Los conocí en una app de citas.
Parecía que siempre era ella la que hablaba, aunque lo hacía en plural.
Intercambiamos fotos, aunque no me gusta mucho mostrarme. Y tengo muy pocas de mi pija.
Pero, bueno, era necesario, si quería llegar a algo.
Ellos me enviaron fotos muy hot, pero sin mostrar sus rostros. A lo sumo aparecía media cara de ella, mamando verga.
Al parecer eran una pareja de alrededor de 40.
Ella una milf fitness, con buenas tetas, una cola y unas piernas tremendas, y una boca tentadora. Pelo largo oscuro.
Él, más alto, delgado, no musculoso, pero marcado. Verga de unos 18 cm más o menos.
Hablamos pocas veces. Enseguida avanzamos a la primera cita.
Quedamos en encontrarnos en una esquina.
Estuve 10 minutos antes.
Muy puntuales, llegaron en un auto que no pude atinar a saber qué marca era. Un sedán, 4 puertas, gris claro.
Ella venía en el asiento trasero.
Ni bien se detuvo el auto, ella abrió la puerta de mi lado, invitándome a subir.
Apenas me senté arrancó.
Iba a saludar con un “Hola” general, pero ella me tapó la boca con un beso que me tomó por sorpresa.
Me atrajo hacia ella, abrió su boca y metió su lengua. Al encontrar la mía, la recorrió toda, y la mamó, llevándola a su boca. Me dió un suave mordisco, por lo cual, retiré mi lengua de su boca. Ella tragó mi baba, sonrió y me dijo:
- “No te lo esperabas, eh? Jaja Te agarré desprevenido…”
No supe qué responder.
Su pareja manejaba sin decir palabra.
Ya habían decidido el destino.
Me siguió besando y manoseando mi bragueta.
Acaricié su rodilla, su piel blanca, suave como un pétalo, que asomaba debajo de su vestidito de algodón, color negro, suelto, con breteles de tiritas.
Al sentir mi mano, la tomó y la llevó a su entrepierna.
No llevaba bragas.
Su pubis era suave, completamente depilado.
Abrió las piernas y me invitó a meter mi dedo.
No paraba de besarme. Su lengua hacía maravillas.
Metí mi dedo, y lo moví entrando y saliendo. Luego acaricié su clítoris con la yema. Ella gimió en un suspiro débil, y apoyó su frente en mi hombro.
Me acarició la mejilla y volvió a besarme.
Salimos a la ruta, cuando ella volvía a meter su lengua en mi boca como si quisiera alcanzar mi campanilla.
Saqué la mano de entre sus piernas, y le agarré una teta, casi como tratando de frenarla, en su invasión a mi boca.
Ella buscó abrir mi bragueta, y la ayudé.
Metió la mano, y agarró todo mi sexo.
Bolas, pene. Tocó todo, amasó, apretó y se agachó sobre mi pelvis.
Siguió maniobrando, hasta sacar mi pija. Me bajó el pantalón, y el boxer, mientras me daba besos en el vientre.
Cuando tuvo a su disposición mi sexo, se tragó toda mi verga, agarrando fuerte mis bolas, como si quisiera evitar que me escape.
Sacó mi pija de su boca y lamió, besó y chupó mis bolas, estirándolas hasta hacerme doler.
Se metió las dos bolas juntas y con su dedo urgó entre mis nalgas, buscando mi ano.
Me removí, algo incómodo, entonces puso su mano en mi pierna y volvió a tragarse mi verga.
Yo miraba cada tanto al asiento del conductor.
Su pareja iba impávido, sin decir una palabra.
Entramos a un hotel que tiene estacionamientos para cada habitación, con cortinas de lona.
Estacionó en uno de los cubículos, detuvo el motor y se bajó a cerrar la cortina.
Entró en la habitación.
Ella abrió la puerta, y agarrándome la pija me invitó a bajar.
Medio subí mi pantalón, bajé con la verga afuera, ella me la agarró, y como si se tratara de mi mano, me condujo adentro del cuarto.
Cuando entramos, su pareja estaba en el baño.
Ella se me abalanzó, se colgó de mi cuello y me besó como si quisiera comerme.
Agarraba mi verga y la apretaba.
Se alejó un poco y levantó sus brazos, indicándome que le quite el solerito. Era algo más baja que yo, calculo 1,60 m.
Quedó desnuda y usando sus pies, se quitó las sandalias.
Me bajó el pantalón y el boxer, y me sacó los zapatos.
Besó mis piernas y las abrazó, apoyándome sus tetas, mirándome la cara.
