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Ama de casa especial

Me despertó el timbre de la puerta y menuda insistencia, el que llamaba debía estar impaciente. Las 3 de la tarde, vaya solecito más rico que se colaba entre las cortinas. Tapé mi desnudez con una batita corta, demasiado transparente para abrir la puerta, pero fue la primera que encontré, además según quien fuera no pensaba abrir.

Me acerqué con suma cautela a la puerta y apoyé mis tetas en la puerta mientras echaba un ojo por la mirilla. Era Matias el sobrino del Sr. Ernesto, el que se me benefició el otro día. Estaba acompañado por otros dos jóvenes. Mejor no abro, pensé.

Sra. Maria, abra por favor, soy Matias, el del Sr. Ernesto – vaya ya me habían visto – le traigo unos números para una rifa, para el viaje de fin de curso. Desde luego, está visto, que lo mío no era descansar. Venga mujer, si solo es un momento.

Puse la cadena y entreabrí un poco la puerta.

Hola, Matias, buenas tardes, tu dirás.

Muy buenas, Sra. Maria, aquí le traigo estos números, ¿me puede comprar uno? es para el viaje de fin de curso.

¿Cuánto valen?500 pesetas, son para un viaje a las Maldivas.

Quien lo pillara, espera que abra la puerta y voy a buscar el dinero. Y yo tonta de mi, abrí la puerta, ahí estaban los tres comiéndome con los ojos y relamiéndose. Me pareció que uno de ellos se estaba sobando la entrepierna, pero preferí no mirar. Me fui hacia el comedor a buscar el monedero, la puerta se cerró de golpe. Ahora voy, grité pensando que se les había cerrado en las narices.

No hace falta que corras, Maria. No te digo, ya estaban los tres en el comedor y tuteándome. Esto se estaba complicando.

Pero Matias, ¿qué hacéis aquí? Efectivamente, uno de ellos no paraba de mirarme mientras se acariciaba sin tapujos y menudo bulto que tenía el elemento. Venga, esperar, en el rellano a que os dé el dinero y os marcháis.

Mira, Maria, nos gustas muchísimo y hemos pensado que nosotros tan bien tenemos derecho a gozarte. Mientras decía esto, Matias, me estaba soltando el cinturón de la batita con una mano y con la otra empezaba a masajearme las tetas.

Oye, ¿pero tu que te crees? ¡¡Deja la bata!!Como que qué me creo, pues que eres una puta y que te vamos a follar hasta que nos cansemos.

El del bulto, después me enteré que se llamaba Mario, me atacó por la retaguardia, levantándome la bata empezó a sobarme y pellizcarme las nalgas.

Vaya culo, vaya culo tienes – decía, casi babeando. Me estaba empezando a calentar, me acompañaron al sofá, que estaba calentito del chorro de sol que le daba directamente, cuando me sentaron ya estaba desnuda y cegada por el sol, solo veía las siluetas de mis enamorados. Pero no hacía falta verlos, tenía bastante con notarlos. Y vaya si se les notaba, ya estaban desnudos también y menudas vergas, estos si que estaban sin estrenar. Pero por como me metían mano debían tener Canal +. El tal Matias se estaba quedando a gusto a base de lengüetazos, empezó explorándome la boca, las encías, anudando su lengua con la mía, siguió por el cuello, hombros y se ensañó con los pezones. Menudo cabrito, me estaba poniendo como una yegua en celo.

Asi, Matias, asi, sigue – le cogí la polla, acariciándomela con cariño. Ahora te la voy a chupar ¿quieres, cariño?Siiiii – dicho y hecho, en dos segundos me encontré la polla en la boca, menudos huevos tenía en muchacho, se los iba a dejar bien sequitos. Me cogió la cabeza con las dos manos mientras me follaba la boca, desde luego teoría tenía. A todo esto Mario seguía loco por mi culo, ahí estaba lamiéndomelo como un poseso, seguro que éste me daba por culo, el pobre estaba babeando de verdad y la polla parecía que le iba a estallar. Y así fue, solo se la toqué un poquito y empezó a correrse en mi mano y en mis nalgas, mientras me pellizcaba las tetas.

Ahhhh!!!! Me corro, me corroYa lo he notado, tranquilo, hombre, reposa un momento y verás como enseguida estás otra vez en forma. Seguí chupando y el siguiente fue Matias, que me dio toda su leche en mi boca, que tragué diligentemente.


El tercero, Manolo, estaba sentado, m

asturbándose y preparándose para el ataque final, vino hacia mi mirándome el chocho, mientras decía Te la voy a meter hasta el fondo, so puta. Venga, ataca, cabrito, fóllame a fondo, soy una perra en celo. Lo único que le faltaba era oír eso. Me cogió en volandas, menuda fuerza, y me llevó a la cama. Este era un señor y quería joderme cómodamente.

Ahí, tiéndete y ábrete de piernas. Me metió la mano en la vulva, parecía que no era tan señor, sino un poquito bruto, pero también me gustan así. -Estas chorreando, guarra.

Métemela, cabronazo. Fóllame. Se tiró sobre mi y de un solo empujón me la metió hasta la empuñadura.

Te gusta eh, puta. Ahora vas a saber lo que es bueno. Empezó a culear con un ritmo frenético. Ahora encima mío, ahora yo sobre él. Y como fin de fiesta:Ponte a cuatro patas, perrita mia. Así me llenaba la vagina hasta el fondo, empezó a acariciarme el clítoris, y con la otra mano me estrujaba las tetas. Este ya había hecho prácticas antes. Me hizo incorporarme y así los dos arrodillados, me sobaba las tetas y su verga me llegaba hasta el útero.

Aaaaaahhhhh!!! So cabrón como me lo llenas. Los otros dos ya estaban otra vez en forma y ahora fue Mario quien me la metió en la boca. Matias se tendió boca arriba:Métetela, Maria y tú dale por culo. Dicho y hecho, me senté en la polla de Matias y Manolo me la metió en el culito. Anda, Mario, tráela que te la mame.

Menudo polvazo, se corrieron los tres casi al unísono, y menuda ducha de semen. Me dejaron la cama y a una servidora hecha unos zorros, pero menuda gozada. Los tres M, Manolo, Matias y Mario, se fueron contentísimos, prometiendo volver. Y yo como una tonta, no solo no les cobré un duro, sino que encima les compré diez mil del ala en números.

Desde luego me estaba convirtiendo en un verdadero personaje en el barrio.

Eran las ocho de la tarde cuando sonó el teléfono;¿Sra. Maria? Soy Jaime, de la carpintería de aluminio, me llamó usted hace un par de meses para que le hiciera un presupuesto, ¿le va bien que pase mañana?Me va perfecto, ¿a las diez?

De acuerdo, a las diez, después de desayunar voy para allá.

No hombre venga un poquito antes si quiere y desayunamos juntos.

Hummmm, si quiere voy ahora a merendar…

No, no mejor mañana, ahora tengo que salir…

Muy bien, hasta mañana entonces.

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