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XXIV Su mejor amiga. No sé el porqué pero sí el cómo.

Fuimos a almorzar a su coche. Como hacía tiempo. Estaba hermosa, con su camisa blanca, que apretaba esas tetas. El pantalón de vestir que exigía ese culo perfecto, entrenado. Estaba mil veces más hermosa que antes.

- Te extrañé...- Le dije, con el corazón.
- Yo no, Juan. - Me respondió Maca que no me miraba.
- Creo que te debo una dis...-
-¿Una? ¡Mil disculpas me debes! No sólo perdí a mi mejor amiga, sino que también a vos. - 

 Ese final me partió al medio. Me callé porque así lo había sentido yo también. Y esos días que pasamos juntos creo que ambos habíamos sentido algo.

- ¿Qué querés?- Me increpó luego de unos minutos.
- Necesito explicarte que yo no puedo olvidarte y...-
- ¡Juan!- Otra vez me interrumpía, acelerada, nerviosa. - Lo mejor que podes hacer es olvidarme, casarte y dejar de perseguirme.-
- No, Maca. Yo no te per...-
- ¡Ah! ¿Todo esto es casualidad?- Se cruzó de brazos.

 Un poco de razón tenía. Estos meses habían sido duros. Con Paula nuestra intimidad había vuelto a cero. Era aburrido, monótono. La confianza pendía de un hilo y creo que ninguno de los dos sabía porqué seguíamos juntos. Quizás la costumbre, el no saber que hacer. Que todo nos haya desbordado.

- ¿Qué pretendías que haga?- Le pregunté.
- ¿Sabiendo este final? Seguir siendo un reverendo pelotudo.- Tomó aire y siguió.- ¡Y por si te quedan dudas, volviste a ser un flor de pelotudo cuando me ilusionaste, haciéndote el gran hombre!- Tragó saliva. Yo la miraba atento, triste, compungido. - ¡Ah! y como no decís nada, te aclaro: Desde el principio pensé que eras un idiota, después me súper enganché con vos y traicioné lo impensado y cuando parecía que era una decisión acertada, ¡Te convertiste en pelotudo y cagón!-
- Basta, Maca-
- ¡Tenés razón! Bajate.- Cruzó su brazo y me abrió la puerta de su auto.

 No hice caso. Ella no me miraba. Creo que estaba llorando. A mí, ganas no me faltaban.

- No supe qué hacer. Te juro que ese día fui directo a sacar todo e irme con vos y después. ¿Qué hacíamos?-
- ¡Juan! No seas caradura.- Me miró con odio.
- En serio, Maca.-
- Vos querías que yo sea tu amante. Sos tan perverso que pretendías que sea la segunda hasta que te aburras y te aburriste. Ya está, listo, lo entendí. - Dejó la puerta abierta y movía sus hermoso ojos para todos lados, gestos con su boca como superando la situación.
- No tenés ni idea lo que siento por vos. Nunca me creíste.-
- Cuando tuviste que demostrarlo, te fuiste.-
- Tenés razón. Tendría que haberle dicho a Paula que hacia un tiempo me venía cogiendo a su mejor amiga. Tendría que haberle dicho que en todo ese tiempo, había encontrado en vos lo que tanto necesitaba en mí vida.- comencé a tomar temperatura, a largar todo lo que tenía a dentro.- ¡Tendría que haberle dicho que esos días me había ido a tu casa a hacer de parejita, mientras ella lloraba! ¡Y cuando ella piense que vos eras una mierda, porque a mi no me importaba que piense que era una mierda, en ese momento agarrar mis cosas e irme con vos! Total, ¿Quien perdía más vos o yo? Y perdías vos.- 

 Respiré profundo y atiné a salir del auto.

- Bueno, puede ser.-
- ¡Ah! No era tan fácil, entonces.-
- Que pelotudo. - Respondió y suspiró profundo. - ¿Que querés ahora?-
- Te dije que te extraño.-
- Yo no. -
- Te entiendo.-
- Voy a volver a hablar con Paula. No sé cómo vas a manejarlo. Ah, y voy a ir al casamiento con alguien.-

 Sentí un puñal. El mismo que cada una de las mentiras de Paula o inclusive más doloroso porque acá no podía decir nada. 

- Ni sé si me voy a casar.-
- Hace lo que quieras. - Me respondió, mirando al frente, con las manos en el volante como si estuviese manejando, aunque el motor estaba apagado.
- Si ese día hubiese vuelto y te hubiese dicho de irnos lejos de todo esto, ¿Qué hubieses dicho?-
- Ya es tarde.-
- ¿Qué hubieses dicho?-
- Que necesitaba tiempo para hacer una locura pero si.-

 Me quedé helado, helado y con la dicha de saber que ser un cagón; no ser el protagonista de mi propia película, me estaba lastimando y a la vez, en algún punto, algo de todo eso me gustaba.

