El viaje en tren transcurrió sin mucho que contar, habíamos salido a la tarde para llegar de noche a la costa y poder cenar y tal vez ir un momento a la playa. Cada tanto miraba por la ventana o algunos asientos hacía atrás donde estaba mi hijo Manuel y su amigo, nuevo amigo para mí, pero se los veía charlando y riendo bastante despreocupados.
Yo por mi parte miraba el campo y los algos que se sucedían por la ventana, por momentos abstraída, a veces tenía ganas de charlar un rato con alguien pero no pensaba mucho más. Si bien con mi marido Juan no estábamos en nuestro mejor momento y nos acostábamos una o dos veces por semana, no era común en mí pensar seguido en tener sexo.
Fueron largas horas de mirar por la ventana junto a mi esposo que no dejó de mirar su celular en todo el viaje, apenas si se daba vuelta para mirarme o para darme algún beso en la mejilla, pero se notaba que estaba ausente.
-Disculpame Ceci pero parece que hubo un problema en el trabajo y tengo que estar atento hasta que se resuelva.
Eso fue lo último que me dijo antes de ignorarme por completo durante las horas que faltaban para llegar
Como ya dije, llevaba un vestido negro de tirantes, muy suelto por el calor a veces sofocante que se sentía en el vagón. Ese año recuerdo que había tenido una obsesión para con mi cuerpo y los meses anteriores había comenzado una dieta que me dio muy buenos resultados. Nunca me había visto tan flaca en años, algunas amigas me dijeron que tal vez me había pasado mucho, pero cuando me miraba en el espejo desnuda veía mi cuerpo y me encantaba la verdad.
También unas semanas atrás había decidido teñirme el pelo entre castaño y colorado, para darle más color.
Lo que quiero decir es que me sentía hermosa como hacía años no me sentía, me sentía una mujer deseada, recuerdo cómo me miraban cada vez más por la calle.
Me sentía una mujer como nunca y sentía que no tenía a mi hombre cerca.
Ese verano era muy caluroso y se podía sentir ya el olor del verano, de la playa. Cuando ya faltaba poco menos de una hora para llegar a la estación quise arreglarme un poco en el baño antes de bajar. Siempre fui muy coqueta en ese sentido, sentirme linda conmigo misma es de lo que más me gusta. Pasé por encima de Juan y caminé por el pasillo entre los asientos, ya estaba empezando a anochecer y muchos pasajeros se había dormido, entre ellos mi hijo Manuel pero su amigo estaba despierto mirando abstraído por la ventana, una mirada muy seria y hasta cautivante. No puedo negar que era un chico muy apuesto, si me quedaba mirándolo durante un rato era evidente que tenía su encanto, no sé por qué me imaginé que debía de tener muchas relaciones sexuales.
Pasé a su lado mirándolo a él y a mi hijo de reojo pero estaba segura de que él no me había visto. O eso pensaba, cuando me adelanté un poco y casi tropiezo con una valija que estaba tirada tuve que darme un poco vuelta y miré hacia atrás donde me encontré con la mirada de Franco mirando hacia donde yo estaba. Como fue todo tan rápido me dio la impresión de que sus ojos estaban a la altura de mi cola, también llevaba la espalda descubierta. pero pensé que no podía ser, que era el amigo de mi hijo y simplemente fue un cruce de miradas.
Pero lo que más me sorprendió fue su descaro al no bajar su mirada si no que la sostuvo y mostró con claridad como fue subiendo sus ojos hasta los míos, mirándome antes todo el cuerpo. No supe cómo reaccionar ante su actitud, no me la esperaba, y contra mi voluntad también mantuve mi mirada un momento antes de seguir caminando. Toda la situación no habrá durado más de un minuto pero pude sentir al llegar al baño como me sentía acalorada, ese cruce de miradas en segundos había casi detenido el tiempo. Mucho más me sorprendí cuando me miré al espejo y vi que estaba sonriendo un poco, no podía entenderme, yo no era así. Siempre me gustó provocar pero lo normal, como un juego. Pensar en la idea de poder jugar un poco con ese chico durante el verano me gustaba y me atraía pero decidí que por el momento me iba a mostrar más seria, también como parte de mi juego.
