aún se disimulaba, busqué más abajo, donde la prenda se achica para enterrarse en su zanja, estaba empapada, descubría su sabor, su sabor a mujer, sus jugos de perra…



Y ella? ella parecía perdida, a medio camino entre el alcohol y el placer que le propinaba, sus ojos se habían cerrado, y acariciaba sus pechos apretando la tela de la prenda sobre sus pezones, lamentablemente el ruido no me permitía escuchar su respiración, ni sus gemidos, me privaba de ese placer, pero al menos iba a hacer lo que yo quería…

Seguí hurgando en sus sexo, abriendo más y más sus piernas, exponiendo su argolla como una flor que se abre en primavera, no pude resistirme y corrí la tanga a un lado, para tenerla toda desnuda, entonces sí, mis papilas gustativas se enterraron en su canal, para beber ese mar salado producto de la excitación, lamiendo su hueco tan profundo como podía enterrar mi lengua, fui a sus labios para besarlos y lengüetearlos asegurándome de no tocar su botón, una y otra vez, lento, muy lento, fui por sus muslos y luego a su culo, lamí en círculos su puerta trasera que ofreció poca resistencia a mi avance, sentía su esfínter apretar mi lengua y me encantaba.



Dejé la zona unos instantes para prolongar el momento, fui hasta su rostro, para mordisquear y estirar sutilmente sus labio inferior, para pasar mi lengua sobre ellos al tiempo que desnudaba sus pechos para llenar con ellos mis manos, acariciar sus pezones con mis pulgares.

Débora habría su boca, como una mujer sedienta en medio del desierto, estirando su lengua para alcanzarme, pero yo sacaba la mía para cruzarla en el aire, haciendo del deseo un culto, al punto de que ya no lo soportara y me tomara por la nuca para cerrar distancias y besarnos profundamente.

Volví abajo tan pronto como pude, ahora si me centré en su clítoris que estaba hinchado, enorme, para pasar mi lengua y mis labios sobre él, como solo una mujer que sabe de placer femenino puede hacerlo, lo apreté dulcemente, lo succioné lento, muy lento, más lento, tan lento que mis movimientos eran casi imperceptibles, pero lo suficientemente constantes para que ella se retorciera y explotara de placer, solo paré cuando supe que había arrancado hasta la última fibra de su orgasmo…

Débora aún estaba borracha, con su concha y sus tetas al desnudo, pero yo recobraba la conciencia y la dimensión de tiempo y espacio, su estado era deplorable, así que me encargué de tapar sus partes púdicas para emprender el retorno, cosa que de por si fue bastante problemática para mi…



Los días pasaron, era más que evidente que cada vez me interesaba menos Zacarías y cada vez vivía más pendiente de Débora y los pocos minutos que podía regalarme a escondidas.

Nos dimos cuenta que las cosas así no podían seguir, así deberíamos arreglar varios puntos si pensábamos en un futuro juntas, por mi parte, debía hablar con mi pareja actual y no sabía cómo lo tomaría, ella tenía una gran conflicto laboral al frente, nadie sabía de sus gustos sexuales y era una importante ejecutiva, y si bien la teoría en mi país dice que la sexualidad de cada persona no debe influir en el desarrollo personal y profesional, la realidad nos marcaba que una lesbiana no sería bien vista y sería más que una piedra en su zapato y buscarían cualquier pretexto para dejarla de lado.



CONTINUARA


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1 comentarios - Vientos de cambios - parte IV - El amor

garcheskikpo +1
Zacarias se va a quedar sin el pan y sin la torta. lo presiento