Me exhibí por mi esposo
Hola lectores, quise compartir mi experiencia de este modo, a ver que les parece.
Soy Ariana, una mujer joven que se cuida bastante para verme bien, ya saben, gimnasio para mantenerme en forma, ropa linda y ajustada, o lencería sexy con bastante piel a la vista.
Desde muy joven me ha gustado ser objeto del deseo masculino, aunque solo sea de forma virtual, de hecho tengo mi perfil acá donde subo habitualmente fotos en lencería o liviana de ropa, soy bastante popular.
Eso de ser vista por otros con deseo me mantiene activa, y mi esposo es feliz con eso, ¿a quien no le gusta una esposa guapa y sexy?, que además esté receptiva para atender exquisitamente a su macho.
Hace un tiempo mi marido me ha estado motivando para mostrarme en público, yo estaba temerosa de hacerlo, aunque si me resultaba interesante…y excitante la idea. Pero estar expuesta a quien sabe qué me hacía dudar. Finalmente una noche, que nos íbamos a ir de fiesta con mi esposo, y tras unos tequilitas me animé. Me puse una blusita de satín con tirantes muy delgaditos sin corpiño, una chaqueta de mezclilla celeste muy cortita, para lucir mis caderas, una minifalda que apenas cubría mis nalgas, las que prácticamente quedaban desnudas ya que llevaba una tanga hilo dental y un portaligas que sujetaban unas pantis negras satinadas, y que también quería lucir. Zapatos de tacón aguja para estilizar mis piernas. Me veía y sentía muy sensual. Al salir mi esposo me dio una nalgada en señal de aprobación a mi look, y en el auto no dejaba de toquetearme las piernas.
Llegamos al antro, ya en la entrada noté como los hombres volteaban a verme, me dio algo de vergüenza así que tomé del brazo a mi marido para que notaran que no estaba sola, aunque el mirarlos solo sirvió para ver como quedaban boquiabiertos con cara de pervertidos, aún así no me quitaban la vista, supongo que al caminar y con el vaivén de caderas se dejaba ver algo de mis nalguitas que debo decir están redonditas y duras gracias a mis ejercicios.
Una vez dentro mi esposo fue por unas bebidas, yo me quedé parada moviéndome tímidamente con la música, los tipos que pasaban me desnudaban con la mirada, podía ver en sus ojos como recorrían mi cuerpo, y eso me asustaba un poco, pero a la vez me provocaba cosquillas en mi pancita. Algunos solo saludaban, otros me ofrecían un trago, o me invitaban a bailar, me chuleaban diciéndome cosas cerca del oído al pasar cerca de mí. Estaba nerviosa, pero a la vez excitada de ver a tanto hombre deseándome, más aún cuando vi que mi marido observaba lo que pasaba desde la barra con una sonrisa pícara, yo le devolví la sonrisa y me moví un poco más para él, invitándolo a venir. Ya una vez juntos, me tomé los tequilas que me trajo, lo que me relajó algo más, bailamos abrazados y sentía como al tomar mi cintura me subía la faldita, exhibiendo mi trasero a los espectadores. Los veía casi babeando cuando girábamos, pero no me molestaba ya que veía a mi esposo fascinado luciéndome ante los otros machos, su bulto presionando en mi cadera me dejaba en claro que a él todo esto lo tenía quizás mas excitado que a mí.
Tocaron algo más movido, seguimos bailando animados, ahora los giros seguramente mostraban aún mas. Como habíamos varias parejas en la pista, a veces rozaba o chocaba con otros, creo haber sentido más de alguna mano pasar por mi trasero, o a alguien pegarse a mí, pero solo lo atribuí a la casualidad.
Mas tarde fuimos al baño, obviamente el de mujeres estaba abarrotado así que debí esperar en el estrecho pasillo. Sentí algunos tipos pasar muy pegados a mi cuerpo cuando pasaban hacía el baño, quizás por eso le llaman “tocador”. Mi mente me imaginó siendo abordada por un hombre, que poniéndome contra la pared me manoseaba y me recorría a su antojo, me sentí humedecer.
Ya no aguantaba más lo elevada de mi lívido, “vámonos a casa que quiero hacerte el amor” le dije a mi marido. Así que nos fuimos a casa y apenas cruzamos la puerta me hizo suya de esa forma intensa que tanto me gusta.
Le confesé a mi esposo lo que cruzó mi mente en la fila del baño, me ofreció su permiso para irme con cualquiera y cogérmelo delante suyo en la próxima salida. Pero esto para mí no era más que una fantasía, ya que hoy creo haber llegado a mi máxima aventura, quizás más adelante repita la experiencia y quien sabe si me anime a más.
