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Como siempre, podes escribirnos a dulces.placeres@live.com, te leemos
VOLVER A NACER
Aunque las cosas aún estaban confusas, el médico sostenía mi mano al costado de la cama del hospital, con una sonrisa en los labios me dijo en voz baja que la vida me estaba dando una segunda oportunidad, al fondo de la habitación Cesar, mi esposo, teniendo por los hombros a Justina y Clara, nuestras hijas, esperaban en silencio, expectantes, esperando su oportunidad de acercarse a mi lado.
Poco a poco, las piezas del rompecabezas se fueron acomodando en mi cabeza, después de haber pasado dos días en coma, al borde de la muerte.
Pero lo que no podemos elegir, es si merecemos una segunda oportunidad, porque para mí, es vivir en el infierno, mis dos intentos de suicidio, mis internaciones recurrentes, mis medicaciones, y mis eternas citas con psiquiatras y psicólogos dan fe de ello.
Mi doctor me animó a escribir estas líneas, el dice que escribiendo y escribiendo se logra pasar los sentimientos a un papel, y leí por ahí que las creencias chinas dicen que escribir grandes pesares es un poco compartir el dolor con quien lee los escritos, que entre todos te ayudan a llevar la carga, y bueno, este es mi intento…
A mis treintaicinco llevaba una vida normal, como mucha gente, era feliz, Cesar mi marido, un buen hombre, trabajador, amoroso, llevábamos muchos años de feliz matrimonio, Justina tenía doce, y Clara apenas un año menos que su hermana, dos chicas amorosas, estudiosas, Justina quería ser cantante, era la bohemia, Clara, en cambio quería ser escribana como su papá.
Yo me dedicaba a mi familia y también trabajaba part time en una empresa de delivery, solo entregábamos todo a todos, y solía tener a varios chicos que hacían la cadetería.
Todo era perfecto en mi mundo perfecto, hasta que el diablo metió la cola…
Alexis era apenas mayor de edad, la empresa estaba a la pesca de jovencitos sin compromisos para ofrecerles empleos temporales y él era uno de muchos.
Me lo asignaron, como a tantos otros, era su jefa directa y recuerdo que en esos días lo veía como a mi posible yerno, si tan solo mis hijas hubieran tenido algunos años más…
Un chico educado y bien parecido, se notaba que trabajaba su cuerpo en el gimnasio, muy armónico, alto y musculoso, de ojos entre grises y verdes, según como le diera la luz, sus cabellos llegaban a sus hombros y siempre los mantenía húmedos, solía usar remara ajustadas al cuerpo y pantalones hasta las rodillas, tipo bermudas, se mostraba siempre alegre y despreocupado y tenía la chispa para ser el payaso del grupo.
Así era el, un tanto loco, y fuera como fuera, hasta en mis peores días el siempre lograba sacarme una sonrisa.
El día a día laboral provocaba inevitables roces, palabras, gestos, charlas, y si bien yo siempre lo veía como una oportunidad para mis pequeñas, lo cierto era que Alexis jugaba conmigo, un juego peligroso de inocente seducción, u admito que me gustaba su forma de ser, me atraía, pero de esa forma en que su compañía siempre era grata, no sé, como amigo, como compañero, como confidente, como cable a tierra, sus locuras me hacían reír, pero que diablos, si era un chico para mí! Lo veía tan inmaduro, tan sin saber que hacer de su vida, si trabajaba solo para tener dinero para sus ropas y para salir cada tanto con sus amigos.
Un día fui al trabajo en taxi, mi coche se había averiado, y obvio Alexis se enteró, así que me propuso llevarme de regreso en su motocicleta de reparto, me dio mucha gracia, su vehículo era poco mas que una bicicleta motorizada que hacía un ruido infernal, y nos veríamos ridículos en ese cachivache, incluso a máxima velocidad iba solo un poco más rápido que andar a pie
Diez veces le dije que no, y diez veces el insistió, a persistente nadie le ganaba, hasta que al final accedí.
Me dio su casco, solo tenía uno, me senté atrás y haciendo equilibrio arrancamos forzando el motorcito de la motocicleta, que parecía pedir perdón a medida que él lo exigía.
Después de un par de cuadras, lo abracé por la cintura y apoyé la cabeza en su espalda, una fresca brisa pegaba en mi rostro y su cuerpo estaba pegado al mío, respiré confundida y esos minutos me di cuenta que me estaba enamorando de ese chico, no era posible, definitivamente no era posible.
