Buenas, no tengo perdón por demorar tanto, ha pasado un año y me disculpo, pero desde antes de escribir esta parte extra, me concentré en escribir otro relato en el que perdí interés rápidamente, prefiero no molestarlos tanto y directamente dejarlos con el relato
Si apenas encuentras este relato, es mejor que comiences con los primeros:
http://www.poringa.net/posts/relatos/4105810/Casa-compartida-parte-I.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/4109453/Amante-japonesa-parte-I.html
Cuando fui a recibir a Miguel en el aeropuerto el día de su regreso de Japón, estaba expectante de escuchar acerca de aventura en Japón con su amante japonesa. Su historia me dejó con la boca abierta, ya que no me esperaba escuchar que, de cierta forma, le pidió matrimonio a la dichosa Saeko, y mi única reacción fue celebrarle, abrazándolo en el momento que no bajamos del taxi.
Nuestro taxi se detuvo frente a la casa de mis padres, los cuales prácticamente saltaron de alegría al ver a mi hermano, nuestra madre casi lo asfixia de lo fuerte que lo sostenía, mientras que papá, solo descansó su mano sobre el hombro de Miguel, demostrándole una expresión de orgullo. Miguel, por su parte, no pudo evitar llorar, feliz de regresar a Colombia con nosotros y de poder vernos de cerca, algo que nos afectó a todos y no pudimos evitar llorar juntos mientras entrábamos a la casa.
Ese mismo día, le conté sobre mi relación con Daisy, y su reacción fue tan divertida, que me duele no ser capaz de describirla. Le expliqué todo lo que pasó, incluso el hecho de que tanto mamá y papá estaban al tanto, y aunque le molestó saber que era el último en descubrirlo, inmediatamente me felicitó, ya que Daisy era la mujer de la que los dos nos habíamos enamorado desde que éramos niños.
Al día siguiente, mientras almorzabamos juntos tocaron la puerta, y al ser el único que había terminado de comer, me levanté y abrí la puerta, encontrándome de frente con Daisy, quién me abrazó con cariño antes de preguntar dónde estaba el "pequeño Miguel", como siempre lo llamaba por ser mucho más bajo que yo. Mi hermano estiró el brazo desde el comedor, saludando a Daisy y ella, sin esperar un segundo, corrió al comedor para verlo, abrazando a Miguel con el mismo cariño que a mi, dándole pequeños besos en la mejilla.
El día continuó y las otras amigas de mi madre llegaron a la casa, junto con Marcelo, ya que los tres éramos amigos desde el colegio. Mientras que mis padres atendían a sus amigas en el comedor, Miguel, Marcelo y yo hablábamos en la sala, poniéndonos al día después de pasar tres años sin hablar mucho, la mayor sorpresa para mi hermano fue descubrir que nuestro viejo amigo consiguió novia.
- ¿De verdad? ¡Vamos! -Dijo Miguel, estirando la mano para chocar los cinco con Marcelo -Estoy muy feliz por tí, ¿Cómo se llama?
-Selene, es amiga de Daniel y él nos presentó… Es muy linda, no me la merezco.
‐ ¡Ja! No le hagas caso Miguel, él fue quien se le declaró a Selene- Dije sonriendo, a lo que Marcelo no pudo evitar sentirse un poco apenado.
‐ ¿Marcelo dio el primer paso? -Miguel no pudo evitar poner una cara de sorpresa al escucharme, mirando a nuestro amigo sin poder creerlo- ¿Quién eres y qué hiciste con mi mejor amigo?
Los tres no pudimos evitar sonreír ante su pequeña broma, los tres años de distancia no logró dañar la amistad de Marcelo y Miguel, cosa que me alegró bastante. Seguimos hablando por un rato hasta que Marcelo decidió preguntar por el anillo en el dedo anular de mi hermano, por lo que Miguel dijo que hizo una promesa en Japón, una promesa para casarse.
- ¡¿Qué?! -Los gritos se escucharon desde el comedor, todas las amigas de nuestra madre miraron en nuestra dirección, habiendo escuchado las palabras de mi hermano- ¡¿El pequeño Miguel se va a casar?!
Tanto Marcelo como yo tuvimos que salir de sala antes de que todas comenzaran a bombardear a Miguel con preguntas. Sus reacciones eran de esperarse, ellas eran amigas de mi madre desde antes de que naciéramos, y crecimos rodeados de ellas, por lo que nos tenían mucho aprecio. La única que no reaccionó así fue Daisy, ya que mi madre ya nos había contado el día que Daisy y yo le revelamos nuestra relación.
Miguel le tomó unas cuantas horas explicarlo todo, desde el momento que conoció a la famosa Saeko, hasta el momento en el que le prometió regresar a Japón para recuperar su otro anillo y pedirle matrimonio, historia que derritió por completo a todos los presentes, incluso a Marcelo, que siempre fue bastante sentimental.
Al caer la noche, todos los invitados decidieron irse, todos menos Daisy, quién decidió quedarse para hablar con nosotros hasta mucho más tarde. Mientras hablábamos, decidí robarle un pequeño beso a Daisy frente a mis padres y a Miguel, cosa que la puso roja, un poco apenada con los presentes.
-O sea que si es verdad- Dijo Miguel, mirándonos fijamente con una expresión de envidia -Me siento un poco mal por irme, si me hubiera quedado, tal vez…
Mientras decía eso, mamá lo golpeó en la cabeza con la palma de la mano -Tu tienes una mujer, ni se te ocurra andar pensando en otras.
- ¡No lo hago! ¡Es solo que no puedo evitar pensar en Daisy! -Respondió Miguel, alejándose de nuestra madre antes de que lo volviera a golpear -Ella me gustaba desde antes de la adolescencia.
-Ay Dios, no puedo creer que nunca me diese cuenta de eso- Decía mamá, acercándose a papá mientras actuaba como si esto la afectase de cierta forma- ¿Y tú, Daisy? ¿Lo sabías?
Daisy negó con la cabeza, mirándome a mi hermano y a mi antes de soltar un largo suspiro -No, solo sabía de Daniel, por obvias razones, y él me reveló hace poco que Miguel sentía lo mismo- Ante las palabras de Daisy, mi hermano me miró con una pequeña expresión de fastidio -Pero… tengo que admitir que ahora que lo pienso, puede que sus sentimientos eran un poco obvios cuando Carolina o Henry no estaban presentes.
-Dios, éramos unos prepubertos -Dijimos mi hermano y yo al mismo tiempo entre risas, causando que nuestros padres se rieran a carcajadas.
-Hijo- Al parar de reír, la voz seria de mi padre nos hizo mirarlo inmediatamente, ya que los dos habíamos sido prácticamente adiestrados a escucharlo siempre que se dirigiera a uno de nosotros -Deja de pensar un poco con el de abajo y tomate un momento para tomar una decisión según lo que te dicta el corazón. ¿Sigues interesado en Daisy, o realmente quieres casarte con Saeko?
Ante las palabras de papá, Miguel suspiró aliviado y relajó todo su cuerpo, miró a Daisy por unos segundos y luego a mi padre, negando con la cabeza antes de hablar.
-Saeko, no tengo ni que pensarlo.
‐----------------------------------
Después de una semana para aclimatarme a Colombia otra vez, comencé a ayudar en el spa de papá, y tal y como me dijo Daniel, me pagaba menos del salario mínimo al no poder darme más, aun así, no me importaba, necesitaba ganar cuanto dinero pudiera mientras buscaba otro trabajo.
Muchos de los clientes usuales del spa me reconocieron fácilmente como el hijo de Henry, solo para extrañarse al notar que era unos veinte centímetros menos de la última vez que me vieron, sorprendiendose al descubrir que era el gemelo de Daniel.
Mi hermano y yo crecimos ayudando a papá con el spa, por lo que no me costó mucho trabajar, consiguiendo incluso algún que otro cliente que preguntaban por mí e incluso me daban propinas. Seguí ayudando durante unos meses hasta que me dieron otro trabajo, uno relacionado con mi carrera universitaria, medicina.
Uno de los amigos de mi padre es el director de un hospital, y al escuchar que había regresado, nos visitó en nuestra casa y me comentó que cuando papá le mencionó que iría a Japón para estudiar medicina, él mismo se ofreció para darme trabajo cuando terminara la universidad. En un principio, me negué, no quería tener un puesto en un hospital todo gracias a nepotismo, pero el amigo de mi padre me convenció, explicándome que leyó acerca de mi universidad y vio el diploma, sorprendiendose por mis notas.
Después de hablar un largo rato con él, ofreciéndome un puesto bastante bajo dentro del hospital para iniciar desde cero junto con un sueldo tan llamativo que me dejó con la boca abierta, uno que superaba incluso al salario mínimo y en sus propias palabras, era para ayudarme, ya que mi padre le contó acerca de mi relación con Saeko pocos días antes de que nos visitase.
Poco tiempo después de su visita, empecé a trabajar en el hospital como un enfermero, ganándome muchas miradas de mis compañeros de trabajo que al parecer notaron que conseguí el puesto mucho más fácil que ellos, pero nunca se atrevieron a preguntarme. Seguí trabajando en el hospital hablando de vez en cuando con Lisandro y los otros, quienes también consiguieron trabajo, Saiba y Takao trabajaban juntos en el mismo hospital, Wilfrido trabajaba en un pequeño hospital de su ciudad y Lisandro trabajaba en el hospital de su padre.
Mientras hablábamos, recibí un mensaje de Saeko preguntándome por mi trabajo, le conté la suerte que tuve gracias a las conexiones de mi papá y le conté sobre cuánto me pagaban, lo cual convertí a yen para que fuera más fácil de entender, sorprendiendola por la cantidad de dinero.
- <¿De verdad te están pagando eso?>
-<Me van a pagar en unas dos semanas, pero si>- Al decir eso, pude ver como Saeko intentó escribir varios mensajes, borrandolos rápidamente hasta que por fin se decidió.
- <¿Cuando podrás regresar a Japón?>
Me quedé mirando el mensaje y dejé salir un suspiro, ya había mirado los planes de viaje, y no eran baratos, menos si quería quedarme más de dos semanas en Japón, por lo que solo le pedí paciencia, prometiéndole que a finales de este año, intentaría ahorrar lo suficiente para ir y no tener que preocuparme por dinero ni por cuánto tiempo me quedase.
-<No sabes cuanto te extraño Miguel… Incluso Mai me pregunta por ti de vez en cuando>
Leyendo ese último mensaje, le envíe un corazón y apagué mi teléfono, regresando al trabajo. Los meses pasaron, regresé a Colombia a casi a la mitad del verano japonés, a finales de abril y ahora estábamos en Julio, solo tenía cinco o seis meses para intentar cumplir mi promesa.
Me partí la espalda trabajando como un loco, incluso trabajando horas extras si podía para conseguir un poco más, y el dueño del hospital, conociendo las razones detrás de mi insistencia para trabajar tanto, me dio el dinero. Continúe trabajando así hasta que un día, algunos de mis compañeros se me acercaron y me ofrecieron ir con ellos a un bar con la intención de invitarme, y aunque me negué, terminaron arrastrándome a la fuerza.
Tomamos por un rato hasta que todos estábamos un poco ebrios, pero en comparación con ellos, yo estaba a punto de cerrar los ojos, seguramente me pidieron tragos mucho más cargados para emborracharme más rápido. Aprovechándose de mi estado, comenzaron a hacerme algunas preguntas, como en qué universidad obtuve mi diploma y algo de información de mi familia, hasta que me preguntaron si conocía al médico general desde antes.
Intenté negarme, decirles que no tenía que responderles mientras me levantaba para ir al baño y lavarme la cara, pero el mareo por tomar tanto y los agarres de todos para obligarme a sentar me dejaron tan desorientados, que al empezar a bombardearme con la misma pregunta una y otra vez, terminé cediendo. En un principio me miraron con enojo, hasta que uno de ellos decidió preguntarme cuál era mi salario y cuánto me daban por las horas extras que he estado haciendo, y al responder, sentí como sus miradas de enojo se contorsionaban a unas de sorpresa.
Dejaron de hablarme, algunos comenzaron a pedir tragos igual de fuertes que los que me pidieron, mientras que los otros solo miraban sus celulares, seguramente con la intención de poner alguna queja. Mi única solución fue hablar, mostrándoles el anillo en mi dedo, cosa por lo que algunos me miraron con una obvia expresión de que a ellos no les importaba, hasta que les mencioné a Saeko.
Esa era la tercera vez que tuve que contar acerca de mi relación con Saeko en Japón, les hablé sin ningún tipo de censura, al fin de cuentas, todos éramos adultos y estaba demasiado borracho como para darle importancia. Mientras hablaba, los efectos del alcohol comenzaron a desaparecer al mismo tiempo que tomaba un poco de agua, pasando de apenas formar algunas oraciones completas a sonar mucho más elocuente, recuperándome justo en el momento de la historia que descubrí el cuarto de Mai.
Miré a cada uno de mis compañeros y ahora estaban completamente interesados, calmandome un poco al ver que su enojo había desaparecido por ahora. Terminé de hablar, explicándoles la razón detrás de que les contase sobre Saeko y Mai y de porqué el duelo del hospital me pagaba tanto.
-No quiero dejarlas solas durante mucho tiempo… Amo a las dos por igual, tanto a Saeko como mi novia como Mai, la cual amo como si fuera mi hija- Al decir eso, yo mismo me sorprendí al declararlo en voz alta, suspirando para relajarme -Piensen lo que quieran de mí, conseguí mi puesto por ayuda, si, pero me gradué con honores, se lo que hago y haré lo que sea para poder regresar con ellas rápido.
