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Como siempre, podes escribirnos a dulces.placeres@live.com, te leemos
Gracias por los puntos y comentarios
DEMASIADO POR ATRAS
Es difícil empezar cuando no se sabe por dónde hacerlo, o tal vez cuando al final de la historia una se entera de cosas que no conocía.
Nací en la década de los setenta, mis recuerdos me llevan a la relación con papá, mamá y mi hermana menor, a mi infancia donde todo fue felicidad.
Mi papá, Vittorio, había heredado el nombre de su abuelo, tano por cierto, un hombre sencillo, panzón y algo calvo, rubión de tez colorada y grandes ojos azules. Era de esas personas bonachonas que disfrutaba mucho la amistad.
Mamá por su parte, descendiente de polacos, era alta y rubia, elegante, de buen vestir, en esa época tenía una silueta más que apetecible, lindos pechos, linda cola, paradita y regordeta.
Ella era madre y ama de casa, dos tareas nada sencillas, además se ganaba unos pesos haciendo costura fina, hacía vestidos para novias y para galas, en esos años era muy normal y todo era bastante artesanal.
Mis viejos eran de otra generación, no había computadoras, ni celulares, ni cien canales para ver por televisión, es más, recuerdo que hasta veíamos en blanco y negro!. Ni soñaban con internet, las noticias viajaban en tortugas, no en liebres como hoy en día. Ellos casi ni sabían que pasaba en Europa, nuestras fronteras eran mucho más cortas, recuerdo que el teléfono más cercano estaba a una cuadra de casa y generalmente no funcionaba, ir a la plaza a comer pochoclos y alimentar a las palomas eran nuestras mayores diversiones. No se decían malas palabras y no sabíamos lo que era una mujer desnuda, para eso los mayores iban al teatro de revistas…
Cometo esto para ubicarles en esa época, donde todo era más pudoroso, donde había fuertes conceptos religiosos y donde las mujeres se diferenciaban de las mujerzuelas, donde unas eran madres y esposas y las otras eran quienes hacían lo que las primeras tenían prohibido por naturaleza.
Cuando fui creciendo, noté que poco a poco la relación entre ellos se iba resquebrajando, con nosotras estaba todo bien pero las peleas comenzaron a ser frecuentes, sabía que mi padre acusaba a mi madre, pero no entendíamos bien lo que pasaba, ni el motivo de tantas discusiones. Fue muy duro cuando mamá le dijo a papá que no quería saber más nada con él y le pidió que se fuera de casa.
En adelante todo iría cuesta abajo, ella trataba de rehacer su vida trayendo nuevos compañeros a casa, mi hermana y yo ya éramos adolescentes y teníamos que soportar a tipos que pasaban como golondrinas, y más de uno trataba de propasarse con nosotras. Por su parte papá seguía enamorado y solo trataba de reconquistarla, pero ella no le daba oportunidad, incluso solía andar a los besos con alguno esperando el momento justo para que el los viera.
Tiempo después, papá se ausentó misteriosamente, fue raro porque el pasaba a visitarnos a diario, nos llamaron de la comisaría, tuvimos que ir a reconocer el cuero, sumido en la depresión se había tirado al río…
Fue muy doloroso, más cuando a mi vieja pareció importarle poco y nada y fue como sacarse un peso de encima, pero para mí fue diferente… había perdido a mi papá.
Hace unos meses, si querer, sabría mas de mi pasado, mi madre se sometió a una operación delicada en la que perdió varios días fuera de su casa, por tal motivo, me dio las llaves del departamento para que hiciera una limpieza.
Esa mañana fui y tal vez por esa maldita y típica curiosidad femenina se me ocurrió revisar sus cosas, busqué en sus cajones, en sus escondites, en realidad no buscaba nada, pero si buscas debes estar preparada para lo que encuentres…
Bajo las frazadas, bien oculto en un rincón, había un libro que por su aspecto databa de mucho tiempo, era la primera vez que lo veía, cerrado prolijamente con unas finas y rasadas cintas rosas, un tanto descoloridas por el paso del tiempo.
