Quien iba a pensar que aquella mañana, una como otra cualquiera, iba a cambiar mi vida y, sobre todo, mi relación matrimonial. Como todas las mañanas nada más despertar me dirigí a echar mi meada matutina, abrí la puerta del baño y vi como estaba ocupado por mi sobrino que precisamente estaba orinando.
-¡Ah! Perdona –dije y cerré la puerta.
-No pasa nada –dijo él.
-¡Joder! –dije en voz baja cuando la puerta ya estaba cerrada.
Había olvidado completamente que desde hacía pocos días mi sobrino, de 16 años de edad, estaba viviendo con nosotros. Sus padres, o más bien su padre y su madrastra porque su madre había muerto hacía años, lo habían mandado a vivir con nosotros durante un tiempo al parecer por algún problema con él que no me quisieron contar, aunque supongo que sería que no se llevaba bien con su padre y su nueva hermanastra o algo así, lo típico. El caso es que, pese a mi tímida oposición, mi cuñado, el padre de Carlos que así se llamaba el muchacho, había convencido a mi mujer para que se quedase un tiempo con nosotros.
Pero mi expresión de “¡joder!” no fue por haberlo encontrado meando, al fin y al cabo eso le podía pasar a cualquiera, en realidad la expresión o lo que pensé fue “¡joder que verga!”. A mis 35 años puede que no haya visto muchas vergas, al fin y al cabo soy heterosexual y no me voy fijando en esas cosas, pero esa era sin duda la más grande y gorda que había visto en mi vida, incluyendo las películas porno. Le llegaba casi a la rodilla y su grosor era totalmente proporcionado con su longitud, todo ello acompañado con un par de huevos enormes que debían almacenar gran cantidad de leche. Encima Carlos es un chico delgado con lo cual destacaba más esa enorme y desproporcionada reata. La verdad es que sentí cierta envidia por no disponer de semejante aparato. Lo que acababa de ver explicaba muchas cosas, bueno, principalmente explicaba el pedazo de hembra que tenía mi sobrino como novia: una chica 2 años mayor que él, morena, de ojos verdes y de unas medidas espectaculares. A pesar de que mi sobrino no es feo (1’75, moreno, ojos castaños y fibrado) no me explicaba de dónde había sacado a una chica así. Ahora lo entendía todo.
Durante los siguientes días no pude quitarme ese vergón de la cabeza lo que hiciera hacia que me fijara en él más de lo normal. La verdad es que no sé cómo no me había dado cuenta antes, el muchacho marcaba un paquete importante, como si estuviera empalmado, pero después de lo que acababa de ver era evidente que no lo estaba. Pero lo que me llamó la atención de él es que no le quitaba ojo a mi mujer, su tia, echándole unas miradas que no eran normales. Mi mujer sigue siendo una mujer muy atractiva. Tiene 32 años, es rubia, ojos castaños, ni gorda ni demasiado delgada y aproximadamente 1’65 de altura. Lo que más llama la atención de ella son sus tetas, ya que tiene una 100 de busto, y su cara que es bastante dulce, quizás algo aniñada. En fin, que tengo mucha suerte de tener una mujer así y sin duda mi sobrino no era ajeno a sus encantos y en cuanto aparecía solo tenía ojos para ella. Incluso me fije que de vez en cuando se tocaba el paquete y resoplaba cuando ella no se daba cuenta, como diciendo “que ganas tengo de meterte la verga”. Se mostraba bastante cariñoso con ella a pesar de que con el resto de la gente era una persona bastante arisca y siempre le estaba dando besos y abrazos pegándole el paquete a ella más de lo que yo consideraba recomendable, lo cual me empezaba a mosquear, aunque tampoco le daba demasiada importancia.
Lo grave llegó un sábado cualquiera. Recuerdo que era sábado porque era el día que solíamos coincidir los tres en casa. Nuestro sobrino se estaba dando una ducha, mientras yo usaba el ordenador y mi mujer preparaba algo de comer. Me di cuenta de que todas las conversaciones que mi sobrino tenía en el Messenger se quedaban grabadas en el ordenador y me propuse sacar tiempo para curiosearlas a ver si encontraba algo jugoso. De momento me sorprendió el tamaño del archivo de la conversación con su hermanastra: si se llevaban tan mal de qué hablarían tanto. En ese momento mi sobrino llamó a mi mujer desde el baño.
-¡Tía! ¡Tíaaaaa!
-¿Qué pasa Carlos? –gritó mi mujer desde la cocina.
-¿Me puedes traer una toalla?
Mi sentido “arácnido” se disparó ante la posibilidad de que mi mujer viera la verga de mi sobrino. El muy cabrón se las había ingeniado para mostrarle su monstruo ya que yo me había duchado un rato antes y sabía con seguridad que sí había toalla. Vi como mi mujer salía de la cocina e iba al cuarto de baño para llevarle una toalla. Fui corriendo a acercarme a escondidas a ver si oía algo. La puerta del baño se abrió cuando mi mujer llamó:
-Aquí tienes la… -dijo mi mujer que no fue capaz de acabar la frase.
-¿Qué pasa tía?
-Nada, nada. Toma la toalla –contestó bruscamente y cerró la puerta.
Fui de inmediato a cruzarme con mi mujer en el pasillo a ver qué cara tenía y lo que vi no me gustó nada (o sí). Evidentemente a mi mujer le había impactado la verga de mi sobrino tanto o más que a mí ya que pasó a mi lado andando muy despacio casi como si yo no estuviera, sus mejillas estaban coloradas y, lo que más me llamó la atención, sus pezones se notaban bien erectos. Ese cabrón la había excitado solo con enseñárle su verga.
Esa misma noche me encontraba cogiendo con mi mujer. Yo estaba encima de ella clavándola recordando la escena que había ocurrido aquel día. Ella estaba muy excitada pero como ida. Finalmente no pude contenerme y le pregunté mientras no dejaba de cogerla.
-¿En qué piensas?
-En nada, sigue…
-¿Te has dado cuenta de que Carlos te mira mucho?
Ella me miró sorprendida mientras no dejaba de gemir.
-¿En serio? –dijo.
-Sí, me he fijado.
-Mmm –dijo ella-. Bueno, es normal, es la edad…
-Es que estás muy buena –le contesté-. Si yo hubiera tenido una tía como tú…
Yo notaba como los dos estábamos cada vez más calientes.
-¿Sabes qué? – me dijo.
-Dime.
-Hoy le he visto la verga.
-Venga ya –le dije haciéndome el tonto.
-Sí, mmmmm….
-¿Y qué tal?
-La tiene grande.
-¿En serio?
-Siiii….
-¿Muy grande?
-Mmmmmmmmm…
-Contestame, ¿la tiene muy grande?
-Es enoooooorme –gritó a punto del orgasmo.
-¿Te gustaría tenerla dentro?
Mi mujer abrió enormemente los ojos mirándome con sorpresa. Pero no me contestó.
-Dime, ¿no te gustaría?
-¡Estás loco!¡Ah, aaah, sigue…!
Los dos compaginamos en ese momento un orgasmo que no habíamos tenido igual en muchos años. Nos besamos y no volvimos a hablar del tema… de momento.
Al día siguiente me sentía arrepentido de lo que había ocurrido la noche anterior. La excitación del momento me había llevado a hacer preguntas a mi mujer que nunca debería haber hecho, así que decidí olvidar el tema. Allá mi sobrino con su enorme bulto, por mucha verga que tuviera seguía siendo un niño de 16 años que ni en sueños conseguiría cogerse a mi mujer. Eso me repetía a mí mismo una y otra vez, sin embargo no podía olvidar lo que sucedió anoche ni el tamaño del pene de mi sobrino. Además, para qué negarlo, era evidente la excitación de mi esposa. En fin, que aunque era consciente que lo mejor era olvidarlo todo, cuando mi mujer se había ido al trabajo y mi sobrino al instituto me encontré delante del ordenador para curiosear sus conversaciones de Messenger. Abrí la carpeta y vi que había bastantes conversaciones que leer, así que primero decidí ir a poner la lavadora.
En el baño está la cesta de la ropa sucia, la transporté a la cocina, donde está la lavadora y comencé a introducir la ropa hasta que cogí algo que me embarró la mano. Cuando saqué la mano de la cesta vi que lo que me había embarrado era una braga de mi mujer, una braguita negra bastante sexi que mi sobrino, sin duda, había dejado llena de leche. Debía ser reciente, se habría masturbado antes de ir al instituto. La cantidad de semen era brutal, más que mojar las braguitas las había dejado empapadas, pero visto lo visto ya nada me sorprendía de ese muchacho. Era como si todo un grupo de adolescentes se hubiese corrido en la ropa interior de mi mujer, incluso la leche había chorreado manchando otra ropa que había en la cesta. La corrida de mi sobrino pensando en mi mujer debió ser brutal, antológica, verdaderamente le tenía ganas.
Inmediatamente, y con una erección por lo acababa de comprobar, me puse delante del ordenador. Esto que les cuento ocurrió hace unos años así que no esperéis mucho detalle de las conversaciones que leí (ya no tengo acceso a ellas), pero la cosa fue más o menos así: para empezar abrí el archivo de la conversación con su entonces novia (Silvia).
SILVIA: holaaaaaa
Carlos: holaaaaa mi niña
S: ¿qué tal?
C: pues bien, aquí en casa de mis tíos
S: ¿te tratan bien o qué?
C: muy bien, además mi tía cocina de puta madre je, je
S: ¿la quieres mucho a ella no?
C: sí, siempre me he llevado muy bien con ella, desde pequeño
Después de leer esto me alivié un poco. Quizás toda la historia me la había montado yo en mi imaginación y después de todo el cariño de mi sobrino a mi mujer era totalmente fratenal. ¡eran solo imaginaciones mias! Seguí leyendo…
S: ¿y con tu tío?
C: ni bien ni mal, normal
S: ¿es muy pesado?
C: no, lo que pasa es que creo que mi tía se merecería alguien mejor je,je…
S: ja, ja, ja
Será cabrón, pensé. Siguieron hablando de tonterías varias. Al llegar al final de la conversación si encontré algo más interesante.
S: ¿cuándo vas a darme lo mío?
Creo que todos sabemos ya a lo que se refería Silvia y solo pensar en mi sobrino clavándosela a una hembra tan impresionante como Silvia, con su cuerpo escultural y sus ojos verde mar, me la puso durísima. Qué suerte tenía el cabrón. Como el sábado mi mujer y yo íbamos a estar fuera supongo que se verían en nuestra casa para coger sin parar. Me preguntaba si Silvia se tragaría las descomunales corridas de Carlos.
C: pues tengo malas noticias
S: ¿qué pasa?
C: al final mis tíos no se van
S: ¿entonces no podemos quedar en tu casa?
No sé de qué hablaba mi sobrino, sabía perfectamente que sí nos íbamos. Era evidente que algo tramaba.
C: imposible
S: vaya, entonces mejor me voy al pueblo… con las ganas que tenía de sentirla otra vez dentro…
C: lo siento nena, otra vez será
Me puse como loco a buscar en el resto de conversaciones a ver qué coño pensaba hacer mi sobrino el sábado, mientras nosotros estábamos fuera, y que fuese mejor que cogerse a la buenorra de su novia Silvia. Finalmente lo encontré, pero también encontré algo que me incumbía más. No recuerdo el nombre del tipo con el que hablaba, así que llamémosle X, a partir de entonces leer las conversaciones de mi sobrino con X fueron mi entretenimiento semanal y mi fuente diaria de pajas:
X: hola
C: hola
X: soy el del chat
C: ya
X: ¿entonces es verdad lo que contabas?
C: sí
X: ¿tan buena está?
C: a mí me pone un motón
X: ¿tienes foto?
C: sí
Aquí supongo que mi sobrino envió una foto pero en los archivos eso no se quedaba grabado.
X: joder, sí que está buena tu tía
-¡Será cabrón, anda por ahí mandando fotos de mi mujer! –grité.
C: pues imagínate como me tiene viéndola todos los días
X: ¿tienes desnuda?
C: no
X: ¿y qué piensas hacer?
C: cojermela
X: je, je, creo que lo tienes difícil muchacho
C: ¿por?
X: hombre, porque eres su sobrino y un poco peque para ella ¿no? ¿cuántos años tienes?
C: 16, casi 17
X: ¿y ella?
C: 32
X: las treintañeras son calientes, pero te dobla la edad, no creo que lo consigas
C: yo creo que sí
X: je, je, te veo muy seguro
C: porque tengo algo que seguro que le gusta
X: ¿qué pasa? ¿tienes buena verga?
C: 24 cm
-¡Joder! –exclamé
X: no lo creo
C: en serio
X: a ver, enseñala
C: bueno, pero solo un momento, no me gusta enseñársela a hombres
INICIANDO VIDEOLLAMADA
X: joder nene
C: ¿te lo crees ya?
X: vaya monstruo
C: ya
FIN DE VIDEOLLAMADA
X: ¿ella te la ha visto?
C: no
X: enséñasela que seguro que le gusta
C: lo voy a hacer
X: ¿cómo lo harás?
C: hoy cuando me duche me dejaré la toalla fuera y le pediré que me la traiga
X: je, je, que cabrón estás hecho
C: a ver cómo reacciona
X: seguro que le gusta, ¿se la vas a enseñar dura?
C: sí
carajo, pensé, si yo la vi morcillona y me pareció espectacular, es normal la reacción de mi mujer al verla en pleno esplendor.
X: ya me contarás
C: ok
X: ¿desde cuándo no follas?
C: desde el finde pasado, así que este sábado me voy a desquitar
X: ¿tienes novia?
