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Animarse (relato gay), parte 1

1. Conocerse
La mañana había comenzado calurosa. Fabián se levantó despacio de la cama y se metió en la ducha. Jabonó suave su pecho depilado, sus pezones sensibles, su enorme pija sin un solo pendejo rodeándola. ¿cuánto hacía que no la usaba? ¿5 años?, no, más. El agua tibia rodaba por sus nalgas blancas y perfectas, llevó la esponja a su ojetito, mmm, aún estaba abierto, sonrió feliz. Se secó y fue al ropero, sacó esa cajita con llave y tomó de adentro la vedettina de encaje rosa, ¡¡¡qué linda que le quedaba!!!, ¿sería porque se la había regalado su osito?, ¿ese osito dormilón que roncaba suave en su cama y que le había hecho el amor toda la noche?
Se puso una remera gastada.
En el viejo chalet danés de la calle Vicente López se abrió una de las ventanitas del primer piso, Fabián se asomó a ver el barrio. Doña Teresa pasó con el changuito, lo vio y se hizo la distraída, ¡vieja chota! José el vecino de enfrente salió a barrer la vereda, lo vio apoyado en el marco de la ventanita y lo saludó en broma como siempre alzando la mano como el saludo nazi. Fabián le respondió con una sonrisa y una inclinación de cabeza. -Chau tioo- oyó a su sobrina que pasaba empujando el cochecito de su hijo. Era lindo mirar el barrio así, sin que nadie se diera cuenta que debajo de la remera sólo había una vedettina de encaje rosa. La vida pasaba, autos, bondis, amigos, desconocidos, gente, y Fabito era feliz viéndola pasar y siendo lo que siempre fue, por primera vez esta mañana.
De pronto sintió algo tibio que recorría su nalguita y tocaba su piel por los agujeros del encaje, trató de hacerse el indiferente. Sintió como su vedettina bajaba a sus rodillas y como una lengua de oso recorría su raja desde sus bolas hasta su espalda, un temblor naciendo de su esfínter recorrió todo su cuerpo, trató de hacerse el indiferente. Dos manos abrieron sus nalgas y la lengua tocó su ojetito, ahh, imposible fingir indiferencia. Miró preocupado por la ventana, ¿viste nena?, se dijo, la vida transcurría como siempre, nadie se había percatado de su gemido. Siguió apoyado en el marco mirando cuando una pija de oso se apoyó en su entrada, y siguió mirando pasar la gente cuando dos fuertes manos de oso lo tomaron de la cadera. Contuvo su gritito marica cuando la pija se clavó casi de una en su culito, pero no pudo evitar su sonrisa de felicidad cuando el chaf chaf contra sus nalgas y esa indecible sensación en todo su pubis le gritaban que su osito lo estaba cogiendo otra vez. Llevó su cabeza hacia atrás pero no se animó a besar.
- ¿Seguro que no nos ven Lu? -
-Tranquila Fabita, disfrutá frente al mundo de tu colita de puto, ya te dije, nadie se va a dar cuenta, yo te cuido amorcito-
Fabián acomodó mejor sus codos en el marco y trató de seguir mirando indiferente a la gente que pasaba, pero era difícil no gemir de placer cuando la pija de su amado le perforaba el culito. Fabi siempre había sido calentón, su culito no podía recibir una pija con indiferencia, su cola reclamaba siempre, y si no recibía pija de oso, Fabito se entristecía. Por eso tan pocas veces había bebido el elixir de su amado, su cola necesitaba leche cada vez, no sentir la pija de oso estallando dentro de él, lo ponía mal, lo hacía sentir viejo y feo, el semen de su oso en su pancita en cambio lo rejuvenecía, lo hacía sentir vivo, lo hacía feliz.
