Pedro estaba preocupado. Su madre dijo que tardaría poco tiempo pero ya era casi hora de cena y todavía no había regresado. Intentó llamarla al celular pero no respondía lo que lo puso todavía más nervioso.
Pedro esperó unos minutos más asta que se cansó y decidió llamarle a su padre pero cuando estaba apuntó de apretar el botón verde de llamada, su madre abre la puerta de la casa.
-Mamá porque no contestabas al teléfono?
-Mamiii.
Teresa entra a su casa, sube las escalera y se encierra en el bañó ignorando completamente la pregunta de Pedro y al pequeño Jonás que feliz de verla alzó sus manos arriba asía ella para que lo levante y lo cargue en sus brazos. Sus hijos se dieron cuenta que estaba turbada así que la esperaron en la cocina.
Ella bajó después de unos 15 minutos con una ropa más cómoda y comportándose normalmente.
-Quien tiene hambre?
-Yoooo.
Dice Jonás alegré como siempre.
-Mamá…entonces?
-Que cosa tesoro?
-Que pasó con Marcelo? Hablaste con su madre?
Teresa se toma unos momentos para responder.
-Tu no te preocupes de eso tesoro. Tu ve a la escuela tranquilo mañana y si ese bastardo te toca otra vez se la verá conmigo.
La enigmática respuesta de su madre no lo tranquilizó para nada pero no insistió más. Lo que le sorprendía fue la palabra que usó para llamar a Marcelo…bastardo. El estaba de acuerdo en que lo fuese pero nunca había escuchado su madre hablar así de alguien.
Teresa logró terminar de preparar la cena justo un rato primero que su marido llegará a casa, una cena simple que no necesitaba mucho tiempo para prepararse. Ahora con los cuatro en la meza, la conversación era dirigida al ojo negro de Marcelo que tuvo que explicar a su padre, Felipe, que cosa había pasado. Ellos ya sabían de que Marcelo lo maltrataba pero no sabía que llegó a usar la violencia asta ese día. Pedro no les contaba de todas las palizas que recibía; Marcelo solía golpearle al cuerpo y no en la cara así que pudiera esconder los moretones más fácilmente. Los padres de Pedro había tratado de resolver el problema a través de la escuela mandando letras de reclamo, llamando al director, haciendo citas para hablar con él y con los profesores y asta organizar un encuentro con los padres de Marcelo pero obviamente ellos no se presentaron.
Felipe estaba muy enojado sabiendo que un grupo de chicos había asaltado a su hijo pero como cada vez que recibía noticias del bullying que subía su hijo, continuaba repitiendo el mismo discurso.
-Que delincuentes! Esto es el colmo. Mañana mismo iré a la escuela por la mañana para hacerle un discursivo a ese joven.
En ese momento, Teresa, algo asustada habló y explicó que no era necesario porque ella había ya ido a casa de Marcelo para resolver el problema. Ella contó que cuando llegó fue el bully a recibirla y no su madre porque había recibido una llamada urgente de trabajo.
-Y el padre del chico?
Teresa continuó con su historia diciendo que el chico no conocía a su padre y que el numero que había recibido de la escuela era de su madre y su padrastro el cual se fue de la casa hace unos meses.
-Que desgracia. Con razón el hijo es así. Recuerden hijos, cada hogar digno de ser llamado tal necesita de un padre y de una madre que crezcan a los hijos en manera responsable, como Dios manda. Si ese Marcelo se comporta así es porque le falta de una buena figura paterna que le enseñe la disciplina. Ningun niño tendría que ser abandonado por un padre…o una madre.
-Pero Felipe, eso no quiere decir que ese chico sea una víctima de la vida ya que ahora…
-Lo se, lo sé Teresa. No estoy justificando sus acciones, solo digo que todo mal tiene una origen.
El discurso de su marido tenía sentido y siendo ella una mujer religiosa sabía que el perdón era algo muy importante. Teresa continuó con su cuento y dijo que sí bien el chico se demostró un maleducado ella lo amenazó y el cambió de actitud rápido asta que al final aceptó no pegar más a Pedro.
Eso puso un poco más de paz en su hijo que lo mismo no entendía el porqué se demoró todo ese tiempo en regresar y porque cuando regresó estaba tan turbada. El cuento de Teresa no era falso, no del todo por lo menos, sólo había omitido algunas partes.
Al día siguiente, en la escuela Pedro estaba más tranquilo ya que Marcelo había dicho que no lo tormentaria más. Cuando llegó el recreo, el joven salió de su clase para darse encuentro con Juan pero al pasar en los pasillos se dio cuenta que no había mucha gente. Caminó un poco más asta que se encontró delante de él un grupo de gente reunida en un medio círculo cerca de la vitrina de trofeos. En medio de ellos reconoció la mochila de Juan y se hizo espacio para hablarle. Un rato primero de decir su nombre se encontró adelante a Marcelo en medio de toda esa gente con los teléfonos a la mano sacando fotos y filmando. El estaba apoyado con una mano a la vitrina y con la otra se masturbaba delante de todos para el asombro de los chicos y la admiración de las chicas. Pedro no pudo evitar de notar que las dimensiones del miembro de Marcelo eran enormes, seguramente el doble de lo que tenía el entre las piernas o talvez el triple.
No podía creer la cara dura de ese delincuente y sobretodo la relación de los demás que no se escandalizan como el o que no llamaban a un responsable para que se ocupe de la situación.
-Que esta pasando aquí?
Como si la hubiera llamado Pedro con el pensamiento, la voz de la profesora Verónica, la divorciada, la que estaba siempre de mal humor, asustó a todos que se retiraron como palomas asustadas en el parque. Mientras regresaba a la clase Pedro pensó que finalmente Marcelo hiba a ser expulsado. Cuando salía de la escuela pasó nuevamente cerca de la vitrina de trofeos y vio que estaba manchada de una gran cantidad de esperma. El hijo de puta de Marcelo no había parado con su locura también después que llegó la profesora, pensó. La parte peor era que ahora nomas se dio cuenta que el bastardo se estaba masturbando delante de una foto de la campeona de debate de la escuela que se encontraba adentro la vitrina. La foto de su madre sonriendo cuando era joven que tenia en las manos su trofeo.
-Asqueroso hijo de puta.
Al regreso a casa Pedro continuaba a hablar con Juan como siempre y le contaba que su madre había resuelto la situación con Marcelo. Apenas dijo eso desde atrás alguien le pateó su pie y lo hizo tropezar. Esa persona no era Marcelo si no uno de su banda.
-Que…que estas haciendo?
