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XIX Su mejor amiga. No sé el porqué pero sí el cómo.

Su mejor amiga. No sé el porqué pero sí el cómo. XIX


Abrí la puerta de entrada y la dejé cerrar detrás de mí. En el trayecto al ascensor pensaba en qué decir. Qué inventar, ¡Qué puta mierda era vivir de esta forma, en dónde lo segundo que se ocurría era mentir! Pero que excitante. Lo cierto es que todo resulta ser desgastante y pareciera que nunca se termina de encontrar la paz. 
 Es este momento donde uno empieza a tener esa confusión de no saber bien qué es lo que sucede en su pareja. Si bien parece que todo es claro pero llega el punto donde se mezcla la excitación y la humillación y el no saber hacia donde corre todo eso . Sin embargo,e ntre todos esos pensamientos confusos, salí del ascensor.

- ¡Juan, Juan!- Gritaba Maca, pero en voz baja. En ese tono de reto. 
- Hola, Mac...-
- ¡Sh! Callate y entrá- Me apuraba con su mano y me pedía que me mantenga callado. 

Ingresé y apoyé mi bolso en la entrada. Respiré profundo, como buscando alivio. Maca estaba con una calza deportiva y una musculosa amplía.

- ¿¡Qué haces acá, Juan!? ¿¡Qué haces?!- Continuaba con ese tono de reto, grito, molestia. 
- Nada... yo...-
- ¿¡Qué es esto, Juan?!- Señalaba el bolso.- ¡Juan, Juan, Juan! ¿¡Qué haces con eso, Jua...-
- ¡Si, me llamó Juan!- Interrumpí alzando la voz más de lo que lo hacía ella.
- ¿eh?-
- Desde que llegué estás: "Juan, Juan, Juan, Juan" Si, me llamo Juan. tranquila, soy yo.- Le froté los brazos.
- Sos un pelotudo, ¡Juan!- Se giró y comenzó a caminar. - Pasa, disculpa el desorden.- Me dijo, mientras acomodaba una taza que había dejado en la mesa. 

 El departamento tenía un Living, cocina comedor integrado pero amplio. Ingresabas, a la derecha la cocina con una pequeña isla y una mesa y a la izquierda un sillón con una tele en frente. Por un pasillo, dos puertas que supuse eran el baño y la habitación. Me senté en la mesa. Ella estaba parada, cruzada de brazos.

- ¿Que haces acá y con el bolso? ¿Qué locura hiciste?-
- Nada, Maca. Discutimos. -
- Por una discusión no te vas.-
- No, bueno. Obvio.-

Se sentó desesperada. 

- ¿Se enteró de lo nuestro? -
- No, boluda. Nada que ver.-
- ¿Entonces?- Se tomaba la cabeza.- ¿Podes ser un poco más específico?-
- ¡No! No puedo porque estoy confundido.-
- ¿Esto es por lo que hablamos ayer? ¿No es esa locura que me dijiste de...-
- No, No...- La Interrumpí- ... Despreocupate que no.... ¿O si?- La miré de reojo.
- ¡Ay, Juan! ¿Qué hiciste?-
- No, no es por lo que hablamos. Qué se yo. Se está yendo todo a la mierda.-
- ¿La cagaste?- Me preguntó, rápidamente.

<<Siempre el primero que es infiel resulta ser el hombre, vaya interpretación>> Pensé. Aunque en cierto punto, en este caso la había cagado con su mejor amiga, que estaba frente a mí haciéndome esa pregunta.

- ¿Decís otra mujer además de vos?-
- Ay, que tarado...- Se golpeó la cabeza, chistó y me desvío la mirada. - Ella no es una hija de puta...- 

<<Hija, no. Pero puta se ve que más de lo que crees.>>

-... No es así.- Continúo, buscando la explicación.
- ¿Puede ser que dejemos el tema? Necesito... necesito descansar. -

Me incliné en la silla, buscando aire.

- Te vas de tus viejos, ¿no?- Me preguntó, de la nada, señalando el bolso, frunciendo el entrecejo.
- Pensaba que comamos juntos y...-
- Juan, Juan, Juan ¡Si, dije ochocientas millones de veces, Juan! ¿Qué parte no entendiste ayer de que no me hace del todo bien? ¡Además! ¿Vos te crees que esto es un hotel? ¿Que acá viene cualquiera a dormir?- Movía el dedo índice para todos lados, señalizando, nerviosa.
- ¿Viene cualquiera?- Sonreí.
- No hay un hombre que pise esta casa.- Me dijo sería.

Yo me reí, dejando pasar un poco esa tensión.

- No tengo donde ir, en serio.- 

 Ella se tomó la cabeza, respiró profundo y me puteó en tres idiomas distintos. 

- Está bien pero venís en calidad de refugiado de guerra, ¿ok?-
- ¿Qué significa?-
- Que ni se te ocurra, Juan ¡Ni se te cruce por la cabeza!- Apretaba su puño, enojada. 

