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Capítulo I: Mi esposa Mónica: El juego sucio de mis amigos

Capítulo I:  Mi esposa Mónica: El juego sucio de mis amigos



Un momento para reflexionar, había tenido un día maravilloso con la familia. Mis hijos estaban emocionados de que este fin de semana los llevaría al parque y a ver una película animada que tanto habían esperado.


La comida estuvo fantástica, mi bella esposa tan dulce con todos. Un fin de semana normal como todos los anteriores.


Despertar, desayunar en familia, salir a realizar las compras, comer con mi cuñada y su esposo, parque y cine y para finalizar la visita a casa de mi suegros, donde solían quedarse mis hijos de domingo a lunes para que mi suegro los llevara a la escuela, ya que por trabajo nosotros batallábamos.


Todo fue igual este fin de semana …. bueno excepto un par de cosas. Este lunes yo no trabajaba y mi esposa tampoco, pero mis suegros no lo sabían.. Aun así, mis hijos se quedarían con sus abuelos.


—Viste a la mujer que entró a esa habitación.


Un sujeto se recargaba en el barandal de aquel pasillo, mientras su compañero hacía lo mismo.




—Si vaya que mujer. Qué suerte tiene ese tipo con el que entró.


Les decía un domingo familiar, un día común y corriente y una noche totalmente diferente a la del resto.


Mi teléfono vibró. Respondí


—Bueno. ¿Hola? Oye le estoy marcando a Mónica y no responde, bueno sí respondió, pero se cortó la llamada, se escuchaba un poco agitada ¿estás con ella? ¿Está bien?


—Hola, si… pero está ocupada en este momento. Si gustas puedo darle tu recado ¿está todo bien?


—Si, solo quería pedirle información de un pedido que hicimos, pero no es nada importante.


—Le diré que se comunique.


—Gracias cuñado. Hasta mañana.


El corazón me temblaba. La mujer que había entrado en aquella habitación con aquel hombre era mi esposa.


Dos meses antes


—Cariño viste la lapicera de Anita. Estoy segura que las había dejado aquí.


—No amor, yo busqué allí y no había nada.


—Bueno no podemos ir a casa de mis papás sin sus útiles.


Era domingo y habíamos estado ese día lluvioso en casa, pero era hora de dejar a mis hijos con mis suegros.


Actualmente tengo 32 años y vivo con mi esposa Mónica de 27 y mis dos hijos Anita de 6 años, estudiando la primaria y José Miguel de 3 recién entrando al preescolar.


Trabajaba para una compañía del ramo farmacéutico a las afueras de la ciudad. Mi esposa había comenzado a trabajar para una empresa farmacéutica que le trabaja a mi compañía por lo que era común en ocasiones coincidir en el trabajo.


A sus 27 era la mujer de mis sueños la hija menor de dos hermanas.


Nos conocimos en la secundaria y desde el momento que la conocí pensé que era la mujer de mi vida. Sin embargo, en aquel año no era ni la mitad de lo que soy ahora y no es que ahora sea mucho. Pero del chico tímido e introvertido que era antes, pues ahora… ya no soy tan tímido.


Su hermana mi cuñada era una mujer guapa a sus 39 años mostraba un cuerpo aún bien conservado, sin embargo, mi esposa seguía siendo la más bella de las 2.


No era alta 1.60 de piel morena clara y de cuerpo curvilíneo sin duda se había llevado las mejores partes de la repartición. No tenía un pecho muy grande, pero sin duda el tamaño perfecto para disfrutar en cada mano. Pero lo que sin duda se había llevado como premio era su bonito trasero. Un par de nalgas que sobresalían de su hermoso perfil, dejando sin aliento aquellos que veían su estrecha cintura y su cuerpo de guitarra.


En aquellos meses la carga laboral era bastante tediosa con muchos papeleos por varias certificaciones mi trabajo era el de calidad por lo que solía visitar varios departamentos involucrados en el proceso de los medicamentos. En ocasiones cuando mi esposa visitaba el lugar por motivos de inspección en el departamento de logística solía pasar a verme y darme un breve saludo.


