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Aislado Entre Mujeres [63].

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Aislado Entre Mujeres [63].





Capítulo 63.

Revelaciones.


Si bien mi madre prohibió todo tipo de relación sexual entre nosotros (excepto las que sirven para reunir material de OnlyFans) puedo decir que arrancamos el día con una buena noticia.
Bueno, para mí el día arrancó a las dos y media de la tarde, cuando me levanté. Lo bueno es que Alicia ya no me molesta por tener horarios vampíricos, porque todos estamos más o menos igual. Ella se queda hasta altas horas de la madrugada mirando series y películas en Netflix. 
A la buena noticia la recibí cuando fui en busca de una taza de café con leche. Pilar me la dio al mismo tiempo que decía:
—La abuela volvió a su casa.
—Wow! ¿De verdad? —Miré al resto de mis hermanas, todas estaban allí desayunando, merendando o almorzando (dependiendo de a qué hora hubiera comenzado su jornada). Brenda también estaba allí, como si fuera una más de la familia.
—Sí, va a ser lo mejor —la respuesta llegó de mi mamá, quien acababa de entrar en la cocina—. Ahora Cristela está hablando con Ayelén. Ellas también se van a ir.
—¿Las estás echando? —Pregunté mientras tomaba un sorbo de café con leche. Me dio un poco de pena que todas mis hermanas estuvieran vestidas, apenas si podía ver algo a través del escote de Pilar. 
—No eché a nadie —Alicia se sentó entre Gisela y Tefi y pidió una taza de café solo—. Es parte del acuerdo. Fernanda no quiere quedarse sola y acá somos demasiados. Fue la misma Cristela quien propuso la idea de ir a vivir con ella unos meses. Al menos hasta que encuentren otra cosa. Por cierto, Nahuel… ¿se puede saber por qué tenemos que ver tu verga colgando mientras tomamos un café?
—Uy… —miré para abajo, tenía puesta una vieja remera blanca y nada más, mi pene colgaba de la forma que mi mamá describió—. No me di cuenta, perdón.
—No tenés que pedir perdón —intervino Gisela—. Una cosa es que ya no hagamos nada sexual entre nosotras; pero lo de andar desnudos por la casa es algo que no va a cambiar.
—Mmm… no sé —dijo mi mamá—. Podría generar ciertas tentaciones.
—Y habrá que aguantarlas —sentenció Gisela. Me dio la impresión de que mi hermana mayor se estaba empezando a postular como “la voz popular” dentro de la casa—. Es una tontería que no podamos andar sin ropa ni diez minutos después de todo lo que hicimos juntos. 
—Está bien, como quieran —dijo Alicia, entendiendo que no ganaría esta discusión. Probablemente había perdido el poder de ganarle cualquier discusión a Gisela. 
—Además… tengo algo en mente —comentó Gisela—. ¿Se acuerdan del concurso de petes? —La tensión se instaló en el ambiente, nadie quería recordar ese momento, fue justo el día en que comenzó la guerra entre Gisela y Alicia—. Pido perdón por haberlo arruinado. No pude evitarlo.
—Ya está, ya pasó —dijo Tefi—. Entendemos por qué te enojaste tanto.
—Bueno, el enojo ya se me pasó… más o menos. Y me quedé con ganas de saber quién es la mejor chupando conchas. No te cuento a vos, hermanito, porque sé que tenés todas las de perder en esto.
—Hey, pero puedo aprender —aseguré—. Quiero aprender. 
—Si les parece bien, me gustaría hacer un pequeño concurso de chupada de concha —dijo Gisela, con una gran sonrisa—. Brenda puede ser la jueza, ella es la más neutral de todas. 
—Yo encantada —dijo Brenda, con una amplia sonrisa.
—Che, ¿acaso se olvidan de cuál fue nuestro acuerdo? —Intervino Alicia—. No más sexo. Eso se acabó.
—Podríamos tomarlo como una despedida —dijo Macarena—. Mamá, entiendo que vos quieras ponerle fin de golpe; pero después de todo lo que pasó, eso va a ser un poquito difícil. Psicológicamente tenemos que darle un cierre a todas esas… aventuras, y esta es la oportunidad perfecta. Además… si nadie pelea, estoy segura de que podemos divertirnos un montón. Hasta podría servir para hacer un poco las paces con Ayelén.
—¿Ayelén también va a participar? —Preguntó Pilar.
—Solo si no da problemas —dijo Gisela, con calma y autoridad—. En cuanto haga un comentario fuera de lugar, la saco a patadas a la calle.  
—No creo que eso sea necesario —dijo Cristela, quien acababa de entrar al comedor—. Ayelén no va a participar. No quiere salir de la pieza. No quiere hablar con nadie. Dice que necesita tiempo para pensar sobre su vida… y que nos odia a todos.