Al terminar de hablar, nos inundó un silencio tan grande que comencé a preocuparme. Mis ojos saltaron entre cada uno hasta que escuché un sollozo, seguido de un llanto incontrolable, miré a mi lado y recibí un abrazo tan fuerte que me asustó por lo repentino de este. Todos los presentes soltaron un suspiro de cansancio al mirarnos.
- ¿Quién dejó que Felipe tomase?
-Nadie, parece que pidió algunos shots de whiskey sin que nos diéramos cuenta.
Los más cercanos a nosotros me ayudaron para que me soltara, explicándome que se pone muy sentimental cuando se pasa de trago y le afecta mucho estar soltero, por lo que mi historia fue mucho para él.
Cuando Felipe por fin se calmó, se quedó dormido en la mesa por un rato mientras que seguimos hablando, con los otros contándome que no estaban muy contentos por el obvio favoritismos que estaba recibiendo, pero les expliqué de que no tenía pensado aprovecharme de más del hospital, que dejaría de tomar horas extras cuando lograse ahorrar lo suficiente para visitar Japón con una estadía de tres meses, y ellos, sorprendidos por lo decidido y serio que sonaba, prometieron no volver a molestarme.
Desde ese día, tal y como prometieron, las miradas de fastidio pararon y se convirtieron en preguntas de que tal me iba y de que tanto dinero tenía, incluso forme algunas amistades con mis compañeros, los cuales tenían bastante en común con mis amigos de la universidad, por lo que les di los números de Lisandro y Wilfrido y se llevaron bien muy rápido.
Le expliqué todo lo que pasó a Saeko en una llamada y su reacción era de esperarse, se enojó conmigo por ir contando sobre nosotros y mencionar todo lo que hicimos, haciéndome reír un poco, lo cual solo me ganó un regaño de parte de ella.
-<Perdón perdón, no me río>
-<Lo único bueno de esto es que al menos no te ganaste un problema con tus compañeros de trabajo>
-<Si, son buenas personas y entiendo el porqué estaban tan enojados>
- <Técnicamente es mi culpa, ¿No?>- Preguntó Saeko, el tono lleno de preocupación.
-<No no no, no pienses eso, sí la culpa es de alguien, es mía, por no disimularlo mejor>- Dije, intentando calmarla, hasta que recordé que dije que consideraba a Mai como mi propia hija a mis compañeros de trabajo, haciéndome soltar una pequeña risa.
- <¿Y ahora de que te ríes?
-<De nada… ¿Te acuerdas de cuando lo hicimos en ese motel? ¿Que lo hicimos sin protección?>
Entendiendo lentamente a lo que me refería, la voz de Saeko comenzó a volverse un poco más pícara <Si… ¿Por qué preguntas?>
- <¿Y si lo hacemos otra vez? En lugar de hacerlo solo una vez, nos aseguramos de que funcione>
Ante mis palabras, se quedó en silencio por un buen rato, hasta que pude escuchar cómo disimulaba un pequeño grito de felicidad, seguido de decirme que ya no podía esperar más, a lo que solo pude responderle que tuviera paciencia, que estaba a punto de conseguir todo el dinero.
Después de ese día, llegamos a diciembre, cuando por fin tenía todo el dinero necesario para quedarme por tres meses en Japón, más un extra que conseguí de parte de toda mi familia y amigos cuando cumplí los 24 junto con Daniel en octubre. Al parecer, todos se habían puesto de acuerdo para ayudarme, dándome cuánto dinero lograran reunir, pero mis padres no, ellos me regalaron el ticket, por lo que todo el dinero que tenía me permitía quedarme cuanto tiempo quisiera en Japón.
Escribí a Wilfrido y a los otros, contándoles sobre el regalo que recibí y me celebraron, Saiba y Takao eran los más felices al saber que podríamos volver a vernos, pero en mi caso, solo podía pensar en volverlas a ver, por lo que decidí realizar algunas compras antes de darle la noticia a Saeko, además de hacerle una pequeña proposición a mi hermano.
------------------------------------------
Eran las ocho de la noche el dieciocho de diciembre, todavía estaba trabajando en el bar cuando sentí la vibración de mi celular en mi bolsillo, por lo que lo saqué para mirar, y mis ojos saltaron cuando reconocí el nombre de Miguel. Por desgracia, aún no podía cerrar el bar, necesitaba aprovechar las fiestas de diciembre para ganar algo de dinero, por lo que me vi obligada a dejar mi celular de lado hasta las doce de la noche, donde ya la mayoría de los clientes habían salido y los únicos que quedaban eran oficinistas tan pasados de trago que apenas y formaban alguna oración coherente.
Presioné la notificación y miré el mensaje de Miguel, el cual solo era una foto de dos tickets y una fecha, "23 de diciembre", lo cual debió ponerme muy feliz, ya que los oficinistas me preguntaron el porqué estaba tan feliz.
Siguieron tomando por una hora más hasta que los eché del bar para evitar que causasen algún problema y poder cerrar, dirigiéndome a la estación de tren para regresar a mi apartamento, donde encontré a Mai dormida en el sofá, seguramente esperándome. La cargué con cuidado y la dejé en su cuarto, dirigiéndome al mío para dormir, no sin antes enviarle dos mensajes a Miguel, uno diciéndole cuánto me alegraba volverlo a ver en persona, y otro preguntándole por el segundo boleto de avión.
Al día siguiente le comenté a Mai el hecho de que Miguel regresaría vendría a Japón en una semana, cosa que la alegró mucho, ya que los dos habían interactuado lo suficiente como para que ella terminase por encariñarse con él, razón por la cual me hacía preguntas de vez en cuando acerca de Miguel al saber que seguíamos en contacto.
También le avisé a Saori, la cual se sorprendió por tan temprano regreso por parte de Miguel, pero cuando le conté de mi exigencias por volverlo a ver, mi hermana entendió rápidamente la razón. Mientras hablábamos, Saori decidió preguntarme si teníamos algún plan con nuestra relación, y decidí decirle la verdad, que ya habíamos intentado tener un hijo antes de que Miguel regresase a Colombia, algo que la dejó con los ojos abiertos por mi revelación, imaginando por su parte una respuesta a su pregunta.
Dos días antes de la llegada de Miguel, decidí mencionar su regreso a Natsuki y a Kaori. La segunda no se sorprendió mucho al seguir de pareja con Takao, quien ya que había dicho que su amigo regresaría dentro de poco, mientras que Natsuki se alegró mucho por mi al escuchar la noticia, ofreciéndose a hacerme compañía el 23 de diciembre en el aeropuerto para no esperarlo sola, pero me negué, porque quería recibir a Miguel sola junto con Mai.
Por fin llegó el 23 de diciembre en Japón, mientras que para Colombia aún era el 22 por la diferencia horaria, Miguel me contó que tomó su vuelo el 21 en Colombia para poder llegar el día que me prometió. Salí de mi apartamento junto con Mai cinco de la tarde, vistiendo ropa lo suficientemente abrigada por el fuerte invierno y las dos nos dirigimos al aeropuerto, donde esperamos por una horas hasta que recibí un mensaje de Miguel avisando que ya tenía señal, por lo que ya habían aterrizado.
Esperamos por una hora más hasta que por fin comenzaron a salir los pasajeros del vuelo de Miguel, los cuales se conformaban de una infinidad de turistas, pero no les preste mucha atención, hasta que mis ojos se posaron en dos figuras, una de ellas la reconocía muy bien por haberla visto durante un año y medio, por lo que no pude evitar lanzarme a sus brazos con lágrimas en los ojos cuando se acercó lo suficiente.
-<Ya estoy de vuelta>- Dijo Miguel sonriendo, haciéndome soltar una pequeña risa al volver a escuchar su voz tan de cerca.
-<No tienes idea de lo mucho que te extrañe>- Dije mientras los abrazaba, no tenía intención de soltarlo, por lo que acomodé mi cabeza en su hombro al mismo tiempo que miraba a Mai.
-Hola Miguel, es bueno volver a verte- Mai se acercó a nosotros un tanto tímida, intentando actuar tan madura como siempre, solo para recibir un fuerte abrazo por parte de Miguel.
-También me alegro de verte Mai, te extrañé mucho.
Ante sus palabras, Mai dejó ir su acto de madurez y se aferró a Miguel por un largo rato, llenándome de ternura por verlos así, hasta que recordé a la segunda figura, la cual se había parado frente a nosotros, cubierto de ropa tan gruesa junto con un cubrebocas, era imposible verlo bien.
-Se ven muy tiernos así hermano, y aunque me dijiste que la niña sabía español, no pensé que sería tan buena- Dijo la figura mientras los miraba, pasando a verme antes de bajarse el cubre bocas, asustandome un poco al mostrarme el mismo rostro que Miguel -Imagino que eres Saeko, un gusto.
-Ah, claro, nunca le conté- Dijo Miguel al mismo tiempo que soltaba a Mai y se acercaba a la figura -<Saeko, Mai, es un placer presentarles a mi hermano gemelo, Daniel>
En ese momento recordé que Miguel me contó de que también vendría su hermano con él, lo que no me esperaba era encontrarme con la viva imagen de él en otra persona, pero por lo que podía ver, incluso si no lo entendía por solo hablar español, era una buena persona.
-<Es un gusto conocerte Daniel>- Dije haciendo una pequeña reverencia como respeto.
- ¿Qué dijo? Solo entendí mi nombre.
-Que es un gusto conocerte- Respondió Mai acercándose a Daniel, el cual la miró sorprendido por lo fluido de su hablar y su casi inexistente acento.
-Pues como dije, el gusto es mío- Comentó Daniel antes de arrodillarse para hablar con Mai, mientras que Miguel se acercó para susurrarme algo al oído.
-<Como te dije, solo se quedará durante una semana, quería que las conociera y que viera un poco de Japón>- Dijo, mostrándome una sonrisa al mismo tiempo que volteaba a mirar a Daniel y Mai, quienes seguían hablando español, y al parecer se empezaban a llevar bien.
Durante la semana de visita de Daniel, él se quedó en un hotel pagado por los dos, en los primeros días, Miguel le enseñó a su hermano la universidad donde se graduó, le presentó a Saiba y Takao y, junto con ellos, lo llevaron a un onsen y a un karaoke bar, cosa de la que se arrepintieron al escucharlo intentar cantar una sola canción.
El sexto día de su visita cayó el 25 de diciembre, por lo que Miguel y yo decidimos invitarlo a mi bar junto con Takao y Saiba para que así conociera a Saori, Natsuki y Kaori y así despedirlo celebrando. Tanto mi hermana como mi amigas se sorprendieron al ver a Miguel y Daniel al lado del otro, pero se acostumbraron rápidamente al ver lo diferentes que eran, ya que mientras que el primero era bueno escuchando y se dejaba llevar más por la corriente, el segundo prefería mantener una larga conversación y lograba mantener a cualquiera interesado en lo que tuviera que decir.
Pasamos el día en el bar juntos, Daniel se ayudaba de su hermano y un traductor para podernos entender, y al parecer, con quienes mejor se llevó fueron Saori, Natsuki y Takao, ya que con ellos pasó más tiempo hablando hasta emborracharse. Decidimos terminar más temprano de lo que teníamos pensado para que Daniel pudiera recuperarse unas horas antes de irse al día siguiente.
-<Fue un placer conocerlos a todos, ¡Disfruté mucho mi estadía aquí!> -Decía Daniel por medio del traductor mientras que todos se iban, la última en irse siendo mi hermana, quién al parecer le susurró algo al oído de Miguel antes de irse, pero este solo le susurró de regreso, haciendo que Saori se fuera con una sonrisa.
Intenté preguntarle sobre lo que hablaron, pero Miguel solo me beso en la mejilla antes decir -<Te digo mañana, que te tengo una sorpresa>- Dirigiéndose a su hermano para ayudarlo a caminar.
Al día siguiente, mientras me preparaba para salir a las cuatro de la mañana y despedir a Daniel, Mai me sorprendió al estar despierta y lista para salir antes que yo, rogandome para llevarla conmigo al aeropuerto. Accedí, tomamos el tren para ir a la prefectura donde se encontraba el hotel en que se estaba quedando, y cuando llegamos, Miguel y su hermano estaban en la puerta esperándonos.
Los cuatro nos dirigimos al aeropuerto una hora y media antes del vuelo de Daniel, donde cada uno dio sus últimas palabras.
-<Gracias por todo Saeko, fue un gusto poder pasar esta semana aquí, puedo entender porque Miguel se enamoró de ti y que todo lo que me contó de ti no era simplemente él estando muy enamorado de ti>
-<Igualmente Daniel, y debería darte las gracias a ti, me divertí mucho hablando contigo, y me alegra saber que Miguel hable tan bien sobre mi a su familla>- Al decir eso, mire a Miguel con el rabillo del ojo, solo para verlo bastante apenado mientras miraba a otro lado.
-Lo mismo tengo que decir de ti Mai, eres posiblemente mi persona favorita de todos los que conocí en Japón, y me la pasé muy bien jugando y hablando contigo- Decía Daniel, y sean cual sean sus palabras, terminaron por poner a Mai sentimental, quien no pudo evitar darle un abrazo.
-Prometeme por favor que volverás.
-Eso está difícil, la única razón por la que vine fue por Miguel que pagó por mi ticket, todavía no me he graduado de la universidad y sigo sin trabajo.
-Entonces prométeme que volverás cuando consigas trabajo y el suficiente dinero.
-Lo prometo.
Después de decir eso, Miguel se acercó a los dos y habló un momento con Daniel en español, y por lo que pude notar por la reacción de Mai al escucharlo, parecía una buena noticia, abrazando a Miguel inmediatamente y mirándome con una sonrisa de oreja a oreja mientras que él le susurraba algo. Se separaron y Mai corrió a abrazarme, negándose a traducir de lo que hablaron, por lo que tuve que conformarme a esperar a que Miguel lo hiciera.
