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Visita Sorpresa (final)

Desenlace de lo sucedido durante el encuentro casual entre mi hermana, mi jefe y su hijo
La Conversación con mi hermana en la piscina me había calentado un poco, pensar que quería probar lo que hacía solo un rato me había visto hacer a mí, me parecía excitante, nada más salir del agua fuimos a vestirnos para volver a casa, pero antes de marcharnos me entretuve un rato en hablar con mi jefe.

-¿Necesita algo? Nosotras ya nos marchamos.

- Para nada preciosa, Cristóbal ha salido a ver a unos amigos que están por aquí de negocios, seguro que si vuelve pronto saldremos para arriba.

- Valla, pensé que se quedaría hasta el lunes por lo menos

- No creo que a Cristóbal le haga mucha gracia quedarse mañana todo el día.

-podemos intentar convencerle, verá, mi hermana está desatada, y mi marido ha pasado el día pescando, ayer apenas pudo dormir y esta noche no creo que aguante mucho despierto.

- comienza a tener interés la idea de pasar aquí el fin de semana, ¿Qué has pensado?

- Bueno podría realizar aquí una fiesta, como le digo mi marido no vendrá y si lo hace se irá enseguida, así podremos seguir después con una fiesta más personal, - mientras le decía esto lleve mi mano hasta su paquete y lo presioné con fuerza mientras le comía boca.

-No creo que Cristóbal ponga ninguna objeción, con estos planes, pero aún así luego te confirmo.

Cuando volví con mi hermana me preguntó que donde me había metido, le expliqué que había estado hablando con mi jefe, que posiblemente esa misma noche habría una fiesta en su casa y que de ser así las dos estaríamos invitadas, le dije que también podía venir mi marido, lo que pareció tranquilizarla un poquito.

Cuando llegamos a casa mi esposo ya se encontraba allí, estaba sentado en el sofá con la tele puesta durmiendo, me senté sobre sus piernas y con un tierno beso en los labios le desperté, ¿Qué tal la pesca amor? ¿Habéis dejado ya el río vacío o aún queda algún pez más en él?, me devolvió el beso diciendo; hay que ver lo graciosa que se pone mi niña cuando está contenta. De nuevo le besé los labios, esta vez rodeando su cuello con mis manos, el beso fue más tierno y pausado, mi lengua buscaba la suya y se entrelazaba como si intentáramos unirlas por un nudo, cuando nos separamos le comenté que D. Andrés tenía prevista una pequeña fiesta en su casa, aún no era seguro, pero nos había pedido que fuéramos los tres, no dijo nada, solo resopló.

Mientras mi marido descansaba en el salón mi hermana y yo nos fuimos a la cocina para ponernos con la cena, antes de eso nos sentamos allí mientras no fumábamos un cigarro, parecía distraída, como si mentalmente estuviera en otra cosa, - sé lo que estaréis pensando, yo pensé lo mismo, si que le han impresionado a esta las pollas de mis jefes – pero no después de un rato se sinceró conmigo.

    -

-¿De ver verdad que vamos a ir luego a la Fiesta de tu jefe?

- pues no le sé, aún no hay nada seguro, ¿Por qué? ¿ qué te pasa?

- Joder que qué me pasa, lo que pasó esta tarde me pasa, que yo nunca fui infiel a Miguel.

- bueno no te preocupes, alguna vez tiene que ser la primera

- no sé lo que me ha pasado, te juro que yo no quería, pero tu jefe llevaba desde el otro día y al final no se…..

De todas formas no te preocupes, si aún no han llamado ya no creo que lo hagan, en cualquier caso nadie te va a obligar a hacer algo que no quieras, en la fiesta habrá más gente aparte de nosotros, no será como esta tarde no te preocupes.

Aunque parecía haberse quedado más tranquila, yo sabía el lío que había en su cabeza, también sabía el motivo de la fiesta e intuía que pronto tendría lugar aquella llamada, también que nosotros cuatro seríamos los únicos protagonistas de la misma.

