Holiiis a todos. Esta es la segunda parte y final del relato anterior.
Si no leíste la primera parte acá te dejo el link: PARTE 1
Espero que lo disfruten como yo al escribirlo
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Con el correr de los días empecé a notar como mi cuerpo cambiaba. Se sentía como una explosión hormonal dentro mío. Era increíble sentir como mis tetitas empezaban a doler. Claramente se estaban preparando para desarrollar la leche para alimentar al bebé morochito que ahora llevaba en mi vientre.
Rápidamente me di cuenta que mi cuerpito casi chato, suave y sin marcas pasó de esto:
A esto:
Evidentemente me estaban creciendo las tetas y mi cadera se estaba ensanchando.
Con Gastón decidimos ir al hospital del barrio para hacernos el primer control. Estaba muy nerviosa porque no solamente era la primera vez que salía a la calle después de tanto tiempo (Gastón se había asegurado de que efectivamente no tuviese posibilidad de abortarlo, ya a esa altura del embarazo no había posibilidades) sino que además era mi primera visita al doctor como futura mamá.
De todas formas, el villero se aseguró de que me sienta muy segura. Me tomó de la mano muy fuertemente y me llevó por el barrio con mucha seguridad. Por momentos me agarraba de la cintura y de la pancita con una masculinidad y ternura al mismo tiempo que me hacían explotar de amor.
El hospital estaba lleno de mujeres embarazadas, todas turras villeras, con tatuajes, piercing y maquillaje barato.
Yo era la única rubia de ojos claros en la sala de espera. Mi cara sobresaltaba por encima de todas las demás que me miraban con cara de envidia y de no poder creer como una princesa como yo había terminado preñada del pibe que me acompañaba a mi lado.
Al cabo de una hora de esperar llegó nuestro turno de pasar con el médico que rápidamente levantó mi remera para dejar mi pancita desnuda y luego untarme un gel sobre toda mi piel. Luego acercó un objeto de un cable y comenzó a pasarlo por mi panza llena de gel.
Para nuestra sorpresa, había algo raro. No había solamente un bebé en la ecografía sino dos. Gastón no solamente me había cogido y preñado sino que además logró que dos de sus espermas fecunden al mismo óvulo dentro mío.
Eso por un lado me llenó de emoción y calentura porque confirmaba que efectivamente mi cuerpo se dejó fecundar por un macho capaz de hacerme dos hijos a la vez, es decir, no solo me cogió a mí por completo sino que también su leche se encargó de violar a mi óvulo dentro mío no una sino dos veces.
Por otro lado, también me daba preocupación. Cómo íbamos a hacer para criar dos bebes a la vez.? También me hizo acordar que aunque todo lo que pasó fue extraño y un poco traumático, debía contarle a mis padres. Porque, en cierto punto debían volver a saber de mi paradero y enterarse de que iban a ser abuelos.
Al volver a la villa nos invadían sensaciones distintas. Pero, la que mas ganó fue la calentura, estaba nuevamente sola con Gastón en la casilla donde me hizo mamá no de uno sino de dos bebés morochos. Las ganas de entregarme nuevamente a su pija me volvían loca.
Era como si el ver la ecografía me hubiese aumentado las hormonas y la entrega al macho que me tenía en ese estado. Fue ahí que Gastón me sacó la ropita y con su pija parada apuntó a mi boquita para que empiece a succionar su pedazo de carne erecto.
Mis labios rosa chocaron con su pija negra que rápidamente empezó a ser envuelta en mi lengua y mi saliva.
Mi boquita le devolvía a esa pija todo el amor que le dio a mi útero con sus dos hijos dentro mío
Después de petearlo unos 10 minutos, mi conchita me decía que era su turno por lo que sumisamente me abrí de piernas para mostrarle que tenía a su disposición a su hembra. El villero me la colocó de forma tal que de inmediato me chocaron sus huevos. Esos huevos cuyo nectar invadió mi útero y me dejó con dos pendejos en la pancita.
Los golpes de sus testiculos contra mi culito no eran el único ruido en la habitación. Yo también gemía sensualmente en búsqueda de que su leche vuelva a entrarme a mi conchita.
Aunque mi pancita ya era suya, había como un instinto de querer mantener a ese macho satisfecho al lado mío. Debía deslecharlo como premio por haberme fecundado. Su leche no tardó en salir de su pija y prontó sentí el calor de su semen invadiendo nuevamente las paredes de mi vagina.
