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La madre de Pedro y el bully 3

Al día siguiente preparó el desayuno para su marido y sus hijos, se despidió de ellos y se quedó en la casa sola como todos los días. Si bien fingía que todo estaba bien, no podía dejar de pensar en Marcelo, en lo que Marcelo le hizo hacer, en lo que Marcelo tenia entre sus piernas.
Al pensar eso, rápido sacudió la cabeza como para quererse quitar esa imagen de su mente. No tenia que pensar en eso. Teresa se puso a rezar esperando en un milagro. Marcelo todavía tenia esa foto tan comprometedora. Si solo el la hubiera echo publica, su reputación, su dignidad y su familia resultarían comprometidas.
La alarma de su celular interrumpió lo que hacía para recordarle que era tiempo de ir al gimnasio. Ella no tenía ganas pero esperaba que el ejercicio pudiera ayudarla en liberarse de toda esa tensión.
La madre de Pedro y el bully 3

Hizo sus ejercicios de rutina teniendo un ojo sobre su celular esperando que Marcelo la contacte y así fue. En una hora le llega un mensaje que no era el que se esperaba. Era la foto de su enorme verga parada puesta a lado de una regla de plástico trasparente. Se podía ver que la regla era de 20cm y todavía no llegaba a cubrir el tamaño de su miembro. En ese momento, otra vez esa sensación surgió entre las piernas de Teresa y ahora sus leggins se mojaban de algo que no era sudor.
Teresa no sabía que decir, que hacer o que responder; lo único que hizo fue mirar esa foto por casi un minuto como hipnotizada. Como era posible que se atraviese a mandarle esa foto? Que esperaba de obtener?
-Porque diablos me mandas esto?
-Yo tengo una foto tuya, me parece justo que tu tengas una mía Jaja.
-No eres gracioso. No te bastó lo que me hiciste ayer?
-No pareció que te molestó. Todavía me recuerdo ese beso nena.
Teresa sonrojó. Ella también se recordaba muy bien ese beso pero en especial recordaba cómo se dejó ir a él, como olvidó por un momento de quien era y como esos labios la hicieron sentir; algo muy diferente de lo que había siempre probado con su marido.
-Ya basta Marcelo. Que quieres? Dinero?
-Jajaja. No linda. Nomas quería saber lo que haces este fin de semana.
-Que? Porque?
-No es necesario que te lo diga verdad?...o prefieres que si Jaja.
-Estas loco? Nunca más. Nunca! Entendiste?
-Recuerda que tengo tu foto linda.
-Y yo ahora tengo la tuya. Tu muéstrale a alguien y yo hago lo mismo. Tu que piensas que diría tu madre?
-Jajaja…Talvez le gustaría.
-Eres enfermo.
-Y tu eres puta Jaja, somos una copia perfecta.
-No, me hagas esto por favor. No otra ves.
-Ya basta protestar linda, si las fotos se hacen públicas tu tienes más que perder que yo así que no quiero dramas. Nos vemos el sábado a las 12 en mi casa.
-Eres horrible.
-Jaja, le vas a gozar puta, te lo prometo. Más de la otra vez.
Ese era el miedo de Teresa. Ella no sabía explicarse el porqué de lo que sintió esa ves, el porque de lo que hizo aunque sí la explicación era muy simple y estaba escondida en la parte más oscura de su subconsciente.
Durante la semana todo parecía estar normal con su familia; su marido trabajador como siempre, su Jonás cariñoso y caprichoso como siempre y Pedro callado y de mal humor. Su hijo siempre fue así desde que Marcelo le hacía la vida imposible, pero ella creía que sacrificarse para el hubiera cambiado las cosas.
El sábado la mañana preparó el desayuno para su familia y también el almuerzo ya que no podía estar ahí después. Ella se inventó una excusa normal. Dijo que tenia que encontrase con una amiga de la iglesia para darle consuelo y consejo en un momento duro de su matrimonio. Teresa sabía que su marido no sospecharía ya que el no tenía interés en sus amigas y además era algo que ella solía hacer.
-Mamá, porque llevas abrigo? No está haciendo frio.
-No hijo, pero siempre es mejor llevarlo y no necesitarlo que necesitarlo y no tenerlo.