Los dos hermanos se dieron un último abrazo y Daniel se perdió entre la multitud de pasajeros que comenzaban a dirigirse a sus vuelos.
- <¿De qué hablaron?> -Decidí preguntar mientras caminábamos a la salida del aeropuerto.
- ¿Hmm? <¡Ah! ¿Mai y Daniel? Mai se puso sentimental y le pidió que le prometiera que regresaría a Japón cuando pudiera>
- <¡Miguel! ¡No tenías que decirle a mamá!> -Reclamó Mai, mientras que Miguel simplemente le acarició la cabeza sonriendo, causando que ella hiciera un puchero, derritiéndome de ternura al escuchar lo mucho que se había encariñado con Daniel.
-<Que lindo de tu parte Mai, pero no me refería a eso Miguel, me prometiste que me dirías de lo que hablaron Saori y tú ayer, y quiero saber qué le dijiste a Daniel para que Mai se pusiera tan feliz>
-<Miguel se va a quedar con nosotras por más tiempo de lo que te dijo>
- ¡Mai! <¡Yo quería decirle!>
- <¿Eh? ¿Es verdad?> -Fue lo único que pude preguntar al mismo tiempo que me detuve, mirando a los ojos de Miguel mientras mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas de felicidad.
Miguel solo soltó un suspiro pesado mientras miraba a Mai -<Si, es verdad>- Dijo sonriendo, estirando los brazos al notar que me acercaba para abrazarlo.
- <¿Cómo? Dijiste que apenas y lograste reunir el dinero suficiente para tu boleto y tu estadía de tres meses>
-<Agradecele a mis padres y algunos amigos de ellos, en lugar de darme ropa por mi cumpleaños, se pusieron de acuerdo para regalarme dinero, suficiente como para quedarme por medio año>- Al oírlo decir eso, no pude evitar aumentar la fuerza de mi abrazo y esconder mi cara en su pecho, ya que las lágrimas habían empezado a fluir -<Pero>- Continuó Miguel, separándose un momento para tomar la mano donde aún tenía el anillo que me dio antes de irse <Pienso quedarme incluso mucho más tiempo que eso, conseguí los permisos de la embajada, tengo una tarjeta de residencia permanente y también una visa de trabajo, Saiba y Takao me dijeron que hay una vacante en el hospital donde trabajan y han hablado muy bien de mi>
Rompí en llanto, no podía creer lo afortunada que era al haber conocido a Miguel y a su familia, todo por simplemente detenerlo en la calle para tener sexo, y aunque mi intención era que solo fuera una experiencia de una noche, un impulso muy en lo profundo de mk mente me obligó a darle la tarjeta de mi bar, y verlo entrar por la puerta al día siguiente me hizo saber que acerté al seguir ese impulso.
Cuando regresamos a mi apartamento los tres, tomé el celular de Miguel para llamar a sus padres y agradecerles por todo, pero ellos solo actuaron como si no fuera la gran cosa, en especial Carolina, su madre, quien me deseó una feliz navidad y que disfrutara del tiempo con él.
Cuando cayó la noche y Mai se quedó dormida, me acerqué a Miguel y lo besé con lengua, rompiendo el beso por un momento para concentrarme un poco en su cuello y excitarlo. Necesitaba volver a sentirlo después de ocho o nueve meses, masturbarse no se sentía tan placentero, pero se negó.
- <¿Qué pasa? ¿E-Estás cansado?>
- <¿Cansado? Para nada>
- <¿Entonces?>
-<Paciencia>- Dijo al mismo tiempo que me besaba, acercándose a mi oído lentamente para susurrar -<Llevo sin masturbarme durante un mes para estar preparado, porque quiero usarlos cuando sea el día perfecto>.
Escucharlo susurrar eso en mi oído lanzó un placentero escalofrío por todo mi cuerpo al mismo tiempo que recordaba lo que me dijo en una de nuestras llamadas antes de que regresara Japón. Entendiendo su razones, decidí no seguir presionando con el tema ya que no funcionaría y simplemente fuimos a la cama, dándonos un último beso antes de dormir.
Pasaron las semanas y comenzó el nuevo año, y junto con este, inició un nuevo ciclo, por lo que puse al tanto a Miguel, el cual fue preparándose para el día prometido. Por su parte, él comenzó a gestionar algunas cosas de su residencia y de su nuevo trabajo en el hospital con Takao y Saiba, quienes lo ayudaron durante todo el proceso.
Cuando por fin llegó el día, le pedí otra vez a Saori que cuidase de Mai, dejándola en sus manos en la estación y regresando al apartamento antes de que Miguel regresase, esperándolo únicamente en una de sus camisas, sin nada por debajo y el pelo suelto, lo cual me puso nerviosa de vez en cuando al pensar en que llegaran a tocar la puerta, pero por suerte nunca pasó.
Pasadas las dos de la tarde, Miguel regresó de gestionar sus últimos papeles de residencia, caminando por el pasillo hasta llegar a la sala, sorprendiendose un poco al encontrarme parada en mitad de la sala prácticamente desnuda.
-... <¿Hoy?> -Fueron las únicas palabras que logró pronunciar al verme, por lo que sonreí y asentí un poco, cosa que lo alegró bastante -<Ve al cuarto, tengo que buscar algo antes de empezar>
Siguiendo, me senté en la cama, esperando por unos minutos hasta que Miguel pasó por la puerta, colocando algo en la mesa de noche sin que pudiera ver exactamente qué era, dándome un pequeño beso en la frente antes de conectar nuestros labios, acostándome lentamente en la cama y reposando su peso sobre mí sin hacerme daño.
Mientras me besaba, una de las manos que usaba para acariciarme las mejillas se movió poco a poco en dirección a mi pecho, rozando sus uñas por encima de la camisa alrededor de mis senos en un espiral hasta llegar a mi pezón, donde se concentró en simplemente rodearlo, pero nunca lo tocó.
El roce de la tela y sus dedos alrededor de mi pezón poco a poco comenzó excitarme, dejándome expectante al momento en el que decidiera tocarlo o pellizcarlo, pero nunca lo hizo, en cambio, solo alejó su mano de mi pecho y lo pasó por mi costado sobre la camisa, haciéndome un poco de cosquillas por la sensación.
Rompimos el beso solo cuando necesitamos aire, jadeando al mismo tiempo que nos mirábamos, limpiando la saliva de nuestros labios. Cuando intenté preguntarle qué tenía planeado, Miguel cubrió mi boca, moviendo la cabeza para decirme que lo dejara hacer lo que él tenía en mente, y así hice, llevándome una grata sorpresa al sentir sus manos moviéndose por todo mi cuerpo.
Con las manos cubiertas de aceite para masajes, comenzó a masajear mis piernas lentamente, subiendo hasta mis muslos donde se concentró por un largo rato, muchas veces rozando sus dedos cerca de mi entrepierna sin darle mucha importancia. Usando sus nudillos, fue moviendolos en círculos hasta que volvió a subir a mi cintura, levantando un poco la camisa para ver de cerca mi vagina, la cual estaba considerablemente mojada por la estimulación.
Sonriendo, pasó la yema de sus dedos por mis labios, separandolos un poco e incluso introduciendo su pulgar, lanzando un fuerte pulso de placer por todo mi cuerpo al finalmente sentirlo tocando mis zonas más placenteras, solo para quedar jadeando al sentir sus manos rodeando mi cintura. Las palmas de sus manos presionaron levemente por encima de mi monte de venus, entre mi cintura y barriga, lanzando otro pulso de placer por alguna razón que ni yo misma conozco, dejándome temblando mientras Miguel continuó presionando otras cinco veces más, utilizando sus dedos específicamente para el último, obligándome a soltar un leve gemido.
Levantando más mi camisa para dejar la por debajo de mis senos, pasó a concentrarse en mi abdomen, donde comenzó a realizar movimientos en forma de triángulo desde el mismo punto de antes hasta llegar al inicio mis costillas, solo para regresar y volverlo a hacer, repitiendolo por unos minutos. Después, masajeó la misma área con otra estrategia, empujando sus dedos poco a poco desde el lateral de mi cintura hasta llegar al centro de mis costillas, aplicando la misma presión y cambiando el orden o la dirección de los movimientos.
Estaba ida, solo era capaz de gemir y rogarle jadeando a Miguel que parara, pero era inútil, porque él sabía que en realidad, mi cuerpo rogaba por más, por lo que me quitó la camisa y comenzó a desnudarse, quedando únicamente en boxers, me tomó de los brazos y me acomodó sobre su regazo, forzando mis piernas con las suyas para mantenerlas abiertas. Por fin pude sentir una de sus manos agarrando mi pecho por completo, reposando todo su peso en este y apretandolo un poco, mientras que su otra mano recorrió mi abdomen hasta llegar a mi entrepierna, rozando su dedo medio por toda la apertura antes de introducirlo, haciéndome sentir cada centímetro de este mientras entraba, contrayendo mis paredes por el placer.
-<Ya estás lista>- Dijo, volviendo a besarme con lengua mientras su dedo seguía dentro.
- <¿L-Lista?> -Pregunté con la voz entrecortada, apenas podía concentrarme por lo excitada que estaba.
Sin previo aviso, Miguel me tomó de las piernas y me levanto, acomodándome de forma que los dos nos vieramos cara a cara, por lo que abracé su cintura con mis piernas para evitar caerme, mientras que él sostenía todo mi peso con su manos en mi trasero. Bajando su boxer, al fin liberó su miembro erecto, el mismo que me sorprendió el día que nos conocimos, lleno de venas y con un glande tan gordo que no podía despegar mis ojos de él, y que ahora apuntaba directamente a mi entrepierna mientras palpitaba, rogando entrar.
-<Te amo>- Susurró Miguel en mi oído al mismo tiempo que comenzaba bajar mi cuerpo para penetrarme.
Siguiendo el mismo juego de Miguel, acerqué lentamente mi rostro a su oído, mordiendo un poco antes de susurrar -Yo también te amo- Tomándolo por sorpresa al escucharme decirlo en español, habiéndolo aprendido de Mai y Daniel.
No dijimos nada más, nos dimos un pequeño beso a la vez que su pene se abría paso dentro de mí otra vez después de tanto tiempo, por lo que no pude evitar soltar un gemido por sentirlo a pelo otra vez. Mis paredes se cerraron alrededor de su tronco al sentir el último centímetro de este entrar, convirtiéndome en un muñeco de trapo que no podía dejar de temblar por el placer, para mi suerte, Miguel estaba igual que yo, esperando a acostumbrarse a mi calidez.
Después de acostumbrarnos al otro, Miguel respiró un momento y comenzó a moverme, empujando sus caderas al mismo tiempo que las mías, manteniendo el ritmo por un rato hasta que yo mismo empecé a moverme por mi cuenta. El sonido de nuestros cuerpos chocando el uno contra el otro inundó el cuarto durante varios minutos, por mi parte, no pude continuar moviéndome, ya que tuve un orgasmo que me dejó temblando, haciéndome perder la fuerza en mis piernas.
Comenzando a cansarse, Miguel me acostó en la cama con cuidado y levantó mi piernas para seguir teniendo sexo en un mating press, sacando todo su pene lentamente hasta llegar a la cabeza, dejando caer todo su peso sobre mí y retomar el mismo ritmo de antes.
Sin poder aguantar más, Miguel terminó clavandome, penetrando hasta lo más profundo de mi sexo para correrse, con cada caliente disparo golpeando mis paredes. Su pene quedó palpitando dentro por un rato hasta que lo sacó, acostándose a mi lado jadeando, moviéndose un poco para abrazarme de la cintura y, al no tener fuerzas para otra cosa, correspondí el abrazo.
Descansamos por unos minutos hasta recuperar el aliento, siendo yo la primera en hacerlo, por lo que me levanté de la cama para ayudarlo a sentarse, arrodillándome frente a él y acercándome lo suficiente para quedar con su miembro frente a mi cara, dándole un pequeño beso en el glande.
Aunque se encontraba completamente flácido, su llamativo tamaño por ser un pene de carne me permitía darle algunos besos y lamidas sin problemas, cosa que seguí haciendo hasta que su dureza regresó, permitiéndome ahora introducirlo en mi boca y chuparlo hasta limpiarlo de cualquier residuo. Con mis labios rodeando todo su tronco, moví mi cabeza de atrás hacía adelante, pasando mi lengua por debajo cada retrocedía para doblar la estimulación, comenzando a sacarlo de mi boca solo para rodear mis brazos alrededor de su cintura y darle una garganta profunda.
Verlo retorcerse de placer y sentir su sexo completamente duro dentro de mi boca, retiré mi labios para a Miguel jadeando con una sonrisa. Me levanté y nos acomodamos en la cama, Miguel quedándose acostado mientras que yo me acomodaba en sobre él, quedando en una posición cowgirl, agachandome lo suficiente para meterlo, moviéndome de arriba para abajo a gachas.
Mantuve dicha posición por un buen rato ya que no estaba acostumbrada a trabajar mis muslos por el track & field que hice en la universidad, por lo que aumenté la velocidad de mis caderas hasta que me quedé sin aliento y sentí que mis piernas me rogaban por un descanso, razón por la que Miguel me tomó de los hombros y me acostó, quedando en misionero y empujando sus caderas hasta volver a acabar dentro, descansando sobre mi mientras acariciaba su cabeza. Seguimos teniendo sexo por un largo rato, pasando por varias posiciones, incluso usamos el gel estimulante de la última vez, esta vez aplicándolo en los dos antes de realizar un 69.
