Cuando yo tenía cinco años, mi madre falleció en un accidente automovilístico, dejando mi custodia únicamente a mi padre, quien en ese entonces, tenía tan solo veinte años. Ella murió a los 19, por lo que pueden deducir que mis padres me tuvieron demasiado jóvenes, de hecho, en la actualidad muchos han llegado a creer que mi papá es mi hermano mayor.
Mi papá y mi mamá se amaban mucho, eran el uno para el otro, es por eso que él nunca tuvo nada con otra persona, se quedó soltero durante varios años (cosa que llegaría a su fin con lo que estoy por contarles). Yo pasé gran parte de mi infancia con mis tías, ya que mi papá tuvo que tomar varios turnos para poder mantenerme y mantenerse a sí mismo, trabajaba casi todo el día, por lo que yo lo veía muy pocas veces.
Cuando cumplí los trece años, nos mudamos a vivir solos al fin. Mi papá consiguió un mejor puesto, sin embargo, aún trabajaba todo el día. Él no temía dejarme sola, porque yo era una chica muy introvertida y tímida, siempre me costó socializar y realmente tenía pocos amigos, por lo que él no creía que yo fuera a cometer actos rebeldes, y la verdad le acertó.
Yo pasaba todo el día en internet, jugando videojuegos, o charlando con gente de otros países. Siempre llegaba de la escuela y me sentaba todo el día frente a la pantalla del computador.
Mi soledad en casa, mis conductas introvertidas y mi adicción al internet, hicieron que descubra mi sexualidad de forma libre. Descubrir el porno para una persona tan joven que pasa tanto tiempo en internet es algo inevitable. No tenía que esconderme, no tenía que bajar el volumen, ni siquiera tenía que usar la pestaña de incógnito, tenía la casa para mi sola y no la iba a desperdiciar.
Así, poco a poco, mis costumbres fueron cambiando. Dejé de pasarme el día jugando videojuegos o viendo videos en YouTube, y empecé a ver porno casi todo el día. Llegaba de la escuela, me desnudaba y me sentaba frente a la computadora a ver todo tipo de porno, con el volumen tan alto como fuera posible, hasta que llegaba la noche y calculaba en cuanto tiempo llegaría mi papá a casa para parar mi rutina pornográfica y retomarla al día siguiente.
Y así crecí, así pasé mi adolescencia, frente a una pantalla viendo gente tener sexo de todas las formas imaginables. Mientras las chicas de mi clase se la pasaban en fiestas, bebiendo alcohol, fumando cigarrillos o juntándose para ver películas, yo me la pasaba viendo porno lésbico, hétero, trios, orgías, y masturbándome, creo que hasta más de diez veces al día.
Ahora que ya les introduje un poco de mi vida, podemos ir al grano…
Todo empezó en unas vacaciones de enero. Yo no había salido con buenas calificaciones, sin embargo, logré aprobar el curso luego de varios años yendo a clases de verano, por lo que por fin podría disfrutar de quedarme en casa sin nada que hacer. Mi padre aún tenía que ir a trabajar, pero por primera vez en muchísimos años, le habían reducido el horario. De este modo pasaba un poco más de tiempo en la casa, un poco más de tiempo conmigo.
Muy a pesar de que casi no convivía con él, nos queríamos mucho. Él siempre me decía que me parecía mucho a mi mamá, lo que me hacía sentir muy bien, siempre me dio a entender que me amaba y que todo lo que hacía, lo hacía por mi, a lo que yo le estaba muy agradecida.
Durante aquellos meses, mi papá trabajaba en las mañanas y regresaba a casa a las 03:00 p.m. y volvía a salir a las 05:00 p.m. para regresar a las 10:00 p.m. Almorzábamos y cenábamos juntos. Era bueno por fin compartir con él almenos esos momentos, me encantaba sentarnos juntos en la mesa y que me pregunte sobre mis cosas, me gustaba que muestre interés en mí.
Sentía algo por él que no sabía explicar. Quería creer que era un sentimiento normal de una hija hacía su padre, pero con el tiempo fui comprendiendo que no era así. Él era aún muy joven, y casi no lo había visto por más de una hora seguida en toda mi vida (trabajaba incluso los domingos). Ahora lo tenía dos horas en la tarde todos los días y los fines de semana solo para mí. Si bien, extrañaba un poco mi entera libertad, en la que consumía porno como una loca, no era mucho lo que su presencia restaba, en realidad, me gustaba tenerlo ahí. Me gustaba sentir su cariño. Durante esos meses estuvo muy cariñoso conmigo, venía y me abrazaba, me besaba en la mejilla y me hacía cosquillas, cosa que yo también le hacía a él. Por fin pasábamos tiempo entre padre e hija, algo que yo no tenía idea que me faltara tanto, sin embargo, como les dije, lo que sentía por él no era eso…
Mis confusiones terminaron de estallar una tarde en la que todo cambió. Yo acababa de levantarme de una siesta diurna que ocacionalmente tomaba. No tenía idea de que hora era, estaba con la cabeza un poco revuelta y me dieron ganas de ir al baño. Cuando llegué, aún estaba medio dormida, por lo que no me percaté de nada a mi alrededor. Abrí la puerta de golpe y entré, encontrándome con algo que me despertó como un valde de agua fría.
Estaba mi padre en plena ducha, y con la cortina abierta. Él me miró con sorpresa y confusión, yo le devolví la mirada, y no sé porqué, pero mis ojos fueron a parar a su entrepierna. Sentí un calor en el pecho. Era la primera vez que veía un pene en persona, y no sabía que hacer. Por un microsegundo, sentí el impulso de lanzarme y devorarlo ahí mismo, pero rápidamente choqué con la realidad y lo único que salió fue decirle “Perdón papi…” y salí de ahí cerrando la puerta.
¿Por qué no cerró la puerta con seguro? ¿Por qué no cerró la cortina? Lo más obvio era que pensaba que no me iba a despertar en un buen rato, y que si lo hacía, iba a escuchar el sonido de la ducha, pero no fue así.
Los días pasaron y nunca hablamos de lo que pasó. Nuestra conducta siguió normal, aunque dentro de mí hubieron varias cosas que sí que cambiaron.
Durante las noches no podía dejar de imaginar ese pene y recordar como sentí el impulso de lanzarme a comérmelo ahí mismo, sin importar que fuera el de mi propio padre. Un pensamiento llevaba al otro y de pronto empecé a recordar también el cuerpo moreno de mi padre, con el agua cayendo sobre él… La verdad es que mi papá era un hombre muy atractivo.
Todo concluyó en que terminara buscando porno entre padre e hija en internet. Ya sabía que solo eran actores, sin embargo, las situaciones que se presentaban me daban bastante morbo. Poco a poco empecé a imaginarme a mi y a mi papá en aquellos escenarios. Poco a poco empecé a desearlo…
Ahí fue cuando comprendí todo, yo estaba enamorada de mi papá. El verlo desnudo no fue más que lo que me hizo descubrirlo. Su ausencia evitó que formáramos un lazo normal de padre e hija, yo toda mi vida había estudiado en un colegio de mujeres, con profesoras mujeres, y de pequeña había sido criada por mis tías, que eran mujeres, por lo que mi papá prácticamente era el único hombre que había conocido en mi vida, si a eso le sumamos mi adicción al porno y que él es aún bastante joven, todo encaja.
Y una vez sabiendo esto, mi conducta fue la misma, pero las intenciones fueron otras. Cada vez que nos demostrábamos cariño, ya no me sentía como una hija con su padre, si no como una mujer con su amante, como una hembra en celo con su macho alfa. Él aveces tenía la costumbre de abrazarme por detrás para darme un beso en la mejilla, momento que yo empecé a aprovechar para empalmar mi trasero contra su entrepierna. No sé si él se daba cuenta y se hacía el loco, o si no se percataba de mis intenciones, pero nunca hizo nada para detenerme.