Unas gotas me sacaron de mis pensamientos, miré al cielo, empezaba a llover, definitivamente no parecía ser mi día, y las escuetas gotas que caían al azar por aquí y por allá, en unos minutos dieron paso a un aguacero de consideración al punto que Alexis se vio obligado a detener la marcha, nos bajamos del rodado, estábamos todos mojados y nos reímos como tontos bajo la lluvia.
El me tomó de la mano y me dejé tomar, me indicó con la mirada, a mitad de cuadra había un hotel de medio pelo, sabía que debía negarme, solo no pude hacerlo…
Al llegar y pedir un cuarto, sentí morirme de vergüenza, Alexis hablaba con el tipo del hotel con total naturalidad mientras dejaba la moto a un costado, pero el tipo me miraba imaginando quien sabe qué cosa, pero si podría haber sido la madre de ese mocoso.
Al fin fuimos al cuarto, y esta vez yo parecía la joven inexperta, hacía años que solo me desnudaba ante mi esposo, pero el vino y me beso con el beso más dulce que me hubieran dado, me fue llevando como si tuviera años de experiencia, y sin darme cuenta caí rendida a sus pies.
Me tiró dulcemente sobre la cama, me llenó de besos mientras nuestras manos se llenaban con nuestros cuerpos, yo intentaba llegar a sus sexo pero él abusando de su fuerza lo evitaba una y otra vez, tratándome de viciosa, poco a poco me iba invadiendo, una de sus manos se coló bajo mi vestido, bajo mi sostén y mis pechos recibían las caricias de sus manos, empecé a jadear, recorrió mi vientre y bajó lentamente, sus manos ahora se colaron bajo mi falda buscando los elásticos de mi ropa interior, me sentí húmeda en exceso, perdida en deseo, solo cerré mis ojos y me dejé hacer, perdida a su voluntad.
La lengua y los labios de Alexis llegaron a mi intimidad, sentí su aliento en mi conchita, pasando por mi clítoris, por mi esfínter, mies piernas abiertas rodadas por sus fuertes brazos era prueba suficiente de mi rendición, acaricié sus cabellos, mientras moría de placer, el me lamía con cadencia, sentí sus dedos introducirse en mi interior y rasgar mis paredes en una forma muy rica que me hacía desear más y más.
Y hubiera llegado en su boca si el maldito no se detenía unos segundos antes, y por mas que rogué que siguiera el solo se detuvo, hizo que lo odiara en ese momento, pero él solo se reía de mí, diciéndome que ahora era su turno.
Mi amante se paró a un lado de la cama, y ante mis ojos de puta viciosa empezó a desnudarse, pero yo no esperaba encontrarme con semejante sorpresa, su verga era enorme, intimidante, saltó de entre sus prendas como un resorte, curvada hacia un laso como un sable, con un glande rosado y brilloso, entonces el se acercó a mi y tomándome con fuerza por los cabellos hizo que se lo chupara, Alexis se puso un tanto rudo y pareció querer cogerme por la boca, metiendo bien profundo su sexo hasta arrancarme lágrimas, intenté protestar pero el solo hizo lo que quiso.
Su pija estaba exquisita, pero en ese momento me fui de eje, me desconcentré, este chico me mostraba un costado agresivo que desconocía de él y me asusté, además su verga era intimidante y temía que me rompiera toda la conchita, no me entraría todo eso…
Llegado el momento el se recostó y me dijo que me sentara sobre él, para manejar el ritmo y la penetración, eso fue un alivio para mí, así que tomé el enorme mástil y me senté con cuidado sobre él, apenas entró hasta la mitad, un espejo sobre la pared me devolvía un primer plano de lo que sucedía, estaba toda mojada y empecé a moverme, me fui soltando y fui queriendo más y más, y perdí el control poco a poco, me entregué por completo y sin darme cuenta al mirar nuevamente al espejo noté que me la había comido toda, su enorme verga estaba toda dentro mío, no imaginé que mi conchita fuera tan profunda, pero es que se sentía tan rica, me arrancaba sabrosos y placenteros dolores, algo difícil de explicar, me hacía gritar aunque no quisiera hacerlo y le decía una y otra vez que me cogiera toda, que me metiera toda su verga, ese mocoso me llenaba de orgasmos.