Ya no aguantaba el disimulo, pero él obedecía, si Lucas lo quería coger ahí, ¿quién era ella para cambiar la pose? Pero, ¿y si los vecinos se daban cuenta? Cerró la ventana y se volvió a apoyar en el marco, ahora sí, ya sus gemidos inundaron el aire de ese su dormitorio de la planta alta. Dormitorio de hombre solo, divorciado, pero no precisamente por puto, sino por todo lo contrario. ¿Quién podía imaginarse que Fabián, separado hacía años por pistolero, que se había garchado a cuanta mina se le cruzó, antes y después de casarse, padre, abuelo amoroso, podía estar entregándole la cola a un hombre?, ¿Quién podía imaginarse que Fabián se la comía? ¿Quién podía imaginarse, solo Lucas, que dentro de su cuerpo de hombre, habitaba una mujer?, que su pija era un error, que sus pechos eran más sensibles que los pechos de su ex mujer y que sólo era totalmente feliz cuando con la ayuda de su Lu se feminizaba completamente?
Sintió la verga salir de su colita, miró extrañado.
-Vení, vamos a la cama, ponete boca abajo-, lo llevó de la mano. La bombacha olvidada entre los tobillos lo hizo trastabillar, rieron.
Se acomodó en el centro de la cama, de esa cama que jamás había compartido con un hombre..., hasta anoche. La pija entró suave en él, ya su colita era de nuevo 100% concha, mojada, dilatada. Tras la pija, el peso de su osito sobre la espalda, la mejilla de su Lu contra la suya, las palabras dulces en su oído. No sabía por qué, pero en esa pose a Lucas se le iba todo lo guarro, la pija entraba y salía despacito, las palabras de Lucas entraban y se quedaban, endulzaban su orejita y de allí al corazón. ¡Qué lindo!, ahora, en el otoño de su vida, poder sentir todo eso, lo que no había sentido por su esposa, ni por sus mujeres de ocasión, ni por ninguno de los hombres que habían visitado su culo desde esos lejanos 30 en que un amigo, con buenas dosis de alcohol, le había hecho sentir por primera vez todo el placer que su culito le podía dar.
Él lo supo siempre. Pero siempre había tenido mucho miedo, siempre le había costado decidirse, desde los deseos ocultos de su pubertad hasta los 30 para su primera pija. ¿Y para lo de anoche?, sólo 7 años!! Sí, anoche, noche de aniversario, su regalo a Lucas por 7 años de .... ¿amigos discretos?, ¿amantes?, ¿novios?, ¿pareja?, tal vez en ese orden.
-Ay, Fabita, ¿por qué me calentás tanto? - la pija comenzó a acelerar en su conchita, sus gemidos se hicieron más agudos, la respiración de Lucas se aceleró. La pija crecía dentro de su concha, la abría más, la llenaba de sensaciones intensas que nacían de su agujerito y le inundaban el pubis. El grito, el calor en su pancita, las manos estrujando. Y el silencio, y el cuerpo de Lucas cayendo sobre su espalda, todo su calor acompañando el mar de paz que el semen de su osito le daba a su ser. El mundo no existía, el tiempo no pasaba, eran sólo Lucas y Fabiana, unidos como solo el sexo entre dos que se quieren puede unir.
Los jadeos de Lucas fueron cediendo. Silencio en el cuarto, Fabián, con los ojos cerrados disfrutaba, relajadísimo, de esa pija caliente y quieta dentro de él, de su cola dulcemente abierta, de su hombre. Por la ventana llegaban los ruidos de la calle, de su calle, allá afuera sus vecinos seguían sus rutinas, tal vez alguno miraría la casa de Fabián, y le extrañaría que aún estaban todas las ventanas cerradas y que el jovato no estuviera regando el césped como hacía todas las mañanas. Nadie sabía, ni sabría nunca, que esa mañana era la primera de una nueva, de muchas.
Lucas se quedó dormido sobre su espalda, su pija aún tiesa dentro de él. Fabián pensaba, dentro de ese tibio nido de carne donde su amante lo arropaba. ¡7 años!, 7 años desde esa primera vez en el telo, luego de cientos de chats, chats donde Lucas ya había intuido su femineidad oculta y se había propuesto hacerla surgir, hasta nombre de diosa griega le había puesto: Galatea. Recordaba su primera pregunta al subir al auto de Lucas en ese primer encuentro a ciegas: "¿se me nota el marica al caminar?", Lucas sonriendo lo había tranquilizado: "mirá, un macho camionero no parecés, pero trolo tampoco, a lo sumo una persona refinada". Recordaba esa primera bombacha, nada sexy, bien de señora, que Lucas le había pedido que se pusiera para el encuentro, recordaba el beso tembloroso, recordaba su vergüenza al mostrarse por primera vez en bombacha, recordaba las manos de su Lu haciéndola arrodillar entre sus piernas para la ritual mamada, las arcadas, ahora Fabita era bien garganta profunda, pero entonces le costaba.