—No me sorprende ni un poquito —dije—. Esa chica nunca quiso formar parte de esta familia. Lo siento mucho, tía; hicimos todo lo que pudimos, pero tenemos un límite. No estamos con ánimo de hacer las paces con ella. 
—Está bien, lo entiendo. Me pone triste, pero lo entiendo… y gracias Macarena, por al menos proponerlo.
—Lo hice por vos, tía. Si fuera por mí, ya le hubiera roto la cara a esa pendeja maleducada. El único motivo por el cual no la saco a patadas es porque es tu hija.
—Lo sé. Gracias a todos por aguantarla, sinceramente no sé por qué es tan… arpía. Juro que no la crié así. 
—Después de la cuarentena seguirá con su vida —dijo Gisela—. No te ofendas, tía; pero Ayelén es nuestra prima. Es decir, si fuera un problema con una de mis hermanas haría todo lo posible por solucionarlo. No podría pasarme la vida sin hablar con una de mis hermanas… o con mi hermano. Pero puedo vivir sin hablar con mi prima. ¿Me explico?
Cristela asintió con la cabeza, estaba llorando. Para ella debía ser muy doloroso ver que su hija estaba siendo desplazada de la familia. Sin embargo, entiende los motivos a la perfección, por eso no insistió.
—Mejor organicemos ese concurso del que habló Gisela —comentó mientras se secaba las lágrimas—. Me va a hacer bien divertirme un rato… y si se puede apostar, yo apuesto por Alicia. La muy puta tiene un talento especial para chupar conchas.
—Eso ya lo veremos —dijo Gisela—. Yo también confío en mi talento. 

—----------

Pensé que mi madre opondría más resistencia a este nuevo concurso de “chupar conchas”; pero se mostró tan emocionada como el resto de mis hermanas. Al parecer entendió que necesitamos una especie de despedida. Hasta Tefi está entusiasmada. Ya le dijeron que no está obligada a chupar ninguna concha, si no quiere… pero puede hacer de jueza, como Brenda. Creo que les dará alguna sorpresa. 
En cuanto a mí, solo puedo participar como un concursante, acá no cumplo los requisitos para ser juez. Y por el talento que tienen todas las demás, creo que ni siquiera cumplo los requisitos para competir. Pocas veces estuve tan nervioso, porque me da miedo que se note mucho que soy un desastre para el sexo oral. 

Diario de Cuarentena:
<No se mortifique, cadete Nahuel. Observe y  aprenda del enemigo… y si puede, pídale consejos. No hay cobardía en reconocer que no se tienen todas las respuestas. Solo los cobardes afirman saberlo todo>. 

—Muy bien ¿cómo vamos a hacerlo? —Preguntó Pilar.
Ya estábamos todos reunidos en el living, completamente desnudos. El proceso de quitarnos la ropa se sintió tan natural que casi ni me di cuenta de cuándo ocurrió. 
—Tenemos una gran ventaja —dijo Gisela—. Como la mayoría somos mujeres, puede haber varias opiniones. Eso sí, es necesario que seamos sinceras, de lo contrario nada de esto va a tener sentido. Así que… ¿prometen decir la verdad  y nada más que la verdad? —Todas repitieron que sí casi al unísono—. ¿Aunque eso las haga perder el concurso? —Esta vez tardaron un poco más en responder, aún así estuvieron de acuerdo—. Muy bien, cuando quieran podemos empezar…
—Esperen… antes quiero decir algo importante. —Todas las caras se fijaron en Pilar, su rostro se ensombreció—. Mamá, ¿te puedo hacer una pregunta muy incómoda? Después de lo que nos contaste el otro día me quedó una duda.
—Ay… no sé… —Alicia pareció asustada—. ¿No me lo podrías haber preguntado ese mismo día? Ahora no sé si quiero hablar de eso. 
—¿Justo ahora tiene que ser? —Preguntó Macarena—. Estábamos por empezar el concurso… 
—Lo sé, lo sé. Es que se trata de algo en lo que me quedé pensando durante la noche… y me está dando vueltas en la cabeza desde ese día. No aguanto más. Y creo que cuando diga de qué se trata, todos van a querer saber la respuesta. Porque es algo que me afecta a mí, a mis hermanas y a Nahuel. Por eso creo que es mejor hablarlo mientras estamos todos presentes. 
La palidez en la piel de Alicia se hizo más que evidente, es como si de pronto se hubiera encontrado con uno de los fantasmas de su pasado.
—Ay… creo que ya sé de qué se trata —mi madre se tapó la boca con una mano—. Sabía que alguien iba a preguntar por esto tarde o temprano. 
—Sea lo que sea —comentó Macarena—, se trata de algo importante. Y si es así, deberíamos hablarlo cuanto antes. 
—Sí, lo mismo opino —dijo Tefi—. Quiero saber qué duda tiene Pilar. 