Acabábamos de sentarnos a cenar cuando sonó el teléfono, como suponía era un whatsapp de mi jefe, en el nos confirmaban que alrededor de las once y media de la noche comenzaba la fiesta y que le haría mucha ilusión que nos pasáramos por allí.

Mi esposo, como era de esperar no se entusiasmó mucho con la idea, pero para mi sorpresa dijo que un rato sí que pasaría, más que nada por quedar bien con mi jefe, en ese momento sí que me asusté, que pensaría mi esposo si al llegar allí solo ve a mi jefe y a su hijo, lo mínimo sería mosquearse y estar allí mientras durara la jodida fiesta, intenté pensar en algo para solucionarlo pero no se me ocurría nada.

Apenas faltaban 15 minutos para el comienzo de la fiesta cuando apareció mi hermana en la puerta de la cocina, nada más verla recordé la conversación que habíamos tenido un rato antes allí mismo sentadas, se sentía culpable por lo sucedido apenas hacía una horas, pero por otro lado iba vestida para resucitar a un muerto, sobre sus tacones para mi gusto demasiado altos llevaba unos pequeños pantaloncitos de tela, muy por encima de la rodilla, en la parte superior, una blusa muy fina con casi toda la espalda descubierta, por delante la tela caía desde su pecho, dejando ver también por allí bastante carne, para disimularlo si es que se podía disimular una Rebequita de hilo.

Según íbamos llegando a donde mi jefe, se me iba acelerando el corazón, momentos antes de salir le había dicho por whatsapp que mi esposo se había apuntado a la fiesta, pero ni siquiera sabía si lo había leído, por un lado me arrepentía de haberle dado la idea a mi jefe, pero por otro, a pesar del miedo, la situación tenía su morbo, en cualquier caso pensé, que D. Andrés ya habría pensado algo.

La Primera sorprendida al llegar a la casa de mi jefe fui yo, esperaba una fiesta privada para los cuatro, sin embargo llegué a contar 14 personas, entre ellas un par de parejas, - o al menos lo parecían – Mi jefe y su hijo nos fueron presentando a sus amigos, antes de nada D. Andrés hizo la presentación de su hijo a mi esposo y después poco a poco nos fuimos perdiendo por el patio.

No llevábamos ni diez minutos en la fiesta cuando mi hermana se separó de nuestro lado, intenté buscarla desde mi posición y pude verla sentada con Cristóbal en la hamaca donde antes habían gozado los tres, por lo gestos al hablar él intentaba sacarla de allí, sin embargo mi hermana no parecía estar dispuesta.

Mi jefe llevaba un rato hablando con mi marido, yo alternaba entre prestar atención a lo que decían y observar a mi hermana, aún así me había percatado de la idea de mi jefe, no dejaba de ofrecerle copas a mi marido así pronto cogería el sueño y marcharía, lo que no tenía muy claro, es si no pretendía que yo le acompañara y terminar la noche disfrutando junto a su hijo de mi hermana, el sonido del timbre me sacó de mis pensamientos, D. Andrés desapareció en dirección a la puerta para aparecer instantes después acompañado de Pedro.

Mi esposo aprovecho ese breve momento de intimidad para comentarme que se encontraba muy cansado, trató de explicarme las horas que llevaba despierto como intentando justificarse, pero la presencia ahora de Pedro daba más interés a la conversación, ahora eran los tres los que se entretenían, hablando de sus cosas.

Con la llegada de Pedro, me había olvidado de encarna, la busque por las hamacas pero no pude verla, intente ubicarla por el patio pero tampoco estaba allí, me volví hacia los hombres y les pedí que disculparan un segundo, me adentré hacia donde se encontraban los más jóvenes de la fiesta pero tampoco pude verlos, disimulando me metí dentro de la casa, todo estaba en silencio, no parecía que nadie estuviera allí.

 No sabía muy bien si estaba preocupada o tal vez un poco celosa, lo más probable es que un poco de ambas, este sentimiento me hizo subir despacito a la planta de arriba, aún me faltaban unos peldaños para alcanzar el final de la escalera cuando escuché unos murmullos, no sabía muy bien de quien eran pero estaba convencida de que venían del cuarto de baño, entonces escuche la voz de Cristóbal.