El tipo se ríe de el que estaba en el piso mientras llega el resto del grupo, entre ellos también Marcelo.
-Porque me miras así maricon?
-Tu…tu…mi mamá dijo que prometiste…
-O si, si. Le prometí a la perra de tu madre que no te iba a tocar y así es. No te he tocado.
Como un verdadero diablo Marcelo había encontrado el modo de respetar su palabra y al mismo tiempo atormentar a Pedro. Al tipo que le había echó caer se juntó otro y juntos le dieron unas patadas a Pedro que estaba todavía en el piso. La cara del chico no recibió daño pero su cuerpo y orgullo si.
-Ves concha con lentes, esto es lo que pasa cuando mandas a otros a resolver tus problemas.
-Lo siento…yo…
-No te preocupes. Aprecié la visita de tu mami ayer y estate seguro que si le cuentas algo la apreciaré otra vez…es mas, si me la mandas de nuevo la daré una calurosa bienvenida con esto.
Marcelo al decir aso se agarra su su paquete con una mano apretando con energía dejándole claro a su víctima que iba a pasar.
Los miedos de Pedro se hicieron reales. Mandarla a hablar con el no fue una buena idea. Ahora sabía que era tan malo como se imaginaba y que si su madre volvía a su casa sola, podía pasar algo de terrible.
Mientras la banda se retiraba y Juan lo ayudaba a alzarse, Pedro se pedía porque su madre dijo que había puesto a Marcelo en su lugar si obviamente no era así. Que el bastardo hubiese fingido ser intimidado por ella? Era la cosa más probable.
LO QUE PASÓ ESA NOCHE…
Teresa estaba delante de la puerta de la casa de Marcelo. El barrio donde vivía no era seguramente de los mejores, como era normal imaginarse, con casas viejas, claramente descuidadas, un jardín con pasto demasiado alto y algunas botellas de cerveza esparcidas por todo lado; no parecía que estaba ni en la misma ciudad.
Teresa suena el timbre una y otra vez pero nadie le abre así que un poco molesta golpea la puerta enérgicamente. Marcelo no tarda en llegar, abre la puerta y recibe a la madre de Pedro con una sonrisa en su cara.
-Que impaciente Jaja. Ven, acomódate. Disculpa por el timbre, esta roto.
Teresa estaba un poco incómoda por la apariencia del chico ya que no era para nada como se imaginaba. El joven delante de ella era muy alto, más alto que ella, su marido y también de su hijo, su piel oscura hacia hacía contraste con la suya cuando le dio la mano para saludarlo y como si no fuera suficiente el chico la recibió sin polera dejando a la vista su cuerpo atlético, flaco pero al mismo tiempo musculoso con venas en los brazos que ella siempre encontró muy atraentes.
-Buenas tardes, por favor llama a tu madre que no pienso quedarme aquí por mucho tiempo.
-Como quieras…MAAAMÁÁÁ!
-…
-Que extraño no baja. Talvez se durmió otra vez. Entra y espérame que ahora la despierto.
De mala gana Teresa entra en esa humilde casa algo desordenada, sucia y con un extraño olor en el aire que no le agradaba. La inocente madre levanta con dos dedos una botella del sofá y se sienta esperando al chico.
-Bueno emmm…parece que no está en casa.
-Que? Pero tu me dijiste…
-Lo sé que dije pero tienes que entender que ella es un mujer muy ocupada, le llamaron urgente del trabajo y ella siempre está lista a trabajar así que…
-Me mentiste.
-No, no te mentí. Ella me dijo que te dijera de venir pero poco después la llamó su jefe para pedirle que venga a hacer horas extras. Yo le dije que estabas llegando, ella me dijo que te esperaría pero seguramente se fue mientras estaba en el baño.
Obviamente el chico estaba mintiendo y Teresa lo sabía pero no quería rendirse ya que dijo a su hijo que iba a resolver la situación. Ella creía que Marcelo no quería que hablase con su madre para evitar problemas así que le dijo:
-Entiendo. Entonces la espero aquí.
-Claro. Quieres algo de beber?
-No, gracias.
Marcelo se levanta, va a la cocina y regresa con dos botellas de cervezas abiertas.
-Toma.
-Dije que no quería nada.
-Si, pero se que cuando las mujeres dicen que no quiere decir en realidad si, solo para hacerse convencer.
Sus palabras la pusieron incomoda haciéndole pensar que talvez fue una mala idea haber ido ahí sola pero el pensar en su hijo le dio el coraje de quedarse.
-Sabes, tu hijo nunca me había dicho que tenía una madre tan linda.
-No hables así.
-Así como?
-…Así.
-Jaja…no te hagas a la tímida, estoy seguro que tu marido te llena de halagos cada día, no?
-Si…pero el es mi marido.
Teresa mintió, su marido era mucho tiempo que no le deba atenciones pero eso el bully no tenia que saberlo. Ella se dio cuenta que Marcelo le hablaba en modo diferente de cómo lo hizo al teléfono y no estaba segura si era mejor de un modo o del otro. El silencio de los dos fue mal interpretado por Marcelo y se acercó a ella y trató de besarla.
-Que diablos astas haciendo?
-Tu que crees?
-No, esto es suficiente. Regresaré mañana para hablar con tu mamá.
Teresa ofendida se levanta del sofá y se dirige a la puerta.
-Osea que en el mientras me puedo divertir con tu hijo?
-Que…que dijiste?
-Acaso estas sorda perra? No me gusta repetirme.
El cambio de actitud repentina de Marcelo le asustó un poco pero la clara amenaza a su amado Pedrito no podía ser ignorada si que decidió de mostrar su lado más agresivo.
-Asqueroso delincuente, no te atrevas nunca mas a tocar a mi hijo me entiendes? No le hables, no lo mires y si me doy cuenta que lo fastidiarte en algún modo te juro que llamaré a la policía y…
Marcelo con un sopapo le hace callar.
-Contigo las buenas no funcionan así que usaré las malas.
Marcelo que en ese momento estaba sin polera saca de sus shorts blancos su enorme verga flácida que ocupaba toda su mano y un poco más mostrándole con orgullo a la madre de Pedro. Teresa que se quedó helada por el shock del golpe que recibió no le salió ni una palabra cuando sus ojos se posaron sobre el pene descomunal del chico.
-Escúchame bien perra. No se quien te crees que eres pero si piensas que puedes entrar a mi casa con tu linda ropita de puta de lujo, sentarte en mi sofá, mirarme de arriba abajo y faltarme de respeto en ese modo estas equivocada.
Marcelo comienza a masturbarse delante de ella mientras la grandeza de su tronco aumentaba lentamente.