Así fue aumentando mi deseo por él, mi deseo por mi padre; lo que me llevó a buscar más sobre el incesto en internet. Conocí a algunas personas en foros que decían hacerlo con sus hermanos o primos, a veces sentía que solo lo decían para calentarme, pero decidí seguirles el juego ya que así ambos ganábamos. Pero, nunca olvidaré que había una chica que de verdad tenía una relación lésbico-incestuosa con su madre, ya que me lo demostró enviándome videos casi todos los días. A ella y a su madre les gustaba tener sexo mientras yo las veía en videollamada… Se hicieron buenas ciberamigas mías.
Ser testigo de la relación incestuosa entre una madre y su hija solo hizo que mi deseo por mi padre aumentara descomunalmente, llegando al punto de masturbarme en su habitación, en nada más y nada menos que su cama. Me gustaba sentir que estaba marcando mi territorio, me gustaba imaginar que mi papá dormía donde su hija se masturbaba, que respiraba los restos de mis actos, causados por el deseo que sentía hacia él. Mis amigas (la madre y la hija) me incitaban a intentar algo más que solo frotar mi trasero en su entrepierna disimuladamente, sin embargo, no quería arriesgarme mucho, porqué también tenía miedo de que no me corresponda y deje de ser tan cariñoso conmigo. Para mi suerte (y vaya suerte) todo terminaría a mi favor.
Una tarde decidí aprovechar que papá acababa de salir rumbo a su trabajo. Me senté desnuda en el sofá de la sala y empecé a masturbarme. Había agarrado la costumbre de masturbarme en toda la casa, y la sala no era una excepción.
Había pasado ya un buen rato, por lo que ya estaba cerca del orgasmo. Pensaba en mi papá y en todo lo que le dejaría hacerme, no sentía nada alrededor, más que mi calentura y mis dedos dentro de mi vagina, entrando y saliendo como si del miembro viril de mi progenitor se tratase. Y de pronto, justo en el instante en el que el orgasmo me alcanzó, la puerta de la casa se abrió, dejándome paralizada.
Mi padre entró, y lo primero que hizo fue verme desnuda, en el sofá, y los chorros saliendo de mi vagina. Cuando salí de aquel trance, lo miré a los ojos sin saber realmente que hacer.
- Papá… Yo… Este…- Fue lo primero que salió de mi boca.
- Venía por mi billetera, me la olvidé.- Respondió con la misma expresión en la cara que yo.
Sin decir una palabra más, se metió por el pasillo rumbo a su habitación. Yo estaba muerta de vergüenza. Tantos años masturbándome y viendo porno sin que nadie me descubra, para que justo mi padre, el hombre del que estaba enamorada, me encuentre en pleno orgasmo. Aproveché que él aún no salía para ir a mi habitación y vestirme. Una vez estuve en la sala de nuevo, él ya estaba abriendo la puerta para volver a irse.
- Nos vemos en la noche.- Le dije intentando apaciguar lo sucedido.
- Adiós.- Me respondió de manera fría.
Lo que quedó del día fue fatal. La forma en la que se despidió de mí resonaba en mis oídos: “Adiós”… Sentía que lo había arruinado todo sin siquiera intentarlo, había perdido a mi papá sin al menos decirle lo que sentía por él. No obstante, unas horas más tarde empecé a pensar todo con un poco más de calma. Mi mente de adolescente hormonada me hizo dramatizar todo gracias a lo que siento por él… “Es mi padre”, me dije “No puede enojarse conmigo por algo así, estoy segura que esto ha sucedido millones de veces a otras personas”.
Decidí calmarme un poco y esperar a su llegada. Si bien, sabía que no podía estar enojado, quería compensarlo por el mal rato que había pasado y pedirle perdón.
Preparé la cena y lo esperé sentada en la entrada de la casa con la puerta abierta. Una vez lo ví aproximarse me puse de pie y lo recibí.
- Hola papi.- Lo saludé dándole un beso en la mejilla.- Ya preparé la cena.
Él me miró confundido, y finalmente me respondió dándome un beso en la cabeza.
- Gracias cariño, espera que tomo una ducha y nos sentamos juntos.- Me respondió entrando a la casa.
- Claro papi.- Le respondí contenta.
Entonces cerré la puerta de la casa y me dirigí inmediatamente a mi habitación. Estaba alegre por la forma en la que me había respondido, parecía que no estaba tan molesto como yo creía. De pronto varios pensamientos llegaron a mi mente de adolescente caliente, y no pude evitar el querer masturbarme mientras mi papá se bañaba.
Cuando terminé, me cambié de ropa y me puse pijama: un top celeste claro, sin brasier, y un pantalón de dormir delgado y ancho. Salí al comedor y me senté esperando que mi padre terminará con su ducha. Pasaron un par de minutos, y finalmente mi papá salió vestido, también en pijama.
Se sentó justo a mi lado (la mesa era realmente pequeña, éramos solo dos, no necesitábamos más) y empezó a comer sin decirme nada. Yo intenté buscar su mirada, pero parecía evitarla a propósito. Pasaron varios minutos así, intentando captar su atención, pero nada funcionaba. Llegó un punto en el que me frustré y empecé a enojarme. “¿En serio vas a ponerte así?”. Finalmente, rendida, me llené de valor y le hablé.
- Oye papi… Respecto a lo que sucedió en la tarde… Quería pedirte una disculpa…
- No te preocupes.- Me respondió sin mirarme.
- ¿En serio?
- Si, lo comprendo, yo también he tenido tu edad, no voy a castigarte por masturbarte, no le veo nada de malo.
Y entonces, sentí un gran alivio dentro de mi, temía que solo se niegue a hablar de eso, pero me dijo que no veía nada de malo en lo que había hecho.
- Prefiero encontrarte en plena paja que encima de algún idiota.- Dijo riéndose luego de un rato de silencio.
- ¡Ay papi!.- Lo empujé.- Como crees…
- Muy bien, así me gusta.- Me respondió para luego pegarme a él y darme un beso en la cabeza.- Tú eres mi pequeña.
- Si papi, solo tuya.- Aproveché el momento para calentarme un poco, y me pegué más a él.- Tu pequeña y de nadie más.
- Solo te pido que cuando vayas a masturbarte… Evites hacerlo en la sala.- Me respondió frío nuevamente.
“¿Es en serio?”, Dije para mi misma.
- Ay papi no te pongas así.- Dije apretando su mano.
Él me miró y luego miró nuestras manos juntas. Tardó un rato en responder, rato en el que pude notar que algo sucedía dentro de él.
- ¿Porqué lo hiciste? ¿Porqué te estabas tocando en la sala?.- Soltó finalmente.
- Es que… Me excita.- Dije apretando su mano.
Él me miró durante un rato sin saber que hacer. Unos segundos depués inhaló fuerte y me dijo:
- ¿Qué es lo que te excita exactamente?
Y entonces, ahí me di cuenta que las cosas estaban tomando otro rumbo, estaba en mí aprovechar o dejar la oportunidad.
- Papi… ¿Puedo confesarte algo?.- Le dije soltando su mano y mirando hacia abajo.
- Claro…
- Es que tú… Tú me gustas, y mucho…
Sentí su mirada sobre mi durante un largo rato, tras el cual respondió:
- ¿Por qué? ¿Cómo puedo gustarte?
Y ahí fue cuando tomé aire y confesé todo.
- Pues eres prácticamente el único hombre que conozco, ya que siempre me has puesto el colegios de mujeres. Has estado casi ausente en toda mi vida y no hubo el tiempo suficiente como para que formáramos un lazo normal entre padre e hija, a eso súmale mi edad y la cantidad de tiempo que me dejaste sola con el internet, descubrí el porno y con ello mi atracción hacía los hombres, y tú eres el único hombre al que he tenido lo suficientemente cerca. Llevaba tiempo enamorada de ti, pero me di cuenta de eso cuando te vi desnudo en la ducha… No pude evitar pensar en ti cada maldito día, y en las cosas que quiero que me hagas. Me he masturbado en toda la maldita casa, incluso en tu cuarto, tu cama es mi lugar favorito para hacerlo… Papá… Yo te amo…
Él solo me miró sin saber que decir. Yo estaba asustada sin saber que iba a suceder, tal vez se aleje de mi, tal vez no, solo quería que me dijera algo…
Y entonces, de la nada empezó a reírse sin aparente razón.
