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Capitulo II: Me había casado con la mujer más bella

Capitulo II: Me había casado con la mujer más bella

Introducción: Eran los días más hermosos de mi vida, hace un par de meses me había casado con la mujer más bella que pudiera existir, dirán que exagero, pero para mí vaya que lo era.


Tenía una carita de niña, con ojos grandes y coquetos, sus labios eran carnosos, con una cabellera castaña oscura, un poco largo y de un cuerpo nada envidiable a cualquier modelo.


Se podría decir que era la mujer perfecta para casarse, ya que su personalidad reservada y servicial enamoraba a cualquiera. Después de 3 años de noviazgo por fin podía estar con la mujer que amaba. Lamentablemente no todo dura para siempre y los hechos nunca pasan como uno lo desea.

Continuación:

―Estaba a punto de hacerlo querida, pero cuando se puso sus pantalones y se compuso la ropa para irse, volteo a mirar exactamente dónde yo me encontraba.

Mi esposa llevó su mano a la boca mirándola sorprendida esperando la siguiente frase de su nueva amiga sobre la historia.

―Allí estaba yo parada en la puerta que unía nuestras habitaciones en mi sexy lencería blanca que había escogido minuciosamente para mi noche de bodas con mi esposo, el patético hombre que debía estrenarme en esa noche tan especial dormido y borracho en la cama de nuestra habitación.

Mi mujer quién había escuchado toda la historia de su amiga, para este momento se encontraba bastante sonrojada y diría que hasta un poco excitada por lo morbosa historia relatada por aquella joven mujer. Y no era para menos, todo esto había despertado en mí una gran erección también.

―¿Qué hizo el jefe de tu esposo? ¿Por qué no te escondiste? ―preguntó mi mujer ante la pausa de su amiga.

―No pude, sus ojos se posaron en mí como si de un depredador acecha a su presa, me miró desde mis zapatillas tipo cenicienta color blanco subiendo por mis torneadas piernas cubiertas por esa delicada tela de mis medias hasta el encaje de las mismas que adornaban mis muslos, miro todo lo que quiso, hasta subir por mi parte íntima mi abdomen plano, mis pechos, disfruto cada centímetro de mi lencería de encaje hasta mirarme directamente a los ojos.

Su mirada me sacó de mi ensimismamiento haciéndome temblar, sonrojándome más de la cuenta, baje mi mano derecha intentando cubrir mi entrepierna pues sabía que la fina tela de la tanguita que usaba dejaba a la vista mi intimidad que hasta ese momento había reservado para mi esposo, mientras con la otra mano en forma de puño la colocaba en mi boca víctima de la pena y la calentura que tenía, gire mi cabeza hacia a un costado mirando hacia el piso avergonzada.

―Estás loca y qué hiciste cómo es que sucedió por qué no te fuiste de allí ―atino a decir mi esposa mientras le ofrecía asiento en los muebles de la sala.

―Quería volver unos minutos atrás y haberme marchado antes amiga, pero estaba tan caliente, aquel hombre había hecho hasta lo imposible por conseguir una habitación al lado de la nuestra y montado a la esposa de uno de sus empleados para imaginarse cogiendo a la novia de aquella boda: yo.
Mientras las dos se movían hacia la sala mire a ambas jóvenes, las dos eran unas bellezas, la nueva amiga de mi esposa lucía un mallon deportivo negro muy ajustado que dejaba ver esas redondas nalgas que había visto salir antes del cuarto de Don Chato, una cintura bien marcada y unos bonitos pechos cubiertos por una chamarra deportiva azul cielo ajustada a su cuerpo.

Pero si ella era hermosa mi mujer era una diosa , su larga cabellera negra y su sensual y natural caminar la hacían llamar la atención a cualquiera, su figura lucía hermosa se pusiera lo que se pusiera, sus torneadas y largas piernas de modelo se dejaban ver por el corto vestido dominguero floreado que usaba esa mañana, aunque con vuelo marcaba bien el comienzo de sus posaderas y la caída de la tela que las cubría pareciendo más corto de la parte de atrás, marcando su cinturita y sus redondos pechos sostenidos por los pequeños botones que cerraban el vestido por enfrente.

Ambas se sentaron y cruzaron sus piernas en el sofá dejando ver sus encantadoras piernas aún mejor para mí.

―No lo puedo creer amiga no puedo imaginar lo... excitada que debiste estar en ese momento ―comentó mi esposa.
―Si y vaya que lo estaba, otro hombre estaba viendo algo que había reservado para mi esposo, ¿tú sabes? Te preparas tanto para que él pueda disfrutar todo y ahora el viejo gordo de su jefe era quien me miraba en tan delicadas prendas…

―Si se lo que te refieres.