Me senté a una orilla de la cama, desaté el nudo con cuidado y descubrí al abrirlo un diario íntimo de mi madre, le di una ojeada rápida, su clara letra me transportó a días donde aun no había nacido, trayendo recuerdos desde tiempo atrás, pasando de alguna manera por lo que había sido mi vida, descubría secretos que no sabía, particularmente unas páginas atrajeron mi atención
Anoche vinieron los muchachos a comer, pasé unas horas maravillosas, son terribles! Pobre Vittorio, siempre tan inocente…
Aclaro que con ‘los muchachos’ se refería a los compañeros de trabajo de papá, en esos años trabajaba en un depósito de un gran supermercado, tenía seis compañeros, una vez al mes se juntaban a cenar en casa, a mi viejo le encantaba agasajarlos, recuerdo que siempre iban al quincho del fondo donde se pasaba horas preparando la comida en la parrilla, y que nadie se metiera! los otros solo observaban y hablaban mientras mi viejo preparaba todo, mi hermana y yo siempre permanecíamos entre los mayores, al calor de las brasas, mientras que mamá se quedaba sola en la casa, preparando alguna ensalada ó solo mirando alguna novela.
Como de costumbre, mi esposo ajeno a todo preparaba la cena, rodeado por sus ‘amigos’, que amigos… estaba ansiosa porque sabía que de uno en uno se escaparían del quincho a casa para que les chupara la pija, uno a uno, como de costumbre…
Diablos! que estaba leyendo? como era esto? mi madre lo engañaba desde antes que se separaran?
Valentín fue el primero en aparecer, nos miramos, sonreímos, bajé la mirada a su entrepierna pasando la lengua por mis labios, sigilosamente y con rapidez fuimos al cuarto, cerramos la puerta, estaba lista, pero me sorprendió, me llevó sobre la cama, me hizo arrodillar en el piso, con mi vientre, mis pechos y la cara sobre el colchón, levantó la pollera hasta la cintura, corrió la bombacha, pensé que iba a cogerme, pero de pronto escupió mi culo para meter dos dedos en el.
Pará! le dije – estás loco! por quien me tomaste? Está Vittorio muy cerca!
Pero el solo tenía una sonrisa en la cara haciendo caso omiso a mis reclamos, protestaba en voz baja, ya tenía la verga dura en su mano derecha y comenzaba a forzar mi culito con su cabeza, poco a poco lo fue estirando y cuando sentí su carne introducirse en la mía ya no dije nada, lo sentí moverse dentro mío, qué manera más insólita de perder mi virginidad anal, mi esfínter adolorido sufría los embates de Valentín, una y otra vez, tengo que reconocer que me gustaba, no tardó demasiado tiempo, sentí su leche caliente llenando mi culo, hasta la última gota…
El se retiró y se acomodó presuroso la ropa al tiempo que yo me levantaba y hacía lo propio con la mía, me dolían las rodillas, y ni hablar el culito…
Te gustó?
Estás loco… esto no es lo acostumbrado…
Me voy, no quiero levantar sospechas…
Solo besó mis labios para volver al quincho, volví a la cocina, me senté, solo meditando lo ocurrido… tantas veces se lo había negado a Vittorio…
Pedro fue el próximo en pasar por la puerta, ahora si iba a chuparme una buena pija, fuimos al cuarto, me dijo
Dale! tu marido está concentrado en la comida…
Me preparé para lo que venía, pero él me giró poniendo mi frente contra la pared, lo esperaba, me apretó inmovilizándome, besó mi cuello al tiempo que lo sentía desnudarse de la cintura hacia abajo, luego me desnudaba a mí, el maldito apuntó a mi culo
Pará! pará! vos también?
Vos también qué? no me digas que Valentín te hizo la colita?
No! no! pará!!!
Pero no paró, aún me dolía y Pedro también me la metía en el culo, de parados, salvaje, animal, se movió en mi interior haciéndome suspirar, sentía sus jadeos en mis oídos, que rico sabía, la adrenalina corría por mi ser, esta situación me hacía hervir la sangre…
Vos también me lo vas a llenar de leche?
Si! tomá! tomá! tomá!
A medida que hablaba sentía su pija contraerse rítmicamente en mi ano dejando la segunda descarga de leche…
Yo no podía creer lo que estaba leyendo, esa era mi madre? doy vuelta la página, continúo leyendo
Cuando Pedro se fue tuve necesidades de ir de cuerpo, me senté en el inodoro, me sentí violada y me había encantado, noté que solo había expulsado la gran cantidad de semen que tenía en mi interior, mis intestinos solo tenían aire…
Al salir la figura de Norberto me sorprendió, estaba esperándome, otra vez al cuarto…
Ya se! Vos también me la vas a dar por el culo!
Es que con los muchachos jugamos una apuesta viste…
Mientras decía esto me tiraba sobre la cama, con mis piernas hacia atrás, levantándolas bien, me dejé poseer aunque me dolía demasiado, su verga ya entraba y salía de mi ano dilatado moviéndose con rapidez, con furia, pronto descargaba su esperma en mi trasero, así, salvaje, sin miramientos…
Casi al mismo tiempo que Norberto salía del cuarto ingresaba Ricardo, visiblemente apurado, aún estaba semi desnuda…
No! vos no Ricardo!
