La conocí por Tinder. Matcheamos y conversamos para luego enterarnos que nuestros trabajos estaban cerca. Después de varios días sin escribirle, me mandó un mensaje preguntando a qué hora terminaba de trabajar y coincidimos a la cinco de la tarde en un Shopping cercano. Me di cuenta que era ella por su cabello rojo oscuro, piel blanca y un culo firme que relucía apretado en una falda de cuero. Parecía una oficinista aunque trabajaba en un call center, zapatos de tacón alto, medias, lentes y las uñas esculpidas, de color naranja, algo que me llamaba mucho la atención. Aquella tarde nos quejamos de lo que hacíamos y no hubo ningún guiño erótico, pero yo estaba tan fumado que me di cuenta después, cuando llegué a mi casa con la verga a punto de explotar. Decidí escribirle por wsap.
-Se me olvidó comentarte que tienes un culo hermoso-, le puse.
-Jajaja, pensé que ni te gusté-, respondió.
-Si pero no daba hablarte de tu culo, con la falda se marcaba, pero ni te lo vi-
-Ahí lo tienes, entangado-, respondió canchera, porque ya habíamos entrado en confianza, además se notaba que tenía que hacer algo para provocarme.
Efectivamente, ella frente a un espejo, de lado, las nalgotas blancas marcando una curva y una diminuta tanga blanca, que no me gustó mucho, quería que contrastara con la piel, pero tenía la verga parada. Le volví a escribir y no contestó. Me fumé uno mientras decidía no escribirle, porque mi estrategia era ignorarla hasta que se regalara, lo que resultó porque después de un día me saludó como si nada, pero a mí se me paró de inmediato: tenía ganas de cogerme ese culo. Después de varios mensajes protocolares, acordamos compartir una cerveza en una zona turística, donde conozco varios hoteles, podría cumplir mi objetivo allí.
Después de un día caotico redactando cartas jurídicas, me escabullo por las calles del centro y aparezco en esta cervecería donde nos citamos a las cinco de la tarde. Ella me avisa que viene en camino. Después de media hora aparece; top negro transparente y bra del mismo color, no se le notaban los pezones. Pollera de jean, un poco más arriba de la rodilla, pero conservadora. Labios pintados de rojo oscuro, cosa que me calentó, además de su actitud canchera, que al final yo atribuía a su edad; yo le llevo diez años, pero quizás es eso lo que me da la confianza de relajarme y esperar que las cosas pasen. Me invitó un porro antes de entrar al bar. Fumo y ya todo lo demás es una secuencia innecesaria para este relato. Tomadas varias cervezas le comento que hay un hotel cerca, ella finge sorpresa, pero accede.
-Quiero cambiarme, me dice-, cosa que se me hizo extraña, pero accedí mientras que me fijaba en que la habitación tenías un iluminado tenue, no hacía falta prender o apagar la luz, podría disfrutarme el caramelito sin ningún contratiempo.
-¿Te gusta más el color rosa o el lila?-me pregunta desde el baño.
-Rosa- respondo mientras que me doy cuenta que se va a colocar un conjunto de ese color, pero me equivoqué.
La escucho caminar, resuenan sus tacones y luego aparece frente a mí con el mismo corpiño del top transparente, pero el culo apretado en un arnés negro que le levantaba más el culazo gordo y blanco, entangado en un hilo dental rosa. Una cosa de otro mundo porque a penas clavé mi cara en sus nalgas abiertas, me di cuenta que el hilo no le cubría el ano, que empecé a lamer como si se tratara de un helado, intercalando con movimientos rápidos, pero solo el ano, quería que se diera cuenta que me encantaba su culo y no paraba de gemir.
-DIOS que rico- decía como hipnotizaba, yo continuaba con más ganas porque parecía que se había encremado, estaba preparada para eso.
Sus 19 años debían de ser experimentados porque no se habló más. Corrí el hilo dental, lubricante en la verga y en su culo.
-No me digas que me la vas a meter por el culo así de una-.
-Lo tienes dilatado, no te hagas la inocente, te fascina-
- Bueno, pero despacito, la puntita nada más-
Ni le respondí. La puntita entró como si nada, ella con los ojos cerrados, la boca abierta, con el culo más empinado aún. Metí un poco más la verga y me di cuenta que ese culo estaba acostumbrado a recibir cogidas, para eso lo entrenaba en el gimnasio. Muy estrecho, pero fácil de coger. Empujé más.
-Despacito papi, pero no te aguantes-, dijo, pero yo ya estaba bombendo antes que terminara la frase. Me excitó demasiado que no opusiera ninguna resistencia, no cuestionara nada, experimentada en el asunto totalmente. Otras compañeras de trabajo me han detenido cuando les como el culo, pero esta como que lo sabía de antemano, porque había ido al baño a prepararse. Además, ni me pidió que usara preservativo, cosa que me voló la cabeza y me impidió pensar en otra cosa más que nalguear ese culo y follarlo como un conejo.
Así inicio nuestro turno en el hotel, tres horas cuyos detalles me reservo para otros relatos por una cuestión de tiempo. Esa noche, mientras viajaba en el bus de regreso a casa, tomando una cerveza pensé:
<<Hay malos días, pero a veces la suerte te sonríe>>
Al bajar del bus, una ráfaga de viento, posiblemente proveniente de algún río o del mismo mar, me hizo sonreir.