Cambiamos de posiciones varias veces, hasta que Alexis volvió a sorprenderme, solo se recostó, tomó mis manos y las puso sobre su cuello y me pidió que lo apretara, más y más, el solo se masturbaba mientras yo lo hacía, y lo que fue un tonto juego se transformó en un nuevo problema para mí, porque realmente sentí que lo ahorcaba y le cortaba la respiración, pero el solo seguía en el juego, acaso estaba loco?
Al fin un chorro se semen saltó regando todo su vientre, y otro, y otro, conté seis largos chorros de líquido blanco que regaron todo a su paso, solté su cuello y el tomó una profunda bocanada de aire, como volviendo a la vida…
Yo estaba satisfecha, pero Alexis aún tenía más sorpresas para mí, su verga seguía dura, me tomó por la fuerza de las piernas y me puso boca abajo, luego se acomodó como para cabalgarme y fue cuando sus dedos ensalivados se clavaron en mi culito y adiviné sus intenciones, intenté levantarme de inmediato, pero una de sus manos me tomó por el cuello y me sostuvo con fuerza sobre el colchón, mis esfuerzos resultaron inútiles, y en segundos sentía su terrible verga meterse en mi trasero, apreté con mis puños las sábanas, bastardo, me encantaba, solo lo dejé hacer, me dio, me dio y me dio hasta que se vino nuevamente, ahora dentro de mi culito…
Solo me quedé expulsando semen por un buen tiempo, nos duchamos rápidamente, el tiempo había pasado…
Bajamos las escaleras y mientras Alexis iba por su moto el tipo de la recepción me miraba de una forma que me avergonzaba, claro, era obvio lo que pensaba y su hubiera estado merodeando el cuarto? Tal vez escuchando mis gritos…
Ya no llovía, aunque el cielo seguía encapotado y amenazante, nuevamente me acurruqué en la motito y seguimos viaje a casa.
En esos minutos de silencio, donde solo escuchaba el escape bullicioso del ciclomotor, solo saqué algunas conclusiones, había iniciado algo que no sabía dónde terminaría, Alexis me había enloquecido, me había hecho el culo a su placer, siendo que mi esposo me rogaba una y otra vez para convencerme y además, había comprobado que el tamaño si importaba…
El día siguiente, fui a mi trabajo con una sola idea, el deslice del día anterior había sido solo eso, no volvería a repetirse, yo era una mujer casada, Alexis podría haber sido mi hijo y definitivamente no podía darme el lujo de volver a tropezar, pero al llegar, y ver a los ojos a ese mocoso, y frío recorrió mi cuerpo haciéndome saber que ya no era dueña de mis emociones, era el sol después de una tormenta.
No tardamos en volver a revolcarnos en un cuarto de hotel, una vez, dos veces, tres veces, muchas veces, Cesar mi esposo, me daba un sexo muy rico, cierto, pero demasiado tradicional, pero Alexis… Dios… aprendí nuevos y perversos juegos, el chico era un depravado, le gustaban esos juegos límites, ataduras, castigos, jugar al borde de la asfixia, con el la adrenalina estaba siempre a flor de piel, un día me cogió en los baños de la oficina, otro día me hizo ir a trabajar sin ropa interior, y otras veces me pidió fotografías sucias, solo por dar algunos ejemplos…
Había aprendido con el a hacer algo que me fascinaba, algo que jamás mi esposo se le hubiera ocurrido hacer, el me metía su largo pene en la boca, bien hasta el fondo, haciéndome llorar, con la práctica había aprendido a controlar mis arcadas, y solo me cogía hasta acabar en lo profundo, muchas veces el semen salía por mis fosas nasales, y ese placer para mi era incomparable. Recuerdo que disfrutaba luego de estar con Alexis, ir a casa y besar a mi esposo profundamente, me excitaba sobremanera haber tenido el sexo de un hombre en la boca y después besar a otro. Cesar siempre estuvo ajeno a todo, sabía manejar mis tiempos y ocultar mis pecados, solo a veces bromeaba acerca de lo dilatado que tenía el esfínter, pero no pasaba de ahí.
