"¡Te quiero ver garchando con otro!", me dijo Nico. No me lo dijo de repente. No fue que no pudo contener el impulso, envuelto en la calentura. Ya venía pensando en decírmelo, seguramente. Había preparado el camino de a poco, sin que yo me diera cuenta.
Ahora, a la distancia, me puedo acordar de la primera vez que hablamos acerca de las posibles reacciones ante eventuales infidelidades de la pareja. Me acuerdo que yo dije que ni loca perdonaría una infidelidad, que si me enteraba de que me fueron infieles automáticamente terminaba la relación, sin segundas oportunidades. Él, sin embargo, tenía una posición diferente. Me dijo que él no estaba tan seguro de no perdonar una infidelidad, que pensaba que había matices, y que a esta altura de su vida no sabía si se perdería de vivir algo lindo sólo por el hecho de que su pareja haya garchado con otra persona. Me sorprendió, me pareció super abierto. "¡Qué apertura! ¡Qué culto¡", pensé jaja.
O. años más tarde, cuando ya con más confianza en el otro, hablamos acerca de la posibilidad de hacer tríos. Por supuesto que yo le dije, como aún le digo, que no estoy preparada para verlo con otra chica. Y él, para mi no tan grande sorpresa, me dijo que si bien le encantaría hacer un trio conmigo y otra mujer. también disfrutaría de un trio con dos hombres. En ese momento recuerdo que le dije que no me imaginaba, pero que tampoco desconocía que me pintaba un poco esa idea.
Cuando salía con amigas también daba señales. Me alentaba constantemente a que me sintiera linda cuando saliera, y jamás tenía un pero para que yo lo hiciera.
Lo cierto es que no me sorprendió del todo que me dijera que quería verme garchando con otro. No fue tremenda sorpresa. Pero tampoco fue bien recibido por mí al principio. No me daba la entera confianza que eso fuera cómo él me lo decía. Que lo que le interesaba era que yo pudiera disfrutar de mi sexualidad sin ataduras. Pensé que escondía detrás la intención maquiavélica de estar con otras chicas, desprendiéndose de mí.
Le costó convencerme de que no era esa su intención, recuerdo. Me mostró entonces lo que era el Cuckold. Y ahí aprendí que hay algunos hombres que, vaya a saber por qué, disfrutan de sentirse inferiores. Entonces la idea de que nosotras garchemos con otros no solo no les molesta, sino que los potencia. No es fácil asumirlo, lleva un proceso. Hay que permitirse hacerlo, sin sentirse presionada. La decisión es nuestra ahí.
Después de mucho insistir, y tratar de convencerme con diferentes evidencias me animé a dejarme convencer. Me animé a probar. (Sigue)
Los leo, bebotes.
Ahora, a la distancia, me puedo acordar de la primera vez que hablamos acerca de las posibles reacciones ante eventuales infidelidades de la pareja. Me acuerdo que yo dije que ni loca perdonaría una infidelidad, que si me enteraba de que me fueron infieles automáticamente terminaba la relación, sin segundas oportunidades. Él, sin embargo, tenía una posición diferente. Me dijo que él no estaba tan seguro de no perdonar una infidelidad, que pensaba que había matices, y que a esta altura de su vida no sabía si se perdería de vivir algo lindo sólo por el hecho de que su pareja haya garchado con otra persona. Me sorprendió, me pareció super abierto. "¡Qué apertura! ¡Qué culto¡", pensé jaja.
O. años más tarde, cuando ya con más confianza en el otro, hablamos acerca de la posibilidad de hacer tríos. Por supuesto que yo le dije, como aún le digo, que no estoy preparada para verlo con otra chica. Y él, para mi no tan grande sorpresa, me dijo que si bien le encantaría hacer un trio conmigo y otra mujer. también disfrutaría de un trio con dos hombres. En ese momento recuerdo que le dije que no me imaginaba, pero que tampoco desconocía que me pintaba un poco esa idea.
Cuando salía con amigas también daba señales. Me alentaba constantemente a que me sintiera linda cuando saliera, y jamás tenía un pero para que yo lo hiciera.
Lo cierto es que no me sorprendió del todo que me dijera que quería verme garchando con otro. No fue tremenda sorpresa. Pero tampoco fue bien recibido por mí al principio. No me daba la entera confianza que eso fuera cómo él me lo decía. Que lo que le interesaba era que yo pudiera disfrutar de mi sexualidad sin ataduras. Pensé que escondía detrás la intención maquiavélica de estar con otras chicas, desprendiéndose de mí.
Le costó convencerme de que no era esa su intención, recuerdo. Me mostró entonces lo que era el Cuckold. Y ahí aprendí que hay algunos hombres que, vaya a saber por qué, disfrutan de sentirse inferiores. Entonces la idea de que nosotras garchemos con otros no solo no les molesta, sino que los potencia. No es fácil asumirlo, lleva un proceso. Hay que permitirse hacerlo, sin sentirse presionada. La decisión es nuestra ahí.
Después de mucho insistir, y tratar de convencerme con diferentes evidencias me animé a dejarme convencer. Me animé a probar. (Sigue)
Los leo, bebotes.
18 comentarios - ¿Tu novio te dijo que quiere ser cornudo?