C: sí, pero no he quedado con mi novia
X: ¿con quién entonces?
C: con una amiga suya
X: ¿una amiga de tu novia?
C: sí
X: ja, ja, ja, joder Carlos, eres un cabrón, ¿lo sabías?
C: je, je, ya, es que se ve que mi novia le habló de mi verga y la quiere probar también
X: normal, ojalá la tuviera yo así, tienes un reaton impresionante
C: gracias
X: te mando una foto
C: ¿quién es?
X: mi mujer, ¿qué te parece?
Por mucho que busqué esa foto no la encontré, debió borrarla.
C: no está mal
X: ¿te la cogerías?
C: claro
X: pues eso tenemos que hablarlo Carlos
C: ok
X: me tengo que ir, otro día concretamos, solo una pregunta
C: dime
X: ¿has follado con maduritas?
C: sí
X: ¿cuántas?
C: dos, una vecina y una profesora
-Este niño es un puto semental -dije casi sin darme cuenta.
X: uff, Carlos, que suerte haberte encontrado, hablamos otro día
C: ok, hasta luego
A todo esto yo ya estaba con mi verga en la mano haciéndome una paja de campeonato.
No es tan difícil de encontrar, aunque sí es caro. Me refiero a las microcámaras. En mi ciudad había una tienda (ya la quitaron) llamada “La tienda de los espías” y le hice una visita. Allí compré una microcámara oculta astutamente en un reloj de pared. La razón de tal compra os la podéis imaginar: quería ver en directo a mi sobrino y su verga en acción y saber que ese sábado había quedado con una chica era una oportunidad única. Me preguntaba que amiga de su novia sería, las había visto una vez y algunas estaban realmente buenas.
Mi mujer se extrañó de que viniera a casa con un reloj.
-¿Dónde piensas colocarlo? –me dijo.
-Lo pondré en nuestra habitación -le dije a mi mujer.
El resto de la semana hasta llegar al sábado se me hizo muy largo, por la espera de ver a mi sobrino usando su taladro de broca gorda y por la actitud de él y mi mujer. Estaba empezando a hacer calor y a mi sobrino le dio por andar por casa el resto de la semana solo con unos bóxers bastante ajustados. La intención sin duda era provocar a mi mujer y cuando le llamé la atención para que se pusiera algo su respuesta es que él iba siempre así en verano, que era más cómodo. Ya no solo me fastidiaba de él que marcase su bulto sino que iba a torso descubierto marcando abdominales, que aunque delgado era bastante fibrado, dejando en evidencia mi incipiente barriga cervecera. Mi mujer tampoco era ajena al destape de mi sobrino y también le llamo la atención, sin embargo se mostró mucho más comprensiva que yo.
-Bueno Carlos, si estás más cómodo así no te lo vamos a impedir. Lo importante es que estés bien con nosotros.
-¡Gracias tía! Eres la mejor –contestó él dándole un beso.
Los besos cada vez eran más y más habituales y habían pasado de ser castos besos en la mejilla a prácticamente picos en los labios. Por supuesto mi mujer durante todo el tiempo que mi sobrino iba así por la casa no le quitaba ojo al paquete que marcaba y, es más, aprovechaba para ir por casa también bastante ligera de ropa, con pantaloncitos cortos que dejaban entrever sus nalgas y buenos escotes para que destacasen aun más sus preciosas tetas. Yo presenciaba todo esa evolución en el vestir y en el comportamiento sin dar crédito a mis ojos. Se estaban calentando mutuamente delante de mis narices y no era capaz de hacer nada aparte de escaparme habitualmente al baño a masturbarme fugazmente.
Llegó el sábado. Mi mujer y yo íbamos a una boda. Mi mujer, que había ido a la peluquería y se había puesto sus mejores galas estaba despampanante. Como decía mi sobrino no me la merecía. Cuando mi mujer salió de la habitación ya arreglada mi sobrino fue a hacia ella de nuevo a besarla.
-¡Tía! ¡Qué guapa estás!
-Gracias Carlos.
Llevaba un vestido rojo ceñido que estilizaba su figura (ella sí que había sabido cuidarse) con un escote. Carlos subió sus manos desde las caderas de mi mujer hasta el final del vestido tirando luego del él ligeramente hacía abajo bajándolo casi a la altura de sus pezones.
-Esto no se te caerá ¿no?
-¡Ay Carlos! ¡No seas tonto! –dijo riéndose mi mujer mientras volvía a subirse el vestido-. Pórtate bien ¿vale?
-Sí tía –y volvieron a besarse.
Yo veía la escena con una mueca de media sonrisa mientras pensaba cómo podía tener un sobrino tan descarado y atrevido. Encima mi mujer le festejaba la gracia y no solo eso, mientras salíamos por la puerta me percaté que ella tenía de nuevo los pezones erizados.
Tuve que esperar dos días después de la boda, cuando por fin me quedé solo en casa, para poder ver la grabación de la “cámara reloj”. Pasé a cámara rápida las primeras horas de la grabación, llegué a pensar que al final lo de la amiga de su novia era un farol que se había tirado o que finalmente no usaron mi habitación, pero a las pocas horas él entró de la mano de una chica. La conocía, era una de las amigas de la novia de Carlos que estaba más buena. Desde luego no tenía la figura de su novia pero tenía unas tetas impresionantes.
-¿Vamos a hacerlo aquí? –preguntó ella.
-¿Por qué no? –contestó mientras empezaba a besarla.
Se besaron dulcemente aproximadamente dos minutos, cuando las manos de Carlos comenzaron a actuar cogiéndole el culo a la chica mientras la otra manoseaba uno de sus enormes pechos por encima de la camiseta.
-¡Joder vaya tetas que tienes! –dijo Carlos mientras la besaba más apasionadamente.
Ella se apartó un poco de él y sonriéndole se quitó la camiseta y el sujetador dejando sus pechos al aire. Eran unas tetas perfectas: grandes y firmes y con unos pezones de los más apetecibles. He de reconocer que nunca he probado unas así y el cabrón de mi sobrino con tan solo 16 años ya se las estaba comiendo. Aunque las tetas de mi mujer eran bastante buenas no se podían comparar con las de aquella chica, que debía rondar los 18 años, en tamaño y sobre todo en firmeza.
La lengua y la boca de mi sobrino estaba haciendo un buen trabajo porque la chica empezaba a suspirar y a gemir. Me percaté de que una de las manos de la chica acariciaba el paquete de Carlos.
-Déjame ver si lo que dice Silvia es cierto –dijo agachándose y bajando su bóxer.
La imagen desde mi “cámara reloj” era sencillamente espectacular. En cuanto bajó el bóxer la inmensa verga de mi sobrino salió de él como un resorte apuntando al techo. Si era grande flácida lo que vi se podría calificar como monstruoso, incluso los 24 cm de los que habló en el chat me parecía que se quedaban cortos. La chica solo acertó a decir:
-¡Madre mia!
Y en seguida comenzó a acariciarla y a chuparla como pudo porque sus manos casi no abarcaban ni acertaban a controlar tal herramienta y su boca solo conseguía introducir la cabeza. Creo, por su forma de gemir, que la chica tuvo su primer orgasmo mientras trabajaba la reata de mi sobrino. Tras unos minutos así se desnudaron los dos completamente y empezó el espectáculo de verlos coger. Al principio se la metía con mucho cuidado pero a los 15 minutos ya no tuvo compasión. Las posturas iban cambiando según Carlos sugería ya que la chica no parecía tener voluntad propia con la que le estaba dando. Solo gritaba y gemía teniendo uno y otro orgasmo mientras Carlos aguantaba como un campeón. Finalmente él se puso encima suya y puso sus rabo entre las tetas de ella. Comenzó una cubana brutal en la que la verga de Carlos llegaba hasta la boca de la chica con lo que mientras le pajeaba con sus tremendos pechos podía lamerle la punta del rabo. Por fin el dijo:
-Abre la boca que me voy a correr.
Ella obedeció como una niña buena y los chorros comenzaron a salir. Comprobé que la corrida en las bragas de mi mujer era una corrida normal suya. No paraba de salir leche de aquel pollón de modo que, aparte de la boca, Carlos le llenó la cara a aquella chica.
-¡Dios me va a ahogar!
Miré la hora. Habían trascurrido dos horas y mientras mi sobrino de 16 había aguantado corriéndose una sola vez yo ya me había hecho 3 pajas viéndolos. Los dos se fueron de mi habitación. Escuché el sonido de la ducha y más gemidos, así que supongo que volvió a cogerla allí.
Decidí no quitar la cámara oculta de mi habitación por lo que pudiera pasar en el futuro y decidí que serían necesarias más…
Durante los siguientes días las cosas transcurrieron normales, dentro de la normalidad que mi sobrino había impuesto con su conducta. Seguía yendo en bóxers por casa y mostrándose tremendamente cariñoso con mi mujer, sin escatimar besos, abrazos y algún que otro roce estando yo delante o no, eso daba igual al parecer. Mi mujer era evidente que no se mostraba impasible tal y como se iba recortando su vestimenta a medida que pasaban los días y como sus pezones se endurecían cada vez que Carlos andaba cerca.
Recuerdo que aquel día a mi mujer llevaba un pantaloncito corto que dejaba ver el contorno de sus nalgas y una camiseta de tirantes más escotada de lo normal. Como digo no acostumbraba llevar ese tipo de ropa normalmente pero parece que con mi sobrino en casa había cambiado de actitud. Ese día le tocaba hacer la comida y como sobró carne del día anterior me dijo que aquel día íbamos a comer croquetas.
-Me parece estupendo –le dije.
-¿Te puedo ayudar tía? –dijo Carlos en boxers despatarrado en el sofá marcando con su postura toda su anatomía.
-Claro que sí. ¡Qué bien que te guste cocinar!
-Lo que me gusta es estar contigo.
-¡Ay Carlos! No me halagues y prepárate que hacer croquetas es muy cansado –contestó mi mujer sonrojándose y sin quitarle el ojo al paquete de mi sobrino.
Como los dos se fueron a la cocina aproveché para cotillear de nuevo las conversaciones de Messenger de Carlos.
X: hola Carlos
C: hola, ¿qué tal?
X: bien ¿y tú? ¿alguna novedad con tu tía?
C: ya se la enseñé
X: ¿y qué tal?
C: se quedó embobada, je, je…
X: normal, ¿qué hizo?
C: se quedó con la boca abierta, casi ni podía hablar
X: joder ¿y te hizo algo?
C: no, pero yo creo que porque estaba mi tío en casa, yo creo que le pongo caliente
X: oye, cuéntame algo
C: qué
X: te has follado ya a alguien de tu familia
C: si
X: a quién
C: a dos primas, a mi hermanastra y casi a mi madrastra
¿Su hermanastra y su madrastra? Ahora empezaba a entender porqué lo habían mandado a vivir con nosotros… Mientras leía todo esto no paraba de escuchar risas y murmullos en la cocina. Me acerqué intrigado a ver qué estaba haciendo y vi a mi mujer y mi sobrino jugando con la masa de las croquetas, estaban manchándose mutuamente: las manos, la nariz, las mejillas, el abdomen de Carlos y (a saber cómo había llegado allí) el canalillo de mi mujer.
-Cómo se estan divirtiendo ¿no? –les dije.
-¡Ha empezado ella! –dijo Carlos.
-¡Pero serás mentiroso! –contestó ella poniéndole las manos llena de masa de las croquetas en la cara mientras él intentaba agarrarla por los brazos para impedírselo.
Mientras jugaban no podía evitar fijarme en el bulto de Carlos, cuyo pollón parecía que empezaba a reaccionar y en lo caliente y juguetona que parecía estar mi mujer.
-Bueno, tía. Déjame que te limpie –dijo Carlos y empezó a lamer la cara de mi mujer quitándole lentamente con su lengua la masa de croquetas que tenía en sus ya sonrojadas mejillas.
-¡Serás cerdo! –dijo ella riéndose a carcajadas-.
No podía creer lo que estaba viendo, cogiendo una de las manos de Carlos la llevó a su boca y sin dejar de mirarle a los ojos empezó a chuparle uno de sus dedos. La erección de Carlos ya no se podía disimular de ningún modo mientras yo miraba la escena con una sensación entre excitación y celos. La sensación de dolor, no sé por qué, se concentraba en la paste posterior de la nuca. No podía soportar ver algo así, yo creo que faltaba poco para que se la cogiera allí mismo delante mía, pero justo cuando iba a intervenir llamaron por teléfono y tuve que ir a contestar. La verdad es que ni recuerdo quien era, solo sé que desde el otro auricular alguien me hablaba mientras yo solo ponía oídos a lo que pasaba en la cocina donde se seguían oyendo risas y murmullos, pero de repente los dos se callaron.
-¿Me está usted oyendo? Le pregunto que qué compañía de teléfono tienen contratada.
-Sí, disculpe –dije.
En ese momento escuche en voz alta a mi mujer decir:
-¡Para Carlos! ¡He dicho que pares!
Y la vi pasar veloz por delante del comedor dirección a nuestra habitación donde dio un fuerte portazo. Inmediatamente fui a la cocina a ver qué coño había pasado y me encontré a Carlos intentando esconder una erección de caballo.
-¿Qué ha pasado?
-Na… nada –dijo él dándose la vuelta sin poder ocultar del todo la enorme tienda de campaña.
Luego fui a nuestra habitación. Intenté entrar pero estaba cerrada con el pestillo.
-¿Estás bien? –dije llamando con los nudillos.
-Si… cariño…. –dijo con la voz entrecortada.
-¿Qué ha pasado?
-Nada, que Carlos… me ha manchado de masa de las croquetas la ropa.