 Creo que se refería a la confusión emocional que podríamos tener. A qué ambos sabíamos que algo nos pasaba pero no podíamos dejarnos llevar.

- ¿Comiste?-
- No, estaba por cocinar.-
- ¿Te ayudo?-

 Ella se paró, otra vez bufando. Fue hacía la heladera, movía ese culo entrenado tan perfecto, tan redondo. Sus tetas hermosas se movían sueltas, sin obstáculo abajo de esa musculosa amplía que si estiraba los brazos podía ver sus pezones. 

- Vas a comer milanesa de soja y ensalada, ¿Me escuchaste?-
- Eh... bueno...- Respondí con cierta duda.
- No, no. Porque te conozco y vos sos de comer cualquier porquería. En esta casa las reglas son mías, ¿ok?-
- Cierto... sos fitness...- 
- Si, ¿Y qué? Me cuido.-
- Yo también soy fitness...- Movía mi pie y agachaba la cabeza.
- ¿Vos?-
- Si, yo soy 'fitnessemana'- Sonreí, mirándola.
- ¡Ah, no! - Comenzó a reírse y sacar todo para preparar la cena. - Si yo sabía que eras medio pelotudo pero no del todo.-
- Pero te gusta el pelotudo...-
- ¡Juan!- Me apuntó con un cuchillo. - Sos refugiado de guerra.- 
 
Cenamos, hablamos de varias cosas que no tenían que ver con mi relación con Paula. Eran cerca de las diez y media de la noche.

- Bueno, me voy a dormir...- Me dijo, entre sonrisas.
- Vamos...- Me Levanté y la seguí.
- chit, chit, no, no, no, no. - Me colocó el dedo en el pecho y me empujaba. - Vos dormís en el sillón que me salió carísimo y que se hace cama. En esta casa, no hay ni un hombre que entre a mi habitación, ¡OL-VI-DA-TE!-

 Tan perfecta, tan mandona, tan firme. Tan buena que estaba que veía como posicionaba su boca para 'chistarme' y me volvía loco. 
  Trajo las sábanas y una frazada. Entre tanto, armé el sillón que valía cada centavo porque estaba espectacular. 

- Bueno, ahora si. - Me dijo, yéndose. - Ahí tenés el control. No pongas fuerte porque quiero ver mí serie y no quiero escuchar otra cosa. -
- Dentro de tus reglas, ¿Tampoco tenés permitido ver series con hombres? - Se giró mirándome desafiante. - No me malinterpretes, no me refiero a tu cama, sino en un sillón... sillón-cama.- Se lo señalé, para que se ría todavía más.
- Un capítulo y me voy a la cama, ¿Okey?- Se fue a su habitación. - ¡Fijate que está en continuar viendo! - Me gritó, seguramente mientras se cambiaba.

 Me metí en la cama, puse la serie y se acercó. Tenía, tal vez, el mismo pijama de Paula pero totalmente pegado al cuerpo, marcando ese culo impecable y una remera que dejaba ver sus pezones. 

- Qué buena que estás...- 
- No seas gil.- Respondió. - Te va a aburrir y e vas a quedar dormido. - 
- Te juro que por vos la veo. - Contesté, mientras se metía en la cama.
- ¡Juan! ¿Que haces en boxer?-
- ¿Me estás cargando? ¿hicimos cualquiera arriba de un auto y ahora te haces la sorprendida porque duermo en boxer? -
- Es distinto. Estás en mi casa. - Se cruzó de brazos y se quedó estática al costado mío. Lo suficiente con apenas rozarnos los brazos. 

La verdad, la serie ni la miré. Me dediqué a observar esas dos tetas hermosas, esa boca, hasta el pelo me fascinaba. Me acercaba un poco y ella me recordaba que era un "refugiado de guerra". Me excitaba todavía más. 

- Bueno, por ahí me duermo. - Le dije sonriendo y acercándome a su pecho.
- Dale, boludo, no seas molesto. - Me dijo sin sacar los ojos de la serie.

Me quedé allí unos instantes y por más que estaba caliente sentí paz después de mucho. Pasé mi mano por su vientre y no podía creer que durante tanto tiempo la detesté y ahora descubría que era hermosa. Ella, acariciaba mi pelo, despacio. Subí mi mano por abajo de su remera. 

- Para, Juan.- 
- Te quiero hacer una caricia...-
- Juan...- Sentí sus ojos en mí.

Me detuve y en un instante volví a subir. Otra vez su freno. Repetí lo mismo hasta que llegué a su teta. Suave, redonda, no me entraba en la mano. Ese pezón duro, perfecto. ¡La puta madre, que buena estaba!

- Para, por fi...- Y ya su voz, no era la misma. 

Me levanté un poco, mientras aún tocaba su teta derecha. Ella se mordía el labio inferior, con su dentadura perfecta. Cerraba sus ojos. 