Todos estuvimos de acuerdo que no deberíamos posponer el tema más de lo necesario. Me temblaron las manos, no sé qué estará atormentando a Pilar; pero presiento que va a ser algo realmente importante. 
—Muy bien —dijo Alicia, tomando aire—. Tengo que hacerle frente a mi pasado y hablarles con la verdad. Es el acuerdo que habíamos hecho. Aunque me cueste mucho… podés hacer la pregunta y haré lo posible para responderla. 
Pilar la miró fijamente a los ojos y disparó a quemarropa:
—¿Quién es nuestro padre?
Los huevos se me subieron a la garganta. Ese es un tema tabú en nuestra familia: nunca hablamos de papá. Desde hace años que la regla tácita es hacer de cuenta que ese tipo no existe. 
—¿Te referís a cómo lo conoció? —Preguntó Tefi.
—No, me refiero a quién es nuestro verdadero padre. Porque no creo que sea el que conocemos.
—¿De qué hablás, Tefi? —Esta vez la pregunta llegó de parte de Gisela—. ¿Quién va a ser nuestro padre si no es Gastón?
Llevo años sin escuchar ese nombre… y es como si hablaran de un completo desconocido. El tipo que conozco como mi padre nos abandonó hace mucho y nunca fuimos en su búsqueda. Mis recuerdos sobre él son muy difusos y a mis hermanas mayores no les gusta mencionarlo. Ninguna parece tener buenos recuerdos de Gastón. Quizás para mucha gente debe ser doloroso no tener un padre, o saber que algún día lo tuviste, pero te abandonó. Sin embargo, para mí no fue tan traumático este asunto porque me crié en una familia numerosa, siendo “el hombre de la casa”. Nunca sentí que faltara alguien en mi grupo familiar. Tal vez lo extrañé los primeros años, no recuerdo… pero sé que ya no lo extraño. Es casi como si nunca hubiera existido. 
Una vez Macarena dijo: “Gastón no fue más que un donante de esperma. En realidad nunca fue nuestro padre, nunca nos quiso, siempre estuvo ausente. No recuerdo ni una sola vez que haya pasado en casa más de una semana consecutiva”. 
—Es cierto —dijo Alicia—. Gastón no es el padre de ninguno de ustedes. 
Esas palabras fueron como un baldazo de agua fría para todas mis hermanas… y también para mí. Por más que ese hombre no signifique nada para mí, ya tenía hecha la idea de que al menos era mi padre biológico. De pronto me invadió una sensación extraña… como si el suelo hubiera desaparecido, dejándome flotando a la deriva. Por la cabeza me cruzó un incómodo pensamiento: “Si no sé quién es mi padre, es como si me faltara un punto de apoyo, como si los cimientos de mi vida ya no estuvieran”. 
—¿Qué carajo? —Preguntó Tefi con los ojos vidriosos—. ¿Estás hablando en serio, mamá?  
—Lo sabía —dijo Pilar. A pesar de ser tan jovial y alegre, ahora tenía un semblante serio y una mirada penetrante—. Cuando nos contaste que estuviste con tantos hombres alrededor de los veinte años empecé a sacar cuentas y me imaginé que quizás podemos tener padres diferentes. 
—¿Cómo que diferentes? —Gisela la fulminó con la mirada—. ¿Estás insinuando que somos medio-hermanos? 
—Tiene sentido —dijo Macarena—. A ver, que no somos tan parecidas entre nosotras, Tefi y Pilar son rubias, nosotras dos tenemos el pelo negro. Nahuel está como en un punto intermedio, tiene el pelo marrón. Además… Pilar, Gisela y yo tenemos ojos grises, Tefi y Nahuel no. 
En mi casa hubo muchos silencios incómodos, pero nunca uno como este. Por suerte no duró tanto, porque de lo contrario hubiera reinado el caos. 
—A ver, vayamos de a poco —dijo Alicia—. Porque sé que este es un tema de vital importancia y que puede marcarlos mucho de por vida. Lo primero que les tengo que decir es que Gastón para mí nunca significó nada. Ni siquiera le tenía mucho cariño… me junté con él solo porque mi mamá insistió en que lo haga. Gastón era un tipo normal, sin gracia, con un buen pasar económico. Un solterón diez años mayor que yo. Me anduvo atrás durante meses, se volvía loco por mí… y no tenía idea de que yo me encamaba con todos los tipos del barrio. Nunca lo supo, aunque… quizás llegó a sospecharlo, porque había rumores de que yo era… bueno, ya saben… una puta. 
—¿Te hacía preguntas sobre eso? —Quiso saber Macarena.
—No muchas, aunque me acuerdo de una vez que me presionó por ciertos rumores que había, de que yo le había chupado la pija a varios tipos del barrio. Se puso tan intenso con ese tema que me hartó y le dije: “Sí, les chupé la pija ¿y qué?”. Casi se muere del disgusto. Pero después, cuando me calmé, le conté que eso lo había hecho antes de que empezáramos a estar juntos, que fue una locura que hice por pendeja rebelde y que yo no soy así.