Sus pantalones de oficina y su blusa blanca dejaban su bien marcado su hermoso cuerpo a pesar de que siempre usaba una bata o chamarra de su empresa no podía evitar mirarla cuando se deshacía de ella.


No tenía muchos amigos en mi trabajo y no solía ser de las personas a las que los demás buscarán. Este fin de semana mi esposa después de dejar a los niños, decidió pasar a cenar algo de regreso. Pasamos a una zona de negocios de comida y bares donde pudimos encontrar un buen lugar para cenar antes de ir a casa.


—El día de mañana estaré de visita en tu trabajo, mi nuevo jefe nos ha pedido supervisar a los transportistas que recogen mercancía, al parecer ha habido faltantes.


—¿Enserio? Me agradaría verte mañana, aunque no sé en qué departamento estaré. Me tienen un poco atorado con unos papeles para las certificaciones lo más seguro es que me encuentre hasta el fondo por la oficina olvidada de mermas.


—No te preocupes me daré una escapada y quizás nos veamos. Por cierto ¿te comenté del nuevo uniforme?


—No, no me comentaste nada.


—Bueno es que aún no me lo dan, se supone que mañana llegará. Me iré con ropa de salir y me cambiaré en el trabajo.


—Si, aunque toda pinta que va a estar lloviendo ¿saldrás tarde? Puedo pasar por ti saliendo….


—No, bueno es que lo más seguro es que vaya tarde a tu trabajo, y estaré el resto del día allí, así que si salimos a la misma hora podemos volver juntos a casa.


Terminamos de cenar y volvimos a casa, no sin evitar notar la mirada del mesero que nos atendió hacia mi bella esposa.


En la mañana siguiente nos despedimos en casa y aunque suelo irla a dejar a su trabajo este día no pude porque entraba un poco antes que ella.


El día fue normal, papeles por aquí y por allá.


Estaba presionado y cansado, los documentos del proceso de las mermas estaban muy erróneos incluso faltantes.


Mi jefe me pidió ir y revisar aquel asunto, junto con mi auxiliar para que nos hiciéramos cargo.


Eran cerca de las 2 pm habíamos terminado de comer y salimos del comedor. Había aprovechado aquel día para relacionarme un poco con la gente de almacén que se encargaba de llevar mercancía caducada.


Mi asistente Javier un chico de 25 años muy atento, Pedro un almacenista bastante viejo que llevaba toda su vida en aquella bodega, Antonio el encargado de almacén, que ciertamente estaba molesto por la revisión que estaba haciendo a su departamento y Julio un operador bastante mal hablado, altanero y tomador a quien había conocido un par de años atrás por algunos conflictos de mala copa en eventos de la empresa.


Salimos del comedor y caminábamos por el pasillo que da al almacén y al centro de carga, donde llegan los trailers y vehículos de la empresa para girar posteriormente al fondo y dar con el almacén de caducados y a la oficina donde el viejito Juanito el encargado de las bitácoras nos esperaba.


Apenas nos acercábamos a la zona de carga cuando una figura curvilínea salía de una oficina, unos cargadores que también se encontraban allí nos impedían la vista con cajas y cosas, pero algo era seguro… aquella chica era una hermosa mujer.


Unas zapatillas negras se veían debajo de las cajas que los cargadores cargaban, pero aquellas piernas en unas medias color nude dejaban a la vista que aquella mujer tenía un hermoso cuerpo.


Una falda azul muy ajustada cubría aquel portentoso trasero y vaya que falda.


—Ves eso —dijo Javier a las personas que íbamos


—Una mamacita —dijo Antonio mientras se tocaba la entrepierna.


Aquella mujer se dio la vuelta y esquivó a los trabajadores que sin descaro la miraban.


— ¡Mónica! —dije sin pensarlo


Mi mujer sacudía su mano mientras me sonreía. El sonido de sus tacos sonaba en aquel piso sucio.