-Amm…Ok. Pero porque lo tienes puesto ahora si…
-Asta más tarde tesoros.
Felipe y Jonás la saludan en coro mientras Pedro la mira irse con su abrigo encima.
 A las 12 en punto Marcelo abre la puerta de su casa y se encuentra delante a Teresa. Ella lo miraba con desprecio pero a él no le importaba.
-Que puntualidad, Jaja.
-Apúrate y terminemos con esto.
Teresa trata entrar en la casa pero Marcelo le boca el camino poniendo su brazo delante de ella.
-Eeeeh no así tan rápido. Déjame verte bien.
-Ahora? Déjame entrar primero…
-Ahora!
El tono de voz de Marcelo le dejó claro que su orden no era algo con el cual se podía contratar así que abre su abrigo mostrando su cuerpo desnudo con solo sus calzas de red y unos tacos negros.
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-Un poco más linda.
La situación era ya de por sí humillante y arriesgada pero rogó al cielo que nadie le estuviera viendo. De una de las casas de ahí, una anciana señora ve de lejos a Teresa y su vestimenta.
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-Muy bien, muy bien. Te pusiste lo que dije.
-Por favor déjame entrar.
Marcelo levanta el brazo y la deja entrar. Ahora que estaba en la casa, Teresa se sintió un poco más a salvo, más segura. Ella esperaba parada en el pasillo mientras el chico estaba en la cocina. Después de un rato lo ve venir hacia ella con un botella de champán en una mano y dos copas en la otra.
-Ven, ponte cómoda.
Teresa le sigue hacia el salón de la otra vez y se sienta a su lado mientras Marcelo llena las copas y saca de su bolsillo un pequeño bolsita de plástico con adentro un polvo blanco.
-Que es eso?
-No te preocupes linda. Esto te ayudará a relajarte…te ayudará a acostumbrarte a mi verga.
Delante de ella el bastardo que la chantajeaba abrió la bolsita y con sus dedos agarró un pellizco de ese polvo y lo puso en una copa. Teresa sabía que no podía negarle nada a ese sujeto pero nunca pensó que se llegaría asta el punto de consumir drogas.
-Toma.
Marcelo le ofreció la copa y ella la agarró, todavía indecisa sobre que hacer. Nunca le había gustado tomar, tampoco el champán, y ahora Marcelo le ofreció droga. Pidió al cielo como había podido llegar a ese momento. Quería intentar pensar a una excusa pero no había ni una a la que el bully iba a creer y tenía miedo de hacerlo enojar. Al final pensó en lo que hizo y lo que estaba para hacer. Se dijo a sí misma que ya había echo un trabajo de boca a ese bastardo y ese día iba a concederle su cuerpo así que usar drogas no sería la cosa peor que podía hacer.
Teresa de un golpe tomó de la copa aceptando su destino. Ella pensó en que por lo menos la droga iba a volver esa experiencia un poco más soportable. Esperaba solo que hiciera efecto primero que ese gigantesco miembro entre adentro de ella, para que no le duela demasiado.
Marcelo se le paró delante y sacó su verga ya dura causando que Teresa trague saliva. Aunque sí no lo veía por primera vez, las dimensiones no paraban de sorprenderla.
-Quítate el abrigo.
Ella obedece.
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Su cuerpo desnudo calentó aún más al chico que le agarró la cabeza y la dirigió a su verga. Teresa comenzó a chupar sin hacer resistencia como la vez anterior solo que ahora para ella era más fácil.
-Uff… Le haces bien puta.
-Gracias.
A Teresa se le escapó esa palabra. Marcelo estaba sorprendido por la habilidad de la mujer, sabía que ella había chapado verga por primera algunos días primero pero ahora ya ni parecía que era una novata.
-Aun la técnica no es perfecta pero veo que aprendes rápido. Eres un talento natural Jaja.
Por su parte la madre de Pedro quería terminar eso lo más rápido posible así que se esforzó para hacerlo venir lo mas rápido posible. Ella no planeaba con hacer feliz al bully de su hijo pero era la única manera para liberarse de esa situación. La mamada continuó por mucho más tiempo de lo que ella hubiera querido lo que provocó en ella el despertarse de ese sensación entre sus piernas. Teresa dijo a sí misma que las drogas comenzaban hacer afecto pero dentro de sí misma sabía que lo que sentía era lo mismo que sintió la otra vez en esa situación.