Fin
Hola lectores, quise compartir mi experiencia de este modo, a ver que les parece.
Soy Ariana, una mujer joven que se cuida bastante para verme bien, ya saben, gimnasio para mantenerme en forma, ropa linda y ajustada, o lencería sexy con bastante piel a la vista.
Desde muy joven me ha gustado ser objeto del deseo masculino, aunque solo sea de forma virtual, de hecho tengo mi perfil acá donde subo habitualmente fotos en lencería o liviana de ropa, soy bastante popular.
Eso de ser vista por otros con deseo me mantiene activa, y mi esposo es feliz con eso, ¿a quien no le gusta una esposa guapa y sexy?, que además esté receptiva para atender exquisitamente a su macho.
Hace un tiempo mi marido me ha estado motivando para mostrarme en público, yo estaba temerosa de hacerlo, aunque si me resultaba interesante…y excitante la idea. Pero estar expuesta a quien sabe qué me hacía dudar. Finalmente una noche, que nos íbamos a ir de fiesta con mi esposo, y tras unos tequilitas me animé. Me puse una blusita de satín con tirantes muy delgaditos sin corpiño, una chaqueta de mezclilla celeste muy cortita, para lucir mis caderas, una minifalda que apenas cubría mis nalgas, las que prácticamente quedaban desnudas ya que llevaba una tanga hilo dental y un portaligas que sujetaban unas pantis negras satinadas, y que también quería lucir. Zapatos de tacón aguja para estilizar mis piernas. Me veía y sentía muy sensual. Al salir mi esposo me dio una nalgada en señal de aprobación a mi look, y en el auto no dejaba de toquetearme las piernas.
Llegamos al antro, ya en la entrada noté como los hombres volteaban a verme, me dio algo de vergüenza así que tomé del brazo a mi marido para que notaran que no estaba sola, aunque el mirarlos solo sirvió para ver como quedaban boquiabiertos con cara de pervertidos, aún así no me quitaban la vista, supongo que al caminar y con el vaivén de caderas se dejaba ver algo de mis nalguitas que debo decir están redonditas y duras gracias a mis ejercicios.
Una vez dentro mi esposo fue por unas bebidas, yo me quedé parada moviéndome tímidamente con la música, los tipos que pasaban me desnudaban con la mirada, podía ver en sus ojos como recorrían mi cuerpo, y eso me asustaba un poco, pero a la vez me provocaba cosquillas en mi pancita. Algunos solo saludaban, otros me ofrecían un trago, o me invitaban a bailar, me chuleaban diciéndome cosas cerca del oído al pasar cerca de mí. Estaba nerviosa, pero a la vez excitada de ver a tanto hombre deseándome, más aún cuando vi que mi marido observaba lo que pasaba desde la barra con una sonrisa pícara, yo le devolví la sonrisa y me moví un poco más para él, invitándolo a venir. Ya una vez juntos, me tomé los tequilas que me trajo, lo que me relajó algo más, bailamos abrazados y sentía como al tomar mi cintura me subía la faldita, exhibiendo mi trasero a los espectadores. Los veía casi babeando cuando girábamos, pero no me molestaba ya que veía a mi esposo fascinado luciéndome ante los otros machos, su bulto presionando en mi cadera me dejaba en claro que a él todo esto lo tenía quizás mas excitado que a mí.
Tocaron algo más movido, seguimos bailando animados, ahora los giros seguramente mostraban aún mas. Como habíamos varias parejas en la pista, a veces rozaba o chocaba con otros, creo haber sentido más de alguna mano pasar por mi trasero, o a alguien pegarse a mí, pero solo lo atribuí a la casualidad.
Mas tarde fuimos al baño, obviamente el de mujeres estaba abarrotado así que debí esperar en el estrecho pasillo. Sentí algunos tipos pasar muy pegados a mi cuerpo cuando pasaban hacía el baño, quizás por eso le llaman “tocador”. Mi mente me imaginó siendo abordada por un hombre, que poniéndome contra la pared me manoseaba y me recorría a su antojo, me sentí humedecer.
Ya no aguantaba más lo elevada de mi lívido, “vámonos a casa que quiero hacerte el amor” le dije a mi marido. Así que nos fuimos a casa y apenas cruzamos la puerta me hizo suya de esa forma intensa que tanto me gusta.
Le confesé a mi esposo lo que cruzó mi mente en la fila del baño, me ofreció su permiso para irme con cualquiera y cogérmelo delante suyo en la próxima salida. Pero esto para mí no era más que una fantasía, ya que hoy creo haber llegado a mi máxima aventura, quizás más adelante repita la experiencia y quien sabe si me anime a más.
Fin
1 comentarios - Me gusta calentar machos con mi culo