No me esperaba encontrar un juego tan pronto, y ni siquiera habíamos llegado todavía, esa situación me sacó del sopor en el que había estado durante horas, fue lo más interesante de todo mi viaje.
Entonces eso había decidido, me iba a mostrar más seria para manejar mejor cada situación que se fuera dando. Pero también quería que me siguiese mirando como lo había hecho. Entonces me bajé un poco un tirante del vestido, dejé mi hombro al descubierto y moví un poco mi pelo con ambas manos para darle más volumen, tenía decidido pasar así a su lado pero sin siquiera mirarlo. No iba a pasar un verano sola y aburrida, no veía nada de malo en un simple juego de seducción y miradas si no todo lo contrario, tenía ganas de jugar. Si mi marido no iba a estar atento a mí entonces iba a coquetear con otros hombres, aún si uno era el mejor amigo de mi hijo. No pude evitar pasar mis manos por mi cuerpo, por arriba del vestido claro, la situación tan inesperada de recibir una mirada me había afectado un poco más de lo que pensaba, podía sentir mi respiración más agitada y grave, tenía que volver a mi asiento y pensar mi próxima jugada.
Ya tenía mi plan, tenía algo con lo que divertirme, y quería ponerme en control de la situación que estaba pasando. Me sentía muy decidida, verme tan bella me daba una gran seguridad. Pero. Pero muy pronto todo lo que pensaba se iba a derrumbar en sólo momento.
Borré todo atisbo de sonrisa de mi cara y con el hombro a la vista abrí la puerta del baño para volver a mi asiento. Pero nunca me hubiese esperado abrir la puerta y encontrarme de frente con Franco ahí mismo al otro lado, parecía estar esperándome, parecía que hubiese ido atrás mío en cuento yo entré al baño. Me pregunté si había respirado muy fuerte, si pudo haber escuchado algún sonido,
Mi cara de seriedad se transformó en una de sorpresa, lo miraba con las cejas levantadas, mientras que él mantenía una expresión muy tranquila y todavía seria, como si fuese muy normal encontrarse conmigo a quien nunca había visto antes de ese día, encontrarse con la madre su de amigo a solas.
Me pude fijar que llevaba un jean clásico y una camisa negra un poco abierta arriba. Nos estuvimos mirando un momento hasta que él habló, entendí que debía haber sido yo la que dijese algo, un saludo, o pedirle permiso, pero me había quedado quieta mirándolo y sólo ahora me daba cuenta.
F- Hola Cecilia, perdoname pero estaba esperando que salgas para entrar, los demás baños parecen estar ocupados.
Hablaba de manera muy calmada y pausada, no sé por qué pero eso me hizo sentir más nerviosa a su lado. Me pregunté si él también estaba jugando, pero si era así él no podía manejar la situación, él era un chico y yo una mujer. Miré sus ojos oscuros y serios y vi como se había empezado a dejar crecer la barba.
C- No, no... no, esta bien. Me sorprendió que abrí la puerta y te vi ahí pero no hay ningún problema. Ya salgo... ya voy saliendo
Noté que mi voz era ansiosa, no entendía ni yo muy lo que me estaba pasando. Miraba en dirección de mi familia y de nuevo a él pero Franco no dejaba de mirarme fijamente a los ojos, no se si se lo proponía pero tenía una actitud muy intimidante. Tal vez era su seriedad pero para contrastar un poco yo sonreía cada vez más.
Había oscurecido más y casi era de noche, todavía no habían encendido las luces del tren, y estábamos un poco a oscuras, iluminados por la luz que salía del baño. Toda la situación era muy extraña para mí, podía ver una parte de su cara casi a oscuras. Fue ahí cuando me di cuenta de que debía ser algunos años mayor que mi hijo.
