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Relato: Culito virgen listo para estrenar

Antes que nada quiero dejar en claro algunas cosas. Este es un relato real y lo he escrito con mucho cariño y excitación. Deben saber también que es un relato ligeramente largo así que siéntense, machos, saquen sus vergas y masturbense leyendo como recibí mi primer verga y nenitas como yo, no se conformen con algo menos que lo que relato a continuación. Agradecería si dejan un comentario y valoran mi relato! Besos! xoxo. 
Suya: Andrea.


“Chica travesti de 18 años busca hombre maduro dispuesto a apoyarme económicamente a cambio de sexo. 1.65 metros, torso delgado, piernas largas y definidas, culito firme, cabello largo. Afeminado pero discreto en público. Ojos marrones, tes clara, labios delgados. Dispuesta a cumplir tus fantasías y darte placer. Interesados al DM”
Presioné “Enviar” y mi anuncio se posteó en el grupo. Inmediatamente después comenzaron a llegar mensajes, todos ellos preguntando si podíamos vernos pero no podían ofrecerme apoyo económico. Bloqueé a la mayoría y antes de que quieran juzgarme, NO, trabajar no era una opción. Debía cuidar a mi Madre y a penas tenía tiempo para ir a la universidad.
Estuve así un par de semanas, posteando mi anuncio con la esperanza de que un hombre con las características que buscaba me contactara. Incluso agregué un pretencioso pero genuino “Con culito virgen listo para estrenar” al anuncio. No era del todo mentira, pero tampoco del todo verdad. Mi culito jamás había recibido un pene real, pero sí había pasado horas de placer por la noche con mi dildo. De alguna manera sentía que con aquél plan mataba dos pájaros de un tiro, conseguía dinero y tenía mi primer experiencia con un hombre.
Casi un mes después un hombre de nombre Rodrigo me envió un seco “Me interesa” e inicié la conversación preguntando directamente si podía apoyarme económicamente y él dijo que si yo le gustaba y las cosas se daban, no me iba a faltar dinero. Todo parecía perfecto pero evidentemente él también tenía sus peticiones. “Mándame una foto de tu cuerpo desnudo por detrás y por delante, una foto de tu identificación oficial y vemos”  A lo que yo respondí con un “Deposítame 10 dólares y hago lo que me pides” Necesitaba confirmar que iba en serio como yo. A los minutos recibí 20 dólares en la cuenta que le había dado. Le envié todo lo que me pidió, ocultando obviamente mi rostro. Me sentía extraña, pero de cierta manera la situación me excitaba. También le devolví los 20 dólares pensando que con una buena conducta podía conseguir más de él. Respondió a las fotos con un “Estás lindísima” y desde  ahí una especie de barrera se rompió y ahora que ambos estábamos seguros, la conversación comenzó a fluir y tras una semana quedamos en vernos en un restaurante con la intención de probar "química". Jamás pregunté por su apariencia porque realmente poco me importaba, si podía apoyarme económicamente y teniendo en cuenta lo que me había costado conseguir un hombre como él no iba a ponerme exquisita con su físico. “Voy a ir de traje y habrá en mi mesa un libro de tapa roja para que puedas distinguirme” y así quedamos de vernos un viernes.
Cuando el viernes llegó fuí  al restaurante vestido de varón, pantalones anchos y una playera negra, pero con mi ropa de nena metida en una mochila justo como me lo había pedido y con una linda braga debajo de mi pantalón que había robado a mi hermana porque me encantaba. Me quedé unos segundos afuera intentando controlar los nervios. Mi corazón latía rápidamente y las manos comenzaron a sudarme ligeramente. Me asomé tímidamente por una cristal y miré hacía dentro intentando encontrar a Rodrigo por algún lado pero no tenía buena visión. Con el corazón a punto de salir de mi pecho me decidí a entrar. El restaurante estaba casi vacío y mientras caminaba más adentro intentaba encontrar con la mirada a Rodrigo hasta que lo vi, sentado de espaldas a la entrada, con el traje puesto y el libro sobre la mesa. Suspire profundamente y me acerqué hasta estar a su lado.
—Hola —dije tímidamente.
Rodrigo volteó a verme y me sonrió amablemente.
—Hola Andrés —respondió cordialmente —Siéntate —dijo señalando la silla frente a él.
Intenté mostrarme lo más calmada posible pero los nervios comenzaban a invadir todo mi cuerpo. Me senté frente a él después de dejar mi mochila junto a mi.
—¿Te costó encontrar el establecimiento?