Tenía unos ojos azules enormes, una nariz recta y su boca perfectamente dibujada, con labios carnosos.
Me lamió desde la rodilla hasta la cadera, mientras se paraba, y siguiendo el movimiento me sacó la remera.
Me empujó a la cama y me acostó boca arriba.
Besó mis pies, mis pantorrillas, la cara interna de mis piernas hasta llegar a mis bolas, lamió, besó, mordisqueó.
Recorrió con su lengua toda mi verga.
Lamió mi ombligo, y continuó besando mi abdomen, mi pecho, mi cuello.
Me chuponeó ambos lados del cuello y sonrió divertida.
- “Te estoy marcando, para que sepan que fuiste mio!”
- “Puta!”, le dije.
Y se subió montándome.
Con su mano guió mi verga a su vagina, que estaba empapada.
Me tragó toda la verga, y se quedó quieta, con sus manos apoyadas en mis hombros, mirándome fijo.
Se acostó sobre mí con todo su cuerpo contra el mío, y acercó su boca a mi oído.
- “Me gustás mucho!!! Te quiero coger!!!”
Se abrió la puerta del baño, y su pareja se puso detrás de ella.
Sentí que le dió varias nalgadas. Ella daba gemiditos con cada chirlo, y esperaba quieta.
Luego él se agachó, y supuse que le estaba lamiendo el ano.
Después oí que rasgaba un sobre y supuse que le ponía lubricante.
Se le paró detrás, la tomó de las caderas, y ella llevó su mano atrás, para agarrarle la verga y guiarla.
La penetró despacio, y empezó a moverse.
Ella movía su cuerpo a un ritmo lento, gozando las dos vergas.
A cada tanto recibía una nalgada y el sonido de su piel castigada, se mezclaba con su gemido.
Entonces él la tomó de ambas tetas y la hizo sentarse.
Ella llevó su mano a la nuca de él y se besaron intensamente.
Podía ver su abdomen perfectamente marcado, su cintura estrecha y sus pechos redondos como dos pomelos, con sus pezones rozados erectos saliendo entre los dedos de las manos de su hombre.
El doble coito se fue intensificando.
Yo movía mi pelvis tratando de penetrarla más, pero ella tenía todo su peso sobre mí y me limitaba.
Las embestidas de él se volvieron más fuertes, y ella se dejó caer sobre mí, jadeando y lanzando quejidos.
Yo intentaba chuparle las tetas, ella estaba entregada al duro anal que estaba recibiendo.
Me dejaba hacer.
Entonces su macho tuvo un orgasmo que estalló con gruñidos y más nalgadas.
Ella gemía en mi oído y permanecía quieta, con mi verga en su vagina y la de su macho en su culo.
Él se salió y ella se acostó a mi lado.
Respiró hondo y se volvió hacia mí.
Acercó su rostro y me murmuró,
- “Querés cogerme el culo?”
No era una invitación. Era el anuncio de algo que ya había decidido.
Se dio vuelta y agarró mi verga para que me ponga en su espalda.
Condujo mi erección entre sus nalgas y empujó sus caderas hacia atrás, contra mi pelvis.
Entró toda de una. Estaba re abierta y muy lubricada.
Empecé a moverme agarrándole las tetas.
Ella me agarraba una nalga y clavaba sus uñas, pidiendo que le penetre más profundo.
Entonces él salió del baño y se acostó de frente a ella, y empezaron a comerse las bocas.
Yo le daba duro por el culo, y ella soltaba “Ah! Ah! Ah!” sobre el rostro de su pareja.
Entonces él se paró en la cama, a la altura de mis pies.
Ella se salió y me puso boca arriba. Me montó dándome las espalda, y empezó a mamarle la pija, mientras saltaba sobre mi verga.
Él le agarraba la cabeza y se movía intensamente cogiéndole la boca con brusquedad.
Por momentos, le metía la verga hasta el fondo, y sujetaba su cabeza por interminables momentos.
Pero ella no pedía que la suelte o afloje.
Cuando la soltaba, volvía a cogerle la boca más duro que lo que le había cogido el culo.
En un momento, él empezó a darle más rápido, tan fuerte, que podía escuchar cómo su pelvis golpeaba su cara.
Ella lo sujetaba de las piernas para no caerse hacia atrás.
Toda la cama se movía.
Mi verga estaba a punto de estallar.
Entonces él le rodeó la cabeza con ambos brazos y la apretó contra su sexo, y lanzó gruñidos mientras le acababa en su garganta.
Ella doblaba su cuerpo con las arcadas, pero se quedaba, sumisa.