Pero las cosas no siempre fueron fáciles, en algún momento el contrato laboral de Alexis expiró, como siempre sucedía en estos trabajos temporales, y tuve que convencer a mis superiores que este chico era un tanto especial y que merecía una oportunidad, por lo que a regañadientes le dieron seis meses más de contrato.
A los seis meses, no pude hacer mucho más, Alexis en verdad no destacaba por nada, y ya no pude retenerlo a mi lado. Estaba confundida, era solo buen sexo o me estaba enamorando de ese chico?. Decidí mantenerlo por un tiempo, el dinero no era un problema en nuestras vidas y Cesar jamás metía las narices en lo que yo hacía con mi paga, así que le ofrecí una mensualidad hasta que consiguiera que hacer, solo le exigí algo a cambio, que no dejara de cogerme como me cogía, amaba esa enorme verga, amaba en la forma que acababa, su exquisito semen era mi fuente de juventud, amaba a ese chico…
En unos años descubrí que Alexis tenía novia, lo odié por ello, jamás me lo dijo, y resultó que mi dinero lo mantenía a el y a su chica, sus salidas, sus besos, su sexo. Me desesperé, empezaba a perderlo, yo no podía competir con una veinteañera, tracé un plan, yo tenía algunos parientes en España, una vida nueva, solo él, solo yo, dejando todo atrás, solo sacar dos pasajes sin regreso y formar una familia.
Esa tarde fatídica fui a su departamento, a contarle mis ideas, hablando de ‘nosotros’, hasta que en un momento el me cortó en seco y me dijo
Gabriela, espera, no hay un ‘nosotros’ en esto, yo no soy parte de tus proyectos, lo siento, pero no te amo…
Me puse a llorar como una niña, solo no podía dejarlo, no podía resignarme, no podía soportar recibir un ‘no’ de su parte, le supliqué que me hiciera el amor, lo que deseara, cualquier cosa…
En minutos nos estábamos revolcando en la cama, en el piso, sobre la mesa, en cualquier sitio, estaba a sus pies, me esposó, me escupió, me hizo lo que quiso, no podía resistirme a su verga…
En un momento de suma excitación empezamos a hacer un rico sesenta y nueve, él estaba sobre mí, lamiendo mi sexo, y mi cabeza, colgando al borde de la cama recibía su enorme pene, el me cogía literal por la boca, sentía su sexo en lo profundo de la garganta, como una anguila que se introducía y me asfixiaba, la saliva chorreaba por mis labios y al estar invertida corría hacia mis ojos para mezclarse con mis lágrimas, me encantaba esto, sentirme tan sucia, mi visión estaba borrosa y mis fosas nasales trataban infructuosamente tomar aire, solo clavaba mis afiladas uñas en sus nalgas para que me penetrara más y más, hasta mi estómago si fuera posible, aunque yo sentía una y otra vez pegar su abdomen en mi rostro.
Cómo tantas veces lo habíamos hecho su semen empezó a brotar en mi interior, solo que esta vez las cosas fueron diferentes, me quedé sin aire y sus jugos fueron a mis pulmones, en el momento el no pudo darse cuenta, solo cuando ya me había desvanecido…
Y es acá donde volvemos al principio de la historia, por lo que me contaron, Alexis al ver que yo no reaccionaba se asustó, pensó que estaba muerta, llamó a emergencias, llamó a la policía y también… tomó mi celular y llamó a Cesar, mi esposo, quien escuchó un rápido y nervioso resumen de la historia.
Estuve sedada, dos días en coma, me había bronco aspirado con semen y seguramente visité el cielo y el infierno en mi inconciencia, seguro no me quisieron en ningún sitio y por eso estoy acá.
Apenas mi salud mejoró y me dieron el alta tuve una larga y vergonzosa charla con Cesar, en ningún momento pude mirarlo a los ojos, solo para sacarme un peso de encima antes que el iniciara los trámites del divorcio.
Las chicas me odian, no quieren verme, Justina dice que para ella estoy muerta, y Clara, ella si me habla, pero solo para recordarme que soy una puta…
También perdí mi trabajo, me dijeron que mis antecedentes dañarían la reputación de la firma, y eso no era posible.