Teresa no tenia idea de lo que estaba pasando, su cerebro paró de funcionar como debía. Estaba parada dando las espaldas a la puerta, asustada, confundida sobre cómo la situación escaló de manera tan rápida y sorprendida por lo que el joven tenía en su mano. A cada movimiento de él una pequeña sensación, un estímulo, una chispa se prendía adentro de ella; algo que ella nunca había probado y que no lograba identificar.
-Te gusta verdad?
-…
-A todas les gusta y como vos no logran sacarle los ojos de encima.
La boca de Teresa comenzó a salivar.
Marcelo con una mano saca su teléfono y le muestra una foto de su casa de afuera.
-Tu vives aquí, no?
-…Como?...No, yo no…
-No mientas, lo sé que vives en esa casota, desde que te dije que vengas acá mandé a mi amigo a vigilar la casa. Si no haces lo que te digo, si intentas salir sin mi permiso hago una llamada y mi compa entra y le revienta de golpes a tu hijo.
Las crueles palabras de Marcelo la llevaban a la terrible realidad de su situación. Ese delincuente que hacía bullying a su hijo se reveló ser más de un común chico malo. Ese sujeto se reveló ser un monstruo malvado y sin escrúpulos.
-ME ENTENDISTE?
Marcelo le agarra de la garganta con su mano con la cual se estaba tocando su miembro y le pega a la puerta.
-SI, Si, si…entiendo.
Teresa no pudo hacer a menos que notar cuanto fuese grande la mano del chico que casi cerraba completamente la presa sobre su pálido cuello.
Marcelo la deja libre y con esa misma mano agarra la manita de ella que ya de si era pequeña pero junto a la del chico parecía minúscula y la acerca a su miembro. Ella, que había entendido lo que quería, la acerca aún más al miembro ahora casi completamente erecto y como si fuese un un perro de la calle lo toca con delicadeza y miedo como si pudiese morderla.
-Si, sin miedo linda.
Los toques de Teresa se hacen más seguros y en poco tiempo la agarró por completo sin poder cerrar su mano y la tocaba en modo inexperto como si tratase de masajearla.
-Perra…No me digas que nunca hiciste esto?
-Yo…no, nunca.
-Que carajo…no que estabas casada?
-Si.
-Y tienes un hijo así que no eres una virgen pero como es que no sabes hacer las cosas mas basilares?
-Mi marido…El me respeta.
-Jajaja…Respeta? Yo digo que es maricon, Jaja…No lo puedo creer, un mina como voz en casa y no te ha enseñado nada.
-…
-Bueno, entonces vamos a remediar.
La verga de Marcelo ya estaba completamente parada en su máximo de su poder para la admiración de Teresa que no paraba de compararla en su mente con la de su marido. La de su amado Felipe era simple, rosada, más suave, mucho más pequeña y con un poco de piel que cubría la punta. La de Marcelo al contrario…parecía de otro mundo: Enorme, el triple de Felipe, negra, gorda, cubierta de venas y con el glande bien grande y mojado de un líquido raro. El bastardo la agarró de su pulso y con la mano todavía sobre su miembro la dirigió al sofá donde se sentó con ella su lado.
El masaje a su verga continuó por unos minutos bajo las instrucciones de Marcelo asta que se convirtió en un trabajo de mano como se debe. Teresa no pensaba más en lo que estaba haciendo, lo único que le preocupaba era hacer lo que le decía el chico sin proferir palabra. Cada mujer en esa situación hubiera estado en lágrimas pero no Teresa, no con esa verga en su mano, no con la saliva que se acumulaba en su boca.
Teresa estaba como bajo un hechizo provocado por el tronco de Marcelo, un hechizo que crecía más y más en su bajo vientre y que lentamente se apoderaba de todo su cuerpo.
Ya era casi una hora que el entrenamiento de la madre de Pedro había comenzado y su abusador no parecía ni estar cerca de terminar lo que hizo que Teresa se recordará de todas las veces que su marido se acostó con ella solo duró un máximo de 10 minutos.
-Hagámoslo más divertido.
Marcelo abre la camisa de Teresa rápidamente haciendole saltar los botones. En ese momento sus preciosas tetas salen afuera, todavía cubiertas por su sostén. Si ya se veían que eran grandes con la ropa encima, ahora parecían haber crecido aún más.
-Dios mío!
Exclamó Teresa. Las miradas de los dos se cruzaron dejando que ella pudiera leer en la mente de Marcelo. Teresa procedió a quitarse su sostén con un poco de vergüenza pero sin resistencia. La vista de las tetas de la madre de Pedro era magnífica. Aunque sí ya era una madre de 38 años sus pechos no parecía sentir el tiempo o la gravedad mostrándose en todo su esplendor con los pezones duros. Al ver eso Marcelo se complació con si mismo lanzándose a chuparlos provocando que a Teresa se le escape un gemido.
Los dos continuaron así por unos minutos, el chupándole sus pezones y ella masturbándolo como si ahora fuese natural. Su mismo cuerpo la traicionaba, su mano se movía de puro instinto y su boca no paraba de declarar su placer nutriendo el ego del atormentador de su hijo.
-Así me gustas perra.
Dicho eso Marcelo la agarra su quijada y la acerca a él para pasarla. Teresa, ya perdida en la calentura del momento cerró los ojos y reciprocó el beso abandonando por unos segundos su moral.
En ese momento suena su celular. El recuerdo de sus dos hijos esperándolo a casa fue como un balde de agua fría para ella y la volvió a la realidad empujando el chico atrás y poniendo su mano sobre su boca en estupor de su mismas acciones, indicando que recién se daba cuenta de lo que había echo. El agarra la bolsa de ella y mete en silencioso el celular.
Marcelo no parecía estar molesto por ese gesto pero lo mismo se paró y se puso frente a ella con su enorme verga pocos centímetros sobre su cabeza. La vista de ese tronco tan grande sobre de ella cubría en parte la luz del la lámpara poniendo una sombra sobre su cara. Teresa en ese momento se sentía pequeña, diminuta, sin poder, completamente sometida a la voluntad de ese hombre que se erguía sobre de ella como un tiran a la cual ella no podía escapar.
-Métetela en la boca.
Dice Marcelo con tono autoritario provocando que ella abriera la boca dejando salir un hilo de baba por la parte izquierda. Teresa no obedece se queda inmóvil no obstante el orden. Sabía que lo que estaba para suceder, la elección que estaba para agarrar podía cambiar si vida para siempre.
Marcelo agarra su celular y le muestra la pantalla donde aparece el nombre de Ron mientras su dedo estaba sobre el símbolo verde de llamada.