—Hola amor, no hace mucho que llegué, pero no te encontraba por ningún lado.


Mis acompañantes que habían mirado y saboreado a mi esposa sin saberlo, se apartaron un poco y continuaron su trayecto volteando la mirada sobre aquel prodigioso trasero que cubría aquella ajustada falda.


—¿Es tu nuevo uniforme? —pregunte.


—Si es este, también tengo una bata, pero hace un momento que fui a buscarte a tu oficina alguien derramó refresco sobre mí.


—Así que tú eres el esposo de Mónica.


Una voz interrumpió nuestro encuentro.


Un hombre alto, de complexión robusta y moreno se acercó sigilosamente a nosotros mientras hablábamos. Su pelo tenía algunas canas.


—Soy Rodrigo. Mónica me dijo que su esposo trabajaba aquí. Es un placer conocerte.


—Si yo soy su esposo. Dije un poco incómodo e intimidado por aquel varón.


—Bueno estaré en la oficina del gerente, tu jefe para presentarme, fue un placer conocerte —dijo — Mónica te espero, no tardes.


Me extendió la mano y se alejó de nosotros.


—Es mi nuevo jefe el que te comenté, es un poco pedante pero bastante serio en el trabajo.


—Si ya veo, tiene un apretón bastante fuerte, oye debo irme tengo bastante trabajo y las cosas no andan bien aquí. No sabía que usarías falda, ten cuidado aquí no todos son caballeros, tu me entiendes —dije


—Oh si amor la verdad es que es muy corta para mi gusto, pero también es linda ¿no crees?


Me miró con una sonrisa como de niña pequeña.


—Y ajustada —a complete


—Y si, ya noté que no son muy caballeros, bueno realmente no sé, creó que todos han sido muy lindos conmigo el día de hoy. Pero no te preocupes tendré cuidado.


Se giró y caminó hacia la oficina del gerente. Sus nalgas se movían de un lado al otro de aquella ajustada falda, no pude evitar sentir un calor entre la entrepierna sabía que mi esposa era una hermosa mujer y en cierta manera me preocupaba.


Intenté mover la cabeza para retomar la compostura y enfocarme en el trabajo que tenía por delante.


Cuando noté que todos allí miraban aquel bombón de mujer marcharse. En cuanto los vi siguieron su trabajo.


Me dirigí a la oficina para continuar.


—Está bien culona la esposa del perdedor ese.


La voz gruesa y carrasposa de Julio venía de la oficina.


—En pantalón siempre se veía bien buena pero ahora con esa faldita uff.


—Tiene una cinturita y unas caderas que de seguro ha de ser una mujer muy caliente.


—Pues espero que en casa no le falta nada, porque ese culote no creo que se llene tan fácil.


Abrí la puerta cuando escuché que las voces de los presentes hacían una pausa.


Todos voltearon y se quedaron viendo como si nada hubiera pasado.


Continuamos el trabajo por un par de horas más.


“Amor ya salí te falta mucho”


Un mensaje de Mónica me había llegado


“Dame unos minutos donde te veo”


Respondí.


"En recepción buscaré donde sentarme”


Esos minutos se hicieron casi 45 minutos.


Cuando salí a la puerta busqué por varios lados a mi esposa.


Una risa me hizo voltear.


—Sí estoy segura no te preocupes ya no ha de tardar.


—Está bien por mi enserio me queda de paso señorita.


—¿Mónica? —llamé


—Amor hola, me invitaron un café. Te estaba esperando.


Le sonrío a uno de los trabajadores que se encontraba con ella a quien le devolvió la sonrisa mientras este se despedía de ella. Aunque la cara de ese trabajador era áspera conmigo.


—¿Todo bien? Le pregunté.


—Si todo bien estuve esperándote sentada pero no venías, y bueno muchos me querían dar un aventón, pero les dije que te estaba esperando y Ponchito el señor que se acaba de ir me invitó un café así que aquí estoy, ¿cómo te fue a ti?