- ¿Por qué te ríes?.- Dije un poco enfadada.
- Es que… Eres idéntica a tu madre.
Mágicamente, esas palabras me hicieron calmarme por completo. Todo el temor se fue y solo me quedó reírme.
- ¡Ay papi! ¿Porqué lo dices?.- Me encantaba que me dijera eso
- Eres igual de hermosa que ella… Y pones la misma cara de preocupada que ella hacía…
- Jeje…
- Así que te has masturbado por toda la casa…
- Si.- Dije en tono de niña inocente.
- Eres igual de loca que tu mamá, a ella le encantaba que tengamos sexo en toda la casa.
- ¿Ah sí?.- Dije sorprendida
- Si, era toda una ninfómana… Y parece que tú has heredado eso.- Se rió en la última frase.
- ¿Tenían sexo muchas veces al día?
- ¿Porqué crees que se embarazó a los 14?
- Tiene sentido… Jajaja.
Y entonces ,el hielo estaba roto, ambos estábamos riendo y hablando de sexo como si fuera lo más normal. Él me miró con una sonrisa en el rostro durante un rato, creo que recordando a mamá, y finalmente me dijo:
- Acompáñame, quiero mostrarte algo.
Mi interior se llenó de alegría. Mi papá había dado indicios de corresponder a lo que sentía por él, y ahora me quería mostrar algo, estaba muerta de curiosidad.
Cuando llegamos a su cuarto, él me hizo pasar, cerró la puerta y me dijo que me siente en la cama. Se agachó y sacó una pequeña caja de plástico con tapa, la cual puso sobre la cama a mi costado.
- Nunca pensé que volvería a abrir esta caja.- Me dijo mientras se apoyaba sobre esta.
- Vamos papi, ábrela.- Le dije sin poder aguantar más la intriga.
Retiró la tapa y la dejó a un costado. Noté como se quedó mirando el interior con nostalgia. Finalmente, sacó un gran consolador rosado y lo sujetó ante mí.
- Este era el consolador de tu mamá.- Dijo entregándomelo.
- Wow, ¿En serio?.- Pregunté emocionada.
Sujeté aquel dildo entre mis manos, como si se tratara de algún artefacto histórico, tenía algo de mi madre entre mis manos, algo que era muy personal de ella.
- Ese consolador la acompañaba cada tarde que yo salía a trabajar, se lo compré con mi primer sueldo. Le compré muchos juguetes más, pero ese siempre fue su favorito.- Metió la mano y sacó unas esposas de peluche rosa.- Estas también le encantaban mucho, adoraba que la espose a la cama y que la azote con esto.- Agregó sacando un gran látigo.- Le encantaba que deje sus nalgas marcadas.
Sujeté las esposas y el látigo sin soltar el consolador.
- ¿En serio mamá y tú usaban estos?
- Si, mira, también le gustaban estos.- Dijo sacando unas bolas chinas.- Las tenía puestas durante horas, este también.- Sacó un plug anal.
Sujeté los juguetes sexuales de mi madre y los miré con cariño. En ese momento, pocas cosas materiales eran tan importantes para mí como esos juguetes.
- Hija, nunca creí que diría esto, pero… Creo que nadie más que tú merece tener estos juguetes, estoy seguro que tu madre habría deseado que los heredes, así que ahora son tuyos.
Miré aún con más anhelo mis nuevas pertenencias. En ese momento, sentí un gran cariño hacia mis padres. Dejé los juguetes a un lado de la cama y me lancé a abrazar a mi papá.
- Gracias papi… En verdad agradezco esto… Es muy importante.- Me aferré a él.
- De nada hija, te los mereces…
Y entonces, empecé a sentirlo. Estábamos tan pegados que sentí como un bulto creció dentro de su pantalón de pijama. Mi reacción inmediata fue subir mi mirada hacia él. Él me devolvió la mirada. Nos quedamos un par de segundos así, hasta que fue él quien tuvo la iniciativa, y fue acercando sus labios a los míos. Yo le correspondí y me acerqué a él, hasta que finalmente nuestros labios chocaron, sellando el final de nuestra relación normal de padre e hija, dando inicio a nuestra nueva relación de amantes.
Cuando nos separamos nos quedamos mirando un rato mientras sonreíamos. Él bajo la mano y me dio dos nalgadas diciéndome:
- Ve a guardar tus juguetes a tu habitación, yo aquí te espero.
Yo fui corriendo a mi cuarto y dejé mis nuevas pertenencias sobre mi habitación, ya pensaría luego en donde guardarlos. Al regresar, la caja estaba nuevamente bajo la cama y mi padre me esperaba sin camisa sentado al borde de la cama.
Al verme se paró mientras yo me acercaba a él. Nuestras miradas se conectaron en una complicidad erótica llena de pecado. mientras más cerca estábamos. Una vez estuve frente a él, me sujetó por la cintura y yo a él por los hombros. Nuestros labios se unieron en otro beso, en el que nuestras lenguas jugueteaban entre sí (yo aún era muy novata) mientras sus manos bajan hacia mi trasero.
Adoraba sentir a mi padre manoseando mi trasero y a su lengua jugando con la mía, es lo que venía deseando desde hace tiempo. Cuando nos separamos, el sujetó mi top y lo subió mientras yo levantaba mis brazos para finalmente quedar fuera, dejando mis pechos desnudos. Él los contempló para luego proceder a tocarlos. Frotaba sus pulgares sobre mis pezones y luego los pellizcaba con su índice.
- Me encantan…- Dijo sin dejar de mirarlos y tocarlos.
- Son tuyos, papi.- Respondí en un susurro.- Anda, pruébalos.- Murmuré mientras los apretaba con mis manos junto a las suyas.
Él se agachó ligeramente, y dirigió sus labios a mis pechos. Una vez ambos se encontraron, él empezó a succionar suavemente, para proceder a lamerlos y luego succionar otra vez. Así hizo con mis dos pechos, mientras yo daba pequeños gemidos de placer.
En ese punto yo ya no aguantaba, estaba muy húmeda y solo quería demostrarle a papá lo mucho que lo amaba, y lo que estaba dispuesta a hacer por él. Lo empujé de golpe a la cama y pude notar su sorpresa al desconectarse de golpe del mundo al que mis pezones lo habían llevado y caer sobre la cama bocarriba con los pies aún en el suelo.
Apoyé mi mano en su pecho y me acerqué a sus labios. Empezamos a besarnos nuevamente mientras yo desabrochaba los botones de su camisa de pijama, para luego quitársela. Cuando quedó desnudo de arriba pude contemplar su cuerpo marcado y cubierto por una ligera maraña de vello… Se veía tan varonil… Volví a besarlo y poco a poco bajé de los labios al cuello (en donde intenté dejarle alguna marca como signo temporal de nuestro primer acto sexual), luego del cuello al pecho, el cual recorrí dando besitos hasta llegar al abdomen, en el cual hice lo mismo, hasta llegar a la pelvis…
Su enorme miembro ya anticipaba su presencia, mediante la tremenda erección que se notaba. Yo no aguanté más y bajé rápidamente su pantalón hasta el piso, liberando a la bestia.
Esa polla salió de golpé y se volvió a levantar apuntando hacia arriba. La primera vez que había visto ese pene estaba dormido, ahora esta en todo el esplendor de esa magnífica erección. Sin pensarlo más, sujeté esa polla por la base y la llevé a mi boca. Empecé a lamer el glande mientras mi mano subía y bajaba lentamente y la otra toqueteaba los testículos de mi papá. Empecé a mamársela a mi padre como una perra hambrienta. A penas llegaba a la mitad de lo grande que era.