Eso le recordó de la situación en la que estaba y que no tenía elección si quería que su hijo estuviera a salvo. De alguna forma eso le dio un poco de alivio pensando que sus acciones eran para el bien de su hijo, que ella no era responsable o culpable de lo que estaba para hacer.
Teresa abre más su boca y comienza a saborear la punta. Nunca había sentido un sabor así, era fuerte y amargo como el olor que provenía del miembro del chico pero no le molestaba tanto. Esa felación era como se lo imaginaba, sucia, pervertida y humillante pero de algun modo, en ese momento, en esa situación, sintió esas sensaciones con un ánimo diferente que cambiaron la manera en que recibió esos sentimientos. Lentamente, sin que recibiera órdenes, comenzó a meterla más adentro llenando su boca con no poco esfuerzo.
-Nada de dientes!
Teresa obedeció y mejoró su técnica que ahora Marcelo aprobaba con su gemido.
-Muy bien, aprendes rápido.
A ella le gustó escuchar esas palabras. Sentir la aprobación de ese hombre era algo placentero, la hacía sentir apreciada.
Su boca ya estaba llena de la verga de Marcelo y aún le faltaban muchos centímetros. La saliva salía en gran cantidad porque ya no ha habia espacio en su boca. Con su mano el dominador le empujó la cabeza más hacia el provocando en ella las ganas de vomitar. Teresa puso sus manos sobre las piernas de Marcelo para sujetarse y hacer resistencia a la voluntad de su abusador lo que a él no le gustó.
-No me hagas enojar perra. Ya sabes lo que pasa si no.
Con mucha voluntad se esforzó de no vomitar. Sus ojos lagrimeaban arruinado el maquillaje y llenando la sala con los sonidos de su esfuerzo.
-Gloc…gloc…gloc.
Marcelo sabía que Teresa no tenía experiencia pero lo mismo estaba complacido por su performance. Al final logró avanzar algunos sentimientos más adentro y consciente que le había echo llegar a su limite le dejó ir provocando que la mujer de un gran respiro desesperado por la boca seguido por un poco de toz. Su maquillaje ya no se podía llamar tal, sus cabellos algo despeinados, su cara rosada por el esfuerzo y sus barbilla, cuello y senos mojadas por su saliva.
Marcelo comienza a masturbarse vigorosamente delante de ella al que a su orden, ella abre la boca donde le llega la primera carga de semen manchando también su mejilla izquierda.
Después otras dos cargas a sus pechos ya mojados de sudor y saliva.
Teresa escupe inmediatamente la carga en su boca sobre sus manos manchando un poco su falda y el piso.
-Muy mal perra, muy mal. Ahora quiero que te la pases sobre tu cara y cuerpo como una crema.
La humillación de Teresa seguía y ella ya ni intentaba protestar. Pasó sus manos sobre su cara, su frente y su barbilla uniéndose a lo que ya estaba ahí. Sabía que a él no le hubiera bastado y mirándolo a los ojos con una mirada de rabia y cansancio, pasa sus dedos por su cuello y para terminar por sus pecho lucidandolo con ese asqueroso líquido.
Clic.
Teresa escuchó el sueno del celular de Marcelo hacer una foto a ella en esa comprometiente situación.
-No! No por favor, no fotos.
Marcelo la ignora diciendo.
-Viniste muy bien zorra. Eres fotogénica.
Marcelo se sienta a su lado sin ponerse los shorts y se toma la cerveza que le quedaba ofreciéndole otra vez la otra a Teresa que la agarra y la bebe de golpe. Quería que la cerveza lavara el acto recién cometido de su mente, quería que su vergüenza fuera atenuada por lo menso un poco. A ella no le gustaba tomar.
-Puedo usar el baño?
Marcelo con la mano aun con la botella le apunta atrás de él. El la ve caminar por detrás admirando también su espectacular trasero dentro de la falda y dice en voz baja.
-La próxima vez.
En el baño Teresa limpia con agua todo lo que puede, reviviendo en su cabeza lo que había pasado en esa tarde.
-Es por tu hijo, es por tu hijo…por Pedrito, por el lo estás haciendo.
Piensa ella. Se convence a sí misma de que todo lo que pasó fue un sacrificio que ella hizo y que nunca, en otras circunstancias hubiera pasado pero al mismo tiempo trataba de encontrar una justifica o explicación a esas sensaciones que había probado y a los gemidos que se había dejado escapar. Cuando salió quería irse rápido y sin decir nada pero Marcelo la llama primero que abra la puerta.
-No te estas olvidando algo?
En sus manos tenía su bolsita y su celular. Teresa no tiene opción si no acercarse a él y tomar sus cosas y una vez ahí encuentra el coraje para pedirle lo que quería.
-Deja…Dejaras a mi hijo en paz?…por favor?
-Jajaja…Te prometo que no lo voy a tocar.
Ella sale de la casa con una miserable victoria y con la sensación de haber perdido algo más de la dignidad; había perdido una parte de ella misma. Lo peor de todo eso era que Teresa no se sentía destruida, con el espíritu echo pedazos como es normal de esperarse. Ella misma se daba cuenta. Sentía rabia, frustración y miedo…pero nada de terrible, nada que la empujara a llorar desesperada.
-Talvez soy mas fuerte de lo que pensaba.
Se dijo a sí misma. En el camino a casa, en su auto, pensaba a lo que había pasado y sobretodo en Marcelo. Ella ya no podía pensar en el como un chico. El era un hombre joven, un hombre malo que ahora tenía un poder sobre ella a causa de esa foto.
Había pasado demasiado tiempo desde que salió de su casa y un momento primero de salir se ajustó lo más que podía. Primero limpió la ropa, luego con una botellita de agua se mojó la cara y el cuello secándose con unos pañuelos que tenía en su bolsa. Como toque final se pasó de nuevo el maquillaje para que nadie sospeche.
Entró a la casa sin hacer caso a sus hijos y se encerró en el baño de su cuarto para darse una rápida ducha. Mientras el agua caía sobre ella, planifica que decir y que no decir pero sobretodo que hacer. Ya era tarde para llamar a la policía porque ese bastardo hubiera difundido esa foto si lo hacía; no era necesario que se lo dijera. Lo único que podía hacer era fingir y tratar de olvidar. Esa noche había perdido contra Marcelo pero por lo menos había ganado salvar a su hijo.
Durante la cena se esforzó de mantener la compostura y contar parte de la verdad. En el momento de dormir su marido la abrazó por detrás como hacia siempre pero esta vez ella sintió como una sensación de repulsión a casa de lo que había pasado. Si solo su marido y su familia supieran lo que pasó.