—¿Se lo creyó? —Preguntó Pilar.
—Sí, porque era muy crédulo. Creo que prefería aferrarse a esas mentiras antes que hacerle frente a la verdad. No lo culpo, yo hice eso mismo durante muchos años. También le tuve que contar, para aclarar un poco la ola de rumores, que todos esos tipos a los que les chupé la pija también me cogieron… en repetidas ocasiones. Aunque… le dije que lo habían hecho de a uno, en ocasiones separadas. 
—¿Nunca le confesaste sobre el sexo grupal? —Dijo Tefi. Por alguna extraña razón, parecía más tranquila. Casi como si enterarse de esto le diera esperanza de tener un padre mejor que el tipo que nos abandonó. ¿Y saben qué? Yo también me aferro a esa esperanza. 
—Van a pensar que soy una mala persona… pero cuando me enojaba con él, le contaba algunas cosas de mi vida sexual, porque sabía que eso le dolía.
—No creo que seas mala persona —dijo Cristela—. Gastón siempre fue un pelotudo, nunca supo tratarte bien. Para él eras como un trofeo que podía presumir. Le encantaba mostrarle a sus amigotes lo buena que estaba su esposa. ¿Te acordás de cómo te hacía vestir? Siempre con escote, pantalones ajustados, minifaldas… le encantaba que te miren toda… pero que no te tocaran. 
—Sí, me acuerdo… y el tiro le salió por la culata —dijo Alicia, con una sonrisa picarona—. Porque varios de sus amigotes me terminaron pegando tremenda cogida… y él nunca se enteró. 
—¿Les cobrabas? —Pregunté.
—No, lo hacía gratis… era como una venganza contra Gastón. Cristela tiene razón, para ese tipo yo solo era un objeto de su propiedad.  
—Entonces me parece bien que le hayas metido los cuernos con sus amigos —dijo Macarena—. Y quiero saber qué cosas le confesaste en esas veces que te enojaste con él.
—Uy… a ver… —Alicia pareció más entusiasmada, se dio cuenta de que tanto sus hijas como yo buscábamos una especie de revancha contra Gastón, y que ella lo haya hecho sufrir un poco compensaba de cierta manera los trastornos que pudo causarnos al marcharse de casa—. Le conté que esos amantes que tuve antes de conocerlo me acabaron en la boca… todos ellos, y le dije que fueron diez en total. Pude haberle dicho que eran más; pero creí que si la cifra se acercaba mucho a la realidad, directamente le daría una infarto. Piensen que para Gastón yo era la mujer más santa del barrio, una chica de “buena familia”. Enterarse que tuve tantos amantes lo carcomía por dentro. No podía concebir que mi cuerpo hubiera sido “usado” por otros hombres. Además yo no me tragaba su semen, le decía que ya había aprendido a comportarme como una dama y que ya nunca más haría algo tan denigrante como permitir que un hombre depositara su semen dentro de mi boca. 
>Esto lo ponía muy mal. Me preguntaba cómo yo había sido capaz de hacer semejante cosa… y con tantos tipos. Cómo no me hice respetar. Y le dije que en ese momento yo no era consciente de que estuviera obrando mal, que me parecía normal tragarme el semen de mis amantes después de darles una buena chupada de pija. Hasta llegué a decirle que lo disfrutaba más cuando la descarga era abundante, porque creía que si salía mucho semen, entonces había hecho bien mi trabajo. Y a ver, que eso lo pensaba en serio. Para mí el mejor halago que me podía hacer un hombre era llenarme la cara con su semen.  
Al parecer el relato calentó mucho a Pilar, porque bajó su cabeza y se tragó buena parte de mi verga de un solo bocado. Yo ni siquiera me había dado cuenta de que la tenía dura. La chupada fue tan intensa que sentí un subidón de adrenalina en la boca del estómago. Apreté más su cabeza contra mi pija, obligándola a tragar más. 
Alicia sonrió al ver esta reacción de su hija y esto pareció darle más coraje para seguir contando cómo torturaba a su ex marido.
—Una de las grandes dudas de Gastón era si yo alguna vez practiqué sexo anal. Eso lo tenía obsesionado, me lo preguntaba cada vez que podía y yo siempre le respondía con evasivas. Como se imaginará, le tenía prohibido metérmela por el culo. A pesar de que discutía mucho con él, y que podría habérselo dicho, solo para molestarlo, me lo reservé para una ocasión especial. Fue durante uno de mis cumpleaños. Teníamos reservas para cenar en un buen restaurante, lo esperé toda la tarde y el desgraciado llegó a la madrugada, medio borracho, y ni siquiera se acordó de que era mi cumpleaños.