Estuve largo rato saboreando el pene que una vez me había expulsado hacía el útero de mi madre. Finalmente él no aguantó más y soltó todo su esperma dentro de mi boca. Yo me lo tragué todo sin soltarla. Al tragarlo, miré a mi padre contenta. Estaba orgullosa de haber logrado que se corriera.
- Heredaste el talento de tu madre.- Dijo acariciandome el cabello.
Estaba alegre por sus palabras. Volteé un poco para lamer su mano y el metió su índice entre mis labios. Yo empecé a chupar su dedo mientras lo miraba a los ojos y el metía y sacaba.
Luego de unos segundos, ambos sabíamos lo que seguía. Se recostó por completo sobre la cama apoyando su cabeza en la almohada. Yo me paré un rato para poder quitarme el short, el cual tiré a un costado. Mientras me quitaba la tanga, pude notar como el contemplaba mi cuerpo y se fijaba específicamente en mis piernas. Una vez estuve completamente desnuda me acerqué a él y le puse mi tanga en el rostor. El puso sus manos en su rostro, pegándola más a él, e inhaló.
- Tu olor… Me recuerda a tu madre…
- Siéntelo.- Le respondí.- Ahora yo voy a tomar su lugar.
- Y quien mejor que tú para hacerlo, que eres su hija…
Su pene ya se había puesto duro de nuevo, asi que sin pensarlo más lo sujeté y me subí encima de él. Direccioné el glande en la entrada de mi coño, el cual ya estaba húmedo desde hacía buen rato.
- ¿Estás listo?.- Le pregunté.
- Claro que si, mi pequeña.- Dijo poniendo sus manos en mi cintura.
Y entonces introduje a la bestia en su refugio. Fui sentándome cada vez más sobre él. Sentía como su miembro se abría paso entre mis paredes las cuales aún eran muy estrechas. Creí que sentiría dolor por lo grande que era, pero solo sentí placer, un placer que nada me había hecho sentir antes. Sentí sus expresiones de placer mientras más profundo se adentraba su polla. Yo no pude evitar soltar alaridos de placer de lo rico que se sentía su miembro viril entrando cada vez más en mi interior. Finalmente, para sorpresa de ambos, logré tenerla toda adentro.
- No puedo creer que entró toda.- Dije entre gemidos.
- Tu madre estaría orgullosa.- Me respondió casi sin aire.
- ¿Ah si?.- Le dije haciéndome la niña ingenua.
- Si… Mucho.- Respondió él.
- Entonces hay que hacerla sentir más orgullosa.
Y entonces empecé a moverme poco a poco mientras daba pequeños gemidos. Noté lo emocionado que él estaba así que empecé a aumentar la velocidad.
Estuvimos así durante unos 10 minutos, tiempo en el que nuestra calentura había subido a mil. Yo no pude resistir más y me dejé caer sobre él, sacando sus manos de mi cintura y poniendo las mías sobre las suyas a cada lado de su cabeza. Él había aventado mi tanga a un lado y ahora estábamos besándonos apasionadamente. Cualquiera que nos hubiera visto no habría pensado ni de lejos que somos padre e hija.
Y entonces, luego de varios minutos así, sentí como mi estómago se revolvió, anticipando mi orgasmo. Empecé a moverme más rápido y a gemir cada vez más fuerte.
- Oh papi, si, si… Fóllame como tu putita que soy.- Empecé a gritar.- Cógeme, soy tuya, soy tu perra.
Pareció dar el resultado que esparaba, porqué vi en su rostro la excitación, excitación que fue seguida por una corrida dentro de mí. Su orgasmo repentino, sentir su leche dentro de mi, sentir la misma leche que una vez me había dado la vida, fue el detonante sexual que liberó mi orgasmo, mojando su pelvis y las sábanas.
- Eso fue lo mejor que me ha pasado en toda mi vida.- Dije cayendo a su costado.
Él me abrazó y me miró, para luego decir:
- Mi pequeña…
- Te amo, papá.
- Y yo a ti, mi amor.
Me acurruqué en su pecho y empecé a tocar su miembro.
- ¿Porqué te portaste tan frío conmigo al principio?.- Le pregunté.
- Bueno… Como tú dices, nunca hubo el tiempo suficiente para formar un lazo normal de padre e hija. Cada vez que te veía no podía evitar ver a tu madre, conforme hibas creciendo, tu cuerpo se parecía más al de ella. Claro que yo no lo veía en el lado sexual, pero todo cambió la vez que me viste bañándome, desde ahí sentí atracción por ti…
- Fue ahí tambien cuando yo me dí cuenta que estaba enamorada de ti.
- La cosa es que hoy, al entrar y verte masturbándote, no te ví a ti, si no que literalmente ví a tu mamá masturbandose, como tantas veces la había visto al llegar de trabajar… Sabía que no podía haber nada entre nosotros, soy tu padre y tú mi hija, por eso intenté ser frío, para evitar que esto pasara, pero ¿Sabes qué?
- ¿Qué?
- No me arrepiento… Eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.
Sus palabras realmente me tocaron el corazón. Me acerqué a él y le dí un beso en los labios.
- Quiero ser tu mujer.- Le dije luego de un rato de silencio.
- Ya lo eres, has demostrado que eres toda una hembra, tú eres ahora mi mujer.
- Vamonos de aquí, alejémonos de todo y hagamos una vida juntos.
Él me miró durante unos segundos.
- Ya veré que haremos…
Su pene estaba duro otra vez… La cosa no había acabado…
Me levanté sin salir de la cama y me senté entre sus piernas.
- ¿Qué haces?.- Me preguntó.
- Siempre dije que haría esto cuando pierda la virginidad.- Respondí apoyándome en mis manos, poniendo mis brazos para atrás.
Y entonces, llevé mis dos pies a su pene. Lo sujeté entre estos y empecé a subir y bajar.
- Tu mamá tambien hacía unas pajas con los pies increíbles.- Me dijo emocionado.
- ¿Te gustan mis pies?.- Le pregunté con voz seductora.
- Son hermosos…
Estiré una de mis piernas para llegar hasta sus labios. Él empezó a besar mis dedos y a lamer entre ellos, mientras con mi otro pie frotaba sus testículos, luego cambié y el jugó con el otro. Después volví a llevar ambos a su pene y empecé a masturbarlo lo mejor que pude. Finalmente logré mi cometido y él soltó su tercera corrida. Un poco de leche cayó en mis pies, los cuales limpié con mi lengua para luego hacer lo mismo con su polla, tragándome todo su esperma.
Mientras esperábamos a que se recupere, el estuvo lamiendo y besando mis pies como si no hubiera un mañana. Una vez recuperó la erección, decidimos volver a la acción.
- Cógeme de perrito.- Le dije meneando el trasero.
Él me miró sonriendo y se paró. Yo me puse de cuatro y levanté el trasero tanto como pude. Él lo contempló y me dio un par de nalgadas, para luego apuntar el glande en la entrada de mi coño. Poco a poco fue introduciéndolo hasta que entró por completo.
Y bueno, para que les cuento más si ya saben lo que siguió. Estuvo follándome como su puta en celo mientras me daba nalgadas hasta dejar mis nalgas rojas. También me sujetó del cabello y empezó a tirar de él, cosas que ya imaginaba yo que él hacía con mi madre.
Al terminar se volvió a correr dentro mío y ambos caímos postrados en la cama. Me gustaba la vida que me esperaba. Muchos pueden decir que lo mío con mi padre está mal, ¿Pero que importa? Ambos nos amamos y nos gusta follar, nadie abusa de nadie.