Como pude avancé hasta el pasillo, allí me escondí en una mesita con espejo que hay pegada a la pared, desde este punto no solo podía verlos, también escuchaba lo que decían.

  E- Por favor Cristóbal, ya te he dicho que lo de antes no podría repetirse, no sé lo que me pasó pero estoy felizmente casada y no debe repetirse – las palabras de mi hermana sonaban muy despacio, casi como un susurro mientras sujetaba las manos de Cristóbal que intentaban abrazarla.

C- Se que lo quieres, lo deseas, lo veo en tu cara – Cristóbal también hablaba bajito, supongo que para que nadie se enterara de lo que estaba pasando, sin embargo sus palabras sonaban con una seguridad mucho mayor que las que pronunciaba mi hermana.

E- Déjalo ya por favor, me dijiste que solo me mostrarías el baño, me prometiste que solo me esperarías fuera, que jamás pasaría nada que yo no quisiera que pasara, déjame salir por favor

C- Y no te mentí, tu sabes que lo quieres – tras estas palabras Cristóbal buscó con su boca la de mi hermana que intentaba evitar el beso

E- no Cristóbal no……

Cristóbal aprovecho el intento de queja para encontrar su boca, Encarna hizo una sutil muestra de desaprobación pero enseguida se abandonó de nuevo a Cristóbal, ahora que ella ya se encontraba dispuesta, él no perdió el tiempo en comenzar a recorrerla con sus manos, sin mucho esfuerzo debido al escote que lucía Encarna desnudó sus pechos que apretaba con ambas manos, ahora su lengua se alternaba entre la boca de mi hermana y sus pezones, la respiración de ambos se aceleraba y de vez cuando sonaban los primeros gemidos, la mayoría de ellos de mi hermana.

Cristóbal sentó a mi hermana sobre el lavabo, la levantó un poco y le sacó los pantalones, después fue lentamente besando sus muslos desde sus rodillas hasta llegar a su coño, allí aparto la braguita y con un lametazo recorrió todo el coño, el gemido sonó alto y claro a pesar de que Encarna intentaba controlarse, gemido tras gemido Cristóbal no paró hasta que ella se corrió en su cara.

Tan absorta estaba en lo que pasaba en el cuarto de baño que me había olvidado de mi marido, qué más da pensé, seguro que siguen con la dichosa pesca en la boca. Cristóbal se había levantado y en la misma posición que tenía a mi hermana fue despacio metiéndosela hasta que llegó al fondo, a mi sin darme cuenta se me habían ido las manos bajo mi vestido, tampoco me encontraba escondida tras el mueblecito del pasillo sino más bien apoyada en él, no quitaba ojo de lo que pasaba en el baño cuando una manos levantaron mi vestido desde atrás.

Quien fuera agarró con fuerza mis nalgas y comenzó a masajearlas, no sabía quién era pero con el calentón que llevaba tampoco me importaba, tenía a mi marido fuera hablando con dos de mis amantes mientras consentía que otro me sobara, por fin sonó la voz de mi jefe; cada vez cuesta más sorprenderte, tienes a tu maridito muy cansado ya ahí abajo, giré mi cabeza pidiéndole que me follara, en mi rostro debía dibujarse toda mi excitación, él sabía que me encontraba totalmente fuera de mí, sacó su polla y me hizo poner de rodillas.

Mientras me comía la polla de mi jefe podía ver a mi hermana ahora de pie apoyada al lavabo mientras gemía recibiendo la polla de Cristóbal en su culo, este la follaba cada vez más deprisa e intentaba ensartarla bien al final de cada empujón. Dudo mucho que encarna se hubiera dado cuenta de que Andrés y yo nos encontrábamos allí, pero Cristóbal ya nos había mirado varias veces.

Andrés sujetaba mi cabeza con sus manos mientras me follaba la boca con fuerza, su capullo llegaba hasta mi campanilla produciendo que la polla saliera llena de saliva, con el rabillo del ojo podía ver a mi hermana de rodillas esperando recibir la descarga de Cristóbal. Andrés por su parte sujetó m i cabeza con media polla dentro vaciándose por completo allí.