El pasillo era estrecho, y entonces él se apoyo contra la pared opuesta a la puerta para dejarme pasar y volver a mi lugar. Pero tampoco había tanto espacio para que pase sin rozarlo.
F- Parece que ya estamos por llegar, debe faltar poco, tal vez media hora más. Te quería agradecer por la invitación y por dejarme quedarme con ustedes estas vacaciones. Hace muchos años que no veo el mar. Te estaba esperando también para darte las gracias.
C- No, no hacía falta...No... Pero no me tenes que agradecer nada. Es un gusto que mi hijo te haya invitado, sos el mejor amigo después de todo. Ya vamos a poder charlar más cuando lleguemos... en estos días.... nos vamos a ir conociendo. Pero... nos encanta que mi hijo y vos estén con nosotros
No podía explicar mi nerviosismo. La manera tan educada que tenía de hablar, toda su persona me descolocaba cada vez más, no parecía tan chico por cómo se manejaba. Yo hablaba rápido, queriendo volver a mi asiento. Y todo lo que decía me sonaba muy desacostumbrado, me sentía otra persona.
F- Bueno, muchas gracias igualmente. Seguro que nos vamos a poder conocer mejor cuando lleguemos a la costa.
Yo no podía dejar de sonreír cada vez que me decidía a mirarlo, por que trataba de desviar la mirada también. Era evidente que todo mi plan se me había ido de las manos en un solo instante de sorpresa.
C- Voy a...
Me encontraba a su lado, ya en el pasillo, cuando salí hubo un roce de piernas pero no fue sino por el poco espacio, no tuve esa intención. Iba a volver a mi lugar cuando la luz del baño a mis espaldas se apagó.
Nos quedamos a oscuras, una enfrente del otro, trataba de actuar con normalidad pero no pude evitar aprovechar ese momento para fijarme bien en él, mirarlo como ya dije era un placer, era un chico muy lindo, salido de la nada, y que de repente se encontraba a mi lado, pensaba en todos los días que nos esperasen cuando llegáramos a la costa. Traté disimuladamente de mirarlo, aunque yo no tenía la intención de actuar así, pero siempre es difícil no mirar a alguien que te resulta atractivo. Podía sentir mi respiración más agitada, definitivamente podía oírla él también pero yo quería mostrarme de esta manera, traté de tranquilizarme.
Después de un momento me di la vuelta y encendí la luz. Tenía que volver a mi asiento y terminar con esta situación. Cuando volví a estar de frente él estaba casi pegado a mí y otra vez, sí otra vez con total descaro su mirada empezó a subir por mi cuerpo, como si estuviese admitiendo !adelante mío! que me había mirado la cola cuando me volteé. No sabía cómo manejarme, la situación me sobrepasaba y tampoco entendía cuales podían ser sus intenciones, podía arruinar todas las vacaciones mirándome de esa manera adelante de mi familia. ¿Tenía que decirle algo? Pero lo que no entendía era por qué no lo frenaba, por que había decidido comenzar un juego de miradas y coqueteos con desconocido que iba a pasar un mes entero con mi familia.
Empezaba a sentir las piernas un poco más flojas, mis manos empezaban a moverse sin sentido, y me costaba hablar pero tenía que volver a mi asiento en ese momento y tomar las riendas de la situación.
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Yo no quería admitirlo pero desde un primer momento, nada más verlo en la estación había sentido una gran excitación por el amigo de mi hijo. Pude entender que cualquier fantasía que pudiese tener con él iba a estar atada a la convivencia que iríamos a pasar juntos. Necesitaba controlarme. Pero supe desde que lo vi que alguna noche a solas me iría a masturbar y tocar pensando en este chico. No me podía engañar, yo sabía muy bien lo que estaba pasando pero conocía mis límites. Lo que no podía saber era a dónde iba a parar toda esa situación, ese juego que pensé hasta con inocencia. Me sentía orgullosa por no poder manejar y decidir pero también me calentaba pensar en que no sabía, en que no podía controlar lo que me pasaba.