¿Qué? De qué hablaba mi bella esposa con que sabía a lo que se refería.

―¿Por qué lo dices cariño si tu no has estado con nadie?

La pregunta tomó desprevenida a mi esposa quién no había cuidado sus palabras.

―No, no es lo que piensas. Yo no eh estuve con alguien es solo que…

―¿Qué? — Cuestiono su amiga.

―Antes de mi boda, mientras yo me preparaba, uno de mis cuñados subió al cuarto a buscar a mi hermana y entró justo cuando terminaba de ponerme mi lencería, y yo no pude taparme lo suficientemente rápido para que el mirara un poco. En fin, nada del otro mundo.

―Cariño de seguro fue una gran sorpresa para tu cuñado verte tan sexy ese día, seguro que también te desea como cualquier hombre, eres tan hermosa de verdad, seguro lo disfrutaste también ―no lo podía creer alguien había visto a mi esposa antes de la boda con su lencería nupcial y había disfrutado de esa vista.

―Si un poco… ―dijo apenada mi esposa.

―No es nada del otro mundo amiga es tan excitante mostrarte para otro hombre, imagínate en mi lugar, el gordo jefe de mi esposo comenzó a tocar su entrepierna sobre el pantalón mientras comenzó avanzar sonriendo hacia mí.

No sabía que hacer que atine solo mirar unos segundos al suelo mientras mi respiración se agitaba más. Gire hacia mi habitación justo cuando la vista se puso sobre mi marido cuando una mano me detuvo. Era su jefe que había avanzado hasta mi lugar, gire hasta que nuestros ojos se cruzaron. Sostenía su verga en su otra mano afuera.
“Ya veo que el maricón de mi empleado no pudo hacerte mujer, lo sabía.”

“No hable así de mi esposo.”

“jajaja esposo? ¿Ni quisiera pudo desvirgarte en su noche o sí?”

“No, yo no… es lo que cree.”

“¿Qué acaso ya no eres virgen?”

“No es algo que le importe aléjese de mí” Le decía mientras intentaba dar pasos hacia atrás para volver a mi habitación.

“Alejarme si se nota que estás disfrutando esto, ¿qué hacías mirándome?, ¿cuánto tiempo llevas allí? De seguro viste como me cogía a la puta con la que estaba.”

“No, no es lo que cree viejo asqueroso”.
“Mira muñeca te diré lo que haremos, ¿sientes esto?”

Decía mientras llevaba mi mano a su pene.

“Esto muñeca está así por ti, y todo lo que soñaba por un momento así, y ahora se vuelve realidad.”

“No viejo puerco déjeme” mientras intentaba quitar mi mano de su miembro que cada vez se alzaba más.

“Mira estúpida más vale que te comportes porque estoy segura que lo deseas tanto como yo, acaso piensas que soy pendejo, tu entrepierna dice lo contrario”

Decía mientras llevaba su mano a mi panti de encaje y sentí lo húmeda que me encontraba.

“Mírate eres una puta.”

Mientras comenzaba a mover mi mano sobre su verga para masturbarlo. No pude más no supe en qué momento era yo quien la movía.

Mientras él comenzaba a quitarse nuevamente el saco y la camisa, yo solo movía mi mano sobre su miembro intentando no mirarlo a los ojos. Cuando terminó de quitarse la ropa y dejar caer su pantalón al suelo, comenzó a tocarme primero llevó sus manos a mi trasero mientras lo amasaba yo solo le decía que por favor no lo hiciera.

“Mira que culazo perra te lo voy a partir, no sabes cuantas veces lo imagine, desde el primer día que te conocí cuando visitabas a tu esposo en la empresa, estas buenísima, ven acá”

Me jalo hacia él y llevó su boca a mi boca, primero puse resistencia aunque en pocos instantes deje de oponerme, sus manos recorrían todo mi cuerpo desde mis pechos a mi cintura, a mis nalgas hasta el comienzo de mis medias en el muslo.

Sentí su mano buscar el calor de mis labios vaginales, comenzando a jugar con ellos, no pude contener un gemido, él estaba ganando y yo solo miraba de reojo a mi esposo dormido.
“Por favor para, no quiero esto.”

“No mi reina tu boca dice que no pero tu vagina dice otra cosa es hora de probar esa boquita”

Puso sus manos en mis hombros e hizo arrodillarme, era un hombre corpulento y con más fuerza de la que imagine.