—Sí —mentí, en realidad se me había hecho tarde.
—Bueno, me da gusto que estés aquí —sonrió —Pide lo que gustes —dijo mientras resbalaba la carta sobre la mesa hacía mi.
—No tengo hambre —respondí sonriendo—Solo quiero un vaso de agua.
—¿Estás segura?
Asentí con la cabeza, luego Rodrigo llamó al mesero y pidió un jugo de piña, espagueti y café.
—Si no te molesta yo sí comeré.
Volví a asentir con la cabeza.
—¿Estás nervioso?
Sonreí y volví a asentir como tonta con la cabeza.
—Tranquilo, puedes confiar en mi —su sonrisa era tan atractiva —vamos a comer mientras platicamos y luego vemos ¿Ok?
—Me parece bien —respondí obligándome a hablar.
Platicamos un poco acerca de nosotros mientras él comía y yo bebía el jugo de piña. Le conté que era un chico que estudiaba la universidad pero que mis Padres a penas podía pagar los gastos. No me preguntó nada acerca de la razón por la que estábamos ahí, todo lo contrario, me preguntó que estudiaba, qué me gustaba hacer en mis tiempos libres, mi música favorita y algunas cosas más generales. Yo no me atreví a hacerle ninguna pregunta a él, dejé que supiera antes todo de mi.
—¿Quieres preguntarme algo sobre mi? —bebió café —No tengo problemas con ello.
—No... —dudé —bueno sí, pero...
—Entiendo — me interrumpió sonriendo —Termino el café y vámos a otro lugar más privado si quieres.
Asentí con la cabeza como tonta, me había entendido perfectamente. Continuamos hablando sobre mi, cosas superficiales como mi fecha de cumpleaños o mis películas favoritas.
Cuando terminó de comer llamó al mesero para conseguir la cuenta, luego pagó inmediatamente y se levanto. Era alto, probablemente unos 186 centímetros. Cuando me levanté mi cabeza quedó a la altura de su pecho. Llevaba un traje azul marino que parecía ajustarse a su cuerpo a medida. Era un hombre atractivo, barba cuidada, cabello perfecto y mirada un poco intimidante.
Salímos del restaurante y caminé a su lado mientras Rodrigo mencionaba lo mucho que adoraba el espagueti de ese lugar.
—Pero sin duda lo mejor es el café —dijo divertido —es increíble que sin ser una cafetería tengo el mejor café de la zona ¿Qué tal estaba el jugo?
—Muy rico —mentí, odiaba la piña.
—Que bueno, los jugos aquí también son muy buenos.
Caminamos un poco más, me sentía algo incomoda caminando junto a alguien notablemente más alto que yo, me hacía sentir extraña. Finalmente Rodrigo se detuvo sobre la avenida y poco después un auto se detuvo frente a nosotros. Era la primera vez que me subía a un Uber. Rodrigo abrió la puerta pero no entró, se hizo a un lado y me hizo un gesto para que entrara primero. Quizá haya sido un gesto cualquiera, pero me hizo sentir aún más extraña. Entré al auto y me senté al fondo, luego Rodrigo entró y se sentó al otro lado.
Durante el camino no dejó de preguntarme cosas y contarme otras cuantas, no permitió que un incómodo silencio se apoderara de nosotros lo cual agradecí. Mis habilidades para platicar no eran buenas, pero si solo tenía que limitarme a responder no tenía problemas.
Cuando el auto se detuvo y el chófer anunció que habíamos llegado al destino Rodrigo se bajó inmediatamente y yo abrí la puerta a mi lado, pero Rodrigo ya estaba ahí para sostenerla mientras yo bajaba.
—Gracias —dije apenada y casi susurrando.
Cuando me dí la vuelta el auto ya había arrancado, ni siquiera noté cuando Rodrigo pagó. “No seas tonta, seguro pagó con tarjeta desde la aplicación” pensé.
—Vamos —dijo Rodrigo caminando hasta la entrada de un edificio.
Lo seguí caminando un poco por detrás de él y cuando entramos al lobby del edificio un señor lo recibió con mucho entusiasmo.
—¡Señor Alcántara! —dijo el hombre encorvado mientras se acercaba a nosotros —¡Qué gusto que nos visita!
—Buenas tardes señor Miguel ¿Cómo se encuentra? —Rodrigo se detuvo junto al señor.
—Pues ahí vamos, ya sabe.
—Me da gusto —respondió Rodrigo —Vengo con Andrés, mi sobrino.
Rodrigo me hizo un gesto para que me acercara a ellos y obedecí.