Unas semanas después, decidí usar una prueba de embarazo, encerrándome en el baño por un tiempo mientras esperaba la respuesta de la prueba con Miguel, que me esperaba fuera del baño, jugando un poco con Mai. Cuando la prueba por fin dio su respuesta, no pude evitar dar un brinco, saliendo del baño con esta en mano y una sonrisa en mi rostro, algo que Miguel comprendió inmediatamente, corriendo en mi dirección para abrazarme, mientras que Mai simplemente nos miraba sin entender muy bien porque estábamos tan felices.
--------------------------------------
La noticia de que Daniel iría a Japón con Miguel por una semana nos tomó a todos por sorpresa, ya que nadie se esperaba que su primera decisión al conseguir tanto dinero sería llevarse a su hermano, pero todos nos alegramos por ellos, todos menos yo, ya que lo primero que pensé es que me sentiría un poco sola al no tener a Daniel a mi lado por una semana.
- ¿De verdad me vas a extrañar tanto? -Preguntaba Daniel con una sonrisa mientras guardaba su ropa en su maleta ‐Solo será una semana.
-Te tengo todos los días cerca de mi… Obvio que el no tenerte durante una semana me va a poner triste.
-Entiendo- Daniel se acercó y me beso un momento, dándome un fuerte abrazo antes de regresar con su maleta -También te extrañaré Daisy, pero quiero conocer a la famosa Saeko y un poco de Japón, Miguel no deja de hablar maravillas de los dos, así que sería un desperdicio no aprovechar su invitación.
-Bueno ¿Prometes traer algún recuerdo?
-Claro.
- ¿Y prometes no mirar a otra mujer?
-Vivo con otras dos mujeres y solo tengo ojos para ti ¿Por qué te preocupas ahora?
-Porque aquí te tengo vigilado, allá estarás por tu cuenta ¿Recuerdas que casi aceptas el pedido de cierta persona sin antes preguntarme primero cuando no estaba mirando? -Mencioné cruzando los brazos y mirándolo fijamente, por lo que Daniel miró a otro lado sin atreverse a responderme.
-Vamos Daisy, ya superalo- Dijo Laura asomándose por el marco de la puerta, estando al tanto de lo que sucedió con Selene -Tu misma dijiste que te gustó la experiencia de ser vista mientras Daniel tenía sexo contigo cuando te pregunté.
-Eso es un tema a parte, mi reclamo es el hecho de que este tonto- Agarré de la oreja a Daniel antes de seguir hablando -A veces piensa primero con el pene antes del cerebro.
- ¡Solo fue una vez! ¡Y te he dicho mil veces que iba a decir que sí, pero que sabía que primero debía preguntarte!
Solté la oreja de Daniel por un momento para dejarlo terminar de empacar, acercándome para besarlo y susurrarle algo en el oído, prometiendo que si se comportaba en Japón, le permitiría hacerlo sin condón y aceptaría todas sus ideas para la cama, razón por la cual me dio un fuerte abrazo.
-Ugh, yo que pensaba que Laura miraba algo interesante- Dijo Alice que ahora también se asomaba por la puerta -Daniel ¿Puedes traerme algunas cosas de Japón?
-Si claro, ¿Quieres algo en especifico? -Al preguntar eso, Alice simplemente sacó una lista de su bolsillo llena de distintas cosas, por lo que Daniel la miró con algo de fastidio, y ella solo le mostró una sonrisa.
La relación de todos mejoró después de que Daniel y yo admitieramos nuestros encuentros nocturnos para coger, ya que ahora teníamos cierto compromiso con ellas de evitar hacerlo tan seguido para no molestarlas. Daniel y Alice comenzaron a llevarse incluso mejor cuando Alice finalmente terminó con uno de sus proyectos gracias a la ayuda de Daniel.
Poco tiempo después llegó el día de la despedida, donde tuve acompañé a Carolina, Henry, Miguel y a Daniel al aeropuerto, dándole un último beso a Daniel antes de que abordase el avión, cosa que él no desaprovechó para darle un fuerte apretón a mi trasero frente a sus padres, dejándome con la cara roja al sentir alguna que otra mirada de Carolina.
Esa semana se sintió extremadamente lenta, sin tener a Daniel a mi lado, lo único que podía hacer era hablar con Laura, Alice o incluso Selene, o pasar los días sin hacer nada. Carolina me llamó a mitad de la semana, ofreciéndome pasar una tarde junto con todas nuestras amigas mientras Henry salía con sus amigos.
Cuando llegué a su casa me encontré con la sorpresa de que María también estaba, cuando le pregunté, ella me contó que la vez que me la encontré en la sex shop solo fue una pequeña visita, pero que después de hablarlo con su esposo, decidieron quedarse permanentemente en Colombia, siendo esa la verdadera razón de nuestra reunión.
Pasamos la tarde hablando de lo que sucedía en nuestras vidas desde la última vez que nos vimos, habiéndonos encontrado para ver a Miguel cuando regresó de Japón, pero había pasado suficiente tiempo cómo para que tuviéramos nuevas cosas para hablar, y ahora teníamos a María, con la que teníamos que ponernos al día.
-Daisy, imagínate mi sorpresa cuando Carolina me dice que el hombreton con el que te vi en la sex shop era Daniel, y que si están en una relación- Dijo María con una pequeña sonrisa pícara, haciéndome mirarla con los ojos abiertos de par en par al escucharla decir eso en voz alta frente a todas.
- ¡¿Estás cogiendo con el hijo de Carolina?! -Preguntaron todas al mismo tiempo, mirándome sorprendidas al no poder creer lo que acababan de escuchar.
-Anda… Pensaba que todas estaban al tanto- Mencionó María con una expresión algo culpable mientras miraba a Carolina y a mí.
-Si, tengo sexo con Daniel.
- ¿Y no te molesta Carolina? -Preguntó Angelica, la más joven de nosotras.
- ¿Por qué tendría que molestarme? Daniel es un adulto y Daisy no es una mala mujer, de hecho, me alegra que mi hijo se haya fijado en tremenda mujer con tremendo cuerpo- Carolina me lanzó un pequeño beso mientras hablaba.
- ¿Cuánto tiempo llevan haciéndolo? -Preguntó Camila, la más delgada de entre todas nosotras.
-Si mal no recuerdo, menos de un año, tal vez unos nueve meses.
- ¿Y es bueno? -Preguntó María, a lo que todas comenzaron a preguntar lo mismo, incluso Carolina, la cual parecía ser la más interesada.
-Si… Es muy bueno- Respondí con una pequeña sonrisa pícara, recordando las manos de Daniel recorriendo cada parte de mi cuerpo.
Todas dejaron salir una carcajada al escucharme, ser la única del grupo sin pareja por tanto tiempo siempre había sido una preocupación de mis amigas, por lo que siempre intentaban ofrecerme algún tipo de servicio para encontrar pareja, al menos ya no tendría que seguir aguantandolas, en especial a Angélica, quien era la que siempre sacaba el tema.
- ¿Quién se cansa primero?
-Él, pero poco a poco va mejorando en ese aspecto mientras lo hacemos.
- ¿Es grande?
-Si, bastante.
- ¿Qué tanto?
Para responder la pregunta, moví mis manos frente a mi rostro y comencé a moverlas hasta separarlas a lo que recordaba eran los centímetros de Daniel, sorprendiendo a algunas, en especial a Camila, quien miró a una Carolina que formaba una pequeña sonrisa orgullosa.
- ¿Y solo tienen sexo? -Preguntó María, moviéndose un poco para estar más cerca de mi.
-No, Daniel prefiere tocar mi cuerpo siempre que puede.
-Eso explica el por qué te agarró el trasero como si nada frente a mí antes de irse- Mencionó Carolina, consiguiendo que todas se rieran al verme sonrojarme un momento.
-Si… y me encanta su tacto, es muy bueno dando masajes.
-Es hijo de Henry, la sorpresa sería que no fuera bueno.
-Ay, tu y la mujer japonesa de Miguel son tan suertudas… Pueden recibir masajes siempre que quieran- Decía Angelica mientras dejaba salir un largo suspiro- ¿Eres tú quién se los pide o el te los ofrece?
-Él me los ofrece la mayoría de veces, no desaprovecha la oportunidad para masturbarme cuando me relajo.
Las cuatro me miraron con una sonrisa pícara, bombardeandome con más preguntas hasta que me rogaron que les contase más sobre nuestras noches juntos, por lo que terminé cediendo bajo presión y les conté sobre todo, desde cómo se siente su pene dentro de mí, como poco a poco cambia de ser alguien dulce a simplemente mover sus caderas como un animal que busca placer y les expliqué acerca de las semanas o meses sin tener sexo que a veces impongo en Daniel.
-Pobrecito mi Daniel- Dijo Carolina, haciéndome reír por un momento mientras la abrazaba.
Seguimos hablando y decidí tocar el tema de Selene, ganándome algunas miradas de sorpresa al decirlo -La chica es muy linda, y aunque en un principio no quería, pero cuando el momento llegó, tener a alguien presente mientras Daniel y yo lo hacíamos se sintió interesante.
-Dios Daisy, siempre eras la más callada cuando se trataba de sexo ¿Cuando cambiaste tanto? -Me preguntó Angélica mientras intentaba aguantarse la risa.
-Pues la culpa es de Daniel, y estoy segura de que él es así por Carolina.
-Culpable.
Pasamos la tarde y la conversación siguió acerca de mi relación con Daniel, cosa que no me molestó. Cuando la cayó la noche todas nos despedimos, saliendo de la casa justo cuando Henry regresaba de estar con sus amigos, por alguna razón Carolina, María y Camila comenzaron a hablar con él de todo lo que les conté mientras que yo me escapaba.
Daniel regresó de Japón después de unos días, siendo recogido por Laura y su novio, el amigo de Daniel, trayendo recuerdos y todo lo que Alice le pidió. Mi primera reacción al verlo pasar por la puerta fue besarlo, hablar tanto de él con mis amigas solo me hizo extrañarlo mucho más, por lo que no pude aguantar al escuchar su voz.
Pasamos unas horas hablando mientras Alice revisaba todo lo que le trajo al mismo tiempo que Laura y Juan Camilo le preguntaban por cada cosa. En un momento Daniel me jaló para hablar un momento en privado, mostrándome su celular lleno de mensajes de su madre hablando de su desempeño en la cama conmigo.
- ¿De qué diablos hablaste con mi mamá?
-De todo… Y no solo a ella, todas saben.
Ese día, Daniel sintió tanta vergüenza que terminó por apagar su celular después de que Carolina empezara a darle consejos. Cuando cayó la noche, Daniel entró a mi cuarto con un sobre, explicándome que era un gel frío para aumentar el placer que Miguel le recomendó y terminamos usándolo, dejándome como una muñeca de trapo en la cama por la sensación en mi clítoris mientras que él intentaba aguantarse la risa.
----------------------------------------------
Han pasado tres años desde mi primer viaje a Japón, Miguel sigue viviendo en junto con Saeko y Mai, y de vez en cuando voy a visitarlo junto con mis papás, los cuáles no pueden evitar derretirse al hablar con Mai.
-Oye Daniel, ¿Qué hay de tus primos? Ha pasado un tiempo desde que he escuchado de esos dos gigantes- Me preguntó Daisy mientras me acariciaba la cabeza estando sentado en el piso, los cuatro estábamos viendo una película.
- ¿Te refieres a Natalia o a Oscar? Pues no mucho, Natalia está en la universidad, y por lo que he escuchado, no le está yendo muy bien, en cuanto a Oscar, el trabajo de mi tío lo mandó a Cuba, así que no puedo decirte mucho de su caso.
- ¿Y esos quiénes son? -Preguntó Alice, regresando del baño y sentándose a mi lado.
-Mis primos más altos.
- ¿Más altos que tú?
-Gigantes, Natalia mide un metro noventa y cinco y Oscar pegó un estirón y ahora mide dos metros.
- ¡¿De verdad?! ¡Muestra!
Comencé a sacar mi celular para mostrarle algunas fotos que tenía en mi guardadas de algunas reuniones familiares, solo para mirar un mensaje de Miguel rogando por hablar conmigo, explicándome que Saeko acababa de encontrar el anillo de compromiso que compró hace tres años. Me levanté del piso de un salto mirando el mensaje, ganándome algunas miradas de las tres hasta que les expliqué el mensaje de Miguel, haciendo que Laura y Daisy se levantasen también, pero Alice siguió viendo la película, subiendo el volumen.
Seguí mirando mi celular, queriendo escribir un pequeño mensaje para saber la respuesta de Saeko, pero antes de que pudiera escribir, Miguel me envió un emoji aplaudiendo, seguido de un mensaje diciendo "Dijo que sí" y una selfie de él con una pequeña barba abrazando Saeko mientras los dos lloraban, con una Mai en el fondo, cargando a una pequeña niña de tres años.
Finalmente, me tomó nueve días terminar este pequeño final con los cuatro personajes, tengo que admitir que estoy orgulloso de poder entregarlos lo que les prometí, pero al mismo tiempo no estoy feliz, ya que tenía muchas ideas que tuve que desechar ya que no veía una buena razón para hacerlos, un ejemplo es que pensaba hacer que Miguel se trajera a Saeko a Colombia y que tuvieran una mini pseudo orgía con ellos como lo hicieron con Wilfrido, Lisandro, Takao y Saiba, pero no se pudo
Como dije en el principio, no puedo decir nada, y no tiene sentido que me disculpe por hacerlos esperar un año por este final, solo espero que les guste. Dejando eso de lado, los personajes mencionados al final son los protagonistas de las dos siguientes historias que tengo en mente, pero tambien tengo otras dos que quiero escribir que no tienen nada que ver con la familia de Miguel y Daniel y que son un poco más fantasiosas, sacaré las primeras partes de los relatos uno tras otro y luego me concentraré en escribir los caps en el orden que quiera, prometo intentar no tomar tanto tiempo
Ya para finalizar, les digo gracias por todo, me pone muy feliz el ver lo bien que me fue con estos dos relatos y lo mucho que la gente se encariñó con Saeko, y prometo mejorar para los siguientes.