“Ven princesa es hora que metas esta barra de carne en tu boquita, chúpalo aquí frente al cornudo de tu esposo, mira como duerme sin saber cómo su mujer está siendo estrenada por otro.”

“No diga eso yo no mmm”

Antes de terminar la frase su verga entro en mi boca, me sostuvo del cabello, mientras empujaba su miembro en mi boca, sentí su sabor salado en mi lengua, en mis labios, sabía que minutos antes ese mismo miembro había preñado a otra mujer, una mujer de otro hombre. Cómo es que era capaz de tener una segunda relación sexual después de haber tenida una relación tan intensa con aquella chica.
“Vamos primor mueve esos labios sobre mi tranca, que vea tu esposo como se la chupas a su jefe porque él no pudo esta noche.”

―Me limite a satisfacerlo, a chuparla y a lamerla como desesperada.

“Ven vamos con tu esposo quiero cogerte en tu cama matrimonial.”

“No, estás loco puede despertar por favor no lo hagas.”

―Me separó y sin pensar me arrastró del brazo hasta dejarme tumbada boca arriba justo al lado de mi marido. Se acercó lentamente mientras disfrutaba de la vista que mi cuerpo le ofrecía así tumbado en la cama con mis piernas un poco abiertas aun con medias y zapatillas.

“Por favor para.”

Me giro un poco dejando mis pies en el piso y mi rostro cerca del rostro de mi esposo, sentí horror, a la vez pena, y también mucho enojo pues mi marido no me ofrecía lo que yo necesitaba en ese momento.
“Ven muñeca vamos a probar tus deliciosos jugos”

Dijo mientras levantaba mis piernas y colocaba sus manos en mis caderas done tomando las delicadas tiras de mi tanga tiro hasta correrlas por todas mis piernas hasta retirarlas de mis zapatillas, allí estaba desnuda ante ese gordo depilada con mi intimidad pidiendo ser probada por un macho, una intimidad que nunca antes había probado miembro masculino.

“Que deliciosa estas primor, eres una puta desde aquí veo tus jugos saliendo de tu pucha”

Se inclinó y puso su cabeza entre mis piernas, dejando su aliento a unos milímetros de mi vagina.

“Hueles delicioso”

Dijo mientras hundía su nariz y su boca en mi vagina.

“Ahhhh, ahhh” gemí mientras mis manos apretaban las sábanas de mi inmaculada cama matrimonial. Gire para ver a mi esposo dormido a unos centímetros de donde su esposa virgen estaba siendo probada por otro macho. Quise silenciar mis gemidos pero era imposible aquella lengua subía y bajaba por toda mi intimidad, se detenía para jugar con mis labios, mi clítoris, mordía mi entrepierna e incluso bajaba en ocasiones demás hasta mi anito, sintiendo unas punzadas en mi estómago que jamás había sentido.

“Que rica estas mamita, que nalgas tan grandes tienes y que vagina tan deliciosa “

Decía mientras intentaba introducir uno de sus dedos, hasta que el mismo se topó con algo dentro de mí.

“Wow sí que eres un premio, así que no bromeaba con que eras virgen preciosa, y el pendejo de tu marido nunca te estreno, no te preocupes corazón yo seré el primero que meterá un pedazo de carne en tan delicioso cuerpecito que tienes.”

“No por favor basta no diga eso quiero ser solo de mi esposo.”

“No digas mamadas pendejas, tu marido nunca lograra clavarte con esa pequeña herramienta flácida” Decía mientras se masturbaba con la otra mano y llevaba su boca nuevamente a mi intimidad.

Yo solo me limitaba a gemir y sostener con una mano sus cabellos que se movían con el compás de su boca en mi intimidad. Comenzó a subirse besando cada parte de mi cuerpo, mis piernas mi abdomen hasta llegar a mi pecho, en pocos segundos su cuerpo se colocó sobre el mío, mis piernas lo enredaban de la cintura y su boca besaba mis tetas sobre mi brasier. Sin pensar quitó la prenda con sus manos liberando mis senos, los chupaba y los amasaba.

“Ah ah, dios que delicioso.”

“Te gusta muñeca y lo que te falta.”

“Por favor no pares.”

“No pararé puta te daré lo que mereces aquí justo a un lado de tu esposo”
Era tanta la excitación que no note cuando su miembro se colocaba justo en la apertura de mi vagina. La sentí palpitar punteándome poco a poco.

“Ahh, ahhh no por favor, no lo hagas quiero que mi marido sea el primero.”

“Tus estas pendeja el primero seré yo.”