Ese polvo me había develado que no solamente estaba teniendo calentura con el turro, sino que por algún motivo ahora también tenía sentimientos hacia él.
Por eso, cuando todavía tenía su leche en mi interior (más los dos fetos en mi útero). Le dije que debía llevarme a lo de mis padres. Le prometí que no me iba a escapar, que quería mostrarles que estaba bien y que a partir de ahora mi futuro era con él.
El turro terminó de limpiar su verga en mi cuerpito por lo que me fui toda pegoteada y llena de leche rumbo a mi casa.
Al llegar nos llevamos una sorpresa. Mi novio estaba ahí en casa de mis padres. Me vio llegar con Gastón de la mano e inmediatamente no tuvo reacción más que la de salir huyendo. Si bien había pasado poco tiempo, el estar embarazada de dos bebés al mismo tiempo hacia que mi pancita ya se notara por lo que fue impactante para mi ex verme llegar con Gastón y encima embarazada.
Lamentablemente, mi padre no me dejó entrar, quería explicaciones y hasta que se las diera no había chance de volver a casa. Le expliqué que igualmente no tenía intenciones de volver, que mi vida iba a ser compartida con Gastón ya que estabamos esperando dos bebés juntos.
Claramente mi padre casi se desmaya. No sabía que hacer. Su nena, su princesa hermosa, rubia y de ojos claros estaba preñada por un negro de la villa. Tras una larga discusión decidió que no quería volver a hablarme. La única que se quedó un rato más fue mi madre que intentó preguntarme qué había sido de mí todo este tiempo.
Me contó que sospechaban de mi ex novio por mi desapareción. Yo le conté todo menos lo del secuestro. Le dije que conocí a Gastón y me enamoré, que cometimos el (error?) de no cuidarnos y que ahora ibamos a tener nuestra familia. Le pregunté qué le dijo mi ex en este tiempo y dijo que nada que no sabía nada de mí.
Evidentemente el cornudito nunca tuvo los huevos para contar lo que me hicieron adelante de él. No tuvo los huevos de decir que a su novia la preñó un morochito villero en frente suyo y que él no hizo nada.
Finalmente, mi mamá me dijo que cualquier cosa que necesite la busque. Pero, que por un tiempo iba a ser difícil que papá me deje volver a casa.
Nos fuimos con Gastón nuevamente a la villa. El tiempo comenzó a pasar y mi pancita crecía cada vez más.
Poco a poco empecé a sentir las patadas de sus bebés dentro mío. Yo me sentía totalmente realizada. Como si hubiese cumplido con mi rol de hembra y mi cuerpo me lo recompensara con hormonas de la felicidad.
El tiempo fue pasando entre cogidas y ecografías. A los pocos meses supimos que iba a tener dos varoncitos. Gastón me había conquistado el útero con dos villeros machitos igual que él.
La noche posterior a que nos enteráramos que eran dos varones, cogimos como desaforados en la casilla.
Su verga estaba que explotaba. Como si en frente suyo tuviese la mejor película porno que jamás había visto. Y en algún punto lo era, su verga con ADN villeros me había dejado dos varoncitos en mí vientre.
Y para colmo ahora esa pendeja rubia y hermosa que traía encima sus hijos le estaba ofreciendo su concha para que su pito me coja toda.
M- mmmm ahhhv amorrr me vas a hacer dos más si me seguís garchando así.... Mmm aaahhhh.
G- Prepara ese útero que apenas pase el parto te hago otros dos turritos más bebé. Me dijo al oído mientras metía y sacaba su pija de mí interior.
Estaba a punto de desmayarme del placer cuando Gastón saco su pija y me acabó sobre toda mí pancita.
Creo que fue la primera vez que no me acababa adentro. Pero ahora ahí estaba. Con los labios de mí vagina todos abiertos después de sus embestidas y su leche sobre mí panza de embarazada que el mismo me provocó. Me miró con orgullo, definitivamente era suya.
Es que, pase lo que pase. Ya tenía dentro mío a sus hijos. Mí descendencia iba a ser morocha y villera porque dado que mí Papá me prohibió mí regreso íbamos a vivir en la villa un tiempo largo.
Nuestra vida continuó así. Casi todos los días recibía mí dosis de semen del turro para saciar mis hormonas y además recordar que le pertenecía a Gastón. Con cada cogida me hacía más suya de lo que ya lo era.