Continúa...
Pedro esperó unos minutos más asta que se cansó y decidió llamarle a su padre pero cuando estaba apuntó de apretar el botón verde de llamada, su madre abre la puerta de la casa.
-Mamá porque no contestabas al teléfono?
-Mamiii.
Teresa entra a su casa, sube las escalera y se encierra en el bañó ignorando completamente la pregunta de Pedro y al pequeño Jonás que feliz de verla alzó sus manos arriba asía ella para que lo levante y lo cargue en sus brazos. Sus hijos se dieron cuenta que estaba turbada así que la esperaron en la cocina.
Ella bajó después de unos 15 minutos con una ropa más cómoda y comportándose normalmente.
-Quien tiene hambre?
-Yoooo.
Dice Jonás alegré como siempre.
-Mamá…entonces?
-Que cosa tesoro?
-Que pasó con Marcelo? Hablaste con su madre?
Teresa se toma unos momentos para responder.
-Tu no te preocupes de eso tesoro. Tu ve a la escuela tranquilo mañana y si ese bastardo te toca otra vez se la verá conmigo.
La enigmática respuesta de su madre no lo tranquilizó para nada pero no insistió más. Lo que le sorprendía fue la palabra que usó para llamar a Marcelo…bastardo. El estaba de acuerdo en que lo fuese pero nunca había escuchado su madre hablar así de alguien.
Teresa logró terminar de preparar la cena justo un rato primero que su marido llegará a casa, una cena simple que no necesitaba mucho tiempo para prepararse. Ahora con los cuatro en la meza, la conversación era dirigida al ojo negro de Marcelo que tuvo que explicar a su padre, Felipe, que cosa había pasado. Ellos ya sabían de que Marcelo lo maltrataba pero no sabía que llegó a usar la violencia asta ese día. Pedro no les contaba de todas las palizas que recibía; Marcelo solía golpearle al cuerpo y no en la cara así que pudiera esconder los moretones más fácilmente. Los padres de Pedro había tratado de resolver el problema a través de la escuela mandando letras de reclamo, llamando al director, haciendo citas para hablar con él y con los profesores y asta organizar un encuentro con los padres de Marcelo pero obviamente ellos no se presentaron.
Felipe estaba muy enojado sabiendo que un grupo de chicos había asaltado a su hijo pero como cada vez que recibía noticias del bullying que subía su hijo, continuaba repitiendo el mismo discurso.
-Que delincuentes! Esto es el colmo. Mañana mismo iré a la escuela por la mañana para hacerle un discursivo a ese joven.
En ese momento, Teresa, algo asustada habló y explicó que no era necesario porque ella había ya ido a casa de Marcelo para resolver el problema. Ella contó que cuando llegó fue el bully a recibirla y no su madre porque había recibido una llamada urgente de trabajo.
-Y el padre del chico?
Teresa continuó con su historia diciendo que el chico no conocía a su padre y que el numero que había recibido de la escuela era de su madre y su padrastro el cual se fue de la casa hace unos meses.
-Que desgracia. Con razón el hijo es así. Recuerden hijos, cada hogar digno de ser llamado tal necesita de un padre y de una madre que crezcan a los hijos en manera responsable, como Dios manda. Si ese Marcelo se comporta así es porque le falta de una buena figura paterna que le enseñe la disciplina. Ningun niño tendría que ser abandonado por un padre…o una madre.
-Pero Felipe, eso no quiere decir que ese chico sea una víctima de la vida ya que ahora…
-Lo se, lo sé Teresa. No estoy justificando sus acciones, solo digo que todo mal tiene una origen.
El discurso de su marido tenía sentido y siendo ella una mujer religiosa sabía que el perdón era algo muy importante. Teresa continuó con su cuento y dijo que sí bien el chico se demostró un maleducado ella lo amenazó y el cambió de actitud rápido asta que al final aceptó no pegar más a Pedro.
Eso puso un poco más de paz en su hijo que lo mismo no entendía el porqué se demoró todo ese tiempo en regresar y porque cuando regresó estaba tan turbada. El cuento de Teresa no era falso, no del todo por lo menos, sólo había omitido algunas partes.
Al día siguiente, en la escuela Pedro estaba más tranquilo ya que Marcelo había dicho que no lo tormentaria más. Cuando llegó el recreo, el joven salió de su clase para darse encuentro con Juan pero al pasar en los pasillos se dio cuenta que no había mucha gente. Caminó un poco más asta que se encontró delante de él un grupo de gente reunida en un medio círculo cerca de la vitrina de trofeos. En medio de ellos reconoció la mochila de Juan y se hizo espacio para hablarle. Un rato primero de decir su nombre se encontró adelante a Marcelo en medio de toda esa gente con los teléfonos a la mano sacando fotos y filmando. El estaba apoyado con una mano a la vitrina y con la otra se masturbaba delante de todos para el asombro de los chicos y la admiración de las chicas. Pedro no pudo evitar de notar que las dimensiones del miembro de Marcelo eran enormes, seguramente el doble de lo que tenía el entre las piernas o talvez el triple.
No podía creer la cara dura de ese delincuente y sobretodo la relación de los demás que no se escandalizan como el o que no llamaban a un responsable para que se ocupe de la situación.
-Que esta pasando aquí?
Como si la hubiera llamado Pedro con el pensamiento, la voz de la profesora Verónica, la divorciada, la que estaba siempre de mal humor, asustó a todos que se retiraron como palomas asustadas en el parque. Mientras regresaba a la clase Pedro pensó que finalmente Marcelo hiba a ser expulsado. Cuando salía de la escuela pasó nuevamente cerca de la vitrina de trofeos y vio que estaba manchada de una gran cantidad de esperma. El hijo de puta de Marcelo no había parado con su locura también después que llegó la profesora, pensó. La parte peor era que ahora nomas se dio cuenta que el bastardo se estaba masturbando delante de una foto de la campeona de debate de la escuela que se encontraba adentro la vitrina. La foto de su madre sonriendo cuando era joven que tenia en las manos su trofeo.
-Asqueroso hijo de puta.
Al regreso a casa Pedro continuaba a hablar con Juan como siempre y le contaba que su madre había resuelto la situación con Marcelo. Apenas dijo eso desde atrás alguien le pateó su pie y lo hizo tropezar. Esa persona no era Marcelo si no uno de su banda.
-Que…que estas haciendo?
El tipo se ríe de el que estaba en el piso mientras llega el resto del grupo, entre ellos también Marcelo.
-Porque me miras así maricon?