Lucas era casado, buen padre, buen abuelo, como él. De trampa, con horarios complicados y mil cuidados para extremar la discreción. A a los 2 años se separó, ¿para salir del armario?, nooo, ni en pedo, pero al menos para abrir sin culpa la puerta del armario, y encontrar del otro lado de la puerta a Fabián. Allí comenzaron a vivir con más intensidad su relación, y la transformación de Fabián en Fabiana. La primera vez que pernoctaron en el telo Lucas le regaló el baby doll cola less de raso, encaje y tul, blanco, como para noche de bodas. Fabián casi se pone a llorar.
Al poco tiempo cumplieron el sueño de pasar un fin de semana juntos en una quinta. Fabita había vencido el miedo que su hija o su "amiga" lo vieran y le dijeran algo y se había depilado toda toda, pecho, cola, pija, piernas, había preparado por las dudas una excusa: "no me gustan los vellos canosos, me hacen más viejo", y se había comprado una bikini de esas que se atan con lazos de costado. Llegaron, se la puso y se fue a tomar sol al borde de la pileta. boca abajo. Lucas, lo veía desde la ventana del dormitorio, él se había comprado una zunga. Mientras se la ponía, sin dejar de mirar a Fabita por la ventana, se agolpaban en él mil sentimientos.
-Viejo trolo usando zunga, ¡qué mal! -, se miró en el espejo del placcard: el bulto se le veía re-sensual, - ¿y el culo? -, no tan mal, al fin y al cabo, dicen que a las minas les gusta ver los culos de los machos, y Fabita, por más que calzara 19 cm, era una mina.
-Mirá que curvas tiene mi putita, mmm-, la colita de Fabiana era increíble, la cola de un efebo, no la de un tipo de más de 60, su piel clara brillaba al sol de esa mañana dorada.
-Uy cuando te abra las cachitas esas y vea tu ojetito rosado, ahhh-, el bulto le crecía debajo de la zunga.
Fabián se estaba quedando dormido cuando sintió la yema de un par de dedos rozando apenas su espalda. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Abrió los ojos. A su lado arrodillado junto a él estaba Lu, sus manos sobre él como un pianista que iba a ejecutar una sinfonía con su cuerpo. Las manos bajaron a sus nalgas, las acariciaron suavemente, las apretaron, cerró los ojos para disfrutar, sintió un beso en cada hoyito de su cintura. Los besos fueron siguiendo por su columna, hasta llegar a su cuello. Lucas le desató los lazos de la biquini. -Ahhh, Fabita, que cola!!- comenzó a besarle las nalgas suavecito, cada cm, cada mm. Un ruido en el agua, la zunga negra de Lucas estaba flotando. Lucas se acomodó dejando a Fabiana entre sus piernas, abrió esas nalgas que lo fascinaban y vio el ojetito rosado, cerradito porque ya hacía como dos semanas que no cogían, se contuvo para no ensartarlo en seco, hoy era un día especial. Su lengua comenzó a lamer desde el comienzo de la rayita, fue bajando, llegó a la vulva temblorosa, la lamió en derredor, lamió suave los cantos y fue bajando hasta llegar a las bolas. Volvió a la vulva, la punta entró en el canalito, Fabita no pudo evitar el gemido, sentía fluir a raudales el preseminal de su clítoris dormido, su sexo era sólo su cola, su concha de hombre, no necesitaba otra cosa. La lengua entró, salió, jugó, mojó. El esfínter de Fabo su fue poniendo blandito. -cogeme mi amor-, dijo en un susurro suplicante. La pija de Lucas entró sin dolor en su hoyito dilatado, tibia, fuerte, hasta el fondo, hasta su útero de putito, Fabito se sentía en la gloria. Lucas se recostó sobre ella y comenzó a bombearlo suavecito.