En estos días la vuelvo a ver, posiblemente para coger porque no para de mandarme fotos que, son para la paja obviamente. Me dijo que pidió una lencería por internet, así que también estoy a la expectativa.
-Se me olvidó comentarte que tienes un culo hermoso-, le puse.
-Jajaja, pensé que ni te gusté-, respondió.
-Si pero no daba hablarte de tu culo, con la falda se marcaba, pero ni te lo vi-
-Ahí lo tienes, entangado-, respondió canchera, porque ya habíamos entrado en confianza, además se notaba que tenía que hacer algo para provocarme.
Efectivamente, ella frente a un espejo, de lado, las nalgotas blancas marcando una curva y una diminuta tanga blanca, que no me gustó mucho, quería que contrastara con la piel, pero tenía la verga parada. Le volví a escribir y no contestó. Me fumé uno mientras decidía no escribirle, porque mi estrategia era ignorarla hasta que se regalara, lo que resultó porque después de un día me saludó como si nada, pero a mí se me paró de inmediato: tenía ganas de cogerme ese culo. Después de varios mensajes protocolares, acordamos compartir una cerveza en una zona turística, donde conozco varios hoteles, podría cumplir mi objetivo allí.
Después de un día caotico redactando cartas jurídicas, me escabullo por las calles del centro y aparezco en esta cervecería donde nos citamos a las cinco de la tarde. Ella me avisa que viene en camino. Después de media hora aparece; top negro transparente y bra del mismo color, no se le notaban los pezones. Pollera de jean, un poco más arriba de la rodilla, pero conservadora. Labios pintados de rojo oscuro, cosa que me calentó, además de su actitud canchera, que al final yo atribuía a su edad; yo le llevo diez años, pero quizás es eso lo que me da la confianza de relajarme y esperar que las cosas pasen. Me invitó un porro antes de entrar al bar. Fumo y ya todo lo demás es una secuencia innecesaria para este relato. Tomadas varias cervezas le comento que hay un hotel cerca, ella finge sorpresa, pero accede.
-Quiero cambiarme, me dice-, cosa que se me hizo extraña, pero accedí mientras que me fijaba en que la habitación tenías un iluminado tenue, no hacía falta prender o apagar la luz, podría disfrutarme el caramelito sin ningún contratiempo.
-¿Te gusta más el color rosa o el lila?-me pregunta desde el baño.
-Rosa- respondo mientras que me doy cuenta que se va a colocar un conjunto de ese color, pero me equivoqué.
La escucho caminar, resuenan sus tacones y luego aparece frente a mí con el mismo corpiño del top transparente, pero el culo apretado en un arnés negro que le levantaba más el culazo gordo y blanco, entangado en un hilo dental rosa. Una cosa de otro mundo porque a penas clavé mi cara en sus nalgas abiertas, me di cuenta que el hilo no le cubría el ano, que empecé a lamer como si se tratara de un helado, intercalando con movimientos rápidos, pero solo el ano, quería que se diera cuenta que me encantaba su culo y no paraba de gemir.
-DIOS que rico- decía como hipnotizaba, yo continuaba con más ganas porque parecía que se había encremado, estaba preparada para eso.
Sus 19 años debían de ser experimentados porque no se habló más. Corrí el hilo dental, lubricante en la verga y en su culo.
-No me digas que me la vas a meter por el culo así de una-.
-Lo tienes dilatado, no te hagas la inocente, te fascina-
- Bueno, pero despacito, la puntita nada más-
Ni le respondí. La puntita entró como si nada, ella con los ojos cerrados, la boca abierta, con el culo más empinado aún. Metí un poco más la verga y me di cuenta que ese culo estaba acostumbrado a recibir cogidas, para eso lo entrenaba en el gimnasio. Muy estrecho, pero fácil de coger. Empujé más.
-Despacito papi, pero no te aguantes-, dijo, pero yo ya estaba bombendo antes que terminara la frase. Me excitó demasiado que no opusiera ninguna resistencia, no cuestionara nada, experimentada en el asunto totalmente. Otras compañeras de trabajo me han detenido cuando les como el culo, pero esta como que lo sabía de antemano, porque había ido al baño a prepararse. Además, ni me pidió que usara preservativo, cosa que me voló la cabeza y me impidió pensar en otra cosa más que nalguear ese culo y follarlo como un conejo.
Así inicio nuestro turno en el hotel, tres horas cuyos detalles me reservo para otros relatos por una cuestión de tiempo. Esa noche, mientras viajaba en el bus de regreso a casa, tomando una cerveza pensé:
<<Hay malos días, pero a veces la suerte te sonríe>>
Al bajar del bus, una ráfaga de viento, posiblemente proveniente de algún río o del mismo mar, me hizo sonreir.
En estos días la vuelvo a ver, posiblemente para coger porque no para de mandarme fotos que, son para la paja obviamente. Me dijo que pidió una lencería por internet, así que también estoy a la expectativa.
1 comentarios - Un turno, un indicio y un culo para bombear