-Tu…tu…mi mamá dijo que prometiste…
-O si, si. Le prometí a la perra de tu madre que no te iba a tocar y así es. No te he tocado.
Como un verdadero diablo Marcelo había encontrado el modo de respetar su palabra y al mismo tiempo atormentar a Pedro. Al tipo que le había echó caer se juntó otro y juntos le dieron unas patadas a Pedro que estaba todavía en el piso. La cara del chico no recibió daño pero su cuerpo y orgullo si.
-Ves concha con lentes, esto es lo que pasa cuando mandas a otros a resolver tus problemas.
-Lo siento…yo…
-No te preocupes. Aprecié la visita de tu mami ayer y estate seguro que si le cuentas algo la apreciaré otra vez…es mas, si me la mandas de nuevo la daré una calurosa bienvenida con esto.
Marcelo al decir aso se agarra su su paquete con una mano apretando con energía dejándole claro a su víctima que iba a pasar.
Los miedos de Pedro se hicieron reales. Mandarla a hablar con el no fue una buena idea. Ahora sabía que era tan malo como se imaginaba y que si su madre volvía a su casa sola, podía pasar algo de terrible.
Mientras la banda se retiraba y Juan lo ayudaba a alzarse, Pedro se pedía porque su madre dijo que había puesto a Marcelo en su lugar si obviamente no era así. Que el bastardo hubiese fingido ser intimidado por ella? Era la cosa más probable.
LO QUE PASÓ ESA NOCHE…
Teresa estaba delante de la puerta de la casa de Marcelo. El barrio donde vivía no era seguramente de los mejores, como era normal imaginarse, con casas viejas, claramente descuidadas, un jardín con pasto demasiado alto y algunas botellas de cerveza esparcidas por todo lado; no parecía que estaba ni en la misma ciudad.
Teresa suena el timbre una y otra vez pero nadie le abre así que un poco molesta golpea la puerta enérgicamente. Marcelo no tarda en llegar, abre la puerta y recibe a la madre de Pedro con una sonrisa en su cara.
-Que impaciente Jaja. Ven, acomódate. Disculpa por el timbre, esta roto.
Teresa estaba un poco incómoda por la apariencia del chico ya que no era para nada como se imaginaba. El joven delante de ella era muy alto, más alto que ella, su marido y también de su hijo, su piel oscura hacia hacía contraste con la suya cuando le dio la mano para saludarlo y como si no fuera suficiente el chico la recibió sin polera dejando a la vista su cuerpo atlético, flaco pero al mismo tiempo musculoso con venas en los brazos que ella siempre encontró muy atraentes.
-Buenas tardes, por favor llama a tu madre que no pienso quedarme aquí por mucho tiempo.
-Como quieras…MAAAMÁÁÁ!
-…
-Que extraño no baja. Talvez se durmió otra vez. Entra y espérame que ahora la despierto.
De mala gana Teresa entra en esa humilde casa algo desordenada, sucia y con un extraño olor en el aire que no le agradaba. La inocente madre levanta con dos dedos una botella del sofá y se sienta esperando al chico.
-Bueno emmm…parece que no está en casa.
-Que? Pero tu me dijiste…
-Lo sé que dije pero tienes que entender que ella es un mujer muy ocupada, le llamaron urgente del trabajo y ella siempre está lista a trabajar así que…
-Me mentiste.
-No, no te mentí. Ella me dijo que te dijera de venir pero poco después la llamó su jefe para pedirle que venga a hacer horas extras. Yo le dije que estabas llegando, ella me dijo que te esperaría pero seguramente se fue mientras estaba en el baño.
Obviamente el chico estaba mintiendo y Teresa lo sabía pero no quería rendirse ya que dijo a su hijo que iba a resolver la situación. Ella creía que Marcelo no quería que hablase con su madre para evitar problemas así que le dijo:
-Entiendo. Entonces la espero aquí.
-Claro. Quieres algo de beber?
-No, gracias.
Marcelo se levanta, va a la cocina y regresa con dos botellas de cervezas abiertas.
-Toma.
-Dije que no quería nada.
-Si, pero se que cuando las mujeres dicen que no quiere decir en realidad si, solo para hacerse convencer.
Sus palabras la pusieron incomoda haciéndole pensar que talvez fue una mala idea haber ido ahí sola pero el pensar en su hijo le dio el coraje de quedarse.
-Sabes, tu hijo nunca me había dicho que tenía una madre tan linda.
-No hables así.
-Así como?
-…Así.
-Jaja…no te hagas a la tímida, estoy seguro que tu marido te llena de halagos cada día, no?
-Si…pero el es mi marido.
Teresa mintió, su marido era mucho tiempo que no le deba atenciones pero eso el bully no tenia que saberlo. Ella se dio cuenta que Marcelo le hablaba en modo diferente de cómo lo hizo al teléfono y no estaba segura si era mejor de un modo o del otro. El silencio de los dos fue mal interpretado por Marcelo y se acercó a ella y trató de besarla.
-Que diablos astas haciendo?
-Tu que crees?
-No, esto es suficiente. Regresaré mañana para hablar con tu mamá.
Teresa ofendida se levanta del sofá y se dirige a la puerta.
-Osea que en el mientras me puedo divertir con tu hijo?
-Que…que dijiste?
-Acaso estas sorda perra? No me gusta repetirme.
El cambio de actitud repentina de Marcelo le asustó un poco pero la clara amenaza a su amado Pedrito no podía ser ignorada si que decidió de mostrar su lado más agresivo.
-Asqueroso delincuente, no te atrevas nunca mas a tocar a mi hijo me entiendes? No le hables, no lo mires y si me doy cuenta que lo fastidiarte en algún modo te juro que llamaré a la policía y…
Marcelo con un sopapo le hace callar.
-Contigo las buenas no funcionan así que usaré las malas.
Marcelo que en ese momento estaba sin polera saca de sus shorts blancos su enorme verga flácida que ocupaba toda su mano y un poco más mostrándole con orgullo a la madre de Pedro. Teresa que se quedó helada por el shock del golpe que recibió no le salió ni una palabra cuando sus ojos se posaron sobre el pene descomunal del chico.
-Escúchame bien perra. No se quien te crees que eres pero si piensas que puedes entrar a mi casa con tu linda ropita de puta de lujo, sentarte en mi sofá, mirarme de arriba abajo y faltarme de respeto en ese modo estas equivocada.
Marcelo comienza a masturbarse delante de ella mientras la grandeza de su tronco aumentaba lentamente.