-Al fin putita se te cumplió, te estoy garchando al lado de la pileta-
-Si mi osito, no sabés cómo te siento-
-Ahora sí sos mia-
-Si mi osito, soy tuya, soy tuya para siempre, cogeme, preñame, haceme lo que quieras-
Lucas aceleró, su pubis golpeaba con fuerza las nalgas de Fabo, con los dientes le desató el moño del corpiño y sus manos comenzaron a estrujar los pechitos de la putita, la putita que gritó de placer al sólo contacto de sus pezones con las palmas de su hombre.
El sol iluminaba los dos cuerpos añosos, rejuvenecidos por la pasión, el silencio del mediodía sólo era interrumpido por los gemidos, cada vez más agudos de Fabi. ¿Testigos?, sólo los pájaros de los árboles cercanos.
-Arrodillate-, despacito, con la ayuda de las manos de Lucas en su cadera, siempre ensartado, Fabo quedó en perrito, la brisa llevó sus dos piezas al agua, su clit liberado creció un poquito.
-Mi amor, se me está parando-
- ¿No trajiste la jaula? -
- Si, amor, traje la nueva que me regalaste, la cerrada, pero para tomar sol boca abajo me hacía doler-
Lucas le sacó la pija del culo, -ponétela ahora-, Fabo alcanzó su neceser, se calzó no sin dolor y dificultad la jaula de castidad, su verga era muy gruesa, y mirándolo a los ojos le dio el candado a Lu.
El oso cerró el candado junto a las enormes bolas de Fabo, le zamarreó la pija enjaulada y sonriendo tiró la llave al fondo de la pileta. -ahí se queda hasta mañana a la noche-, a Fabo, la idea le encantó, pero no sabía si la iba a poder aguantar, por favor, que no se le parara!!!!
-Vení-, Fabo se puso de nuevo al borde de la pileta arrodillado y con la cara contra el piso. Las manos en las caderas y la pija de Lucas directo al fondo, ahh, de nuevo el placer de ser de él, de nuevo esa electricidad que le nacía de la vulva y le inundaba el pubis, de nuevo sentir su culo penetrado, su masculinidad destruida, tenía ganas de llorar de felicidad. La pija de Lucas salía entera de su culito y volvía entrar, fuerte, dura como un ariete derrumbando cualquier resto de macho que quedara en él, su pija encerrada se bamboleaba con cada embestida, su cuerpo gozaba como nunca, como jamás ningún macho lo había hecho gozar, más, más, más, quería que las bolas de su Lu entraran en él, quería ser todo culo, todo concha, quería fundirse con su oso y ser uno solo, quería que ese instante fuera eterno. De pronto, lo sintió, ¿cómo?, siiiiiiii,! iba a acabar!, nunca le había pasado con ningún macho por más pijudo que fuera ese macho, ahora sentía ese cosquilleo en sus bolas, en la base de su pija encerrada, que crecía, sentía esa mezcla de dolor por la presión de la jaula y placer inmenso en su culo y en su pija. Gritó con toda la animalidad que tenía siempre cuando acababa, ahhh, ahhh, ahhh, con cada estertor de su pija, con cada goterón de semen que se escapaba por las ranuras de la jaula. Con cada espasmo de Fabo, Lucas sentía oprimir su verga, cerró los ojos, respiró hondo, no aún, no aún, nooo, no pudo, su leche saltó con fuerza inundando el útero de Fabo. No hubo silencio, los dos se miraron y comenzaron a reir de felicidad, se desacoplaron, rodaron abrazados por el pasto. Lucas tomó entre sus manos las mejillas de Fabito, secó con dos besos sus lágrimas, se mordió los labios para no decirle "te amo", pero los dos lo sabían, y lo besó suavemente antes de abrazarlo como para fundirse con él en un solo cuerpo. Un pájaro cantó, la brisa se llevó los jadeos, los morbos y los calores, dos almas puras, añosas pero vitales como adolescentes, se fundieron en una.
(continuará)

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