Por otro lado, mi cuerpito seguía deformandose a medida que los dos varoncitos crecían dentro de mi cuerpito.
Ya claramente no era aquella pibita de cuerpo hermoso. Y posiblemente nunca volviera a serlo porque las estrías no dejaban de aparecer a medida que las semanas pasaban
Finalmente, el día de convertirme oficialmente en mamá llegó. Empecé a sentir contracciones y
dolores fuertes por lo que fuimos al centro médico. Dado que el hospital era de un barrio muy precario, no había elementos suficientes para hacerme una cesárea por lo que tuve que someterme a un parto natural.
Me abrieron de piernas y de mí conchita empezó a salir una cabecita morocha. Definitivamente la descendencia de rubia y ojos celestes se habian terminado. El turro había colonizado mi útero con su ADN morocho.
En el medio del dolor y el sufrimiento del parto me di cuenta que hace exactamente 9 meses estaba en la misma posición. Abierta de piernas y gritando. Solo que antes había sido de placer mientras recibía la pija y la leche de Gastón y ahora era por estar dando a luz por mí conchita a los dos hijos que esa pija me dio.
Del parto quedé destrozada. Y mí cuerpito no se quedó atrás. La figura de milipili recién salida del caparazón que tenía 9 meses atrás se contraponía con mí cuerpo de madre que tenía ahora. Las marcas post parto no tardaron en aparecer y mis tetitas ahora tenían peso y se caían.
Lejos había quedado mí sueño de tener hijos de ojos claros cuando me recibiera de la facultad. Ahora me encontraba allí en la villa con dos bebés morochos a upa, alimentandolos de mí cuerpo y todo porque no pude resistirme ante el placer que me dio la pija y los huevos de Gastón.
Al poco tiempo de haber sido mamá de los dos varones. Mi ciclo comenzó nuevamente. Pero potenciado por las hormonas generadas por la lactancia.
Gastón se subió encima mío mientras los varoncitos dormían, despacito me bajó la tanguita y metió su pija dura en mí literal concha abierta por el parto.
Me empezó a garchar hasta hacer tope con sus huevos y mientras soltaba mis primeros gemidos me dijo al oído: -Ahora a buscar la nena.
Fin......
Si no leíste la primera parte acá te dejo el link: PARTE 1
Espero que lo disfruten como yo al escribirlo
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Con el correr de los días empecé a notar como mi cuerpo cambiaba. Se sentía como una explosión hormonal dentro mío. Era increíble sentir como mis tetitas empezaban a doler. Claramente se estaban preparando para desarrollar la leche para alimentar al bebé morochito que ahora llevaba en mi vientre.
Rápidamente me di cuenta que mi cuerpito casi chato, suave y sin marcas pasó de esto:
A esto:
Evidentemente me estaban creciendo las tetas y mi cadera se estaba ensanchando.
Con Gastón decidimos ir al hospital del barrio para hacernos el primer control. Estaba muy nerviosa porque no solamente era la primera vez que salía a la calle después de tanto tiempo (Gastón se había asegurado de que efectivamente no tuviese posibilidad de abortarlo, ya a esa altura del embarazo no había posibilidades) sino que además era mi primera visita al doctor como futura mamá.
De todas formas, el villero se aseguró de que me sienta muy segura. Me tomó de la mano muy fuertemente y me llevó por el barrio con mucha seguridad. Por momentos me agarraba de la cintura y de la pancita con una masculinidad y ternura al mismo tiempo que me hacían explotar de amor.
El hospital estaba lleno de mujeres embarazadas, todas turras villeras, con tatuajes, piercing y maquillaje barato.
Yo era la única rubia de ojos claros en la sala de espera. Mi cara sobresaltaba por encima de todas las demás que me miraban con cara de envidia y de no poder creer como una princesa como yo había terminado preñada del pibe que me acompañaba a mi lado.
Al cabo de una hora de esperar llegó nuestro turno de pasar con el médico que rápidamente levantó mi remera para dejar mi pancita desnuda y luego untarme un gel sobre toda mi piel. Luego acercó un objeto de un cable y comenzó a pasarlo por mi panza llena de gel.
Para nuestra sorpresa, había algo raro. No había solamente un bebé en la ecografía sino dos. Gastón no solamente me había cogido y preñado sino que además logró que dos de sus espermas fecunden al mismo óvulo dentro mío.