—Buenas tardes muchachito —dijo el viejo sonriéndome.
Respondí amablemente obligándome a sonreír también.
Rodrigo se despidió del viejo y caminamos directo al elevador.
—No soy tu sobrino —dije un poco apenada.
—Lo sé —sonrió mientras la puerta del elevador se abría, estaba vacío.
De nuevo me hizo un gesto para que entrara primero y volví a sentir esa extraña sensación.
—¿Pero qué querías? —preguntó cuando las puertas se cerraron y estábamos dentro —¿Qué le dijera que eres una linda nena que pretendo seducir?
La respuesta me tomó por sorpresa y mis mejillas se coloraron al instante. Me quedé callada unos segundos pensando en una respuesta.
—¿Cómo te sentiste comiendo? —preguntó —Bueno, más bien no comiendo —rió.
—Bien —musité —Gracias por la invitación.
—No es nada.
Cuando el elevador se detuvo y las puertas se abrieron salí primero antes de que hiciera el mismo gesto para salir. Luego él salió detrás de mi y comenzó a caminar a través de un pasillo con alfombra roja. Yo lo seguí caminando detrás de él.
—Eres muy tímida ¿Verdad?
Me quedé callada unos segundos.
—Sí, un poco.
—Bueno, por el chat eras un poco más abierta.
—Lo siento —dije instintivamente —Es la primera vez que hago esto y estoy nerviosa.
—No te preocupes —dijo mientras se detenía frente a una puerta y la abría con una llave —Lo entiendo perfectamente pero puedes estar tranquila —me invitó a pasar de nuevo con el mismo gesto.
Cuando entré noté rápidamente el reconfortante olor a madera del departamento y no pude evitar sonreír.
—Pasa —dijo Rodrigo mientras cerraba la puerta detrás de nosotros.
El departamento era grande y estaba perfectamente limpio y ordenado. La sala era grande y cómoda, y la cocina y comedor lucían cómo si nadie las hubiera usado en meses.
—Ponte cómoda —dijo Rodrigo mientras pasaba a mi lado —¿Quieres un vaso de agua?
—Sí —dije mientras miraba el departamento.
Me acerqué a la sala esquinera y me senté. Casi de inmediato Rodrigo me alcanzó con dos vasos en la mano.
—Entonces, ahora estamos solos —dijo mientras se sentaba a mi lado —¿Desde cuándo usas ropa de nena? —preguntó.
—Desde hace unos 5 años —tomé el vaso que me ofrecía.
—Bueno, la mayoría de esas cosas ya las hablamos por chat, pero quiero que me hables sobre lo que buscas.
Me quedé callada unos segundos pensando como plantear la situación.
—No tengo dinero y busco un hombre que pueda apoyarme económicamente a cambio de de compañía.
—¿Compañía? —preguntó.
—Bueno, tu sabes —dije nerviosa.
—Supongamos que no sé —rió divertido.
—Sexo —respondí rápidamente.
Rodrigo asintió con la cabeza y luego bebió de su vaso.
—No quiero que lo tomes a mal pero ¿Por qué no trabajas en lugar de ofrecerte?
—No tengo tiempo para trabajar, debo cuidar a mi Mamá, está enferma.
—¿Entonces estudias y cuidas a tu Madre?
Asentí con la cabeza.
—¿Es la única razón? —preguntó.
—Sí... bueno no.
Rodrigo sonrió
—¿Te atrae la idea de ser nena verdad?
—Sí —susurré.
—Bueno, ya hablamos de eso, creo que podemos pasar a cuestiones más prácticas —dijo mientras se recargaba en el respaldo del sillón y desabrochaba su pantalón —También dijiste que esta era la primera vez que estabas con un hombre ¿Cierto?.
Su verga quedó a mi vista cuando la sacó. Era grande y algo gruesa Medía por lo menos 16 centímetros y estaba flácida, descansando sobre el pantalón. Su cabeza asomaba ligeramente por el prepucio.
—Sí —respondí —Nunca he estado con un hombre.
—¿Y mujeres? —preguntó.
—Tampoco.
—De acuerdo —me hizo un gesto para que me acercara —ponte de rodillas.
Hice lo que me pidió, me acerqué a él y separó sus piernas dejando espacio para que me arrodillara frente a él, su verga aún estaba flácida.
—Masturbame —me ordenó.