Yo estaba flipando. Por la forma de hablar medio jadeante era evidente que se estaba masturbando, como más tarde pude comprobar gracias a la cámara.
-¿Puedo entrar?
-No, en seguida salgo.
Carlos mientras tanto entró en el cuarto de baño y con las prisas no dejó la puerta bien cerrada. Se estaba haciendo una paja de campeonato. Con sus dos manos agarraba su enorme rabo mientras murmuraba:
-Joder, he estado a punto, tengo que cogermela, voy a cogerte tía, qué buena estás…
Una vez visto ese espectáculo eso no me cabía duda: mi sobrino acabaría cogiendose a mi mujer.
Fue a los pocos días siguientes cuando encontré una nueva fuente de información. Teníamos dos teléfonos en casa: uno en el salón y otro en nuestra habitación. Llamaron y yo que estaba en el salón lo cogí mientras que mi mujer lo cogía a la vez en la habitación.
-¿Quién es? –dijo mi mujer, que por cierto se llama Mariel.
-¡Hola! Soy yo, Sara.
-¡Ah! ¡Hola Sara! ¿Qué pasa?
No sé por qué me quedé callado y tapé el auricular despacio para que no me oyeran respirar. Sara era una amiga de mi mujer. Desde que la conozco son uña y carne y no me extrañaba que mi mujer le pudiera contar algo a ella de lo que estaba ocurriendo. Recuerdo que cuando empecé a salir con mi mujer las dos eran el centro de atracción ya que al igual que ella, Sara es bastante atractiva, aunque muy diferente a mi mujer. Sara es morena de ojos verdes y piel blanca, con unas curvas de escándalo, aunque sus tetas son operadas como en cierta ocasión me confesó mi mujer (aunque yo ya lo sospechaba).
S: Pues nada, te llamaba por si querías ir a un tomar café.
C: Que va, no puedo, tengo cita en el dentista.
S: Vaya, ¿te tienen que hacer algo?
M: Nada, es una revisión rutinaria.
Estaba a punto de colgar porque parecía que la conversación no sería de utilidad, pero de repente Sara preguntó:
S: ¿Y como va la cosa con tu sobrino qué?
Me dio un vuelco al corazón. Aunque podía ser una pregunta normal de cómo le iba en nuestra casa yo sabía perfectamente a qué se refería y que mi mujer contestase bajando la voz reafirmó mi sospecha.
M: Uff mujer.
S: ¿Qué?
M: No sé qué hacer.
S: ¿Pero ha pasado algo?
M: Pasado, pasado no, pero porque yo no lo dejé.
S: ¡No me digas! ¡Cuenta, cuenta!
M: El otro día dijo de ayudarme a hacer croquetas y empezamos a jugar a mancharnos con la masa y luego…
S: ¿Y luego? ¿Luego qué?
M: Pues nos quitamos la masa a lametones.
S: ¿Qué? ¿En serio? ¿Pero él a ti o tú a él?
M: Empezó él pero yo le seguí el juego.
S: ¿Y dónde te lamio él?
M: Empezó por la cara y luego yo le chupé sus dedos.
S: ¡Ja, ja, ja! Serás puta. Seguro que lo pusiste a mil.
M: Pues sí, pero no quedo la cosa ahí.
S: ¿Qué más?
M: También me había caído masa en el pecho y el cuello.
S: ¿Y te lamio también ahí?
M: Sí, se comió todo y fue lamiendo y besando mi cuello y se puso detrás mía pegando su pene contra mis nalgas…
S: ¡Dios! Hasta yo me estoy calentando. ¡Ja, ja, ja!
M: Pues luego el peque, ni corto ni perezoso, empezó a sobarme las tetas. Y madre mía… ¡Me puso a mil!
S: ¡Ja, ja, ja! ¿Pero cómo te puede poner tanto ese muchacho?
M: Es que tú no lo conoces… nunca vi nada igual. Aparte está muy bueno.
S: ¿Que tan grande la tiene?
M: Enoooorme. ¿Te acuerdas del cubano del viaje fin de curso?
S: ¡Como no me voy a acordar! ¡Ja, ja, ja!
M: Pues más grande.
S: ¡No puede ser!
M: En serio.
S: ¡Dios mío! ¿Y cuándo me vas a presentar a tu sobrinito? ¡Ja, ja, ja!
M: ¡Ja, ja, ja! Serás puta tú también…
S: Bueno, sigue contándome.
M: Pues acariciaba mis pezones como un experto, quién diría que tiene 16 años… Yo estaba completamente ida, a su merced. Me tenía completamente excitada sintiendo ese vergón en mi trasero. Entonces soltó uno de mis pechos y su mano bajo hacia tú ya sabes dónde.
S: Uff, joder mujer…
M: Pero conseguí reaccionar y tomar el control. Le pedí que parara cuando su mano ya tocaba mi pubis por encima del pantalón. Pero él seguía. Me decía “te voy a coger tía”. Me di la vuelta y le dije enfadada “¡he dicho que pares!” y le di un empujón. Joder, si hubieras visto como la tenía en ese momento… Poco me faltó para quitarle los bóxers y comérsela allí mismo.
S: Yo que tú lo hubiera hecho.
M: Ja, ja, ja… Estás loca. ¡Es mi sobrino! Y tiene 16. Aparte que estaba mi marido en el salón y si nos llega a ver yo creo que le da algo. Eso sí, me tuve que ir a la habitación a dedearme…
S: Ja, ja, ja. Ya. Oye, que tal si voy un día de estos a tu casa y conozco a ese muchacho.
M: Ja, ja, ja. Como quieres, ya sabes que siempre eres bienvenida, pero ni se te ocurra hacer nada con el ¿eh? Que te conozco…
S: Te lo prometo, solo quiero verlo.
M: Bueno, como quieras.
La conversación me había excitado sobremanera así que decidí ver si la cámara de nuestra habitación había grabado algo interesante y tuve suerte, demasiada diría yo. Primero vi a Carlos entrar en nuestra habitación y abrir el cajón donde mi mujer guarda su ropa interior. Empezó a curiosear sus sujetadores, acariciándolos, sintiendo el lugar donde debían estar sus pequeños y a menudo puntiagudos pezones (sobre todo cuando Carlos estaba cerca marcando su cipote). Luego comenzó a ojear sus braguitas y sus tangas. Ella siempre ha cuidado mucho su ropa interior, es coqueta y siempre se lo ha comprado muy sexis. Ni corto ni perezoso y a pesar de que a esa hora mi mujer debía estar en casa se sacó su verga y empezó a masturbarse. ¡Cada día parecía más grande! Por mucho que viera aquella verga no me acostumbraba, era absolutamente desproporcionada a ese muchacho. Se masturbo sin prisas, lentamente acariciando su animal con la ropa interior de mi mujer, que al lado de tremendo monstruo parecía de miniatura. Siguió así durante unos 15 minutos y hasta que aceleró el ritmo y, jadeando, su verga expulsó lo que a mí me parecieron litros de leche. Lo soltó todo encima del cajón de mi mujer, supongo que empapando toda su ropa. Luego volvió a esconder su tranca como pudo en sus ajustados bóxers y se marchó de la habitación. A los pocos minutos entró mi mujer con una toalla envolviendo su cuerpo, era evidente que acababa de salir de la ducha y que mi sobrino había aprovechado el momento en el que ella estaba allí para hacerse esa tremenda puñeta. Dejó caer la toalla dejando ver a sus 32 años, todavía espectacular cuerpo. No me la merecía. Abrió el cajón de su ropa interior y cogió un sujetador para ponérselo. Pensé que se daría cuenta de lo acababa de hacer Manú, pero en ese momento no lo hizo, se dio cuenta una vez ya se había colocado el sujetador. En cuanto lo tuvo colocado puso una cara rara e inmediatamente miro sus pechos, se quitó de nuevo el sujetador y un buen chorro de leche comenzó a chorrear por su teta izquierda. Con un dedo recogió una muestra de la corrida del semental y la olió, sus mejillas se encendieron. Miró a la puerta de la habitación, luego volvió a mirar su dedo manchado de semen y lo chupó, pero todavía había bastante corrida en su teta para que resbalara hasta su pezón y comenzase a gotear cayendo en su abdomen y bajando poco a poco hacía su seguro que ya empapada panocha. La imagen era espectacular. Ella palpó el resto de leche que quedaba en su teta y las restregó por ellas dejándolas brillantes y apetitosas, sus pezones parecían que iban a reventar. Luego rebuscó en su cajón y encontró las braguitas donde parecía que había caído el resto de la corrida, parecía que pesaran de lo empapadas que estaban. Cuando las sacó chorrearon cantidad de leche todavía caliente que pringó de nuevo a mi mujer. Ella solo acertó a decir “madre mía, esto no es normal, ¿cómo puede soltar tanto?”. De nuevo restregó todo el semen contra su cuerpo, sus tetas y por primera vez por su vagina lo que la hizo suspirar. Todo su cuerpo brillaba y su cara seguía roja de la excitación. Lo siguiente que hizo fue ponerse las braguitas, mientras lo hacía no dejaba de tocarse y por sus gemidos era evidente de que había tenido el primer orgasmo, parecía totalmente que en vez de ponerse unas braguitas se la acabaran de clavar. Luego, con ellas puestas y mientras el semen le corría por las piernas siguió tocando su humeda cueva por encima de la prenda mojada que acababa de ponerse. Disfrutaba como nunca, jamás la vi tan excitada. Tenía un orgasmo tras otro mientras yo no dejaba de pajearme viéndo. Seguro que ella imaginaba como mi sobrino le metía su verga sin compasión y luego la inundaba con una corrida como la que acababa de soltar, por lo menos era lo que yo imaginaba. Al poco me corrí no sin sentirme un poco ridículo al ver la cantidad de semen que era capaz de expulsar en comparación con ese semental.
Esa misma tarde, fui nuevamente a la tienda de espiás y adquirí nuevas cámaras. Instalandon una en la salsa, otra en la cocina, una más en el cuarto de baño y una en la habitación de mi sobrino. Sospechaba de los acontecimientos que se avecinaban y no quería perder ningún detalle, el morbo podía más que la rabia de saber que pronto mi sobrino se cogería a mi mujer, sin embargo no esperaba lo que pasaría en los siguientes días.
Al siguiente día, durante el desayuno, pude notar como las miradas de mi sobrino rebasaban el descaro y como mi mujer evitaba todo contacto visual o físico con el y evitaba a toda costa quedarse a solas con su sobrino, sin embargo sus pezones seguían erizados como espinas. Antes de irme a trabajar me asegure de que las cámaras estuvieran en su sitio, después me despedí de mi mujer.
Yo: Me voy al trabajo, ¿tienes planes para hoy?
Mariel: Saldre a hacer las compras para la comida y por la tarde vendrá Sara a tomar un café.
Y: Muy bien querida, que te diviertas entonces. Le dije y la besé en los labios a modo de despedida.
Mi sobrino se había ido temprano, pues tenía que ir a la escuela, iba en bachillerato por aquel entonces y volvía un poco pasado del medio día, por mi parte yo regresaba siempre a las cinco de la tarde, lo que le daba unas cuantas horas en casa con mi mujer, todos los días. Pasé esas jornadas laborales sumamente ansioso, me mataban los celos pero sobre todo la curiosidad y el morbo. Al llegar a casa esa tarde, encontré a mi mujer, sentada en la sala viendo televisión sola, parecía ansiosa y al preguntarle si le pasaba algo respondiéndome que no pasaba nada. Pregunte si había ido su amiga y me respondió que sí, con un tono algo indiferente, pero que ya se había ido, también pregunte por su sobrino, pues me pareció raro no verlo rondando y me dijo que había salido a ver a su novia. No estaba muy satisfecho por su respuesta y decidí revisar las cámaras esa noche. La tarde pasó sin mayores incidentes, mi sobrino regresó un par de horas después de que llegue, dijo que ya había cenado y se fue a dar una ducha, mi mujer parecía seguir ignorándolo y después de cenar se excuso diciendo que estaba cansada y que iría a dormir temprano. Mi sobrino miró algo de televisión y luego dijo que tenía que estudiar y se fue a su habitación. Viendo que me había quedado solo, encendí la computadora y revisé las grabaciones, primero la de la sala, adelante el video, vi como mi mujer entraba a la casa con las bolsas de compras, entrar a la cocina, ir al baño y cambiarse de ropa y cuando el reloj marcaba la una de la tarde, vi como mi mujer se dirigía a la puerta y abría, era su sobrino. Con los dos actores en la escena, detuve el avance rapido y segui la escena. Mi sobrino saludaba a mi mujer bastante cariñoso como siempre, con un abrazo y un beso casi en los labios, pude notar como mientras la abrazaba bajaba las manos y apretaba sus nalgas y lanzaba sus caderas al frente, mi mujer rió y lo empujo, separándose de el y yendo a la cocina, mi sobrino la mira y se soba el paquete, para después ir a su habitación. Luego de un rato, mi sobrino sale de su habitación en boxer, con una erección escandalosa. Se dirige al sillón de la sala y se sienta, al poco rato mi mujer sale de la cocina y le informa que una amiga de ella viene de visita en un momento, por lo que le pedía que se pusiera algo más de ropa, mi sobrino se pone de pie y dice por supuesto que sí tía, lo que tu quieras, estoy para lo que se te ofrezca, nuevamente un abrazo y un nuevo juego de manos, solo que esta vez mi mujer se dejó hacer, le decía a su sobrino que se detuviera pero sin ninguna convicción y sin hacer ningún esfuerzo por separarse de él. Mientras la tenía agarrada empezó a besar su cuello, mi mujer con los ojos cerrados echo la cabeza para atrás, con lo que más que evitar la situación le dejaba el campo libre, mi sobrino había metido la mano en la parte de trasera del short de mi esposa y masajeaba sus nalgas directamente empezando a bajarselos, fue cuando mi mujer trato de recuperar la cordura y empujarlo, solo para encontrarse con que su sobrino la besó el los labios, ya no de manera inocente sino profunda y metiendo toda du lengua en la boca. Estaba totalmente excitado y había empezado a masturbarme, el morbo me invadía y ya no sentía celos, solo quería ver como Carlos se cojia a mi esposa. Notaba como el pene de mi sobrino se escapaba por la parte de arriba de su boxer totalmente erecto, pegandose a su abdomen y frotandose contra la cadera de mi mujer, quien ya no decía nada y se dejaba hacer. En ese momento cuando sobrino tenía las manos metidas en su sexo y la masturbaba con rapidez, se escuchó como tocarón a la puerta. Mi mujer entonces abrió los ojos desmesuradamente y empujo a su sobrino, quien visiblemente frustrado se fue corriendo a su habitación, supongo que pensó que sería yo que regresaba más temprano de lo habitual, mi mujer se acomodo la ropa lo mejor que pudo y fue a ver quien era.