Bye!
Si apenas encuentras este relato, es mejor que comiences con los primeros:
http://www.poringa.net/posts/relatos/4105810/Casa-compartida-parte-I.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/4109453/Amante-japonesa-parte-I.html
Cuando fui a recibir a Miguel en el aeropuerto el día de su regreso de Japón, estaba expectante de escuchar acerca de aventura en Japón con su amante japonesa. Su historia me dejó con la boca abierta, ya que no me esperaba escuchar que, de cierta forma, le pidió matrimonio a la dichosa Saeko, y mi única reacción fue celebrarle, abrazándolo en el momento que no bajamos del taxi.
Nuestro taxi se detuvo frente a la casa de mis padres, los cuales prácticamente saltaron de alegría al ver a mi hermano, nuestra madre casi lo asfixia de lo fuerte que lo sostenía, mientras que papá, solo descansó su mano sobre el hombro de Miguel, demostrándole una expresión de orgullo. Miguel, por su parte, no pudo evitar llorar, feliz de regresar a Colombia con nosotros y de poder vernos de cerca, algo que nos afectó a todos y no pudimos evitar llorar juntos mientras entrábamos a la casa.
Ese mismo día, le conté sobre mi relación con Daisy, y su reacción fue tan divertida, que me duele no ser capaz de describirla. Le expliqué todo lo que pasó, incluso el hecho de que tanto mamá y papá estaban al tanto, y aunque le molestó saber que era el último en descubrirlo, inmediatamente me felicitó, ya que Daisy era la mujer de la que los dos nos habíamos enamorado desde que éramos niños.
Al día siguiente, mientras almorzabamos juntos tocaron la puerta, y al ser el único que había terminado de comer, me levanté y abrí la puerta, encontrándome de frente con Daisy, quién me abrazó con cariño antes de preguntar dónde estaba el "pequeño Miguel", como siempre lo llamaba por ser mucho más bajo que yo. Mi hermano estiró el brazo desde el comedor, saludando a Daisy y ella, sin esperar un segundo, corrió al comedor para verlo, abrazando a Miguel con el mismo cariño que a mi, dándole pequeños besos en la mejilla.
El día continuó y las otras amigas de mi madre llegaron a la casa, junto con Marcelo, ya que los tres éramos amigos desde el colegio. Mientras que mis padres atendían a sus amigas en el comedor, Miguel, Marcelo y yo hablábamos en la sala, poniéndonos al día después de pasar tres años sin hablar mucho, la mayor sorpresa para mi hermano fue descubrir que nuestro viejo amigo consiguió novia.
- ¿De verdad? ¡Vamos! -Dijo Miguel, estirando la mano para chocar los cinco con Marcelo -Estoy muy feliz por tí, ¿Cómo se llama?
-Selene, es amiga de Daniel y él nos presentó… Es muy linda, no me la merezco.
‐ ¡Ja! No le hagas caso Miguel, él fue quien se le declaró a Selene- Dije sonriendo, a lo que Marcelo no pudo evitar sentirse un poco apenado.
‐ ¿Marcelo dio el primer paso? -Miguel no pudo evitar poner una cara de sorpresa al escucharme, mirando a nuestro amigo sin poder creerlo- ¿Quién eres y qué hiciste con mi mejor amigo?
Los tres no pudimos evitar sonreír ante su pequeña broma, los tres años de distancia no logró dañar la amistad de Marcelo y Miguel, cosa que me alegró bastante. Seguimos hablando por un rato hasta que Marcelo decidió preguntar por el anillo en el dedo anular de mi hermano, por lo que Miguel dijo que hizo una promesa en Japón, una promesa para casarse.
- ¡¿Qué?! -Los gritos se escucharon desde el comedor, todas las amigas de nuestra madre miraron en nuestra dirección, habiendo escuchado las palabras de mi hermano- ¡¿El pequeño Miguel se va a casar?!
Tanto Marcelo como yo tuvimos que salir de sala antes de que todas comenzaran a bombardear a Miguel con preguntas. Sus reacciones eran de esperarse, ellas eran amigas de mi madre desde antes de que naciéramos, y crecimos rodeados de ellas, por lo que nos tenían mucho aprecio. La única que no reaccionó así fue Daisy, ya que mi madre ya nos había contado el día que Daisy y yo le revelamos nuestra relación.
Miguel le tomó unas cuantas horas explicarlo todo, desde el momento que conoció a la famosa Saeko, hasta el momento en el que le prometió regresar a Japón para recuperar su otro anillo y pedirle matrimonio, historia que derritió por completo a todos los presentes, incluso a Marcelo, que siempre fue bastante sentimental.
Al caer la noche, todos los invitados decidieron irse, todos menos Daisy, quién decidió quedarse para hablar con nosotros hasta mucho más tarde. Mientras hablábamos, decidí robarle un pequeño beso a Daisy frente a mis padres y a Miguel, cosa que la puso roja, un poco apenada con los presentes.
-O sea que si es verdad- Dijo Miguel, mirándonos fijamente con una expresión de envidia -Me siento un poco mal por irme, si me hubiera quedado, tal vez…
Mientras decía eso, mamá lo golpeó en la cabeza con la palma de la mano -Tu tienes una mujer, ni se te ocurra andar pensando en otras.
- ¡No lo hago! ¡Es solo que no puedo evitar pensar en Daisy! -Respondió Miguel, alejándose de nuestra madre antes de que lo volviera a golpear -Ella me gustaba desde antes de la adolescencia.
-Ay Dios, no puedo creer que nunca me diese cuenta de eso- Decía mamá, acercándose a papá mientras actuaba como si esto la afectase de cierta forma- ¿Y tú, Daisy? ¿Lo sabías?
Daisy negó con la cabeza, mirándome a mi hermano y a mi antes de soltar un largo suspiro -No, solo sabía de Daniel, por obvias razones, y él me reveló hace poco que Miguel sentía lo mismo- Ante las palabras de Daisy, mi hermano me miró con una pequeña expresión de fastidio -Pero… tengo que admitir que ahora que lo pienso, puede que sus sentimientos eran un poco obvios cuando Carolina o Henry no estaban presentes.
-Dios, éramos unos prepubertos -Dijimos mi hermano y yo al mismo tiempo entre risas, causando que nuestros padres se rieran a carcajadas.
-Hijo- Al parar de reír, la voz seria de mi padre nos hizo mirarlo inmediatamente, ya que los dos habíamos sido prácticamente adiestrados a escucharlo siempre que se dirigiera a uno de nosotros -Deja de pensar un poco con el de abajo y tomate un momento para tomar una decisión según lo que te dicta el corazón. ¿Sigues interesado en Daisy, o realmente quieres casarte con Saeko?
Ante las palabras de papá, Miguel suspiró aliviado y relajó todo su cuerpo, miró a Daisy por unos segundos y luego a mi padre, negando con la cabeza antes de hablar.
-Saeko, no tengo ni que pensarlo.
‐----------------------------------
Después de una semana para aclimatarme a Colombia otra vez, comencé a ayudar en el spa de papá, y tal y como me dijo Daniel, me pagaba menos del salario mínimo al no poder darme más, aun así, no me importaba, necesitaba ganar cuanto dinero pudiera mientras buscaba otro trabajo.
Muchos de los clientes usuales del spa me reconocieron fácilmente como el hijo de Henry, solo para extrañarse al notar que era unos veinte centímetros menos de la última vez que me vieron, sorprendiendose al descubrir que era el gemelo de Daniel.
Mi hermano y yo crecimos ayudando a papá con el spa, por lo que no me costó mucho trabajar, consiguiendo incluso algún que otro cliente que preguntaban por mí e incluso me daban propinas. Seguí ayudando durante unos meses hasta que me dieron otro trabajo, uno relacionado con mi carrera universitaria, medicina.
Uno de los amigos de mi padre es el director de un hospital, y al escuchar que había regresado, nos visitó en nuestra casa y me comentó que cuando papá le mencionó que iría a Japón para estudiar medicina, él mismo se ofreció para darme trabajo cuando terminara la universidad. En un principio, me negué, no quería tener un puesto en un hospital todo gracias a nepotismo, pero el amigo de mi padre me convenció, explicándome que leyó acerca de mi universidad y vio el diploma, sorprendiendose por mis notas.
Después de hablar un largo rato con él, ofreciéndome un puesto bastante bajo dentro del hospital para iniciar desde cero junto con un sueldo tan llamativo que me dejó con la boca abierta, uno que superaba incluso al salario mínimo y en sus propias palabras, era para ayudarme, ya que mi padre le contó acerca de mi relación con Saeko pocos días antes de que nos visitase.
Poco tiempo después de su visita, empecé a trabajar en el hospital como un enfermero, ganándome muchas miradas de mis compañeros de trabajo que al parecer notaron que conseguí el puesto mucho más fácil que ellos, pero nunca se atrevieron a preguntarme. Seguí trabajando en el hospital hablando de vez en cuando con Lisandro y los otros, quienes también consiguieron trabajo, Saiba y Takao trabajaban juntos en el mismo hospital, Wilfrido trabajaba en un pequeño hospital de su ciudad y Lisandro trabajaba en el hospital de su padre.
Mientras hablábamos, recibí un mensaje de Saeko preguntándome por mi trabajo, le conté la suerte que tuve gracias a las conexiones de mi papá y le conté sobre cuánto me pagaban, lo cual convertí a yen para que fuera más fácil de entender, sorprendiendola por la cantidad de dinero.
- <¿De verdad te están pagando eso?>
-<Me van a pagar en unas dos semanas, pero si>- Al decir eso, pude ver como Saeko intentó escribir varios mensajes, borrandolos rápidamente hasta que por fin se decidió.
- <¿Cuando podrás regresar a Japón?>
Me quedé mirando el mensaje y dejé salir un suspiro, ya había mirado los planes de viaje, y no eran baratos, menos si quería quedarme más de dos semanas en Japón, por lo que solo le pedí paciencia, prometiéndole que a finales de este año, intentaría ahorrar lo suficiente para ir y no tener que preocuparme por dinero ni por cuánto tiempo me quedase.
-<No sabes cuanto te extraño Miguel… Incluso Mai me pregunta por ti de vez en cuando>
Leyendo ese último mensaje, le envíe un corazón y apagué mi teléfono, regresando al trabajo. Los meses pasaron, regresé a Colombia a casi a la mitad del verano japonés, a finales de abril y ahora estábamos en Julio, solo tenía cinco o seis meses para intentar cumplir mi promesa.
Me partí la espalda trabajando como un loco, incluso trabajando horas extras si podía para conseguir un poco más, y el dueño del hospital, conociendo las razones detrás de mi insistencia para trabajar tanto, me dio el dinero. Continúe trabajando así hasta que un día, algunos de mis compañeros se me acercaron y me ofrecieron ir con ellos a un bar con la intención de invitarme, y aunque me negué, terminaron arrastrándome a la fuerza.
Tomamos por un rato hasta que todos estábamos un poco ebrios, pero en comparación con ellos, yo estaba a punto de cerrar los ojos, seguramente me pidieron tragos mucho más cargados para emborracharme más rápido. Aprovechándose de mi estado, comenzaron a hacerme algunas preguntas, como en qué universidad obtuve mi diploma y algo de información de mi familia, hasta que me preguntaron si conocía al médico general desde antes.
Intenté negarme, decirles que no tenía que responderles mientras me levantaba para ir al baño y lavarme la cara, pero el mareo por tomar tanto y los agarres de todos para obligarme a sentar me dejaron tan desorientados, que al empezar a bombardearme con la misma pregunta una y otra vez, terminé cediendo. En un principio me miraron con enojo, hasta que uno de ellos decidió preguntarme cuál era mi salario y cuánto me daban por las horas extras que he estado haciendo, y al responder, sentí como sus miradas de enojo se contorsionaban a unas de sorpresa.
Dejaron de hablarme, algunos comenzaron a pedir tragos igual de fuertes que los que me pidieron, mientras que los otros solo miraban sus celulares, seguramente con la intención de poner alguna queja. Mi única solución fue hablar, mostrándoles el anillo en mi dedo, cosa por lo que algunos me miraron con una obvia expresión de que a ellos no les importaba, hasta que les mencioné a Saeko.
Esa era la tercera vez que tuve que contar acerca de mi relación con Saeko en Japón, les hablé sin ningún tipo de censura, al fin de cuentas, todos éramos adultos y estaba demasiado borracho como para darle importancia. Mientras hablaba, los efectos del alcohol comenzaron a desaparecer al mismo tiempo que tomaba un poco de agua, pasando de apenas formar algunas oraciones completas a sonar mucho más elocuente, recuperándome justo en el momento de la historia que descubrí el cuarto de Mai.
Miré a cada uno de mis compañeros y ahora estaban completamente interesados, calmandome un poco al ver que su enojo había desaparecido por ahora. Terminé de hablar, explicándoles la razón detrás de que les contase sobre Saeko y Mai y de porqué el duelo del hospital me pagaba tanto.
-No quiero dejarlas solas durante mucho tiempo… Amo a las dos por igual, tanto a Saeko como mi novia como Mai, la cual amo como si fuera mi hija- Al decir eso, yo mismo me sorprendí al declararlo en voz alta, suspirando para relajarme -Piensen lo que quieran de mí, conseguí mi puesto por ayuda, si, pero me gradué con honores, se lo que hago y haré lo que sea para poder regresar con ellas rápido.
Al terminar de hablar, nos inundó un silencio tan grande que comencé a preocuparme. Mis ojos saltaron entre cada uno hasta que escuché un sollozo, seguido de un llanto incontrolable, miré a mi lado y recibí un abrazo tan fuerte que me asustó por lo repentino de este. Todos los presentes soltaron un suspiro de cansancio al mirarnos.