Continuará
Yo por mi parte miraba el campo y los algos que se sucedían por la ventana, por momentos abstraída, a veces tenía ganas de charlar un rato con alguien pero no pensaba mucho más. Si bien con mi marido Juan no estábamos en nuestro mejor momento y nos acostábamos una o dos veces por semana, no era común en mí pensar seguido en tener sexo.
Fueron largas horas de mirar por la ventana junto a mi esposo que no dejó de mirar su celular en todo el viaje, apenas si se daba vuelta para mirarme o para darme algún beso en la mejilla, pero se notaba que estaba ausente.
-Disculpame Ceci pero parece que hubo un problema en el trabajo y tengo que estar atento hasta que se resuelva.
Eso fue lo último que me dijo antes de ignorarme por completo durante las horas que faltaban para llegar
Como ya dije, llevaba un vestido negro de tirantes, muy suelto por el calor a veces sofocante que se sentía en el vagón. Ese año recuerdo que había tenido una obsesión para con mi cuerpo y los meses anteriores había comenzado una dieta que me dio muy buenos resultados. Nunca me había visto tan flaca en años, algunas amigas me dijeron que tal vez me había pasado mucho, pero cuando me miraba en el espejo desnuda veía mi cuerpo y me encantaba la verdad.
También unas semanas atrás había decidido teñirme el pelo entre castaño y colorado, para darle más color.
Lo que quiero decir es que me sentía hermosa como hacía años no me sentía, me sentía una mujer deseada, recuerdo cómo me miraban cada vez más por la calle.
Me sentía una mujer como nunca y sentía que no tenía a mi hombre cerca.
Ese verano era muy caluroso y se podía sentir ya el olor del verano, de la playa. Cuando ya faltaba poco menos de una hora para llegar a la estación quise arreglarme un poco en el baño antes de bajar. Siempre fui muy coqueta en ese sentido, sentirme linda conmigo misma es de lo que más me gusta. Pasé por encima de Juan y caminé por el pasillo entre los asientos, ya estaba empezando a anochecer y muchos pasajeros se había dormido, entre ellos mi hijo Manuel pero su amigo estaba despierto mirando abstraído por la ventana, una mirada muy seria y hasta cautivante. No puedo negar que era un chico muy apuesto, si me quedaba mirándolo durante un rato era evidente que tenía su encanto, no sé por qué me imaginé que debía de tener muchas relaciones sexuales.
Pasé a su lado mirándolo a él y a mi hijo de reojo pero estaba segura de que él no me había visto. O eso pensaba, cuando me adelanté un poco y casi tropiezo con una valija que estaba tirada tuve que darme un poco vuelta y miré hacia atrás donde me encontré con la mirada de Franco mirando hacia donde yo estaba. Como fue todo tan rápido me dio la impresión de que sus ojos estaban a la altura de mi cola, también llevaba la espalda descubierta. pero pensé que no podía ser, que era el amigo de mi hijo y simplemente fue un cruce de miradas.
Pero lo que más me sorprendió fue su descaro al no bajar su mirada si no que la sostuvo y mostró con claridad como fue subiendo sus ojos hasta los míos, mirándome antes todo el cuerpo. No supe cómo reaccionar ante su actitud, no me la esperaba, y contra mi voluntad también mantuve mi mirada un momento antes de seguir caminando. Toda la situación no habrá durado más de un minuto pero pude sentir al llegar al baño como me sentía acalorada, ese cruce de miradas en segundos había casi detenido el tiempo. Mucho más me sorprendí cuando me miré al espejo y vi que estaba sonriendo un poco, no podía entenderme, yo no era así. Siempre me gustó provocar pero lo normal, como un juego. Pensar en la idea de poder jugar un poco con ese chico durante el verano me gustaba y me atraía pero decidí que por el momento me iba a mostrar más seria, también como parte de mi juego.