Tomé con cuidado el pedazo de carne que tenía entre sus piernas con mi mano derecha. Estaba suave y caliente, la sensación me resulto excitante. Luego comencé a mover mi mano de arriba a abajo suavemente. Cuando mi mano bajaba hasta rozar sus testículos la cabeza de su verga salía del prepucio y podía mirarla por completo. Era gruesa, ligeramente más gruesa que el tronco, rosada y limpia. Un olor nuevo llegó a mi nariz, un olor intenso pero agradable, el olor de una verga de hombre.
—Muy bien Andrea —dijo cerrando los ojos.
Era la primera vez que me llamaba por mi nombre de nena y me hizo sentir bien. Se lo agradecí aumentando la velocidad de mi mano, él soltó un ligero gemido.
Su verga comenzó a ganar volumen y dureza, se sentía más caliente y mucho más firme. Creció unos 5 centímetros más, lo que dejó frente a mi un trozo de carne dura y caliente de más de 20 centímetros.
—Usa ambas manos —ordenó sin abrir los ojos.
Obedecí, tome el inicio de su tronco con mi mano izquierda y el resto con la mano derecha y aún así no era capaz de cubrir por completo su gran miembro. Su cabeza y un poco del tronco quedaron al descubierto. Sentí unas inmensas ganas de meterme lo que faltaba en la boca pero me contuve y continué masturbándolo.
Tras unos cinco minutos me ordenó que me detuviera y lo obedecí, luego me pidió que me levantara.
—Vamos a mirar lo que tienes ¿Te parece? —preguntó mientras se masturbaba el mismo.
Asentí y luego me levanté frente a él, pero me quedé de pie sin saber muy bien que hacer.
—Bájate los pantalones —me ordenó.
Desabroché mi pantalón con las manos un poco nerviosas y luego lo bajé hasta mis pies donde me ayudé de los mismos para terminar de quitármelo. Mi piernas blancas y depiladas quedaron al descubierto y Rodrigo comenzó a acariciarlas con una mano mientras continuaba masturbándose.
—Lindas piernas —dijo —Y lindas bragas —acarició la tela de las bragas rosas que le había robado a mi hermana.
Continuó acariciando mis piernas y luego acarició un poco mis nalgas por encima de las bragas, pero poco después me ordenó quitarme la camisa y obedecí. Mi delgado torso quedó a su vista y mis pezones se endurecieron por el frío y los nervios. Él lo notó rápidamente y sonrió.
—Estas muy linda Andrea —dijo sin parar de acariciarme.
—Gracias —musité.
—Bueno, ahora el plato fuerte —sonrió.
Dejó de masturbarse y con ambas manos comenzó a bajar mis bragas dejando poco a poco mi depilado pubis a su vista hasta llegar a mi pequeño pene. Dejó mis bragas por debajo de mis pequeños testículos y tomó me pene con sus dedos, no pude evitar soltar un pequeño gemido.
—Que lindo clítoris de nena tienes —dijo sin soltar mi pequeño miembro.
No pude evitar comenzar a tener una erección debido a su contacto, intenté contenerme pero era inevitable.
—Tu cuerpo reacciona, linda —tomó mi pene con su mano y comenzó a masajearlo —Me gusta que seas tan genuina.
Mi pene alcanzó en segundos la erección total, sin embargo su mano aún seguía cubriendo por completo mi miembro. Lo que él podía hacer con una mano conmigo  yo no podía hacerlo ni con dos con él. Estaba claro cuál era mi lugar.
—Date la vuelta —ordenó soltando mi miembro.
Obedecí y me giré aún con mis bragas en mis piernas. Sentí una de sus manos acariciando mi nalga derecha, luego bajó por mis muslos y volvió a subir por el interior lo que me causó escalofríos. Apretó mi nalga con su mano como comprobando la calidad de la carne y luego sentí su otra mano haciendo lo mismo con mi otra nalga.
—¿Haces ejercicio? —preguntó
—A veces —respondí orgullosa.
—Se nota, tienes un lindo culito, pequeño pero redondito y paradito.
Tomó mi bragas de nuevo y las subió cubriendo mi culito, luego sentí como tomaba la tela que cubría mis nalgas y la metió entre ambas como si fuera una tanga y tiró hacía arriba lo que me provocó escalofríos de nuevo y un leve gemido.
—Uffff linda, que rico culito —me dio una suave nalgada —Vamos a ver ese agujerito.
Volvió a bajar mis bragas pero esta vez las llevó hasta el suelo, levanté mis pies uno tras otro para que me la quitara por completo y casi en seguida volví a sentir sus manos tomando mis nalgas y apretándolas hasta que las separó dejando mi ano a su vista.