Si pudiera decirle algo a los demás que tienen temor al tener una relación con un familiar, es que no teman, no están haciendo nada malo, están haciendo lo que se supone que es lo que los humanos hacemos, aparearnos, porqué es gracias al incesto que todos estamos en este mundo.
Mi papá y mi mamá se amaban mucho, eran el uno para el otro, es por eso que él nunca tuvo nada con otra persona, se quedó soltero durante varios años (cosa que llegaría a su fin con lo que estoy por contarles). Yo pasé gran parte de mi infancia con mis tías, ya que mi papá tuvo que tomar varios turnos para poder mantenerme y mantenerse a sí mismo, trabajaba casi todo el día, por lo que yo lo veía muy pocas veces.
Cuando cumplí los trece años, nos mudamos a vivir solos al fin. Mi papá consiguió un mejor puesto, sin embargo, aún trabajaba todo el día. Él no temía dejarme sola, porque yo era una chica muy introvertida y tímida, siempre me costó socializar y realmente tenía pocos amigos, por lo que él no creía que yo fuera a cometer actos rebeldes, y la verdad le acertó.
Yo pasaba todo el día en internet, jugando videojuegos, o charlando con gente de otros países. Siempre llegaba de la escuela y me sentaba todo el día frente a la pantalla del computador.
Mi soledad en casa, mis conductas introvertidas y mi adicción al internet, hicieron que descubra mi sexualidad de forma libre. Descubrir el porno para una persona tan joven que pasa tanto tiempo en internet es algo inevitable. No tenía que esconderme, no tenía que bajar el volumen, ni siquiera tenía que usar la pestaña de incógnito, tenía la casa para mi sola y no la iba a desperdiciar.
Así, poco a poco, mis costumbres fueron cambiando. Dejé de pasarme el día jugando videojuegos o viendo videos en YouTube, y empecé a ver porno casi todo el día. Llegaba de la escuela, me desnudaba y me sentaba frente a la computadora a ver todo tipo de porno, con el volumen tan alto como fuera posible, hasta que llegaba la noche y calculaba en cuanto tiempo llegaría mi papá a casa para parar mi rutina pornográfica y retomarla al día siguiente.
Y así crecí, así pasé mi adolescencia, frente a una pantalla viendo gente tener sexo de todas las formas imaginables. Mientras las chicas de mi clase se la pasaban en fiestas, bebiendo alcohol, fumando cigarrillos o juntándose para ver películas, yo me la pasaba viendo porno lésbico, hétero, trios, orgías, y masturbándome, creo que hasta más de diez veces al día.
Ahora que ya les introduje un poco de mi vida, podemos ir al grano…
Todo empezó en unas vacaciones de enero. Yo no había salido con buenas calificaciones, sin embargo, logré aprobar el curso luego de varios años yendo a clases de verano, por lo que por fin podría disfrutar de quedarme en casa sin nada que hacer. Mi padre aún tenía que ir a trabajar, pero por primera vez en muchísimos años, le habían reducido el horario. De este modo pasaba un poco más de tiempo en la casa, un poco más de tiempo conmigo.
Muy a pesar de que casi no convivía con él, nos queríamos mucho. Él siempre me decía que me parecía mucho a mi mamá, lo que me hacía sentir muy bien, siempre me dio a entender que me amaba y que todo lo que hacía, lo hacía por mi, a lo que yo le estaba muy agradecida.
Durante aquellos meses, mi papá trabajaba en las mañanas y regresaba a casa a las 03:00 p.m. y volvía a salir a las 05:00 p.m. para regresar a las 10:00 p.m. Almorzábamos y cenábamos juntos. Era bueno por fin compartir con él almenos esos momentos, me encantaba sentarnos juntos en la mesa y que me pregunte sobre mis cosas, me gustaba que muestre interés en mí.
Sentía algo por él que no sabía explicar. Quería creer que era un sentimiento normal de una hija hacía su padre, pero con el tiempo fui comprendiendo que no era así. Él era aún muy joven, y casi no lo había visto por más de una hora seguida en toda mi vida (trabajaba incluso los domingos). Ahora lo tenía dos horas en la tarde todos los días y los fines de semana solo para mí. Si bien, extrañaba un poco mi entera libertad, en la que consumía porno como una loca, no era mucho lo que su presencia restaba, en realidad, me gustaba tenerlo ahí. Me gustaba sentir su cariño. Durante esos meses estuvo muy cariñoso conmigo, venía y me abrazaba, me besaba en la mejilla y me hacía cosquillas, cosa que yo también le hacía a él. Por fin pasábamos tiempo entre padre e hija, algo que yo no tenía idea que me faltara tanto, sin embargo, como les dije, lo que sentía por él no era eso…
Mis confusiones terminaron de estallar una tarde en la que todo cambió. Yo acababa de levantarme de una siesta diurna que ocacionalmente tomaba. No tenía idea de que hora era, estaba con la cabeza un poco revuelta y me dieron ganas de ir al baño. Cuando llegué, aún estaba medio dormida, por lo que no me percaté de nada a mi alrededor. Abrí la puerta de golpe y entré, encontrándome con algo que me despertó como un valde de agua fría.
Estaba mi padre en plena ducha, y con la cortina abierta. Él me miró con sorpresa y confusión, yo le devolví la mirada, y no sé porqué, pero mis ojos fueron a parar a su entrepierna. Sentí un calor en el pecho. Era la primera vez que veía un pene en persona, y no sabía que hacer. Por un microsegundo, sentí el impulso de lanzarme y devorarlo ahí mismo, pero rápidamente choqué con la realidad y lo único que salió fue decirle “Perdón papi…” y salí de ahí cerrando la puerta.
¿Por qué no cerró la puerta con seguro? ¿Por qué no cerró la cortina? Lo más obvio era que pensaba que no me iba a despertar en un buen rato, y que si lo hacía, iba a escuchar el sonido de la ducha, pero no fue así.
Los días pasaron y nunca hablamos de lo que pasó. Nuestra conducta siguió normal, aunque dentro de mí hubieron varias cosas que sí que cambiaron.
Durante las noches no podía dejar de imaginar ese pene y recordar como sentí el impulso de lanzarme a comérmelo ahí mismo, sin importar que fuera el de mi propio padre. Un pensamiento llevaba al otro y de pronto empecé a recordar también el cuerpo moreno de mi padre, con el agua cayendo sobre él… La verdad es que mi papá era un hombre muy atractivo.
Todo concluyó en que terminara buscando porno entre padre e hija en internet. Ya sabía que solo eran actores, sin embargo, las situaciones que se presentaban me daban bastante morbo. Poco a poco empecé a imaginarme a mi y a mi papá en aquellos escenarios. Poco a poco empecé a desearlo…
Ahí fue cuando comprendí todo, yo estaba enamorada de mi papá. El verlo desnudo no fue más que lo que me hizo descubrirlo. Su ausencia evitó que formáramos un lazo normal de padre e hija, yo toda mi vida había estudiado en un colegio de mujeres, con profesoras mujeres, y de pequeña había sido criada por mis tías, que eran mujeres, por lo que mi papá prácticamente era el único hombre que había conocido en mi vida, si a eso le sumamos mi adicción al porno y que él es aún bastante joven, todo encaja.
Y una vez sabiendo esto, mi conducta fue la misma, pero las intenciones fueron otras. Cada vez que nos demostrábamos cariño, ya no me sentía como una hija con su padre, si no como una mujer con su amante, como una hembra en celo con su macho alfa. Él aveces tenía la costumbre de abrazarme por detrás para darme un beso en la mejilla, momento que yo empecé a aprovechar para empalmar mi trasero contra su entrepierna. No sé si él se daba cuenta y se hacía el loco, o si no se percataba de mis intenciones, pero nunca hizo nada para detenerme.