- Juan...-

 La interrumpí con un beso. En un beso donde descargué todas las emociones. Sentí que su boca cedía y metí mi lengua y la suya, tímida comenzaba a jugar con la mía y su saliva se mezclaba con la mía. Y mi mano ya no rozaba su piel, la apretaba. Y la mano libre agarró su cintura y la tiré sobre mí. Comencé a tocar su culo. La respiración de ambos nos invadía y ya no sabía si estábamos agitados o gimiendo, pero mi pija estaba en su entre pierna y ella se movía y yo no podía parar de pensar en ella, inclusive con ella ahí. Y cuando metí su mano por abajo del pijama y sentí una pequeña tanga, me tocó la mano.

- Juan, no. En mi casa, no - Lo dijo, entre cortada pero firme. 
- Extraño tanto tu concha...- Susurré al pasar, casi como si en realidad hubiese sido un pensamiento. 

 Ella me miró y tocó mi cara. Sonrió, cerrando un poco los ojos y dejando ver que en el fondo había algo más entre nosotros. 

- Te quiero hacer el amor...- Le dije, mirándola.
- No digas eso, por favor. -
- ¿Porqué?-
- Porque a mi me tenés que querer coger, no hacer el amor.- 

Y me percaté que tenía razón y que desde hacía un tiempo a Paula quería cogerla, re garcharla, llenarla de leche y a Maca le acababa de decir que quería hacer el amor y... por suerte, todo fue un instante, hasta que me habló al oido.

- Yo también extraño tu pija.- Sentí el aire de su sonrisa en mi cuello.

Cerré los ojos y empezó a bajar, sacó mi boxer y yo ya estaba duro. Maca me miraba fijo, mientras apoyaba sus labios en la cabeza de mi pija. Empezó a pasar lentamente la lengua por todo el tronco y hasta mis huevos. 

- ¿Extrañaste mi pija cuando se la chupaste al otro?- Le dije, riéndome, excitado, en el mismo tono que Lucio le había dicho a Pauli, frente a mí, hacía unas horas.
- Puede ser...-
- ¿Pensaste en mí cuando se la chupabas?- La miré, mientras se alejaba un poco de mí.
- ¿No era que extrañabas mi conchita?- Me preguntó, sacándose el pijama y la tanga. 

 Me acosté y ella se sentó en mi cara. Comencé a comer su clítoris. Su olor me excitaba. Se lo chupaba, le pasaba la lengua, se retorcía. Sus jugos me volvían loco y sentir que me gemía con la pija dentro de su boca me ponía a mil. 

- Me encanta... ah... me encanta...- Decía, entrecortado.

Chupé y chupé. Empecé a jugar con mis dedos en su clítoris, mientras mi lengua apuntaba a su culo. La metía y recorría todo ese anillo perfecto, arrugadito casi milimétricamente, con ese olor a limpio y que se lentamente se mezclaba con los jugos de su concha. 

- ah, que rico... ah... por dios...-
-¿Te chupo el culo?-
- Juan... ah... ah... por favor... seguí...- Me decía estremeciendose poco a poco.
- ¿Te lo chupó?- Repetí, está vez metiendo lentamente un dedo. 
- No... ah ... ah... no... -

Me encendí, empecé a comerle el culo con más ganas. Mis manos se multiplicaban en su cuerpo. Ella se retorcía de placer y sentía los espasmos en su vientre en cada acabada. 

- ¿Te cogió?- Dije con la boca llena de sus jugos.
- Juan... ah... - Empezó a acercarse a mi pija.- Se la chupé un poco y cuando me iba a coger, pensé en vos...-
- ¿No te lo cogiste, entonces?-
- Me cogió poquito, morboso. - Sonrió y se la metió en la boca.

 Empecé a gemir, por la chupada, por su respuesta. Porque su boca subía y bajaba y su lengua recorría toda mi pija adentro de su boca. Mi dedo siguió jugando en su culo, hasta que no aguanté más y acabé en su boca. Ella se quedó ahí, esperando que acabe hasta la última gota.

- uf... que lindo. - Le dije, agitado.
- Podría chupártela más seguido. Tenés rico gustito. - Me dijo, tragando todo lo que quedaba. Chau, Juancito.- Me dijo, juntando las cosas y dejándome ver su caminar y la perfección de ese cuerpo que sentía, necesitaba disfrutarlo cuanto antes. 
 Esa noche, miré el celular y tenía veinte llamadas perdidas de Paula y cerca de cincuenta mensajes. Me acosté, coloqué la alarma y me dormí plácidamente, con una sonrisa casi como olvidando lo que había sucedido a la mañana. 

2 comentarios - XIX Su mejor amiga. No sé el porqué pero sí el cómo.

Necrosfire
nmms no podes cortarla asi cuando el siguente cap van mis 10