—¿Y dices que esta belleza de agujero es virgen? —preguntó.
—Sí... —respondí —Bueno, solo he usado juguetes pero ningún hombre me ha penetrado.
Solo escuché un ligero ruido de gusto como respuesta. Sus manos continuaron acariciando mis nalgas, apretándolas y de vez en cuando me soltaba una nalgada suave hasta que en cierto momento mientras mantenía mis culito abierto con sus manos sentí su respiración haciendo cosquillas en mi ano y luego sentí algo ligeramente duro haciendo presión.
Rodrigo aspiro con su nariz metida entre mis nalgas como si deseara adueñarse de mi ano lo cual consiguió que me excitara enormemente.
—Que delicia de culo —dijo entre mis nalgas sin dejar de oler —Huele a nena.
Soltó mis nalgas no sin antes darme una nalgada un poco más fuerte y luego me ordenó que yo misma abriera mi culito. Me empiné ligeramente y separé mis nalgas con mis manos, luego sentí repentinamente su lengua acariciando alrededor de mi ano lo que causó que soltara un gemido inmediatamente y soltara ligeramente mis pompas.
—¿Te gusta cariño? —Sentí su aliento en mi anito húmedo.
—Sí —dije sintiendo como volvía a lamerme cada vez más cerca de mi ano.
Cuando su lengua finalmente alcanzó mi ano sentí una descarga de placer que hizo que mis piernas temblaran ligeramente y mi cuerpo reaccionó asiéndose hacía atrás como si deseara que su lengua entrara en mi.
Su mano tomó mi pequeño pene erecto y comenzó a masturbarme mientras seguía comiéndome el culito. Jamás había sentido tanto placer, mis piernas comenzaron a temblar más y sentía que no podía mantenerme en pie. Mi pene comenzó a soltar gotitas de líquido preseminal que Rodrigo tomó con sus dedos y untó en mi ano para luego continuar comiéndomelo.
—¡PARA! —grité cuando sentí la sensación de correrme cerca además de una ligera pero extraña sensación de calorcito en mi ano —¡Para por favor! No quiero correrme —le rogué.
Rodrigo dejó de masturbarme pero no dejó de comerme el culo pensando que sería suficiente pero la sensación de calorcito en mi ano comenzaba a crecer, una sensación extraña que comenzaba a enajenarme. Mi ano se abrío ligeramente cuando Rodrigo metió húmeda lengua dentro de mí lo que causó que  la sensación se incrementara. Mi pene comenzó a chorrear gotitas al suelo y mis piernas finalmente cedieron obligándome a tirarme a un lado de Rodrigo.
—¿Tuviste un orgasmo? —preguntó Rodrigo mientras me sostenía.
—No... no sé —respondí con la respiración agitada.
Rodrigo me ayudó a sentarme mientras me recuperaba, había sido una sensación extraña pero ridículamente placentera.
—Tienes un culito espectacular —me dijo mientras se levantaba —pero no es suficiente.
Se quedó de pié frente a mi con su verga dura apuntando a mi boca obviando lo que debía hacer. Tomé su verga y comencé a masturbarlo mientras miraba aquél pedazo de carne entre mis dedos. Luego usé mis dos manos y esta vez metí a mi boca el resto de su verga. Su cabeza se alojó dentro de mi húmeda boca y comencé a mover mi lengua alrededor de ella.
—Sí Andrea —decía entre suspiros —Sigue así cariño.
Retiré una mano para poder meter más de su verga a mi boca. El sabor era fuerte, pero rico. Una mezcla entre salado y el delicioso sabor de su pene.
Rodrigo comenzó a mover sus cadera como si quiera follarme la boca a lo que simplemente me relaje, abrí la boca más y dejé de moverme dándole a entender que podía hacerlo. Sus movimientos eran lentos y suaves pero poco a poco comenzó a moverse más rápido y brusco hasta que tuve que separarme ocasionalmente para respirar.
—A mi no me engañas —decía mientras su verga se perdía parcialmente dentro de mi boca —Esta garganta esta entrenada putita.
No me dejó responder aunque deseaba explicarle que practicaba con mi dildo casi todos los días. En lugar de eso su verga continuó follándome la boca un rato más hasta que la sacó llena de mi saliva. Algunos hilos de saliva que colgaban de su verga y mi lengua terminaron sobre mis piernas
—Dios —suspiró —¿Cómo has hecho eso?
—Práctica —dije, pero me arrepentí al instante porque podía mal interpretarlo —Practico con mi dildo —añadí.