Así fue aumentando mi deseo por él, mi deseo por mi padre; lo que me llevó a buscar más sobre el incesto en internet. Conocí a algunas personas en foros que decían hacerlo con sus hermanos o primos, a veces sentía que solo lo decían para calentarme, pero decidí seguirles el juego ya que así ambos ganábamos. Pero, nunca olvidaré que había una chica que de verdad tenía una relación lésbico-incestuosa con su madre, ya que me lo demostró enviándome videos casi todos los días. A ella y a su madre les gustaba tener sexo mientras yo las veía en videollamada… Se hicieron buenas ciberamigas mías.
Ser testigo de la relación incestuosa entre una madre y su hija solo hizo que mi deseo por mi padre aumentara descomunalmente, llegando al punto de masturbarme en su habitación, en nada más y nada menos que su cama. Me gustaba sentir que estaba marcando mi territorio, me gustaba imaginar que mi papá dormía donde su hija se masturbaba, que respiraba los restos de mis actos, causados por el deseo que sentía hacia él. Mis amigas (la madre y la hija) me incitaban a intentar algo más que solo frotar mi trasero en su entrepierna disimuladamente, sin embargo, no quería arriesgarme mucho, porqué también tenía miedo de que no me corresponda y deje de ser tan cariñoso conmigo. Para mi suerte (y vaya suerte) todo terminaría a mi favor.
Una tarde decidí aprovechar que papá acababa de salir rumbo a su trabajo. Me senté desnuda en el sofá de la sala y empecé a masturbarme. Había agarrado la costumbre de masturbarme en toda la casa, y la sala no era una excepción.
Había pasado ya un buen rato, por lo que ya estaba cerca del orgasmo. Pensaba en mi papá y en todo lo que le dejaría hacerme, no sentía nada alrededor, más que mi calentura y mis dedos dentro de mi vagina, entrando y saliendo como si del miembro viril de mi progenitor se tratase. Y de pronto, justo en el instante en el que el orgasmo me alcanzó, la puerta de la casa se abrió, dejándome paralizada.
Mi padre entró, y lo primero que hizo fue verme desnuda, en el sofá, y los chorros saliendo de mi vagina. Cuando salí de aquel trance, lo miré a los ojos sin saber realmente que hacer.
- Papá… Yo… Este…- Fue lo primero que salió de mi boca.
- Venía por mi billetera, me la olvidé.- Respondió con la misma expresión en la cara que yo.
Sin decir una palabra más, se metió por el pasillo rumbo a su habitación. Yo estaba muerta de vergüenza. Tantos años masturbándome y viendo porno sin que nadie me descubra, para que justo mi padre, el hombre del que estaba enamorada, me encuentre en pleno orgasmo. Aproveché que él aún no salía para ir a mi habitación y vestirme. Una vez estuve en la sala de nuevo, él ya estaba abriendo la puerta para volver a irse.
- Nos vemos en la noche.- Le dije intentando apaciguar lo sucedido.
- Adiós.- Me respondió de manera fría.
Lo que quedó del día fue fatal. La forma en la que se despidió de mí resonaba en mis oídos: “Adiós”… Sentía que lo había arruinado todo sin siquiera intentarlo, había perdido a mi papá sin al menos decirle lo que sentía por él. No obstante, unas horas más tarde empecé a pensar todo con un poco más de calma. Mi mente de adolescente hormonada me hizo dramatizar todo gracias a lo que siento por él… “Es mi padre”, me dije “No puede enojarse conmigo por algo así, estoy segura que esto ha sucedido millones de veces a otras personas”.
Decidí calmarme un poco y esperar a su llegada. Si bien, sabía que no podía estar enojado, quería compensarlo por el mal rato que había pasado y pedirle perdón.
Preparé la cena y lo esperé sentada en la entrada de la casa con la puerta abierta. Una vez lo ví aproximarse me puse de pie y lo recibí.
- Hola papi.- Lo saludé dándole un beso en la mejilla.- Ya preparé la cena.
Él me miró confundido, y finalmente me respondió dándome un beso en la cabeza.
- Gracias cariño, espera que tomo una ducha y nos sentamos juntos.- Me respondió entrando a la casa.
- Claro papi.- Le respondí contenta.
Entonces cerré la puerta de la casa y me dirigí inmediatamente a mi habitación. Estaba alegre por la forma en la que me había respondido, parecía que no estaba tan molesto como yo creía. De pronto varios pensamientos llegaron a mi mente de adolescente caliente, y no pude evitar el querer masturbarme mientras mi papá se bañaba.
Cuando terminé, me cambié de ropa y me puse pijama: un top celeste claro, sin brasier, y un pantalón de dormir delgado y ancho. Salí al comedor y me senté esperando que mi padre terminará con su ducha. Pasaron un par de minutos, y finalmente mi papá salió vestido, también en pijama.
Se sentó justo a mi lado (la mesa era realmente pequeña, éramos solo dos, no necesitábamos más) y empezó a comer sin decirme nada. Yo intenté buscar su mirada, pero parecía evitarla a propósito. Pasaron varios minutos así, intentando captar su atención, pero nada funcionaba. Llegó un punto en el que me frustré y empecé a enojarme. “¿En serio vas a ponerte así?”. Finalmente, rendida, me llené de valor y le hablé.
- Oye papi… Respecto a lo que sucedió en la tarde… Quería pedirte una disculpa…
- No te preocupes.- Me respondió sin mirarme.
- ¿En serio?
- Si, lo comprendo, yo también he tenido tu edad, no voy a castigarte por masturbarte, no le veo nada de malo.
Y entonces, sentí un gran alivio dentro de mi, temía que solo se niegue a hablar de eso, pero me dijo que no veía nada de malo en lo que había hecho.
- Prefiero encontrarte en plena paja que encima de algún idiota.- Dijo riéndose luego de un rato de silencio.
- ¡Ay papi!.- Lo empujé.- Como crees…
- Muy bien, así me gusta.- Me respondió para luego pegarme a él y darme un beso en la cabeza.- Tú eres mi pequeña.
- Si papi, solo tuya.- Aproveché el momento para calentarme un poco, y me pegué más a él.- Tu pequeña y de nadie más.
- Solo te pido que cuando vayas a masturbarte… Evites hacerlo en la sala.- Me respondió frío nuevamente.
“¿Es en serio?”, Dije para mi misma.
- Ay papi no te pongas así.- Dije apretando su mano.
Él me miró y luego miró nuestras manos juntas. Tardó un rato en responder, rato en el que pude notar que algo sucedía dentro de él.
- ¿Porqué lo hiciste? ¿Porqué te estabas tocando en la sala?.- Soltó finalmente.
- Es que… Me excita.- Dije apretando su mano.
Él me miró durante un rato sin saber que hacer. Unos segundos depués inhaló fuerte y me dijo:
- ¿Qué es lo que te excita exactamente?
Y entonces, ahí me di cuenta que las cosas estaban tomando otro rumbo, estaba en mí aprovechar o dejar la oportunidad.
- Papi… ¿Puedo confesarte algo?.- Le dije soltando su mano y mirando hacia abajo.
- Claro…
- Es que tú… Tú me gustas, y mucho…
Sentí su mirada sobre mi durante un largo rato, tras el cual respondió:
- ¿Por qué? ¿Cómo puedo gustarte?
Y ahí fue cuando tomé aire y confesé todo.
- Pues eres prácticamente el único hombre que conozco, ya que siempre me has puesto el colegios de mujeres. Has estado casi ausente en toda mi vida y no hubo el tiempo suficiente como para que formáramos un lazo normal entre padre e hija, a eso súmale mi edad y la cantidad de tiempo que me dejaste sola con el internet, descubrí el porno y con ello mi atracción hacía los hombres, y tú eres el único hombre al que he tenido lo suficientemente cerca. Llevaba tiempo enamorada de ti, pero me di cuenta de eso cuando te vi desnudo en la ducha… No pude evitar pensar en ti cada maldito día, y en las cosas que quiero que me hagas. Me he masturbado en toda la maldita casa, incluso en tu cuarto, tu cama es mi lugar favorito para hacerlo… Papá… Yo te amo…
Él solo me miró sin saber que decir. Yo estaba asustada sin saber que iba a suceder, tal vez se aleje de mi, tal vez no, solo quería que me dijera algo…
Y entonces, de la nada empezó a reírse sin aparente razón.