Quería decirle que sí que él fuera el primero, él se lo merecía más que mi marido, pero no podía qué haría después para fingir mi virginidad.

“Que apretada estas cariño, siento el comienzo de tu vaina apretándome intentando que entre más.”

Justo cuando sentí que su miembro tocaba mi himen.

“Por favor no lo hagas te daré algo más valioso, algo que deseabas hace unos momentos.”
“¿Qué podría desear más que estrenarte mi reina, enfrente de tu estúpido esposo?”

“¿Házmelo por atrás… “ dije casi en un susurro “metemelo por mi… culo” dije casi temblando “¿querías metérselo a la chica por allí no? vamos soy virgen también.”

“Jajaja eres una puta, quieres que te meta mi palote en entre tus nalgas y te lo meta por tu culito.”

“Si eso quiero por favor.”

“Vas a tener que pedírmelo con más ganas, sientes eso, es mi pene intentando entrar a tu vagina virgen, si quieres que lo saque te parta en dos vas a tener que suplicarlo.”

“Por favor no, quiero perder mi virginidad metemelo por el culo.”

“¿Estás segura, te va doler mucho más? ¿Acaso eres más puta de lo que pensé, prefieres sentir ese dolor a que tomé tu virginidad vaginal?”
“Sí estoy segura por favor métemela hazme tuya” casi grité.

“Está bien, perra” Me beso apasionadamente mientras nos acariciábamos mutuamente.

Ambos estábamos sobre la cama, la misma cama donde sería la mujer de mi esposa, él dormía borracho a un lado mío.

El viejo gordo subió hasta dejar su miembro entre mis pechos.

“Vamos preciosa chúpamelo mientras tus tetas me masturban, y más te vale dejarlo bien lubricado porque meteré mi herramienta en tu culo.”

Lamí su cabeza y su falo con toda mi intensidad mientras él sostenía mis pechos apretando su palo entre ellos. Hasta que metió casi todo su pene nuevamente en mi boca, era enorme, grueso.

Después de varios minutos así se bajó hasta quedar entre mis piernas, las cuales estaban a cada lado de él, aún con mi liguero, mis medias blancas y mis zapatillas del mismo color.
Bajo su cabeza abriendo mis piernas, y comenzó a chuparme nuevamente

“Ahh, ahh, ahhh”

Metiendo una almohada en mi espalda dejo que mis nalgas se alzarán y mis piernas pudieran alzarse más.

“Ahhh” grite, uno de sus dedos comenzó a colocarse en mi ano, sentía su gordo dedo intentando penetrarme “Ahhh más despacio” dije, ignorándome completamente.

Su lengua ocupó el lugar del dedo y me lamía dando vueltas con su lengua por mi orificio.

“Que puta eres mira como disfrutas que otro hombre te lama tu culo virgen.”

Por un par de minutos nos mantuvimos así, su rostro reflejaba victoria, cualquier hombre disfrutaría un momento así con la esposa de otro, eso lo sabría más adelante.

Con sus manos tomo mis chamorros y comenzó a alzarlos, poco a poco, mi respiración se intensifica al ver en el espejo del cuarto nuestras figuras, la de mi esposo, la de su jefe y la mía, la hermosa novia entregándose a otro hombre.

Sus manos colocaron mis zapatillas en sus hombros dejándome tan vulnerable a él. Bajo sus manos recorriendo mis tobillos hasta el comienzo de mi liguero de encaje

“Que deliciosas piernas tienes, con ese vestido de novia te veías tan hermosa, quién diría que las ibas abrir para mí la misma noche que te casaste.”

Mi rostro reflejaba rojo en mis mejillas, mis pechos se alzaban por la respiración tan rítmica del momento. Mi mano que se encontraba al lado del cuerpo dormido de mi esposo busco su mano y la tome como la tome frente al sacerdote esa misma tarde, y con la otra mano en mi boca en forma de puño.
Sentí la punta de su palpitante pene en mi pequeño orificio.

“Que pequeño tienes tu agujerito perra, esto te va doler” dijo mientras aplicaba cada vez más fuerza.

“Ahhh” grité mientras apretaba la mano de mi esposo con mi mano, la misma mano que llevaba la sortija que momentos antes juraba fidelidad ante un altar.

Sentí su cabeza entrar en mi cuerpo, me partía. Lleve mi mano a su barriga intentando detenerlo un poco.

“Qué estrecho es esto perra, tienes un culito tan apretado, quien lo diría.”

“Ahhh, ahhh” gemía más y más mientras cada centímetro de su pene entraba en mí, mis piernas temblaban aún en sus hombros “ahhhh”.