Eso por un lado me llenó de emoción y calentura porque confirmaba que efectivamente mi cuerpo se dejó fecundar por un macho capaz de hacerme dos hijos a la vez, es decir, no solo me cogió a mí por completo sino que también su leche se encargó de violar a mi óvulo dentro mío no una sino dos veces.
Por otro lado, también me daba preocupación. Cómo íbamos a hacer para criar dos bebes a la vez.? También me hizo acordar que aunque todo lo que pasó fue extraño y un poco traumático, debía contarle a mis padres. Porque, en cierto punto debían volver a saber de mi paradero y enterarse de que iban a ser abuelos.
Al volver a la villa nos invadían sensaciones distintas. Pero, la que mas ganó fue la calentura, estaba nuevamente sola con Gastón en la casilla donde me hizo mamá no de uno sino de dos bebés morochos. Las ganas de entregarme nuevamente a su pija me volvían loca.
Era como si el ver la ecografía me hubiese aumentado las hormonas y la entrega al macho que me tenía en ese estado. Fue ahí que Gastón me sacó la ropita y con su pija parada apuntó a mi boquita para que empiece a succionar su pedazo de carne erecto.
Mis labios rosa chocaron con su pija negra que rápidamente empezó a ser envuelta en mi lengua y mi saliva.
Mi boquita le devolvía a esa pija todo el amor que le dio a mi útero con sus dos hijos dentro mío
Después de petearlo unos 10 minutos, mi conchita me decía que era su turno por lo que sumisamente me abrí de piernas para mostrarle que tenía a su disposición a su hembra. El villero me la colocó de forma tal que de inmediato me chocaron sus huevos. Esos huevos cuyo nectar invadió mi útero y me dejó con dos pendejos en la pancita.
Los golpes de sus testiculos contra mi culito no eran el único ruido en la habitación. Yo también gemía sensualmente en búsqueda de que su leche vuelva a entrarme a mi conchita.
Aunque mi pancita ya era suya, había como un instinto de querer mantener a ese macho satisfecho al lado mío. Debía deslecharlo como premio por haberme fecundado. Su leche no tardó en salir de su pija y prontó sentí el calor de su semen invadiendo nuevamente las paredes de mi vagina.
Ese polvo me había develado que no solamente estaba teniendo calentura con el turro, sino que por algún motivo ahora también tenía sentimientos hacia él.
Por eso, cuando todavía tenía su leche en mi interior (más los dos fetos en mi útero). Le dije que debía llevarme a lo de mis padres. Le prometí que no me iba a escapar, que quería mostrarles que estaba bien y que a partir de ahora mi futuro era con él.
El turro terminó de limpiar su verga en mi cuerpito por lo que me fui toda pegoteada y llena de leche rumbo a mi casa.
Al llegar nos llevamos una sorpresa. Mi novio estaba ahí en casa de mis padres. Me vio llegar con Gastón de la mano e inmediatamente no tuvo reacción más que la de salir huyendo. Si bien había pasado poco tiempo, el estar embarazada de dos bebés al mismo tiempo hacia que mi pancita ya se notara por lo que fue impactante para mi ex verme llegar con Gastón y encima embarazada.
Lamentablemente, mi padre no me dejó entrar, quería explicaciones y hasta que se las diera no había chance de volver a casa. Le expliqué que igualmente no tenía intenciones de volver, que mi vida iba a ser compartida con Gastón ya que estabamos esperando dos bebés juntos.
Claramente mi padre casi se desmaya. No sabía que hacer. Su nena, su princesa hermosa, rubia y de ojos claros estaba preñada por un negro de la villa. Tras una larga discusión decidió que no quería volver a hablarme. La única que se quedó un rato más fue mi madre que intentó preguntarme qué había sido de mí todo este tiempo.
Me contó que sospechaban de mi ex novio por mi desapareción. Yo le conté todo menos lo del secuestro. Le dije que conocí a Gastón y me enamoré, que cometimos el (error?) de no cuidarnos y que ahora ibamos a tener nuestra familia. Le pregunté qué le dijo mi ex en este tiempo y dijo que nada que no sabía nada de mí.
Evidentemente el cornudito nunca tuvo los huevos para contar lo que me hicieron adelante de él. No tuvo los huevos de decir que a su novia la preñó un morochito villero en frente suyo y que él no hizo nada.