Por fin Marcelo acabó y lo hizo dentro de la boca de Teresa sin avisarle lo que provocó que tragara un poco de semen mientras la otra parte calló sobre sus pechos.
-Eres un bastardo!
-Jajaja. Si, lo sé.
La pobre mujer pensaba que ya que lo había echo acabar talvez su tortura había acabado pero no era así. Sin bien el chico ya había dejado una gran cuantidad de líquido dentro y sobre de ella, su verga estaba todavía parada.
-Ven conmigo.
Teresa le sigue a Marcelo así como estaba y entran en el cuarto de la madre de el.
-Ahora comienza la diversión.
-Que? Por que aquí?
-A ti eso no te tiene que importar. Siéntate.
Ella se sienta al borde de la cama esperándose lo peor. El chico se quita su ropa y ahora está desnudo delante de Teresa que observa la belleza del cuerpo juvenil y tónico de Marcelo que era tan diferente respeto a su marido. Felipe tenía un cuerpo que un hombre de 40 años te esperas que tuviera: un poco gordo, flácido, sin un mínimo de músculos y con brazos delgados con encima la marca de la bronceadura evidenciado aún más la palidez de su piel que solía cubrir con la ropa. Al contrario, Marcelo tenía piel morena, espaldas largas, músculos definidos, sobretodo los abdominales, y unos brazos venosos que ella siempre había admirado en cualquier hombre.
La vagina de Teresa comenzó a gotear como un grifo mal cerrado. Delante de ella, el chico se arrodilló entre sus piernas y comenzó a chuparle su vagina. Teresa no se esperaba eso. Nadie en su vida le había echo algo así y la sensación que probó fue indescribible. Era mejor de cuando ella se tocaba sola.
La madre de Pedro no podía aguantar más y agarrándose fuerte de las sábanas de la cama se tiro con el cuerpo para atrás gimiendo y corriéndose como nunca en su vida.
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Teresa tardó un rato en darse cuenta de lo que había pasado. Se había corrido con el bully de su hijo. Su conciencia la estaba matando pero su cuerpo pedía más. Dentro de ella había un impulso que la empujaba a querer más, algo que la hacía sentir diferente “No sabía que la droga pudiera hacer esto” pensó. Marcelo se puso de pie y con la verga todavía mojada por la mamada la miró a ella que había entendido que había llegado el momento. Teresa abrió sus piernas mostrándose lista para recibir el miembro del bully.
-Estas lista puta?
-Si.
En la respuesta de Teresa se podía notar una cierta excitación como si estuviera ansiosa que lo hiciera, sin importarle que la llamó puta. Marcelo subió a la cama y lentamente la llenó con su verga. A cada centímetro la boca de ella se abría cada ves más sintiendo lo que nunca había sentido antes.
Normalmente un tamaño como el de Marcelo le hubiera provocado mucho más dolor pero la droga que había tomado, la excitación que sentía, la lentitud con la que su miembro entró y lo mojada que estaba hicieron que Teresa gozara al máximo de la situación. Si bien sentía un poco de dolor, esa sensación fue mitigada por el placer incomparable que sentía por ser rellenada completamente.
El bully estaba complacido de si mismo. No eran necesarias palabras, la cara de Teresa lo decía todo. Otra mujer había sucumbido a la lujuria, había sucumbido a el.
-Carajo puta, que apretada que estas. Casi me da pena por ti. Todo este tiempo sin haber probado una verga decente.
Ella no respondía. Marcelo comenzó lentamente para después aumentar la velocidad de su movimiento y al ritmo de sus afondes crecían los gemidos de Teresa que no se capacitaba de lo que estaba haciendo.
Ya no podía negar que probaba placer, un inmenso placer, como nunca en su vida, pero lo estaba probando con el chico que la había chantajeada y que había atormentado a su hijo por años. Ella sabía que no estaba bien pero no podía contralarlo, no podía controlarse. Su voluntad era débil como una hoja que se hace trasportar por el viento. Es así que Teresa abandonaba la vergüenza, su decencia y el pensamiento de su familia, “sólo por esta vez” dijo a sí misma. “No es mi culpa, no tenía elección, fue el que me obligó, esta no soy yo, son las drogas…si. Las drogas. No hay otra explicación”.