Era su amiga Sara que había acudido a la cita acordada. Sara se veía muy bien, vestía un vestido floreado de una sola pieza que le llegaba a las rodillas. Al entrar, Sara saludó a mi mujer quien lucía visiblemente nerviosa y algo agitada, Sara lo notó y le pregunto si pasaba algo, a lo que mi mujer respondió que no, que todo estaba bien. Luego la hizo pasar a la cocina y se disculpo por un momento, diciendole que se cambiaría de ropa y en un minuto estaría por ella. Sara se sentó en la sala y espero. En ese momento Carlos salió de su cuarto, al menos había hecho caso y se había vestido, más apropiadamente, una playera y unos pantalones hasta la rodilla, aunque claro su bulto aun se podía apreciar claramente. Mi sobrino saludó a Sara atentamente, se presento haciendo gala de su encanto. Sara por su parte lo saludó con un efusivo abrazo y dos besos en las mejillas, diciendo que había escuchado mucho de él y que era un gusto al fin conocerlo. Se sentaron en la sala y conversaron sobre cosas intrascendentes, hasta que mi mujer salió de su cuarto, se había tranquilizado y se veía mejor, también se había puesto ropa más apropiada, unos pantalones pegados y una camisa a cuadros. Luego de pasar un rato conversando en la sala durante el cual mi sobrino posaba de modo que su bulto se notara más, exhibiéndose sin ningún pudor, ante las mujeres que conversaban y por momentos dirigían sus miradas a su bulto, en especial Sara, quien parecía aún más emocionada. Al ver que no pasaba mucho adelante el video, por el resto de la reunión no pasó aparentemente nada, mi mujer preparo café, tiempo durante el cual Sara conversó con mi sobrino y luego de un rato, mi sobrino se excusó y fue al baño.
S: Tenías razón, Mariel, tu sobrino esta buenisimo.
M: Es todo un machote, pero es apenas un muchacho.
S: Ya quisiera yo uno sobrino así, lo que no le haría.
M: jaja, calla que no sabes lo que dices. Casi da miedo quedarse a solas con él.
S: Estoy dispuesta a arriesgarme, si quieres dejame a solas con él un rato y vemos que pasa.
Luego de esto mi sobrino salió del baño y las mujeres cambiaron de tema, luego de un rato, mi mujer salió al baño por un momento. Sara aprovecho ese momento para conversar con mi sobrino, le dijo que era un joven muy guapo y le preguntó si tenía novia y esas cosas, mi sobrino respondió a sus preguntas, al tiempo que se llevaba la mano al bulto ante la atenta mirada de Sara, quien disimuladamente abría las piernas y se inclinaba hacía el para, en apariencia, escucharlo mejor, pero en realidad le mostraba su escote, a lo que mi sobrino respondía acariciándose el bulto, que era cada vez más grande, luego de esto Sara se levantó, tomo su bolsa, sacó una libreta, anoto algo y se lo dio a mi sobrino, quien rápidamente lo metió en su bolsillo, al tiempo que Sara le acariciaba el bulto y mi sobrino subía sus manos por sus piernas, solo fue un momento, pues mi mujer salió del baño y casi los encuentra. De cualquier modo, sospechó algo y su actitud se notó algo molesta a partir de ese momento. Luego de esto, mi sobrino dijo que tenía que salir a ver a su novia y luego de despedirse muy cariñosamente de ambas, se fue. Después de un rato Sara también se despidió de mi mujer. Luego ya no pasó nada interesante, solo mi mujer en su rutina. El restó de las grabaciones no tenían nada interesante.
Era obvio por lo que había visto, que era solo cuestión de tiempo para que mi sobrino se cogiera no solo a mi mujer sino también a su amiga, me mataba la envidia, pero sobre todo la curiosidad y el morbo. Tenía que planear un modo para que pudiera ser testigo de lo que pasaría. Sabía que Sara vivía con su marido y sus hijos, por lo que si mi sobrino y ella iban a encontrarse no lo harían en casa de ella, ademas Sara no se arriesgaría a que la descubrieran, por lo que pensé un modo para dejarles la casa para ellos dos. Al día siguiente era sábado, por lo que le dije a mi mujer que saldríamos a divertirnos ella y yo solos por la noche, durante el día fingí estar ocupado en diferentes cosas, de modo que dejara a mi mujer y su sobrino solos, si alguno de ellos entraba a la sala, me iba a otra habitación, de modo que mi sobrino pudiera asediar a mi mujer. Ya había sido interrumpido en más de una ocasión por lo que debía estar a punto de reventar. Estando en esta situación, tome un baño largo, aproximadamente treinta minutos, y luego entre en mi habitación y me cambie con mucha calma, al salir encontre a mi mujer sentada en la sala, estaba sonrojada y parecía algo ida, le pregunte inocentemente si se sentía mal, me respondió que no y que era mejor que empezara ella también a arreglarse para irnos. Mi sobrino no se veía por ningún lado. Así que mientras mi mujer se recomponía de lo que sea que le hubiera hecho en mi ausencia, me acerque a la habitación de mi sobrino y pude escuchar como se masturbaba recargado contra la puerta. Luego de un rato mi mujer terminó de arreglarse, mi sobrino salió a despedirnos, especialmente a mi mujer, yo los dejé a solas, mientras me hacía tonto limpiando mis zapatos en la cocina. Luego de unos minutos les hable en voz alta y les dí tiempo para separarse o lo que sea, mi sobrino trataba de esconder su erección sentado en el sillón. Le dije que volveríamos tarde y que no nos esperara despierto. Mi sobrino, dijo que no tuviéramos pendiente que el cuidaría la casa. Mi mujer y yo pasamos el día fuera, fuimos a cenar, luego a bailar y despues en lugar de ir a casa, la lleve a un hotel, con la excusa de tener mayor privacidad, durante toda la velada se notaba algo ausente. Mientras teníamos sexo en el hotel se notaba más excitada de lo normal y estaba muy mojada, sin embargo se mordía los labios reprimiéndose, quizás para no gritar el nombre de su sobrino, y mantenía los ojos cerrados, mientras yo la penetraba salvajemente, pensando en como sería cuando finalmente su sobrino la sometiera y la cogiera, mientras pensaba en esto me corrí como pocas veces lo he hecho.
Volvimos a casa poco después de las cuatro de la mañana y nos fuimos directamente a dormir. En mi habitación se podía notar un fuerte aroma a sexo y nuestra cama estaba desacomodada, por lo que supe de inmediato que había pasado. Al día siguiente, busque un momento para revisar los videos. La grabación rebelaba que tan pronto salimos de la casa mi sobrino se dirigía al teléfono, marcaba y decía: tengo la casa libre, ¿vienes? Y luego decía, ok te espero entonces, todo esto mientras se acariciaba la verga sobre el boxer que casi no podía contener la erección. Colgó y se dirigió al baño. Adelante un poco el video, pasados unos cuarenta minutos, se escucha como llaman a la puerta y mi sobrino sale de su habitación, envuelto en una toalla que dejaba ver como se le marcaba el bulto. Abre la puerta y entra Sara, iba vestida con un vestido negro de una sola pieza con escote y calzaba zapatillas, como si fuera a alguna fiesta. Tan pronto cerro la puerta mi sobrino la saludo con un beso de lengua, al tiempo que rodeaba su cintura con uno de sus brazos y con el otro acariciaba sus nalgas. Se luego de unos segundos, mi sobrino le dijo, ven vamos al cuarto de mi tía, dicho esto se colocó detrás de Sara y pegandole la verga al culo la dirigió a la habitación donde duermo con mi esposa.
Al entrar a mi cuarto Sara se sienta en la cama y le dice a mi sobrino, ¿por qué no vamos a tu habitación? A lo que mi sobrino responde, a mi me da más morbo coger aquí. Sara se ríe y dice que tiene cierto morbo coger donde le rompen el culo a su amiga. Mi sobrino no dice nada pero se puede notar como su bulto se tensa bajo la toalla, por lo que la deja caer al suelo. Sara se lleva las manos al rostro, con la boca abierta, parecé no salir de su asombro. La verga de Carlos apunta al frente y como siempre era impresionante. Por lo pronto a la única que le van a romper el culo en esta habitación es a ti, dijo mi sobrino al tiempo que llevaba su mano a la nuca de Sara y esta empezaba a mamar mientras lo miraba a los ojos, al tiempo que acariciaba el resto de su pene con una de sus manos y con la otra se pellizcaba los pezones, la escena era muy morbosa, una mujer hecha y derecha, casada y con hijos, estaba en mi cama mamando la verga de mi sobrino con desesperación, lo más impresionante era como Sara conseguía tragarse una buena parte del pene, pero siempre quedaba más de la mitad afuera. Después de un rato, el rostro de Sara estaba enrojecido, sus ojos estaban llenos de lagrimas, la saliva empezaba a escurrir y su lápiz labial cubría ahora la mitad de la verga de de mi sobrino, por lo que Carlos se la sacó de la boca de un tirón y mientras Sara jala aire, la jalo y la obligó a ponerse de pie y así frente al espejo y dandome una visión perfecta de lo que estaba pasando, la desnudo con un con un movimiento rápido, el vestido de una sola pieza cayó a los pies de Sara, dejando a la vista su par de tetas, grandes y con el pezón azulado, las cuales de inmediato fueron magreadas por mi sobrino al tiempo que besaba a Sara y frotaba su pene contra sus nalgas. Ahora Sara vestía unicamente un tanga negro sumamente sexy, luego de un momento, Carlos arrojó a Sara a mi cama y la hizo abrir las piernas, con un solo movimiento le arrancó le rompió el tanga y se arrojó como perro sediento a la vagina de Sara, quien se limitaba a gemir y a gritar: Siiii, asiiiii, eres un animal, más, no te dengas Carlos. De pronto Sara echo la cabeza para atrás y mientras arqueaba la espalda y parecía que trataba de meter la cabeza de mi sobrino dentro de su panocha, se vino dando grandes gritos, para luego quedar desmadejada en mi cama. Mi sobrino se incorporo y sin avisar ni pedir permiso, de un solo empujón alojó su pene en la vagina de la amiga de mi esposa. Sara abrió los ojos y la boca de manera desmesurada y por un momento no quiso o no pudo decir nada, al tiempo que mi sobrino entraba más y más dentro de ella, finalmente con una voz que era una mezcla de placer y dolor empezó a decir: Siiiii, así, metémela toda, metémela toda. Sin embargo el miembro de mi sobrino aparentemente llegó hasta el fondo y por mucho que Carlos movía sus caderas no parecía poder entrar completo, Carlos empezó a decir: ¿que se siente Sara? A lo que ella respondía, me llenas toda, eres todo un hombre; claro, putita, finalmente te esta cogiendo un hombre de verdad, ¿quien te lo hace mejor tu marido o yo? A lo que Sara respondió de inmediato, Tu me lo haces mejor, eres todo un semental, el mejor culeador que he tenido. Entonces Sara se vino por tercera ocasión, sus piernas rodeaban la cintura de mi sobrino al tiempo que se besaban con una pasión que nunca he visto, Sara estaba totalmente entregada. Luego de un rato cambiaron de posición, ella lo cabalgó un rato, pude notar como sus tetas rebotaban y como mi sobrino demostraba de nuevo todo su aguante, había pasado casi cuarenta minutos resistiendo como un campeón. Luego de un rato, mi sobrino empezó a decir, ya me viene, me voy a correr, ¿donde los quieres puta? Sara respondió, adentro, correte a dentro, preñame, vergudo hijo de puta, a lo que Carlos respondió bombeando salvajemente y tomando fuertemente las tetas de Sara, quien con un grito se corrió por cuarta vez, la cara de mi sobrino indicaba que también se había corrido, estuvieron abrazados y besándose como dos novios un momento y luego mi sobrino se apartó y obligó a Sara a limpiarle la verga con la boca, se dieron un baño, Sara le dijo que no quería despertar sospechas de su marido y que por eso no podía quedarse. Aun desnudo y sobrino acompaño a Sara hasta la puerta y se despidió de ella con un beso de lengua, mientras no dejaban de tocarse el uno al otro, casi parecía que fueran a coger otra vez ahí mismo, pero Sara se resistió y le dijo que otro día quedarían de nuevo, que por hoy la había destrozado y no daba más y se fue. Mi sobrino cerró la puerta y se dirigió de nuevo a nuestra habitación, abrió el cajón de la ropa interior de mi esposa y tomo un tanga negro de encaje y ahí mismo se pajeo dejando completamente empapado el tanga para luego volverlo a colocar en el cajón.
