Hace algunos años, mi vida se centraba en el trabajo. Pasaba prácticamente todo el día dedicada a mis labores, y aunque no me quejaba, ya que disfrutaba lo que hacía, esto limitaba mi oportunidad de conocer gente nueva. Aunque en ocasiones utilizaba aplicaciones para conocer a alguien, había momentos en los que simplemente no deseaba estar con nadie.
En una charla con amigas, algunas de ellas confesaron que utilizaban vibradores con frecuencia. Nunca había considerado usar uno antes, ya que solía satisfacerme solo con mis manos. Sin embargo, al escuchar sus experiencias y la forma en que lo describían, comenzó a despertar mi curiosidad.
Un día, cuando me sentía especialmente excitada y buscaba un poco de acción en las aplicaciones, recordé esas conversaciones. Decidí posponer mis ganas de interactuar con alguien y comencé a explorar tiendas de artículos para adultos en busca de un juguete que me llamara la atención. Vibradores, succionadores, consoladores... examinaba las descripciones hasta que encontré el clásico vibrador de conejito. Sin dudarlo, lo pedí.
La entrega tardaría 48 horas, ya que no quería pagar por envío rápido. Durante esos dos días, sufrí intensamente. Estaba ardiente y cada roce de la tela contra mi piel, incluso en mis pezones, los ponía erectos. En el baño, descubría que mis bragas estaban ligeramente humedecidas. Cuando atendía a clientes masculinos, mi mirada se desviaba hacia su entrepierna, anhelando tener algo en mis manos. No podía aguantar más.
Finalmente, llegó el tan esperado paquete. Lo saqué de su caja y al sentirlo en mis manos, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me dirigí a mi habitación y me puse frente al espejo, despojándome lentamente de mi ropa mientras me admiraba.
Con el vibrador en mano, recorrí mi cuerpo, bajando por mi cuello y mis pechos, provocando que mis pezones se endurecieran. Decidí comenzar con lo básico y seleccioné un programa en el que el tronco giraba lentamente mientras el conejito vibraba suavemente.
Mi cuerpo vibraba al compás de cada centímetro recorrido hasta llegar a mi entrepierna. Sentir la vibración hacía que mi corazón se acelerara. Deslizaba el vibrador por encima de mi vulva, poco a poco adentrándolo entre mis labios. Emitía suaves gemidos, deseando experimentarlo por completo.
Coloqué unos cojines en el suelo frente al espejo y abrí mis piernas de par en par, dejando mi húmedo sexo completamente expuesto. Llevé el vibrador a mi boca, probando ligeramente mis propios fluidos y experimentando esa sensación vibrante en mi boca.
Luego acerqué la punta del vibrador a mi apertura y lo deslicé suavemente sobre ella, buscando mi clítoris con las orejitas del juguete que me hacían estremecer de placer.
Mi respiración se volvía rápida y entrecortada, mientras mi muñeca comenzaba a tomar ritmo, moviendo el vibrador cada vez más rápido. Mis gemidos resonaban por toda la casa, pero afortunadamente mi compañero de cuarto no se encontraba en ese momento. El sonido de mis propios gemidos me excitaba aún más mientras me penetraba con mayor intensidad.
Con una mano, acariciaba mis pechos, alternando entre ellos. Los apretaba, jugaba con mis pezones, los estiraba y los pellizcaba. Si pudiera alcanzarlos con la boca, seguro los chuparía con avidez. Me encantaba verme reflejada en el espejo mientras disfrutaba de mí misma, pero esta vez era diferente. Estaba disfrutando de una forma más intensa y profunda.
Pasaron solo unos minutos hasta que mi cuerpo comenzó a estremecerse. Mis piernas se apretaron alrededor del vibrador que aún vibraba dentro de mí, y de mi garganta escapó un gemido desgarrador. El placer me envolvió por completo en ese momento preciso, y segundos después, otro orgasmo arrasó mi cuerpo. Las orejas del conejito vibrador estimulaban mi clítoris de una manera que me volvía loca.
Los cojines debajo de mí estaban completamente empapados con cada gota de mi excitación que caía. Me quedé allí, reposando unos minutos, observando mi cuerpo relajado en el espejo y deslizando mis dedos por diferentes partes de mí misma. Estaba segura de que ese había sido el orgasmo más intenso y placentero que había experimentado hasta ese momento.