—Bien bastante estresado…


—Fuiste el último que se fue vi pasar a tus amigos hace un momento.


—No son mis amigos solo trabajo con ellos.


Respondí mientras la besaba y le tomaba la mano para salir de aquel lugar.


Abrí el coche y acomodé las cosas de ambos en la cajuela mientras ella se subía.


Cuando entre el panorama de lo que veía era lo mejor del día.


Mi mujer que se volteaba para colocarse el cinturón dejaba a la vista aquellas hermosas piernas que en el asiento se mostraban en una situación tan erótica.


—Wow.


Dije mientras la admiraba.


—¿Qué?


—Tus piernas se ven sexys.


—¡Oh! Es esa estúpida falda tonto es que es muy corta —decía mientras intentaba acomodarla.


—No, yo creo que son sexys.


—Si bueno no lo son cuando te sientas y otro hombre las mira.


—¿Cómo?


—Si tonto mi jefe ¿recuerdas? venía con él en su coche y lo vi varias veces mirándome.


—¿Pero te cubriste?


—¿Acaso no ves? Mira.


Dijo mientras jalaba más su falda.


—Es todo, pero no te preocupes yo creo que se tapa lo necesario solo que si es un poco corta.


—Bueno creo que tienes razón.


Continuamos a casa mientras mi cerebro pensaba en la visión de aquel hombre mirando a mi esposa rumbo a mi trabajo.


Era incómodo totalmente.


Mi esposa dejó de visitar la empresa algunos días de hecho se volvió poco frecuente sus visitas.


Pero aquellos días que iba era imposible ver como muchos la devoraban con la vista.


En el trabajo el estrés seguía igual, pero sin embargo las personas de almacén que les mencioné se volvieron más frecuentes en mi día a día incluso me ofrecieron ver los partidos de la liga en algún bar o en alguna casa de ellos. Generalmente nunca aceptó, pero aquel fin de semana mi esposa iría a cuidar a su mamá así que acepté.


Eran las 9 de la noche y nos dirigimos saliendo del trabajo a un bar donde comenzamos a ver un partido de la liga. Julio no paraba de beber como los demás y de admirar a cada mujer que veía.


Cerca de las 11 cuando el juego y las bebidas habían terminado Antonio propuso ir a un bar cerca de allí. Estaba a dos cuadras y media y era un pequeño bar de mala muerte que frecuentaban personas mayores y algún borracho de cantina.


Les dije que sería la próxima vez que me sentía un poco mareado y que debía volver a casa.
—Déjalo si yo tuviera una mujer como la de él esperando a casa ni hubiera venido con ustedes pendejos —dijo sin cuidado Julio.


Javier, Antonio, Pedro se rieron.


—Eso que ni qué, pero aún así vamos —dijo Antonio


Un poco incómodo sonreí —Bueno mi esposa no está, pero la verdad estoy un poco cansado


Me tomaron entre todos y avanzamos a aquella cantina.


Tres barras de cerveza fueron puestas en la mesa donde sin contratiempos comenzamos a beberlas.


Los temas bochornosos de sexo, mujeres y alcohol no se hicieron esperar.


—Estuve con dos mujeres la otra noche. Decía Antonio.


—Yo salgo con una mujer casada que su marido no se le para. Respondió Julio mientras nos enseñaba una foto de ella.


Una mujer mayor pero bastante hermosa.


—Enserio ese bombón se acostó contigo. Dije sin pensar


—Pendejo las mujeres solo quieren una gran herramienta como la que tengo yo para ofrecerles —Me respondió Julio bastante tomado sosteniendo su paquete con una mano.


Todos se reían.


Comenzaron a pasarse fotos y a hablar de mujeres.


—Tu mujer es un bombón.


Me dijo Pedro.


—Eres muy afortunado de estar con ella.


Todos vacilaron incluso me reí un poco con ellos, en la pantalla del bar comenzaba una película porno, me sentía un poco acalorado por todo incluso cuando una mesera me sonrío y se sentó en mis piernas.


—¿Me invitas una copa?