Teresa no tenia idea de lo que estaba pasando, su cerebro paró de funcionar como debía. Estaba parada dando las espaldas a la puerta, asustada, confundida sobre cómo la situación escaló de manera tan rápida y sorprendida por lo que el joven tenía en su mano. A cada movimiento de él una pequeña sensación, un estímulo, una chispa se prendía adentro de ella; algo que ella nunca había probado y que no lograba identificar.
-Te gusta verdad?
-…
-A todas les gusta y como vos no logran sacarle los ojos de encima.
La boca de Teresa comenzó a salivar.
Marcelo con una mano saca su teléfono y le muestra una foto de su casa de afuera.
-Tu vives aquí, no?
-…Como?...No, yo no…
-No mientas, lo sé que vives en esa casota, desde que te dije que vengas acá mandé a mi amigo a vigilar la casa. Si no haces lo que te digo, si intentas salir sin mi permiso hago una llamada y mi compa entra y le revienta de golpes a tu hijo.
Las crueles palabras de Marcelo la llevaban a la terrible realidad de su situación. Ese delincuente que hacía bullying a su hijo se reveló ser más de un común chico malo. Ese sujeto se reveló ser un monstruo malvado y sin escrúpulos.
-ME ENTENDISTE?
Marcelo le agarra de la garganta con su mano con la cual se estaba tocando su miembro y le pega a la puerta.
-SI, Si, si…entiendo.
Teresa no pudo hacer a menos que notar cuanto fuese grande la mano del chico que casi cerraba completamente la presa sobre su pálido cuello.
Marcelo la deja libre y con esa misma mano agarra la manita de ella que ya de si era pequeña pero junto a la del chico parecía minúscula y la acerca a su miembro. Ella, que había entendido lo que quería, la acerca aún más al miembro ahora casi completamente erecto y como si fuese un un perro de la calle lo toca con delicadeza y miedo como si pudiese morderla.
-Si, sin miedo linda.
Los toques de Teresa se hacen más seguros y en poco tiempo la agarró por completo sin poder cerrar su mano y la tocaba en modo inexperto como si tratase de masajearla.
-Perra…No me digas que nunca hiciste esto?
-Yo…no, nunca.
-Que carajo…no que estabas casada?
-Si.
-Y tienes un hijo así que no eres una virgen pero como es que no sabes hacer las cosas mas basilares?
-Mi marido…El me respeta.
-Jajaja…Respeta? Yo digo que es maricon, Jaja…No lo puedo creer, un mina como voz en casa y no te ha enseñado nada.
-…
-Bueno, entonces vamos a remediar.
La verga de Marcelo ya estaba completamente parada en su máximo de su poder para la admiración de Teresa que no paraba de compararla en su mente con la de su marido. La de su amado Felipe era simple, rosada, más suave, mucho más pequeña y con un poco de piel que cubría la punta. La de Marcelo al contrario…parecía de otro mundo: Enorme, el triple de Felipe, negra, gorda, cubierta de venas y con el glande bien grande y mojado de un líquido raro. El bastardo la agarró de su pulso y con la mano todavía sobre su miembro la dirigió al sofá donde se sentó con ella su lado.
El masaje a su verga continuó por unos minutos bajo las instrucciones de Marcelo asta que se convirtió en un trabajo de mano como se debe. Teresa no pensaba más en lo que estaba haciendo, lo único que le preocupaba era hacer lo que le decía el chico sin proferir palabra. Cada mujer en esa situación hubiera estado en lágrimas pero no Teresa, no con esa verga en su mano, no con la saliva que se acumulaba en su boca.
Teresa estaba como bajo un hechizo provocado por el tronco de Marcelo, un hechizo que crecía más y más en su bajo vientre y que lentamente se apoderaba de todo su cuerpo.
Ya era casi una hora que el entrenamiento de la madre de Pedro había comenzado y su abusador no parecía ni estar cerca de terminar lo que hizo que Teresa se recordará de todas las veces que su marido se acostó con ella solo duró un máximo de 10 minutos.
-Hagámoslo más divertido.
Marcelo abre la camisa de Teresa rápidamente haciendole saltar los botones. En ese momento sus preciosas tetas salen afuera, todavía cubiertas por su sostén. Si ya se veían que eran grandes con la ropa encima, ahora parecían haber crecido aún más.
-Dios mío!
Exclamó Teresa. Las miradas de los dos se cruzaron dejando que ella pudiera leer en la mente de Marcelo. Teresa procedió a quitarse su sostén con un poco de vergüenza pero sin resistencia. La vista de las tetas de la madre de Pedro era magnífica. Aunque sí ya era una madre de 38 años sus pechos no parecía sentir el tiempo o la gravedad mostrándose en todo su esplendor con los pezones duros. Al ver eso Marcelo se complació con si mismo lanzándose a chuparlos provocando que a Teresa se le escape un gemido.
Los dos continuaron así por unos minutos, el chupándole sus pezones y ella masturbándolo como si ahora fuese natural. Su mismo cuerpo la traicionaba, su mano se movía de puro instinto y su boca no paraba de declarar su placer nutriendo el ego del atormentador de su hijo.
-Así me gustas perra.
Dicho eso Marcelo la agarra su quijada y la acerca a él para pasarla. Teresa, ya perdida en la calentura del momento cerró los ojos y reciprocó el beso abandonando por unos segundos su moral.
En ese momento suena su celular. El recuerdo de sus dos hijos esperándolo a casa fue como un balde de agua fría para ella y la volvió a la realidad empujando el chico atrás y poniendo su mano sobre su boca en estupor de su mismas acciones, indicando que recién se daba cuenta de lo que había echo. El agarra la bolsa de ella y mete en silencioso el celular.
Marcelo no parecía estar molesto por ese gesto pero lo mismo se paró y se puso frente a ella con su enorme verga pocos centímetros sobre su cabeza. La vista de ese tronco tan grande sobre de ella cubría en parte la luz del la lámpara poniendo una sombra sobre su cara. Teresa en ese momento se sentía pequeña, diminuta, sin poder, completamente sometida a la voluntad de ese hombre que se erguía sobre de ella como un tiran a la cual ella no podía escapar.
-Métetela en la boca.
Dice Marcelo con tono autoritario provocando que ella abriera la boca dejando salir un hilo de baba por la parte izquierda. Teresa no obedece se queda inmóvil no obstante el orden. Sabía que lo que estaba para suceder, la elección que estaba para agarrar podía cambiar si vida para siempre.
Marcelo agarra su celular y le muestra la pantalla donde aparece el nombre de Ron mientras su dedo estaba sobre el símbolo verde de llamada.
Eso le recordó de la situación en la que estaba y que no tenía elección si quería que su hijo estuviera a salvo. De alguna forma eso le dio un poco de alivio pensando que sus acciones eran para el bien de su hijo, que ella no era responsable o culpable de lo que estaba para hacer.