>Al día siguiente le comenté, como quien no quiere la cosa, que había uno de mis ex amantes que estaba muy obsesionado con mi culo y que una vez me dijo: “Te voy a regalar algo muy lindo para tu cumpleaños”. Y me la metió por el orto. Gastón se puso pálido al escuchar eso. Me preguntó cómo es que eso podría ser un regalo para mí, más bien parecía un regalo para el tipo. Le dije que lo consideré como un buen regalo porque la experiencia me gustó mucho. 
Vi a Gisela  hacerle una seña con la mano a Brenda, fue simple, solo señaló su propia concha. Brenda entendió a la perfección y se puso de rodillas frente a mi hermana mayor que estaba sentada con los dos pies sobre el sofá, bien abierta. Su amiga comenzó a comerle la concha al instante. Macarena entendió que esa era una oportunidad que ella también podría aprovechar, por lo que se sentó sobre Gisela, con las piernas igual de abiertas, así Brenda debía turnarse para chupársela primero a una y luego a la otra.
Tefi no quiso quedarse afuera del entretenimiento, por lo que le dijo a Cristela: 
—Tía… ¿no querés divertirte un poco con tu sobrina favorita? —Si fuera por ella, sería la favorita en todo: prima, sobrina, hija, hermana… lo que sea. 
—¿De verdad? ¿Puedo hacerlo? —La pregunta estaba dirigida a su hermana, como si Alicia tuviera que darle permiso.
—Ahora mismo no puedo impedirlo —dijo mi mamá.
—Pero esto no cuenta para el concurso de chupadas de concha —dijo Gisela.
—Es cierto —intervino Macarena—. El concurso todavía no comenzó de forma oficial.   
—En este momento me importa poco el concurso —dijo Pilar—, solo quiero escuchar lo que mamá tiene para decir… y se merece hacerlo en las condiciones apropiadas. Por suerte Gisela trajo un lubricante…
—Pensé que podríamos necesitarlo para algo.
—Y así es… —Pilar agarró el pote de lubricante y cubrió mi verga con ese gel transparente—. Vení mamá, te vas a meter todo esto por el culo.
—Ay… che, que dijimos que íbamos a parar con esto. 
—Acordamos que primero tendríamos una buena despedida, —le recordó Pilar—, y esto es parte de ella. Y todas sabemos que te morís de ganas de tener una buena pija en el culo.
—Bueno, eso no lo voy a negar… —dijo Alicia, con una gran sonrisa.
—Entonces date vuelta.
Me puse de pie de un salto en cuanto vi que mi mamá se acercaba. No sé cuánto durarán estas andanzas sexuales; pero voy a aprovechar cada una que se presente. Con lo que está contando, yo también me muero de ganas de metérsela. 
Alicia se colocó delante de mí y yo la tomé por las muñecas, se inclinó hacia adelante y Pilar se encargó de que mi verga encajara justo en su culo. Poco a poco fue entrando, nos tomamos unos minutos para esta maravillosa entrada en calor. Mientras tanto el resto de las mujeres presentes se estaban dando cariño de la mejor forma posible. Vi a Macarena inclinando la cabeza hacia atrás para poder besar a Gisela. Parecían amantes y me pregunté cuántas veces habrán cogido desde que empezó la cuarentena. Algo me dice que Macarena pasó más tiempo en la cama con Gisela que con cualquier otra persona de la casa… incluso más que con la tía Cristela. 
—Si me la vas a meter, Nahuel… dame duro. Hoy tengo ganas de sentirla, solo recordar cómo me dieron por el orto en mis buenos tiempos ya me pone muy cachonda.
Empecé a empujar con fuerza y Pilar, al ver que la verga ya estaba entrando, se lanzó a chuparle la concha. 
—Uy… así… así… esto sí que está muy bueno.
—Mamá —dijo Tefi—. ¿Le contaste a Gastón sobre tus experiencias lésbicas?
—Sí, y quizás fue un error hacerlo. Se lo conté un día que hizo un comentario un tanto homofóbico sobre una mujer del barrio que, según él, parecía “tortillera”. Casi sin pensarlo le dije: “¿Y qué hay con eso? No tiene nada de malo. Yo me acosté con una mujer y no es para tanto”. Aclaro que en ese momento todavía no sentía tanto rechazo hacia el sexo… eso llegó un poco después. 
—¿Le molestó saber que probaste concha? —Preguntó Macarena.
—Sí, mucho. Como siempre, me hizo un escándalo. Me llamó puta varias veces y hasta me trató de lesbiana. Yo le aseguré que solo había sido una experiencia que me gustó vivir, pero que no buscaba el placer en otra mujer. Y digo que no fue buena idea confesar, porque con el paso de los meses el pelotudo empezó a joder con la idea de hacer un trío con otra mujer. Entendía que si yo me había acostado con una, entonces estaría dispuesta a cumplirle esa fantasía.