Ricardo tenía una pija cortita pero terriblemente gorda, sabía que si lo dejaba avanzar me destrozaría, pero la pregunta era: quería detenerlo?
El besó mis labios al tiempo que susurraba en mis oídos lo mucho que lo excitaba una mujer caliente como yo, decidida coger a espaldas de su esposo, dispuesta a todo.
Me colocó en cuatro patas la borde de la cama, mientras sacaba mi bombacha para hacerla un bollo en su mano y metérmela en la boca, me dijo que era para acallar mis gemidos…
Tomó crema para las manos que tenía sobre la mesa de luz y hecho un chorro en mi trasero, Ricardo apoyó su verga y literalmente comenzó a destrozarme, a tal punto que la tela en mi boca no alcanzaban a aplacar mis gestos de placer.
En unos pocos minutos otro hombre pasaba por mi trasero…
Luego de limpiarme con la bombacha que tenía en la boca y ponerme una limpia, fui al comedor, a sentarme frente al televisor que aunque estaba encendido yo no le prestaba atención, cruzada de piernas casi apoyada solamente en mi glúteo derecho puesto que ya no soportaba mi esfínter de la culeada que me estaba pegando.
Marcelo entró entonces raudamente, casi con su verga en la mano, intenté detenerlo pero tomándome de los pelos con firmeza casi me viola, me acomodó sobre la misma silla levantándome las piernas para enterrarme su pija en mi dilatado culo, dolía demasiado, por la ventana que daba al patio alcanzábamos a ver a Vittorio que seguía ajeno a todo, era excitante pero yo ya no podía disfrutar, mi pobre culo había recibido demasiadas vergas en tan corto tiempo…
Cuando Marcelo se retiró fui al baño a higienizarme nuevamente, no soportaba el agua del bidet tocando mi esfínter, fui presurosa al dormitorio y cerré con llave, lo lamenté por Flavio, pero el ya no tendría nada de mí, al menos por esa noche.
No podía dormirme, sentía latir mi culo y al tocarlo con mis dedos sentía mis tripas afuera.
Dos días después tuve que ir al médico, fue humillante, incómodo que el examinara mi orto destruido, tuve que contarle sonrojada de mi exceso de uso, me recetó una crema. Vittorio nunca se enteró, nunca supo de lo que hacía a sus espaldas, nunca supo porque sus amigos apreciaban tanto sus agasajos, supongo que merecía lo que pasó, por puta…
Esa era mi madre, ahora empezaba a conocerla, tenía muchas historias para contar, pero eso será en otra oportunidad.
Si eres mayor de edad y te gustó la historia puedes escribirme con título ‘DEMASIADO POR ATRÁS’ a dulces.placeres@live.com
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Es difícil empezar cuando no se sabe por dónde hacerlo, o tal vez cuando al final de la historia una se entera de cosas que no conocía.
Nací en la década de los setenta, mis recuerdos me llevan a la relación con papá, mamá y mi hermana menor, a mi infancia donde todo fue felicidad.
Mi papá, Vittorio, había heredado el nombre de su abuelo, tano por cierto, un hombre sencillo, panzón y algo calvo, rubión de tez colorada y grandes ojos azules. Era de esas personas bonachonas que disfrutaba mucho la amistad.
Mamá por su parte, descendiente de polacos, era alta y rubia, elegante, de buen vestir, en esa época tenía una silueta más que apetecible, lindos pechos, linda cola, paradita y regordeta.
Ella era madre y ama de casa, dos tareas nada sencillas, además se ganaba unos pesos haciendo costura fina, hacía vestidos para novias y para galas, en esos años era muy normal y todo era bastante artesanal.
Mis viejos eran de otra generación, no había computadoras, ni celulares, ni cien canales para ver por televisión, es más, recuerdo que hasta veíamos en blanco y negro!. Ni soñaban con internet, las noticias viajaban en tortugas, no en liebres como hoy en día. Ellos casi ni sabían que pasaba en Europa, nuestras fronteras eran mucho más cortas, recuerdo que el teléfono más cercano estaba a una cuadra de casa y generalmente no funcionaba, ir a la plaza a comer pochoclos y alimentar a las palomas eran nuestras mayores diversiones. No se decían malas palabras y no sabíamos lo que era una mujer desnuda, para eso los mayores iban al teatro de revistas…
Cometo esto para ubicarles en esa época, donde todo era más pudoroso, donde había fuertes conceptos religiosos y donde las mujeres se diferenciaban de las mujerzuelas, donde unas eran madres y esposas y las otras eran quienes hacían lo que las primeras tenían prohibido por naturaleza.
