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El domingo por la mañana estaba muy dolorida

El domingo por la mañana estaba muy dolorida.
Luisa me preguntó por qué caminaba de esa manera tan extraña.
No me animé a decirle que la tarde anterior me había dejado coger por ese pedazo de verga increíble del Labrador de nuestra vecina; así que le expliqué, poniendo cara de dolor, que había hecho algún mal estiramiento en el gimnasio y por eso ahora me dolía un poco la cadera y una pierna…
Lo malo, era que ese perro solo me había producido una calentura mayor…
Dolorida como estaba, todavía quería esa verga dura, incluyendo el nudo…
Pero a la tarde, ya me sentía mejor. La dueña de Milo regresaría a primera hora del día siguiente.
Antes de la cena, le pedí a Luisa que fuera a alimentar a Milo, mientras yo me daba una buena ducha fría. Me sentía un poco frustrada, pero no quería volver allí para que ese hermoso animal me arruinara otra vez.
Luisa regresó sin novedades y después de cenar, me dijo que la perdonara, pero estaba demasiado agotada como para disfrutar el sexo.
Le dije que no había problema. Le hice unas caricias ya en la cama y ella enseguida se quedó dormida entre mis brazos. Pronto, sus leves ronquidos me confirmaron que no se despertaría hasta la salida del sol.
Me acomodé mi baby doll y me quedé mirando el cielorraso.
Cerca de la medianoche me escabullí fuera de la cama. Ya no aguantaba más y ardía de ganas lo que quería hacer…
La calle estaba oscura, solitaria y en silencio. Entré a la casa vecina.
Luisa había dejado algunas luces encendidas. Las apagué todas.
Entonces caminé hacia el patio trasero. Estaba muy oscuro entre los arbustos. Quería tener a ese perro otra vez adentro de mi cuerpo. Caminé sobre el pasto húmedo. Me puse en cuatro, expuesta para ese bicharraco magnífico…
Podía sentir una suave brisa fresca en mi labia húmeda y bien depilada. Entonces presentí un movimiento a mis espaldas y me imaginé que Milo ya me había visto. Se acercó a mi trasero expuesto y comenzó a lamer mi labia. Lamió varias veces más, haciendo que mi clítoris se hinchara.
Cuando comencé a suspirar, Milo se montó en mi espalda.
Esta vez encontró su marca rápidamente… Su verga endurecida estaba chorreando cuando me la metió. Lo sentí mucho mejor que cualquiera de los juguetes que compartía con Luisa…
Ese perro me estaba recordando que yo era suya… y yo quería serlo…
Ahora el buen Milo me estaba dilatando para que yo pudiera acomodar bien esa magnífica verga adentro.
Comencé a jadear como si fuera una verdadera perra y temblé con un par de explosiones casi consecutivas mientras Milo me embestía la concha.
Sentí esa verga enorme llegar al fondo de mi vientre y supe que el nudo colorado ya estaba cerca. El perro me estaba cogiendo mal… muy duro. Pensé que él se estaba asegurando que esa concha de perra era suya…
De repente sentí el nudo golpeando contra mis labios vaginales. Ya se sentía bastante grande. Cerré los ojos y empujé duro con mi labia. Me estaba dilatando para acomodar eso dentro de mi cuerpo. Entró la mitad y volvió a salir antes de quedarse encerrado dentro de mi vagina.
Entonces, a pesar de mis ojos cerrados, pude ver un resplandor distinto.
Los abrí y mire hacia la casa, Ahora había algunas luces encendidas. Alguien se movía en la cocina y reconocí a mi vecina, que había regresado un día antes. Hablaba con su madre por teléfono, diciéndole que había llegado a casa sana y salva.
Me quedé congelada, sin saber qué hacer. Estaba en la oscuridad de su jardín trasero, casi desnuda y en cuatro patas y, lo que era peor, tenía a su hermoso perro con su magnífica verga hundida a fondo en mi concha…
Entré en pánico, sintiendo que su nudo estaba a punto de entrar. Entonces giré y empujé a Milo fuera de mi cuerpo. Me pareció que pasaba una eternidad hasta que toda su verga por fin abandonaba mi vientre…
Apenas me pude liberar, me arrastré a un rincón oscuro del jardín. Justo cuando llegué allí, la vecina encendió las luces y llamó a Milo.
El bicharraco se estaba limpiando su pito colorado, pero corrió muy contento al encuentro de su ama. Ella le dijo que había extrañado a su lindo perrito. Le dijo que estaba muy cansada por el viaje; pero de todas maneras, podrían jugar un poco antes de irse a la cama.
Milo giró su cabeza y miró donde yo estaba escondida; pero enseguida siguió a su dueña adentro de la casa…
Dejé escapar un leve suspiro de alivio. Al menos ella no me había visto.
Esperé hasta que las luces se apagaron y después esperé un poco más, para asegurarme de que ellos estuvieran “jugando un poco” en la cama…
Me acerqué a la puerta trasera. Estaba cerrada con llave. Me asomé a la ventana y pude ver mi baby doll tirado en el piso.
Muy despacio me deslicé hasta el portón lateral y lo encontré abierto.
Salí a la calle así, casi en bolas, oliendo a perra en celo. Sentía mi concha bien humedecida y chorreando un poco de semen del perro.
Comencé a caminar, cuando de repente encontré la vereda bloqueada por una sombra. Continué caminando sin asustarme, cuando de repente reconocí esa sombra: era otro enorme perro, Romeo, el Rottweiler de mis vecinos de enfrente.
Por supuesto era un perro bien macho; no tan simpático como Milo.
Yo lo conocía bien; pero al acercarme lo noté agresivo e inquieto. No movía la cola en señal de alegría; estaba olfateando el aire con la trompa arriba.
Entonces supe que estaba olfateando una hembra en celo…
Traté de esquivarlo por la derecha, pero él se movió para detenerme. Traté por el otro lado, pero él hizo lo mismo. Lo miré y me di cuenta de que ese enorme perro me quería…
Ese perro quería mi vagina. Había olfateado una perra en celo en el vecindario y había salido a buscarla.
De repente dejó escapar un aullido largo y lastimero. Iba a despertar a todo el barrio. Era un sonido profundo y persistente…
Pensé cómo salir de esto. Me imaginé que si actuaba con él de manera sumisa, tal vez ese bicho se sentiría superior a mí y me dejaría en paz.
Me dirigí despacio a mi propio jardín y Romeo me siguió.
Allí me puse en cuatro y esperé por él; no tenía alternativa.
Suspiré, mientras esa nariz fría y húmeda comenzaba a olfatearme…

4 comentarios - El domingo por la mañana estaba muy dolorida

Juandario23
Por Dios siga haciendo eso que nos calienta
packard
ufff... que buen relato! espero mas con ansias