-¡Ah! Perdona –dije y cerré la puerta.
-No pasa nada –dijo él.
-¡Joder! –dije en voz baja cuando la puerta ya estaba cerrada.
Había olvidado completamente que desde hacía pocos días mi sobrino, de 16 años de edad, estaba viviendo con nosotros. Sus padres, o más bien su padre y su madrastra porque su madre había muerto hacía años, lo habían mandado a vivir con nosotros durante un tiempo al parecer por algún problema con él que no me quisieron contar, aunque supongo que sería que no se llevaba bien con su padre y su nueva hermanastra o algo así, lo típico. El caso es que, pese a mi tímida oposición, mi cuñado, el padre de Carlos que así se llamaba el muchacho, había convencido a mi mujer para que se quedase un tiempo con nosotros.
Pero mi expresión de “¡joder!” no fue por haberlo encontrado meando, al fin y al cabo eso le podía pasar a cualquiera, en realidad la expresión o lo que pensé fue “¡joder que verga!”. A mis 35 años puede que no haya visto muchas vergas, al fin y al cabo soy heterosexual y no me voy fijando en esas cosas, pero esa era sin duda la más grande y gorda que había visto en mi vida, incluyendo las películas porno. Le llegaba casi a la rodilla y su grosor era totalmente proporcionado con su longitud, todo ello acompañado con un par de huevos enormes que debían almacenar gran cantidad de leche. Encima Carlos es un chico delgado con lo cual destacaba más esa enorme y desproporcionada reata. La verdad es que sentí cierta envidia por no disponer de semejante aparato. Lo que acababa de ver explicaba muchas cosas, bueno, principalmente explicaba el pedazo de hembra que tenía mi sobrino como novia: una chica 2 años mayor que él, morena, de ojos verdes y de unas medidas espectaculares. A pesar de que mi sobrino no es feo (1’75, moreno, ojos castaños y fibrado) no me explicaba de dónde había sacado a una chica así. Ahora lo entendía todo.
Durante los siguientes días no pude quitarme ese vergón de la cabeza lo que hiciera hacia que me fijara en él más de lo normal. La verdad es que no sé cómo no me había dado cuenta antes, el muchacho marcaba un paquete importante, como si estuviera empalmado, pero después de lo que acababa de ver era evidente que no lo estaba. Pero lo que me llamó la atención de él es que no le quitaba ojo a mi mujer, su tia, echándole unas miradas que no eran normales. Mi mujer sigue siendo una mujer muy atractiva. Tiene 32 años, es rubia, ojos castaños, ni gorda ni demasiado delgada y aproximadamente 1’65 de altura. Lo que más llama la atención de ella son sus tetas, ya que tiene una 100 de busto, y su cara que es bastante dulce, quizás algo aniñada. En fin, que tengo mucha suerte de tener una mujer así y sin duda mi sobrino no era ajeno a sus encantos y en cuanto aparecía solo tenía ojos para ella. Incluso me fije que de vez en cuando se tocaba el paquete y resoplaba cuando ella no se daba cuenta, como diciendo “que ganas tengo de meterte la verga”. Se mostraba bastante cariñoso con ella a pesar de que con el resto de la gente era una persona bastante arisca y siempre le estaba dando besos y abrazos pegándole el paquete a ella más de lo que yo consideraba recomendable, lo cual me empezaba a mosquear, aunque tampoco le daba demasiada importancia.
Lo grave llegó un sábado cualquiera. Recuerdo que era sábado porque era el día que solíamos coincidir los tres en casa. Nuestro sobrino se estaba dando una ducha, mientras yo usaba el ordenador y mi mujer preparaba algo de comer. Me di cuenta de que todas las conversaciones que mi sobrino tenía en el Messenger se quedaban grabadas en el ordenador y me propuse sacar tiempo para curiosearlas a ver si encontraba algo jugoso. De momento me sorprendió el tamaño del archivo de la conversación con su hermanastra: si se llevaban tan mal de qué hablarían tanto. En ese momento mi sobrino llamó a mi mujer desde el baño.
-¡Tía! ¡Tíaaaaa!
-¿Qué pasa Carlos? –gritó mi mujer desde la cocina.
-¿Me puedes traer una toalla?
Mi sentido “arácnido” se disparó ante la posibilidad de que mi mujer viera la verga de mi sobrino. El muy cabrón se las había ingeniado para mostrarle su monstruo ya que yo me había duchado un rato antes y sabía con seguridad que sí había toalla. Vi como mi mujer salía de la cocina e iba al cuarto de baño para llevarle una toalla. Fui corriendo a acercarme a escondidas a ver si oía algo. La puerta del baño se abrió cuando mi mujer llamó:
-Aquí tienes la… -dijo mi mujer que no fue capaz de acabar la frase.
-¿Qué pasa tía?
-Nada, nada. Toma la toalla –contestó bruscamente y cerró la puerta.
Fui de inmediato a cruzarme con mi mujer en el pasillo a ver qué cara tenía y lo que vi no me gustó nada (o sí). Evidentemente a mi mujer le había impactado la verga de mi sobrino tanto o más que a mí ya que pasó a mi lado andando muy despacio casi como si yo no estuviera, sus mejillas estaban coloradas y, lo que más me llamó la atención, sus pezones se notaban bien erectos. Ese cabrón la había excitado solo con enseñárle su verga.
Esa misma noche me encontraba cogiendo con mi mujer. Yo estaba encima de ella clavándola recordando la escena que había ocurrido aquel día. Ella estaba muy excitada pero como ida. Finalmente no pude contenerme y le pregunté mientras no dejaba de cogerla.
-¿En qué piensas?
-En nada, sigue…
-¿Te has dado cuenta de que Carlos te mira mucho?
Ella me miró sorprendida mientras no dejaba de gemir.
-¿En serio? –dijo.
-Sí, me he fijado.
-Mmm –dijo ella-. Bueno, es normal, es la edad…
-Es que estás muy buena –le contesté-. Si yo hubiera tenido una tía como tú…
Yo notaba como los dos estábamos cada vez más calientes.
-¿Sabes qué? – me dijo.
-Dime.
-Hoy le he visto la verga.
-Venga ya –le dije haciéndome el tonto.
-Sí, mmmmm….
-¿Y qué tal?
-La tiene grande.
-¿En serio?
-Siiii….
-¿Muy grande?
-Mmmmmmmmm…
-Contestame, ¿la tiene muy grande?
-Es enoooooorme –gritó a punto del orgasmo.
-¿Te gustaría tenerla dentro?
Mi mujer abrió enormemente los ojos mirándome con sorpresa. Pero no me contestó.
-Dime, ¿no te gustaría?
-¡Estás loco!¡Ah, aaah, sigue…!
Los dos compaginamos en ese momento un orgasmo que no habíamos tenido igual en muchos años. Nos besamos y no volvimos a hablar del tema… de momento.
Al día siguiente me sentía arrepentido de lo que había ocurrido la noche anterior. La excitación del momento me había llevado a hacer preguntas a mi mujer que nunca debería haber hecho, así que decidí olvidar el tema. Allá mi sobrino con su enorme bulto, por mucha verga que tuviera seguía siendo un niño de 16 años que ni en sueños conseguiría cogerse a mi mujer. Eso me repetía a mí mismo una y otra vez, sin embargo no podía olvidar lo que sucedió anoche ni el tamaño del pene de mi sobrino. Además, para qué negarlo, era evidente la excitación de mi esposa. En fin, que aunque era consciente que lo mejor era olvidarlo todo, cuando mi mujer se había ido al trabajo y mi sobrino al instituto me encontré delante del ordenador para curiosear sus conversaciones de Messenger. Abrí la carpeta y vi que había bastantes conversaciones que leer, así que primero decidí ir a poner la lavadora.
En el baño está la cesta de la ropa sucia, la transporté a la cocina, donde está la lavadora y comencé a introducir la ropa hasta que cogí algo que me embarró la mano. Cuando saqué la mano de la cesta vi que lo que me había embarrado era una braga de mi mujer, una braguita negra bastante sexi que mi sobrino, sin duda, había dejado llena de leche. Debía ser reciente, se habría masturbado antes de ir al instituto. La cantidad de semen era brutal, más que mojar las braguitas las había dejado empapadas, pero visto lo visto ya nada me sorprendía de ese muchacho. Era como si todo un grupo de adolescentes se hubiese corrido en la ropa interior de mi mujer, incluso la leche había chorreado manchando otra ropa que había en la cesta. La corrida de mi sobrino pensando en mi mujer debió ser brutal, antológica, verdaderamente le tenía ganas.
Inmediatamente, y con una erección por lo acababa de comprobar, me puse delante del ordenador. Esto que les cuento ocurrió hace unos años así que no esperéis mucho detalle de las conversaciones que leí (ya no tengo acceso a ellas), pero la cosa fue más o menos así: para empezar abrí el archivo de la conversación con su entonces novia (Silvia).
SILVIA: holaaaaaa
Carlos: holaaaaa mi niña
S: ¿qué tal?
C: pues bien, aquí en casa de mis tíos
S: ¿te tratan bien o qué?
C: muy bien, además mi tía cocina de puta madre je, je
S: ¿la quieres mucho a ella no?
C: sí, siempre me he llevado muy bien con ella, desde pequeño
Después de leer esto me alivié un poco. Quizás toda la historia me la había montado yo en mi imaginación y después de todo el cariño de mi sobrino a mi mujer era totalmente fratenal. ¡eran solo imaginaciones mias! Seguí leyendo…
S: ¿y con tu tío?
C: ni bien ni mal, normal
S: ¿es muy pesado?
C: no, lo que pasa es que creo que mi tía se merecería alguien mejor je,je…
S: ja, ja, ja
Será cabrón, pensé. Siguieron hablando de tonterías varias. Al llegar al final de la conversación si encontré algo más interesante.
S: ¿cuándo vas a darme lo mío?
Creo que todos sabemos ya a lo que se refería Silvia y solo pensar en mi sobrino clavándosela a una hembra tan impresionante como Silvia, con su cuerpo escultural y sus ojos verde mar, me la puso durísima. Qué suerte tenía el cabrón. Como el sábado mi mujer y yo íbamos a estar fuera supongo que se verían en nuestra casa para coger sin parar. Me preguntaba si Silvia se tragaría las descomunales corridas de Carlos.
C: pues tengo malas noticias
S: ¿qué pasa?
C: al final mis tíos no se van
S: ¿entonces no podemos quedar en tu casa?
No sé de qué hablaba mi sobrino, sabía perfectamente que sí nos íbamos. Era evidente que algo tramaba.
C: imposible
S: vaya, entonces mejor me voy al pueblo… con las ganas que tenía de sentirla otra vez dentro…
C: lo siento nena, otra vez será
Me puse como loco a buscar en el resto de conversaciones a ver qué coño pensaba hacer mi sobrino el sábado, mientras nosotros estábamos fuera, y que fuese mejor que cogerse a la buenorra de su novia Silvia. Finalmente lo encontré, pero también encontré algo que me incumbía más. No recuerdo el nombre del tipo con el que hablaba, así que llamémosle X, a partir de entonces leer las conversaciones de mi sobrino con X fueron mi entretenimiento semanal y mi fuente diaria de pajas:
X: hola
C: hola
X: soy el del chat
C: ya
X: ¿entonces es verdad lo que contabas?
C: sí
X: ¿tan buena está?
C: a mí me pone un motón
X: ¿tienes foto?
C: sí
Aquí supongo que mi sobrino envió una foto pero en los archivos eso no se quedaba grabado.
X: joder, sí que está buena tu tía
-¡Será cabrón, anda por ahí mandando fotos de mi mujer! –grité.
C: pues imagínate como me tiene viéndola todos los días
X: ¿tienes desnuda?
C: no
X: ¿y qué piensas hacer?
C: cojermela
X: je, je, creo que lo tienes difícil muchacho
C: ¿por?
X: hombre, porque eres su sobrino y un poco peque para ella ¿no? ¿cuántos años tienes?
C: 16, casi 17
X: ¿y ella?
C: 32
X: las treintañeras son calientes, pero te dobla la edad, no creo que lo consigas
C: yo creo que sí
X: je, je, te veo muy seguro
C: porque tengo algo que seguro que le gusta
X: ¿qué pasa? ¿tienes buena verga?
C: 24 cm
-¡Joder! –exclamé
X: no lo creo
C: en serio
X: a ver, enseñala
C: bueno, pero solo un momento, no me gusta enseñársela a hombres
INICIANDO VIDEOLLAMADA
X: joder nene
C: ¿te lo crees ya?
X: vaya monstruo
C: ya
FIN DE VIDEOLLAMADA
X: ¿ella te la ha visto?
C: no
X: enséñasela que seguro que le gusta
C: lo voy a hacer
X: ¿cómo lo harás?
C: hoy cuando me duche me dejaré la toalla fuera y le pediré que me la traiga
X: je, je, que cabrón estás hecho
C: a ver cómo reacciona
X: seguro que le gusta, ¿se la vas a enseñar dura?
C: sí
carajo, pensé, si yo la vi morcillona y me pareció espectacular, es normal la reacción de mi mujer al verla en pleno esplendor.
X: ya me contarás
C: ok
X: ¿desde cuándo no follas?
C: desde el finde pasado, así que este sábado me voy a desquitar
X: ¿tienes novia?
C: sí, pero no he quedado con mi novia
X: ¿con quién entonces?
C: con una amiga suya
X: ¿una amiga de tu novia?
C: sí
X: ja, ja, ja, joder Carlos, eres un cabrón, ¿lo sabías?