- ¿Podemos volvernos a ver?-
- No sé, Juan. -
- ¿Estás con alguien?- Pregunté, con un poco de celos.
- No te importa.- Se rió y me miró. Automáticamente la besé.

 Ella trató de alejarse, pero no la dejé. Su respiración se aceleró, la mía estaba a mil. Sentí que se relajó y nos comimos la boca como dos desesperados. Sentimos el fuego, el calor que teníamos cada vez que nos juntábamos. Empecé a besar su cuello, toqué sus tetas, ella volvió a besarme y me alejó.

- Basta, Juan. Se terminó.- Sentenció, agitada, con nuestras bocas a menos de diez centímetros y me mano todavía en una de sus tetas. 
- Aunque sea necesitamos una despedida.-
- Estás, loco. - Se rió. 

 Me bajé, con la pija dura. Volví a mi trabajo y era imposible concentrarme con la calentura. Durante la tarde no paré de pensar en Maca y en que con Pauli habíamos perdido todo. 

  
 Esa tarde volví como siempre, aunque más caliente que de costumbre. Pauli ingresó diez minutos después. 

- Hola, amor. - le dije, cansado.
- Hola...- Vino corriendo y se me tiró encima. 

 Comenzó a besarme desesperada, cómo hacía tiempo no lo hacía. Me agarraba las manos y me las llevaba a su cuerpo.

- Tocame, amor. ah... tócame...- 
- ¿Qué pasó?-  

 Comencé a tocarle las tetas, el pelo, mientras ella gemía caliente.

- Juan, necesitamos recuperar esto... Ahg... tocame la cola, por favor...-

 Metí mí mano por el jean amplio que marcaba apenas su culo. Desde hacía mucho, no la sentía así y ni recuerdo cuando habíamos cogido.

- ¿Qué pasó?-
- Basta... cogeme, por favor...-

Se levantó, me bajó rápido el pantalón y comenzó a chuparme la pija con fuerza. Me retorcía de las excitación. hacía tiempo no me la chupaba.

-Decime qué pasó... -

 Empezó a chuparme los huevos y pasar la lengua por toda la pija hasta la cabeza que se la comía con ganas.

- Fui a comprar para limpiar y estaba Lucio en la puerta de la verdulería.- Me dijo, en tanto se paraba y se baja el pantalón y dejaba ver una colaless blanca de encaje.- ¿Hacía cuánto no estábamos así?- Me preguntó, en tanto agarraba mi pija y se la metía en la concha. - No hice nada, te juro. Ahg... sólo... Ahg... sólo entré en la verdulería... Ahg... Mario estaba... Ahg... Ahg... seguí, seguí...-

 Sin darme cuenta estaba cogiéndola con ganas, con bronca. 

- ¿Qué hiciste, puta?- 
- Mario se fue adentro... ay, si... entró y Lucio me empezó a tocar el culo... Ahg... -
- ¿Otra vez te cogió, trola?- 
- Ay... ay... seguí, por favor... Ahg... te juro que no. - saltaba sobre mi pija que estaba durísima y por explotar en cualquier momento. - Ay...- Hizo fuerza hacia abajo y meneaba su culo con fuerza, sin dejarme mover. - solo dejé que me toque, un poquito... un poquito para venir acá te caliente Ahg... Ahg... seguí que acabo, por favor...-

 Empecé a darle con fuerza, el timbre empezó a sonar insistentemente. Nos la bajó al instante. Pauli salió y se acercó al portero eléctrico.

- ¿Quien es?- Preguntó, disimulando la agitación. -¿Qué haces acá?- Su rostro se desfiguró.

 Le hice gestos, ella no contestaba.

- Mario, que quiere devolvernos algo.- Susurró.

 Era obvio. Era tan obvio que parecía estar todo en un círculo. Sólo pensé en que Pauli no me había dicho todo. No sé que me dijo, no quise escuchar. Ya con mi pija flácida, con el pantalón a medio cerrar, me dirigí a la puerta a abrirle. Me acomodé y Mario pasó.

- Hola, señor. Disculpen...-

1 comentarios - XXIV Su mejor amiga. No sé el porqué pero sí el cómo.

slash2006
Que bueno que hayas vuelto con esta historia. Viene pintando muy bien, van 10 puntos