Con Alexis también hubo un adiós, un antes y después de esa tarde, por mi culpa, el se había quedado sin su chica, según sus palabras…
Y entré en un tobogán sin fin, imaginen lo que es para una mujer llevar sobre sus hombros esa historia, cuando otros hombres me miran siento la perversidad en sus ojos, cuando otras mujeres me miran siento el juzgamiento en sus ojos…
A veces, es duro volver a nacer…
Si te gustó mi historia, puedes escribirme con título ‘VOLVER A NACER’ a dulces.placeres@live.com
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Poco a poco, las piezas del rompecabezas se fueron acomodando en mi cabeza, después de haber pasado dos días en coma, al borde de la muerte.
Pero lo que no podemos elegir, es si merecemos una segunda oportunidad, porque para mí, es vivir en el infierno, mis dos intentos de suicidio, mis internaciones recurrentes, mis medicaciones, y mis eternas citas con psiquiatras y psicólogos dan fe de ello.
Mi doctor me animó a escribir estas líneas, el dice que escribiendo y escribiendo se logra pasar los sentimientos a un papel, y leí por ahí que las creencias chinas dicen que escribir grandes pesares es un poco compartir el dolor con quien lee los escritos, que entre todos te ayudan a llevar la carga, y bueno, este es mi intento…
A mis treintaicinco llevaba una vida normal, como mucha gente, era feliz, Cesar mi marido, un buen hombre, trabajador, amoroso, llevábamos muchos años de feliz matrimonio, Justina tenía doce, y Clara apenas un año menos que su hermana, dos chicas amorosas, estudiosas, Justina quería ser cantante, era la bohemia, Clara, en cambio quería ser escribana como su papá.
Yo me dedicaba a mi familia y también trabajaba part time en una empresa de delivery, solo entregábamos todo a todos, y solía tener a varios chicos que hacían la cadetería.
Todo era perfecto en mi mundo perfecto, hasta que el diablo metió la cola…
Alexis era apenas mayor de edad, la empresa estaba a la pesca de jovencitos sin compromisos para ofrecerles empleos temporales y él era uno de muchos.
Me lo asignaron, como a tantos otros, era su jefa directa y recuerdo que en esos días lo veía como a mi posible yerno, si tan solo mis hijas hubieran tenido algunos años más…
Un chico educado y bien parecido, se notaba que trabajaba su cuerpo en el gimnasio, muy armónico, alto y musculoso, de ojos entre grises y verdes, según como le diera la luz, sus cabellos llegaban a sus hombros y siempre los mantenía húmedos, solía usar remara ajustadas al cuerpo y pantalones hasta las rodillas, tipo bermudas, se mostraba siempre alegre y despreocupado y tenía la chispa para ser el payaso del grupo.
Así era el, un tanto loco, y fuera como fuera, hasta en mis peores días el siempre lograba sacarme una sonrisa.
El día a día laboral provocaba inevitables roces, palabras, gestos, charlas, y si bien yo siempre lo veía como una oportunidad para mis pequeñas, lo cierto era que Alexis jugaba conmigo, un juego peligroso de inocente seducción, u admito que me gustaba su forma de ser, me atraía, pero de esa forma en que su compañía siempre era grata, no sé, como amigo, como compañero, como confidente, como cable a tierra, sus locuras me hacían reír, pero que diablos, si era un chico para mí! Lo veía tan inmaduro, tan sin saber que hacer de su vida, si trabajaba solo para tener dinero para sus ropas y para salir cada tanto con sus amigos.
Un día fui al trabajo en taxi, mi coche se había averiado, y obvio Alexis se enteró, así que me propuso llevarme de regreso en su motocicleta de reparto, me dio mucha gracia, su vehículo era poco mas que una bicicleta motorizada que hacía un ruido infernal, y nos veríamos ridículos en ese cachivache, incluso a máxima velocidad iba solo un poco más rápido que andar a pie
Diez veces le dije que no, y diez veces el insistió, a persistente nadie le ganaba, hasta que al final accedí.
Me dio su casco, solo tenía uno, me senté atrás y haciendo equilibrio arrancamos forzando el motorcito de la motocicleta, que parecía pedir perdón a medida que él lo exigía.
Después de un par de cuadras, lo abracé por la cintura y apoyé la cabeza en su espalda, una fresca brisa pegaba en mi rostro y su cuerpo estaba pegado al mío, respiré confundida y esos minutos me di cuenta que me estaba enamorando de ese chico, no era posible, definitivamente no era posible.