—Ay, no… decime que no lo hiciste —dijo Gisela.
—Tranquila, nunca le di el gusto. Ay… así… dale tranquilo, ya está entrando bien.
Moví mi cadera rítmicamente. Mi verga ya se movía con soltura al entrar y al salir. Pilar me estaba dando unas buenas lamidas en las bolas que me ayudaban mucho a mantener el miembro bien erecto. 
—¿Y qué es lo peor que llegaste a confesarle? —Preguntó Tefi.
—Sin duda… ah… ah… mmm… qué rico… —junto con Pilar estábamos haciendo un gran esfuerzo por brindarle placer y eso se estaba notando en su forma de hablar y de respirar—. Sin duda lo peor fue cuando le conté que había experimentado la doble penetración. Mientras él daba vueltas para todos lados, como un tigre enjaulado, y se tiraba de los pelos, yo le conté que primero le di una buena chupada de pija a los dos tipos, al mismo tiempo. Después me llevaron a la cama, me monté sobre uno y el otro aprovechó para metérmela por el culo. Y lo más rico es que todo lo que le narré ocurrió de verdad… más de una vez. Así que los detalles que le di fueron muy precisos. Hice mucho hincapié en lo sexualmente abrumador que fue recibir dos vergas al mismo tiempo y que me dieran sin piedad. Lo gocé tanto que ni me importó que me trataran de puta. Le dije a Gastón: “Esa noche sí que fui bien puta”. No saben cómo se puso… se negó a tener sexo conmigo durante meses… y para mí mejor. Yo no tenía ni el más mínimo interés en coger con ese tipo. La única razón por la que convivíamos juntos era porque yo necesitaba a alguien que sirva de “figura paterna” o de “marido ejemplar” para la mirada de los demás.
—Ese fue siempre tu problema, hermana —dijo Cristela, quien paró de comerle la concha a Tefi por unos segundos—. Te importa más lo que dicen los de afuera que tu propia felicidad.
—Lo sé, y es algo que me va a atormentar toda mi vida. Sé que Gastón contribuyó mucho a que yo terminara odiando el sexo, porque además de mi mamá, él también me hizo sentir como una puta arrastrada. Una persona que valía menos que los demás, solo porque disfrutaba mucho al coger. Por eso mismo… ay… sí, seguí… dame fuerte… ay… uy… por eso mismo dejé de tener aventuras sexuales, y solo me reservé aquellos encuentros que me daban dinero. Como nuestra situación económica nunca fue muy estable, tuve que hacerlo muchas veces… a escondidas, por supuesto. Con los años cambié el target a mujeres solamente, porque me di cuenta que las mujeres suelen ser más discretas. Nos da mucha vergüenza reconocer que pagamos por sexo… en especial a otra mujer. Me volví muy buena identificando lesbianas reprimidas y me acerqué a ellas. 
—¿Alguna vez Gastón te sorprendió en la cama con otra persona? —Preguntó Macarena—. Me daría mucho morbo saber que eso ocurrió.
—Sí… me descubrió cogiendo con Aníbal, en el cuartito de atrás del taller. Aníbal me estaba dando una tremenda culeada… uf, más o menos como la que me está dando Nahuel ahora mismo. 
Esas palabras me incentivaron a darle más fuerte.
—Ay, por dios… —dijo Tefi, y soltó una risita—. Me imagino que ese fue el día en que se marchó, para no volver.
—No, no… porque a pesar de que la situación era imposible de disimular, conseguí salir airosa… incluso me las ingenié para que todo pareciera culpa de él.
—Dios… sos de lo peor, mamá —dijo Macarena, con una sonrisa macabra—. ¿Qué fue lo que le dijiste?
—Que había quedado debiendo mucha plata luego del último arreglo que le hizo Aníbal a su auto… cosa que era cierta y yo lo sabía. Le dije que cuando pasé por la puerta del taller Aníbal, harto de la deuda, amenazó con llamar a la policía… y yo no tuve más remedio como ofrecerme como pago.
—Uy, qué puta mentirosa —Tefi la estaba pasando muy bien—. Bien que te gustaba ser “moneda de cambio” para Aníbal.
—Obvio, me volvía loca la pija de ese tipo. Y no saben el morbo que me dio que Gastón pudiera ver cómo me rompían el culo. Mentalmente dije: “mirá, cornudo… esto es algo que vos nunca vas a poder tener. Esto es por todas las veces que me denigraste”. Lo más lindo de todo fue que Aníbal no se detuvo ni por un segundo y le dijo que este era solo el primer pago, que después haría otro, porque la deuda era muy alta. Gastón se avergonzó tanto que no dijo nada, se quedó mirando la secuencia completa, hasta el final. Vio como yo me tragaba toda la leche de Aníbal. Encima esa misma noche, ya en casa, me hice la ofendida. Le dije: “Me rompieron el culo por tu culpa, deberías pagar lo que debés. No sabés lo humillante que fue para mí”. Se puso tan mal que incluso me pidió perdón. 