- ¿Por qué te ríes?.- Dije un poco enfadada.
- Es que… Eres idéntica a tu madre.
Mágicamente, esas palabras me hicieron calmarme por completo. Todo el temor se fue y solo me quedó reírme.
- ¡Ay papi! ¿Porqué lo dices?.- Me encantaba que me dijera eso
- Eres igual de hermosa que ella… Y pones la misma cara de preocupada que ella hacía…
- Jeje…
- Así que te has masturbado por toda la casa…
- Si.- Dije en tono de niña inocente.
- Eres igual de loca que tu mamá, a ella le encantaba que tengamos sexo en toda la casa.
- ¿Ah sí?.- Dije sorprendida
- Si, era toda una ninfómana… Y parece que tú has heredado eso.- Se rió en la última frase.
- ¿Tenían sexo muchas veces al día?
- ¿Porqué crees que se embarazó a los 14?
- Tiene sentido… Jajaja.
Y entonces ,el hielo estaba roto, ambos estábamos riendo y hablando de sexo como si fuera lo más normal. Él me miró con una sonrisa en el rostro durante un rato, creo que recordando a mamá, y finalmente me dijo:
- Acompáñame, quiero mostrarte algo.
Mi interior se llenó de alegría. Mi papá había dado indicios de corresponder a lo que sentía por él, y ahora me quería mostrar algo, estaba muerta de curiosidad.
Cuando llegamos a su cuarto, él me hizo pasar, cerró la puerta y me dijo que me siente en la cama. Se agachó y sacó una pequeña caja de plástico con tapa, la cual puso sobre la cama a mi costado.
- Nunca pensé que volvería a abrir esta caja.- Me dijo mientras se apoyaba sobre esta.
- Vamos papi, ábrela.- Le dije sin poder aguantar más la intriga.
Retiró la tapa y la dejó a un costado. Noté como se quedó mirando el interior con nostalgia. Finalmente, sacó un gran consolador rosado y lo sujetó ante mí.
- Este era el consolador de tu mamá.- Dijo entregándomelo.
- Wow, ¿En serio?.- Pregunté emocionada.
Sujeté aquel dildo entre mis manos, como si se tratara de algún artefacto histórico, tenía algo de mi madre entre mis manos, algo que era muy personal de ella.
- Ese consolador la acompañaba cada tarde que yo salía a trabajar, se lo compré con mi primer sueldo. Le compré muchos juguetes más, pero ese siempre fue su favorito.- Metió la mano y sacó unas esposas de peluche rosa.- Estas también le encantaban mucho, adoraba que la espose a la cama y que la azote con esto.- Agregó sacando un gran látigo.- Le encantaba que deje sus nalgas marcadas.
Sujeté las esposas y el látigo sin soltar el consolador.
- ¿En serio mamá y tú usaban estos?
- Si, mira, también le gustaban estos.- Dijo sacando unas bolas chinas.- Las tenía puestas durante horas, este también.- Sacó un plug anal.
Sujeté los juguetes sexuales de mi madre y los miré con cariño. En ese momento, pocas cosas materiales eran tan importantes para mí como esos juguetes.
- Hija, nunca creí que diría esto, pero… Creo que nadie más que tú merece tener estos juguetes, estoy seguro que tu madre habría deseado que los heredes, así que ahora son tuyos.
Miré aún con más anhelo mis nuevas pertenencias. En ese momento, sentí un gran cariño hacia mis padres. Dejé los juguetes a un lado de la cama y me lancé a abrazar a mi papá.
- Gracias papi… En verdad agradezco esto… Es muy importante.- Me aferré a él.
- De nada hija, te los mereces…
Y entonces, empecé a sentirlo. Estábamos tan pegados que sentí como un bulto creció dentro de su pantalón de pijama. Mi reacción inmediata fue subir mi mirada hacia él. Él me devolvió la mirada. Nos quedamos un par de segundos así, hasta que fue él quien tuvo la iniciativa, y fue acercando sus labios a los míos. Yo le correspondí y me acerqué a él, hasta que finalmente nuestros labios chocaron, sellando el final de nuestra relación normal de padre e hija, dando inicio a nuestra nueva relación de amantes.
Cuando nos separamos nos quedamos mirando un rato mientras sonreíamos. Él bajo la mano y me dio dos nalgadas diciéndome:
- Ve a guardar tus juguetes a tu habitación, yo aquí te espero.
Yo fui corriendo a mi cuarto y dejé mis nuevas pertenencias sobre mi habitación, ya pensaría luego en donde guardarlos. Al regresar, la caja estaba nuevamente bajo la cama y mi padre me esperaba sin camisa sentado al borde de la cama.
Al verme se paró mientras yo me acercaba a él. Nuestras miradas se conectaron en una complicidad erótica llena de pecado. mientras más cerca estábamos. Una vez estuve frente a él, me sujetó por la cintura y yo a él por los hombros. Nuestros labios se unieron en otro beso, en el que nuestras lenguas jugueteaban entre sí (yo aún era muy novata) mientras sus manos bajan hacia mi trasero.
Adoraba sentir a mi padre manoseando mi trasero y a su lengua jugando con la mía, es lo que venía deseando desde hace tiempo. Cuando nos separamos, el sujetó mi top y lo subió mientras yo levantaba mis brazos para finalmente quedar fuera, dejando mis pechos desnudos. Él los contempló para luego proceder a tocarlos. Frotaba sus pulgares sobre mis pezones y luego los pellizcaba con su índice.
- Me encantan…- Dijo sin dejar de mirarlos y tocarlos.
- Son tuyos, papi.- Respondí en un susurro.- Anda, pruébalos.- Murmuré mientras los apretaba con mis manos junto a las suyas.
Él se agachó ligeramente, y dirigió sus labios a mis pechos. Una vez ambos se encontraron, él empezó a succionar suavemente, para proceder a lamerlos y luego succionar otra vez. Así hizo con mis dos pechos, mientras yo daba pequeños gemidos de placer.
En ese punto yo ya no aguantaba, estaba muy húmeda y solo quería demostrarle a papá lo mucho que lo amaba, y lo que estaba dispuesta a hacer por él. Lo empujé de golpe a la cama y pude notar su sorpresa al desconectarse de golpe del mundo al que mis pezones lo habían llevado y caer sobre la cama bocarriba con los pies aún en el suelo.
Apoyé mi mano en su pecho y me acerqué a sus labios. Empezamos a besarnos nuevamente mientras yo desabrochaba los botones de su camisa de pijama, para luego quitársela. Cuando quedó desnudo de arriba pude contemplar su cuerpo marcado y cubierto por una ligera maraña de vello… Se veía tan varonil… Volví a besarlo y poco a poco bajé de los labios al cuello (en donde intenté dejarle alguna marca como signo temporal de nuestro primer acto sexual), luego del cuello al pecho, el cual recorrí dando besitos hasta llegar al abdomen, en el cual hice lo mismo, hasta llegar a la pelvis…
Su enorme miembro ya anticipaba su presencia, mediante la tremenda erección que se notaba. Yo no aguanté más y bajé rápidamente su pantalón hasta el piso, liberando a la bestia.
Esa polla salió de golpé y se volvió a levantar apuntando hacia arriba. La primera vez que había visto ese pene estaba dormido, ahora esta en todo el esplendor de esa magnífica erección. Sin pensarlo más, sujeté esa polla por la base y la llevé a mi boca. Empecé a lamer el glande mientras mi mano subía y bajaba lentamente y la otra toqueteaba los testículos de mi papá. Empecé a mamársela a mi padre como una perra hambrienta. A penas llegaba a la mitad de lo grande que era.
