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Luisa por fin se animó

Luisa por fin se animó a traer su última conquista a casa, para que yo lo conociera.

Se trataba de un chico joven, apenas treintañero, muy viril y apuesto. Se llamaba Marcos y me cayó simpático de entrada.
Luisa se instaló con él en la habitación de huéspedes.
Me aclaró que Marcos solo se quedaría por el fin de semana.
El chico trajo a su perro, porque no tenía con quién dejarlo.
Era un hermoso ejemplar de Dobermann, llamado Hércules…
La primera noche no pude dormir, escuchando los alaridos de mi amiga en la cama.
Por la mañana, ella tuvo que salir a hacer unas compras, pero su chico estaba disfrutando de la piscina, así que decidió ir sola.
Era mi oportunidad, aunque fuera por un rato nada más…

Salí al jardín vestida solamente con una camiseta larga.
Marcos me miró en silencio, pero con una leve sonrisa.
Salió del agua y su cuerpo viril me hizo mojar directamente.
Me tomó la mano y me condujo adentro, a su habitación.

En un rincón estaba echado su enorme perro.
Mientras yo lo miraba, Marcos, en silencio, se acercó por detrás y me aferró por las tetas, atrayéndome contra su cuerpo. Mi cola se apoyó contra su poderosa verga bien dura.

“Estás muy caliente, Cecilia. Yo tengo la solución para eso…”
Me susurró al oído, mientras me lamia una oreja.

Sentí mis fluidos comenzando a deslizarse entre mis muslos.

“Voy a darte algo especial, bueno… algo bastante sucio…”
Continuó susurrando, sin dejar de masajearme las tetas…

“Es una fantasía tuya, nene?. Pregunté con voz entrecortada.

Pero Marcos ya no respondió; solamente me empujó hacia adelante, hacia su cama. Me ordenó ponerme en cuatro…

Levantó mi camiseta, exponiendo mi vagina depilada; mi entrada trasera y mis muslos brillando con mis fluidos. Silbó complacido y zambulló sus dedos en mi sonrisa vertical.

“Una verdadera perra merece ser cogida como tal, no te parece?.

Me metió un dedo bien profundo en mi estrecho ano; lo cual me hizo gritar de dolor ante la súbita intrusión. Comenzó a meterlo y a sacarlo con más rapidez, dilatándome como nunca.

Pensé que esa sería su fantasía, sodomizar a una mujer…
Pero enseguida descubrí que estaba muy equivocada.

Luego de dilatarme bien mi ano, finalmente sacó su dedo y llamó con un agudo silbido a su perro. Hércules, de forma muy obediente, trepó de un salto a la cama. Descubrí sus intenciones.
“No, por favor… con el perro no, te lo pido…” Le supliqué.

“Silencio, perra. Hércules será un buen macho para vos…”

Intenté debatirme; pero Marcos era muy corpulento y me dominó con relativa facilidad. Me dio unas palmadas en mi cola y me empujó la cabeza hacia abajo, enterrándomela contra la almohada.

Mi culo quedó en pompa; justo lo que necesitaba Hércules.
El perro acercó su hocico para olfatear mi olor a hembra y pronto comenzó a gemir, apenas lo descubrió. Entonces sacó su lengua y la hundió entre mis labios vaginales.

Tuve que reprimir un aullido de placer contra la almohada, al sentir esa lengua áspera en las paredes de mi vagina bien mojada.
Entonces sentí los dedos de Marcos, que reemplazaban por un instante a la lengua de su perro; para aplicarme alguna especie de gel lubricante a la entrada de mi concha.

“Así te va a doler menos, quédate tranquila…”

Me relajé un poco, sabiendo ahora que ese perro me iba a dar algo de placer en mi concha, en vez de desgarrarme el ano…

El brioso Dobermann volvió a lamer un rato más mi vagina y, de repente, sin previo aviso, montó sobre mis caderas alzadas.
Yo estaba a mil por hora y esta vez gemí bien alto, mientras un intenso orgasmo me electrificaba la piel. Temblé de pies a cabeza, mientras un chorro de mis fluidos abandonaba mi vagina.