—Oh no, no lo siento solo venimos a tomar un poco


La chica con un puchero se paró y se dirigió a Antonio quien inmediatamente la abrazó.


A los minutos me sentí bastante mareado pero un poco excitado por todo lo que estaba ocurriendo alrededor.


Intenté sacar el teléfono que parecía estar vibrando.


“Amor creo que deje abierta la llave de nuestro baño cuando llegues revise por favor”


Alcance a leer con dificultad aquel mensaje.
Comencé a escribir pero todo se veía borroso.


“amor te escijrdjfjwdufjfbd”


Alcanzaba a leer con bastante dificultad mis propias letras.


Julio que estaba alado mío me dijo —ya te hablan.


—No sé, creó que es mi esposa, veo todo borroso. Respondí


—Te ayudo —dijo Julio


Mientras le daba el celular.


—Dice que dónde estás que te está marcando.


—Puedes responderle que estoy con ustedes que ya voy a casa.


—Si yo le digo.


Estuvo escribiéndole mis mensajes que con dificultad le decía. Antonio y Julio se ayudaban compartiendo el celular.


Me quedé dormido un momento y cuando desperté le dije a Antonio si podía llevarme a casa. Salimos y pedimos un taxi.


Julio y Antonio me acompañaron a casa y me ayudaron a entrar.


Reconocí el sofá de mi sala.


Era de día y la luz de la ventana daba en la sala.


Era mi día de descanso, me dolía la cabeza y no sabía dónde estaba.


Me paré y tomé un poco de agua.


Revise mi celular tenía llamadas perdidas de Mónica. Le marqué de inmediato.


—Hola amor ¿Hola?


—Hola amor, aquí estoy ¿todo bien?


—Si vengo despertando perdona no supe cómo llegué a casa creo que me trajeron.


—Noche larga ¿eh?


Se reía mi esposa.


—Me alegra que tengas nuevos amigos y salgas un poco.


—Si bueno creo que sí.


—Eso lo explica todo… creo que andabas bastante caliente ayer me sorprendiste mucho.


—Espera ¿qué?


—Las fotos bebé.


—¿Qué fotos…


—Las que me pediste fue raro que me las pidieras ¿te gustaron? Hice lo que pude aquí con mis papás sabes que no se pueden.


—Si … si creo oye te marcó más tarde bueno voy por ti en un rato.


—No te preocupes, tomate tu tiempo.


—Para suerte tuya me vine en uniforme


—aja….


—Si las fotos las quería con mi uniforme ¿no? Se ve que te gusto.


—Si demasiado… —dije aún más confundido.


Colgamos.


Rápidamente entré en mis mensajes y busqué el historial de mi esposa pero parecía incompleto, como si hubieran borrado las fotos y el contenido multimedia que había en el chat.
Entré a la carpeta de eliminados pero no había nada.


Recordé que existía una carpeta llamada Thumbnails donde en ocasiones se guardan miniaturas de las fotos que tienes en el celular.


Y allí estaban… una foto de ella mostrando sus tetas aunque algo oscura de lo que parecía una foto improvisada de su trasero, aunque en bata dejaba ver un poco del comienzo de sus nalgas.


Mis mensajes pidiéndole esas fotos no estaban pero no tenía dudas que habían sido pedidas desde mi celular.


Quizás Julio o Antonio o ambos habían aprovechado mi celular para pedir algunas fotos a mi esposa haciéndose pasar por mí.


Y más abajo de aquellas fotos en miniatura 4 fotos de mi esposa en uniforme en poses provocativas, mostrando un poco de sus piernas y de su trasero apretado en aquella falda.


No lo había notado, pero allí estaba yo con el celular en la mano y una erección en mi entrepierna.


Fin del Capítulo I

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3 comentarios - Capítulo I: Mi esposa Mónica: El juego sucio de mis amigos

Rodolfopinga +1
Muy buena , segunda parte por favor!!!!
Ezequiel1605 +1
Exxxtra bueno muy buen Relato 👌🏼🔥😈