Cuando fui creciendo, noté que poco a poco la relación entre ellos se iba resquebrajando, con nosotras estaba todo bien pero las peleas comenzaron a ser frecuentes, sabía que mi padre acusaba a mi madre, pero no entendíamos bien lo que pasaba, ni el motivo de tantas discusiones. Fue muy duro cuando mamá le dijo a papá que no quería saber más nada con él y le pidió que se fuera de casa.
En adelante todo iría cuesta abajo, ella trataba de rehacer su vida trayendo nuevos compañeros a casa, mi hermana y yo ya éramos adolescentes y teníamos que soportar a tipos que pasaban como golondrinas, y más de uno trataba de propasarse con nosotras. Por su parte papá seguía enamorado y solo trataba de reconquistarla, pero ella no le daba oportunidad, incluso solía andar a los besos con alguno esperando el momento justo para que el los viera.
Tiempo después, papá se ausentó misteriosamente, fue raro porque el pasaba a visitarnos a diario, nos llamaron de la comisaría, tuvimos que ir a reconocer el cuero, sumido en la depresión se había tirado al río…
Fue muy doloroso, más cuando a mi vieja pareció importarle poco y nada y fue como sacarse un peso de encima, pero para mí fue diferente… había perdido a mi papá.
Hace unos meses, si querer, sabría mas de mi pasado, mi madre se sometió a una operación delicada en la que perdió varios días fuera de su casa, por tal motivo, me dio las llaves del departamento para que hiciera una limpieza.
Esa mañana fui y tal vez por esa maldita y típica curiosidad femenina se me ocurrió revisar sus cosas, busqué en sus cajones, en sus escondites, en realidad no buscaba nada, pero si buscas debes estar preparada para lo que encuentres…
Bajo las frazadas, bien oculto en un rincón, había un libro que por su aspecto databa de mucho tiempo, era la primera vez que lo veía, cerrado prolijamente con unas finas y rasadas cintas rosas, un tanto descoloridas por el paso del tiempo.
Me senté a una orilla de la cama, desaté el nudo con cuidado y descubrí al abrirlo un diario íntimo de mi madre, le di una ojeada rápida, su clara letra me transportó a días donde aun no había nacido, trayendo recuerdos desde tiempo atrás, pasando de alguna manera por lo que había sido mi vida, descubría secretos que no sabía, particularmente unas páginas atrajeron mi atención
Anoche vinieron los muchachos a comer, pasé unas horas maravillosas, son terribles! Pobre Vittorio, siempre tan inocente…
Aclaro que con ‘los muchachos’ se refería a los compañeros de trabajo de papá, en esos años trabajaba en un depósito de un gran supermercado, tenía seis compañeros, una vez al mes se juntaban a cenar en casa, a mi viejo le encantaba agasajarlos, recuerdo que siempre iban al quincho del fondo donde se pasaba horas preparando la comida en la parrilla, y que nadie se metiera! los otros solo observaban y hablaban mientras mi viejo preparaba todo, mi hermana y yo siempre permanecíamos entre los mayores, al calor de las brasas, mientras que mamá se quedaba sola en la casa, preparando alguna ensalada ó solo mirando alguna novela.
Como de costumbre, mi esposo ajeno a todo preparaba la cena, rodeado por sus ‘amigos’, que amigos… estaba ansiosa porque sabía que de uno en uno se escaparían del quincho a casa para que les chupara la pija, uno a uno, como de costumbre…
Diablos! que estaba leyendo? como era esto? mi madre lo engañaba desde antes que se separaran?
Valentín fue el primero en aparecer, nos miramos, sonreímos, bajé la mirada a su entrepierna pasando la lengua por mis labios, sigilosamente y con rapidez fuimos al cuarto, cerramos la puerta, estaba lista, pero me sorprendió, me llevó sobre la cama, me hizo arrodillar en el piso, con mi vientre, mis pechos y la cara sobre el colchón, levantó la pollera hasta la cintura, corrió la bombacha, pensé que iba a cogerme, pero de pronto escupió mi culo para meter dos dedos en el.
Pará! le dije – estás loco! por quien me tomaste? Está Vittorio muy cerca!
Pero el solo tenía una sonrisa en la cara haciendo caso omiso a mis reclamos, protestaba en voz baja, ya tenía la verga dura en su mano derecha y comenzaba a forzar mi culito con su cabeza, poco a poco lo fue estirando y cuando sentí su carne introducirse en la mía ya no dije nada, lo sentí moverse dentro mío, qué manera más insólita de perder mi virginidad anal, mi esfínter adolorido sufría los embates de Valentín, una y otra vez, tengo que reconocer que me gustaba, no tardó demasiado tiempo, sentí su leche caliente llenando mi culo, hasta la última gota…
El se retiró y se acomodó presuroso la ropa al tiempo que yo me levantaba y hacía lo propio con la mía, me dolían las rodillas, y ni hablar el culito…
Te gustó?