El perro debió haberlo notado, porque insistió en penetrarme, moviéndose sobre mis caderas. Mi cuerpo seguía temblando, cuando de repente el bicho se bajó y volvió a relamer mi labia.

Intenté levantarme; pero los fuertes brazos de Marcos me sostuvieron en posición, inmovilizándome.

“Momento… ahora viene lo mejor. Te va a gustar…”

Giré mi cabeza y pude ver la verga erecta de Hércules. Era una cosa realmente enorme. Tuve miedo de que pudiera sufrir un desgarro vaginal si me dejaba coger con todo eso…

Volví a mirar ese pito que colgaba ya endurecido. Era enorme, de más de veinte centímetros y ya estaba bastante bien lubricado.

No tuve tiempo para pensar demasiado. Hércules nuevamente se paró sobre sus patas traseras y embistió contra mi culo en pompa. Esta vez acertó a meterme esa punta en mi abertura vaginal.

Dio otro tremendo embiste y me la metió hasta la mitad, haciendo que yo aullara de dolor. Era algo casi insoportable.
Enseguida resbaló hacia afuera pero volvió a meterla; esta vez por entero dentro de mi vientre.

El perro inició un frenético vaivén dentro de mí y yo no sabía cómo pararlo; ni tampoco tenía ganas de hacerlo.
Simplemente hundí mi cara en la almohada para ahogar mis alaridos y me abandoné; dejando que Hércules y su amo hicieran conmigo lo que se les antojara,

Una mano tironeó de mi pelo, haciéndome alzar la cabeza. Allí estaba Marcos, de rodillas frente a mi cara; con su tremenda verga dura fuera de los pantalones.

“Abrí la boca, perra… así gritás menos y te entretenés un poco”
Dijo sonriendo, mientras trataba de meter la punta de su verga entre mis labios.
Recibí esa verga majestuosa en el mismo instante que Hércules lograba meter su bola nudosa colorada dentro de mi vagina; provocándome dolor y, al mismo tiempo, un placer indescriptible…

El bicho parecía estar fuera de control y me cogía con brutalidad.
Yo gritaba sin parar; a pesar de tener la boca ocupada con la pija de Marcos.

Extrañamente, no llegamos a quedar abotonados. De repente el perro se quedó quieto y se recostó con todo su peso sobre mi espalda. Yo seguí chupándole la verga a Marcos y pronto logré hacerlo acabar en mi garganta…

El semen del perro continuaba saliendo e inundando a raudales mi castigada vagina. Podía sentir esa bola hinchada dentro de mí.

Marcos se dio por satisfecho luego de descargarse en mi boca y se levantó para asistir a su mejor amigo.
Entonces Hércules levantó una pata y giró, pasando por encima de mi cola. Después intentó separarse, pero entonces grité de dolor.

Marcos lo sostuvo quieto, hasta que terminó de vaciarse en mi concha y esa bola se desinfló un buen rato después…

Caí vencida hacia adelante, sintiendo ríos de semen salir de mis doloridos labios vaginales. Marcos hizo bajar al perro de la cama, que se acostó en el suelo y comenzó a lavarse con su áspera lengua.

“Estuviste muy bien, perra… lo pasaste bien, me parece…”

“Nada mal, pero realmente me duele mucho…” Susurré, sin aliento.

“Entonces la próxima vez, Hércules te dará por el culo…” Sonrió.

A duras penas conseguí arrastrarme hasta el baño; mientras mi vagina dejaba escapar una cantidad increíble de ese semen que me había dejado adentro ese perro…

Mientras estaba bajo la ducha tibia, Luisa apareció en el baño. Corrió la cortina y entró desnuda conmigo, Me acarició el cuerpo y pronto acarició mis labios vaginales muy dilatados. Hice un gesto de dolor al sentir el suave roce de sus delicados dedos…

Mi amiga sacó sus dedos manchados con semen y se los llevó a sus labios. Después sonrió y me besó con dulzura.

“Hmmm… veo que el fiel Hércules consiguió una nueva perrita…”

3 comentarios - Luisa por fin se animó

crack59
Excelente esperemos 2 parte
Prisciles +1
Ya la subi