C: je, je, ya, es que se ve que mi novia le habló de mi verga y la quiere probar también
X: normal, ojalá la tuviera yo así, tienes un reaton impresionante
C: gracias
X: te mando una foto
C: ¿quién es?
X: mi mujer, ¿qué te parece?
Por mucho que busqué esa foto no la encontré, debió borrarla.
C: no está mal
X: ¿te la cogerías?
C: claro
X: pues eso tenemos que hablarlo Carlos
C: ok
X: me tengo que ir, otro día concretamos, solo una pregunta
C: dime
X: ¿has follado con maduritas?
C: sí
X: ¿cuántas?
C: dos, una vecina y una profesora
-Este niño es un puto semental -dije casi sin darme cuenta.
X: uff, Carlos, que suerte haberte encontrado, hablamos otro día
C: ok, hasta luego
A todo esto yo ya estaba con mi verga en la mano haciéndome una paja de campeonato.
No es tan difícil de encontrar, aunque sí es caro. Me refiero a las microcámaras. En mi ciudad había una tienda (ya la quitaron) llamada “La tienda de los espías” y le hice una visita. Allí compré una microcámara oculta astutamente en un reloj de pared. La razón de tal compra os la podéis imaginar: quería ver en directo a mi sobrino y su verga en acción y saber que ese sábado había quedado con una chica era una oportunidad única. Me preguntaba que amiga de su novia sería, las había visto una vez y algunas estaban realmente buenas.
Mi mujer se extrañó de que viniera a casa con un reloj.
-¿Dónde piensas colocarlo? –me dijo.
-Lo pondré en nuestra habitación -le dije a mi mujer.
El resto de la semana hasta llegar al sábado se me hizo muy largo, por la espera de ver a mi sobrino usando su taladro de broca gorda y por la actitud de él y mi mujer. Estaba empezando a hacer calor y a mi sobrino le dio por andar por casa el resto de la semana solo con unos bóxers bastante ajustados. La intención sin duda era provocar a mi mujer y cuando le llamé la atención para que se pusiera algo su respuesta es que él iba siempre así en verano, que era más cómodo. Ya no solo me fastidiaba de él que marcase su bulto sino que iba a torso descubierto marcando abdominales, que aunque delgado era bastante fibrado, dejando en evidencia mi incipiente barriga cervecera. Mi mujer tampoco era ajena al destape de mi sobrino y también le llamo la atención, sin embargo se mostró mucho más comprensiva que yo.
-Bueno Carlos, si estás más cómodo así no te lo vamos a impedir. Lo importante es que estés bien con nosotros.
-¡Gracias tía! Eres la mejor –contestó él dándole un beso.
Los besos cada vez eran más y más habituales y habían pasado de ser castos besos en la mejilla a prácticamente picos en los labios. Por supuesto mi mujer durante todo el tiempo que mi sobrino iba así por la casa no le quitaba ojo al paquete que marcaba y, es más, aprovechaba para ir por casa también bastante ligera de ropa, con pantaloncitos cortos que dejaban entrever sus nalgas y buenos escotes para que destacasen aun más sus preciosas tetas. Yo presenciaba todo esa evolución en el vestir y en el comportamiento sin dar crédito a mis ojos. Se estaban calentando mutuamente delante de mis narices y no era capaz de hacer nada aparte de escaparme habitualmente al baño a masturbarme fugazmente.
Llegó el sábado. Mi mujer y yo íbamos a una boda. Mi mujer, que había ido a la peluquería y se había puesto sus mejores galas estaba despampanante. Como decía mi sobrino no me la merecía. Cuando mi mujer salió de la habitación ya arreglada mi sobrino fue a hacia ella de nuevo a besarla.
-¡Tía! ¡Qué guapa estás!
-Gracias Carlos.
Llevaba un vestido rojo ceñido que estilizaba su figura (ella sí que había sabido cuidarse) con un escote. Carlos subió sus manos desde las caderas de mi mujer hasta el final del vestido tirando luego del él ligeramente hacía abajo bajándolo casi a la altura de sus pezones.
-Esto no se te caerá ¿no?
-¡Ay Carlos! ¡No seas tonto! –dijo riéndose mi mujer mientras volvía a subirse el vestido-. Pórtate bien ¿vale?
-Sí tía –y volvieron a besarse.
Yo veía la escena con una mueca de media sonrisa mientras pensaba cómo podía tener un sobrino tan descarado y atrevido. Encima mi mujer le festejaba la gracia y no solo eso, mientras salíamos por la puerta me percaté que ella tenía de nuevo los pezones erizados.
Tuve que esperar dos días después de la boda, cuando por fin me quedé solo en casa, para poder ver la grabación de la “cámara reloj”. Pasé a cámara rápida las primeras horas de la grabación, llegué a pensar que al final lo de la amiga de su novia era un farol que se había tirado o que finalmente no usaron mi habitación, pero a las pocas horas él entró de la mano de una chica. La conocía, era una de las amigas de la novia de Carlos que estaba más buena. Desde luego no tenía la figura de su novia pero tenía unas tetas impresionantes.
-¿Vamos a hacerlo aquí? –preguntó ella.
-¿Por qué no? –contestó mientras empezaba a besarla.
Se besaron dulcemente aproximadamente dos minutos, cuando las manos de Carlos comenzaron a actuar cogiéndole el culo a la chica mientras la otra manoseaba uno de sus enormes pechos por encima de la camiseta.
-¡Joder vaya tetas que tienes! –dijo Carlos mientras la besaba más apasionadamente.
Ella se apartó un poco de él y sonriéndole se quitó la camiseta y el sujetador dejando sus pechos al aire. Eran unas tetas perfectas: grandes y firmes y con unos pezones de los más apetecibles. He de reconocer que nunca he probado unas así y el cabrón de mi sobrino con tan solo 16 años ya se las estaba comiendo. Aunque las tetas de mi mujer eran bastante buenas no se podían comparar con las de aquella chica, que debía rondar los 18 años, en tamaño y sobre todo en firmeza.
La lengua y la boca de mi sobrino estaba haciendo un buen trabajo porque la chica empezaba a suspirar y a gemir. Me percaté de que una de las manos de la chica acariciaba el paquete de Carlos.
-Déjame ver si lo que dice Silvia es cierto –dijo agachándose y bajando su bóxer.
La imagen desde mi “cámara reloj” era sencillamente espectacular. En cuanto bajó el bóxer la inmensa verga de mi sobrino salió de él como un resorte apuntando al techo. Si era grande flácida lo que vi se podría calificar como monstruoso, incluso los 24 cm de los que habló en el chat me parecía que se quedaban cortos. La chica solo acertó a decir:
-¡Madre mia!
Y en seguida comenzó a acariciarla y a chuparla como pudo porque sus manos casi no abarcaban ni acertaban a controlar tal herramienta y su boca solo conseguía introducir la cabeza. Creo, por su forma de gemir, que la chica tuvo su primer orgasmo mientras trabajaba la reata de mi sobrino. Tras unos minutos así se desnudaron los dos completamente y empezó el espectáculo de verlos coger. Al principio se la metía con mucho cuidado pero a los 15 minutos ya no tuvo compasión. Las posturas iban cambiando según Carlos sugería ya que la chica no parecía tener voluntad propia con la que le estaba dando. Solo gritaba y gemía teniendo uno y otro orgasmo mientras Carlos aguantaba como un campeón. Finalmente él se puso encima suya y puso sus rabo entre las tetas de ella. Comenzó una cubana brutal en la que la verga de Carlos llegaba hasta la boca de la chica con lo que mientras le pajeaba con sus tremendos pechos podía lamerle la punta del rabo. Por fin el dijo:
-Abre la boca que me voy a correr.
Ella obedeció como una niña buena y los chorros comenzaron a salir. Comprobé que la corrida en las bragas de mi mujer era una corrida normal suya. No paraba de salir leche de aquel pollón de modo que, aparte de la boca, Carlos le llenó la cara a aquella chica.
-¡Dios me va a ahogar!
Miré la hora. Habían trascurrido dos horas y mientras mi sobrino de 16 había aguantado corriéndose una sola vez yo ya me había hecho 3 pajas viéndolos. Los dos se fueron de mi habitación. Escuché el sonido de la ducha y más gemidos, así que supongo que volvió a cogerla allí.
Decidí no quitar la cámara oculta de mi habitación por lo que pudiera pasar en el futuro y decidí que serían necesarias más…
Durante los siguientes días las cosas transcurrieron normales, dentro de la normalidad que mi sobrino había impuesto con su conducta. Seguía yendo en bóxers por casa y mostrándose tremendamente cariñoso con mi mujer, sin escatimar besos, abrazos y algún que otro roce estando yo delante o no, eso daba igual al parecer. Mi mujer era evidente que no se mostraba impasible tal y como se iba recortando su vestimenta a medida que pasaban los días y como sus pezones se endurecían cada vez que Carlos andaba cerca.
Recuerdo que aquel día a mi mujer llevaba un pantaloncito corto que dejaba ver el contorno de sus nalgas y una camiseta de tirantes más escotada de lo normal. Como digo no acostumbraba llevar ese tipo de ropa normalmente pero parece que con mi sobrino en casa había cambiado de actitud. Ese día le tocaba hacer la comida y como sobró carne del día anterior me dijo que aquel día íbamos a comer croquetas.
-Me parece estupendo –le dije.
-¿Te puedo ayudar tía? –dijo Carlos en boxers despatarrado en el sofá marcando con su postura toda su anatomía.
-Claro que sí. ¡Qué bien que te guste cocinar!
-Lo que me gusta es estar contigo.
-¡Ay Carlos! No me halagues y prepárate que hacer croquetas es muy cansado –contestó mi mujer sonrojándose y sin quitarle el ojo al paquete de mi sobrino.
Como los dos se fueron a la cocina aproveché para cotillear de nuevo las conversaciones de Messenger de Carlos.
X: hola Carlos
C: hola, ¿qué tal?
X: bien ¿y tú? ¿alguna novedad con tu tía?
C: ya se la enseñé
X: ¿y qué tal?
C: se quedó embobada, je, je…
X: normal, ¿qué hizo?
C: se quedó con la boca abierta, casi ni podía hablar
X: joder ¿y te hizo algo?
C: no, pero yo creo que porque estaba mi tío en casa, yo creo que le pongo caliente
X: oye, cuéntame algo
C: qué
X: te has follado ya a alguien de tu familia
C: si
X: a quién
C: a dos primas, a mi hermanastra y casi a mi madrastra
¿Su hermanastra y su madrastra? Ahora empezaba a entender porqué lo habían mandado a vivir con nosotros… Mientras leía todo esto no paraba de escuchar risas y murmullos en la cocina. Me acerqué intrigado a ver qué estaba haciendo y vi a mi mujer y mi sobrino jugando con la masa de las croquetas, estaban manchándose mutuamente: las manos, la nariz, las mejillas, el abdomen de Carlos y (a saber cómo había llegado allí) el canalillo de mi mujer.
-Cómo se estan divirtiendo ¿no? –les dije.
-¡Ha empezado ella! –dijo Carlos.
-¡Pero serás mentiroso! –contestó ella poniéndole las manos llena de masa de las croquetas en la cara mientras él intentaba agarrarla por los brazos para impedírselo.
Mientras jugaban no podía evitar fijarme en el bulto de Carlos, cuyo pollón parecía que empezaba a reaccionar y en lo caliente y juguetona que parecía estar mi mujer.
-Bueno, tía. Déjame que te limpie –dijo Carlos y empezó a lamer la cara de mi mujer quitándole lentamente con su lengua la masa de croquetas que tenía en sus ya sonrojadas mejillas.
-¡Serás cerdo! –dijo ella riéndose a carcajadas-.
No podía creer lo que estaba viendo, cogiendo una de las manos de Carlos la llevó a su boca y sin dejar de mirarle a los ojos empezó a chuparle uno de sus dedos. La erección de Carlos ya no se podía disimular de ningún modo mientras yo miraba la escena con una sensación entre excitación y celos. La sensación de dolor, no sé por qué, se concentraba en la paste posterior de la nuca. No podía soportar ver algo así, yo creo que faltaba poco para que se la cogiera allí mismo delante mía, pero justo cuando iba a intervenir llamaron por teléfono y tuve que ir a contestar. La verdad es que ni recuerdo quien era, solo sé que desde el otro auricular alguien me hablaba mientras yo solo ponía oídos a lo que pasaba en la cocina donde se seguían oyendo risas y murmullos, pero de repente los dos se callaron.
-¿Me está usted oyendo? Le pregunto que qué compañía de teléfono tienen contratada.
-Sí, disculpe –dije.
En ese momento escuche en voz alta a mi mujer decir:
-¡Para Carlos! ¡He dicho que pares!
Y la vi pasar veloz por delante del comedor dirección a nuestra habitación donde dio un fuerte portazo. Inmediatamente fui a la cocina a ver qué coño había pasado y me encontré a Carlos intentando esconder una erección de caballo.
-¿Qué ha pasado?
-Na… nada –dijo él dándose la vuelta sin poder ocultar del todo la enorme tienda de campaña.
Luego fui a nuestra habitación. Intenté entrar pero estaba cerrada con el pestillo.
-¿Estás bien? –dije llamando con los nudillos.
-Si… cariño…. –dijo con la voz entrecortada.
-¿Qué ha pasado?
-Nada, que Carlos… me ha manchado de masa de las croquetas la ropa.
Yo estaba flipando. Por la forma de hablar medio jadeante era evidente que se estaba masturbando, como más tarde pude comprobar gracias a la cámara.
-¿Puedo entrar?