—Buena chica —sonrió —No esperaba encontrar hoy una nena tan perfecta como tu.
Sonreí y me sonrojé al instante, no pude evitar sentirme bien con sus palabras.
—De momento no tengo duda —dijo más tranquilo —solo falta probar algo más.
—Claro —respondí mientras me levantaba.
Le dí la espalda, subí las rodillas al sillón y me recargué en el respaldo dejando mi culito a su disposición.
—¿Dónde quedó la chica tímida? —preguntó.
—Aún soy tímida —me incliné más bajando mi espalda —Pero estoy tímidamente excitada.
Rodrigo se inclinó frente a mi culito y volvió a comerme el anito pero esta vez con más pasión. Sentía su lengua agresiva y desesperada intentando adentrarse más dentro de mi ano, como si quisiera alcanzar algo dentro de mi. La sensación fue tan repentina que no pude contener mis gemidos y mi pene que había estado algo flácido ahora comenzaba a ponerse duro de nuevo.
—Voy a llenarte este culito de semen cariño —dijo entre mis nalgas.
Rodrigo tomó mi pene y comenzó a masturbarme mientras su lengua me acariciaba por dentro. Mis ojos comenzaron a perderse y mi mente a sucumbir al placer. No sabía cómo había llegado a esa rica situación pero no quería salir. Por un momento olvidé el dinero, habría hecho todo ello sin necesidad de recibir algo a cambio más que el intenso placer que estaba sintiendo.
Su lengua y mano aumentaron la velocidad, el mayor placer lo sentía dentro de mi, su lengua se movía de una manera que acariciaba todo mi interior causándome pequeñas contracciones que aprisionaban su lengua dentro de mi.
—Me avisas cuando estés a punto —dijo y asumí que lo decía para detenerse a tiempo.
La sensación fue creciendo dentro de mi, mi ano se contraía con fuerza como si no quisiera que su lengua saliera de mi y mi pequeño pene no dejaba de chorrear. Mis gemidos era más fuertes y mi respiración mucho más agitada hasta que el calor se expandió desde mi ano hasta todo mi abdomen y bajó a mi entrepierna.
—¡PARA! —grité rápidamente sabiendo que ya era tarde.
Rodrigo sacó su lengua de mi interior, mi ano sintió un ligero frío húmedo pero la sensación de calorcito no desapareció, luego sentí como Rodrigo jaló mi pene hacía él entre mis piernas e inmediatamente sentí el calor de su boca abrazando mi pene.
—¡No! —grité —¡ME VOY A CORRER!
La sensación de calor finalmente alcanzó mi entrepierna y sin poder evitarlo mi pene comenzó a soltar chorros de mi semen que fueron a parar directamente a la boca de Rodrigo. Sentía como succionaba mi verga como si deseara sacarme hasta la última gota. Mi mente se quedó en blanco en medio del orgasmo, mis piernas temblaban y mi boca hacía extraños ruidos de placer.
Cuando finalmente el orgasmo pasó sentí como Rodrigo sacaba mi verga de su boca, un par de gotitas más de semen cayeron al sillón.
—Te dije —suspiré —Que iba a correrme.
Jamás habría esperado lo siguiente.
Rodrigo tomó mis nalgas con sus manos y sentí su respiración de nuevo en mi ano. Su lengua volvió a entrar dentro de mi, pero esta vez se sentía más viscosa y suave, como si estuviera llena de...
—¿Qué haces? —pregunté intentando recuperar la razón.
No respondió. Su lengua salió de mi ano y este se quedó abierto como si esperara que su lengua regresara, pero en lugar de eso sentí un líquido caliente entrando por mi hoyito. Rodrigo estaba llenando mi ano con mi propio semen.
El espeso y caliente líquido comenzó a entrar dentro de mi escurriéndose por mis entrañas. La sensacion de calorcito comenzó a regresar y mi mente regresó a aquél éxtasis de placer. La lengua de Rodrigo volvió a entrar dentro de mi y empujó el resto del semen dentro de mi.
—Listo, ahora sí estás lista —dijo con la boca ahora vacía.
No alcancé a responder, sentí la cabeza de su duro pene haciendo presión en mi ano.
—Relájate —susurró a mi oído —Quiero que lo disfrutes.
Mi ano no tardó en acoplarse a la cabeza de su verga y lo recibió cálidamente. Entre la dilatación que me había hecho con su lengua y el semen dentro de mi que estaba actuando como lubricante a penas y sentí dolor cuando comenzó a entrar poco a poco.
—¿Crees que la aguantes toda? —preguntó.