Finalmente, mi mamá me dijo que cualquier cosa que necesite la busque. Pero, que por un tiempo iba a ser difícil que papá me deje volver a casa.
Nos fuimos con Gastón nuevamente a la villa. El tiempo comenzó a pasar y mi pancita crecía cada vez más.
Poco a poco empecé a sentir las patadas de sus bebés dentro mío. Yo me sentía totalmente realizada. Como si hubiese cumplido con mi rol de hembra y mi cuerpo me lo recompensara con hormonas de la felicidad.
El tiempo fue pasando entre cogidas y ecografías. A los pocos meses supimos que iba a tener dos varoncitos. Gastón me había conquistado el útero con dos villeros machitos igual que él.
La noche posterior a que nos enteráramos que eran dos varones, cogimos como desaforados en la casilla.
Su verga estaba que explotaba. Como si en frente suyo tuviese la mejor película porno que jamás había visto. Y en algún punto lo era, su verga con ADN villeros me había dejado dos varoncitos en mí vientre.
Y para colmo ahora esa pendeja rubia y hermosa que traía encima sus hijos le estaba ofreciendo su concha para que su pito me coja toda.
M- mmmm ahhhv amorrr me vas a hacer dos más si me seguís garchando así.... Mmm aaahhhh.
G- Prepara ese útero que apenas pase el parto te hago otros dos turritos más bebé. Me dijo al oído mientras metía y sacaba su pija de mí interior.
Estaba a punto de desmayarme del placer cuando Gastón saco su pija y me acabó sobre toda mí pancita.
Creo que fue la primera vez que no me acababa adentro. Pero ahora ahí estaba. Con los labios de mí vagina todos abiertos después de sus embestidas y su leche sobre mí panza de embarazada que el mismo me provocó. Me miró con orgullo, definitivamente era suya.
Es que, pase lo que pase. Ya tenía dentro mío a sus hijos. Mí descendencia iba a ser morocha y villera porque dado que mí Papá me prohibió mí regreso íbamos a vivir en la villa un tiempo largo.
Nuestra vida continuó así. Casi todos los días recibía mí dosis de semen del turro para saciar mis hormonas y además recordar que le pertenecía a Gastón. Con cada cogida me hacía más suya de lo que ya lo era.
Por otro lado, mi cuerpito seguía deformandose a medida que los dos varoncitos crecían dentro de mi cuerpito.
Ya claramente no era aquella pibita de cuerpo hermoso. Y posiblemente nunca volviera a serlo porque las estrías no dejaban de aparecer a medida que las semanas pasaban
Finalmente, el día de convertirme oficialmente en mamá llegó. Empecé a sentir contracciones y
dolores fuertes por lo que fuimos al centro médico. Dado que el hospital era de un barrio muy precario, no había elementos suficientes para hacerme una cesárea por lo que tuve que someterme a un parto natural.
Me abrieron de piernas y de mí conchita empezó a salir una cabecita morocha. Definitivamente la descendencia de rubia y ojos celestes se habian terminado. El turro había colonizado mi útero con su ADN morocho.
En el medio del dolor y el sufrimiento del parto me di cuenta que hace exactamente 9 meses estaba en la misma posición. Abierta de piernas y gritando. Solo que antes había sido de placer mientras recibía la pija y la leche de Gastón y ahora era por estar dando a luz por mí conchita a los dos hijos que esa pija me dio.
Del parto quedé destrozada. Y mí cuerpito no se quedó atrás. La figura de milipili recién salida del caparazón que tenía 9 meses atrás se contraponía con mí cuerpo de madre que tenía ahora. Las marcas post parto no tardaron en aparecer y mis tetitas ahora tenían peso y se caían.
Lejos había quedado mí sueño de tener hijos de ojos claros cuando me recibiera de la facultad. Ahora me encontraba allí en la villa con dos bebés morochos a upa, alimentandolos de mí cuerpo y todo porque no pude resistirme ante el placer que me dio la pija y los huevos de Gastón.
Al poco tiempo de haber sido mamá de los dos varones. Mi ciclo comenzó nuevamente. Pero potenciado por las hormonas generadas por la lactancia.
Gastón se subió encima mío mientras los varoncitos dormían, despacito me bajó la tanguita y metió su pija dura en mí literal concha abierta por el parto.
Me empezó a garchar hasta hacer tope con sus huevos y mientras soltaba mis primeros gemidos me dijo al oído: -Ahora a buscar la nena.
Fin......
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