Unas gotas me sacaron de mis pensamientos, miré al cielo, empezaba a llover, definitivamente no parecía ser mi día, y las escuetas gotas que caían al azar por aquí y por allá, en unos minutos dieron paso a un aguacero de consideración al punto que Alexis se vio obligado a detener la marcha, nos bajamos del rodado, estábamos todos mojados y nos reímos como tontos bajo la lluvia.
El me tomó de la mano y me dejé tomar, me indicó con la mirada, a mitad de cuadra había un hotel de medio pelo, sabía que debía negarme, solo no pude hacerlo…
Al llegar y pedir un cuarto, sentí morirme de vergüenza, Alexis hablaba con el tipo del hotel con total naturalidad mientras dejaba la moto a un costado, pero el tipo me miraba imaginando quien sabe qué cosa, pero si podría haber sido la madre de ese mocoso.
Al fin fuimos al cuarto, y esta vez yo parecía la joven inexperta, hacía años que solo me desnudaba ante mi esposo, pero el vino y me beso con el beso más dulce que me hubieran dado, me fue llevando como si tuviera años de experiencia, y sin darme cuenta caí rendida a sus pies.
Me tiró dulcemente sobre la cama, me llenó de besos mientras nuestras manos se llenaban con nuestros cuerpos, yo intentaba llegar a sus sexo pero él abusando de su fuerza lo evitaba una y otra vez, tratándome de viciosa, poco a poco me iba invadiendo, una de sus manos se coló bajo mi vestido, bajo mi sostén y mis pechos recibían las caricias de sus manos, empecé a jadear, recorrió mi vientre y bajó lentamente, sus manos ahora se colaron bajo mi falda buscando los elásticos de mi ropa interior, me sentí húmeda en exceso, perdida en deseo, solo cerré mis ojos y me dejé hacer, perdida a su voluntad.
La lengua y los labios de Alexis llegaron a mi intimidad, sentí su aliento en mi conchita, pasando por mi clítoris, por mi esfínter, mies piernas abiertas rodadas por sus fuertes brazos era prueba suficiente de mi rendición, acaricié sus cabellos, mientras moría de placer, el me lamía con cadencia, sentí sus dedos introducirse en mi interior y rasgar mis paredes en una forma muy rica que me hacía desear más y más.
Y hubiera llegado en su boca si el maldito no se detenía unos segundos antes, y por mas que rogué que siguiera el solo se detuvo, hizo que lo odiara en ese momento, pero él solo se reía de mí, diciéndome que ahora era su turno.
Mi amante se paró a un lado de la cama, y ante mis ojos de puta viciosa empezó a desnudarse, pero yo no esperaba encontrarme con semejante sorpresa, su verga era enorme, intimidante, saltó de entre sus prendas como un resorte, curvada hacia un laso como un sable, con un glande rosado y brilloso, entonces el se acercó a mi y tomándome con fuerza por los cabellos hizo que se lo chupara, Alexis se puso un tanto rudo y pareció querer cogerme por la boca, metiendo bien profundo su sexo hasta arrancarme lágrimas, intenté protestar pero el solo hizo lo que quiso.
Su pija estaba exquisita, pero en ese momento me fui de eje, me desconcentré, este chico me mostraba un costado agresivo que desconocía de él y me asusté, además su verga era intimidante y temía que me rompiera toda la conchita, no me entraría todo eso…
Llegado el momento el se recostó y me dijo que me sentara sobre él, para manejar el ritmo y la penetración, eso fue un alivio para mí, así que tomé el enorme mástil y me senté con cuidado sobre él, apenas entró hasta la mitad, un espejo sobre la pared me devolvía un primer plano de lo que sucedía, estaba toda mojada y empecé a moverme, me fui soltando y fui queriendo más y más, y perdí el control poco a poco, me entregué por completo y sin darme cuenta al mirar nuevamente al espejo noté que me la había comido toda, su enorme verga estaba toda dentro mío, no imaginé que mi conchita fuera tan profunda, pero es que se sentía tan rica, me arrancaba sabrosos y placenteros dolores, algo difícil de explicar, me hacía gritar aunque no quisiera hacerlo y le decía una y otra vez que me cogiera toda, que me metiera toda su verga, ese mocoso me llenaba de orgasmos.