—¿O sea que el tipo te vio metiéndole los cuernos y encima te pidió perdón? —Preguntó Macarena, otra que se lo estaba pasando de maravilla, y como para no hacerlo, con las intensas lamidas que le estaba dando Brenda.  
—Sí, y eso no fue todo, porque después llegó…
—El segundo pago —acotó Tefi.
—Exacto. Y fue mucho más intenso que el primero. Esperamos a que Gastón llegue del trabajo para hacerlo, quería que él viera todo. Aníbal llegó con uno de sus empleados y yo, después de protestar un poco por la “humillante situación”, empecé a chuparle la verga a los dos. Dos pedazos de pija mucho más grandes que la de Gastón. Él preguntó por qué tenía que hacerlo con los dos, y Aníbal lo silenció con una respuesta muy certera: “Porque él me ayudó a arreglar tu auto y también tiene que cobrar”. Eso quizás era cierto… o no, daba igual. Lo importante era que tenía la excusa perfecta para comerle la verga a los dos y que Gastón presenciara todo.
>Después me desnudaron, me manosearon, me chuparon las tetas, la concha… todo. Me llenaron los agujeros de dedos… todo frente al sufrimiento de Gastón que no podía apartar la mirada. Nos trasladamos hasta la pieza y allí los tipos empezaron a decirme que me iban a taladrar los dos agujeros a la vez. Para mantener un poco mi papel actoral, protesté y les dije que ni loca les iba a permitir eso… y que ya había sido muy humillante para mí entregarle el culo a Aníbal la última vez. Ellos agregaron que si yo me negaba, la deuda completa seguiría en pie. A Gastón no le quedó más alternativa que suplicarme que lo hiciera… aunque para él fuera un gran sufrimiento.
>Ahí fue cuando le dije: “Les voy a pedir que me rompan el culo bien duro, que me llenen toda de leche y que me hagan gritar como la más puta de las putas… para que aprendas a saldar tus deudas sin tener que vender a tu esposa”. 
—Dios, qué cruel que podés ser cuando te lo proponés —comentó Tefi.
—Lo odiaba, me sentía su prisionera. Para mí fue una gran victoria poder hacer esto con Aníbal y su amigo. Y como ya se imaginarán, me destrozaron en la cama… me la dieron con todo, me taladraron el culo y yo chillé tanto como había prometido, incluso les pedí más. Les supliqué que me dieran fuerte y les juré que me encantaban sus pijas gordas y venosas, mucho mejores que el pito mediocre de mi marido. Ese día me descontrolé y toda la cogida duró hasta bien entrada la noche. Fue… tremendo. Gastón miró todo mientras se emborrachaba con whisky barato. Cuando por fin se fueron y me dejaron toda enlechada y transpirada, me dijo: “Nunca me imaginé que pudieras ser tan puta”. A lo que yo agregué: “Quizás soy más puta de lo que pensás. Quizás todos los rumores sobre mí son ciertos”. 
—Uy… si no se fue después de eso, es un pelotudo —aseguró Macarena.
—Se fue por un tiempo… mmmm dale, Nahuel, un poquito más fuerte… ah… y vos también Pilar, no pares… seguí, me encanta lo que estás haciendo. —Se tomó unos segundos para gemir de placer, luego continuó con su relato—. Por desgracia después volvió. Aunque ya prácticamente no tenía relaciones sexuales conmigo, me consideraba una mujer impura. Una mujer que ya había sido “usada”. 
—¿Y cuándo se marchó definitivamente? —Quiso saber Gisela.
—Cuando le confesé, en un ataque de ira, que él no era el padre de ninguno de ustedes. Ahí entendió que ya no le quedaba nada que lo uniera a mí, y optó por alejarse, derrotado. Fue difícil hacerme cargo de todo yo sola; pero también fue un gran alivio sacarlo de mi vida para siempre. 
Cuando concluyó su historia pude concentrarme más en metérsela por el culo. Me aferré con fuerza a sus hombros y le di tan duro como me fue posible. Ella pidió más y agarró la cabeza de Pilar, para indicarle que quería más de esas intensas lamidas en la concha.
—Avisame cuando estés por acabar —me dijo.
Seguimos cogiendo sin parar durante unos minutos más hasta que empecé a sentir que el orgasmo se acercaba… y era uno potente. Le di dos golpecitos en el hombro, a modo de señal. 
En cuanto saqué la verga, Alicia se puso de rodillas y abrió la boca. Empecé a eyacular grandes chorros de semen y cumplí con ese homenaje que tanto le gusta: llené su cara con leche, y procuré meter una buena cantidad directamente dentro de su boca. Pilar sobó sus tetas y cuando yo estaba terminando de acabar, entre las dos me la chuparon, tomándose los últimos vestigios de semen. Y no se quedaron en eso, Pilar le pasó la lengua por la cara, para llevarse una recompensa extra. Concluyeron la escena con un apasionado beso en la boca. 