Durante esa semana, continué explorando mis límites gracias a ese pequeño juguete. Me abrí a nuevas experiencias y descubrí el poder del placer que puedo brindarme a mí misma.
pd puedes escuchar este relato, en mi canal de youtube.
https://www.youtube.com/channel/UChhAXP36MyxvYhgFFEUxsmQ
En una charla con amigas, algunas de ellas confesaron que utilizaban vibradores con frecuencia. Nunca había considerado usar uno antes, ya que solía satisfacerme solo con mis manos. Sin embargo, al escuchar sus experiencias y la forma en que lo describían, comenzó a despertar mi curiosidad.
Un día, cuando me sentía especialmente excitada y buscaba un poco de acción en las aplicaciones, recordé esas conversaciones. Decidí posponer mis ganas de interactuar con alguien y comencé a explorar tiendas de artículos para adultos en busca de un juguete que me llamara la atención. Vibradores, succionadores, consoladores... examinaba las descripciones hasta que encontré el clásico vibrador de conejito. Sin dudarlo, lo pedí.
La entrega tardaría 48 horas, ya que no quería pagar por envío rápido. Durante esos dos días, sufrí intensamente. Estaba ardiente y cada roce de la tela contra mi piel, incluso en mis pezones, los ponía erectos. En el baño, descubría que mis bragas estaban ligeramente humedecidas. Cuando atendía a clientes masculinos, mi mirada se desviaba hacia su entrepierna, anhelando tener algo en mis manos. No podía aguantar más.
Finalmente, llegó el tan esperado paquete. Lo saqué de su caja y al sentirlo en mis manos, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me dirigí a mi habitación y me puse frente al espejo, despojándome lentamente de mi ropa mientras me admiraba.
Con el vibrador en mano, recorrí mi cuerpo, bajando por mi cuello y mis pechos, provocando que mis pezones se endurecieran. Decidí comenzar con lo básico y seleccioné un programa en el que el tronco giraba lentamente mientras el conejito vibraba suavemente.
Mi cuerpo vibraba al compás de cada centímetro recorrido hasta llegar a mi entrepierna. Sentir la vibración hacía que mi corazón se acelerara. Deslizaba el vibrador por encima de mi vulva, poco a poco adentrándolo entre mis labios. Emitía suaves gemidos, deseando experimentarlo por completo.
Coloqué unos cojines en el suelo frente al espejo y abrí mis piernas de par en par, dejando mi húmedo sexo completamente expuesto. Llevé el vibrador a mi boca, probando ligeramente mis propios fluidos y experimentando esa sensación vibrante en mi boca.
Luego acerqué la punta del vibrador a mi apertura y lo deslicé suavemente sobre ella, buscando mi clítoris con las orejitas del juguete que me hacían estremecer de placer.
Mi respiración se volvía rápida y entrecortada, mientras mi muñeca comenzaba a tomar ritmo, moviendo el vibrador cada vez más rápido. Mis gemidos resonaban por toda la casa, pero afortunadamente mi compañero de cuarto no se encontraba en ese momento. El sonido de mis propios gemidos me excitaba aún más mientras me penetraba con mayor intensidad.
Con una mano, acariciaba mis pechos, alternando entre ellos. Los apretaba, jugaba con mis pezones, los estiraba y los pellizcaba. Si pudiera alcanzarlos con la boca, seguro los chuparía con avidez. Me encantaba verme reflejada en el espejo mientras disfrutaba de mí misma, pero esta vez era diferente. Estaba disfrutando de una forma más intensa y profunda.
Pasaron solo unos minutos hasta que mi cuerpo comenzó a estremecerse. Mis piernas se apretaron alrededor del vibrador que aún vibraba dentro de mí, y de mi garganta escapó un gemido desgarrador. El placer me envolvió por completo en ese momento preciso, y segundos después, otro orgasmo arrasó mi cuerpo. Las orejas del conejito vibrador estimulaban mi clítoris de una manera que me volvía loca.
Los cojines debajo de mí estaban completamente empapados con cada gota de mi excitación que caía. Me quedé allí, reposando unos minutos, observando mi cuerpo relajado en el espejo y deslizando mis dedos por diferentes partes de mí misma. Estaba segura de que ese había sido el orgasmo más intenso y placentero que había experimentado hasta ese momento.
Durante esa semana, continué explorando mis límites gracias a ese pequeño juguete. Me abrí a nuevas experiencias y descubrí el poder del placer que puedo brindarme a mí misma.
pd puedes escuchar este relato, en mi canal de youtube.
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2 comentarios - Primer vibrador