No me esperaba encontrar un juego tan pronto, y ni siquiera habíamos llegado todavía, esa situación me sacó del sopor en el que había estado durante horas, fue lo más interesante de todo mi viaje.
Entonces eso había decidido, me iba a mostrar más seria para manejar mejor cada situación que se fuera dando. Pero también quería que me siguiese mirando como lo había hecho. Entonces me bajé un poco un tirante del vestido, dejé mi hombro al descubierto y moví un poco mi pelo con ambas manos para darle más volumen, tenía decidido pasar así a su lado pero sin siquiera mirarlo. No iba a pasar un verano sola y aburrida, no veía nada de malo en un simple juego de seducción y miradas si no todo lo contrario, tenía ganas de jugar. Si mi marido no iba a estar atento a mí entonces iba a coquetear con otros hombres, aún si uno era el mejor amigo de mi hijo. No pude evitar pasar mis manos por mi cuerpo, por arriba del vestido claro, la situación tan inesperada de recibir una mirada me había afectado un poco más de lo que pensaba, podía sentir mi respiración más agitada y grave, tenía que volver a mi asiento y pensar mi próxima jugada.
Ya tenía mi plan, tenía algo con lo que divertirme, y quería ponerme en control de la situación que estaba pasando. Me sentía muy decidida, verme tan bella me daba una gran seguridad. Pero. Pero muy pronto todo lo que pensaba se iba a derrumbar en sólo momento.
Borré todo atisbo de sonrisa de mi cara y con el hombro a la vista abrí la puerta del baño para volver a mi asiento. Pero nunca me hubiese esperado abrir la puerta y encontrarme de frente con Franco ahí mismo al otro lado, parecía estar esperándome, parecía que hubiese ido atrás mío en cuento yo entré al baño. Me pregunté si había respirado muy fuerte, si pudo haber escuchado algún sonido,
Mi cara de seriedad se transformó en una de sorpresa, lo miraba con las cejas levantadas, mientras que él mantenía una expresión muy tranquila y todavía seria, como si fuese muy normal encontrarse conmigo a quien nunca había visto antes de ese día, encontrarse con la madre su de amigo a solas.
Me pude fijar que llevaba un jean clásico y una camisa negra un poco abierta arriba. Nos estuvimos mirando un momento hasta que él habló, entendí que debía haber sido yo la que dijese algo, un saludo, o pedirle permiso, pero me había quedado quieta mirándolo y sólo ahora me daba cuenta.
F- Hola Cecilia, perdoname pero estaba esperando que salgas para entrar, los demás baños parecen estar ocupados.
Hablaba de manera muy calmada y pausada, no sé por qué pero eso me hizo sentir más nerviosa a su lado. Me pregunté si él también estaba jugando, pero si era así él no podía manejar la situación, él era un chico y yo una mujer. Miré sus ojos oscuros y serios y vi como se había empezado a dejar crecer la barba.
C- No, no... no, esta bien. Me sorprendió que abrí la puerta y te vi ahí pero no hay ningún problema. Ya salgo... ya voy saliendo
Noté que mi voz era ansiosa, no entendía ni yo muy lo que me estaba pasando. Miraba en dirección de mi familia y de nuevo a él pero Franco no dejaba de mirarme fijamente a los ojos, no se si se lo proponía pero tenía una actitud muy intimidante. Tal vez era su seriedad pero para contrastar un poco yo sonreía cada vez más.
Había oscurecido más y casi era de noche, todavía no habían encendido las luces del tren, y estábamos un poco a oscuras, iluminados por la luz que salía del baño. Toda la situación era muy extraña para mí, podía ver una parte de su cara casi a oscuras. Fue ahí cuando me di cuenta de que debía ser algunos años mayor que mi hijo.
El pasillo era estrecho, y entonces él se apoyo contra la pared opuesta a la puerta para dejarme pasar y volver a mi lugar. Pero tampoco había tanto espacio para que pase sin rozarlo.