Asentí con la cabeza mientras gemía y sentía como su verga llenaba aquél espacio dentro de mi.
Sentía un rico placer por el roce de su verga con mi interior a cada centímetro de carne que entraba a mi y no podía evitar gemir.
—¿Vas a romperme el culito? —pregunté sorprendiéndome a mi misma.
—Sí putita —bufó —Tu culito va a recibir tanto semen que escurrirá cuando terminemos.
Sentía su duro pene abriéndose paso dentro de mi hasta que sentí sus grandes testículos rozando mis notablemente más pequeños testículos, entonces supe que había entrado toda su verga.
—Tienes un culito goloso puta.
Comenzó a moverse lentamente sacando y metiendo parte de su verga. Dentro de mi podía sentir un líquido caliente siendo bombeado. Mi ano estaba lleno de mi propio semen y la verga de Rodrigo. Su mano derecha me tomó de la cintura mientras continuaba con sus movimientos y yo con mis gemidos.
—Me encanta que gimas putita —aumentó ligeramente el ritmo —¿Vas a ser mi perra?
—Sí —dije sin voz —Sí, sí sí.
Rodrigo me tomó del cuello y me jaló hacia él, podía sentir su respiración en mi nuca. Su verga parecía que se hacía más grande dentro de mi pero en realidad era mi ano el que se estaba apretando para ajustarse a su verga.
—Que rico aprietas putita.
Sus movimientos comenzaron a ser más rápidos, su verga comenzaba a salir y entrar un poco más lo que causaba que sus testículos chocaran con los míos de vez en cuando causando un ligero pero rico dolor. Podía sentir mi semen dentro de mi amortiguando sus embestidas que poco a poco comenzaban a ser más salvajes.
—Que rica verga tienes papito —dije genuinamente —Quiero ser tu putita siempre.
Mis palabras causaron algo en Rodrigo que comenzó a moverse mucho más rápido, su mano apretó mi cintura con fuerza y comenzó a bufar como animal.
—Así papito —dije totalmente rendida al placer —Sí papi, que rico.
Mi mano se diriguió a mi pequeña verga que estaba dura también y comencé a masturbarme mientras sentía la verga de Rodrigo rompiéndome por dentro.
—¿Quieres ser mi putita entonces? —preguntó entre gemidos.
—Sí, quiero ser tu puta.
—¿De quién es este culito rico entonces?
—Tuyo —dije gimiendo.
—¿De quién? —me soltó un nalgada.
—Tuyo papi, úsalo como quieras, rompelo y llénalo de tu semen.
Sus dedos se clavaron en mi cintura y mi culo chocaba salvajemente con su pelvis. Nuestros cuerpos chocando se escuchaban por todo el departamento. Mi ano hacía un rico sonido con cada arremetida, como si algo quisiera salir.
—Voy a correrme putita ¿Estás lista?
—Sí, dámelo todo—dije moviendo mis caderas junto a él.
Nuestros cuerpos se sincronizaron en un movimiento perfecto en el que su pene entraba hasta el fondo de mi cuerpo, lo cual despertó de nuevo aquél calorcito en mis entrañas y comencé a masturbarme más rápido.
Sus bufidos juntos a mis gemidos también se sincronizaron, sentía sus dedos clavándose más en mi cintura y sus arremetidas continuaban a un ritmo delicioso y perfecto hasta que la rica sensación de calor se expandió desde mi vientre por todo mi cuerpo causándome que perdiera la razón por unos segundos, cuando el calor alcanzó mi pene comencé a correrme, no salió mucho semen, pues había eyaculado la mayoría en la boca de quien ahora me penetraba, pero la sensación era deliciosa. Sentí una enorme presión dentro de mi cuando Rodrigo comenzó a soltar todo su semen dentro de mi culo. Dejé que mi cuerpo se cayera y sentí el peso del cuerpo de Rodrigo sobre mi haciendo lo mismo. Durante unos segundos perdí el sentido de la realidad hasta que lentamente comencé a recobrar el sentido.
Rodrigo suspiro profundamente.
—Eso ha sido el mejor sexo de mi vida —dijo aún dentro de mi.
Sonreí satisfecha, mi pequeño pene ahora flácido colgaba mientras escurría algunas gotas restantes de semen.
—Gracias —fue lo único que atiné a decir.
—No seas tonta —dijo mientras salía lentamente de mi —Yo debería agradecerte.
Sentí algo extraño, una enorme sensación de defecar se apoderó de mi cuerpo.
—¡Espera! —le dije —No la saques.