Ella sabia que si alguien los viera en ese momento no era posible que se pensara en que estaba siendo obligada pero no le importaba, no le importaba lo que los otros podían pensar.
-Aaah, ah, ah, ah, ah, ah…
-Tómalo todo puta, tómalo todo.
Los afondes de Marcelo eran más rápidos y el placer de Teresa cada vez más fuerte que ella tuvo que sujetarse al cuello del chico y sin pensarlo lo abrazó con sus piernas. Esa era la posición en la cual ella y su marido lo hacían, la única posición, pero bastó para hacerle dar cuenta de cuánto el sexo con Marcelo era diferente a lo que estaba acostumbrada, cuanto era mejor.
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Teresa no pudo aguantar más y otro orgasmo, aún más fuerte del primero, le hizo temblar el cuerpo y el alma. Pará él joven escuchar los gemidos y ver la cara de placer de su nueva mujer era un modo para aumentar su ego. Pero todavía no había terminado. El sabia que había regalado a la madre de Pedro la mejor follada de su vida pero no era suficiente para el.
Teresa que terminaba de temblar agarró rápidamente conciencia de lo que había pasado. Había traicionado a su marido, a su familia y a sí misma del peor modo posible y eso causó que un enorme culpa llenara su cuerpo.
-No, no, no…Que hize? No es posible.
Cuando trató de levantarse Marcelo la empujó de nuevo a la cama y le dio la vuelta como si fuera una muñeca.
-Que? Otra vez?
Marcelo la tenía abajo de él, echada boca abajo y con su bellísimas nalgas solo para el. De una sola le enterró de nuevo su verga adentro causando un grito de sorpresa de Teresa.
-La diversión todavía no ha acabado puta.
La agarra de sus cabellos y con un jalón le acerca la cabeza hacia el mientras comienza a moverse otra vez adentro de ella. Nuevamente Teresa perdía el control de su cuerpo sintiendo como ese joven que tanto despreciaba la hacía gozar.
La velocidad y la fuerza de los movimientos del chico eran el doble de primero, así como el placer de ella que sin darse cuenta se estaba besando con el en esa posición, mientras le tiraba del pelo.
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-Ah, ah, ah, ah, ah, ah
-Me gusta tu conchita puta.
-Mm…Ah, ah, ah, ah, ah, ah
La mente de Teresa estaba nublada, no lograba entender lo que le decía y menos responder. Sus gemidos ahora eran gritos de placer que podían ser escuchados desde afuera de la casa. Y así fue. Unos chicos pasando cerca de esa casa en sus bicicletas la escucharon como también la vecina que sin que ella se diera cuenta la vio primero a la entrada. Ella estaba botando la basura cuando escucho los gritos de Teresa.
-Que ramera. Dios mío que le está pasando a este mundo?
La vieja señora se dio cuenta de los chicos que estaban parados con las bicicletas cerca de esa casa y los espantó para que se vayan.
Adentro Teresa estaba ya en otro mundo, no sabía en cuál pero sabía que le gustaba. Otro orgasmo llegó para ella. Si bien estuvo todo ese tiempo echada su cuerpo estaba cansado por la intensidad del sexo con Marcelo. Ella estaba acostumbrada a su marido.
El joven se acostó a su lado dejándola descansar por un rato. Los dos no decían nada, solo respiraban profundo. El estaba mirando su espalda, sus nalgas y sus piernas lucidas de sudor y ella trataba de pensar en cómo fuese posible que estuviera gozando del sexo adultero con un joven. Sus pensamientos fueron interrumpidos por su celular que escuchó sonar desde el salón en donde lo había dejado.
Primero que ella dijera o hiciera algo, Marcelo le hizo poner de perrito y como si nada comenzó a martillar su concha otra vez.
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Poco antes de que la vista de Teresa se nublara como también su mente, de nuevo, logró ver por la ventana que afuera ya estaba oscuro.
Continúa…

2 comentarios - La madre de Pedro y el bully 3

kikepsp1 +2
Solo espero que la siguiente parte no tarde mucho, ojalá y la obliguen a exhibirse