F- Parece que ya estamos por llegar, debe faltar poco, tal vez media hora más. Te quería agradecer por la invitación y por dejarme quedarme con ustedes estas vacaciones. Hace muchos años que no veo el mar. Te estaba esperando también para darte las gracias.
C- No, no hacía falta...No... Pero no me tenes que agradecer nada. Es un gusto que mi hijo te haya invitado, sos el mejor amigo después de todo. Ya vamos a poder charlar más cuando lleguemos... en estos días.... nos vamos a ir conociendo. Pero... nos encanta que mi hijo y vos estén con nosotros
No podía explicar mi nerviosismo. La manera tan educada que tenía de hablar, toda su persona me descolocaba cada vez más, no parecía tan chico por cómo se manejaba. Yo hablaba rápido, queriendo volver a mi asiento. Y todo lo que decía me sonaba muy desacostumbrado, me sentía otra persona.
F- Bueno, muchas gracias igualmente. Seguro que nos vamos a poder conocer mejor cuando lleguemos a la costa.
Yo no podía dejar de sonreír cada vez que me decidía a mirarlo, por que trataba de desviar la mirada también. Era evidente que todo mi plan se me había ido de las manos en un solo instante de sorpresa.
C- Voy a...
Me encontraba a su lado, ya en el pasillo, cuando salí hubo un roce de piernas pero no fue sino por el poco espacio, no tuve esa intención. Iba a volver a mi lugar cuando la luz del baño a mis espaldas se apagó.
Nos quedamos a oscuras, una enfrente del otro, trataba de actuar con normalidad pero no pude evitar aprovechar ese momento para fijarme bien en él, mirarlo como ya dije era un placer, era un chico muy lindo, salido de la nada, y que de repente se encontraba a mi lado, pensaba en todos los días que nos esperasen cuando llegáramos a la costa. Traté disimuladamente de mirarlo, aunque yo no tenía la intención de actuar así, pero siempre es difícil no mirar a alguien que te resulta atractivo. Podía sentir mi respiración más agitada, definitivamente podía oírla él también pero yo quería mostrarme de esta manera, traté de tranquilizarme.
Después de un momento me di la vuelta y encendí la luz. Tenía que volver a mi asiento y terminar con esta situación. Cuando volví a estar de frente él estaba casi pegado a mí y otra vez, sí otra vez con total descaro su mirada empezó a subir por mi cuerpo, como si estuviese admitiendo !adelante mío! que me había mirado la cola cuando me volteé. No sabía cómo manejarme, la situación me sobrepasaba y tampoco entendía cuales podían ser sus intenciones, podía arruinar todas las vacaciones mirándome de esa manera adelante de mi familia. ¿Tenía que decirle algo? Pero lo que no entendía era por qué no lo frenaba, por que había decidido comenzar un juego de miradas y coqueteos con desconocido que iba a pasar un mes entero con mi familia.
Empezaba a sentir las piernas un poco más flojas, mis manos empezaban a moverse sin sentido, y me costaba hablar pero tenía que volver a mi asiento en ese momento y tomar las riendas de la situación.
----------------
Yo no quería admitirlo pero desde un primer momento, nada más verlo en la estación había sentido una gran excitación por el amigo de mi hijo. Pude entender que cualquier fantasía que pudiese tener con él iba a estar atada a la convivencia que iríamos a pasar juntos. Necesitaba controlarme. Pero supe desde que lo vi que alguna noche a solas me iría a masturbar y tocar pensando en este chico. No me podía engañar, yo sabía muy bien lo que estaba pasando pero conocía mis límites. Lo que no podía saber era a dónde iba a parar toda esa situación, ese juego que pensé hasta con inocencia. Me sentía orgullosa por no poder manejar y decidir pero también me calentaba pensar en que no sabía, en que no podía controlar lo que me pasaba.
Continuará
5 comentarios - Con un amigo de mi hijo II