Sentí morir cuando toda su herramienta estaba dentro de mí.

“Por favor no se mueva, me duele ahhh”
“Ahora me hablas de usted zorra, muy bien cariño acostúmbrate por que esto no termina aquí.”

Después de unos segundos comenzó a sacarlo lentamente hasta dejarlo casi afuera, para meterlo de nuevo, el dolor se volvió a sentir.

“Como me aprietas puta de seguro me llevarás siempre en tu memoria.”

Después de unos minutos el dolor empezó a desaparecer hasta que sentí un gozo indescriptible. Yo misma amiga te lo juro había incluso comenzado a apretar su miembro con mi cuerpo, contrayéndose para estimularlo más.

Veía su cara disfrutando las caricias anales que yo le daba.

Me excité y tuve el mejor orgasmo… o uno de los mejores que he tenido.

“Ahhh” grite.

“¿Perra te gusta cómo te parto en tu noche de bodas?”
“Sí, sí ahhh”

“Dímelo”

“Sii por favor no pares”

“Toma, toma” Gritaba mientras utilizaba mis propias piernas para tomar impulso.

Sin avisarme me volteo y dejo mi cara sobre el pecho de mi marido.

“Que rica estas mamita, que culote tienes” Y sin dejarme responder colocaba de nuevo su pene en mi culito, abriéndolo todo. Me monto mientras con sus manos acariciaba mis tetas.

Mi mejilla colocada en el pecho de mi esposo y mi culo abriéndose para un miembro masculino ajeno.

―Amiga que me estás contando ―la interrumpió mi esposo que sin darse cuenta había cerrado las piernas como apretándolas con una mano sobre ellas, seguramente sin darse cuenta el relato la tenía muy excitada también.

Y yo escondido en el cuarto empalmado sin saber qué decir.

―Si amiga me tomó me hizo suya y cuando menos espere sentí su miembro palpitar dentro de mí súper que había llegado a su clímax, y apreté tanto como pude, lo que ocasionó que termináramos de nuevo los dos juntos.

Él se notaba cansado después de la faena de mujeres con las que gozo, su cuerpo sobre el mío al dejarse caer con su rostro en mi espalda.

Tomo su celular y tomo fotos de aquella noche. Me dijo que eso se repetiría. Le dije que sí, tal vez después. Y tomando fuerza le pedí que se fuera, que era suficiente por esa noche. Discutimos un poco, pero logré que se fuera, no sin antes regalarle mi tanga y darle un beso apasionado en la puerta.

―Amiga que historia, no sé qué decir, digo no sé, al menos guardaste tu virginidad para tu marido.
―No amiga, mi marido no acabó siendo el primero.

―¿Queee?, pero que dices? Pero si, su jefe no te lo hizo entonces no entiendo.

―Hay amiga si te contara otra larga historia, pero mi esposo pues, no pudo y al final decidí que debía perderla con alguien que se la ganara, en fin.

―Pero ¿quién amiga? ―preguntó con insistencia mi esposa que parecía más interesada en el tema que preocupada.

―Una persona, un macho que me hizo gozar como no tienes idea. Me tengo que ir te he quitado mucho tiempo, y no tarda en despertar tu esposo, además aún tengo que pasar a otro lado.

―Si, si entiendo, amiga gracias por la confianza ―decía mi esposa mientras ambas se dirigían a la puerta de nuestro departamento.

―Si y tu deberías apurarte cariño, si tu marido no es lo que esperabas o no puede, deberías buscar quién te satisfaga en la cama, masturbarse no es mejor que encontrar un macho que te monte te lo digo yo, además con ese cuerpo créeme que todos los hombres están a tu disposición y no dudo que hasta tu cuñado que te vio se apunte.

―No estás loca como crees, yo no podría hacerle eso a mí espos… novio

¿Por qué mi esposa se refería a mi como novio acaso todo esa platica la había hecho pensar bien las cosas?

―Bien dicho ya vas aprendiendo cielo, tu novio y nunca digas nunca para prueba mi caso.

―Bueno, pero entonces quién fue el primero ―decía mi esposa mientras estaba parada en la puerta para despedirse de su amiga.

―Pues, un macho, uno con una herramienta enorme que llegó a mi vida de improvisto, alguien que jamás hubiera imaginado.

―Buenas, buenas qué hermosas mujeres veo, esta hermosa y deliciosa mañana ―escuche una voz masculina en el pasillo.

―Don chato ―grito mi esposa sorprendida.

Fin del capítulo II.


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