Estás loco… esto no es lo acostumbrado…
Me voy, no quiero levantar sospechas…
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Pedro fue el próximo en pasar por la puerta, ahora si iba a chuparme una buena pija, fuimos al cuarto, me dijo
Dale! tu marido está concentrado en la comida…
Me preparé para lo que venía, pero él me giró poniendo mi frente contra la pared, lo esperaba, me apretó inmovilizándome, besó mi cuello al tiempo que lo sentía desnudarse de la cintura hacia abajo, luego me desnudaba a mí, el maldito apuntó a mi culo
Pará! pará! vos también?
Vos también qué? no me digas que Valentín te hizo la colita?
No! no! pará!!!
Pero no paró, aún me dolía y Pedro también me la metía en el culo, de parados, salvaje, animal, se movió en mi interior haciéndome suspirar, sentía sus jadeos en mis oídos, que rico sabía, la adrenalina corría por mi ser, esta situación me hacía hervir la sangre…
Vos también me lo vas a llenar de leche?
Si! tomá! tomá! tomá!
A medida que hablaba sentía su pija contraerse rítmicamente en mi ano dejando la segunda descarga de leche…
Yo no podía creer lo que estaba leyendo, esa era mi madre? doy vuelta la página, continúo leyendo
Cuando Pedro se fue tuve necesidades de ir de cuerpo, me senté en el inodoro, me sentí violada y me había encantado, noté que solo había expulsado la gran cantidad de semen que tenía en mi interior, mis intestinos solo tenían aire…
Al salir la figura de Norberto me sorprendió, estaba esperándome, otra vez al cuarto…
Ya se! Vos también me la vas a dar por el culo!
Es que con los muchachos jugamos una apuesta viste…
Mientras decía esto me tiraba sobre la cama, con mis piernas hacia atrás, levantándolas bien, me dejé poseer aunque me dolía demasiado, su verga ya entraba y salía de mi ano dilatado moviéndose con rapidez, con furia, pronto descargaba su esperma en mi trasero, así, salvaje, sin miramientos…
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No! vos no Ricardo!
Ricardo tenía una pija cortita pero terriblemente gorda, sabía que si lo dejaba avanzar me destrozaría, pero la pregunta era: quería detenerlo?
El besó mis labios al tiempo que susurraba en mis oídos lo mucho que lo excitaba una mujer caliente como yo, decidida coger a espaldas de su esposo, dispuesta a todo.
Me colocó en cuatro patas la borde de la cama, mientras sacaba mi bombacha para hacerla un bollo en su mano y metérmela en la boca, me dijo que era para acallar mis gemidos…
Tomó crema para las manos que tenía sobre la mesa de luz y hecho un chorro en mi trasero, Ricardo apoyó su verga y literalmente comenzó a destrozarme, a tal punto que la tela en mi boca no alcanzaban a aplacar mis gestos de placer.
En unos pocos minutos otro hombre pasaba por mi trasero…
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Marcelo entró entonces raudamente, casi con su verga en la mano, intenté detenerlo pero tomándome de los pelos con firmeza casi me viola, me acomodó sobre la misma silla levantándome las piernas para enterrarme su pija en mi dilatado culo, dolía demasiado, por la ventana que daba al patio alcanzábamos a ver a Vittorio que seguía ajeno a todo, era excitante pero yo ya no podía disfrutar, mi pobre culo había recibido demasiadas vergas en tan corto tiempo…
Cuando Marcelo se retiró fui al baño a higienizarme nuevamente, no soportaba el agua del bidet tocando mi esfínter, fui presurosa al dormitorio y cerré con llave, lo lamenté por Flavio, pero el ya no tendría nada de mí, al menos por esa noche.
No podía dormirme, sentía latir mi culo y al tocarlo con mis dedos sentía mis tripas afuera.
Dos días después tuve que ir al médico, fue humillante, incómodo que el examinara mi orto destruido, tuve que contarle sonrojada de mi exceso de uso, me recetó una crema. Vittorio nunca se enteró, nunca supo de lo que hacía a sus espaldas, nunca supo porque sus amigos apreciaban tanto sus agasajos, supongo que merecía lo que pasó, por puta…
Esa era mi madre, ahora empezaba a conocerla, tenía muchas historias para contar, pero eso será en otra oportunidad.
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