Cambiamos de posiciones varias veces, hasta que Alexis volvió a sorprenderme, solo se recostó, tomó mis manos y las puso sobre su cuello y me pidió que lo apretara, más y más, el solo se masturbaba mientras yo lo hacía, y lo que fue un tonto juego se transformó en un nuevo problema para mí, porque realmente sentí que lo ahorcaba y le cortaba la respiración, pero el solo seguía en el juego, acaso estaba loco?
Al fin un chorro se semen saltó regando todo su vientre, y otro, y otro, conté seis largos chorros de líquido blanco que regaron todo a su paso, solté su cuello y el tomó una profunda bocanada de aire, como volviendo a la vida…
Yo estaba satisfecha, pero Alexis aún tenía más sorpresas para mí, su verga seguía dura, me tomó por la fuerza de las piernas y me puso boca abajo, luego se acomodó como para cabalgarme y fue cuando sus dedos ensalivados se clavaron en mi culito y adiviné sus intenciones, intenté levantarme de inmediato, pero una de sus manos me tomó por el cuello y me sostuvo con fuerza sobre el colchón, mis esfuerzos resultaron inútiles, y en segundos sentía su terrible verga meterse en mi trasero, apreté con mis puños las sábanas, bastardo, me encantaba, solo lo dejé hacer, me dio, me dio y me dio hasta que se vino nuevamente, ahora dentro de mi culito…
Solo me quedé expulsando semen por un buen tiempo, nos duchamos rápidamente, el tiempo había pasado…
Bajamos las escaleras y mientras Alexis iba por su moto el tipo de la recepción me miraba de una forma que me avergonzaba, claro, era obvio lo que pensaba y su hubiera estado merodeando el cuarto? Tal vez escuchando mis gritos…
Ya no llovía, aunque el cielo seguía encapotado y amenazante, nuevamente me acurruqué en la motito y seguimos viaje a casa.
En esos minutos de silencio, donde solo escuchaba el escape bullicioso del ciclomotor, solo saqué algunas conclusiones, había iniciado algo que no sabía dónde terminaría, Alexis me había enloquecido, me había hecho el culo a su placer, siendo que mi esposo me rogaba una y otra vez para convencerme y además, había comprobado que el tamaño si importaba…
El día siguiente, fui a mi trabajo con una sola idea, el deslice del día anterior había sido solo eso, no volvería a repetirse, yo era una mujer casada, Alexis podría haber sido mi hijo y definitivamente no podía darme el lujo de volver a tropezar, pero al llegar, y ver a los ojos a ese mocoso, y frío recorrió mi cuerpo haciéndome saber que ya no era dueña de mis emociones, era el sol después de una tormenta.
No tardamos en volver a revolcarnos en un cuarto de hotel, una vez, dos veces, tres veces, muchas veces, Cesar mi esposo, me daba un sexo muy rico, cierto, pero demasiado tradicional, pero Alexis… Dios… aprendí nuevos y perversos juegos, el chico era un depravado, le gustaban esos juegos límites, ataduras, castigos, jugar al borde de la asfixia, con el la adrenalina estaba siempre a flor de piel, un día me cogió en los baños de la oficina, otro día me hizo ir a trabajar sin ropa interior, y otras veces me pidió fotografías sucias, solo por dar algunos ejemplos…
Había aprendido con el a hacer algo que me fascinaba, algo que jamás mi esposo se le hubiera ocurrido hacer, el me metía su largo pene en la boca, bien hasta el fondo, haciéndome llorar, con la práctica había aprendido a controlar mis arcadas, y solo me cogía hasta acabar en lo profundo, muchas veces el semen salía por mis fosas nasales, y ese placer para mi era incomparable. Recuerdo que disfrutaba luego de estar con Alexis, ir a casa y besar a mi esposo profundamente, me excitaba sobremanera haber tenido el sexo de un hombre en la boca y después besar a otro. Cesar siempre estuvo ajeno a todo, sabía manejar mis tiempos y ocultar mis pecados, solo a veces bromeaba acerca de lo dilatado que tenía el esfínter, pero no pasaba de ahí.
Pero las cosas no siempre fueron fáciles, en algún momento el contrato laboral de Alexis expiró, como siempre sucedía en estos trabajos temporales, y tuve que convencer a mis superiores que este chico era un tanto especial y que merecía una oportunidad, por lo que a regañadientes le dieron seis meses más de contrato.