- ¿Quién dejó que Felipe tomase?
-Nadie, parece que pidió algunos shots de whiskey sin que nos diéramos cuenta.
Los más cercanos a nosotros me ayudaron para que me soltara, explicándome que se pone muy sentimental cuando se pasa de trago y le afecta mucho estar soltero, por lo que mi historia fue mucho para él.
Cuando Felipe por fin se calmó, se quedó dormido en la mesa por un rato mientras que seguimos hablando, con los otros contándome que no estaban muy contentos por el obvio favoritismos que estaba recibiendo, pero les expliqué de que no tenía pensado aprovecharme de más del hospital, que dejaría de tomar horas extras cuando lograse ahorrar lo suficiente para visitar Japón con una estadía de tres meses, y ellos, sorprendidos por lo decidido y serio que sonaba, prometieron no volver a molestarme.
Desde ese día, tal y como prometieron, las miradas de fastidio pararon y se convirtieron en preguntas de que tal me iba y de que tanto dinero tenía, incluso forme algunas amistades con mis compañeros, los cuales tenían bastante en común con mis amigos de la universidad, por lo que les di los números de Lisandro y Wilfrido y se llevaron bien muy rápido.
Le expliqué todo lo que pasó a Saeko en una llamada y su reacción era de esperarse, se enojó conmigo por ir contando sobre nosotros y mencionar todo lo que hicimos, haciéndome reír un poco, lo cual solo me ganó un regaño de parte de ella.
-<Perdón perdón, no me río>
-<Lo único bueno de esto es que al menos no te ganaste un problema con tus compañeros de trabajo>
-<Si, son buenas personas y entiendo el porqué estaban tan enojados>
- <Técnicamente es mi culpa, ¿No?>- Preguntó Saeko, el tono lleno de preocupación.
-<No no no, no pienses eso, sí la culpa es de alguien, es mía, por no disimularlo mejor>- Dije, intentando calmarla, hasta que recordé que dije que consideraba a Mai como mi propia hija a mis compañeros de trabajo, haciéndome soltar una pequeña risa.
- <¿Y ahora de que te ríes?
-<De nada… ¿Te acuerdas de cuando lo hicimos en ese motel? ¿Que lo hicimos sin protección?>
Entendiendo lentamente a lo que me refería, la voz de Saeko comenzó a volverse un poco más pícara <Si… ¿Por qué preguntas?>
- <¿Y si lo hacemos otra vez? En lugar de hacerlo solo una vez, nos aseguramos de que funcione>
Ante mis palabras, se quedó en silencio por un buen rato, hasta que pude escuchar cómo disimulaba un pequeño grito de felicidad, seguido de decirme que ya no podía esperar más, a lo que solo pude responderle que tuviera paciencia, que estaba a punto de conseguir todo el dinero.
Después de ese día, llegamos a diciembre, cuando por fin tenía todo el dinero necesario para quedarme por tres meses en Japón, más un extra que conseguí de parte de toda mi familia y amigos cuando cumplí los 24 junto con Daniel en octubre. Al parecer, todos se habían puesto de acuerdo para ayudarme, dándome cuánto dinero lograran reunir, pero mis padres no, ellos me regalaron el ticket, por lo que todo el dinero que tenía me permitía quedarme cuanto tiempo quisiera en Japón.
Escribí a Wilfrido y a los otros, contándoles sobre el regalo que recibí y me celebraron, Saiba y Takao eran los más felices al saber que podríamos volver a vernos, pero en mi caso, solo podía pensar en volverlas a ver, por lo que decidí realizar algunas compras antes de darle la noticia a Saeko, además de hacerle una pequeña proposición a mi hermano.
------------------------------------------
Eran las ocho de la noche el dieciocho de diciembre, todavía estaba trabajando en el bar cuando sentí la vibración de mi celular en mi bolsillo, por lo que lo saqué para mirar, y mis ojos saltaron cuando reconocí el nombre de Miguel. Por desgracia, aún no podía cerrar el bar, necesitaba aprovechar las fiestas de diciembre para ganar algo de dinero, por lo que me vi obligada a dejar mi celular de lado hasta las doce de la noche, donde ya la mayoría de los clientes habían salido y los únicos que quedaban eran oficinistas tan pasados de trago que apenas y formaban alguna oración coherente.
Presioné la notificación y miré el mensaje de Miguel, el cual solo era una foto de dos tickets y una fecha, "23 de diciembre", lo cual debió ponerme muy feliz, ya que los oficinistas me preguntaron el porqué estaba tan feliz.
Siguieron tomando por una hora más hasta que los eché del bar para evitar que causasen algún problema y poder cerrar, dirigiéndome a la estación de tren para regresar a mi apartamento, donde encontré a Mai dormida en el sofá, seguramente esperándome. La cargué con cuidado y la dejé en su cuarto, dirigiéndome al mío para dormir, no sin antes enviarle dos mensajes a Miguel, uno diciéndole cuánto me alegraba volverlo a ver en persona, y otro preguntándole por el segundo boleto de avión.
Al día siguiente le comenté a Mai el hecho de que Miguel regresaría vendría a Japón en una semana, cosa que la alegró mucho, ya que los dos habían interactuado lo suficiente como para que ella terminase por encariñarse con él, razón por la cual me hacía preguntas de vez en cuando acerca de Miguel al saber que seguíamos en contacto.
También le avisé a Saori, la cual se sorprendió por tan temprano regreso por parte de Miguel, pero cuando le conté de mi exigencias por volverlo a ver, mi hermana entendió rápidamente la razón. Mientras hablábamos, Saori decidió preguntarme si teníamos algún plan con nuestra relación, y decidí decirle la verdad, que ya habíamos intentado tener un hijo antes de que Miguel regresase a Colombia, algo que la dejó con los ojos abiertos por mi revelación, imaginando por su parte una respuesta a su pregunta.
Dos días antes de la llegada de Miguel, decidí mencionar su regreso a Natsuki y a Kaori. La segunda no se sorprendió mucho al seguir de pareja con Takao, quien ya que había dicho que su amigo regresaría dentro de poco, mientras que Natsuki se alegró mucho por mi al escuchar la noticia, ofreciéndose a hacerme compañía el 23 de diciembre en el aeropuerto para no esperarlo sola, pero me negué, porque quería recibir a Miguel sola junto con Mai.
Por fin llegó el 23 de diciembre en Japón, mientras que para Colombia aún era el 22 por la diferencia horaria, Miguel me contó que tomó su vuelo el 21 en Colombia para poder llegar el día que me prometió. Salí de mi apartamento junto con Mai cinco de la tarde, vistiendo ropa lo suficientemente abrigada por el fuerte invierno y las dos nos dirigimos al aeropuerto, donde esperamos por una horas hasta que recibí un mensaje de Miguel avisando que ya tenía señal, por lo que ya habían aterrizado.
Esperamos por una hora más hasta que por fin comenzaron a salir los pasajeros del vuelo de Miguel, los cuales se conformaban de una infinidad de turistas, pero no les preste mucha atención, hasta que mis ojos se posaron en dos figuras, una de ellas la reconocía muy bien por haberla visto durante un año y medio, por lo que no pude evitar lanzarme a sus brazos con lágrimas en los ojos cuando se acercó lo suficiente.
-<Ya estoy de vuelta>- Dijo Miguel sonriendo, haciéndome soltar una pequeña risa al volver a escuchar su voz tan de cerca.
-<No tienes idea de lo mucho que te extrañe>- Dije mientras los abrazaba, no tenía intención de soltarlo, por lo que acomodé mi cabeza en su hombro al mismo tiempo que miraba a Mai.
-Hola Miguel, es bueno volver a verte- Mai se acercó a nosotros un tanto tímida, intentando actuar tan madura como siempre, solo para recibir un fuerte abrazo por parte de Miguel.
-También me alegro de verte Mai, te extrañé mucho.
Ante sus palabras, Mai dejó ir su acto de madurez y se aferró a Miguel por un largo rato, llenándome de ternura por verlos así, hasta que recordé a la segunda figura, la cual se había parado frente a nosotros, cubierto de ropa tan gruesa junto con un cubrebocas, era imposible verlo bien.
-Se ven muy tiernos así hermano, y aunque me dijiste que la niña sabía español, no pensé que sería tan buena- Dijo la figura mientras los miraba, pasando a verme antes de bajarse el cubre bocas, asustandome un poco al mostrarme el mismo rostro que Miguel -Imagino que eres Saeko, un gusto.
-Ah, claro, nunca le conté- Dijo Miguel al mismo tiempo que soltaba a Mai y se acercaba a la figura -<Saeko, Mai, es un placer presentarles a mi hermano gemelo, Daniel>
En ese momento recordé que Miguel me contó de que también vendría su hermano con él, lo que no me esperaba era encontrarme con la viva imagen de él en otra persona, pero por lo que podía ver, incluso si no lo entendía por solo hablar español, era una buena persona.
-<Es un gusto conocerte Daniel>- Dije haciendo una pequeña reverencia como respeto.
- ¿Qué dijo? Solo entendí mi nombre.
-Que es un gusto conocerte- Respondió Mai acercándose a Daniel, el cual la miró sorprendido por lo fluido de su hablar y su casi inexistente acento.
-Pues como dije, el gusto es mío- Comentó Daniel antes de arrodillarse para hablar con Mai, mientras que Miguel se acercó para susurrarme algo al oído.
-<Como te dije, solo se quedará durante una semana, quería que las conociera y que viera un poco de Japón>- Dijo, mostrándome una sonrisa al mismo tiempo que volteaba a mirar a Daniel y Mai, quienes seguían hablando español, y al parecer se empezaban a llevar bien.
Durante la semana de visita de Daniel, él se quedó en un hotel pagado por los dos, en los primeros días, Miguel le enseñó a su hermano la universidad donde se graduó, le presentó a Saiba y Takao y, junto con ellos, lo llevaron a un onsen y a un karaoke bar, cosa de la que se arrepintieron al escucharlo intentar cantar una sola canción.
El sexto día de su visita cayó el 25 de diciembre, por lo que Miguel y yo decidimos invitarlo a mi bar junto con Takao y Saiba para que así conociera a Saori, Natsuki y Kaori y así despedirlo celebrando. Tanto mi hermana como mi amigas se sorprendieron al ver a Miguel y Daniel al lado del otro, pero se acostumbraron rápidamente al ver lo diferentes que eran, ya que mientras que el primero era bueno escuchando y se dejaba llevar más por la corriente, el segundo prefería mantener una larga conversación y lograba mantener a cualquiera interesado en lo que tuviera que decir.
Pasamos el día en el bar juntos, Daniel se ayudaba de su hermano y un traductor para podernos entender, y al parecer, con quienes mejor se llevó fueron Saori, Natsuki y Takao, ya que con ellos pasó más tiempo hablando hasta emborracharse. Decidimos terminar más temprano de lo que teníamos pensado para que Daniel pudiera recuperarse unas horas antes de irse al día siguiente.
-<Fue un placer conocerlos a todos, ¡Disfruté mucho mi estadía aquí!> -Decía Daniel por medio del traductor mientras que todos se iban, la última en irse siendo mi hermana, quién al parecer le susurró algo al oído de Miguel antes de irse, pero este solo le susurró de regreso, haciendo que Saori se fuera con una sonrisa.
Intenté preguntarle sobre lo que hablaron, pero Miguel solo me beso en la mejilla antes decir -<Te digo mañana, que te tengo una sorpresa>- Dirigiéndose a su hermano para ayudarlo a caminar.
Al día siguiente, mientras me preparaba para salir a las cuatro de la mañana y despedir a Daniel, Mai me sorprendió al estar despierta y lista para salir antes que yo, rogandome para llevarla conmigo al aeropuerto. Accedí, tomamos el tren para ir a la prefectura donde se encontraba el hotel en que se estaba quedando, y cuando llegamos, Miguel y su hermano estaban en la puerta esperándonos.
Los cuatro nos dirigimos al aeropuerto una hora y media antes del vuelo de Daniel, donde cada uno dio sus últimas palabras.
-<Gracias por todo Saeko, fue un gusto poder pasar esta semana aquí, puedo entender porque Miguel se enamoró de ti y que todo lo que me contó de ti no era simplemente él estando muy enamorado de ti>
-<Igualmente Daniel, y debería darte las gracias a ti, me divertí mucho hablando contigo, y me alegra saber que Miguel hable tan bien sobre mi a su familla>- Al decir eso, mire a Miguel con el rabillo del ojo, solo para verlo bastante apenado mientras miraba a otro lado.
-Lo mismo tengo que decir de ti Mai, eres posiblemente mi persona favorita de todos los que conocí en Japón, y me la pasé muy bien jugando y hablando contigo- Decía Daniel, y sean cual sean sus palabras, terminaron por poner a Mai sentimental, quien no pudo evitar darle un abrazo.
-Prometeme por favor que volverás.
-Eso está difícil, la única razón por la que vine fue por Miguel que pagó por mi ticket, todavía no me he graduado de la universidad y sigo sin trabajo.
-Entonces prométeme que volverás cuando consigas trabajo y el suficiente dinero.
-Lo prometo.
Después de decir eso, Miguel se acercó a los dos y habló un momento con Daniel en español, y por lo que pude notar por la reacción de Mai al escucharlo, parecía una buena noticia, abrazando a Miguel inmediatamente y mirándome con una sonrisa de oreja a oreja mientras que él le susurraba algo. Se separaron y Mai corrió a abrazarme, negándose a traducir de lo que hablaron, por lo que tuve que conformarme a esperar a que Miguel lo hiciera.
Los dos hermanos se dieron un último abrazo y Daniel se perdió entre la multitud de pasajeros que comenzaban a dirigirse a sus vuelos.