—¿Por qué?
—Me siento rara.
—¿Rara por qué? —preguntó confundido.
—Como si tuviera que ir al baño —dije apenada.
Rodrigo comenzó a reírse débilmente, habíamos gastado ambos bastante energía, luego continuó sacando su verga.
—¡Te dije que esperes! —le grité, la mitad de su verga ya estaba afuera y la sensación creció.
—Tranquila —acarició mi brazo —Es normal, además debo verlo.
—¿Ver qué? —pregunté.
No respondió, continuó sacando su verga lentamente. De cualquiera manera no podía hacer nada, quizá pedirle que cerrara los ojos pero no hubo tiempo. Cuando su cabeza estaba a punto de salir la sensación aumentó y apreté como si no quisiera que terminara de sacar su verga.
—¿Estás lista? —me preguntó mientras reía.
Respiré profundamente y asentí con la cabeza.
Cuando su verga salió escuché un profundo “pop” y enseguida sentí como salía todo. Una combinación de aire en gases ruidosos junto con semen. Intenté controlar mi esfinter pero era imposble. Cuando terminó de salir todo Rodrigo comenzó a reir.
—¿Ves? Ni rastro de mierda —me dió una nalgada —Solo tu semen y el mío, eres una nena limpia, me encantas.
Sentí como el espeso y aún caliente líquido escurría por mi ingle y luego goteaba al sillón.
Rodrigo tomó su celular de la mestia de centro y comenzó a tomar fotos de mi culo lleno de nuestro semen.
—¡No! —le dije dando manotazos —¿Qué haces?
—Tranquila —dijo bajando el celular —No sale tu rostro, además son solo para mi, jamás compartiría esta maravilla con nadie, soy demasiado envidioso y celoso para ello.
—¿Me lo prometes? —pregunté ingenuamente.
—Palabra de hombre.
Confié en su palabra, pues ciertamente como hombre no me había fallado, al contrario. Me incliné más para que tuviera mejor vista de mi culo y empujé para que saliera todo el semen.
—Eso cariño —decía mientras apuntaba con su celular —Que rico culito tienes.
Cuándo terminamos Rodrigo me llevó cargando a su baño y me metió a la regadera, él mismo me bañó y aprovechó para manosearme un par de veces.
—Tienes un cuerpo hermoso Andrea.
—Gracias —respondí sonrojada.
—A este punto siento que debo ser yo quien te pida que seas mía.
—No lo pidas —dije debajo del chorro de agua —Yo acepto con gusto.
—Gracias —dijo ahora él.
—Pero no olvides lo que necesito.
Rodrigo sonrió y continuó bañándome hasta que mi cuerpo quedó limpio. Cuando salimos de la regadera sentía mis piernas débiles y a penas podía caminar. Comencé a vestirme de nuevo con mi ropa de varón.
—Puedes quedarte aquí si deseas —dijo al verme con dificultades para caminar.
—No —respondí —Tengo que regresar a cuidar a mi Madre.
—Entiendo —respondió decepcionado
Rodrigo entró en lo que supuse que era su habitación y luego regresó y se detuvo detrás de mi.
—¿Tenemos un trato? —me preguntó al oído.
—No sé —respondí mientras me daba la vuelta —Tu dime.
Rodrigo extendió su mano con un faje de billetes, mucho más de lo que esperaba.
—Pero... —tartamudee —Esto es... mucho —dije.
—Es una especie de pago inicial —Sonrió —Úsalo para tus gastos y de tu familia, pero también quiero que lo gastes en ti, en mi nena. —tomó mi mano y puso el fajo de billetes en ella —Compra cremas para la piel, ropa de nena, lo que sea, pero gástalo en ti, nena.
Asentí con la cabeza mientras lo veía sorprendida, tuve unas inmensas ganas de colgarme de su cuello y besarlo pero intenté contenerme.
—¿Puedo darte un abrazo? —pregunté notando mis ojos llorosos.
—No —dijo secamente —Mejor bésame.
Se acercó a mi, tuvo que inclinarse pero nuestros labios se encontraron. Por alguna razón ese beso resultó mucho más íntimo que lo que habíamos hecho minutos antes, y eso que literalmente Rodrigo había recibido mi semen en su boca y luego lo había inyecto en mi ano. Sus labios eran suaves y sentí un ligero sabor a semen, mi propio semen. No me importó, lo abracé del cuello y continué besándolo.

3 comentarios - Relato: Culito virgen listo para estrenar

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Muy buen relato!!!! Felicitaciones!!!! + 10!!!!