-No, en seguida salgo.
Carlos mientras tanto entró en el cuarto de baño y con las prisas no dejó la puerta bien cerrada. Se estaba haciendo una paja de campeonato. Con sus dos manos agarraba su enorme rabo mientras murmuraba:
-Joder, he estado a punto, tengo que cogermela, voy a cogerte tía, qué buena estás…
Una vez visto ese espectáculo eso no me cabía duda: mi sobrino acabaría cogiendose a mi mujer.
Fue a los pocos días siguientes cuando encontré una nueva fuente de información. Teníamos dos teléfonos en casa: uno en el salón y otro en nuestra habitación. Llamaron y yo que estaba en el salón lo cogí mientras que mi mujer lo cogía a la vez en la habitación.
-¿Quién es? –dijo mi mujer, que por cierto se llama Mariel.
-¡Hola! Soy yo, Sara.
-¡Ah! ¡Hola Sara! ¿Qué pasa?
No sé por qué me quedé callado y tapé el auricular despacio para que no me oyeran respirar. Sara era una amiga de mi mujer. Desde que la conozco son uña y carne y no me extrañaba que mi mujer le pudiera contar algo a ella de lo que estaba ocurriendo. Recuerdo que cuando empecé a salir con mi mujer las dos eran el centro de atracción ya que al igual que ella, Sara es bastante atractiva, aunque muy diferente a mi mujer. Sara es morena de ojos verdes y piel blanca, con unas curvas de escándalo, aunque sus tetas son operadas como en cierta ocasión me confesó mi mujer (aunque yo ya lo sospechaba).
S: Pues nada, te llamaba por si querías ir a un tomar café.
C: Que va, no puedo, tengo cita en el dentista.
S: Vaya, ¿te tienen que hacer algo?
M: Nada, es una revisión rutinaria.
Estaba a punto de colgar porque parecía que la conversación no sería de utilidad, pero de repente Sara preguntó:
S: ¿Y como va la cosa con tu sobrino qué?
Me dio un vuelco al corazón. Aunque podía ser una pregunta normal de cómo le iba en nuestra casa yo sabía perfectamente a qué se refería y que mi mujer contestase bajando la voz reafirmó mi sospecha.
M: Uff mujer.
S: ¿Qué?
M: No sé qué hacer.
S: ¿Pero ha pasado algo?
M: Pasado, pasado no, pero porque yo no lo dejé.
S: ¡No me digas! ¡Cuenta, cuenta!
M: El otro día dijo de ayudarme a hacer croquetas y empezamos a jugar a mancharnos con la masa y luego…
S: ¿Y luego? ¿Luego qué?
M: Pues nos quitamos la masa a lametones.
S: ¿Qué? ¿En serio? ¿Pero él a ti o tú a él?
M: Empezó él pero yo le seguí el juego.
S: ¿Y dónde te lamio él?
M: Empezó por la cara y luego yo le chupé sus dedos.
S: ¡Ja, ja, ja! Serás puta. Seguro que lo pusiste a mil.
M: Pues sí, pero no quedo la cosa ahí.
S: ¿Qué más?
M: También me había caído masa en el pecho y el cuello.
S: ¿Y te lamio también ahí?
M: Sí, se comió todo y fue lamiendo y besando mi cuello y se puso detrás mía pegando su pene contra mis nalgas…
S: ¡Dios! Hasta yo me estoy calentando. ¡Ja, ja, ja!
M: Pues luego el peque, ni corto ni perezoso, empezó a sobarme las tetas. Y madre mía… ¡Me puso a mil!
S: ¡Ja, ja, ja! ¿Pero cómo te puede poner tanto ese muchacho?
M: Es que tú no lo conoces… nunca vi nada igual. Aparte está muy bueno.
S: ¿Que tan grande la tiene?
M: Enoooorme. ¿Te acuerdas del cubano del viaje fin de curso?
S: ¡Como no me voy a acordar! ¡Ja, ja, ja!
M: Pues más grande.
S: ¡No puede ser!
M: En serio.
S: ¡Dios mío! ¿Y cuándo me vas a presentar a tu sobrinito? ¡Ja, ja, ja!
M: ¡Ja, ja, ja! Serás puta tú también…
S: Bueno, sigue contándome.
M: Pues acariciaba mis pezones como un experto, quién diría que tiene 16 años… Yo estaba completamente ida, a su merced. Me tenía completamente excitada sintiendo ese vergón en mi trasero. Entonces soltó uno de mis pechos y su mano bajo hacia tú ya sabes dónde.
S: Uff, joder mujer…
M: Pero conseguí reaccionar y tomar el control. Le pedí que parara cuando su mano ya tocaba mi pubis por encima del pantalón. Pero él seguía. Me decía “te voy a coger tía”. Me di la vuelta y le dije enfadada “¡he dicho que pares!” y le di un empujón. Joder, si hubieras visto como la tenía en ese momento… Poco me faltó para quitarle los bóxers y comérsela allí mismo.
S: Yo que tú lo hubiera hecho.
M: Ja, ja, ja… Estás loca. ¡Es mi sobrino! Y tiene 16. Aparte que estaba mi marido en el salón y si nos llega a ver yo creo que le da algo. Eso sí, me tuve que ir a la habitación a dedearme…
S: Ja, ja, ja. Ya. Oye, que tal si voy un día de estos a tu casa y conozco a ese muchacho.
M: Ja, ja, ja. Como quieres, ya sabes que siempre eres bienvenida, pero ni se te ocurra hacer nada con el ¿eh? Que te conozco…
S: Te lo prometo, solo quiero verlo.
M: Bueno, como quieras.
La conversación me había excitado sobremanera así que decidí ver si la cámara de nuestra habitación había grabado algo interesante y tuve suerte, demasiada diría yo. Primero vi a Carlos entrar en nuestra habitación y abrir el cajón donde mi mujer guarda su ropa interior. Empezó a curiosear sus sujetadores, acariciándolos, sintiendo el lugar donde debían estar sus pequeños y a menudo puntiagudos pezones (sobre todo cuando Carlos estaba cerca marcando su cipote). Luego comenzó a ojear sus braguitas y sus tangas. Ella siempre ha cuidado mucho su ropa interior, es coqueta y siempre se lo ha comprado muy sexis. Ni corto ni perezoso y a pesar de que a esa hora mi mujer debía estar en casa se sacó su verga y empezó a masturbarse. ¡Cada día parecía más grande! Por mucho que viera aquella verga no me acostumbraba, era absolutamente desproporcionada a ese muchacho. Se masturbo sin prisas, lentamente acariciando su animal con la ropa interior de mi mujer, que al lado de tremendo monstruo parecía de miniatura. Siguió así durante unos 15 minutos y hasta que aceleró el ritmo y, jadeando, su verga expulsó lo que a mí me parecieron litros de leche. Lo soltó todo encima del cajón de mi mujer, supongo que empapando toda su ropa. Luego volvió a esconder su tranca como pudo en sus ajustados bóxers y se marchó de la habitación. A los pocos minutos entró mi mujer con una toalla envolviendo su cuerpo, era evidente que acababa de salir de la ducha y que mi sobrino había aprovechado el momento en el que ella estaba allí para hacerse esa tremenda puñeta. Dejó caer la toalla dejando ver a sus 32 años, todavía espectacular cuerpo. No me la merecía. Abrió el cajón de su ropa interior y cogió un sujetador para ponérselo. Pensé que se daría cuenta de lo acababa de hacer Manú, pero en ese momento no lo hizo, se dio cuenta una vez ya se había colocado el sujetador. En cuanto lo tuvo colocado puso una cara rara e inmediatamente miro sus pechos, se quitó de nuevo el sujetador y un buen chorro de leche comenzó a chorrear por su teta izquierda. Con un dedo recogió una muestra de la corrida del semental y la olió, sus mejillas se encendieron. Miró a la puerta de la habitación, luego volvió a mirar su dedo manchado de semen y lo chupó, pero todavía había bastante corrida en su teta para que resbalara hasta su pezón y comenzase a gotear cayendo en su abdomen y bajando poco a poco hacía su seguro que ya empapada panocha. La imagen era espectacular. Ella palpó el resto de leche que quedaba en su teta y las restregó por ellas dejándolas brillantes y apetitosas, sus pezones parecían que iban a reventar. Luego rebuscó en su cajón y encontró las braguitas donde parecía que había caído el resto de la corrida, parecía que pesaran de lo empapadas que estaban. Cuando las sacó chorrearon cantidad de leche todavía caliente que pringó de nuevo a mi mujer. Ella solo acertó a decir “madre mía, esto no es normal, ¿cómo puede soltar tanto?”. De nuevo restregó todo el semen contra su cuerpo, sus tetas y por primera vez por su vagina lo que la hizo suspirar. Todo su cuerpo brillaba y su cara seguía roja de la excitación. Lo siguiente que hizo fue ponerse las braguitas, mientras lo hacía no dejaba de tocarse y por sus gemidos era evidente de que había tenido el primer orgasmo, parecía totalmente que en vez de ponerse unas braguitas se la acabaran de clavar. Luego, con ellas puestas y mientras el semen le corría por las piernas siguió tocando su humeda cueva por encima de la prenda mojada que acababa de ponerse. Disfrutaba como nunca, jamás la vi tan excitada. Tenía un orgasmo tras otro mientras yo no dejaba de pajearme viéndo. Seguro que ella imaginaba como mi sobrino le metía su verga sin compasión y luego la inundaba con una corrida como la que acababa de soltar, por lo menos era lo que yo imaginaba. Al poco me corrí no sin sentirme un poco ridículo al ver la cantidad de semen que era capaz de expulsar en comparación con ese semental.
Esa misma tarde, fui nuevamente a la tienda de espiás y adquirí nuevas cámaras. Instalandon una en la salsa, otra en la cocina, una más en el cuarto de baño y una en la habitación de mi sobrino. Sospechaba de los acontecimientos que se avecinaban y no quería perder ningún detalle, el morbo podía más que la rabia de saber que pronto mi sobrino se cogería a mi mujer, sin embargo no esperaba lo que pasaría en los siguientes días.
Al siguiente día, durante el desayuno, pude notar como las miradas de mi sobrino rebasaban el descaro y como mi mujer evitaba todo contacto visual o físico con el y evitaba a toda costa quedarse a solas con su sobrino, sin embargo sus pezones seguían erizados como espinas. Antes de irme a trabajar me asegure de que las cámaras estuvieran en su sitio, después me despedí de mi mujer.
Yo: Me voy al trabajo, ¿tienes planes para hoy?
Mariel: Saldre a hacer las compras para la comida y por la tarde vendrá Sara a tomar un café.
Y: Muy bien querida, que te diviertas entonces. Le dije y la besé en los labios a modo de despedida.
Mi sobrino se había ido temprano, pues tenía que ir a la escuela, iba en bachillerato por aquel entonces y volvía un poco pasado del medio día, por mi parte yo regresaba siempre a las cinco de la tarde, lo que le daba unas cuantas horas en casa con mi mujer, todos los días. Pasé esas jornadas laborales sumamente ansioso, me mataban los celos pero sobre todo la curiosidad y el morbo. Al llegar a casa esa tarde, encontré a mi mujer, sentada en la sala viendo televisión sola, parecía ansiosa y al preguntarle si le pasaba algo respondiéndome que no pasaba nada. Pregunte si había ido su amiga y me respondió que sí, con un tono algo indiferente, pero que ya se había ido, también pregunte por su sobrino, pues me pareció raro no verlo rondando y me dijo que había salido a ver a su novia. No estaba muy satisfecho por su respuesta y decidí revisar las cámaras esa noche. La tarde pasó sin mayores incidentes, mi sobrino regresó un par de horas después de que llegue, dijo que ya había cenado y se fue a dar una ducha, mi mujer parecía seguir ignorándolo y después de cenar se excuso diciendo que estaba cansada y que iría a dormir temprano. Mi sobrino miró algo de televisión y luego dijo que tenía que estudiar y se fue a su habitación. Viendo que me había quedado solo, encendí la computadora y revisé las grabaciones, primero la de la sala, adelante el video, vi como mi mujer entraba a la casa con las bolsas de compras, entrar a la cocina, ir al baño y cambiarse de ropa y cuando el reloj marcaba la una de la tarde, vi como mi mujer se dirigía a la puerta y abría, era su sobrino. Con los dos actores en la escena, detuve el avance rapido y segui la escena. Mi sobrino saludaba a mi mujer bastante cariñoso como siempre, con un abrazo y un beso casi en los labios, pude notar como mientras la abrazaba bajaba las manos y apretaba sus nalgas y lanzaba sus caderas al frente, mi mujer rió y lo empujo, separándose de el y yendo a la cocina, mi sobrino la mira y se soba el paquete, para después ir a su habitación. Luego de un rato, mi sobrino sale de su habitación en boxer, con una erección escandalosa. Se dirige al sillón de la sala y se sienta, al poco rato mi mujer sale de la cocina y le informa que una amiga de ella viene de visita en un momento, por lo que le pedía que se pusiera algo más de ropa, mi sobrino se pone de pie y dice por supuesto que sí tía, lo que tu quieras, estoy para lo que se te ofrezca, nuevamente un abrazo y un nuevo juego de manos, solo que esta vez mi mujer se dejó hacer, le decía a su sobrino que se detuviera pero sin ninguna convicción y sin hacer ningún esfuerzo por separarse de él. Mientras la tenía agarrada empezó a besar su cuello, mi mujer con los ojos cerrados echo la cabeza para atrás, con lo que más que evitar la situación le dejaba el campo libre, mi sobrino había metido la mano en la parte de trasera del short de mi esposa y masajeaba sus nalgas directamente empezando a bajarselos, fue cuando mi mujer trato de recuperar la cordura y empujarlo, solo para encontrarse con que su sobrino la besó el los labios, ya no de manera inocente sino profunda y metiendo toda du lengua en la boca. Estaba totalmente excitado y había empezado a masturbarme, el morbo me invadía y ya no sentía celos, solo quería ver como Carlos se cojia a mi esposa. Notaba como el pene de mi sobrino se escapaba por la parte de arriba de su boxer totalmente erecto, pegandose a su abdomen y frotandose contra la cadera de mi mujer, quien ya no decía nada y se dejaba hacer. En ese momento cuando sobrino tenía las manos metidas en su sexo y la masturbaba con rapidez, se escuchó como tocarón a la puerta. Mi mujer entonces abrió los ojos desmesuradamente y empujo a su sobrino, quien visiblemente frustrado se fue corriendo a su habitación, supongo que pensó que sería yo que regresaba más temprano de lo habitual, mi mujer se acomodo la ropa lo mejor que pudo y fue a ver quien era.