- <¿De qué hablaron?> -Decidí preguntar mientras caminábamos a la salida del aeropuerto.
- ¿Hmm? <¡Ah! ¿Mai y Daniel? Mai se puso sentimental y le pidió que le prometiera que regresaría a Japón cuando pudiera>
- <¡Miguel! ¡No tenías que decirle a mamá!> -Reclamó Mai, mientras que Miguel simplemente le acarició la cabeza sonriendo, causando que ella hiciera un puchero, derritiéndome de ternura al escuchar lo mucho que se había encariñado con Daniel.
-<Que lindo de tu parte Mai, pero no me refería a eso Miguel, me prometiste que me dirías de lo que hablaron Saori y tú ayer, y quiero saber qué le dijiste a Daniel para que Mai se pusiera tan feliz>
-<Miguel se va a quedar con nosotras por más tiempo de lo que te dijo>
- ¡Mai! <¡Yo quería decirle!>
- <¿Eh? ¿Es verdad?> -Fue lo único que pude preguntar al mismo tiempo que me detuve, mirando a los ojos de Miguel mientras mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas de felicidad.
Miguel solo soltó un suspiro pesado mientras miraba a Mai -<Si, es verdad>- Dijo sonriendo, estirando los brazos al notar que me acercaba para abrazarlo.
- <¿Cómo? Dijiste que apenas y lograste reunir el dinero suficiente para tu boleto y tu estadía de tres meses>
-<Agradecele a mis padres y algunos amigos de ellos, en lugar de darme ropa por mi cumpleaños, se pusieron de acuerdo para regalarme dinero, suficiente como para quedarme por medio año>- Al oírlo decir eso, no pude evitar aumentar la fuerza de mi abrazo y esconder mi cara en su pecho, ya que las lágrimas habían empezado a fluir -<Pero>- Continuó Miguel, separándose un momento para tomar la mano donde aún tenía el anillo que me dio antes de irse <Pienso quedarme incluso mucho más tiempo que eso, conseguí los permisos de la embajada, tengo una tarjeta de residencia permanente y también una visa de trabajo, Saiba y Takao me dijeron que hay una vacante en el hospital donde trabajan y han hablado muy bien de mi>
Rompí en llanto, no podía creer lo afortunada que era al haber conocido a Miguel y a su familia, todo por simplemente detenerlo en la calle para tener sexo, y aunque mi intención era que solo fuera una experiencia de una noche, un impulso muy en lo profundo de mk mente me obligó a darle la tarjeta de mi bar, y verlo entrar por la puerta al día siguiente me hizo saber que acerté al seguir ese impulso.
Cuando regresamos a mi apartamento los tres, tomé el celular de Miguel para llamar a sus padres y agradecerles por todo, pero ellos solo actuaron como si no fuera la gran cosa, en especial Carolina, su madre, quien me deseó una feliz navidad y que disfrutara del tiempo con él.
Cuando cayó la noche y Mai se quedó dormida, me acerqué a Miguel y lo besé con lengua, rompiendo el beso por un momento para concentrarme un poco en su cuello y excitarlo. Necesitaba volver a sentirlo después de ocho o nueve meses, masturbarse no se sentía tan placentero, pero se negó.
- <¿Qué pasa? ¿E-Estás cansado?>
- <¿Cansado? Para nada>
- <¿Entonces?>
-<Paciencia>- Dijo al mismo tiempo que me besaba, acercándose a mi oído lentamente para susurrar -<Llevo sin masturbarme durante un mes para estar preparado, porque quiero usarlos cuando sea el día perfecto>.
Escucharlo susurrar eso en mi oído lanzó un placentero escalofrío por todo mi cuerpo al mismo tiempo que recordaba lo que me dijo en una de nuestras llamadas antes de que regresara Japón. Entendiendo su razones, decidí no seguir presionando con el tema ya que no funcionaría y simplemente fuimos a la cama, dándonos un último beso antes de dormir.
Pasaron las semanas y comenzó el nuevo año, y junto con este, inició un nuevo ciclo, por lo que puse al tanto a Miguel, el cual fue preparándose para el día prometido. Por su parte, él comenzó a gestionar algunas cosas de su residencia y de su nuevo trabajo en el hospital con Takao y Saiba, quienes lo ayudaron durante todo el proceso.
Cuando por fin llegó el día, le pedí otra vez a Saori que cuidase de Mai, dejándola en sus manos en la estación y regresando al apartamento antes de que Miguel regresase, esperándolo únicamente en una de sus camisas, sin nada por debajo y el pelo suelto, lo cual me puso nerviosa de vez en cuando al pensar en que llegaran a tocar la puerta, pero por suerte nunca pasó.
Pasadas las dos de la tarde, Miguel regresó de gestionar sus últimos papeles de residencia, caminando por el pasillo hasta llegar a la sala, sorprendiendose un poco al encontrarme parada en mitad de la sala prácticamente desnuda.
-... <¿Hoy?> -Fueron las únicas palabras que logró pronunciar al verme, por lo que sonreí y asentí un poco, cosa que lo alegró bastante -<Ve al cuarto, tengo que buscar algo antes de empezar>
Siguiendo, me senté en la cama, esperando por unos minutos hasta que Miguel pasó por la puerta, colocando algo en la mesa de noche sin que pudiera ver exactamente qué era, dándome un pequeño beso en la frente antes de conectar nuestros labios, acostándome lentamente en la cama y reposando su peso sobre mí sin hacerme daño.
Mientras me besaba, una de las manos que usaba para acariciarme las mejillas se movió poco a poco en dirección a mi pecho, rozando sus uñas por encima de la camisa alrededor de mis senos en un espiral hasta llegar a mi pezón, donde se concentró en simplemente rodearlo, pero nunca lo tocó.
El roce de la tela y sus dedos alrededor de mi pezón poco a poco comenzó excitarme, dejándome expectante al momento en el que decidiera tocarlo o pellizcarlo, pero nunca lo hizo, en cambio, solo alejó su mano de mi pecho y lo pasó por mi costado sobre la camisa, haciéndome un poco de cosquillas por la sensación.
Rompimos el beso solo cuando necesitamos aire, jadeando al mismo tiempo que nos mirábamos, limpiando la saliva de nuestros labios. Cuando intenté preguntarle qué tenía planeado, Miguel cubrió mi boca, moviendo la cabeza para decirme que lo dejara hacer lo que él tenía en mente, y así hice, llevándome una grata sorpresa al sentir sus manos moviéndose por todo mi cuerpo.
Con las manos cubiertas de aceite para masajes, comenzó a masajear mis piernas lentamente, subiendo hasta mis muslos donde se concentró por un largo rato, muchas veces rozando sus dedos cerca de mi entrepierna sin darle mucha importancia. Usando sus nudillos, fue moviendolos en círculos hasta que volvió a subir a mi cintura, levantando un poco la camisa para ver de cerca mi vagina, la cual estaba considerablemente mojada por la estimulación.
Sonriendo, pasó la yema de sus dedos por mis labios, separandolos un poco e incluso introduciendo su pulgar, lanzando un fuerte pulso de placer por todo mi cuerpo al finalmente sentirlo tocando mis zonas más placenteras, solo para quedar jadeando al sentir sus manos rodeando mi cintura. Las palmas de sus manos presionaron levemente por encima de mi monte de venus, entre mi cintura y barriga, lanzando otro pulso de placer por alguna razón que ni yo misma conozco, dejándome temblando mientras Miguel continuó presionando otras cinco veces más, utilizando sus dedos específicamente para el último, obligándome a soltar un leve gemido.
Levantando más mi camisa para dejar la por debajo de mis senos, pasó a concentrarse en mi abdomen, donde comenzó a realizar movimientos en forma de triángulo desde el mismo punto de antes hasta llegar al inicio mis costillas, solo para regresar y volverlo a hacer, repitiendolo por unos minutos. Después, masajeó la misma área con otra estrategia, empujando sus dedos poco a poco desde el lateral de mi cintura hasta llegar al centro de mis costillas, aplicando la misma presión y cambiando el orden o la dirección de los movimientos.
Estaba ida, solo era capaz de gemir y rogarle jadeando a Miguel que parara, pero era inútil, porque él sabía que en realidad, mi cuerpo rogaba por más, por lo que me quitó la camisa y comenzó a desnudarse, quedando únicamente en boxers, me tomó de los brazos y me acomodó sobre su regazo, forzando mis piernas con las suyas para mantenerlas abiertas. Por fin pude sentir una de sus manos agarrando mi pecho por completo, reposando todo su peso en este y apretandolo un poco, mientras que su otra mano recorrió mi abdomen hasta llegar a mi entrepierna, rozando su dedo medio por toda la apertura antes de introducirlo, haciéndome sentir cada centímetro de este mientras entraba, contrayendo mis paredes por el placer.
-<Ya estás lista>- Dijo, volviendo a besarme con lengua mientras su dedo seguía dentro.
- <¿L-Lista?> -Pregunté con la voz entrecortada, apenas podía concentrarme por lo excitada que estaba.
Sin previo aviso, Miguel me tomó de las piernas y me levanto, acomodándome de forma que los dos nos vieramos cara a cara, por lo que abracé su cintura con mis piernas para evitar caerme, mientras que él sostenía todo mi peso con su manos en mi trasero. Bajando su boxer, al fin liberó su miembro erecto, el mismo que me sorprendió el día que nos conocimos, lleno de venas y con un glande tan gordo que no podía despegar mis ojos de él, y que ahora apuntaba directamente a mi entrepierna mientras palpitaba, rogando entrar.
-<Te amo>- Susurró Miguel en mi oído al mismo tiempo que comenzaba bajar mi cuerpo para penetrarme.
Siguiendo el mismo juego de Miguel, acerqué lentamente mi rostro a su oído, mordiendo un poco antes de susurrar -Yo también te amo- Tomándolo por sorpresa al escucharme decirlo en español, habiéndolo aprendido de Mai y Daniel.
No dijimos nada más, nos dimos un pequeño beso a la vez que su pene se abría paso dentro de mí otra vez después de tanto tiempo, por lo que no pude evitar soltar un gemido por sentirlo a pelo otra vez. Mis paredes se cerraron alrededor de su tronco al sentir el último centímetro de este entrar, convirtiéndome en un muñeco de trapo que no podía dejar de temblar por el placer, para mi suerte, Miguel estaba igual que yo, esperando a acostumbrarse a mi calidez.
Después de acostumbrarnos al otro, Miguel respiró un momento y comenzó a moverme, empujando sus caderas al mismo tiempo que las mías, manteniendo el ritmo por un rato hasta que yo mismo empecé a moverme por mi cuenta. El sonido de nuestros cuerpos chocando el uno contra el otro inundó el cuarto durante varios minutos, por mi parte, no pude continuar moviéndome, ya que tuve un orgasmo que me dejó temblando, haciéndome perder la fuerza en mis piernas.
Comenzando a cansarse, Miguel me acostó en la cama con cuidado y levantó mi piernas para seguir teniendo sexo en un mating press, sacando todo su pene lentamente hasta llegar a la cabeza, dejando caer todo su peso sobre mí y retomar el mismo ritmo de antes.
Sin poder aguantar más, Miguel terminó clavandome, penetrando hasta lo más profundo de mi sexo para correrse, con cada caliente disparo golpeando mis paredes. Su pene quedó palpitando dentro por un rato hasta que lo sacó, acostándose a mi lado jadeando, moviéndose un poco para abrazarme de la cintura y, al no tener fuerzas para otra cosa, correspondí el abrazo.
Descansamos por unos minutos hasta recuperar el aliento, siendo yo la primera en hacerlo, por lo que me levanté de la cama para ayudarlo a sentarse, arrodillándome frente a él y acercándome lo suficiente para quedar con su miembro frente a mi cara, dándole un pequeño beso en el glande.
Aunque se encontraba completamente flácido, su llamativo tamaño por ser un pene de carne me permitía darle algunos besos y lamidas sin problemas, cosa que seguí haciendo hasta que su dureza regresó, permitiéndome ahora introducirlo en mi boca y chuparlo hasta limpiarlo de cualquier residuo. Con mis labios rodeando todo su tronco, moví mi cabeza de atrás hacía adelante, pasando mi lengua por debajo cada retrocedía para doblar la estimulación, comenzando a sacarlo de mi boca solo para rodear mis brazos alrededor de su cintura y darle una garganta profunda.
Verlo retorcerse de placer y sentir su sexo completamente duro dentro de mi boca, retiré mi labios para a Miguel jadeando con una sonrisa. Me levanté y nos acomodamos en la cama, Miguel quedándose acostado mientras que yo me acomodaba en sobre él, quedando en una posición cowgirl, agachandome lo suficiente para meterlo, moviéndome de arriba para abajo a gachas.
Mantuve dicha posición por un buen rato ya que no estaba acostumbrada a trabajar mis muslos por el track & field que hice en la universidad, por lo que aumenté la velocidad de mis caderas hasta que me quedé sin aliento y sentí que mis piernas me rogaban por un descanso, razón por la que Miguel me tomó de los hombros y me acostó, quedando en misionero y empujando sus caderas hasta volver a acabar dentro, descansando sobre mi mientras acariciaba su cabeza. Seguimos teniendo sexo por un largo rato, pasando por varias posiciones, incluso usamos el gel estimulante de la última vez, esta vez aplicándolo en los dos antes de realizar un 69.
Unas semanas después, decidí usar una prueba de embarazo, encerrándome en el baño por un tiempo mientras esperaba la respuesta de la prueba con Miguel, que me esperaba fuera del baño, jugando un poco con Mai. Cuando la prueba por fin dio su respuesta, no pude evitar dar un brinco, saliendo del baño con esta en mano y una sonrisa en mi rostro, algo que Miguel comprendió inmediatamente, corriendo en mi dirección para abrazarme, mientras que Mai simplemente nos miraba sin entender muy bien porque estábamos tan felices.