Esta fue la señal que marcó el final de esta… ¿entrada en calor? Alicia volvió a sentarse en su lugar y lo mismo hizo Pilar. Las demás entendieron que, de momento, debían suspender los jueguitos lésbicos. Todas volvieron a sentarse, para prestar atención al resto de la conversación. Yo hice lo mismo, mientras mi verga volvía lentamente a su estado de reposo.  
—Y a todo esto, mamá… todavía no nos respondiste quién es nuestro padre. —El semblante de Pilar volvió a ponerse serio—. Aunque con todas las andanzas sexuales que tuviste, no me extrañaría que ni siquiera lo supieras.
—Sé muy bien quién es el padre de cada uno de ustedes —dijo Alicia. Su sonrisa se había borrado, aunque seguía manteniendo cierta solemnidad—. Yo siempre usé pastillas anticonceptivas… excepto cuando busqué quedar embarazada. Ninguno de mis embarazos fue un error. Todas fueron debidamente planificadas, hasta Nahuel, que fue el último. 
—¿Quién planea tener cinco hijos? —Preguntó Macarena—. Yo ni siquiera quiero tener uno.
—Bueno, a mí la idea de tener muchos hijos me gustó siempre —aseguró Alicia—. Y creo que siempre quise tener un hijo varón, por eso seguí intentándolo. 
—Yo me hubiera dado por vencida después de tres mujeres consecutivas —dijo Tefi.
—Tendrías que agradecer que seguí intentando, de lo contrario vos no hubieras nacido. Y me alegro mucho de tenerte como hija. Aunque tuve que probar una vez más hasta que tuve el hijo varón que estaba buscando.
—¿Viste? —le dije a Tefi—. Fuiste un experimento fallido. Siempre lo supe.
Todas mis hermanas se rieron, incluso la misma Tefi que añadió: “Esta te la voy a cobrar, pendejo. Más te vale dormir con un ojo abierto”.  Como siempre, si no tengo un problema, me lo invento.
—Entonces ¿quién o quiénes te dejaron embarazada? —Preguntó Gisela—. ¿Fuiste seleccionando candidatos durante los años?
—No, no… todos son hijos del mismo hombre. Y eso que dijo Macarena, de las diferencias físicas, es una tontería. Muchos hermanos son distintos, porque salen a un padre y a una madre. Yo soy medio rubia, y el tipo que fue padre de ustedes tenía el pelo negro y los ojos grises. Algunas salieron a él… otras a mí. Creo que Nahuel es como un punto intermedio entre los dos. Aunque se parece bastante al abuelo Enrique, el papá de mi mamá. En fin, que son todos hermanos al cien por ciento. 
—Uf… eso… es un alivio —dijo Pilar—. Me gusta saber que al menos seguimos siendo tan hermanos como siempre. 
—Sí, a mí también —dijo Gisela—. ¿Y quién fue el afortunado candidato de ojos grises?
—¿Y quién más va a ser? —Dijo Alicia, encogiéndose de hombros—. Aníbal. Si yo hubiera sido una mujer sensata, me habría casado con él, aunque tuviera veinte años más que yo. Ese hombre sí que sabe tratar a una mujer. Hubiera sido más feliz. Por cierto, él nunca supo que ustedes eran sus hijos, preferí mantenerlo siempre en secreto. Nunca se lo conté a nadie. Pensé que me llevaría ese secreto a la tumba, aunque es un gran alivio poder contarlo por fin. Me hubiera gustado que conozcan a Aníbal en persona… pero falleció hace unos años, por una enfermedad coronaria. 
—Ay… no me lo puedo creer… no puede ser, no puede ser —dijo Cristela con la cara muy pálida, tapándose la boca con una mano—. No puede ser…
—Pero Cristela, no entiendo qué te sorprende tanto, si ya lo sabías. Vos fuiste la que me contó de la muerte de Aníbal.
—No es por eso… 
—Entonces ¿qué pasa?
Todas las caras se fijaron en ella, parecía mortalmente asustada.  
—Es que… el padre de Ayelén también es Aníbal. 
Hubiera preferido una semana de electroshock en las bolas antes que escuchar esta noticia.        
 
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2 comentarios - Aislado Entre Mujeres [63].

jsarg10
No no, épico culebrón. No me pude pajear por mi mujer al lado, pero si me puse a leer el capítulo. Que historia de la puta madre.
SuzuyaJuzo +1
Que buena historia, lpm! Uno viene a pajearse pero se queda atrapado por la trama, que cada vez se pone mas interesante. Me quede manija mal, pero quiero disfrutar cada capítulo