Yo estallé en su culo y el orgasmo me hizo levantar mi cuerpo levantandola a ella también.
Cuando él sacó su verga de la boca de la puta, le dio una bofetada sonora, y se bajó de la cama para ir al baño.
Ella se salió y bajando de la cama me dijo,
- “Vení! Vamos a ducharnos!”
Cómo pude me levanté y la seguí.
Su novio estaba en la ducha.
Nos metimos los tres.
Ella en medio de los dos, nos besaba apasionadamente, mientras le manoseábamos las tetas, y le metíamos los dedos en la vagina y el culo.
Luego él salió de la ducha, tomó una toalla y se secaba mientras ella me besaba, y me decía,
- “Me gustás mucho! Vamos a coger todas las veces que podamos!”
Me acariciaba las bolas y la verga, y se frotaba toda contra mí.
Luego salimos y ella tomó una toalla y me la pasó por el cuerpo.
Con la misma toalla recorrió apenas su piel, y me llevó de la mano a la habitación.
Su pareja estaba con el celular, acostado boca arriba.
Nos subimos a la cama y ella se puso en medio de los dos.
Agarró las dos vergas, y jugó un rato.
Luego se giró hacia mí y me dijo,
- “Hagamos un 69!”
Me indicó que me acostara con la cabeza hacia los pies, y me montó, poniendo su concha en mi cara.
Se sentó, abrió los labios de su vagina, y me la pasó por toda la cara.
Yo saqué mi lengua y lamía todo lo que podía.
Entonces ella se acostó sobre mí, agarró mi verga aún dormida, y acariciando mis bolas, empezó a jugar con su lengua en mi prepucio, metiéndola y girandola sobre todo el glande.
Luego corría la piel, y pasaba la punta de su lengua en el frenillo hacia un lado y otro. Luego lamía la uretra, y se metía toda la verga en la boca, y chupaba fuerte sacándola.
Su macho se levantó y se acomodó detrás, y pude ver cómo le abría las nalgas y le metía la lengua en el culo.
La perra tenía tanto control de su ano, que lo abría y cerraba, como si chupara su lengua.
Estuvimos así un rato, y luego él se paró, y le metió la pija hasta el fondo.
Su culo se abrió como si fuera una boca hambrienta.
Ella lanzó un “Oh!” y luego, tragó mi verga, clavando las uñas en mis bolas, empujando mi sexo contra su cara.
El hijo de puta, empezó a moverse más rápido. Cada tanto sacaba la verga y el culo quedaba abierto. Y se la volvía a mandar a fondo.
La puta sacaba mi verga de su boca para gritar “Ah! Ah! Ah!”, mientras me masturbaba apretando mi pija como si la exprimiera, y se la volvía a tragar.
Su vagina goteaba en mi boca a cada embestida, y el loco se movía más y más fuerte!
Se escuchaba cómo sus nalgas aplaudían contra su cuerpo, y mi cabeza quedaba entre sus piernas. Podía ver cómo las bolas le rebotaban en las nalgas, rozándome la frente.
Entonces sacó la verga, y se masturbó, acabándole en las nalgas.
Cerré los ojos, por si caía en mi cara.
Ella pasó sus manos sobre sus nalgas y las embadurnó con la leche, y luego, me la pasó por las bolas, por la pija, y me masturbó usando la leche de su novio como lubricante.
Me masturbaba y gritaba,
- “Dame tu leche, papito! La quiero tragar toda!”
Y me volvía a comer toda la verga.
Entonces, la perra, me metió el dedo en el culo!
Casi todo el dedo mayor! Y comenzó a moverlo dentro de mi culo, masajeando mi próstata!
Me provocó un orgasmo intenso, mientras mamaba tan fuerte, que sentí que usó mi verga como un sorbete, para dejarme secas las bolas!
Tragó y se desplomó sobre mí, con su cara en mis bolas.
Podía sentir su aliento cálido sobre la piel de mi sexo.
Volvimos a ducharnos ella y yo.
Mientras la abrazaba y le agarraba las nalgas, acercó su rostro al mío, casi rozando nuestras narices.
- “Te gusta mi culo! Por eso hice que me lo rompa, y lo veas bien de cerca!”
Salimos del baño y su pareja ya estaba vestido, y salió.
Nos vestimos y antes de salir, me volvió a besar con mucha pasión, y tomándome de las mejillas, me dijo,
- “Me volviste loca! Quiero que cojamos mucho!”
Salimos y subimos al asiento trasero, donde nos acariciamos y besamos hasta que llegamos al lugar en donde me levantaron.
2 comentarios - Yo, corneador
Habrá más de ella!