--------------------------------------
La noticia de que Daniel iría a Japón con Miguel por una semana nos tomó a todos por sorpresa, ya que nadie se esperaba que su primera decisión al conseguir tanto dinero sería llevarse a su hermano, pero todos nos alegramos por ellos, todos menos yo, ya que lo primero que pensé es que me sentiría un poco sola al no tener a Daniel a mi lado por una semana.
- ¿De verdad me vas a extrañar tanto? -Preguntaba Daniel con una sonrisa mientras guardaba su ropa en su maleta ‐Solo será una semana.
-Te tengo todos los días cerca de mi… Obvio que el no tenerte durante una semana me va a poner triste.
-Entiendo- Daniel se acercó y me beso un momento, dándome un fuerte abrazo antes de regresar con su maleta -También te extrañaré Daisy, pero quiero conocer a la famosa Saeko y un poco de Japón, Miguel no deja de hablar maravillas de los dos, así que sería un desperdicio no aprovechar su invitación.
-Bueno ¿Prometes traer algún recuerdo?
-Claro.
- ¿Y prometes no mirar a otra mujer?
-Vivo con otras dos mujeres y solo tengo ojos para ti ¿Por qué te preocupas ahora?
-Porque aquí te tengo vigilado, allá estarás por tu cuenta ¿Recuerdas que casi aceptas el pedido de cierta persona sin antes preguntarme primero cuando no estaba mirando? -Mencioné cruzando los brazos y mirándolo fijamente, por lo que Daniel miró a otro lado sin atreverse a responderme.
-Vamos Daisy, ya superalo- Dijo Laura asomándose por el marco de la puerta, estando al tanto de lo que sucedió con Selene -Tu misma dijiste que te gustó la experiencia de ser vista mientras Daniel tenía sexo contigo cuando te pregunté.
-Eso es un tema a parte, mi reclamo es el hecho de que este tonto- Agarré de la oreja a Daniel antes de seguir hablando -A veces piensa primero con el pene antes del cerebro.
- ¡Solo fue una vez! ¡Y te he dicho mil veces que iba a decir que sí, pero que sabía que primero debía preguntarte!
Solté la oreja de Daniel por un momento para dejarlo terminar de empacar, acercándome para besarlo y susurrarle algo en el oído, prometiendo que si se comportaba en Japón, le permitiría hacerlo sin condón y aceptaría todas sus ideas para la cama, razón por la cual me dio un fuerte abrazo.
-Ugh, yo que pensaba que Laura miraba algo interesante- Dijo Alice que ahora también se asomaba por la puerta -Daniel ¿Puedes traerme algunas cosas de Japón?
-Si claro, ¿Quieres algo en especifico? -Al preguntar eso, Alice simplemente sacó una lista de su bolsillo llena de distintas cosas, por lo que Daniel la miró con algo de fastidio, y ella solo le mostró una sonrisa.
La relación de todos mejoró después de que Daniel y yo admitieramos nuestros encuentros nocturnos para coger, ya que ahora teníamos cierto compromiso con ellas de evitar hacerlo tan seguido para no molestarlas. Daniel y Alice comenzaron a llevarse incluso mejor cuando Alice finalmente terminó con uno de sus proyectos gracias a la ayuda de Daniel.
Poco tiempo después llegó el día de la despedida, donde tuve acompañé a Carolina, Henry, Miguel y a Daniel al aeropuerto, dándole un último beso a Daniel antes de que abordase el avión, cosa que él no desaprovechó para darle un fuerte apretón a mi trasero frente a sus padres, dejándome con la cara roja al sentir alguna que otra mirada de Carolina.
Esa semana se sintió extremadamente lenta, sin tener a Daniel a mi lado, lo único que podía hacer era hablar con Laura, Alice o incluso Selene, o pasar los días sin hacer nada. Carolina me llamó a mitad de la semana, ofreciéndome pasar una tarde junto con todas nuestras amigas mientras Henry salía con sus amigos.
Cuando llegué a su casa me encontré con la sorpresa de que María también estaba, cuando le pregunté, ella me contó que la vez que me la encontré en la sex shop solo fue una pequeña visita, pero que después de hablarlo con su esposo, decidieron quedarse permanentemente en Colombia, siendo esa la verdadera razón de nuestra reunión.
Pasamos la tarde hablando de lo que sucedía en nuestras vidas desde la última vez que nos vimos, habiéndonos encontrado para ver a Miguel cuando regresó de Japón, pero había pasado suficiente tiempo cómo para que tuviéramos nuevas cosas para hablar, y ahora teníamos a María, con la que teníamos que ponernos al día.
-Daisy, imagínate mi sorpresa cuando Carolina me dice que el hombreton con el que te vi en la sex shop era Daniel, y que si están en una relación- Dijo María con una pequeña sonrisa pícara, haciéndome mirarla con los ojos abiertos de par en par al escucharla decir eso en voz alta frente a todas.
- ¡¿Estás cogiendo con el hijo de Carolina?! -Preguntaron todas al mismo tiempo, mirándome sorprendidas al no poder creer lo que acababan de escuchar.
-Anda… Pensaba que todas estaban al tanto- Mencionó María con una expresión algo culpable mientras miraba a Carolina y a mí.
-Si, tengo sexo con Daniel.
- ¿Y no te molesta Carolina? -Preguntó Angelica, la más joven de nosotras.
- ¿Por qué tendría que molestarme? Daniel es un adulto y Daisy no es una mala mujer, de hecho, me alegra que mi hijo se haya fijado en tremenda mujer con tremendo cuerpo- Carolina me lanzó un pequeño beso mientras hablaba.
- ¿Cuánto tiempo llevan haciéndolo? -Preguntó Camila, la más delgada de entre todas nosotras.
-Si mal no recuerdo, menos de un año, tal vez unos nueve meses.
- ¿Y es bueno? -Preguntó María, a lo que todas comenzaron a preguntar lo mismo, incluso Carolina, la cual parecía ser la más interesada.
-Si… Es muy bueno- Respondí con una pequeña sonrisa pícara, recordando las manos de Daniel recorriendo cada parte de mi cuerpo.
Todas dejaron salir una carcajada al escucharme, ser la única del grupo sin pareja por tanto tiempo siempre había sido una preocupación de mis amigas, por lo que siempre intentaban ofrecerme algún tipo de servicio para encontrar pareja, al menos ya no tendría que seguir aguantandolas, en especial a Angélica, quien era la que siempre sacaba el tema.
- ¿Quién se cansa primero?
-Él, pero poco a poco va mejorando en ese aspecto mientras lo hacemos.
- ¿Es grande?
-Si, bastante.
- ¿Qué tanto?
Para responder la pregunta, moví mis manos frente a mi rostro y comencé a moverlas hasta separarlas a lo que recordaba eran los centímetros de Daniel, sorprendiendo a algunas, en especial a Camila, quien miró a una Carolina que formaba una pequeña sonrisa orgullosa.
- ¿Y solo tienen sexo? -Preguntó María, moviéndose un poco para estar más cerca de mi.
-No, Daniel prefiere tocar mi cuerpo siempre que puede.
-Eso explica el por qué te agarró el trasero como si nada frente a mí antes de irse- Mencionó Carolina, consiguiendo que todas se rieran al verme sonrojarme un momento.
-Si… y me encanta su tacto, es muy bueno dando masajes.
-Es hijo de Henry, la sorpresa sería que no fuera bueno.
-Ay, tu y la mujer japonesa de Miguel son tan suertudas… Pueden recibir masajes siempre que quieran- Decía Angelica mientras dejaba salir un largo suspiro- ¿Eres tú quién se los pide o el te los ofrece?
-Él me los ofrece la mayoría de veces, no desaprovecha la oportunidad para masturbarme cuando me relajo.
Las cuatro me miraron con una sonrisa pícara, bombardeandome con más preguntas hasta que me rogaron que les contase más sobre nuestras noches juntos, por lo que terminé cediendo bajo presión y les conté sobre todo, desde cómo se siente su pene dentro de mí, como poco a poco cambia de ser alguien dulce a simplemente mover sus caderas como un animal que busca placer y les expliqué acerca de las semanas o meses sin tener sexo que a veces impongo en Daniel.
-Pobrecito mi Daniel- Dijo Carolina, haciéndome reír por un momento mientras la abrazaba.
Seguimos hablando y decidí tocar el tema de Selene, ganándome algunas miradas de sorpresa al decirlo -La chica es muy linda, y aunque en un principio no quería, pero cuando el momento llegó, tener a alguien presente mientras Daniel y yo lo hacíamos se sintió interesante.
-Dios Daisy, siempre eras la más callada cuando se trataba de sexo ¿Cuando cambiaste tanto? -Me preguntó Angélica mientras intentaba aguantarse la risa.
-Pues la culpa es de Daniel, y estoy segura de que él es así por Carolina.
-Culpable.
Pasamos la tarde y la conversación siguió acerca de mi relación con Daniel, cosa que no me molestó. Cuando la cayó la noche todas nos despedimos, saliendo de la casa justo cuando Henry regresaba de estar con sus amigos, por alguna razón Carolina, María y Camila comenzaron a hablar con él de todo lo que les conté mientras que yo me escapaba.
Daniel regresó de Japón después de unos días, siendo recogido por Laura y su novio, el amigo de Daniel, trayendo recuerdos y todo lo que Alice le pidió. Mi primera reacción al verlo pasar por la puerta fue besarlo, hablar tanto de él con mis amigas solo me hizo extrañarlo mucho más, por lo que no pude aguantar al escuchar su voz.
Pasamos unas horas hablando mientras Alice revisaba todo lo que le trajo al mismo tiempo que Laura y Juan Camilo le preguntaban por cada cosa. En un momento Daniel me jaló para hablar un momento en privado, mostrándome su celular lleno de mensajes de su madre hablando de su desempeño en la cama conmigo.
- ¿De qué diablos hablaste con mi mamá?
-De todo… Y no solo a ella, todas saben.
Ese día, Daniel sintió tanta vergüenza que terminó por apagar su celular después de que Carolina empezara a darle consejos. Cuando cayó la noche, Daniel entró a mi cuarto con un sobre, explicándome que era un gel frío para aumentar el placer que Miguel le recomendó y terminamos usándolo, dejándome como una muñeca de trapo en la cama por la sensación en mi clítoris mientras que él intentaba aguantarse la risa.
----------------------------------------------
Han pasado tres años desde mi primer viaje a Japón, Miguel sigue viviendo en junto con Saeko y Mai, y de vez en cuando voy a visitarlo junto con mis papás, los cuáles no pueden evitar derretirse al hablar con Mai.
-Oye Daniel, ¿Qué hay de tus primos? Ha pasado un tiempo desde que he escuchado de esos dos gigantes- Me preguntó Daisy mientras me acariciaba la cabeza estando sentado en el piso, los cuatro estábamos viendo una película.
- ¿Te refieres a Natalia o a Oscar? Pues no mucho, Natalia está en la universidad, y por lo que he escuchado, no le está yendo muy bien, en cuanto a Oscar, el trabajo de mi tío lo mandó a Cuba, así que no puedo decirte mucho de su caso.
- ¿Y esos quiénes son? -Preguntó Alice, regresando del baño y sentándose a mi lado.
-Mis primos más altos.
- ¿Más altos que tú?
-Gigantes, Natalia mide un metro noventa y cinco y Oscar pegó un estirón y ahora mide dos metros.
- ¡¿De verdad?! ¡Muestra!
Comencé a sacar mi celular para mostrarle algunas fotos que tenía en mi guardadas de algunas reuniones familiares, solo para mirar un mensaje de Miguel rogando por hablar conmigo, explicándome que Saeko acababa de encontrar el anillo de compromiso que compró hace tres años. Me levanté del piso de un salto mirando el mensaje, ganándome algunas miradas de las tres hasta que les expliqué el mensaje de Miguel, haciendo que Laura y Daisy se levantasen también, pero Alice siguió viendo la película, subiendo el volumen.
Seguí mirando mi celular, queriendo escribir un pequeño mensaje para saber la respuesta de Saeko, pero antes de que pudiera escribir, Miguel me envió un emoji aplaudiendo, seguido de un mensaje diciendo "Dijo que sí" y una selfie de él con una pequeña barba abrazando Saeko mientras los dos lloraban, con una Mai en el fondo, cargando a una pequeña niña de tres años.
Finalmente, me tomó nueve días terminar este pequeño final con los cuatro personajes, tengo que admitir que estoy orgulloso de poder entregarlos lo que les prometí, pero al mismo tiempo no estoy feliz, ya que tenía muchas ideas que tuve que desechar ya que no veía una buena razón para hacerlos, un ejemplo es que pensaba hacer que Miguel se trajera a Saeko a Colombia y que tuvieran una mini pseudo orgía con ellos como lo hicieron con Wilfrido, Lisandro, Takao y Saiba, pero no se pudo
Como dije en el principio, no puedo decir nada, y no tiene sentido que me disculpe por hacerlos esperar un año por este final, solo espero que les guste. Dejando eso de lado, los personajes mencionados al final son los protagonistas de las dos siguientes historias que tengo en mente, pero tambien tengo otras dos que quiero escribir que no tienen nada que ver con la familia de Miguel y Daniel y que son un poco más fantasiosas, sacaré las primeras partes de los relatos uno tras otro y luego me concentraré en escribir los caps en el orden que quiera, prometo intentar no tomar tanto tiempo
Ya para finalizar, les digo gracias por todo, me pone muy feliz el ver lo bien que me fue con estos dos relatos y lo mucho que la gente se encariñó con Saeko, y prometo mejorar para los siguientes.
Bye!
1 comentarios - Daisy & Saeko