Cuando me levante Cristóbal salía del cuarto de baño, mi hermana seguía allí de rodillas con la cara llena de lefa y a punto de llorar, hablé con ella e intenté hacerla entender que no pasaba nada por lo que había hecho, sin embargo ella no lo veía igual.

Las dos juntas ya arregladas bajamos al patio, allí nos encontramos con mi marido quien llevaba un rato buscando, - menos mal que tanto Pedro como Andrés le habían estado ayudando – le explique que mi hermana estaba otra vez de bajón que esperara un rato más y nos íbamos los tres juntos, pero se excusó en decir que había bebido un poco y ya no podía ni con los párpados, insistió en que nos quedáramos allí las dos y que nos bajáramos cuando quisiéramos, incluso nos dejó allí el coche marchándose dando un paseo.

Serían más o menos las tres de la madrugada y el ambiente de la fiesta iba decayendo, en la casa quedaban tres de los amigos de Cristóbal, un señor que no conocía de nada, Pedro y Andrés, la mayoría de ellos se encontraban fuera en el patio, mi hermana y yo también pero más retiradas de ellos, ella seguía reprochándose lo que había vuelto a suceder con Cristóbal, yo intentaba convencerla de no pasaba nada, cosa hasta ahora muy difícil.

Entramos dentro de la casa y nos fuimos al salón, en el sofá se encontraban mi jefe y Pedro mi hermana ocupó un sillón más pequeño que había frente a ellos, yo, sin pensarlo me senté entre los dos, que muy educados se abrieron para que yo entrara más cómoda, miré a mi hermana que me observaba preguntándose por qué me sentaba allí, la mire fijamente y sin quitarnos ojo posé mis manos sobre las rodillas de los dos hombres, sin dejar de mirarla subí ambas manos hasta llegar a sus paquetes, una vez allí los masajeé durante unos segundos hasta que ambos se levantaron, sacaron sus pollas, y una a una las fui chupando.

Mi hermana no daba crédito a lo que estaba viendo y no me quitaba ojo, mientras tanto, el señor al que no conocía de nada entró en la habitación y poniéndose por detrás del sofá me bajó la parte arriba del vestido, mientras sobaba mis tetas por encima del sujetador giré mi cabeza y lo invité a unirse a la fiesta, nada más llegar le recibí con la boca abierta mientras mis manos se encargaban de las otras dos pollas.

El palo de mi nuevo amigo no desmerecía ni a la de Cristóbal ni a la de su padre, que eran las dos más grandes de cuantas yo conocía allí, no era excesivamente larga pero si muy gorda, tal vez solo comparable a la de Sebastián, aquel muchacho de color que vino a reparar una cosas donde mi jefe.

Lejos de conformarse con levantar mi vestido y meter sus manos por entre el sujetador, me dejaron totalmente desnuda, Andrés se sentó en el sofá pidiéndome que yo me pusiera encima, al hacerlo los otros dos hombre levantaron mi cuerpo clavándome ellos poco a poco en la verga de mi jefe, cuando llevaba poco menos de media dentro me bajaron de golpe notando la punta de su polla en el cuello de mi útero, la brutal embestida me mi hizo lanzar un grito de placer que debió escucharse hasta en el pueblo vecino, me soltaron sobre mi jefe y colocando sus pollas sobre mis labios me invitaron a chupársela.

Alertados seguramente por mi grito, Cristóbal y su amigos también entraron en el salón, se colocaron todos rodeando a mi hermana que no sabía dónde meterse, los chicos acariciaban su cabello haciendo sobre el cómo caracolilllos , poco a poco alguno se atrevía también a rozarle las mejillas, después los labios, hasta que poco a poco consiguieron acariciar sus muslos, tetas, e incluso el coño.