Estuve largo rato saboreando el pene que una vez me había expulsado hacía el útero de mi madre. Finalmente él no aguantó más y soltó todo su esperma dentro de mi boca. Yo me lo tragué todo sin soltarla. Al tragarlo, miré a mi padre contenta. Estaba orgullosa de haber logrado que se corriera.
- Heredaste el talento de tu madre.- Dijo acariciandome el cabello.
Estaba alegre por sus palabras. Volteé un poco para lamer su mano y el metió su índice entre mis labios. Yo empecé a chupar su dedo mientras lo miraba a los ojos y el metía y sacaba.
Luego de unos segundos, ambos sabíamos lo que seguía. Se recostó por completo sobre la cama apoyando su cabeza en la almohada. Yo me paré un rato para poder quitarme el short, el cual tiré a un costado. Mientras me quitaba la tanga, pude notar como el contemplaba mi cuerpo y se fijaba específicamente en mis piernas. Una vez estuve completamente desnuda me acerqué a él y le puse mi tanga en el rostor. El puso sus manos en su rostro, pegándola más a él, e inhaló.
- Tu olor… Me recuerda a tu madre…
- Siéntelo.- Le respondí.- Ahora yo voy a tomar su lugar.
- Y quien mejor que tú para hacerlo, que eres su hija…
Su pene ya se había puesto duro de nuevo, asi que sin pensarlo más lo sujeté y me subí encima de él. Direccioné el glande en la entrada de mi coño, el cual ya estaba húmedo desde hacía buen rato.
- ¿Estás listo?.- Le pregunté.
- Claro que si, mi pequeña.- Dijo poniendo sus manos en mi cintura.
Y entonces introduje a la bestia en su refugio. Fui sentándome cada vez más sobre él. Sentía como su miembro se abría paso entre mis paredes las cuales aún eran muy estrechas. Creí que sentiría dolor por lo grande que era, pero solo sentí placer, un placer que nada me había hecho sentir antes. Sentí sus expresiones de placer mientras más profundo se adentraba su polla. Yo no pude evitar soltar alaridos de placer de lo rico que se sentía su miembro viril entrando cada vez más en mi interior. Finalmente, para sorpresa de ambos, logré tenerla toda adentro.
- No puedo creer que entró toda.- Dije entre gemidos.
- Tu madre estaría orgullosa.- Me respondió casi sin aire.
- ¿Ah si?.- Le dije haciéndome la niña ingenua.
- Si… Mucho.- Respondió él.
- Entonces hay que hacerla sentir más orgullosa.
Y entonces empecé a moverme poco a poco mientras daba pequeños gemidos. Noté lo emocionado que él estaba así que empecé a aumentar la velocidad.
Estuvimos así durante unos 10 minutos, tiempo en el que nuestra calentura había subido a mil. Yo no pude resistir más y me dejé caer sobre él, sacando sus manos de mi cintura y poniendo las mías sobre las suyas a cada lado de su cabeza. Él había aventado mi tanga a un lado y ahora estábamos besándonos apasionadamente. Cualquiera que nos hubiera visto no habría pensado ni de lejos que somos padre e hija.
Y entonces, luego de varios minutos así, sentí como mi estómago se revolvió, anticipando mi orgasmo. Empecé a moverme más rápido y a gemir cada vez más fuerte.
- Oh papi, si, si… Fóllame como tu putita que soy.- Empecé a gritar.- Cógeme, soy tuya, soy tu perra.
Pareció dar el resultado que esparaba, porqué vi en su rostro la excitación, excitación que fue seguida por una corrida dentro de mí. Su orgasmo repentino, sentir su leche dentro de mi, sentir la misma leche que una vez me había dado la vida, fue el detonante sexual que liberó mi orgasmo, mojando su pelvis y las sábanas.
- Eso fue lo mejor que me ha pasado en toda mi vida.- Dije cayendo a su costado.
Él me abrazó y me miró, para luego decir:
- Mi pequeña…
- Te amo, papá.
- Y yo a ti, mi amor.
Me acurruqué en su pecho y empecé a tocar su miembro.
- ¿Porqué te portaste tan frío conmigo al principio?.- Le pregunté.
- Bueno… Como tú dices, nunca hubo el tiempo suficiente para formar un lazo normal de padre e hija. Cada vez que te veía no podía evitar ver a tu madre, conforme hibas creciendo, tu cuerpo se parecía más al de ella. Claro que yo no lo veía en el lado sexual, pero todo cambió la vez que me viste bañándome, desde ahí sentí atracción por ti…
- Fue ahí tambien cuando yo me dí cuenta que estaba enamorada de ti.
- La cosa es que hoy, al entrar y verte masturbándote, no te ví a ti, si no que literalmente ví a tu mamá masturbandose, como tantas veces la había visto al llegar de trabajar… Sabía que no podía haber nada entre nosotros, soy tu padre y tú mi hija, por eso intenté ser frío, para evitar que esto pasara, pero ¿Sabes qué?
- ¿Qué?
- No me arrepiento… Eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.
Sus palabras realmente me tocaron el corazón. Me acerqué a él y le dí un beso en los labios.
- Quiero ser tu mujer.- Le dije luego de un rato de silencio.
- Ya lo eres, has demostrado que eres toda una hembra, tú eres ahora mi mujer.
- Vamonos de aquí, alejémonos de todo y hagamos una vida juntos.
Él me miró durante unos segundos.
- Ya veré que haremos…
Su pene estaba duro otra vez… La cosa no había acabado…
Me levanté sin salir de la cama y me senté entre sus piernas.
- ¿Qué haces?.- Me preguntó.
- Siempre dije que haría esto cuando pierda la virginidad.- Respondí apoyándome en mis manos, poniendo mis brazos para atrás.
Y entonces, llevé mis dos pies a su pene. Lo sujeté entre estos y empecé a subir y bajar.
- Tu mamá tambien hacía unas pajas con los pies increíbles.- Me dijo emocionado.
- ¿Te gustan mis pies?.- Le pregunté con voz seductora.
- Son hermosos…
Estiré una de mis piernas para llegar hasta sus labios. Él empezó a besar mis dedos y a lamer entre ellos, mientras con mi otro pie frotaba sus testículos, luego cambié y el jugó con el otro. Después volví a llevar ambos a su pene y empecé a masturbarlo lo mejor que pude. Finalmente logré mi cometido y él soltó su tercera corrida. Un poco de leche cayó en mis pies, los cuales limpié con mi lengua para luego hacer lo mismo con su polla, tragándome todo su esperma.
Mientras esperábamos a que se recupere, el estuvo lamiendo y besando mis pies como si no hubiera un mañana. Una vez recuperó la erección, decidimos volver a la acción.
- Cógeme de perrito.- Le dije meneando el trasero.
Él me miró sonriendo y se paró. Yo me puse de cuatro y levanté el trasero tanto como pude. Él lo contempló y me dio un par de nalgadas, para luego apuntar el glande en la entrada de mi coño. Poco a poco fue introduciéndolo hasta que entró por completo.
Y bueno, para que les cuento más si ya saben lo que siguió. Estuvo follándome como su puta en celo mientras me daba nalgadas hasta dejar mis nalgas rojas. También me sujetó del cabello y empezó a tirar de él, cosas que ya imaginaba yo que él hacía con mi madre.
Al terminar se volvió a correr dentro mío y ambos caímos postrados en la cama. Me gustaba la vida que me esperaba. Muchos pueden decir que lo mío con mi padre está mal, ¿Pero que importa? Ambos nos amamos y nos gusta follar, nadie abusa de nadie.
Si pudiera decirle algo a los demás que tienen temor al tener una relación con un familiar, es que no teman, no están haciendo nada malo, están haciendo lo que se supone que es lo que los humanos hacemos, aparearnos, porqué es gracias al incesto que todos estamos en este mundo.
5 comentarios - Ocupando el Lugar de mi Madre.
Muy hembra y caliente
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