A los seis meses, no pude hacer mucho más, Alexis en verdad no destacaba por nada, y ya no pude retenerlo a mi lado. Estaba confundida, era solo buen sexo o me estaba enamorando de ese chico?. Decidí mantenerlo por un tiempo, el dinero no era un problema en nuestras vidas y Cesar jamás metía las narices en lo que yo hacía con mi paga, así que le ofrecí una mensualidad hasta que consiguiera que hacer, solo le exigí algo a cambio, que no dejara de cogerme como me cogía, amaba esa enorme verga, amaba en la forma que acababa, su exquisito semen era mi fuente de juventud, amaba a ese chico…
En unos años descubrí que Alexis tenía novia, lo odié por ello, jamás me lo dijo, y resultó que mi dinero lo mantenía a el y a su chica, sus salidas, sus besos, su sexo. Me desesperé, empezaba a perderlo, yo no podía competir con una veinteañera, tracé un plan, yo tenía algunos parientes en España, una vida nueva, solo él, solo yo, dejando todo atrás, solo sacar dos pasajes sin regreso y formar una familia.
Esa tarde fatídica fui a su departamento, a contarle mis ideas, hablando de ‘nosotros’, hasta que en un momento el me cortó en seco y me dijo
Gabriela, espera, no hay un ‘nosotros’ en esto, yo no soy parte de tus proyectos, lo siento, pero no te amo…
Me puse a llorar como una niña, solo no podía dejarlo, no podía resignarme, no podía soportar recibir un ‘no’ de su parte, le supliqué que me hiciera el amor, lo que deseara, cualquier cosa…
En minutos nos estábamos revolcando en la cama, en el piso, sobre la mesa, en cualquier sitio, estaba a sus pies, me esposó, me escupió, me hizo lo que quiso, no podía resistirme a su verga…
En un momento de suma excitación empezamos a hacer un rico sesenta y nueve, él estaba sobre mí, lamiendo mi sexo, y mi cabeza, colgando al borde de la cama recibía su enorme pene, el me cogía literal por la boca, sentía su sexo en lo profundo de la garganta, como una anguila que se introducía y me asfixiaba, la saliva chorreaba por mis labios y al estar invertida corría hacia mis ojos para mezclarse con mis lágrimas, me encantaba esto, sentirme tan sucia, mi visión estaba borrosa y mis fosas nasales trataban infructuosamente tomar aire, solo clavaba mis afiladas uñas en sus nalgas para que me penetrara más y más, hasta mi estómago si fuera posible, aunque yo sentía una y otra vez pegar su abdomen en mi rostro.
Cómo tantas veces lo habíamos hecho su semen empezó a brotar en mi interior, solo que esta vez las cosas fueron diferentes, me quedé sin aire y sus jugos fueron a mis pulmones, en el momento el no pudo darse cuenta, solo cuando ya me había desvanecido…
Y es acá donde volvemos al principio de la historia, por lo que me contaron, Alexis al ver que yo no reaccionaba se asustó, pensó que estaba muerta, llamó a emergencias, llamó a la policía y también… tomó mi celular y llamó a Cesar, mi esposo, quien escuchó un rápido y nervioso resumen de la historia.
Estuve sedada, dos días en coma, me había bronco aspirado con semen y seguramente visité el cielo y el infierno en mi inconciencia, seguro no me quisieron en ningún sitio y por eso estoy acá.
Apenas mi salud mejoró y me dieron el alta tuve una larga y vergonzosa charla con Cesar, en ningún momento pude mirarlo a los ojos, solo para sacarme un peso de encima antes que el iniciara los trámites del divorcio.
Las chicas me odian, no quieren verme, Justina dice que para ella estoy muerta, y Clara, ella si me habla, pero solo para recordarme que soy una puta…
También perdí mi trabajo, me dijeron que mis antecedentes dañarían la reputación de la firma, y eso no era posible.
Con Alexis también hubo un adiós, un antes y después de esa tarde, por mi culpa, el se había quedado sin su chica, según sus palabras…
Y entré en un tobogán sin fin, imaginen lo que es para una mujer llevar sobre sus hombros esa historia, cuando otros hombres me miran siento la perversidad en sus ojos, cuando otras mujeres me miran siento el juzgamiento en sus ojos…
A veces, es duro volver a nacer…
Si te gustó mi historia, puedes escribirme con título ‘VOLVER A NACER’ a dulces.placeres@live.com
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