De cómo me hicieron cornudo

Primera parte
Con ella llevábamos 5 años de matrimonio. Un amor de pasillo de la universidad que se consolidó más rápido de lo que nos dimos cuenta. Ella, una morocha voluptuosa y con mucho carácter. Yo era una tímida rata de biblioteca que se escondía detrás de su barba para pasar desapercibido. Éramos parte de un grupo del mismo grupo de amigos.
Ambos teníamos nuestros trabajos antes de recibirnos y con la vida "resuelta" decidimos casarnos.
Pero la realidad era que entre los trabajos y las cursadas, solo nos veíamos para entrar o salir de la cama dependiendo de la hora que marcara el reloj.
Entre ambos la química era cada vez menor, pero ella parecía no tener necesidad alguna (o eso me decía).
Hacia afuera teníamos una vida social activa, amigos suyos, míos y nuestros venían a casa regularmente y ella siempre era el centro de las miradas. Pero cuando volvíamos a ser dos, se apagaba, cómo si no tuviera el menor deseo de mí.
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Laura, un día me propuso de la nada, invitar a "Los Gordos" a cenar.
Quienes son los gordos? Mis 4 amigos de la facultad, que nos conocían a ambos de compartir pasillos y sabían toda la historia de nuestra pareja.
- Les digo que vengan en pareja? Pregunté, para empezar a organizar.
- No, no te molestes. Además, yo disfruto de su compañía. Deciles que traigan lo que quieran tomar.

Su respuesta me descolocó un poco, pero no le di mayor entidad. Ya nos habíamos juntado muchas veces así y siempre había salido bien. Pero algo en el aire me decía que esta vez no iba a ser igual.
Preparamos una picada y unas cervezas frías para recibirlos y la cena estaba en el horno, cocinándose lentamente.

Me voy a cambiar amor! Me dijo y se metió a la pieza.
Yo me quedé casi de entrecasa, restándole importancia a la vestimenta.
La vi salir exhuberante. Una remera de escote pronunciado realzaba sus grandes tetas y una pollera que dejaba a la vista sus piernas y un poco más. Ropa que nunca había usado comigo. 
No dije nada, pero empezaba a intuir lo que se venía.

Extrañamente (pensaba yo) los Gordos llegaron juntos, en la camioneta de uno de ellos. Pasaron, me dejaron los vinos y uno por uno la saludaron a ella.

Empezamos a picar y charlando recordábamos viejas anécdotas. Mientras el alcohol aflojaba las lenguas, podía notar como no le sacaban los ojos de encima y ella parecía sentirse cada vez más a gusto.

" Abrite un vino" dijo uno. Ella se estaba incorporando para ir y otro dice "no, que vaya el monito".Escuché esas palabras y un sudor frío me recorrió la espalda. Me habían puesto ese apodo después de un torneo de fútbol de la facu, al ver en la ducha mi pequeño miembro casi oculto entre los pelos que en ese momento tenía. "Parece que tenés un monito ahí abajo" y ahí quedó. Hace años que no lo escuchaba, pero no pude evitar revivir recuerdos reprimidos.

Haciendo como que no pasaba nada me fui a la cocina, a buscar el vino y algo más para picar. Lo que me encontré, me dio la pauta de que todo esto estaba armado a mis espaldas.
Ella riéndose y con su vaso casi vacío, flanqueada por mis 4 amigos, que tenían las manos en sus piernas, acariciándola, sin resistirse en lo más mínimo.

- "Viniste rápido monito. Mirá que nosotros te la cuidamos bien" me decían y ella se reía, cómplice de ese momento incómodo (para mí).
- "Sí, ellos siempre me trataron bien" dijo ella como redoblando la apuesta. O no Manu?

Manu era el líder del grupo, fachero, exitoso, mucha guita y muy bien dotado. Yo sabía que él y Laura habían tenido algo antes de que ella estuviera conmigo, y siempre me pregunté por qué terminó eligiendome.

"Siempre la pasaste bien conmigo, aunque nunca entendí por qué casaste con el monito" Alardeó.

"¿Será porque te garchaste a la profe de Contratos que era mi amiga?"- Le dijo ella. Yo pensé que eso lo iba a amilanar un poco, pero pareciera que lo encendió más.

La pollera de Laura estaba cada vez más arriba y con las manos de Manu en su espalda, se relajaba y sus piernas se abrían cada vez un poco más.

"Aunque más que monito, tendríamos que decirte alce" remató y todos empezaron a reírse a carcajadas. Claramente la idea de la noche era degradarme, ahí entendí todo.

¿Le contaste del trío en la magna? Le Preguntó a Laura. Yo no podía contener mí pequeña erección, ya visible.

Nunca me lo había dicho, pero conocía la historia anónima. Según el mito urbano, una noche de pocas cursadas dos estudiantes se metieron en el aula más grande de la facu y estaban cogiendo arriba de la tarima cuando entró un no docente y los vio. Esto hubiera sido un escándalo, pero se decía que lo habían sobornado de alguna forma para mantenerlo callado. 

"No, nunca le dije, pero lo podemos recrear para que lo vea" 
A esta altura, los 4 estaban manoseando a mí mujer frente a mí. Caliente e impotente a la vez, solo podía mirar como me humillaban mis amigos.

"Sentate, ponete cómodo y mirá" me dijo Manu mientras desabrochaba mi cinto y palpaba mi miseria sin sacarse la sonrisa burlona de la cara.

La pollera como un cinturón y las tetas por fuera de la remera, dejaban a Laura a merced de cuatro sementales que la rodeaban con sus miembros duros y listos para ella.

Se arrodilló frente ellos pero mirándome a mí. Sin apartar su mirada tomó el grueso y venoso falo de Manu para chuparlo como si de eso dependiera su vida. Me sentía totalmente inútil ante semejante demostración de masculinidad, viéndola saborearlo de una forma que conmigo jamás hizo.

- "Viste lo que hace con una de verdad?" 
- "Le encanta la pija, pero no la tuya"
- " Después de probar una así te pensás que esa mierda que tenés le calienta?
- "Te quedaste con la más puta, pero te la cogemos nosotros"

Escuchaba eso y me calentaba viéndola gozar de verdad. Le daban lo que yo nunca podría darle.

Verla quedarse solo con la tanga y los tacos era simplemente espectacular. Un cuerpo voluptuoso y hambriento de placer, a punto de ser saciado por sus machos. Con un espectador de lujo, que se calentaba, disfrutaba y sufría a la vez. (Continúa)