Era su amiga Sara que había acudido a la cita acordada. Sara se veía muy bien, vestía un vestido floreado de una sola pieza que le llegaba a las rodillas. Al entrar, Sara saludó a mi mujer quien lucía visiblemente nerviosa y algo agitada, Sara lo notó y le pregunto si pasaba algo, a lo que mi mujer respondió que no, que todo estaba bien. Luego la hizo pasar a la cocina y se disculpo por un momento, diciendole que se cambiaría de ropa y en un minuto estaría por ella. Sara se sentó en la sala y espero. En ese momento Carlos salió de su cuarto, al menos había hecho caso y se había vestido, más apropiadamente, una playera y unos pantalones hasta la rodilla, aunque claro su bulto aun se podía apreciar claramente. Mi sobrino saludó a Sara atentamente, se presento haciendo gala de su encanto. Sara por su parte lo saludó con un efusivo abrazo y dos besos en las mejillas, diciendo que había escuchado mucho de él y que era un gusto al fin conocerlo. Se sentaron en la sala y conversaron sobre cosas intrascendentes, hasta que mi mujer salió de su cuarto, se había tranquilizado y se veía mejor, también se había puesto ropa más apropiada, unos pantalones pegados y una camisa a cuadros. Luego de pasar un rato conversando en la sala durante el cual mi sobrino posaba de modo que su bulto se notara más, exhibiéndose sin ningún pudor, ante las mujeres que conversaban y por momentos dirigían sus miradas a su bulto, en especial Sara, quien parecía aún más emocionada. Al ver que no pasaba mucho adelante el video, por el resto de la reunión no pasó aparentemente nada, mi mujer preparo café, tiempo durante el cual Sara conversó con mi sobrino y luego de un rato, mi sobrino se excusó y fue al baño.
S: Tenías razón, Mariel, tu sobrino esta buenisimo.
M: Es todo un machote, pero es apenas un muchacho.
S: Ya quisiera yo uno sobrino así, lo que no le haría.
M: jaja, calla que no sabes lo que dices. Casi da miedo quedarse a solas con él.
S: Estoy dispuesta a arriesgarme, si quieres dejame a solas con él un rato y vemos que pasa.
Luego de esto mi sobrino salió del baño y las mujeres cambiaron de tema, luego de un rato, mi mujer salió al baño por un momento. Sara aprovecho ese momento para conversar con mi sobrino, le dijo que era un joven muy guapo y le preguntó si tenía novia y esas cosas, mi sobrino respondió a sus preguntas, al tiempo que se llevaba la mano al bulto ante la atenta mirada de Sara, quien disimuladamente abría las piernas y se inclinaba hacía el para, en apariencia, escucharlo mejor, pero en realidad le mostraba su escote, a lo que mi sobrino respondía acariciándose el bulto, que era cada vez más grande, luego de esto Sara se levantó, tomo su bolsa, sacó una libreta, anoto algo y se lo dio a mi sobrino, quien rápidamente lo metió en su bolsillo, al tiempo que Sara le acariciaba el bulto y mi sobrino subía sus manos por sus piernas, solo fue un momento, pues mi mujer salió del baño y casi los encuentra. De cualquier modo, sospechó algo y su actitud se notó algo molesta a partir de ese momento. Luego de esto, mi sobrino dijo que tenía que salir a ver a su novia y luego de despedirse muy cariñosamente de ambas, se fue. Después de un rato Sara también se despidió de mi mujer. Luego ya no pasó nada interesante, solo mi mujer en su rutina. El restó de las grabaciones no tenían nada interesante.
Era obvio por lo que había visto, que era solo cuestión de tiempo para que mi sobrino se cogiera no solo a mi mujer sino también a su amiga, me mataba la envidia, pero sobre todo la curiosidad y el morbo. Tenía que planear un modo para que pudiera ser testigo de lo que pasaría. Sabía que Sara vivía con su marido y sus hijos, por lo que si mi sobrino y ella iban a encontrarse no lo harían en casa de ella, ademas Sara no se arriesgaría a que la descubrieran, por lo que pensé un modo para dejarles la casa para ellos dos. Al día siguiente era sábado, por lo que le dije a mi mujer que saldríamos a divertirnos ella y yo solos por la noche, durante el día fingí estar ocupado en diferentes cosas, de modo que dejara a mi mujer y su sobrino solos, si alguno de ellos entraba a la sala, me iba a otra habitación, de modo que mi sobrino pudiera asediar a mi mujer. Ya había sido interrumpido en más de una ocasión por lo que debía estar a punto de reventar. Estando en esta situación, tome un baño largo, aproximadamente treinta minutos, y luego entre en mi habitación y me cambie con mucha calma, al salir encontre a mi mujer sentada en la sala, estaba sonrojada y parecía algo ida, le pregunte inocentemente si se sentía mal, me respondió que no y que era mejor que empezara ella también a arreglarse para irnos. Mi sobrino no se veía por ningún lado. Así que mientras mi mujer se recomponía de lo que sea que le hubiera hecho en mi ausencia, me acerque a la habitación de mi sobrino y pude escuchar como se masturbaba recargado contra la puerta. Luego de un rato mi mujer terminó de arreglarse, mi sobrino salió a despedirnos, especialmente a mi mujer, yo los dejé a solas, mientras me hacía tonto limpiando mis zapatos en la cocina. Luego de unos minutos les hable en voz alta y les dí tiempo para separarse o lo que sea, mi sobrino trataba de esconder su erección sentado en el sillón. Le dije que volveríamos tarde y que no nos esperara despierto. Mi sobrino, dijo que no tuviéramos pendiente que el cuidaría la casa. Mi mujer y yo pasamos el día fuera, fuimos a cenar, luego a bailar y despues en lugar de ir a casa, la lleve a un hotel, con la excusa de tener mayor privacidad, durante toda la velada se notaba algo ausente. Mientras teníamos sexo en el hotel se notaba más excitada de lo normal y estaba muy mojada, sin embargo se mordía los labios reprimiéndose, quizás para no gritar el nombre de su sobrino, y mantenía los ojos cerrados, mientras yo la penetraba salvajemente, pensando en como sería cuando finalmente su sobrino la sometiera y la cogiera, mientras pensaba en esto me corrí como pocas veces lo he hecho.
Volvimos a casa poco después de las cuatro de la mañana y nos fuimos directamente a dormir. En mi habitación se podía notar un fuerte aroma a sexo y nuestra cama estaba desacomodada, por lo que supe de inmediato que había pasado. Al día siguiente, busque un momento para revisar los videos. La grabación rebelaba que tan pronto salimos de la casa mi sobrino se dirigía al teléfono, marcaba y decía: tengo la casa libre, ¿vienes? Y luego decía, ok te espero entonces, todo esto mientras se acariciaba la verga sobre el boxer que casi no podía contener la erección. Colgó y se dirigió al baño. Adelante un poco el video, pasados unos cuarenta minutos, se escucha como llaman a la puerta y mi sobrino sale de su habitación, envuelto en una toalla que dejaba ver como se le marcaba el bulto. Abre la puerta y entra Sara, iba vestida con un vestido negro de una sola pieza con escote y calzaba zapatillas, como si fuera a alguna fiesta. Tan pronto cerro la puerta mi sobrino la saludo con un beso de lengua, al tiempo que rodeaba su cintura con uno de sus brazos y con el otro acariciaba sus nalgas. Se luego de unos segundos, mi sobrino le dijo, ven vamos al cuarto de mi tía, dicho esto se colocó detrás de Sara y pegandole la verga al culo la dirigió a la habitación donde duermo con mi esposa.
Al entrar a mi cuarto Sara se sienta en la cama y le dice a mi sobrino, ¿por qué no vamos a tu habitación? A lo que mi sobrino responde, a mi me da más morbo coger aquí. Sara se ríe y dice que tiene cierto morbo coger donde le rompen el culo a su amiga. Mi sobrino no dice nada pero se puede notar como su bulto se tensa bajo la toalla, por lo que la deja caer al suelo. Sara se lleva las manos al rostro, con la boca abierta, parecé no salir de su asombro. La verga de Carlos apunta al frente y como siempre era impresionante. Por lo pronto a la única que le van a romper el culo en esta habitación es a ti, dijo mi sobrino al tiempo que llevaba su mano a la nuca de Sara y esta empezaba a mamar mientras lo miraba a los ojos, al tiempo que acariciaba el resto de su pene con una de sus manos y con la otra se pellizcaba los pezones, la escena era muy morbosa, una mujer hecha y derecha, casada y con hijos, estaba en mi cama mamando la verga de mi sobrino con desesperación, lo más impresionante era como Sara conseguía tragarse una buena parte del pene, pero siempre quedaba más de la mitad afuera. Después de un rato, el rostro de Sara estaba enrojecido, sus ojos estaban llenos de lagrimas, la saliva empezaba a escurrir y su lápiz labial cubría ahora la mitad de la verga de de mi sobrino, por lo que Carlos se la sacó de la boca de un tirón y mientras Sara jala aire, la jalo y la obligó a ponerse de pie y así frente al espejo y dandome una visión perfecta de lo que estaba pasando, la desnudo con un con un movimiento rápido, el vestido de una sola pieza cayó a los pies de Sara, dejando a la vista su par de tetas, grandes y con el pezón azulado, las cuales de inmediato fueron magreadas por mi sobrino al tiempo que besaba a Sara y frotaba su pene contra sus nalgas. Ahora Sara vestía unicamente un tanga negro sumamente sexy, luego de un momento, Carlos arrojó a Sara a mi cama y la hizo abrir las piernas, con un solo movimiento le arrancó le rompió el tanga y se arrojó como perro sediento a la vagina de Sara, quien se limitaba a gemir y a gritar: Siiii, asiiiii, eres un animal, más, no te dengas Carlos. De pronto Sara echo la cabeza para atrás y mientras arqueaba la espalda y parecía que trataba de meter la cabeza de mi sobrino dentro de su panocha, se vino dando grandes gritos, para luego quedar desmadejada en mi cama. Mi sobrino se incorporo y sin avisar ni pedir permiso, de un solo empujón alojó su pene en la vagina de la amiga de mi esposa. Sara abrió los ojos y la boca de manera desmesurada y por un momento no quiso o no pudo decir nada, al tiempo que mi sobrino entraba más y más dentro de ella, finalmente con una voz que era una mezcla de placer y dolor empezó a decir: Siiiii, así, metémela toda, metémela toda. Sin embargo el miembro de mi sobrino aparentemente llegó hasta el fondo y por mucho que Carlos movía sus caderas no parecía poder entrar completo, Carlos empezó a decir: ¿que se siente Sara? A lo que ella respondía, me llenas toda, eres todo un hombre; claro, putita, finalmente te esta cogiendo un hombre de verdad, ¿quien te lo hace mejor tu marido o yo? A lo que Sara respondió de inmediato, Tu me lo haces mejor, eres todo un semental, el mejor culeador que he tenido. Entonces Sara se vino por tercera ocasión, sus piernas rodeaban la cintura de mi sobrino al tiempo que se besaban con una pasión que nunca he visto, Sara estaba totalmente entregada. Luego de un rato cambiaron de posición, ella lo cabalgó un rato, pude notar como sus tetas rebotaban y como mi sobrino demostraba de nuevo todo su aguante, había pasado casi cuarenta minutos resistiendo como un campeón. Luego de un rato, mi sobrino empezó a decir, ya me viene, me voy a correr, ¿donde los quieres puta? Sara respondió, adentro, correte a dentro, preñame, vergudo hijo de puta, a lo que Carlos respondió bombeando salvajemente y tomando fuertemente las tetas de Sara, quien con un grito se corrió por cuarta vez, la cara de mi sobrino indicaba que también se había corrido, estuvieron abrazados y besándose como dos novios un momento y luego mi sobrino se apartó y obligó a Sara a limpiarle la verga con la boca, se dieron un baño, Sara le dijo que no quería despertar sospechas de su marido y que por eso no podía quedarse. Aun desnudo y sobrino acompaño a Sara hasta la puerta y se despidió de ella con un beso de lengua, mientras no dejaban de tocarse el uno al otro, casi parecía que fueran a coger otra vez ahí mismo, pero Sara se resistió y le dijo que otro día quedarían de nuevo, que por hoy la había destrozado y no daba más y se fue. Mi sobrino cerró la puerta y se dirigió de nuevo a nuestra habitación, abrió el cajón de la ropa interior de mi esposa y tomo un tanga negro de encaje y ahí mismo se pajeo dejando completamente empapado el tanga para luego volverlo a colocar en el cajón.
1 comentarios - El Vergón De Mi Sobrino