La polla de Andrés ocupaba ahora mi boca mientras que la de Pedro llenaba mi coño, mientras botaba sobre su polla Pedro lamia mis pezones y el desconocido intentaba taladrar mi culo, Pedro detuvo en seco mi sube y baja sin dejar de comerme los pezones, Andrés sujetó fuerte mi cabeza contra su vientre dejando toda su polla dentro, sabía lo que tocaba, un ligero escozor se apoderó de mi culo, poco a poco este escozor se fue convirtiendo en un dolor más agudo, después note aquel gordo capullo invadir mi esfínter, el dolor cada vez era más intenso, cuando estuvo toda dentro Pedro reanudó sus embestidas y Andrés hizo lo propio en mi boca, el dolor poco a poco fue desapareciendo dejando paso a un placer sin igual.

Encarna se encontraba completamente desnuda, a su alrededor cuatro pollas lucían bien duras, sin pensarlo más se volvió a dejar llevar, como hacía unos instantes me había visto hacer a mí, cogió una polla con cada mano y comenzó a pajearlas, las otras dos se restregaban por su cara y sus tetas hasta que abriendo la boca entró una dentro, comenzó a chuparla como apenas hacía horas le había indicado Cristóbal que lo hiciera, iba alternado las pollas de su boca con las que tenía en su manos mientras sus amantes lo agradecían acariciando todo su cuerpo, de nuevo estaba desatada, y chupaba aquellas pollas como si la vida le fuera en ello.

Las pollas de los chicos estaban ya duras como palos, Cristóbal se puso detrás de mi hermana arqueó su cuerpo hacia adelante y sin ningún miramiento se clavó hasta el fondo de su coño, la polla en la boca de mi hermana ahogó el grito por aquélla dura penetración mientras Cristóbal la penetraba de forma violenta, la polla de otro de los chicos golpeaba su campanilla, y sus manos pajeaban las dos restantes.

En lo que a mí refería seguían turnándose para follarme por todos mi agujeros, unas veces era D. Andrés quien ocupaba mi culo, otras lo hacía Pedro, incluso más de uno de los amigos de Cristóbal que se estaban encargando de mi hermana paso por mi interior, cuando se cansaron de follarnos por separado nos pusieron una frente a la otra y siguieron haciéndolo sin miramientos, todos la metían donde les apetecía y nosotras lo disfrutábamos como nunca, a esas alturas ya había tenido más de tres orgasmos y aún lo seguía gozando como loca, en mi hermana no escuchaba ni un solo lamento, tan solo gemidos de placer salían de su boca y algún que otro me “corro”.

Completamente desnudas como estábamos nos pusieron de rodillas una pegada a la otra, uno a uno fueron pasando sus pollas por nuestras bocas llenándonos con su leche, mi hermana Encarna recibía todas corridas en su cara sin abrir la boca, esto hacía que la mayoría de los chicos eligiera vaciarse sobre mí, más de uno pasó hasta tres veces pajeándose para regarnos, nos dejaron a las dos empapadas en semen, saciadas de polla y tiradas en medio del salón de mi jefe.

Permanecí allí tirada unos minutos, cuando me levanté solo Pedro, mi jefe y el desconocido quedaban en la casa, me senté sobre las piernas de Andrés que cariñosamente puso sus manos sobre mis muslos, le quité el cigarrillo que acababa de encender y me lo fumé, después le avise de que iba a dar una ducha rápida y salí del salón.

 Después de ducharme volvía al salón, mi hermana tenía que darse prisa en ducharse para volver a casa, ya era demasiado tarde , cuando entré al salón me encontré a mi hermana cabalgando sobre la polla de mi jefe, mientras engullía las pollas de Pedro y el desconocido, este ultimo hizo ademan de dirigirse a mí, pero le indique que era su día, volvió hacia Encarna y esta vez se la enchufó por el culo, durante un buen rato estuvieron los tres follando como locos, después uno a uno se fue corriendo sobre su cara, esta vez abrió la boca por lo que la mayoría de la leche le cayó dentro.

De vuelta a casa mi hermana me dio las gracias por lo sucedido aquel fin de semana, me dijo que el lunes por la mañana volvería a su casa pero que vendría de visita mucho más a menudo, también me comentó que le había encantado el sabor del semen, y lo más importante, que la próxima fiesta de este tipo le tocaba organizarla a ella

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