Teresa abre más su boca y comienza a saborear la punta. Nunca había sentido un sabor así, era fuerte y amargo como el olor que provenía del miembro del chico pero no le molestaba tanto. Esa felación era como se lo imaginaba, sucia, pervertida y humillante pero de algun modo, en ese momento, en esa situación, sintió esas sensaciones con un ánimo diferente que cambiaron la manera en que recibió esos sentimientos. Lentamente, sin que recibiera órdenes, comenzó a meterla más adentro llenando su boca con no poco esfuerzo.
-Nada de dientes!
Teresa obedeció y mejoró su técnica que ahora Marcelo aprobaba con su gemido.
-Muy bien, aprendes rápido.
A ella le gustó escuchar esas palabras. Sentir la aprobación de ese hombre era algo placentero, la hacía sentir apreciada.
Su boca ya estaba llena de la verga de Marcelo y aún le faltaban muchos centímetros. La saliva salía en gran cantidad porque ya no ha habia espacio en su boca. Con su mano el dominador le empujó la cabeza más hacia el provocando en ella las ganas de vomitar. Teresa puso sus manos sobre las piernas de Marcelo para sujetarse y hacer resistencia a la voluntad de su abusador lo que a él no le gustó.
-No me hagas enojar perra. Ya sabes lo que pasa si no.
Con mucha voluntad se esforzó de no vomitar. Sus ojos lagrimeaban arruinado el maquillaje y llenando la sala con los sonidos de su esfuerzo.
-Gloc…gloc…gloc.
Marcelo sabía que Teresa no tenía experiencia pero lo mismo estaba complacido por su performance. Al final logró avanzar algunos sentimientos más adentro y consciente que le había echo llegar a su limite le dejó ir provocando que la mujer de un gran respiro desesperado por la boca seguido por un poco de toz. Su maquillaje ya no se podía llamar tal, sus cabellos algo despeinados, su cara rosada por el esfuerzo y sus barbilla, cuello y senos mojadas por su saliva.
Marcelo comienza a masturbarse vigorosamente delante de ella al que a su orden, ella abre la boca donde le llega la primera carga de semen manchando también su mejilla izquierda.
Después otras dos cargas a sus pechos ya mojados de sudor y saliva.
Teresa escupe inmediatamente la carga en su boca sobre sus manos manchando un poco su falda y el piso.
-Muy mal perra, muy mal. Ahora quiero que te la pases sobre tu cara y cuerpo como una crema.
La humillación de Teresa seguía y ella ya ni intentaba protestar. Pasó sus manos sobre su cara, su frente y su barbilla uniéndose a lo que ya estaba ahí. Sabía que a él no le hubiera bastado y mirándolo a los ojos con una mirada de rabia y cansancio, pasa sus dedos por su cuello y para terminar por sus pecho lucidandolo con ese asqueroso líquido.
Clic.
Teresa escuchó el sueno del celular de Marcelo hacer una foto a ella en esa comprometiente situación.
-No! No por favor, no fotos.
Marcelo la ignora diciendo.
-Viniste muy bien zorra. Eres fotogénica.
Marcelo se sienta a su lado sin ponerse los shorts y se toma la cerveza que le quedaba ofreciéndole otra vez la otra a Teresa que la agarra y la bebe de golpe. Quería que la cerveza lavara el acto recién cometido de su mente, quería que su vergüenza fuera atenuada por lo menso un poco. A ella no le gustaba tomar.
-Puedo usar el baño?
Marcelo con la mano aun con la botella le apunta atrás de él. El la ve caminar por detrás admirando también su espectacular trasero dentro de la falda y dice en voz baja.
-La próxima vez.
En el baño Teresa limpia con agua todo lo que puede, reviviendo en su cabeza lo que había pasado en esa tarde.
-Es por tu hijo, es por tu hijo…por Pedrito, por el lo estás haciendo.
Piensa ella. Se convence a sí misma de que todo lo que pasó fue un sacrificio que ella hizo y que nunca, en otras circunstancias hubiera pasado pero al mismo tiempo trataba de encontrar una justifica o explicación a esas sensaciones que había probado y a los gemidos que se había dejado escapar. Cuando salió quería irse rápido y sin decir nada pero Marcelo la llama primero que abra la puerta.
-No te estas olvidando algo?
En sus manos tenía su bolsita y su celular. Teresa no tiene opción si no acercarse a él y tomar sus cosas y una vez ahí encuentra el coraje para pedirle lo que quería.
-Deja…Dejaras a mi hijo en paz?…por favor?
-Jajaja…Te prometo que no lo voy a tocar.
Ella sale de la casa con una miserable victoria y con la sensación de haber perdido algo más de la dignidad; había perdido una parte de ella misma. Lo peor de todo eso era que Teresa no se sentía destruida, con el espíritu echo pedazos como es normal de esperarse. Ella misma se daba cuenta. Sentía rabia, frustración y miedo…pero nada de terrible, nada que la empujara a llorar desesperada.
-Talvez soy mas fuerte de lo que pensaba.
Se dijo a sí misma. En el camino a casa, en su auto, pensaba a lo que había pasado y sobretodo en Marcelo. Ella ya no podía pensar en el como un chico. El era un hombre joven, un hombre malo que ahora tenía un poder sobre ella a causa de esa foto.
Había pasado demasiado tiempo desde que salió de su casa y un momento primero de salir se ajustó lo más que podía. Primero limpió la ropa, luego con una botellita de agua se mojó la cara y el cuello secándose con unos pañuelos que tenía en su bolsa. Como toque final se pasó de nuevo el maquillaje para que nadie sospeche.
Entró a la casa sin hacer caso a sus hijos y se encerró en el baño de su cuarto para darse una rápida ducha. Mientras el agua caía sobre ella, planifica que decir y que no decir pero sobretodo que hacer. Ya era tarde para llamar a la policía porque ese bastardo hubiera difundido esa foto si lo hacía; no era necesario que se lo dijera. Lo único que podía hacer era fingir y tratar de olvidar. Esa noche había perdido contra Marcelo pero por lo menos había ganado salvar a su hijo.
Durante la cena se esforzó de mantener la compostura y contar parte de la verdad. En el momento de dormir su marido la abrazó por detrás como hacia siempre pero esta vez ella sintió como una sensación de repulsión a casa de lo que había pasado. Si solo su marido y su familia supieran lo que pasó.
Continúa...
8 comentarios - La madre de Pedro y el bully 2
Espero la 3a parte saludos
Van mis 10